INQUIETUDES ESPÍRITAS
1- Los problemas de la existencia
2.-Médiums auditivos
3.- Vida y valores
4.- Saber diferenciar
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LOS PROBLEMAS DE LA EXISTENCIA
Lo que le es importante al hombre
saber por encima de todo, que es, de donde viene, donde va, cual es su destino.
Las ideas que nos hacemos del Universo y de sus leyes, del papel que cada uno
de nosotros debe jugar sobre este teatro vasto, son de una importancia capital.
Es según ellas que dirigimos nuestros actos. Es consultándolas que fijamos un
fin en nuestra vida y marchamos hacia ese fin. Allí está la base, el verdadero
móvil de toda civilización. Tanto vale el ideal, tanto vale al hombre. Tanto
para las colectividades, como para el individuo, es la concepción del mundo y
de la vida que determina los deberes; fija la vía que hay que seguir; las
resoluciones que hay que adoptar.
Pero, así como lo dijimos, la
dificultad en resolver estos problemas no los hace rechazar demasiado a menudo.
La opinión de la mayoría es inestable, indecisa; los actos, los caracteres se
resienten de eso. Ahí está el mal de la época, la causa de la confusión en la
cual está presa. Tenemos el instinto del progreso; queremos marchar, pero,
¿para ir a dónde? Es con lo qué no se sueña bastante. El hombre, ignorante de
su destino, es como un viajero que recorre automáticamente un camino, sin
conocer ni el punto de partida ni el punto de destino, y no sabe por qué viaja;
que, como consecuencia, siempre está dispuesto a fijarse en el menor obstáculo,
y pierde su tiempo descuidando el fin que hay que alcanzar.
La insuficiencia, la oscuridad de
las doctrinas religiosas y los abusos que engendraron llevaron a buen número de
espíritus al materialismo. Creemos de buena gana que todo acaba con la muerte,
que el hombre no tiene otro destino que desvanecerse en la nada. Demostraremos
más adelante cuánto esta manera de ver está en oposición flagrante con la
experiencia y la razón. Digamos desde ahora que destruye toda noción de
justicia y de progreso.
Si la vida está circunscrita entre
la cuna y la tumba, si las perspectivas de la inmortalidad no vienen para
alumbrar nuestra existencia, el hombre no tiene ya otra ley que la de sus
instintos, la de sus apetitos, la de sus goces. Poca importancia tiene que le
gusten el bien y la equidad. Si sólo aparece y sólo desaparece de este mundo,
si se lleva con él, en el olvido, sus esperanzas y sus afectos, sufrirá tanto
más cuanto más elevadas sean sus aspiraciones; amando la justicia, el soldado
del derecho, se considera condenado por no ver casi nunca su consecución;
apasionado por el progreso, sensible a los dolores de sus semejantes, se
imagina que se apagará antes de haber visto triunfar sus principios.
Con la perspectiva de la nada,
cuanto más habrá practicado la devoción y la justicia, más caerá su vida fértil
en amarguras y en decepciones. El egoísmo bien comprendido sería la sabiduría
suprema; la existencia perdería toda grandeza, toda dignidad. Las facultades
más nobles, las tendencias más generosas del espíritu humano acabarían por
marchitarse, por apagarse totalmente.
La negación de la vida futura
suprime también toda sanción moral. Con ella, que sean buenos o malos,
criminales o sublimes, todos los actos acaban con el mismo resultado. No hay
compensaciones a las existencias miserables, a la oscuridad, a la opresión, al
dolor; no hay más consuelo en la prueba, más esperanza para los afligidos.
Ninguna diferencia espera, en el futuro, al egoísta que sólo vivió y a menudo a
costa de sus semejantes, y el mártir o el apóstol que habrá sufrido, habrá
sucumbido combatiendo por la emancipación y el progreso de la raza humana. La
misma sombra servirá para ellos de mortaja. Si todo acaba con la muerte, el ser
no tiene ninguna razón para esforzarse, para contener sus instintos, sus
gustos. Aparte de las leyes terrestres, nada puede retenerlo. El bien y el mal,
el justo y el injusto también se confunden y se unen en la nada. Y el suicidio
será siempre un medio de escapar de los rigores de las leyes humanas.
La creencia en la nada, al mismo
tiempo que arruina toda sanción moral, deja irresoluto el problema de la
desigualdad de las existencias, en lo que toca a la diversidad de facultades,
de aptitudes, de situaciones, de méritos. En efecto, ¿por qué a unos todos los
dones del espíritu y del corazón, los favores de la fortuna, mientras que
tantos otros, tienen en reparto sólo pobreza intelectual, vicios y miseria?
¿Por qué, en la misma familia, los padres y los hermanos, nacidos de la misma
carne y de la misma sangre, difieren en tantos puntos? Muchas cuestiones
insolubles para los materialistas, así como para muchos creyentes. Estas
cuestiones, vamos a examinarlas brevemente a la luz de la razón.
El por qué de la
Vida, León Denis
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MÉDIUMS AUDITIVOS
Estos oyen la voz de los Espíritus; es como lo hemos dicho hablando de la pneumatofonía: algunas veces una voz íntima que se hace oír en el fuero interno; otras veces es una voz exterior clara y distinta como la de una persona viva. Los médiums auditivos pueden entrar de este modo en conversación con los Espíritus. Cuando tienen la costumbre de comunicar con ciertos Espíritus, los reconocen inmediatamente con el metal de la voz.
Cuando uno no está dotado de esta facultad, se puede igualmente comunicar con un Espíritu a través de un médium auditivo que hace el oficio de intérprete.
Esta facultad es muy agradable cuando el médium solo oye buenos Espíritus, o únicamente aquellos que llama; pero no es lo mismo cuando un Espíritu malo se encarniza en él y le hace oír a cada momento las cosas más desagradables y algunas veces las más inconvenientes. Es preciso entonces procurar desembarazarse de aquel por los medios que indicaremos en el capítulo de “La Obsesión”.
EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC.
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VIDA Y VALORES
- Estudiad el asunto. Los Espíritus buenos sólo aconsejan el bien. A vosotros cabe distinguir.
. ¿Con qué propósitos los Espíritus imperfectos nos incitan al mal?
- Para haceros sufrir como ellos sufren.
. ¿Atenúa esto sus padecimientos?
- No, pero lo hacen por envidia de ver a seres más dichosos.
¿Qué clase de sufrimientos quieren que experimentemos?
- Los que resultan de ser de un orden inferior y alejado de Dios.
¿Por qué permite Dios que algunos Espíritus nos empujen al mal?
- Los Espíritus imperfectos son instrumentos destinados a probar la fe y constancia de los hombres en el bien. Tú, puesto que eres Espíritu, debes progresar en la ciencia de lo infinito, de ahí que pases por las pruebas del mal para llegar al bien. Nuestra misión consiste en ponerte en el bueno camino, y cuando actúan sobre ti malas influencias es porque tú las llamas con el deseo del mal, por cuanto los Espíritus inferiores acuden a ayudarte en el mal cuando tienes la voluntad de cometerlo: sólo pueden secundarte en el mal cuanto tú así lo quieres. Si sientes inclinación por el crimen tendrás a tu lado una nube de Espíritus que fomentarán en ti ese pensamiento. Pero habrá también a tu vera otros que tratarán de influir sobre ti para el bien, lo cual restablece el equilibrio y te deja dueño de escoger.
Así deja Dios librada a nuestra conciencia la elección de la ruta que debemos seguir, y la libertad de ceder a una u otra de las influencias opuestas que sobre nosotros se ejercen.
EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS- ALLAN KARDEC.
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