miércoles, 4 de noviembre de 2020

Origen espiritual de las enfermedades

  INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Frutos amargos de la fe ciega

2.- Pensamiento de Rouxell Wallace

3.-Elogios Ponzoña

4.- Amar el Espiritismo

5.- Origen espiritual de las enfermedades



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  FRUTOS AMARGOS DE LA FE CIEGA

                                                                         


"Una humanidad progresiva como la nuestra, no acepta la fe ciega; tiene el derecho de discutir y de probar la demostración, sirviéndose de los medios que al efecto posee".
- Innozenzo Calderone -

El Maestro Allan Kardec describe la situación de la fe ciega en el mundo moderno, la cual provoca el nacimiento de mayor número de incrédulos, indiferentes y fríos en la fe religiosa: "Es precisamente el dogma de la fe ciega, el que hace mayor número de incrédulos, porque quiere imponerse y exige la exclusión de una de las más preciadas prerrogativas del hombre: el razonamiento y el libre albedrío (...). No admitiendo pruebas, deja en el espíritu un vacío, de donde nace la duda". Allan Kardec (El Evangelio según el Espiritismo, Cáp. XIX,"La fe transporta montañas".

El hombre y la mujer que saben pensar con libertad de conciencia e independencia de carácter no soportan estar continuamente aprisionados en la jaula de hierro de los dogmas, maniatando su capacidad de razonar con profundidad, de aprender con amplitud de conocimientos, y de desarrollar sus potencialidades de cultura y espiritualidad.

Las religiones tradicionales están cada vez más perdidas, aunque se  consideren fuertes en sus dogmas, manteniendo el enclaustramiento de las ideas en el campo filosófico y científico. Son bastante ingenuas y frágiles en sus gritos locos de negaciones insensatas, ante el progreso acelerado y siempre creciente de las investigaciones y conclusiones precisas de la Ciencia Oficial.

Cada vez más, el hombre y la mujer quieren pensar por sí mismos, abriendo el abanico de su razón para todas las fuentes del conocimiento humano, a fin de buscar su síntesis de ideas, sintiendo la necesidad de avanzar más, para salir del monasterio sombrío de sus concepciones ancestrales y medievales, escalando peldaños liberadores del conocimiento, no solo en el dominio de los fenñomenos materiales, principalmente, penetrando con seguridad en la desconocida frontera del espíritu y de la espiritualidad.

La fe ciega de las religiones tradicionales no ayuda ni ampara más  al ser humano en su camino hacia dentro de sí mismo. Satisface los límites de los sentidos, las emociones infantiles y la visión irracional de la criatura humana, que no quiere y no desea pensar con madurez. El escepticismo, la incredulidad y la ceguera espiritual son frutos amargos de esa fe arruinada y reseca que ya no atiende ni ayuda a las profundas enfermedades del alma, al desequilibrio mental e imperfecciones morales que repletan el alma humana en los días actuales.

En el Tercer Milenio, es inaplazable sustituirla por la fe razonada que el Espiritismo concede a toda criatura humana, sincera y deseosa de aprender, de renovarse y de convertirse a la verdad racional.

La Fe razonada.-

La conquista de la facultad de la razón por la humanidad, fue un proceso superior de pensamiento y de la idea, bastante trabajoso, arduo, lento, gradual e infinitamente repetitivo para asimilar, memorizar, acumular, fundiendo y refundiendo las operaciones cerebrales, partiendo desde las más simples funciones hasta alcanzar las operaciones más complejas, enriqueciendo la organización del cerebro físico, ampliando y sofisticando las funciones del cerebro espiritual de hombres y mujeres, en el camino continuo de las experiencias reencarnatorias a lo largo de los milenios. 

El renombrado escritor Herculano Pires, describió esta fase evolutiva con belleza espiritual:

" ... la razón fue la escalera de la que el hombre se valió, para superar los horizontes anteriores, librándose del dominio de las fuerzas naturales o instintivas. La razón, por así decirlo, es la palanca espiritual que elevó al hombre desde el periodo de su inmanencia hasta el de su transcendencia, permitiéndole juzgarse a sí mismo y delinear las perspectivas de su propia liberación" ( El Espíritu y el Tiempo- J.Herculano Pires)

(Continúa )

- Walter Barcon - Uberaba (Brasil)

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                                                    PENSAMIENTOS

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" El Espiritismo no es una simple curiosidad psicológica ni tampoco un indicio de alguna ley natural hasta hoy desconocida. Es una ciencia de vasto campo que lleva en sí las consecuencias más grandes, más importantes y más morales. Como tal, pues, debiera gozar de la simpatía de moralistas, filósofos, estadistas y de todos aquellos que cuidan del mejoramiento de la sociedad y de la elevación permanente de la naturaleza humana ".

- Rouxell Wallace-

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                  ELOGIOS PONZOÑA

 ¿Qué es lo que la persona suele valorar más: la satisfacción sexual,  el dinero,  la comida, el alcohol,  los amigos o los elogios? Investigadores evaluaron las preferencias de algunos estudiantes universitarios sobre la serie  de deseos y gustos aquí mencionados y los resultados para sorpresa de los estudios  indicaron que los voluntarios  dan más valor a un elogio  o a una evaluación positiva que a comer su comida preferida, satisfacerse sexualmente, beber,  recibir el salario del mes  y hasta incluso  que encontrar un buen amigo. 

Por tanto, y ante la sorpresa, los investigadores confirmaron  que el deseo  de “sentirse valorado” a través de los elogios triunfa sobre cualquier otra situación placentera. Creemos que estamos observando generaciones  en donde una parte gigantesca de ciudadanos está constituida por adultos condescendientes, inmaduros para los obstáculos, las decepciones y los desafíos de la vida, incapaces de lidiar  con conflictos , pero acompañados de la  alucinante certeza de que el mundo  les debe algo., por eso exigen ser mimados.

No hay duda que la ausencia de palabras y frases motivadoras, cada vez más comunes en los ambientes domésticos, perjudica a la relación aparente. Raramente se observan a muchos  hombres estimular con palabras edificantes  a sus mujeres  o viceversa; no se constata que haya jefes que estimulen con sinceridad  el trabajo de sus subordinados; no es muy común el ver padres e hijos estimulándose con palabras afectuosas.

Es obvio que al buen profesional,  aunque no lo aparente,  le gusta ser valorado, al buen hijo le gusta ser reconocido como tal, al buen padre o la buena madre les gusta ser recordados amorosamente, al buen amigo,  a la buena ama de casa,   a la mujer que se cuida, al hombre que se cuida, en fin, vivimos en una sociedad en que  uno precisa del otro; es imposible a un hombre vivir solo, y las palabras motivadoras (que no  pueden tenerse como elogios) son  la oxigenación del ánimo en la vida de cualquier persona.

Desde que  penetramos  en las enseñanzas kardecianas aprendemos que el elogio (aunque bien intencionado)  nos conmueve  y motiva. Y nada existe más frágil  que una criatura ilusionada consigo misma.  ¡Es verdad! Los Benefactores nos advierten  con el fin de que no perdamos  nuestra independencia constructiva  a cambio de consideraciones humanas (adulaciones), puesto que la   trampa  que castiga  al animal criminal es igual  que la que sorprende al  pajarillo negligente.

Aun en los momentos de dificultades de alguien, “en las horas difíciles, en las que vemos a un compañero despeñarse en las sombras interiores, no olvidemos que, para auxiliarlo,  es tan desaconsejable la condenación, como el elogio.”  Susurra la prudencia cristiana  que nunca  cedamos campo a la vanidad  si no  viviésemos reclamando el deletéreo cóctel de la lisonja a nuestro egocentrismo  poco saludable.

 Invariablemente quedamos  sometidos a las opiniones sociales cuando buscamos la aprobación (el elogio) de los otros, “cuando permanecemos en la posición de permanentes esclavos , pendientes del aplauso hipócrita y del barniz de la lisonja, condicionándonos a vivir sin  disfrutar de la libertad de  conciencia, sometiéndonos a ser manipulados por los juicios y opiniones ajenas.”

El elogio nos facilita la presunción, y esta nos remite a la vanidad.  En ese deseo  insufrible de llamar la atención ajena, queremos ser aplaudidos  y reverenciados delante de los otros. Actualmente se adopta con temor, el hábito de los dirigentes incautos de elogiar y exaltar a oradores en público. ¿Esas pompas y felicitaciones, observadas  alrededor de algunos oradores famosos, no sería la repetición de las pompas  del cristianismo sin Cristo?

En rigor, si alguien viene  en público a decir que un orador es “maravilloso”, “fantástico”, “brillante”, “inolvidable”, “Insustituible” y otras adulaciones más, lógicamente está elogiando y no estimulando o motivando  a tal “homenajeado”.

Por esas razones es importante vigilar las propias manifestaciones, no juzgándose indispensable  y prefiriendo la autocritica  al autoelogio, recordando que el ejemplo de humildad es la mayor fuerza para nuestra transformación moral. “Toda presunción evidencia  un alejamiento del Evangelio.” 

Es necesario dejar de  elogiar a alguien que está obrando de conformidad con nuestras conveniencias, para no crearle trampas en su camino ennoblecedor, “aunque tengamos el deber de prestarle asistencia y cariño para que se estimule más en las buenas obras.

El elogio es un veneno  en forma verbal. Por esa razón no olvidemos que “aunque provenga de círculos bien intencionados, urge rechazar el toxico de la lisonja, pues  el rastro del orgullo, sigue a la ruina.” 

Jorge Hessen

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  Amar el Espiritismo

                                


      Para entregarnos real y profundamente a algo, tenemos que llegar a amarlo. Nos damos a nuestros hijos o a nuestros seres mas queridos, sin ningún tipo de oposición o medida. 

Para lograr darnos al espiritismo, tenemos igualmente que llegar a amarlo. Y para llegar a ese estadio, debemos conocerlo primeramente a través de la lectura; comprenderlo después, lo que logramos con el estudio profundo y la intima reflexión; hasta llegar finalmente a una vivencia del mismo, de una manera natural. Para ello, llevamos a la práctica todas las enseñanzas adquiridas, transformándolas en actos de amor en nuestro día a día. 

Amando, irradiamos una vibración que nos sintoniza con la espiritualidad mayor, que nos alienta, nos asiste y nos protege siempre, manteniéndonos alerta a la búsqueda de la necesidad, que muchas veces se encuentra donde menos lo esperamos. Hablar, escuchar, compartir, sonreír … hacer caridad sincera, esa que va mas allá de dar las migajas materiales que nos sobran, esa con la que abrimos sinceramente nuestros corazones. 

¿Qué haríamos si viéramos a un ser muy querido por nosotros pasando calamidades?, haríamos todo lo que estuviera en nuestra mano por evitarle cualquier tipo de sufrimiento. ¿Y si pusiéramos mentalmente la cara de nuestros seres mas queridos a nuestros semejantes necesitados?…al fin y al cabo, ¿no somos todos hermanos planetarios, hijos del mismo padre?. 

Debemos reconocer la obra de Dios en cada uno de ellos. Algunos disculpan su indiferencia pensando: están pagando su karma por la ley de causa y efecto, éstas pruebas son un aprendizaje para ellos, pero… ¿nos exime esto acaso, de darles asistencia?, ¿no serán igualmente pruebas para nosotros, si Dios los puso en nuestro camino?. No nos corresponde juzgar, nos corresponde amar… amar sin medida. A través de darnos a los demás, es como hallaremos el camino recto hacia nuestra transformación moral y es como llegaremos realmente a amar el espiritismo. 

Por Alondra, del blog de Alondra

Tomado de Zona espirita.com 

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             Origen espiritual de las enfermedades

                                         

                                                                       

     La enfermedad no es una causa; es una consecuencia procedente de las energías negativas que circulan por nuestro organismo espiritual y material.

 El control  dd las energías es hecho a través de los pensamientos y de los sentimientos, así que poseemos energías que nos causan enfermedades porque somos indisciplinados mental y emocionalmente.

     En el libro "En los dominios de la Mediumnidad". André Luiz explica que "así como el cuerpo físico puede ingerir alimentos venenosos que le intoxican los tejidos, también el organismo periespiritual absorbe elementos que le degradan, con reflejos sobre las células materiales."


Tipos de enfermedades


Podemos clasificar las enfermedades en 3 tipos: físicas, espirituales y atraídas o simbióticas. Las enfermedades físicas son disturbios provocados por algún accidente, exceso de esfuerzo o alimentación exagerada, entre otros, que provocan que uno o más órganos no trabajaren como deberían, creando una indisposición orgánica.


Las enfermedades espirituales son aquellas procedentes de nuestras vibraciones. La acumulación de energía nociva en nuestro periespíritu genera una auto-intoxicación fluídica. Cuando estas energías bajan para el organismo físico, crean un campo energético propicio para la instalación de enfermedades que afectan todos los órganos vitales, como corazón, hígado, pulmones, estómago, etc.,  atrayendo un camino de sufrimiento.


Las energías nocivas que provocan las enfermedades espirituales pueden tener su origen de reencarnaciones anteriores, que se mantuvieron en el periespíritu enfermo y mientras no son drenadas. En cada reencarnación, ya al nacer o hasta en la vida intrauterina misma, podemos traer los efectos de las energías nocivas presentes en nuestro periespíritu, que se agravan en la medida que acumulamos más energía negativa en la reencarnación actual. Mientras persistan las energías nocivas en el periespíritu la curación no se completará.


Las enfermedades atraídas o simbióticas son aquellas que llegan por medio de una sintonía con fluidos negativos. Lo que una criatura colérica, vibrando siempre maldades y pestilencia, puede atraer es justamente cosas malas.


Esa atracción genera una simbiosis energética en las personas que, por las vías fluídicas, causan en ellas la percepción de que la enfermedad está en su  organismo, pero en realidad lo está en el espíritu imantado energéticamente a ellas, provocándoles la sensación de que la enfermedad está en ellas. Pasan a sentir todos los síntomas que el espíritu siente. La persona va al medico y él nada encuentra.

     André Luiz afirma que “si la mente encarnada no consigue aún disciplinar y dominar sus emociones y alimenta pasiones (odio, envidia, ideas de venganza), ella entrará en sintonía con los hermanos del plano espiritual que emitirán fluidos maléficos para impregnar el periespíritu del encarnado, intoxicándolo con esas emisiones mentales y pudiendo llevarlo a la enfermedad.


Vivimos hoy en una sociedad de profunda inversión de valores. El valor del ser humano reside en tener, hacer y parecer, en detrimento del Ser. Esa inversión de valores está generando una crisis existencial jamás vista en otros tiempos. Debido a esa fragmentación del ser humano, éste se ha vuelto un “Tener Humano”.


Para la sociedad atormentada en la cual vivimos, los valores materiales vienen en primer lugar. Esa búsqueda por una vida puramente materialista ha producido lo que la medicina y la psicología moderna denominan las enfermedades del sentido: depresión, suicidio, alcoholismo, abuso de las drogas, enfermedades degenerativas, etc. Son pedidos de  auxilio de una sociedad atormentada, carente de valores espirituales propios de la criatura humana.


Artículo tomado de la Revista Electrónica Cristiana Espiritual 

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