domingo, 19 de mayo de 2019

Criminales arrepentidos

  
INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Fisiología de la Reencarnación
2.- La Vida y la Muerte
3.-Misión de Allan Kardec
4.- Cómo el medium consciente puede distinguir sus pensamientos de los del Ser comunicante?
5.- Criminales arrepentidos



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Fisiologia de la reencarnación

( 1ª Parte )

El estudio del proceso de reencarnación de los Espíritus puede ser hecho, de forma didáctica, a partir del examen de cinco preguntas: ¿Para qué reencarnamos? ¿Por qué reencarnamos? ¿Cuándo reencarnamos? ¿Dónde reencarnamos? ¿Cómo reencarnamos?

1 - ¿Para qué reencarnamos?

Emmanuel, a través de la mediumnidad de Chico Xavier, coloca la reencarnación como un impositivo natural i, o sea, una condición a la cual el Espíritu no puede eludirse, un determinismo evolutivo, establecido por leyes específicas. Para que el principio inteligente, creado simple e ignorante, se identifique con el proyecto de perfectibilidad, que le es innato, es imperativo que se someta, durante largo periodo de su historia, a la ley de la reencarnación. Esta es una ley natural, cósmica, espiritual y biológica, inherente a todos los seres, que tiene como finalidad el desarrollo del principio espiritual.

Según Kardec:

[...] la reencarnación surge como una necesidad absoluta, como condición inherente a la humanidad; en una palabra: como ley de la Naturaleza. 

Y aún el codificador:

El paso de los Espíritus por la vida corporal es necesario para que ellos puedan cumplir, por medio de una acción material, los designios cuya ejecución Dios les confía. Les es necesaria, para bien de ellos, ya que la actividad a que son obligados a ejercer les auxilia el desarrollo de la inteligencia. 

Y también Kardec:

Para el Espíritu del salvaje, que está sólo en el inicio de la vida espiritual, la encarnación es un medio de él desarrollar su inteligencia [...] aquel que trabaja activamente por su progreso moral, además de abreviar el tiempo de la encarnación material, puede también transponer de una sola vez los grados intermedios que lo separan de los mundos superiores. 

2 - ¿Por qué reencarnamos?

La literatura mediúmnica nos muestra que la evolución se verifica también en la dimensión espiritual. ¿Por qué entonces la obligatoriedad de las experiencias en la dimensión física? ¿No podría el principio inteligente desarrollar todas sus potencialidades exclusivamente en la dimensión espiritual? Eso no es posible, y puede ser explicado en razón de determinadas características particulares de la dimensión física, que la diferencian de la dimensión espiritual. Esas características hacen las experiencias en la dimensión física esenciales al desarrollo de las potencialidades del Espíritu.

La dimensión física se diferencian de la dimensión espiritual por los siguientes aspectos:

1- La inserción en un ciclo vital que es propio de la biología reencarnatoria: nacer, crecer, reproducirse, crear hijos, envejecer, vivir enfermedades que son exclusivas de la vida física.

2- La lucha por la vida: la inserción en la dimensión física coloca al Espíritu en un medio en que la actividad y el trabajo son prácticamente obligatorios, de lo contrario, viene el hambre, la enfermedad y la muerte. Tal estado de cosas no parece existir en la dimensión espiritual.

3- El periodo de la infancia haciendo al Espíritu más accesible al perfeccionamiento de su carácter, a través de la educación y de los buenos ejemplos de los padres, profesores y otras personas pueden auxiliar en la transformación moral de la individualidad. No existe infancia, como la conocemos, en la erraticidad.

4- El olvido del pasado, que permite a la individualidad convivir con sus desafectos, sin acordarse de los desatinos perpetrados recíprocamente. Tales recuerdos podrían revivir animosidades, creando obstáculos a la armonización de las relaciones.

5La convivencia con personas de nivel evolutivo diferente. En la dimensión espiritual, la ley de sintonía es absoluta. Los iguales se buscan en la inmensidad del espacio y viven entre sí. En la dimensión física, eso no se da – viven todos en una “cesta de gato”. La convivencia en la diversidad estimula el progreso. Los que se hallan en condición evolutiva inferior tienen, en sus superiores, el ejemplo y el estímulo para la auto-superación. Los últimos encuentran, en la convivencia con los primeros, oportunidades para ejercitar la tolerancia, la paciencia y la perseverancia.

3 - ¿Cuándo reencarnamos?

Considerando la condición de la individualidad encontrándose en la dimensión espiritual, ¿qué factores determinan el momento en que su retorno al escenario físico deberá verificarse?

En El Libro de los Espíritus se lee:

[...] la fatalidad sólo consiste en estas dos horas: aquellas en que debéis aparecer y desaparecer en este mundo

Los Benefactores colocan, entonces, el momento en que debemos aparecer en el mundo, o sea, la reencarnación, como una fatalidad, algo que está determinado por principios bien definidos. Eso es porque la reencarnación es una necesidad de la vida espiritual, como la muerte es una necesidad de la vida corporal. Así los Espíritus presienten la época en que reencarnaran como el invidente siente el fuego que se aproxima. Aunque no todos se preocupen con ella, pues están los que no piensan en ella y que ni aún la comprenden pronto o tarde el Espíritu siente la necesidad de progresar, pues la condición de desencarnado no puede prolongarse indefinidamente.

   Cree el psiquiatra y escritor espírita Jorge Andréa que la “estructura energética del Espíritu”, con el pasar de los años en la dimensión espiritual, va teniendo mayor dificultad en recargarse”, imposibilitando la permanencia de la individualidad desencarnada en la dimensión espiritual, por un periodo de tiempo superior a su capacidad de renovación fluídica. Mientras más primitiva sea la condición evolutiva de la entidad espiritual, más brevemente deberá volver a la dimensión física. Ocurre, según él, un desgaste progresivo de las “unidades energéticas”, que pasan a “vibrar más lentamente”. Los Espíritus menos evolucionados, estando más necesitados del retorno a la superficie planetaria, reencarnarían con intervalo de tiempo más pequeño; los más evolucionados reencarnarían con mayor intervalo de tiempo, por la posibilidad de más fácil adquisición de material necesaria al metabolismo del psicosoma y por poseer, en potencia, cualidades energéticas que le permitirían "vivir" más tiempo en el estadio dimensional en que se encuentran.

    El tiempo de permanencia del Espíritu desencarnado en la dimensión espiritual es, según André Luiz, directamente proporcional a su condición evolutiva:

   El porcentaje de tiempo en el plano espiritual para las criaturas de evolución mediana varía con el grado de aprovechamiento de tiempo en el estadio reciente que disfrutaron en el cuerpo físico. Cuánto más vasta la provisión de conocimiento y mayor la adquisición de virtudes, por parte del Espíritu, más largo periodo disfruta en la Esfera Superior para obtención de más nobles recursos para más alta ascensión. 
   A medida, entonces, que las vibraciones espirituales se hacen más “pobres”, en el transcurso de una especie de “debilitamiento espiritual”, comenta Jorge Andréa, se observa una reducción progresiva de las actividades del Espíritu. Esa condición lo lleva a un estado de sopor y flaqueza progresiva. La ley de causa y efecto, por mecanismos desconocidos, lo impulsa a la vinculación al aparato genésico de una mujer en edad fértil, con la cual él mismo se relaciona por hilos de afinidad espiritual. Se desencadena así el mecanismo reencarnatorio automático por necesidad imperiosa de la entidad desencarnada de volver a la dimensión física, por absoluta falta de condiciones fisiopsíquicas de mantenerse distante de las vibraciones materiales.

León Denis esclarece, en Después de la muerte:
   Cuando llega la ocasión de reencarnar, el Espíritu se siente arrastrado por una fuerza irresistible, por una misteriosa afinidad, para el medio que le conviene.

Y aún Denis:
   Las leyes inflexibles de la Naturaleza, o antes, los efectos resultantes del pasado, deciden la reencarnación. El Espíritu inferior, ignorante de esas leyes, poco cuidadoso de su futuro, sufre maquinalmente su suerte y viene a tomar su lugar en la Tierra bajo el impulso de una fuerza que ni el mismo busca conocer.
   La hipótesis presentada por Jorge Andréa, según la interpretación que hace de algunas citas de Kardec y André Luiz, nos permite trazar un paralelo entre la necesidad de renovación del cuerpo físico que se da con la muerte física y la equivalente necesidad de renovación del cuerpo espiritual con la reencarnación.
    Importante considerar que, en muchas ocasiones, el proceso reencarnatorio es realizado bien pronto del agotamiento de los recursos fisiopsíquicos, pues Espíritus lúcidos y almas más evolucionadas pueden dirigir el proceso encarnatorio de sus tutelados, haciendo que vuelvan a la superficie planetaria, en encarnaciones previamente organizadas, dirigiendo todo el proceso.


4 - ¿Dónde reencarnamos?

Los Espíritus forman familias espirituales, cuyos lazos se deben a tendencias y características comunes. La necesidad de estar juntos hace que ellos se busquen, movidos por fuerzas inconscientes. Kardec, examinando las relaciones entre individuos, preguntó a los Espíritus Superiores si los encuentros, que acostumbran a darse, de algunas personas y que comúnmente se atribuyen al acaso, ¿no serán efecto de cierta relación de simpatía? Ellos respondieron que entre los seres pensantes hay conexión que aún no conocemos, y que el magnetismo es el piloto de esta ciencia, que más tarde comprenderemos mejor.     Relaciones magnéticas, ignoradas por nosotros, conectan a los Espíritus unos a los otros, y el Espíritu reencarnante tenderá a vincularse a Espíritus “simpáticos” domiciliados en la esfera física en condición de recibirlo en la condición de hijo. 
(Continúa en  la próxima publicación.)

Autor: Ricardo Baesso de Oliveira
                                               
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                                 LA VIDA Y LA MUERTE




    Se fue. Una vez más la vida nos sorprende y nos arrebata aquello que parecía imperecedero; unas veces sin avisar, por sorpresa o en muy poco tiempo; otras veces consecuencia de la edad o de enfermedades prolongadas.
Esta vez nos ha tocado a nosotros. No nos debería de sorprender pues le ocurre constantemente a miles de personas todos los días. Sin embargo, la vida transcurre normalmente y vivimos ajenos a esta circunstancia hasta que nos llega, a través de las personas más queridas.
Sentimientos profundos afloran; nos pesa la ausencia; los recuerdos de los momentos vividos adquieren una fuerza y un vigor del que no éramos conscientes hasta ese momento fatídico. Parece que producto de una injusticia se nos arrebata algo de una forma que nunca debería de ocurrir, no obstante, ocurre.
¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? Hay un pensamiento del Dalai Lama muy interesante: “Los hombres viven como si nunca fueran a morir, y mueren como si nunca hubiesen vivido.”
Los preconceptos sociales, las costumbres ancestrales, y sobre todo la educación religiosa nos empujan a una concepción de la muerte muy vaga, subjetiva, que alimenta el dolor, el vacío y la convierte en algo desconectado de la realidad que vivimos. 
¿Qué hay después de esta vida? La razón repudia, aunque sea de una manera subconsciente, un cielo o un infierno, algo que ya cuestiona y relativiza la propia religión, sin embargo, no nos aporta respuestas convincentes; más bien al contrario, fomenta una fe dogmática, conformista, sin ningún afán aclaratorio, pero negando otras posibilidades que puedan abrir otros caminos. Según esta forma de pensar, Dios está en un cielo con ángeles; también con los que han sido buenos pero perdonando a los malos; viviendo todos juntos, disfrutando… no se sabe muy bien de qué. Seguramente en un estado de ociosidad, pues la misión de ayudar a los vivos sólo lo pueden hacer los santos y los ángeles; los demás… no se sabe donde están y que hacen; según dicen, “disfrutando de su presencia eternamente”. Obviamente estas ideas allanan el camino a los materialistas e incrédulos.
Seguramente en el pasado estas creencias podían ser suficientes para un pueblo acotado en su libertad de pensar; la mayoría confiado, conformista, ignorante; sin fácil acceso a la información y a otras ideas diferentes a las establecidas. No obstante, hoy día no tenemos excusa. Los límites nos los auto-imponemos nosotros, somos libres para razonar. No podemos negar por negar, ni rechazar, a priori, lo que no está aceptado por las mayorías.
Debemos pues ampliar horizontes, perspectivas, afrontar una nueva visión de la vida y de la muerte que nos saque de las falsas ideas del pasado y nos acerquen a una realidad más lógica y comprensible, rechazando la idea pesimista y lúgubre de la pérdida definitiva de los seres queridos, porque según pensamos millones de personas en todo el mundo, no es un adiós definitivo, en realidad es un “hasta luego”. 
La muerte, cuando no es auto-provocada, puede ser una liberación, como la mariposa que sale del capullo para volar, libre de ataduras físicas que lo limitaban extraordinariamente. Es el alma que vuela feliz o desdichada, con esperanza, hacia nuevos retos, también al encuentro de los que se fueron con anterioridad. El cuerpo pasa a ser un ropaje andrajoso e inútil, ha sido la envoltura momentánea, porque; ¿qué es acaso una vida física? Un momento en la eternidad, un suspiro, una vivencia llena de experiencias, con sus aciertos y sus errores. La muerte es el final de una etapa, es pasar página para vivir la verdadera vida, sin limitaciones; tan sólo las propias, según nuestro grado de evolución. 
Sin duda, existe un conocimiento espiritual que nos aclara todo lo que es el proceso de la muerte. Por lo general y dependiendo del individuo, en primera instancia, se produce una adaptación a su nueva vida, una especie de sueño pesado, transitorio, para posteriormente recobrar toda la lucidez perdida. Este proceso puede ser más o menos largo. En todos los casos, la oración sentida, de corazón, les es de una gran utilidad para facilitarles el tránsito.
Para que nos hagamos una idea de esta realidad, comparemos: ¿quién no tiene algún familiar fuera? Bien de viaje, porque trabaja en el extranjero, etc. Todos tenemos la certeza de que en este mismo instante están haciendo algo: durmiendo, trabajando, viajando, descansando, hablando con alguien, estudiando, etc. Esto es una realidad común que nadie cuestiona. Pues bien, ¿Quién nos puede negar que, pasado un tiempo y una vez adaptados a su nueva vida, los seres queridos fallecidos no estén desarrollando alguna actividad ahora mismo en otra dimensión, el equivalente, para que nos entendamos, a otros mundos? Reflexionemos sobre ello.
Por todo lo expuesto, es muy importante desarrollar el desapego. Todas las formas físicas se deterioran y se transforman con el tiempo, la vida se renueva a cada instante. Una fe razonada nos aportará la seguridad en la otra vida, nos ayudará a pensar que no hace falta tener a los seres queridos a nuestro lado físicamente. Todo es transitorio y hay muchas formas de estar cerca; a través de los vínculos del sentimiento y el recuerdo.
Efectivamente, el momento de la pérdida de un ser querido puede ser una señal en nuestra vida, una nueva oportunidad que nos empuje a investigar, a buscar un sentido a todo lo que nos rodea, analizando y razonando con una mente abierta. 
Como conclusión: ¡Atrevámonos a pensar! ¡Perdamos los miedos! Busquemos respuestas porque las hay. La vida no puede ser una corriente que nos lleva sin sentido, sin un porqué y para qué. Hay investigaciones científicas que corroboran esa realidad, una filosofía espiritualista que explica con claridad el por qué y para qué estamos aquí. Sólo falta buscar adecuadamente e investigar, para poder encajar las múltiples piezas que unen esta vida con la del Más Allá.
José M. Meseguer.-  Amor, paz y caridad



Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo. (Platón)

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MISIÓN DE ALLAN KARDEC




CÁNTICO DE KARDEC AL ESPÍRITO DE VERDAD-     ¡ Lean este emocionante mensaje!

ESPÍRITU DE VERDAD, AGRADEZCO TUS SABIOS CONSEJOS,  ACEPTO TODO, SIN RESTRICCIÓN Y SIN IDEAS  PRECONCEBIDAS.

SEÑOR! PUESTO QUE TE DIGNASTE GIRAR  TU  MIRADA SOBRE MI PARA EL  CUMPLIMENTO DE TUS DESÍGNIOS, ! HÁGASE  TU  VOLUNTAD! ESTÁ EN TUS MANOS  MI VIDA; DISPÓN DE TU SIERVO. RECONOZCO MI DEBILIDAD ANTE TAN GRAN TAREA; PERO  MI BUENA VOLUNTAD NO DESFALLECERÁ, LAS FUERZAS, PUEDEN, TAL VEZ TRAERME FUERZA PARA SUPLIR LA DEFICIENCIA,; DAME LAS  FUERZAS  FÍSICAS Y MORALES QUE ME SEAN NECESARIAS,  AMPÁRAME EN LOS MOMENTOS DIFÍCILES , CON  TU AUXÍLIO Y EL DE TUS CELESTES MENSAJEROS, TODO LO EXTREMARÉ PARA CORRESPONDER A TUS DESIGNIOS. -ALLAN KARDEC.  -

 MENSAJE RECIBIDO POR EL MÉDIUM - ALINE CARLÓTTI -  EN CASA DEL SEÑOR CARLÓTTI- EL 12 DE JUNIO DE 1856.- 
 
PARIS-FRANCIA. - OBRAS PÓSTUMAS-  12a. Edição-FEB-1980-Pesquisa da ADE-SERGIPE-Brasil


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       ¿ CÓMO EL MÉDIUM CONSCIENTE PUEDE DISTINGUIR SUS PENSAMIENTOS DE LOS DEL SER COMUNICANTE?   

                                                                 


Divaldo:   El médium consciente dispone del buen sentido. Y esto es así porque antes de ejercitar la mediumnidad debe estudiarla; antes de entregarse al ministerio de la vivencia mediúmnica le es necesario entender el propio mecanismo del fenómeno mediúmnico. Allan Kardec, además de ser un sabio por excelencia, tuvo la dichosa inspiración de ofrecer a la Humanidad primero, “El Libro de los Espíritus”, que es un tratado de filosofía moral. Poco después, “El Libro de los Médiums” que es un compendio de metodología del ejercicio de la facultad mediúmnica. Ha de verse en el Capítulo 3º, que está dedicado al método, sobre la necesidad que tiene el individuo de conocer la función que va a disciplinar. 
Entonces, el médium tiene conocimiento de sus propias aptitudes y de su capacidad para ejercitarlas. En la mediumnidad consciente o lúcida, el fenómeno es al principio “inspirativo”. 
Naturalmente, los Espíritus se valen del nivel cultural del médium, lo mismo ocurre en las demás expresiones mediúmnicas: en la semiconsciente y en la inconsciente o sonambúlica. El médium en el comienzo tendrá que vencer el constreñimiento de la duda, en cuyo período él no tiene una mayor certeza respecto a si lo que ocurre es parte de su inconsciente, de los archivos de la memoria anterior, o si provienen de una inducción de naturaleza extrínseca. A través del ejercicio, él adquirirá un conocimiento de tal manera equilibrado que podrá identificar cuando se trata de su propio – animismo – o de una interferencia espiritual del mediumnismo. 
A través de la Ley de los Fluidos, por las sensaciones que el médium registra, durante la influencia que lo envuelve, pasa a identificar cual es la entidad que se le acerca. A partir de ahí, se ofrece en una entrega tranquila, y el Espíritu que lo conduce lo inspira por sobre su propia capacidad dándole ligereza a sus ideas habituales, ofreciéndole la posibilidad de síntesis que no le es común, canalizando ideas a las cuales no está acostumbrado y que ocurren solamente en aquel instante de la concentración mediúmnica. Sin embargo, solo el tiempo, a través del ejercicio continuado, ofrecerá la lucidez, la seguridad para discernir cuando se trata de información de sus propios archivos o de la interferencia de los Buenos Espíritus. 

6 – ¿Puede que el médium, en algunas comunicaciones, no consiga evitar totalmente, las actitudes desequilibradas de las entidades comunicantes? 


Divaldo – En la medida en que el médium educa la fuerza nerviosa, logra disminuir 
el impacto del desequilibrio del comunicante. Es comprensible que, en el caso de 
comunicarse un suicida no podamos esperar armonía por parte de la entidad en sufrimiento; alguien que fue víctima de una tragedia siendo arrebatado del cuerpo sin preparación para la vida espiritual, presentará en el médium el estertor del momento final, en la propia comunicación, o algunas convulsiones en virtud del cuadro emocional en el que el Espíritu se encuentra. 
Hay, sin embargo, ciertos espasmos y vicios que nos compete disciplinar. Hay médiums que sólo incorporan (termino incorrecto), esto es, solamente dan comunicaciones psicofónicas, si antes bostezan bastante. Para dar un toque de humor: cuando yo comencé a frecuentar la Casa Espírita, en mi tierra natal, la primera parte era un ¡Dios nos ayude! Porque las personas bostezaban y lloraban en demasía. Yo, como era un médium principiante, creía que también debía bostezar hasta quebrar la quijada. La “médium principal”, que era una señora muy católica, iniciaba las comunicaciones siempre después de interminables bostezos y toses que la llevaban a las lágrimas. Hoy no bostezo ni en mi estado normal. 
Cuando los bostezos vienen yo cierro los dientes y los evito. 
Es lógico que una entidad en sufrimiento nos impregne de energía perniciosa, adviniendo el deseo de exteriorizarla a través del bostezo. Es una forma de eliminar toxinas. Pero nosotros podemos eliminarlas por la sudoración, por otros procesos orgánicos y no necesariamente por el bostezo. Hay otros médiums que tienen la dependencia, de todas las veces en que van a comunicarse los Espíritus, golpear la mesa o golpear los pies, porque si no baten no se comunican. 
Me recuerdo de una vez que tuvimos una Mesa Redonda. El Presidente de la Mesa era un hombre muy bueno, muy evangelizado, pero que no había entendido bien la Doctrina, teniendo ideas doctrinales muy personales. Él me preguntó cuando es que el Espíritu incorpora en el médium. Pero luego dijo: “La gente chupa…, chupa…, hasta tragar. ¿No es así? Son hábitos desprovistos de sentido y lógica. 
Los médiums tienen el deber de cohibir el exceso de disturbios de la entidad comunicante. 
En mi tierra, vi a señoras que se arrojaban al suelo y venían los caballeros presurosos para ayudarlas… Gracias a Dios todas eran delgadas… 
El médium debe controlar al Espíritu que se comunica, para que le respete su instrumento, sobre todo porque el Espíritu no entra en el cuerpo del médium. La comunicación es siempre a través del periespíritu que va a ofrecer “campo” al desencarnado. Siempre, la directriz pertenece al encarnado. 

7 - ¿Cuales son los requisitos necesarios a los médiums que militan en la tarea mediúmnica? 

Raúl - Percibiendo que la mediumnidad es una facultad mental, ella es independiente de si el individuo es noble o disoluto. Siendo la mediumnidad esa luz del Espíritu que se proyecta a través de la carne, admitiremos también que la podremos encontrar representando a las tinieblas del Espíritu que escurre a través del soma. Y exactamente por eso, percibimos que el médium deberá adaptarse cuando desee servir con el Cristo. Ligado a las Fuerzas del Bien, se adaptará a vivenciar las lecciones evangélicas, renovando gradualmente, los panoramas de la propia existencia, dominando las inclinaciones infelices e inferiores, elevando el padrón mental para que su mentalización se dirija en el sentido noble, haciéndolo cada vez más vibrátil en las manos de las Entidades Felices. Entonces, los requisitos para el ejercicio de la mediumnidad dentro del enfoque espírita serán el ejercicio de la humildad que no se convierte en extrema condescendencia, sino que es la virtud del reconocimiento de la grandeza de la vida en frente de nuestra pequeñez personal; el espíritu de estudio, de apercibimiento continuado de las leyes que nos rigen, que nos gobiernan. El médium espírita deberá estar siempre preocupado en aumentar su patrimonio en cuanto al conocimiento de las cosas, dándonos cuentas de que el “Espíritu de Verdad” nos dice que es necesario el amor que asiste, que guarda, que renuncia, que sirve y al mismo la instrucción que de manera alguna representará solamente un diploma académico, sino que es ese engrandecimiento de carácter, de la inteligencia, esa maduración que muchas veces, el diploma no confiere. Exactamente ahí, el médium deberá atenerse al 
estudio, al trabajo, a la abnegación a favor del semejante y, en ese esfuerzo estará logrando también, subir la ladera para conquistar la humildad. 

En una contribución realizada por el Espíritu Albino Teixeira a través de Chico Xavier, en el libro “Paz e Renovação”( diversos espíritus- Capítulo 34 – 4º Edición, CEC Uberaba-MG, 1979), el dice: que el mejor médium para el mundo espiritual no es aquel que se hace portador de diversas facultades, sino aquel, que se encuentra siempre pronto a servir.           
( Texto de la entrevista aportado por Ángeles Calatayud)

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             CRIMINALES ARREPENTIDOS 

Espíritu de Castelnaudary. 

En una casita cerca de Castelnaudary tenían lugar ruidos extraños y diversas   manifestaciones, que la hacían considerar como frecuentada por algunos malos genios. Por este motivo fue exorcizada sin resultado alguno en 1848. El propietario, M.D..., habiendo querido habitarla, murió repentinamente algunos años después. Su hijo, que quiso habitarla enseguida, recibió un día, entrando en una habitación, un fuerte bofetón dado por una mano desconocida. 
Como se hallaba enteramente solo, no pudo dudar de que el bofetón viniera de algún origen oculto, por lo que resolvió dejarla definitivamente. Hay una tradición en el país, según la cual debía de haberse cometido un gran crimen en aquella casa. 
El espíritu que dio el bofetón, habiendo sido evocado en la Sociedad de París en 1859, se 
manifestó con señales violentas. Todos los esfuerzos para calmarle fueron impotentes. Interrogado san Luis con este objeto, respondió: 

R. Es un espíritu de la peor especie, un verdadero monstruo. Le hemos hecho venir, pero no hemos podido obligarle a escribir, a pesar de cuanto se le ha dicho. Tiene su libre albedrío, y el desgraciado hace de él un triste uso. 

P. ¿Este espíritu es susceptible de mejora? 
R. ¿Por qué no? ¿No lo son todos, tanto éste como los demás? Es preciso, sin embargo, contar con las dificultades, pero por perverso que sea, volviéndole bien por mal acabará por conmoverse. Que se ruegue desde luego y que se le evoque dentro de un mes, y podréis juzgar el cambio que se habrá operado en él. 

Evocado el espíritu nuevamente más tarde, se mostró más tratable, después poco a poco sumiso y arrepentido. De las explicaciones dadas por él, por otros espíritus, resulta que en 1608 habitaba la referida casa, donde había asesinado a su hermano por sospechas de celosa rivalidad, hiriéndole en la garganta mientras dormía, y algunos años después mató también a la que tomó por mujer después de la muerte de su hermano. 
Murió en 1659 a la edad de 80 años, sin que se le persiguiera por estos asesinatos, de los que se hacía poco caso en aquellos tiempos de confusión. Después de su muerte no dejó de hacer mal y provocó muchos accidentes ocurridos en aquella casa. Un médium vidente, que asistió a la primera evocación, le vio en el momento en que se le quiso hacer escribir. Sacudía fuertemente el brazo del médium; su aspecto era espantoso, estaba vestido con una camisa cubierta de sangre y tenía un puñal en la mano. 

Al espíritu de san Luis: 
1. ¿Queréis describirnos el género de suplicio de ese espíritu? 
No puede dirigir su pensamiento sobre otro asunto sino sobre ese crimen, que siempre tiene ante sus ojos, y se cree condenado eternamente en el tormento. Se ve constantemente en el momento en que cometió su crimen. No puede tener ningún otro recuerdo ni comunicarse con otro espíritu. No puede estar más que en esa casa, y si está en el espacio, se halla en las tinieblas y en la soledad.

 
2. ¿Qué medio podríamos adoptar para hacerle desocupar la casa? 
R. Si uno quiere desembarazarse de las obsesiones de semejantes espíritus, es fácil: orando por ellos, y esto es lo que no siempre se hace. Se prefiere asustarles con las fórmulas del exorcismo, que les divierten mucho. 


3. Dando a personas interesadas la idea de rogar por él y haciéndolo nosotros mismos, ¿se le haría desocupar? 
R. Sí, pero notad que he dicho orar, y no hacer orar. 


4. Hace dos siglos que está en esta situación. ¿Aprecia él este tiempo, como lo hubiera 
hecho en su vida, esto es, el tiempo le parece tan largo o menos largo que si viviese? 
R. Le parece más largo, el sueño no existe para él. 


5. Se nos ha dicho que para los espíritus el tiempo no existe, y que para ellos un siglo es un punto en la eternidad. ¿Acaso no sucede lo mismo para todos? 
R. No ciertamente, eso es para los espíritus que han llegado a un grado muy elevado de adelanto. Pero para los espíritus inferiores, el tiempo es algunas veces muy largo, sobre todo cuando sufren. 


6. ¿Cuál era la procedencia de este espíritu antes de su encarnación? 
R. HR. Precisamente, los hay mucho más horribles todavía. Los sufrimientos están lejos de ser los mismos para todos, incluso para crímenes semejantes, porque varían según el culpable es más o menos accesible al arrepentimiento. Para éste, la casa en que cometió su crimen es un infierno. 
Otros lo tienen en sí mismos, por las pasiones que les atormentan y que no pueden dominar. 


9. Este espíritu, a pesar de su inferioridad, siente los buenos efectos de la oración. Hemos 
visto lo mismo en otros espíritus igualmente perversos y de naturaleza muy brutal. ¿Cómo es que espíritus más ilustrados, de una inteligencia más desarrollada, demuestran una ausencia completa de buenos sentimientos, que se ríen de todo lo que hay de más sagrado, en una palabra, que nada les conmueve, y que su cinismo no tiene ninguna tregua? 
R. La oración sólo produce efecto en favor del espíritu que se arrepiente. Con aquel que seducido por el orgullo se rebela contra Dios y persiste en sus extravíos e incluso los exagera, como lo hacen los espíritus desgraciados, la oración no puede nada, y no podrá nada hasta el día en que una luz de arrepentimiento los envuelva. La ineficacia de la oración es también para ellos un castigo. 
No alivia más que a aquellos que no están del todo endurecidos. 


10. Cuando se ve a un espíritu inaccesible a los buenos efectos de la oración, ¿es ésta una razón para abstenerse de rogar por él? 
R. No, sin duda, porque tarde o temprano podrá triunfar de su endurecimiento, y hacer germinar en él pensamientos saludables. 

Lo mismo puede referirse de ciertos enfermos, sobre los cuales no obran los remedios sino a largo plazo. 
El efecto de éstos no es apreciable por el momento. Al contrario, sobre otros obran prontamente. Si nos penetramos de la verdad de que todos los espíritus son perfectibles y de que ninguno está eterna y fatalmente destinado al mal, se comprenderá que tarde o temprano, la oración hará su efecto, y que la que parece ineficaz al principio, no deposita menos gérmenes saludables que predisponen al espíritu al bien, si no le toca 
inmediatamente. Así, pues, obraríamos mal si por no conseguirlo al instante nos desanimásemos. 

11. Si este espíritu reencarnase, ¿en qué categoría de individuos se encontraría? 
R. Eso dependerá de él y del arrepentimiento que experimentará. 
(Muchas conversaciones con este espíritu produjeron en él un cambio notable en su estado moral. He aquí algunas de sus respuestas:) 


Al espíritu: 

12. ¿Por qué no pudisteis escribir la primera vez que os llamamos? 
R. No lo quería. 


P. ¿Por qué no lo queríais? 
R. Ignorancia y embrutecimiento. 


13. ¿Podéis dejar ahora, cuando lo queréis, la casa de Castelnaudary? 
R. Se me permite dejarla, porque me aprovecho de vuestros consejos


P. ¿Experimentais por esto alivio?

R. Empiezo a esperar

14. Si pudiésemos veros, ¿bajo qué apariencia os veríamos? 
R. Me veríais en camisa sin puñal. 

P. ¿Por qué no tenéis vuestro puñal? ¿Qué habéis hecho de él? 
R. Lo maldigo. Dios me ha ahorrado su vista. 

15. ¿Si M.D..., hijo (el que recibió el bofetón) volviese a la casa le haríais daño? 
R. No. porque estoy arrepentido. 


P. ¿Y si os insultase? 
R. ¡Oh! ¡No me preguntéis eso! No podría dominarme, sería superior a mis fuerzas..., 
porque no soy más que un miserable. 


16. ¿Entrevéis el fin de vuestras penas? 
R. ¡Oh! Todavía no. Es ya mucho más de lo que merezco el saber, gracias a vuestra 
intercesión, que no durarán siempre. 


17. ¿Queréis describirnos la situación en que estabais antes de que os hayamos llamado por vez primera? ¿Comprendéis que os preguntamos esto para tener un medio de seros útil y no por un motivo de curiosidad? 
R. Os lo he dicho, no tenía conciencia de nada en el mundo sino de mi crimen, y no podía dejar la casa en que lo cometí más que para elevarme en el espacio, donde todo a mi alrededor estaba solitario y oscuro. No podría daros una idea, ni he comprendido jamás nada. Desde el momento en que me elevaba en el espacio, todo era negro y vacío para mí, no sabía lo que me pasaba. Hoy experimento muchos más remordimientos y no estoy obligado a permanecer en esa casa fatal. Se me permite errar por la Tierra y procurar ilustrarme con mis observaciones, mas en este caso comprendo mejor la enormidad de mis maldades, y si sufro menos por un lado, por el otro aumentan mis tormentos con los remordimientos, pero al menos tengo una esperanza. 


18. Si debieseis volver a tomar una existencia corporal, ¿cuál eligiríais? 
R. Todavía no he pensado ni reflexionado lo bastante para saberlo. 


19. ¿Durante vuestro largo aislamiento, y se puede decir vuestra cautividad habéis tenido 
remordimiento? 
R. Ni el menor, y por esto sufrí tanto tiempo. Cuando empecé a experimentarlos fue cuando, sin yo saberlo, se provocaron las circunstancias que motivaron mi evocación, a la cual debo el principio de mi libertad. Gracias, pues, a vosotros, que habéis tenido piedad de mí y me habéis ilustrado. 

En efecto, hemos visto a los avaros sufrir a la vista del oro, que para ellos era una verdadera quimera. A los orgullosos, atormentados por la envidia de los honores que se hacían a los otros sin hacer caso de ellos. A los hombres que gobernaron en la Tierra, humillados por el poder invisible que les obligaba a obedecer, y por la presencia de sus subordinados que ya no se doblaban ante ellos. A los ateos, sufrir las agonías de la 
incertidumbre, encontrándose en un aislamiento absoluto en medio de la inmensidad, sin encontrar ningún ser que pudiera ilustrarles. En el mundo de los espíritus, si bien hay goces para todas las virtudes, también hay castigos para todas las faltas, y aquellas a las que no alcanza la ley de los hombres, son azotadas por la ley de Dios. 
Por lo demás, es notable que las mismas faltas, aunque cometidas en condiciones idénticas, son castigadas con penas muy diferentes, según el grado de adelanto del espíritu. A los espíritus más atrasados y en una naturaleza brutal, como el que nos ocupa, se les imponen penas en cierto modo más materiales que morales, mientras que sucede lo contrario en aquellos cuya inteligencia y sensibilidad estén en mayor desarrollo. A los 
primeros les conviene un castigo apropiado a la rudeza de su envoltura, para hacerles comprender los inconvenientes de su posición, inspirándoles el deseo de salir de ella. Así es que sólo la vergüenza, por ejemplo, que les haría poca o ninguna impresión a sus ojos, será intolerable para los demás. 
En este código penal divino, la prudencia, la bondad y la previsión de Dios para sus criaturas se revelan hasta en las cuestiones más pequeñas. Todo es proporcional, todo está combinado con admirable solicitud para facilitar a los culpables los medios de rehabilitarse. Se les toman en cuenta las menores aspiraciones del alma. 
Según los dogmas de las penas eternas, por el contrario, en el infierno se confunden los pequeños con los grandes 
culpables, los que faltaron una sola vez, los que fueron cien veces reincidentes endurecidos, y los arrepentidos. 
Todo está calculado para retenerlos en el fondo del abismo. No se les ofrece ninguna tabla de salvación, una sola falta puede precipitar en él para siempre jamás, sin que se tome en cuenta el bien que se ha hecho. ¿De qué parte están la verdadera justicia y la verdadera bondad? 
Así pues, esta evocación no ha sido casual. Como debía ser útil para este desgraciado, los espíritus que velaban por él, viendo que empezaba a comprender sus enormes crímenes, han juzgado el momento oportuno para proporcionarle un eficaz socorro aprovechando todas las circunstancias propicias. Este es un hecho que vemos repetirse muchas veces. 

Con este motivo se nos ha preguntado lo que hubiera sido de él si no se le hubiese podido evocar, lo mismo que de los demás espíritus que, encontrándose en igual caso, tampoco pueden ser evocados o que nadie piensa en ellos. A lo que hemos contestado que los caminos de Dios para la salvación de sus criaturas son innumerables. La evocación es uno de los medios para acudir en su socorro, pero ciertamente no es el único, y Dios no relega a nadie al olvido. Ademas, las oraciones colectivas deben tener su influencia sobre los espíritus accesibles al arrepentimiento. 
Dios no podía subordinar la suerte de los espíritus en sufrimiento a los conocimientos y a la buena voluntad de los hombres. Desde que éstos pudieron establecer y regularizar sus relaciones con el mundo invisible, uno de los primeros resultados del Espiritismo fue enseñarles los servicios que con el auxilio de estas relaciones, podían prestar a sus hermanos desencarnados. Dios quiso, por este medio, probarles la solidaridad que existe entre todos los seres del Universo y darnos una ley natural que sirviera de base al principio de la fraternidad. 
Abriendo este nuevo campo al ejercicio de la caridad, les enseña el lado verdaderamente útil y formal de las evocaciones, desviadas hasta entonces de su objeto providencial por la ignorancia y la superstición. Así pues, a los espíritus en sufrimiento en ninguna época les ha faltado socorro, y si las evocaciones les abren un nuevo camino para su salvación, quizá los encarnados ganan en ello mucho más, porque para ellos son nuevas 
ocasiones para hacer bien, instruyéndose al propio tiempo sobre el verdadero estado de la vida futura. 

ALLAN KARDEC.
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