miércoles, 10 de abril de 2019

Escollos de la ignorancia

   
    INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Vidas inacabadas  ( Introducción)
    - Saber y actuar
2.- En el mundo de los sueños
3.-Escollos de la ignorancia
4.-¿Oración por los difuntos?
5.- Bagaje espiritual




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            Queridos lectores: este relato que os presento surgió hace algo más de un año, cuando una buena amiga médium me sugirió en una reunión, que tenía que escribir algo sobre la cuestión del aborto. Curiosamente y como el lector podrá comprobar a lo largo del libro, los pensamientos que me fueron inspirados y que después se reflejaron en el texto, no constituyen una narración basada exclusivamente en el hecho concreto de acudir a una clínica donde es practicada la extracción del feto del cuerpo de su madre.

            Esta historia de Roberto, que es el personaje que nos explica lo sucedido, se centra más bien en las circunstancias que rodearon tan triste hecho, pues hemos de admitir que toda interrupción voluntaria de una vida constituye una acción deplorable en el sentido de que se trunca la posibilidad de una nueva encarnación. Dicho de otro modo, se corta la ocasión de vivir en el plano físico a un espíritu que estaba destinado a continuar su camino de aprendizaje a través de una serie de pruebas. Y es que la Tierra, este convulso planeta donde nos ha tocado vivir en la dimensión física, aún continúa perteneciendo a un mundo de pruebas y expiaciones. Este fenómeno no obedece a un capricho divino ni a la casualidad. El pensamiento racional se desliga de esos hilos azarosos mediante los cuales, algunos pretenden justificar el sentido de la vida humana. Si esta solo pudiese interpretarse mediante los golpes de la diosa fortuna, muchos de nosotros podríamos caer en la locura.

            Mucho se ha hablado y escrito sobre el tema del aborto. Mas como episodio que se produce a diario en todas las partes del planeta, no puede separarse de unas condiciones previas ni tampoco de unas consecuencias futuras. Así es todo lo que discurre en nuestra existencia. No hay actuación que provenga del azar, ni tampoco sus efectos resultan producto de la suerte. Si existe algo comprobado a lo largo de la Historia es precisamente el gobierno de la ley de causas y efectos, aquella que nos habla que a cada acción le sigue una reacción equivalente. Como se ha expresado a lo largo de los tiempos, somos dueños de nuestras obras, para eso contamos con el libre albedrío, pero también debemos admitir que acorde al carácter de nuestras actuaciones así serán también sus efectos. ¿Quién de entre nosotros sembrando cizaña querría recoger luego trigo?

Es la conciencia la que discrimina perfectamente si aquello que pensamos, planeamos y ejecutamos después, nos deja sumidos en el barro del estancamiento o por el contrario, nos empuja como flecha de luz a continuar nuestro avance por la ruta del progreso. En el primer caso, la paralización de nuestra evolución es sinónimo de dolor y por ende, de sufrimiento, pues todo aquello que nos deja anquilosados produce la atrofia de nuestro crecimiento tanto en el campo intelectual como en el área moral. En el segundo caso, nuestra alma se regocija, pues no existe mayor alegría que aquella por la que comprobamos que nuestra evaluación está siendo positiva, al igual que los estudiantes celebran la superación de las asignaturas y de los cursos. Ese acercamiento a la sabiduría y esa expansión del amor a todo lo que “tocamos” constituyen la mejor prueba de que nos hallamos en el camino recto.

Pese al impacto de lo acontecido, Roberto no es un espíritu torturado ni abatido por la funesta decisión que tomó su madre. Por el contrario, desarrolla unas energías renovadas y un empeño muy intenso por seguir desarrollándose. Ha “comprendido” bien su pasado, ha asumido el origen de su actual coyuntura y por tanto, ahora tan solo desea proseguir con su camino hacia delante. Mirar hacia el ayer puede ser una buena opción para aprender de los errores cometidos y extraer las enseñanzas adecuadas, pero permanecer en él solo puede servir para mantener a las quejas y las lágrimas como espejo de nuestra vida. Siempre hay un momento en el que la cabeza ha de girar hacia el frente para entender que debemos retomar nuestra marcha y que lo más importante es todo lo que hagamos desde el momento presente, constituyéndose en el mejor estímulo para disfrutar de un futuro feliz.

¿Cuántas personas que se muestran desdichadas ante nuestros ojos no podrían cambiar su discurrir con tan solo un poco de implicación en sus problemas, invirtiendo un mayor esfuerzo y haciendo algún sacrificio? Nadie puede recorrer por nosotros el camino del destino. Se trata de una misión personalizada, que cada uno va componiendo según sus propios actos. Si una mínima parte de esos lamentos que tanto se oyen, se cambiaran por una actitud laboriosa o un mayor compromiso con uno mismo y con los demás, nuestro sino mudaría de la noche a la mañana. Modificar nuestra actitud frente a los desafíos de la vida puede resultar suficiente para iniciar una senda de transformación. Luego, como es obvio, habrá que actuar, pues nadie avanza si no es a través de obras concretas.

El libro se divide en tres partes bien diferenciadas. En la primera, se describen los hechos actuales así como a sus protagonistas. En la segunda, como testigo a través de un viaje hacia el pasado, Roberto nos dibuja un cuadro en el que los mismos personajes más otros que aparecen, configuran y explican cómo hemos podido llegar a la coyuntura actual.  Por último, en la tercera retornamos al presente, para saber cómo termina una historia precisamente inacabada porque nuestra vida, ¿acaso posee límites o líneas que marcan su fin? Si pretendemos descorrer la cortina de nuestro pasado remoto, nada más conveniente que mirar nuestro presente y estudiar nuestras tendencias. Seguro que ahí encontraremos elementos más que suficientes para saber cuáles son nuestras debilidades e intentar superarlas, pero también para conocer cuáles son nuestras cualidades y así tratar de emplearlas de cara a la evolución. Como siempre, ese "conócete a ti mismo" socrático retumba entre las paredes de nuestra conciencia. No cabe duda de que este elemento introspectivo tan esencial afecta por igual a las dos esferas de la vida humana: la física y la espiritual.

Queridos lectores, os dejo con este nuevo testimonio, uno más en el amplio camino del tiempo y del progreso, un suceso del que tú o del que yo también podríamos haber formado parte.


-Jose Manuel Fernandez-.
...continuará en la siguiente publicación..   
                        
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                                                SABER Y ACTUAR

    " No puede esconder su cabeza eternamente. Los problemas de la vida no son una maldición, sino una oportunidad de progreso. La cobardía, hija de la ignorancia, origina la peor de las angustias, el dolor moral, la sensación de estar perdiendo el tiempo de nuestra existencia. Despierte ya, la realidad no se detiene; cada segundo que pasa es una ocasión para avanzar. No entierre sus talentos bajo tierra, todos tenemos capacidades para mostrar a los demás. Una única acción puede contribuir a mejorar el estado del planeta. Saber y actuar, esa es la llave. mire dentro de sí mismo. El mundo espera por usted ".
 José Manuel Fernández 

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           EN EL MUNDO DE LOS                             SUEÑOS

En una pesquisa realizada por la Universidad de California  con la Sociedad Americana  del Cáncer, envolviendo a más de un millón de adultos, “ se descubrió una tasa de moralidad considerablemente más alta entre aquellos que durmieron menos de cuatro horas o más de ocho horas por noche.” (1)
La ciencia actual ha demostrado que, durante el sueño, el cuerpo físico no queda en “descanso”. El cerebro y el sistema inmunológico, por ejemplo, siguen en plena actividad en ese periodo. Mientras dormimos hay intenso movimiento corporal que sirve para preservar la plasticidad del cerebro. Las neuronas se comunican unas con los otras, fortalecen conexiones específicas,  debilitan otras y apagan  lo que encaran como inútil.
La actividad espiritual, durante el sueño físico, puede fatigar el cuerpo. Pues, según los Benefactores Espirituales, el Espíritu se halla preso al cuerpo  como globo cautivo al poste. Así como las sacudidas del globo balancean el poste, la actividad del Espíritu reacciona sobre el cuerpo y puede fatigarlo. Durante el sueño, el cuerpo no descansa y el alma tampoco reposas. El Espíritu jamás está inactivo. Durante el sueño, apenas  se aflojan los lazos que nos prenden al cuerpo y, no precisando este entonces de la presencia del Espíritu, el alma se lanza por el espacio y entra en relación más directa con los otros Espíritus.
El dormir, aunque sea por unos minutos, parece ser un factor importante para retener conocimientos adquiridos. “Nuestro sistema de memoria aun está activo mientras dormimos.”(2) Aún es más, “el sueño favorece nuestro discernimiento y nuestra intuición.”(3) Hay un costo para todo el aprendizaje  que conseguimos en la vigilia, sin embargo, “el sueño es el precio que pagamos por un instrumento de aprendizaje tan fantástico y oneroso como es el cerebro.”(4)
Durante el sueño, o cuando nos hallamos apenas ligeramente adormecidos, nos acuden ideas que nos parecen excelentes y que se apagan de nuestra memoria, a pesar de los esfuerzos que hacemos por retenerlas. Estas ideas provienen de la libertad del Espíritu que se emancipa y que, libre, goza de sus facultades con mayor amplitud. También son, frecuentemente, consejos que otros Espíritus dan.
 Cuando dormimos, existen innumerables benefactores  espirituales que trabajan  y operan  socorro quirúrgico  o socorro de otra naturaleza a nuestro favor,  sea en el mundo orgánico, o sea en nuestro cuerpo espiritual. En la emancipación del alma (durante el sueño), cuando es asistida por la espiritualidad superior, las mejoras adquiridas por el tejido periespiritual son rápidamente asimiladas por las células del cuerpo físico. Muchos médicos saben que el sueño es uno de los instrumentos más eficientes para la recuperación de la salud del paciente.
Es bien verdad que la ciencia, analizando tan solamente los aspectos fisiológicos del adormecimiento, aun no consiguió conceptuar con claridad y objetividad el dormir y el soñar. Todavía, desconsiderando la emancipación del alma y desconociendo las propiedades y funciones del periespiritu, resulta difícil explicar la variedad de las manifestaciones que ocurren durante el reposo de la ciudadela física.
Se dice que el sueño es la puerta que Dios nos abrió, para que podamos estar con nuestros amigos del más allá, es el recreo después del trabajo,  mientras esperamos la liberación final, que nos restituirá al medio que nos es propio. Mientras tanto, no podemos ignorar que nuestra actividad espiritual se extiende más allá del sueño físico. Con todo, la invigilancia y la irresponsabilidad, frente a nuestros compromisos, generan muchos perjuicios morales, siempre que  nos confiamos al reposo  desconectados del bien.
Son pocos, relativamente, los que saben dormir inteligentemente. Muchos son mantenidos durante el sueño en obsesiones inferiores, persecuciones permanentes, exploraciones psíquicas de baja clase, vampirismo destructor y diversas tentaciones. Aun no se tienen bastante conciencia de los servicios realizados durante el sueño físico; con todo, esos trabajos son inefables e inmensos. Si todos los hombres apreciasen seriamente el valor de la preparación espiritual, ante semejante  momento de rehacimiento físico, por cierto que efectuaría las conquistas más brillantes, en los dominios psíquicos, aun estando ligados al marco de la densa carne.
Infelizmente, sin embargo, la mayoría se vale, inconscientemente, del reposo nocturno para salir a la caza de emociones frívolas o menos dignas (Se relajan las defensas propias, y ciertos impulsos (sexuales), largamente sospechados durante la vigilia (acordado), se dispersan en todas  direcciones, por falta de educación espiritual, verdaderamente sentida y vivida. Pues muchos de nosotros durante el sueño permanecemos detenidos en los círculos de baja vibración.
En esos planos muchas veces son perpetrados dolorosos dramas que se desarrollan en los campos fisiológicos. Grandes crímenes  tienen en los planes espirituales (durante el sueño) sus fuentes y, si no fuese por el trabajo activo y constante de los Espíritus protectores que se desvelan por nosotros, bajo la égida de Cristo, acontecimientos  más trágicos acontecerían a las criaturas terrenas.  Cuando nos revelamos dispuestos a servir al bien de todos, a favor del dominio de la luz, acostumbramos a ser inmediatamente visitados, en las horas de reposo, por entidades reticentes en la práctica del mal, interesadas en la extensión del dominio de las sombras, que pueden desintegrar las convicciones  y propósitos nacientes con insinuaciones menos dignas, cuando no estamos convenientemente apoyados en el deseo robusto de progresar, redimirnos y marchar hacia adelante y hacia arriba.
De lo expuesto. invitamos a  quienes nuestras palabras puedan llegar, a la tarea preparatoria del descanso nocturno, a través de los actos diarios rectamente aprovechados, a fin de que la noche constituya una providencia de reencuentro de nuestras almas, en valiosa conjugación de energías, no solamente a beneficio de nuestra experiencia individual, sino también a favor de nuestros hermanos que sufren.
Jorge Hessen
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      Escollos de la ignorancia 


Siendo, como somos, amantísimos de la verdad, y fieles adoradores del progreso, lógico es que consideremos el estudio del Espiritismo tan necesario al hombre, como le es indispensable el aire que respira, los rayos del Sol que le vivifican; el agua cristalina que calma su ardiente sed, el ropaje que le abriga, el techo que le cobija, el lecho donde reposa el alimento que sácia su hambre, sin el profundo conocimiento de la vida ultra-terrena se vive completamente a la mitad, mejor dicho, se vive sin vivir; por que no es vivir ignorar el porqué de esa misteriosa fatalidad que pesa sobre algunos seres, que sin haber cometido ningún crimen sufren todas las persecuciones, tiranías, angustias y humillaciones del esclavo, y todas las contrariedades que puede crear la perfidia humana.
Considerarse uno inocente y aparecer ante el mundo como un miserable, tener sed de amor, y no encontrar más que indiferencia y desvío, o un cruel desengaño después de un cariño efímero, luchar de continuo con un imposible, viendo al mismo tiempo que otros seres sin poseer grandes virtudes, sin ser merecedores, al parecer, de ninguna recompensa, se les ve sonreír gozosos, disfrutando de mil satisfacciones sin ni siquiera haberlas deseado, esta injusticia aparente subleva al Espíritu pensador, y sólo el estudio del Espiritismo es el que puede dar solución a los grandes problemas sociales, es el que puede pacificar los pueblos.
¿Será beneficioso, será útil, será necesario, será indispensable conocer las verdades de la filosofía espiritista?
Sí; sin el Espiritismo la humanidad camina a ciegas; pues bien, a pesar de ser tantas las ventajas que le ofrecen al hombre las comunicaciones de los espíritus: no quisiéramos que ciertas fracciones de la sociedad tuvieran la menor idea de que existen espíritus, porque se les hace un daño inmenso. La ignorancia en todas partes encuentra escollos, y en el Espiritismo más que ninguna otra escuela, porque en la lucha con los invisibles casi siempre es segura la derrota, y sólo un esfuerzo potentísimo de voluntad, es lo que puede salvarle a uno del abismo.
Como ejemplo de utilísima enseñanza, vamos a referir un hecho ocurrido hace poco tiempo a D. Anselmo Pérez, hombre que, como otros muchos, quiso entrar en la escuela espiritista, sin tomarse el trabajo de leer una sola de sus obras fundamentales.
Asistió por curiosidad a una sesión espiritista, vio a un médium escribiente (mecánico) que escribía con la rapidez del relámpago, y sintió vivísimos deseos de hacer él lo mismo.
Se fue a su casa, y enseguida puso manos a la obra; el primer ensayo no le dio resultado alguno; esto le desconcertó algún tanto, porque él creía que era cuestión, como se dice vulgarmente, de llegar y besar el santo. Durante muchos días insistió en sus ensayos, sin decir a nadie que probaba a ser médium; cuando una noche que su frente ardía y sus sienes latían con violencia, sintió en el brazo derecho una brusca y desagradable sacudida, sus dedos se crisparon y sin soltar el lápiz se quedó algunos momentos dominado por una fuerte contracción nerviosa, que fue cediendo cuando escribió con letras grandes y desiguales esta palabra fatídica. ¡Mátate!?
Nuestro amigo leyó con doloroso asombro aquella frase, y escuchó voces confusas que se la repetían en sus oídos.
Anselmo no quedó muy contento de su primer escrito, pero a nadie le confió sus impresiones, y aprovechando todos los momentos que tenía libres, tomaba el lápiz y siempre escribía estas o parecidas palabras. ¡Mátate! No cometas la cobardía de permanecer en un mundo que te insulta, que te desprecia, que te tiene relegado al olvido, si sufres tanto es porque eres un cobarde.
Anselmo se quedaba atónito con semejantes consejos, su razón los desechaba mirando el suicido con horror, pero un día y otro día, un mes y otro mes, un año y otro año, oyendo siempre lo mismo, concluyó por creer que quizá tendrían razón sus amigos invisibles y se decidió a poner fin a sus días escribiendo antes una carta concebida en estos términos.
No sé que pasa por mí, no sé qué influencia me hace dar un paso que he rechazado siempre por considerarlo un acto degradante para todo hombre de razón sana y cuerpo fuerte. Me mato contra mi voluntad, cometo la más indigna cobardía, cuando entre mis compañeros he tenido fama de valiente. ¡Cúmplase el deseo, de no sé quién!.
Dejó la pluma y cogió una pistola que apoyó contra su sien, mas tembló, cambió la puntería y salió el tiro hiriéndole gravemente quedándole la bala en la cabeza, bala la que no se le ha podido extraer.
Después de horribles sufrimientos Anselmo se puso bueno, perseguido siempre por sus invisibles enemigos hasta que un día hizo un esfuerzo supremo, y cuando murmuraban en su oído. ¡Repite la prueba, repítela! ¡Nunca la repetiré! ¡Atrás, miserables, atrás para siempre! ¡Ayúdame razón! ¡Ven en mi auxilio, inteligencia mía! ¡Quiero ser libre!.
Y como si le hubiesen quitado de sus sienes abrasadas una corona de hierro, como si de su pecho dolorido le hubiesen separado planchas de plomo, como si de su cerebro hubiesen extraído una gran cantidad de hirviente lava, como si de sus muñecas hubiesen quitado pesadas esposas, y de sus pies apretados grilletes, como si de su cintura hubiesen separado cadena de muchos eslabones, del mismo modo Anselmo después de su exclamación sintió un bienestar agradabilísimo, y una alegría dulcísima le hizo sonreír, se sintió ágil, corrió en todas direcciones como el prisionero que, después de muchos años, recobra la ansiada libertad. Y ávido de luz y sediento de verdad, fue a una librería y compró todas las obras de Allan Kardec, dedicando a su lectura y a su estudio todo el tiempo que antes dedicaba a escribir medianimicamente.
Mientras más lee, más se convence de la locura que cometió probando de ser médium antes de saber lo que era la mediumnidad y a los riesgos a que se expone el que se relaciona con los invisibles sin haber estudiado lo más indispensable.
La ignorancia, es muy mala consejera, y el espiritista ignorante es el ser más perjudicial a sí mismo y a cuantos le rodean.
No hace muchos días que vino a vernos un hombre que frisará en los 60 años, de fisonomía franca y bondadosa, el que con acento dolorido nos dijo así:
-Señora, yo sigo la senda de lo espiritual, pero o mucho me engaño, o mi camino no es el mejor ni el más seguro.
-Explíquese usted.
-Soy espiritista, creo firmemente en la supervivencia del alma, creo que los espíritus se comunican con los terrenales, pero lo que yo no comprendo es como los médiums que reciben inspiraciones de inteligencias elevadísimas, descienden a ser unos entes vulgares y hasta maléficos que arrastran al hombre a cometer actos impuros.
-¿Qué ha leído Vd. referente al Espiritismo?

-¡Leer!? nada; ¿Para qué? Yo conocí hace cinco años a una mujer que posee no sé cuantas mediumnidades; estando a su lado he oído golpes en todas direcciones, he visto moverse las sillas, oscilar las lámparas colgadas del techo; he oído como el galope de muchos caballos y el paso acelerado de varios pelotones de infantería. La he visto después dormida por los espíritus, dar comunicaciones parlantes y escribientes de Jesús, de María, de Juan el Bautista, de Pablo el apóstol y otros muchos espíritus.
-¿Y qué decían esas comunicaciones?
-Que debía someterse todo a la voluntad de la médium, que rezara mucho, que llamara al Señor en todas mis tribulaciones, que me bañara diariamente para purificarme, que no usara para mis dolencias corporales de ninguna medicina de la Tierra; y sí únicamente del agua magnetizada, pues sólo con dicho procedimiento saldrían de mi cuerpo los centenares de espíritus que me atormentan.
Me aconsejaban también que faltase a mis deberes conyugales, siendo la médium la designada para guiarme en todo y por todo en los diversos senderos de mi vida. Y yo, aunque mi razón rechazaba mucho de lo que oía cedía después y hacía cuanto me ordenaban los espíritus: rezaba oraciones repetidas; y continuamente clamaba ¡Señor!
¡Señor! ¡Ten misericordia de mí! Pero Dios no me oye, y mi casa es un trasunto del infierno, mi esposa maldice al Espiritismo todas las horas del día, mi hijo mayor me ruega con lágrimas y caricias que no arruine la familia, pues en dádivas a la médium he gastado más de mil duros, producto sagrado de las economías de mi esposa.
Me encuentro mal, muy mal, yo no tengo sosiego en ninguna parte, estoy enfermo, muy enfermo, mi hijo quiere curarme que es médico, la médium dice que sólo ella puede salvarme, pues solo por su medicación se separan de mí los innumerables espíritus que me atormentan, y hastiado de mí mismo, sin saber a quien creer, descontento de mis acciones, vengo a que Vd. me diga qué debo hacer, porque la verdad es, que hay momentos que digo: ¿Si habré perdido la razón?
-No hay miedo que le suceda tal desgracia, porque en medio de todo Vd. ve claro, puesto que no le satisface la miserable farsa que están representando delante de Vd.
-¡Ah! No señora no; yo no puedo creer que espíritus elevados aconsejen el olvido de todos los deberes sociales.
-Ciertamente, Vd. es juguete del engaño más miserable.
-Es que la mediumnidad de esa mujer es innegable, que otros muchos han presenciado en su casa verdaderos fenómenos.
-Si yo no le niego que su mediumnidad sea efectiva, pero no todas las
mediumnidades son aceptables; no crea Vd. que el ser médium es sinónimo de ser un dechado de virtudes, hay médiums que trastornan medio mundo ayudados de espíritus afines a su modo de ser, y hacen un mal uso de su mediumnidad como indudablemente lo hace esa mujer que le induce a Vd. a vivir de un modo inmoral, convirtiendo su casa en un infierno, haciéndole malgastar los ahorros de su familia, quitándole por completo su fuerza moral, puesto que su mismo hijo tiene que reprenderle por su mal proceder.
-Y de nada sirve mi continuo ruego, pues yo siempre estoy diciendo: ¡Señor! ¡Señor! ¡Ilumíname!
-Palabras huecas son sus exclamaciones, ahora es cuando ha dicho Vd. de corazón ¡Señor! ¡Señor! Puesto que ha venido a pedir un consejo, y se lee en sus ojos una verdadera decisión.
-¡Ah! Sí, sí; quiero salir de esta situación angustiosa, que en mal hora conocí el Espiritismo.
-Es que Vd. del Espiritismo no conoce más que una amarga irrisión porque no se ha querido tomar el trabajo de leer, de estudiar, de aprender el porqué del porqué.
-Lo creí innecesario puesto que el fenómeno lo veía ante mí.
-Pero ignoraba la causa que producía aquel efecto, no sabía Vd. que los buenos espíritus no podían aconsejarle que abandonara su familia, ni que desechara los adelantos de la ciencia. Bueno es que se acuda al consejo espiritual cuando en la Tierra se hayan agotado todos los medios, cuando los hombres más sabios digan: no hay esperanza de salvación, entonces, y solo entonces, es cuando se debe preguntar a los espíritus si tienen algún remedio para aliviar aquel mal, cuando se haya trabajado, cuando se haya atendido debidamente a la ciencia terrena.
Parta Vd. del principio que los espíritus no vienen a convertir a los hombres en seres inactivos, que todo lo dejan a la iniciativa de los de ultratumba, porque entonces la comunicación sería perjudicial en grado máximo.
Los espíritus, téngalo Vd. muy presente, vienen únicamente a demostrarnos que la vida es eterna, que el Espíritu es el artífice que construye su infierno o su paraíso, que no hay mal pensamiento sin correctivo, ni buen deseo sin recompensa; vienen a decirnos que en las grandes tribulaciones nunca estamos solos, porque nuestros padres, amigos, o guías y protectores, nos acompañan de más cerca o de más lejos, según la inminencia del peligro y según nuestro adelanto moral o intelectual.
Vienen a decirnos que no atentemos contra nuestra vida, porque sería el remedio mil veces peor que la enfermedad, vienen a evitar el suicidio de muchísimos desventurados, vienen a pacificar a innumerables familias que viven en una guerra continua, vienen a unir a muchos matrimonios desunidos por los vicios de él, o por el mal carácter de ella, vienen a demostrar de un modo innegable la grandeza de la vida, y en manera alguna a producir disturbios, escándalos y atropellos, y si hay espíritus que conservan odios implacables, si en el espacio tenemos enemigos de otras existencias, para defendernos de sus asechanzas, tenemos nuestro criterio, nuestra razón, y obras muy bien escritas por Allan Kardec, que están al alcance de todas las inteligencias, donde se encuentran las aclaraciones necesarias para conocer quienes son los espíritus que se comunican, no precisamente por su nombre, pero sí por sus intenciones, por la índole de sus consejos.
-¿Y cuando falta el tiempo para estudiar?
-Cuando hay voluntad nunca falta: El tiempo que se emplea en asistir a la sesión, puede ocuparse en leer primero lo más esencial.
-En eso ya tiene Vd. razón.
-Y lo creo que la tenga; los médicos, los abogados, los notarios, los ingenieros, los militares, todos estudian varios años, ¿Y quiere Vd. que el Espiritismo, la relación con los seres invisibles no necesite más estudio que todas las carreras terrenales?
-Por desgracia tendré que convencerme que dice Vd. la verdad.
-No se apesadumbre por eso, que perdiendo se aprende, pero la razón natural dicta que si nos engañan nuestros parientes y amigos, con los cuales tenemos íntimo trato desde los primeros años de nuestra vida, mucho más expuestos estamos de ser engañados por aquellos que no vemos.

Sabemos que los muertos viven, porque la comunicación ultra-terrena es innegable, pero no sabemos las intenciones que abrigan respecto de nosotros, no podemos confiar en sus palabras, sino en nuestros hechos, porque ningún Espíritu nos dará más que aquello que legítimamente nos pertenezca.
Es tan perjudicial tener fe en los espíritus, como creer en la intercesión de los santos. Los primeros podrán, si nos aman, inducirnos al bien, podrán ser un elemento poderosísimo para nuestro adelanto, pero no nos pueden quitar ni un adarme del peso de nuestras culpas.
-De manera, que no tengo más remedio que leer y estudiar.
-Ante todo separarse por completo de esa médium engañadora, si se siente
predispuesto estudie, y si su Espíritu lo rechaza como tarea enojosa, olvide por completo el Espiritismo, que a pesar de ser luz esplendorosa; es tan densa la sombra de la ignorancia, que consigue a veces extender un velo de espesa niebla sobre el sol resplandeciente de la verdad; y el que como Vd. vive envuelto en tan negros crespones, un rayo de luz le ciega; para Vd. el racionalismo quizá no le dé fruto sazonado, piense únicamente en el bienestar de su familia, que es lo que más le interesa.

Se fue nuestro interlocutor y serias y dolorosas reflexiones llenaron nuestra mente, lamentando que la ignorancia haga tantas víctimas y convierta el día del infinito en tenebrosa noche.
El Espiritismo, que viene a descifrar tantos misterios y a dar solución a tantos problemas, que viene a producir tanto bien, en poder de seres ignorantes es materia explosiva que puede ocasionar la muerte, porque muerte es la desunión de la familia y el desconocimiento de la ciencia.
Terrible es la ignorancia en todos los terrenos, pero en el Espiritismo es más perniciosa su influencia, y por lo mismo los espiritistas racionalistas debemos levantar una cruzada en contra de ella.
El espiritista ignorante es fanático, supersticioso, se deja arrastrar al ridículo y es el arma poderosísima de que se vale el jesuitismo para derribar la fortaleza de las verdades reveladas; y a su trabajo de zapa tenemos que responder con nuestros incesantes consejos en favor de la instrucción.
El espiritista tiene que leer mucho las obras de Allan Kardec, primero porque contienen las principales enseñanzas; las de Flammarión, después, porque se engrandecen las aspiraciones del hombre ante la contemplación del infinito; las de Pezzani, Jacolliot y Torres-Solanot, porque demuestran la antigüedad del Espiritismo y otras muchas más que no queremos enumerar por no pecar de difusos.
No hay que decir que no se escribe en Espiritismo para todas las inteligencias, no; el sabio y el ignorante encuentran en la prensa espiritista todo el alimento que necesita su Espíritu, y debía ser obligatorio esa instrucción no admitiéndose en los centros espiritistas a ninguno que no hubiese acreditado haber estudiado los preliminares del Espiritismo; que hasta el que no sabe leer puede estudiar, pues nunca falta en ninguna agrupación, alguno que sepa leer y explique lo que lee. El que carece de instrucción es porque quiere, y lo repetiremos cien y cien veces: nada en el mundo nos causa miedo, nada; pero donde decae nuestro ánimo, donde temblamos presintiendo un gran peligro, es ante los escollos de la ignorancia.
Es necesario conocer la verdad porque sólo ella nos libertará de la ignorancia.
Artículo de: Amalia Domingo Soler 
Extraído del libro:
 “La Luz del Camino”. (capítulo 1) 
Publicado por el grupo espírita:
 “Luz del Camino” de Orihuela. Alicante

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       ¿ ORACIÓN POR LOS DIFUNTOS ?

665. ¿Qué pensar de la opinión que rechaza a la oración por los difuntos, debido a que no ha sido prescrita por los Evangelios? 

- Cristo dijo a los hombres: Amaos los unos a los otros. Esta recomendación implica la de emplear todos los medios posibles para testimoniarles afecto, sin que por esto se entre en detalle alguno acerca de la manera de poner en práctica esa máxima. Si es cierto que nada puede desviar al Creador de la aplicación de la justicia –que a Él es inherente- a todas las acciones del Espíritu, no es menos verdad que las preces que hacia Él eleváis, en favor de aquella persona que os inspira afecto, constituyen para ella un testimonio de recordación que no puede sino contribuir a aligerar sus sufrimientos y confortarla. Tan pronto como dé muestras del menor signo de arrepentimiento, y solamente entonces, será socorrida.* Pero no se le permitirá nunca ignorar que un alma simpática se ocupó de ella, y le queda la tierna creencia de que la intercesión de esa alma le ha sido útil. De lo cual resulta por fuerza, de su parte, un sentimiento de gratitud y de afecto hacia aquel que le ha dado esa prueba de adhesión o de piedad. En consecuencia, el amor que recomendaba Cristo a los hombres no ha hecho sino aumentar entre esas dos almas. Ambas han obedecido, pues, a la ley del amor y unión de todos los seres, ley divina que debe llevar a la unidad, objetivo y fin del Espíritu. 

EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS 
ALLAN KARDEC 
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BAGAJE ESPIRITUAL
Hugo Lapa
Terapeuta de Vidas Pasadas

   Un señor de casi sesenta años, llamado Francisco, vivió casi toda su vida en condiciones precarias. Nació en una choza, sufrió muchas privaciones desde su infancia, trabajó duro desde los once años de edad, comía muy poco y dividía todo con sus cinco hermanos.
   En la edad adulta tuvo muchos problemas en su vida profesional, no conseguía buenos empleos, estuvo  muchos años desempleado y pasó una parte de su vida viviendo en situación de escasez de los recursos más básicos. Llegó a pasar hambre algunas veces.
   Sin embargo, siempre fue un hombre  muy bondadoso, auxilió a muchas personas a lo largo de la vida, algunas veces carecía de sus cosas para dar a quien lo necesitase.
   Mas una cosa el no comprendía: su primo más joven, Juan de 52 años, vivió de forma opuesta. Pasó la vida entera gozando de un buen salario, montó su negocio, ganó mucho dinero y hoy en día disfrutaba  de una condición en la que nada le faltaba. Al contrario de su hermano más viejo, era una persona  mezquina, ambiciosa, egoísta, fútil, que no le preocupaban los otros. Su prioridad era expandir  más aun sus negocios, para así tener más dinero.
    Cierto día, Francisco, ya muy irritado con esa situación y creyendo estar siendo víctima de la injusticia de Dios, resolvió  procurar a un médium para cuestionar sobre esa aparente contradicción cósmica. El quería entender como era posible que a su hermano Juan, siendo una persona orgullosa y egoísta, le fuera tan bien la vida, y él, que siempre fue honesto y se dio por los otros, se mantenía  en una posición tan complicada a lo largo de su vida, y había pasado tantos dolores, decepciones y sufrimientos.
    Francisco se dirigió al centro, y allí esperó su vez para conversar con el médium que incorporaba a un espíritu muy sabio y antiguo. Cuando llegó su turno, Francisco agradeció al espíritu la oportunidad de este diálogo directo con el plano espiritual y explicó el motivo de estar recurriendo a los espíritus.
- Durante toda mi vida fui sometido a los más diversos dolores y adversidades. Mas siempre fui una persona digna, honesta, sincera y cariñosa. Como dice el refrán: comí el pan  que el diablo me amasó. Mi hermano Jacob, al contrario, es una persona  muy egoísta y nunca se apiadó de nadie. Vive intensamente  una existencia mundana, apenas gozando de los placeres materiales y nunca se preocupó por nada solo por sí mismo.
   Quería preguntar a los guías espirituales porque estoy tan mal y él está en una condición mucho mejor que la mía.
    El espíritu, incorporado en el médium, le dijo:
-¿Mejor? ¿Está seguro que él está mejor que usted?
-Sí, respondió Francisco. Él está en una situación de vida mucho mejor que la mía.
El espíritu respondió:
Usted, Francisco, está observando todo con una lente muy reducida, está midiendo lo mejor y lo peor en términos puramente humanos. Mas si usted mirara un poco más lejos , y mirase bajo un punto  de vista cósmico, podría ver claramente como usted está en una posición privilegiada en relación a la media de los seres humanos. Al finalizar su vida actual, usted habrá purgado la mayor parte de su carma fruto del pasado, y en la próxima existencia  va a nacer en una condición mucho más favorable que en su existencia actual. En esta encarnación, usted consiguió acumular  varios méritos: cultivo valores, virtudes, puede enfrentar con coraje el sufrimiento, ha tenido una postura  desapegada y cariñosa ante sus semejantes. Por otro lado, el sufrimiento  y las privaciones le enseñaron mucho y ayudaron, como ya dije, cuando transmutó su carma  de vidas pasadas. Su hermano, sin embargo, acumuló muchos deméritos  en la vida actual, y la inteligencia cósmica le estaba concediendo una oportunidad para que se transformase y pasase a ser un ser humano mejor, más desprendido,   humilde, cariñoso y consciente, pero eso no ocurrió. En la próxima encarnación  su hermano nacerá en una situación muy desfavorable, con el fin de que aprenda  a ser humilde y desprendido, y será forzado a pedir ayuda y así aprender el valor de la caridad. Observe que las posiciones  en las que nos encontramos  en la vida actual muchas veces nos traducen nuestro adelantamiento espiritual. Es nuestro bagaje espiritual y nuestros méritos y deméritos los que determinan nuestra posición cósmica, y no las supuestas apariencias y estabilidades de este mundo.
Traducido por Merchita

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