martes, 5 de marzo de 2019

El Espiritismo y los fluidos espirituales

         ESPIRITISMO

- Durante la reunión mediúmnica (2ª parte)
- La vida espiritual
- Nuestras razones
- El más delicado periodo del ser humano
- El Espiritismo y los fluidos espirituales




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         DURANTE LA REUNIÓN MEDIÚMNICA (2ª Parte)

(Continuación del anterior)...//...

El Espíritu Manuel Philomeno de Miranda también se refiere a la presencia de ellos en los trabajos mediúmnicos, tal como  refiere en su obra En las fronteras de la Locura- cáp 18: "mediums pasistas auxiliaban a los de psicofonía, revitalizándolos con las energías que portaban".
En el libro Diálogo con las sombras, Herminio de Miranda recomienda la presencia de médiums pasistas en la reunión- cáp.2
    
   En relación a los esclarecedores, o adoctrinadores, debemos estar atentos a lo que nos recomienda la Espiritualidad, cuando nos instruye que el dirigente de la reunión,"designará 2 o 3 compañeros para ser médiums esclarecedores, bajo la orientación de él mismo, funcionando como asesores en servicio, que podrá sustituir ante impedimentos justificados ( Desobsesión cáp.13)

  Paralelamente enfatiza que el director del grupo organizará organizará una escala de sustitutos, estableciendo que "el dirigente será sustituido por uno de los esclarecedores y este por uno de los pasistas".
   
  André Luiz, tanto en la obra Conducta Espírita, cap.3 como en Desobsesión-cáp.28. recomienda que "los médiums esclarecedores.si fuese necesario, acumularán las funciones de los médiums pasistas, pero no las de los médiums psicofónicos, de modo que no se dejen influenciar por Espiritus necesitados".
   Otro punto que merece una observación preliminar es aquel que dice del respeto a la formación de los equipos mediúmnicos. Están aquellos que son fundamentalmente pasivos.(los médiums psicofónicos y los psicógrafos). y aquellos que quedan, por así decir, en estado de atención o supervisión, a los que algunos denominan "de sustentación ", que son precisamente los pasistas y esclarecedores. Por eso, en el cáp. 20 de la obra Desobsesión, tenemos el siguiente registro:
    " Los médiums esclarecedores y pasistas, además de los deberes específicos que les señalen, servirán aún, en la condición de elementos positivos de protección y seguridad para los médiums psicofónicos".

    Lo ideal es que haya una proporción equilibrada entre los citados médiums de "sustentación" y aquellos nombrados de ostensivos. En un equipo de 14 obreros,por ejemplo, actuarán 4 médiums esclarecedores, 4 pasistas y 6 psicofónicos. Si el grupo fuese de 8, la composición sería de 2 esclarecedores, 2 pasistas y 4 psicofónicos (ver la obra Desobsesión-cáp 20). Si el grupo lo compusieran otros números, obedecería al mismo criterio proporcional, de modo a tener:
- Cerca del 25% de esclarecedores
- Cerca del 25% de pasistas
- Cerca del 25% de psicofónicos, psicógrafos, etc ( que quedan en significativa pasividad).

De otra parte, consideremos la conveniencia de limitar el número de compañeros del equipo, evitando un número excesivo. El Libro de los Médiums ya nos advierte sobre el asunto, registrando en el item 332 lo siguiente:
" Siendo el recogimiento y la comunicación de pensamientos, las condiciones esenciales para toda reunión seria, es fácil comprender que el número excesivo de asistentes constituye una de las causas más contrarias para la homogeneidad."

André Luiz, en su periodo de aprendizaje, visita un grupo compuesto de 10 compañeros encarnados, cuando su instructor espiritual Aulus, en el libro "En los dominios de la Mediúmnidad"-cáp.4, hace la siguiente observación:
   "Admito que debamos centralizar nuestras observaciones en reducido núcleo, donde mejor disponemos del factor calidad".

Por otra parte, en el libro "Desobsesión" cáp.73, recomienda una composición de como máximo 14 personas.
 Al respecto, surge una cuestión: ¿cómo proceder para no aumentar la cantidad de componentes de una reunión, si el número de médiums en una casa espírita, acostumbra a aumentar?
  André Luiz nos da la orientación pertinente en el cáp.73 del libro  "Desobsesión", bajo el título "Formación de nuevos equipos".
  Basado en el Libro de los Médiums, item 332, ultrapasada la cuota de 14 participantes, el director de la Casa auxiliará a los compañeros excedentes, en la formación de un nuevo equipo, que temporalmente, pueda actuar y servir bajo la orientación del grupo en donde nació.

Nota: La orientación de André Luiz relativa al número de componentes de una reunión de desobsesión, puede ser aplicada por extensión (con las adaptaciones posibles), a otro género de reuniones, como las de desarrollo mediúmnico.

  F.E.B.

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                     LA VIDA ESPIRITUAL
    A lo largo de la historia, las más importantes religiones nos han presentado una visión de la vida espiritual muy poco definida, injusta y hasta despiadada, ofreciendo el cielo a cambio de bulas, oraciones pagadas y/o rituales, mientras se relegaba a los pobres ignorantes del mundo a un infierno más inmerecido aún. Pero en el mensaje inicial de casi todas, de origen profético y divino, ya fuera en oriente o en occidente, el amor y la renovación interior eran su esencia fundamental, que el toque humano pronto desvirtuó.
    La infantilidad del cielo y el infierno y la imagen de un Dios injusto han llevado a muchos al materialismo, hacia el frío destino de la nada en el que mañana todo se pierde y hoy todo vale. El conocimiento de la astronomía despeja dudas, ese “cielo” indefinido no está arriba, pues no hay arriba ni abajo en este Universo infinito. Tampoco es material o, si lo es, la investigación aeroespacial está por descubrirlo. La puerta de entrada es también inmaterial tras la muerte, o como nos gusta decir a los espíritas, tras la desencarnación.
    Hay sin embargo formas de vislumbrarlo, de entreverlo y comprenderlo gracias a la Ciencia y al Espiritismo. Las experiencias cercanas a la muerte traen para algunos la visión en primera persona. Pero son aquellos que ya se fueron los que pueden, a través de la mediumnidad, definirlo claramente y llevarnos a una visión más panorámica y amplia de la realidad espiritual: una visión racional, que vamos a encontrar en las obras espíritas de Allan Kardec. La concordancia de los testimonios a través de médiums desconocidos entre sí es fuente de reflexión para que nuestro raciocinio monte piezas y descubra si ese cuadro será o no será. Médiums de países y culturas diferentes, con grandes diferencias religiosas, con opiniones muy contrarias generalmente a los principios que se dicen por su intermedio, pero que transmiten, con una similitud extraordinaria, los grandes detalles de la vida futura, de la vida espiritual.
     En el pasado la ignorancia humanizó a Dios, en el futuro la Ciencia lo divinizará. La realidad espiritual que nos envuelve descorre sus velos progresivamente y esa comprensión nos traerá la calma y la libertad del pájaro que aún enjaulado puede observar entre las oquedades de su prisión la verdadera vida que su alma ansía.
     El cielo está en todas partes, es tan inconmensurable como el infinito, y el espíritu que se ha podido librar de los apegos de la materia y de la inferioridad moral recorre el espacio a la vertiginosa velocidad del pensamiento, teniendo como hogar y morada el Universo que ya puede observar en su esplendorosa esencia. «Sentís, pero no veis el cielo del espíritu, el Espiritismo os lo enseñará y lo veréis. Pero veréis, no como los ojos materiales ven lo que sólo pueden alcanzar, veréis como la inteligencia ve lo que sabe penetrar».

(Marietta)- Editorial de la Rev. nº 4 de la F.E.E.

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     NUESTRAS RAZONES 

Los espíritas, por algún motivo extraño parece que estamos inclinados a “complicarnos la existencia”. Me refiero al hecho de que cuanto más nos metemos y profundizamos en el aprendizaje y las experiencias del Espiritismo y todo lo que le rodea, más y más queremos ahondar en sus profundidades, adquiriendo compromisos a veces más allá de nuestras posibilidades reales para poderlos afrontar con eficacia y constancia en toda su extensión. Los motivos que nos impulsan a querer ir siempre "más allá", suelen ser justificados ante nosotros mismos como “el deseo de aprender cada vez más”. Cuando eso ,es realmente cierto, nos cabría preguntar, ¿ saber más,para qué ?; ¿ tal vez, para ayudar más o mejor a alguien?; ¿ o porque así podemos contribuir mejor al desarrollo y expansión de una doctrina o de un conocimiento que cuando se popularice más, gracias a la divulgación que cada uno pueda hacer, pues este es el mejor aporte que podemos dar a esta gran doctrina de los Espíritus, puede ser este  un factor  definitivo para mejorar eficazmente a esta humanidad y que alcancemos niveles nunca antes vividos, de solidaridad, de paz y de amor entre todos los seres humanos, de modo que las sociedades del mundo se sientan más solidarias y fraternas entre sí de lo que lo fueron antes nunca? .
    Cuando realmente los motivos que nos impulsan a “complicarnos más la vida”, son los enumerados anteriormente, la justificación es noble y muy loable, pero,¿ realmente en todos los casos son estos los motivos que nos impulsan a todos?. Yo me planteo si no será también en algunos casos un afán de saber más y conocer más, para afianzar nuestra propia seguridad interior,alimentando de paso nuestro ego,  porque en el fondo, necesitamos a cada paso que nos convenzan de lo que queremos creer o mantener. También puede ser que , sencillamente, haya algunos casos de mera curiosidad, para ver si por fin, caminando por los misterios del intercambio mediúmnico, presenciamos algún fenómeno mediúmnico o paranormal, que nos dé mas seguridad y apoyo a nuestra fe y a los argumentos que empleamos de cara a los demás, en un afán de hacer proselitismo , buscando muchas veces la admiración, y la credulidad de esos que nos admiran por la imágen que se crean de nosotros, y así lograr un convencimiento y una seguridad en nuestros planteamientos y testimonios. Un modo de sentirnos superiores, dando satisfacción a nuestra vanidad, al lograr una admiración por nuestro saber o por nuestra experiencia y seguridad, que alimente nuestro ego, mirando de reojo, por encima del hombro a los demás, mientras que en nuestra vanidad nos sentimos realmente superiores , y lo peor de todo: dando una imagen de virtud o de madurez moral, de la que en el fondo en realidad carecemos. Hay quien ha leído muchos libros espíritas, y cree por ello saber mucho; otros tienen una larga experiencia de años por su permanencia en el seno de grupos o sociedades espíritas, y eso les hace sentir con cierta autoridad en el campo espírita, con respecto a los “advenedizos”  llegados hace menos tiempo; otros han acudido además a tantos y tantos congresos y han escuchado tantas y tantas conferencia brillantes o magistrales, e incluso, las han impartido...., pero, ¿ eso es suficiente?; ¿ con todas las cosas reseñadas, han colmado el tope de lo que se puede lograr, asegurándose un puesto de privilegio  en el mundo espiritual, cuando les llegue la hora de regresar a él?; ¿ es posible que piensen de verdad, que el cariño, la admiración  y las alabanzas de las personas, les van a situar igualmente después en el más allá?. 
     Los conocimientos espíritas, están muy bien y son necesarios como el criterio indispensable que todo espírita,  debe conocer para con ello iluminar su vida personal, dando luz a las vidas de los demás, pero lo que no se nos puede olvidar a nadie, es la necesidad  y responsabilidad individual de cada uno, que todos tenemos en cuanto a la práctica de lo sabido como una  hermosa teoría. Y no me refiero ya a la práctica mediúmnica o en la de aplicar pases magnéticos; me refiero a la práctica de la caridad con los demás; a la práctica del mejoramiento íntimo, luchando para vencer nuestros defectos morales y nuestras inclinaciones negativas en el día a día; reeducándonos como cristianos de verdad, con la base sólida, no ya del conocimiento teórico de la Codificación, del Evangelio o de otras elevadas obras espíritas, sino con la verdadera base del ejemplo a los demás con nuestra entrega y nuestra caridad en tantas facetas y oportunidades como nos ofrece la vida. No olvidemos nunca que al verdadero espírita se le conocerá por su transformación moral, y esta se produce no con la exposición hueca de una bella teoría doctrinal, sino con esa práctica diaria de la caridad y de la automejora  espiritual, que es el verdadero fruto de los espíritas, y que como imagen evidente, esto siempre habla más que mil palabras. 
     Pensemos que a los demás, les podremos engañar con una falsa imagen y bellas teorías doctrinales, pero a quien no engañaremos nunca es a Dios en nuestras propias conciencias.  Vamos a comenzar a aplicarnos la máxima de Kardec, cuando afirmó que “fuera de la Caridad no hay salvación”. 
     Por supuesto, es ineludible que debemos formarnos a fondo en la doctrina que amamos y sustentamos, la espírita, en todas sus facetas y aspectos basados a partir de las obras codificadas por Kardec: ciencia, filosofía y moral, así como de tantos buenos autores espíritas, que con sus obras han iluminado y allanado el camino del conocimiento espiritual, y más concretamente, del conocimiento espírita, pero sobre todo refrendemos estos conocimientos con la necesaria transformación moral, evidente para los demás que conociéndonos de un antes, nos puedan comparar indeleblemente con un después que es  el ahora de nuestro día a día actual, y que ese cambio moral, en una introspección íntima, también pueda ser sentido por nosotros mismos, como indicativo de que vamos por el buen camino. 
     Este propósito que actúa como motor que empuja y funciona en nuestras vidas, justificando el por qué y el para qué estamos aquí, y el por qué y el para qué hemos conocido y aceptado la doctrina espírita, será en efecto, el acicate que de sentido a nuestro paso por esta existencia en la que ya tanto tiempo hemos malgastado. Que cada cual, en conciencia, nos pongamos ya y seriamente manos a la obra, comenzando por mirar nuestras posibilidades reales de hacer algo por los demás, y por nosotros mismos, sin olvidar nunca que nuestro prójimo más inmediato es, por lógica, a quien primero debemos atender y ayudar, y este no es otro que nuestros familiares directos, y por supuesto nosotros mismos, porque si no depuramos antes nuestro interior, con nuestra voluntad y nuestro conocimiento avalado por la vivencia y la experiencia, no podremos ser esa herramienta valiosa , necesaria y precisa que deberá servir para ayuda en el caminar evolutivo de los demás. 

Jose Luis Martín


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  El más delicado periodo del ser humano 

     Las inquietudes primaverales de la adolescencia reflejan amarguras y alegrías de otras encarnaciones. Las amarguras corresponderían a fracasos dolorosos de una vida pasada, que tanto puede ser la última como también una encarnación anterior, incluso lejana. Las alegrías reflejan acontecimientos felices, que por esto cargan también las sombras de la nostalgia, generando en el adolescente extrañas y profundas nostalgias. No se trata propiamente de remembranzas o recuerdos. Son como un eco sobrecogedor que parece resonar en las profundidades de una gruta. El adolescente sufre estas repercusiones sin identificarlas, sin saber de donde llegan a su acústica interior estos ruidos semejantes a  los percibidos en una playa desierta. Ansias indefinidas brotan de su corazón, intentando arrastrarlo hacia distancias desconocidas, mundos perdidos en el tiempo, criaturas amadas pero desconocidas que lo llaman y ansían por encontrarlo. Los sueños lo embalan a veces, al dormir, en situaciones que lo confunden, pues las imágenes de otros tiempos y las del presente se barajan  y mezclan en el proceso onírico, sin permitirle identificar lugares, edificios, ciudades en que las que parece haber vivido. Los terrores nocturnos lo asaltan con visiones que muchas veces nada tienen de trágico o peligroso, pero que no obstante lo despiertan asustado y trémulo. Atrevido y audaz a la luz del día, dispuesto a enfrentar el mundo de los viejos y transformarlo heroicamente en un mundo mejor, se muestra infantil y frágil en estos momentos de resonancia imprecisa del pasado. 

     A veces un pequeño incidente del presente, un intercambio de palabras ásperas con alguien, una joven que lo encaró distraidamente en la calle y después le abofeteó abruptamente el rostro, será suficiente para llevarlo a huir para su cuarto, encerrándose con llave para llorar angustiado sin saber por qué motivo llora. 
     La crisis de la adolescencia no es fatal, obligatoria, por lo menos en esta intensidad. Varia enormemente en los grados de su manifestación y en algunos adolescentes parece nunca manifestarse. En verdad, se manifiesta atenuada, interpretándose en caprichos extraños, en una especie de esquizofrenia incipiente, que necesiten psicólogos y psiquiatras. Son las variaciones de temperamentos, de situaciones vividas, de sensibilidad más o menos aguzada, de mayor o menor integración del espíritu en la nueva encarnación, que determinan esta variedad. La resonancia existirá siempre, pero no siempre desencadena la crisis. Los temperamentos estéticos, soñadores, son los más afectados. Los espíritus prácticos se apegan más fácilmente a la nueva realidad y la resonancia se produce en ellos de manera desvanecida, sin afectar su comportamiento. 
     Habrá criaturas que desde la infancia comenzarán a sentir los síntomas de la crisis. Ciertos adolescentes pasan por el período de la crisis como abobados, en estado de permanente distracción. Rechazan el mundo y el medio en que viven y desean morir. Creen que jamás se integrarán a la realidad presente. Realidad que pronto se va imponiendo a estas criaturas que acaban por adaptarse a ella. 

     La vida tiene sus leyes y sabe domar la rebeldía humana. Algunas de estas almas rebeldes se acomodan al mundo, pero nunca lo aceptan de buen grado. Parecen exiladas en nuestro planeta. El período más difícil que atraviesan es el de la adolescencia, rechazando compañías, huyendo de las reuniones festivas, entregados a una especie de desánimo permanente. 
     En la pesquisa espírita se verifica, en la mayoría de estos casos, la presencia de entidades inconformes que aumentan la inquietud de estos espíritus nostálgicos. En las reuniones mediúmnicas y a través de pases encuentran generalmente la solución de esta nostalgia aparentemente sin motivo. El mundo actual presiona de manera arrasadora a estas almas sensibles, que muchas veces están pasando por los rescates de privilegios que usaran y abusaran aquí mismo, en la Tierra. Los cambios de posiciones sociales, el cambio de un medio refinado por las situaciones inferiores, en el proceso reencarnatorio, causa los desajustes naturales de todos los cambios. Pero cada alma viene preparada espiritualmente para superar estas dificultades de los períodos de adaptación. 
     En la Educación para la Muerte estos casos se previenen naturalmente a través de los esclarecimientos de la finalidad de la existencia. Enseñándose y probándose, con los datos científicos hoy ampliamente conseguidos, que la evolución es una ley general del Universo y que la evolución humana se desenvuelve en etapas sucesivas que nos llevarán siempre a situaciones mejores, las inquietudes de la adolescencia son compensadas por la esperanza y también por la certeza de un futuro mejor.

-Herculano Pires-

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           EL ESPIRITISMO Y LOS FLUIDOS
                        ESPIRITUALES

     El Espiritismo. ilustrándonos sobre las propiedades de los fluidos, que son los agentes y los medios de acción del mundo invisible y constituyen una de las fuerzas y una de las potencias de la Naturaleza, nos da la clave de una porción de hechos no explicados e inexplicables por cualquier otro medio, y que han podido en tiempos remotos pasar por prodigios. Revela, lo mismo que el magnetismo, una ley, si no desconocida, al menos mal comprendida. O mejor dicho, se conocían los efectos, porque se han producido en todos los tiempos, pero no se conocía la ley. Y la ignorancia en que, respecto de ella, se estaba, es la que ha engendrado la superstición. Conocida esta ley, desaparece lo maravilloso, y los fenómenos entran en el orden de los hechos naturales. He aquí por qué los espiritistas no hacen milagros haciendo girar una mesa o escribir a los difuntos, como no los hace el médico haciendo revivir a un moribundo, o el físico haciendo caer el rayo. El que   pretendiese con ayuda de esta ciencia, hacer milagros, sería, o un ignorante de los hechos o un charlatán .
(El Libro de los Médiums, cap. II).

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