miércoles, 7 de marzo de 2018

A la búsqueda del fenómeno



Hoy podemos ver aquí:

- Los pilares de la Doctrina Espírita
- Desencarnación y perturbación
- A la búsqueda del fenómeno
- Conversión


                             
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              LOS PILARES DE  LA DOCTRINA 
                         ESPÍRITA

La Doctrina espirita está formada por 3 pilares fundamentales:

Ciencia, Filosofía Y Moral.

En el apartado de la Moral, la doctrina espírita se basa en la moral de Jesús.

- En ocasiones reencarnan espiritus superiores con el objetivo de grandes misiones y no únicamente como expiación y prueba.

Este es el motivo de la venida de Jesus a la tierra, el de UNA GRAN MISION.

Jesús no vino a morir en una cruz por nosotros.

Él  vino a dejar el gran mensaje de amor a la humanidad.

Vino a ayudarnos a evolucionar imitando en lo posible sus palabras y su ejemplo de bondad, humildad, sabiduría y amor.

Angeles C.M.


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DESENCARNACIÓN Y PERTURBACIÓN

El desconocimiento de lo que es Desencarnación y de la existencia de un periodo de perturbación del desencarnado, llevan a las personas a tomar actitudes desequilibradas, causando, con ello, un sufrimiento mayor para ellos mismos y, lo que es peor, sufrimiento al espíritu amado. 

La separación del cuerpo no siempre es dolorosa, al contrario, muchas veces es un alivio, pero todo espíritu pasa por una perturbación después del desligamiento del cuerpo. 

El espíritu ya depurado de sus faltas y conocedor de la realidad del mundo espiritual, caso bastante raro en este planeta, se reconoce en el nuevo estado CASI inmediatamente, pero tiene el CASI. 

Según nos informan los espíritus, todos sin excepción pasan por una perturbación, aunque sea por algunos segundos. 

Otros, infelizmente la gran mayoría, entran en un estado de perturbación, que llega hasta el reconocimiento de su nueva situación y la consecuente adaptación a la nueva vida. 

Ello puede llevar horas, días, meses y hay casos que han sido años. 

La duración varía en cada espíritu. 

El carácter, la obra, el conocimiento anticipado de la vida espiritual, o sea, la creencia profesada en la existencia material recién acabada, con agravantes en sus actos, puramente materialistas, son tan solo, algunos de los motivos para la mayor o menor duración. 

El tipo de muerte también puede influir en el tiempo de la adaptación. 

Las muertes violentas causan sorpresa a los espíritus alcanzados. que no creen que murieron e intentan continuar normalmente la existencia material. Al no conseguirlo, sufren por ello. 

Los suicidas son las mayores víctimas de esa sorpresa. 

Además de no acabar como esperaban, continúan sintiendo las aflicciones, a veces ampliadas, que los llevaron a la rebeldía contra las directrices divinas. 

Vimos, así, que los compañeros que desencarnan, necesitan, y ciertamente merecen nuestra ayuda, nuestra colaboración para obtener, más rápidamente, el equilibrio espiritual. 

Sabemos que nuestras vibraciones mentales llegan a los espíritus 
Es necesario, entonces, que desde el momento de la desencarnación, pasando por el velatorio y entierro, y prosiguiendo después, tan sólo enviemos al espíritu que desencarnó, vibraciones de calma y equilibrio. 

¿Añoranza? ¡Sí, claro! 

Las lágrimas no necesitan ser reprimidas mientras sean originadas por un sentimiento noble. 

Jamás lágrimas basadas contra los designios divinos. 

Lagrimas de desespero, de angustia, vibraciones desequilibradas que, fatalmente, agravarán hasta límites incalculables, el sufrimiento del compañero que deja la materia. 

No será difícil mantener ese equilibrio para quien realmente posee una religión de uso interno y no tan solo para exteriorizaciones o datos estadísticos. 

Que la persona que desencarnó sigue existiendo, todas las religiones lo enseñan. 

De este modo, no hay que encarar a la muerte como el fin de todo. 

Todos nos encontraremos nuevamente, es como un viaje, tan solo eso. 

Escenas desagradables de desespero e indignación, demuestran solamente la falta de preparación, descontrol, egoísmo y falta de fe verdadera, a parte de herir profundamente al espíritu, casi siempre ya perturbado por el cambio de estado. 

En verdad, a veces, hay más representación que sentimientos. 

Todo puede evitarse con el uso de la oración. 

Una oración por el desencarnado, oración para que obtengamos equilibrio, oración para el equilibrio de las demás personas envueltas emocionalmente en la desencarnación. 
El pensamiento es el que obra siempre sobre el Espíritu y no los objetos materiales; estos objetos tienen más influencia sobre aquel que ruega fijando en ellos su atención, que sobre el Espíritu. 

DEJAR AL ESPÍRITU AMADO EN SOSIEGO 

Muchos parecen olvidar que Dios nos dio, a cada uno de nosotros, un espíritu protector perfectamente capaz de ayudarnos. 

No evoquemos a nuestros entes queridos, para resolver nuestros problemas. 
A parte de ser una ingratitud hacia nuestro protector, que nos acompaña desde el vientre materno, la evocación puede afligir al espíritu amado por sentirse sin medios para atendernos. 

Es un engaño pensar, que hay bastante con estar en vida espiritual, para tener poderes y conocimientos que no se poseían aquí. 

Tan solo oremos por ellos 
Helio Rocha da Silveiria Pinto (Tomado del libro “Ya Estaba Escrito”) 

Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta


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              A LA BÚSQUEDA DEL FENÓMENO

Las reuniones experimentales tienen por objeto la producción de manifestaciones físicas. Para muchas personas es un espectáculo más curioso que instructivo; los incrédulos salen de ellas más maravillados que convencidos cuando no han visto 
otra cosa, y todo su pensamiento se dirige a buscar los hilos, porque no pudiendo hacerse cargo de nada, suponen desde luego subterfugios. Lo contrario sucede con aquellos que han estudiado; comprenden anticipadamente la posibilidad y los hechos positivos determinan en seguida o acaban su convicción; si hubiese 
subterfugio, estarían en disposición de descubrirlo. 


    A pesar de esto, esta clase de experimentos tienen una utilidad que nadie podía desconocer, porque ellos son los que han hecho descubrir las leyes que rigen el mundo invisible y para muchas gentes son sin contradicción un poderoso motivo de 
convicción; pero nosotros sostenemos que ellos solos no pueden iniciar en la ciencia Espírita, como la vista de un ingenioso mecanismo, no podrá hacer conocer la mecánica, si no se conocen sus leyes; sin embargo, si estuviesen dirigidos con método y prudencia, se obtendrían resultados muchos mejores. Volveremos 
luego al mismo asunto. 


327. Las reuniones instructivas tienen un carácter muy diferente, y como de ellas es de donde puede sacarse la verdadera enseñanza, insistiremos más sobre las condiciones que deben llenar. 
La primera de todas, es el permanecer formales en toda la extensión de la palabra. Es preciso convencerse que los Espíritus a los cuales queremos dirigirnos son de una naturaleza enteramente especial; que no pudiéndose aliar lo sublime con lo trivial, ni el bien con el mal, si quieren obtener cosas buenas, es menester dirigirse a Espíritus buenos; pero no basta pedir buenos Espíritus; es menester condición expresa; estar en disposición propicia para que quieran venir; así, pues, los Espíritus superiores no irán a las asambleas de hombres ligeros y superficiales, como tampoco hubieran ido cuando vivían. 
Una sociedad no es verdaderamente formal sino a condición de ocuparse de cosas útiles con exclusión de todas las otras; si aspira a obtener fenómenos extraordinarios por curiosidad o pasatiempo, los Espíritus que los producen podrán ir, pero los otros se alejarán. En una palabra, cualquiera que sea el carácter de una reunión, encontrará siempre Espíritus dispuestos a secundar sus tendencias. Una reunión formal se separa, pues, de su objeto si deja la enseñanza por la diversión. Las manifestaciones físicas como ya lo hemos dicho, tienen su utilidad; los que quieren ver, que vayan a las reuniones experimentales, y los que quieran   comprender, que vayan a las reuniones de estudio; de este modo los unos y los otros podrán completar su instrucción espírita como muchas gentes son sin contradicción un poderoso motivo de convicción; pero nosotros sostenemos que ellos solos no pueden iniciar en la ciencia Espírita, como la vista de un ingenioso 
mecanismo, no podrá hacer conocer la mecánica, si no se conocen sus leyes; sin embargo, si estuviesen dirigidos con método y prudencia, se obtendrían resultados muchos mejores. Volveremos luego al mismo asunto. 

El libro de los médiums. Allan Kardec.



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                                                   CONVERSIÓN 

"Y tú, cuando te convirtieres, confirma a tus hermanos." -Jesús. (Lucas 22:32) 

No es fácil la conversión del hombre, como afirman los portadores de convicciones 
apresuradas. 
Muchos dicen "yo creo", pero pocos pueden declarar "estoy transformado". 
Las palabras del Maestro a Simón Pedro son muy simbólicas. Jesús las profirió, en la víspera del Calvario, en la hora grave de la última reunión con los discípulos. 
Recomendaba al pescador de Cafarnaúm que confirmarse  a los hermanos en la fe, cuando  él mismo se convirtiese. 
Cabe añadir que Pedro siempre fue su más activo compañero de apostolado. El Maestro prefería siempre su casa sencilla para ejercer su divino ministerio del amor. Durante tres años consecutivos, Simón presenció acontecimientos asombrosos. 
Vio leprosos limpios, ciegos que volvían a ver, locos que recuperaban la razón; se deslumbró con la visión del Mesías transfigurado en el Tabor, asistiera a la salida de Lázaro de la oscuridad del sepulcro, y, no obstante, aún no estaba convertido. 
Serían necesarios los trabajos inmensos de Jerusalén, los sacrificios personales, las luchas enormes consigo mismo, para que pudiese convertirse al Evangelio y dar testimonio de Cristo a sus hermanos. 
No será por que se maraville tu alma, ante las revelaciones espirituales, por lo que estarás 
convertido y transformado para Jesús. Simón Pedro presenció esas revelaciones con el propio Mesías y le costó mucho obtener esos títulos. Trabajemos, por lo tanto, para convertirnos. Solamente en esas condiciones, estaremos habilitados para el testimonio. 

CAMINO, VERDAD Y VIDA 
EMMANUEL 

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