miércoles, 14 de febrero de 2018

Un buen consejo- Reflexión




Hola amigos; hoy os presento:

- Drama en la sombra (2º); continuación y final.
- Un buen consejo- Reflexión
-Los que ven y los que no ven a Dios
- Buena voluntad





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            DRAMA EN LA SOMBRA (2º)

                                               ( Viene del anterior )

´´´´//.....

A la mañana siguiente, un cadáver representaba la respuesta de mi despecho a las esperanzas de la mujer que me había despreciado. 
A pesar de todo, la muerte no consiguió desunirlos porque Anita, aun confortada por mí, se hizo huraña y desconfiada. 
Parecía buscar en mis ojos la sombra del remordimiento que había pasado a flagelarme el corazón. 
Y, apática, desalentada, renunciando al porvenir, se rindió a la depresión orgánica, que, poco a poco, le abrió camino hacia el sepulcro. 
Se la veía contenta por entregar al tentáculo invisible de la tuberculosis la copa de su propio cuerpo. 
Cuando me vi solo, sin los dos, caí en el desánimo y en el arrepentimiento. 
Y entre la silenciosa interrogación de mis padres y la tortura interior que empezó a poseerme, escuchaba sus voces, desafiándome en cada rincón: 


— ¡Jorge! ¡Jorge! ¿Qué hiciste? ¿Qué hiciste de nosotros? ¡Jorge! ¡Jorge! ¡Pagarás, pagarás!... 


Los dos fantasmas inexorables me impelían a la muerte. Inútil intentar resistencia. 
Los percibía en todas partes, ya fuese en casa, en la vía pública o en mi interior... 
Y el deseo de mi propia exterminación comenzó a atraerme... 
En cierta ocasión, resolví no oponerme más a la tentación. 
Mis padres eran buenos, cariñosos y consagrados. 
No les podía dar el espectáculo de un suicidio claro. 
La mañana fatídica, entonces, notifiqué a mi madre que haría la limpieza del arma de un amigo. 
Ella me pidió cuidado. 
La contemplé enternecidamente por última vez. 
¡Aquellos blancos cabellos me rogaban que yo viviese! Fijé la mesa de despacho en que mi padre, ausente, solía trabajar, y su figura me visitó la imaginación, induciéndome a la calma y al respeto a la vida... 
Vacilé. 
¿No sería más justo continuar sufriendo en el mundo para, con más seguridad, reparar mis errores? 
Sin embargo, las acusaciones, en voz inarticulada, me martilleaban el cerebro. 
— ¡Jorge, cobarde! ¿Qué hiciste de nosotros?... 
Me decidí sin demora. 
Busqué el dormitorio y con el revólver prestado despedacé mi cráneo. 
¡Ah! ¡Desde entonces suspiré por vivir en el infierno de fuego terrestre que sería benigno comparado al tormento que pasé a experimentar!... 
Hoy creo que las grandes culpas transforman nuestro espíritu en una esfera impermeable, en cuyo interior de tinieblas sufrimos irremediable soledad, castigados por nuestra propia desesperación. 
Tengo la idea de que todos los padecimientos se congregaban en mí. 
Deseaba ver, poseía ojos, y no veía. 
Quería oír alguna voz familiar, reconocía mis oídos, y no oía. 
Quería mover las manos y, aunque sintiéndolas, no conseguía hacerlo. 
¡Mis pies! Los tenía intactos, sin embargo, no podía moverlos. 
Me encontraba en la condición de los mutilados que continúan señalando la presencia de los miembros que la cirugía les arrancó. 
Pasó a desplegarse conmigo una vida nueva de hambre, sed, amargura y remordimiento... 
La detonación no tenía fin. Siempre la bala aniquilándome la cabeza... 
Después de largo tiempo cuya duración no puedo precisar, noté que voces siniestras imprecaban en contra mía... 
Parecían nacer de cavernas sombrías situadas en mi alma... 
Y siempre envuelto en la sombra sibilante, sentía un fuego diferente de aquel que conocemos en la Tierra, una especie de lava ardiente e incesante vertiendo llamas vivas, como si se derramaran de mi cabeza sobre el cuerpo... 
En vano acariciaba el anhelo de dormir. 
Me torturaba el hambre, sin que pudiese alimentarme. 
Algunas veces, presentía que nubes del cielo se transformaban en tempestad... 
Tenía la impresión de arrastrarme difícilmente sobre el polvo, intentando recoger algunas gotas de lluvia que me pudiesen saciar... 
Pero, como si estuviese viviendo en una cárcel sellada, sabía que la lluvia rumoreaba por fuera sin que lograse una gota siquiera del precioso líquido. 
E, inmerso en tormentos innombrables, sufría mordeduras y punzadas, como si devoradores gusanos alcanzasen el cráneo, carcomiéndome todo el cuerpo, de los pies hacia arriba. 
En muchas ocasiones, monstruos horripilantes me abrían los párpados que no conseguía levantar y, como si me hablasen a través de pavorosas ventanas, gritaban sarcasmos y palabrotas, dejándome más desesperado y abatido. 
Siempre aquélla sensación de la cabeza desmenuzándose, de los huesos descoyuntándose y de la mente obstruyéndose, bajo el imperio de fuerzas tremendas que, ni levemente, hasta hoy, mi inteligencia podría definir o comprender... 
De nada me valían lágrimas, peticiones, lamentación... 
Ansiaba la felicidad de tocar algún mueble de sustancia material... 
Clamaba por la bendición de poder transformar las manos en un sencillo cucharón, a fin de recoger algo del polvo terrestre y localizarme al fin... 
Así viví en la condición de un peregrino devanado en las tinieblas, hasta que alguien me trajo a vuestro templo de oraciones. 
Ahora que recuperé la noción del tiempo, os digo que eso sucedió precisamente hace un año... 
Pude conversar con vosotros, oíros la voz. 
El médium que me acogió, como madre asilando a un hijo, era un imán refrescante. 
Me transfundí en las sensaciones de un cuerpo físico, del que me valía transitoriamente, me dio la idea de que yo era una bombilla apagada, buscando reanimarme en la llama viva de la existencia que me fuera habitual y cuyo calor buscaba recuperar desesperadamente. 
Después de semejante transfusión de fuerzas, observé que energías nuevas se fijaban en mi espíritu, rehaciendo mis sentidos normales y, entonces, pude gemir... 
Tuve la felicidad de gemir como antiguamente, de llorar como se llora en el mundo... 
Conducido a un hospital, recibí tratamiento. 
Transcurridos dos meses, pasé a frecuentaros. Aprendí a encontrar el socorro de la oración y, más consciente de mí, indagué por Claudio y Anita. 
Obtuve el permiso de volverlos a ver. ¡Oh! ¡Prodigio! 
Los reencontré enlazados en un hogar feliz, tan jóvenes como antes... 
Recién casados, disfrutaban la ventura merecida... 
Marido y mujer, habían reconstituido la unión que yo había hurtado... 
Me aproximé a ellos con inmensa emoción. 
La noche avanzaba plena... 
Extático, rememorando el pretérito, reconocí que los dos habían entrado en las vibraciones radiantes de la oración, pasando, justo después, al sueño dulce y tranquilo. 
Mi sorpresa se hizo más bella. Alejándose suavemente del cuerpo físico, ambos me extendían los brazos, en señal de perdón y de amor... 
Y, mientras me entregaba al llanto de gratitud, alguien que está con vosotros (1), y que es para todos nosotros una hermana consagrada e infatigable, me anunció a los oídos: 
— Jorge, el nuevo día espera para ti. 
Claudio y Anita, hoy reencarnados, te ofrecen al corazón la bendición de nuevo abrigo... 
En verdad, recibirás un cuerpo castigado, un instrumento experimental en que te lanzarás a la recuperación de la armonía... 
A fin de restaurarte, sufrirás como es justo, más todos nosotros, en ascensión hacia Dios, no prescindiremos del concurso del dolor, el divino instructor de las almas... 
¡Regocíjate, aun así, porque en este santuario de esperanza y ternura, mañana serás el hijo bendecido y querido!... 
Me despedí, radiante. Y ahora, lleno de fe viva, os traigo el mensaje de mi reconocimiento. 
Ojalá pueda yo merecer la gracia de un cuerpo torturado y enfermo, en el que, padeciendo, me rehaga y en el que, llorando, me reconforte... 
Sé que, para mis víctimas del pasado y benefactores del presente, seré todavía un fardo de incertidumbre y lágrimas, sin embargo, por el trabajo y por la oración, encontraremos, al fin, el manantial del amor puro que nos guardará en sublime comunión para siempre. 
¡Amigos, recibid mi ventura! Nada tengo para expresaros gratitud... 
Pero, un día, estaremos todos juntos en la Vida Eterna y, con el amparo divino, repetiré con vosotros la inolvidable invocación de esta hora: 
¡Que Dios nos bendiga! 
Jorge
DRAMA EN LA SOMBRA
Diversos Espíritus/Chico Xavier
Libro: Instrucciones Psicofónicas
FINAL


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                UN BUEN CONSEJO                 

                                                Reflexión. 
     Si quieres encontrar paz y alegría en este mundo derrama, alrededor de ti, optimismo y bondad. 
     En el trabajo en beneficio del prójimo almacenamos energías suficientes para vencer los embates de la vida. 
     No te pares, no pierdas las oportunidades que se te presentan diariamente para hacer el bien y para que el bien llegue abundante sobre ti. 
     !!! No te impacientes !!! 
    No tengas prisa por llegar al fin. 
    Deja que el tiempo madure los frutos, de modo que puedas recogerlos a punto. 
    Camina con seguridad y constancia, porque todo nos llegará en la hora justa y oportuna. 
    Los frutos madurados a la fuerza, no son tan sabrosos como los que maduran naturalmente. 
   Aprende a esperar con paciencia y no te desanimes.


- Mari Ángeles Calatayud Martinez-

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LOS QUE VEN Y LOS QUE NO VEN A DIOS

       Puesto que Dios es la esencia divina por excelencia, solamente puede ser percibido en todo su esplendor por los Espíritus que han alcanzado el más alto grado de desmaterialización. En cuanto a los Espíritus imperfectos, por el hecho de que estos no 
vean a Dios, no se concluye que estén más alejados de Él que los demás, puesto que, al igual que todos los seres de la naturaleza, están inmersos en el fluido divino, del mismo modo que nosotros lo estamos en la luz. Lo que ocurre es que las imperfecciones de 
esos Espíritus son como vapores que les impiden verlo.* Cuando la niebla se disipe, lo verán resplandeciente. Para eso no necesitan ascender ni buscarlo en las profundidades de lo infinito.   Cuando la visión espiritual quede destapada de las manchas morales que 
la oscurecían, lo verán, sea cual fuere el lugar en que se hallen, incluso en la Tierra, porque Dios está en todas partes. 

EL GÉNESIS 
ALLAN KARDEC 

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                   BUENA VOLUNTAD 

    Finalizando nuestras tareas de la noche del 20 de enero de 1955, fue Meimei quien nos trajo el reconforto de su palabra. Expresándose con el cariño que le señalan las manifestaciones, nos habló sobre los méritos de la Buena Voluntad. 

El sol es la fuerza que nutre la vida en la Tierra. 
La Buena Voluntad es la luz que alimenta la armonía entre las criaturas. 
Encendamosla en el corazón para caminar con seguridad y valor. 
En el hogar, es llama atractiva y dulce. 
En sociedad, es fuente de concordia y alegría. 
Cuando falta el dinero y donde el poder humano es insignificante, realiza milagros. 
Al alcance de todos, no la despreciemos. 
En todas partes, hay llagas que piden bálsamo, complicaciones que ruegan silencio, desventuras que esperan socorro y obstáculos que imploran concurso amigo. 
Muchos aguardan acciones públicos de notabilidad e inteligencia, en el cultivo de la caridad, acabando vencidos por el tiempo, entre la insatisfacción y el desencanto. 
Seamos soldados diligentes en el ejército del bien, anónimos y humildes, atravesando los días en el culto fiel a la fraternidad. 
El odio y la ignorancia guerrean con ímpetu, conquistando en el mundo el salario de la miseria y de la muerte. 
El amor y el servicio luchan sin aliento, construyendo el progreso y enalteciendo la vida. 
Con la Buena Voluntad, aprendemos a encontrar al hermano que llora, al compañero en dificultad, al enfermo infeliz, al niño desamparado, al animal herido, al árbol sin protección y la tierra seca, ofreciéndoles cooperación desinteresada, y es por ella que, Podemos ejercitar el don de servir, a través de las pequeñitas obligaciones de cada día, extendiendo las manos fraternas, silenciando la acusación descabellada, sufriendo la agresividad y callando la palabra imprudente. 
Situándola al principio de todas nuestras actividades, a fin de que nuestras iniciativas y anhelos, conversaciones y entendimientos no se desvíen de la luz. 
Recordemos que la Paz y la Buena Voluntad deben brillar en nuestros triunfos mayores o menores con nuestro Divino Maestro. 
Es por eso que el Evangelio en la cuna de Jesús comienza con la exaltación inolvidable de las milicias celestiales: 
"Gloria a Dios en las alturas, Paz en la Tierra y la Buena Voluntad hacia todos los hombres." 

Por el Espíritu Meimei. Psicografia de Francisco Cándido Xavier. 
Libro: Instrucciones Psicofónicas. Lección nº 45. Página 207. 

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3 comentarios:

Unknown dijo...

Buenos días Jose Luis.

Te escribo debido a que he percibido un pequeño error con la autoría de una reflexión de tu blog "Inquietudes espíritas" me refiero a la entrada https://inquietudesespiritas.blogspot.com.es/2018/02/un-buen-consejo-reflexion.html?spref=fb donde se encuentra la reflexión titulada "Un buen consejo" cuya autoría errónea pone que es de "- Mari Ángeles Calatayud Martinez-".

En realidad ese texto es de "C Torres Pastorino" de su libro "Minutos de Sabiduría". Aquí un ejemplo: http://www.luzespiritual.org/?p=9160

Unknown dijo...

Seguro que es un despiste de alguien. Pero ya que me he percatado, vamos hacer honor de la verdad, y poner la autoría verdadera, para poder divulgar con buen senso. Un abrazo !!

Jose Luis Martín dijo...

Estimado Manuel: Sin duda debe ser un despiste de Mari Ángeles, el no especificar la autoría de esa o de otras frases. Si es de Torres Pastorino- no lo pongo en duda-, ¿Qué cambia del mensaje?. Yo no le quito importancia al asunto, pero en este caso, si creo que lo más importante el el contenido del mensaje, por encima del autor, pues es con lo que nos debemos quedar.