sábado, 4 de marzo de 2017

El concepto espírita de Dios


                               

No esperes ver crecer flores donde nunca plantaste una semilla… 

Todo esperamos de alguna manera ser bien tratados, ser amados, considerados y respetados, esperamos siempre que en nuestro entorno haya armonía y equilibrio para nosotros, el asunto radica en que en muchos de los espacios de nuestra vida no nos dedicamos a plantar una semilla de amor, de paciencia, de tolerancia, de compasión, por lo que no podemos entonces esperar ver crecer flores. 

La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas. Sigmund Freud 

Lo que recibimos tiene mucho que ver con lo que damos, sino en su totalidad, nuestras acciones están siempre condicionadas, por nuestros pensamientos y por nuestras intenciones, de manera que todo aquello que vamos sembrando en el camino, se hace parte integrante de nuestra propia vida. 

No se trata de lo que esperamos recibir, sino de tener la capacidad de identificar que todo es causa y efecto y que las consecuencias de nuestras acciones, tarde o temprano se harán notar. Si sembramos paciencia florecerá la tolerancia, si por el contrario la ira nos domina, la intolerancia y la agresividad será lo cosechado. 

Cuando todos los días resultan iguales es porque el hombre ha dejado de percibir las cosas buenas que surgen en su vida cada vez que el sol cruza el cielo. Paulo Coelho 

Existen condiciones propias al ser humano, que se convierten en pilares fundamentales para una vida en armonía, el respeto, la consideración hacia el semejante, la compasión y la bondad, son virtudes que indudablemente podrían cambiar a la humanidad, sin embargo, nos resulta muy difícil mantener estas virtudes a flote en nuestra vida, transmitirlas y cultivarlas, entonces es bastante incoherente esperar flores a cambio, una persona que ha sido maltratada, conlleva ira y sufrimiento en su interior, esto no significa que no pueda transformar estas emociones negativas y tóxicas, pero evidentemente deberá cortar todas las espinas para dar paso a la flor. 

En las relaciones que establecemos en nuestra vida, solemos llenarnos de expectativas, esperamos siempre del otro, nos llenamos de ilusiones con respecto a lo que debe ser, más pocas veces nos detenemos a observar lo que somos o hacemos nosotros, lo que sembramos y mucho menos lo que dejamos de sembrar. De allí que las palabras tengan efectos tan destructivos o tan maravillosos en las personas, pues cada pensamiento transformado en palabra es una semilla, cada intención, cada comentario, cada acción…semillas que esparcimos por el camino de nuestra vida y que dependerá de ello lo que veamos crecer. 

Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible. -Mahatma Gandhi -

Si tienes una relación de pareja, cultiva el amor y el respeto, si mantienes la soledad en tu camino, siembra serenidad y aprendizaje, si tu vida es tu familia e hijos, siembra en ellos todo aquello que sabes germinará, y que tarde o temprano lo percibirán, pero especialmente, siembra armonía en tu vida, humildad, bondad y amor, pues estas semillas, son troncos indestructibles en los momentos de caos.

( Aportación de Viviana Gianitelli )

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ACCIÓN DE LAS ENTIDADES INFERIORES SOBRE LOS ENCARNADOS DURANTE EL CARNAVAL

DIVALDO FRANCO
 En el “Libro de los Espíritus”, encontramos el esclarecimiento de las relaciones existentes entre el mundo físico y la acción del mundo espiritual sobre este. Dicen los inmortales que  los Espíritus son atraídos por las costumbres, por los hábitos, por el carácter dominante de los hombres y que estos son más o menos asistidos, rodeados e influenciados  según la naturaleza de sus propios pensamientos.
La influencia se establece de tal forma, que los Espíritus dicen  que la población espiritual  se codea y prácticamente se confunde  con la masa de encarnados, participando intensamente de sus actividades y acciones. Para tener conciencia de la dimensión de esta relación y de los procesos que ahí se establecen, acompañemos la narrativa del Espíritu Manuel Philomeno de Miranda y su equipo en una excursión  a determinada fiesta popular en la sociedad terrestre, descrita en la obra Entre los Dos Mundos:
(…) cara a los desconciertos emocionales que las exageraciones festivas producen en las criaturas menos cautelosas,  hay una verdadera infestación espiritual perturbadora de la sociedad terrestre, cuando legiones de Espíritus infelices, ociosos y perversos, son atraídos y sincronizan con las mentes descontroladas. En ese periodo se instalan innumerables obsesiones colectivas que entorpecen a multitudes, diezman existencias, alucinan a valiosos individuos que se vinculan  a grandiosos  proyectos significadores.
Entonces, nos llamo para visitar una de las capitales brasileñas próxima, en la cual la explosión de alegría popular, en un denominado festival de verano, era ampliada por el abuso del alcohol, de las drogas y del sexo desvariado. Inmediatamente nos vimos en una concurrida playa,  maravillosamente adornada, , en la cual centenas de millares de personas se entregaban al exceso de las pasiones. La música ensordecedora sorprendia  a la masa informe, compacta y sudorosa que se agitaba al ritmo alucinante, mientras era estimulada por especialistas en la técnica de  agitación popular.
Precisando la vista, podía percibir que, no obstante a la iluminación fuerte, se cernía  una nube espesa donde se agitaba otra multitud, de desencarnados, mezclándose con las criaturas terrestres de tal forma permeada, que se tornaría difícil establecer fronteras delimitadoras  entre una u otra faja de convivencia. La desnudez predominaba  en todas partes, los movimientos sensuales y eróticos de los cuerpos con abundante transpiración exudaban  el fuerte  hedor de las drogas ingeridas  o inyectadas, produciendo extraño  desagradable hedor  a nuestras percepciones.
En el caos natural que se hacía,  esos espíritus, perversos unos, exploradores otros, vampi rizadores  en número expresivo, exploraban  sus dependientes psíquicos en lamentable promiscuidad, sometiéndolos a situaciones deplorables y a placeres groseros que nos chocaban, a pesar de nuestra larga experiencia  en relación  a connubios de ese orden… ¡Yo imaginaba, como es posible que el ser humano de estos días  de cultura, de ciencia y de tecnología, se permitían tantas sensaciones salvajes e irresponsables!
El desfile parecía no tener fin, siempre aturdido por los conjuntos musicales de textura primitiva, que los hipnotizaban, impidiendo el discernimiento. Era comprensible que se permitiesen todos los tipos de lascivias  y de perversión, ya que la multitud  era un cuerpo uniforme, en el cual las personas no disponían de espacio para la libre circulación, ocasionando la confusión de los sentidos y la mezcla absurda  de los atritos físicos.
Se trataba, sin embargo, del culto a la diosa Folia, en una  inundación física y psíquica de las más vulgares y pervertidas, en cuyo placer todos se entregaban al olvido de la responsabilidad, al apagamiento de las amarguras y a la liberación de las pasiones primitivas. Jóvenes y adultos parecían haber perdido  la dirección de la razón, dejándose enloquecer por el gozo exagerado, como si todo quedase centralizado en aquel momento  y nada más hubiese después.
Criminales de varias clases se mostraban a los juerguistas burbujeantes  e intentaban robarlos, les roban, atacándolos con armas blancas, al tiempo en que perversos psicópatas se servían de la confusión para dar largas a los disturbios  que los  señalaban. Alteraciones  y peleas violentas, que culminaban en homicidios infelices, se mezclaban  con los disparates de la fiesta que no cesaba, porque, en aquella coyuntura la vida era destituida  de significado y de valor.
No salía de la perplejidad en que me encontraba, cuando el hermano Petitinga vino en mi auxilio, comentando:
-Pasada la ola de embriaguez de los sentido, los escoyos de la fiesta  se presentaron  en los cuerpos  cansados, en las mentes intoxicadas, en las emociones  descontroladas y los individuos despertaban con inmensa dificultad para adaptarse a la vida normal, a las convenciones éticas, necesitando proseguir en la misma bacanal hasta la consumación de las energías.
“Debilitados por las extravagancias, nostálgicos  por la lujuria desmedida y ansiosos por nuevos apetitos, intentaran transformar  todas las horas de la existencia  a los delirios a que ahora se entregan…  Intentaran invertir  todos  los esfuerzos para que se repitan  los exageras, y porque las locuras  colectivas se hacen con cierta periodicidad y ellos dependen de ese opio para olvidarse de si mismos, pasan a vivir exclusivamente el día a día del desequilibrio en pequeños grupos, en los bares, en los guetos y lugares promiscuos, en los subterráneos del vicio donde se  des identifican  con la vida, con el tiempo y con el deber.
“Tornando insoportable la situación de cada una de esas víctimas voluntarias del sufrimiento futuro, los parásitos espirituales que se les acoplan, los obsesores que los dominan, explorando sus energías, nos lanzan a los abismos  de la lujuria cada vez más desgastante, al debilitamiento moral, de  la violencia, a fin de mantenerlos en el clima propio que les permite la exploración hasta la exhaustación de todas las fuerzas.
"Es muy difícil en la actualidad detener la creciente ola de sensualidad, de erotismo, de la depravación en los paisajes terrestres, especialmente en determinados países. Esto es porque, las autoridades que gobiernan  algunas ciudades y naciones, con las excepciones comprensibles, están más preocupadas con las conquistas de los votantes para engañar, que interesadas en su educación.
La educación, que libera de la ignorancia, despierta para el deber  y la concienciación de las masas, no siendo de valor para esos gobernantes, porque si el pueblo fuese esclarecido los  despojaba del poder  de que disfrutan, cara a la claridad mental  del discernimiento.  Reservan entonces altas verbas para ser aplicadas en el desperdicio moral, disfrazando las donaciones bajo la justificativa de que se trata de la utilización para el placer y la recreación, cuando estos son opuestos a los exageras de los sentidos físicos. Más recientemente, fueron encontradas otras explicaciones para la legalización de las orgias públicas, bajo los focos poderosos de la Prensa, como son los del turismo, que deja lucros en las ciudades pervertidas y cansadas por la lujuria.
Es cierto que atraen a los turistas, algunos para observar  los extraños comportamientos de las masas, que tienen en cuenta   de subdesarrolladas, de atrasadas, de primitivas, permaneciendo en camarotes de lujo, como antiguos romanos contemplando  las arenas festivas, en las cuales los asesinatos legales se mostraban  en las danzas, en las luchas de gladiadores y en el teatro fescenino… Otros, atender a los propios tormentos, mal contenidos, que pueden ser liberados con total permisión, durante los festejos incólumes.  Y otros, porque necesitan de carnes nuevas para el comercio sexual, especialmente si está lleno de niños vendidos  por hábiles exploradores y padres infelices.
“Por otro lado, los vehículos de información  de las masa exaltan el cuerpo, fomentan las pasiones sensoriales induciendo a las nuevas generaciones  y a los adultos frustrados  al el libertinaje, el fetiche de las sensaciones, transformando la sociedad en un gran lupanar.
“No es de mi estilo entretejer consideraciones que puedan tornarse críticas destructivas, más hemos de convenir que, sobrevivientes que somos de la muerte, no podemos dejar  de considerar que los engaños juerguistas de hoy serán los desencarnados tristes de mañana, queramos o no, siendo de lamentar la situación en la cual despertaran después  de la pérdida del vehículo orgánico.
 “Solo la educación, en otras bases, cuando la ética y la moral renazcan  en el organismo social,  se demostrará que para ser feliz y para recrearse, no se torna imperioso el desprecio a sí mismo, ni a su desintegración en un día, olvidándose de su eternidad”. En ese camino, nuestro conductor nos invitó  a la primera tarea que se iniciara en aquella misma  ciudad, pese al sonido terrible y flagelador de la música agresiva y de la algazara de sus aficionados. 


Texto psicografiado por Divaldo Pereira Franco, por el Espíritu Manuel Philomeno de Miranda, extraído de la obra  Entre los Dos mundos, capitulo 4, el cual recomendamos el estudio de la obra.  

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                                               OTROS MUNDOS
                   ( Respuesta de A. Kardec)

Preguntas sobre los otros mundos. 

32. ¿Qué grado de confianza puede haber en las descripciones que los Espíritus hacen de los diferentes mundos? 
Esto depende del grado de adelantamiento real de los Espíritus que dan estas descripciones; porque vosotros comprendéis que los Espíritus vulgares son tan incapaces de daros noticias con respecto a esto, como un ignorante entre vosotros para describiros todos los países de la Tierra. Muchas veces dirigís preguntas científicas sobre estos mundos a Espíritus que no las pueden resolver; si son de buena fe, hablan de ellos según sus ideas personales; si son Espíritus ligeros se divierten dándoos descripciones extravagantes y fantásticas; tanto más que estos Espíritus que no están desprovistos de imaginación en la erraticidad como en la Tierra, sacan de esta facultad la narración de muchas cosas que nada tienen de real. Sin embargo, no creáis en la imposibilidad absoluta de tener sobre estos mundos, algunas aclaraciones; los mismos Espíritus buenos se complacen en describiros aquellos que ellos habitan, a fin de serviros de enseñanza para mejoraros, y convidaros a seguir el camino que puede conduciros a ellos, es un medio de fijar vuestras ideas sobre el porvenir y no dejaros en la vaguedad. 

¿Qué comprobación puede haber para la exactitud de estas descripciones? 
La mejor comprobación es la concordancia que puede haber entre ellas; pero acordaos que tienen por objeto vuestro mejoramiento moral y que por consiguiente podéis ser informados mejor sobre el estado moral de sus habitantes que sobre el estado físico o geológico de estos globos. Con vuestros conocimientos actuales, ni aun podríais comprenderlo; este estudio no serviría para vuestro progreso en la Tierra, y cuando estéis allí tendréis toda la posibilidad de hacerlo. 

Observación. — Las cuestiones sobre la constitución física y los elementos astronómicos de los mundos, entran en el orden de las investigaciones científicas de las que los Espíritus no deben ahorrarnos el trabajo; sin esto, un astrónomo encontraría muy cómodo el hacerles hacer sus cálculos, con lo que se guardaría muy bien de convenir sin duda. Si por la revelación podían los Espíritus ahorrar el trabajo de descubrimiento, es probable que lo hicieran a favor de un sabio bastante modesto para reconocer abiertamente el origen, más bien que en provecho de los orgullosos que los niegan, y a los que por el contrario conducen a menudo las decepciones de amor propio. 
ALLAN KARDEC.

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                   CONCEPCIÓN ESPÍRITA DE DIOS

¿Cual es el concepto que tienen los Espiritista de Dios? 

Hacia Dios por las caridad y el trabajo. 
Lema de Constancia 

Trataremos de responder a esta interrogación en la forma más clara y sintética que nos sea posible, a fin de definir nuestra posición filosófica respecto a Dios, frente al ateísmo, que lo niega, al panteísmo, que lo identifica con el mundo, reduciendo los dos términos, lo finito y lo infinito, lo variable y lo inmutable a una sola sustancia y al fideísmo o teologismo que, partiendo de la fe o razonamientos a priori, lo personaliza o antropomorfiza. 

El espiritista concibe a Dios como el Espíritu que anima a la Naturaleza, como la Inteligencia Suprema que rige los destinos del Universo, que regula por medio de sus leyes eternamente establecidas todos los movimientos de la vida; pero no lo define; porque definir a Dios es limitarlo al grado de nuestra capacidad; es circunscribir sus atributos al límite de los nuestros; es relativizar lo absoluto, hacer del Espíritu universal, infinito, un ser limitado y personal. 

El espiritista no tiene la pretensión de conocer la esencia ni la naturaleza de Dios: ignora lo que El es y cómo es; pero sabe que existe y presiente su infinita grandeza y sabiduría: las obras de la Naturaleza le revelan su augusto poder. Con el mismo método que demuestra la supervivencia del alma, establece la existencia de Dios: no lo admite a priori ontológicamente, sino racionalmente, fundándose en el estudio de las manifestaciones naturales y en las luces de la ciencia y de la filosofía y, sobre todo, en el conocimiento del espíritu humano, la más elocuente manifestación de la Inteligencia Suprema: la psicología de su punto de partida. No parte de Dios para explicar el mundo y el espíritu; parte de éstos para llegar a la noción ilustrada de Dios. 

Para el espiritista, la idea de Dios es tan antigua como el mundo: no fue creada por la imaginación del hombre ni por un proceso lento de la especie; fue intuitiva antes que razonada; despertó en el hombre apenas éste tuvo conciencia de su existencia y de su inferioridad frente a un poder infinitamente superior, al cual, en relación a su grado de inteligencia, no pudo menos que reconocer, cualquiera que haya sido la forma o la naturaleza de su concepción. 

El argumento fundamental del deísmo espiritista, es de una lógica axiomática, irrefutable: no hay efecto sin causa: todo efecto inteligente obedece a una causa inteligente: de la magnitud del efecto se deduce la magnitud de la causa. La magnitud intelectual que requieren las obras de la naturaleza es infinitamente superior a la que requieren las obras del hombre. 
Y, desde luego, como no hay ciencia ni filosofía capaces de demostrar que no existe inteligencia en la Causa que rige los destinos del Universo sin negarla en el hombre -lo que es imposible, por ser ésta de una evidencia a toda prueba- y como el hombre, por muy sabio que sea, es siempre un efecto de una causa superior, que, por ser tal y colocándola por encima de toda la sucesión de causas y efectos inmediatos, es infinitamente más sabia que él, hay necesariamente que admitir la Causa Suprema, consciente y soberanamente inteligente, o creer en el absurdo de que una causa ciega puede producir efectos inteligentes. Si el hombre, y los animales inclusive, fuesen el 
resultado de fuerzas ciegas, como pretenden los materialistas, habría que preguntarse por qué estas fuerzas dejan de ser ciegas al organizarse y cómo pueden organizarse inteligentemente. 

El espiritista ve que en la naturaleza todo se mueve y obedece a un plan determinado, inteligente y armónico; que un poder omnipotente gobierna el Universo poblado por millares de cuerpos siderales que gravitan en el espacio infinito con movimientos constantes y ordenados, con precisión matemática, en un concierto armonioso y con un fin providencial; y que una fuerza directriz dirige los átomos y los organiza según el tipo de cada especie y esto establece la diversidad y regularidad de los sexos, la unidad andrógina, para reproducción y conservación de las especies y por medio de la selección natural tiende al perfeccionamiento orgánico y psicológico de cada tipo en particular y de las especies en general, dentro de la genealogía de las especies similares, y que esta misma fuerza, inteligente y previsora, ha unido sabiamente en el instinto generatriz y efectivo el placer y el dolor para, como dijo Schopenhauer, asegurar “el querer vivir de la especie”; ve que un poder omnisciente se manifiesta en la complicada organización de los seres en sus sistemas y en sus órganos adaptados a los movimientos y necesidades de la vida, en la constitución histológica de sus sistemas nerviosos, y en especial el del hombre, y en la sabia disposición y estructura de nuestros órganos y centros de percepción, en la facultad electiva de las plantas, en el instinto e inteligencia de los animales y, sobre todo, en las facultades espirituales del hombre, en su conciencia, en su razón, en su genio y en su voluntad, que prueban elocuentemente la existencia de un espíritu en la naturaleza, de una inteligencia previsora y organizadora de todo cuanto existe. Y a este espíritu universal, omnisciente y absoluto, a esta inteligencia suprema es a lo que el espiritista llama Dios. 

El concepto que los hombres y los pueblos se formaron del Ser Supremo estuvo en relación con su desarrollo moral e intelectual, con su grado de comprensión del Universo, con sus sentimientos estéticos y afectivos. Los que son capaces de sentir y comprender las armonías de la naturaleza, de descubrir y apreciar la inteligencia que rige sus destinos y, en fin, de conciliar las anomalías y las antinomias aparentes de sus leyes, y de los contrarios deducir una síntesis armónica, son también los más capaces de comprender y de apreciar a Dios. 
La dialéctica deísta-espiritista consiste, pues, en una serie de razonamientos lógicos, fundados en el encadenamiento de causas y efectos naturales y de sus leyes, a veces aparentemente contradictorias, que obedecen a un principio inteligente, que parten de él y van a parar a él y que lo mismo puede llamarse causa primera, que razón última. 
Veamos ahora en qué se diferencia el deísmo espiritista del que sustentan las teocracias y la mayoría de las religiones, lo mismo que del panteísmo en sus diversas concepciones. Las teocracias y las religiones en su mayoría no se diferencian gran cosa del politeísmo: pues si éste llegó a divinizar las fuerzas de la naturaleza, los astros y los animales, poblando de dioses el cielo y la tierra, cayendo en las aberraciones más monstruosas hasta rendir culto a los órganos generatrices de la vida. y haciendo de cada cosa un dios, aquellas, en cambio, ponen un dios en cada cosa y en cada lugar, diciendo, según la frase consabida, que “dios está en todas partes”, y con la cual no quieren significar el concepto panenteísta del Espiritismo que, como veremos más adelante, considera al Ser Supremo como el Alma del Universo, en cuyo seno, y en virtud de sus atributos, todo existe y se mueve y fuera de la cual no hay existencia alguna, sino como un ser personal y caprichoso que lo mismo se individualiza y habla con Adán, en el paraíso, que en los cielos con los arcángeles, que descienden al Sinaí a dar personalmente instrucciones de moral a Moisés, o manda mensajes a Mahoma, o bien se divide en tres personas distintas, una finita y otra infinita y la tercera todo y nada a la vez, o se localiza en el vientre de María; que, en fin, lo mismo se cierne en forma de anciano en el espacio, entre doradas nubes, que se circunscribe íntegramente en el límite reducido de una célula. Si el politeísmo ha hecho de cada cosa un dios y el monoteísmo teocrático y religioso lo ha personalizado, dividido y circunscrito, el panteísmo, en cambio, ha hecho de cada ser y de cada cosa un fragmento de Dios, y de Dios la suma o el producto de todos los seres y cosas del mundo; ha establecido, a priori, con Spinoza, la identidad sustancial entre lo relativo y lo absoluto, entre lo variable y lo inmutable y considerado al mundo como un puro fenomenismo, como la expresión de Dios. 
Dios es la sustancia pensante y el mundo el modo de su pensamiento. Y he aquí que si se afirma la realidad sustancial y positiva del mundo, se niega la existencia de Dios, y si se afirma la existencia de Dios como única sustancia, se niega la realidad positiva del mundo y se cae en escepticismo y en el absurdo de negar nuestra propia existencia. Haeckel ha expresado también con su concepción monista del Universo el pensamiento panteista de Spinoza, y ha perfeccionado esta doctrina haciéndola accesible a las nuevas concepciones de la ciencia y de la filosofía natural; teoría que hoy es aceptada con el nombre de neopanteísmo y sirve de refugio a eminentes sabios, que hasta hace poco militaban en las filas materialistas y que hoy, merced a la psicología experimental y al Espiritismo, véanse obligados a admitir un principio espiritual en el hombre y en la naturaleza, pero sin establecer ninguna diferencia sustancial entre ambos. Y es muy natural que así sea y que, a fin de no destruir el monismo, traten de conciliar todas las fuerzas de la naturaleza, de identificar a Dios con el mundo y hacer del espíritu humano una parte integrante del espíritu universal. Pero la ciencia está muy lejos de afirmar esta identidad. 
En cuanto a la filosofía espiritista, es panenteísta y no panteísta: cree que todo está en Dios, y no que todo es Dios. 

Dice Allan Kardec: 
“La inteligencia de Dios se revela en su obras, como la del pintor en el cuadro; pero, tan lejos están de ser las obras de Dios el mismo Dios, como está de ser el cuadro el pintor que lo concibió y ejecutó”. 
“Dios está en todas partes porque irradia en todas partes y puede decirse que el Universo está sumergido en la divinidad como nosotros lo estamos en la luz solar”. 
Y Flammarion puntualiza: 
“Dios no puede estar fuera del mundo, sino que está en el mismo lugar que el mundo, del cual es el sostén y la vida*. Si no temiésemos que se nos acusase de panteistas, añadiríamos que es el alma del mundo”. 
León Denis expresa este mismo concepto: “La idea de Dios no expresa hoy para nosotros la de un ser cualquiera sino la idea del Ser que contiene a todos los seres…” 
El Doctor Gustavo Geley expresa en su interesante obra Interpretación sintética del Espiritismo la idea de un “panteísmo grandioso” que, según él, se desprende de la filosofía espiritista; pero debemos confesar que esta idea, por el hecho mismo de su grandiosidad, no corresponde al término panteísmo, que es demasiado estrecho para contenerla, máxime cuando el mismo Geley, en la citada obra, se pregunta con la sabia prudencia del filósofo que no aventura juicios prematuros, si “¿somos una parte integrante, una parte exteriorizada o una creación pura y simple de la divinidad…?” y deja la solución al porvenir del espíritu. El término que, a nuestro juicio, corresponde al deísmo espiritista es el de “panenteismo” que hemos adoptado en este trabajo y que hemos tomado de Krause, célebre filósofo alemán, que hizo honor a su siglo y a la filosofía espiritualista. 

Manuel S. Porteiro 
Transcripción de 
“Espiritismo, Doctrina de Vanguardia” 
Selección del Lic. Jon Aizpúrua

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