martes, 23 de febrero de 2010

Abandonarlo todo para seguir a Dios




ABANDONO DE PADRES, HIJOS, FAMILIA Y BIENES POR SEGUIR EL REINO DE DIOS


Estas extrañas frases que se le atribuyen a Jesús, sin duda encierran un significado mas allá de lo aparente de este consejo que parece algo contradictorio con las leyes del Amor, la Justicia y la fraternidad que debe existir entre los seres humanos y más aún cuando estos pertenecen al mismo núcleo familiar.

Mas bien habría que tomarlas como una alegoría por la que trataba de inculcar la idea de que por encima de los afectos y apegos de este mundo, debemos llevar nuestra conciencia desde un punto de vista más elevado de lo que habitualmente lo considera el ser humano. Cuando una obligación ética o moral elevada se nos presenta, no podemos dejar de hacerla con la excusa de que nos lo impide otro tipo de afectos u obligaciones.

En la vida debemos reflexionar y crear nuestra escala de valores del alma, esto es, los éticos y morales. Y ante la obligación moral establecida ante un valor superior situado en esa escala, no podemos mirar para otro lado y dejar de afrontarla por otros valores que situados en la misma, ocupan puestos inferiores. Esto sería como si el avaro de bienes materiales, dejase de alcanzar el oro con la excusa de que debe de coger el plomo.

Jesús dio el ejemplo de esto cuando apenas era un adolescente, pues en un momento dado creyó conveniente aleccionar y discutir en el templo con los sabios doctores y sacerdotes, antes de acudir al lado de su familia que lo reclamaban angustiados por la momentánea pérdida. El atendió la obligación moral de orden superior que esas circunstancias consideró como mas importante, pero sin embargo no abandonó a su madre y a sus hermanos, con los que mas tarde se reunió.

Con ese mensaje no nos pide Jesús que literalmente tengamos que abandonar a nuestros seres queridos para ir por el mundo de limosnero o de eremita. Durante siglos, este episodio fue tomado literalmente por tantos jóvenes, hombres y mujeres que intentando servir a Dios, abandonaron a sus familias en una desvirtuada interpretación religiosa, y se encerraron en claustros de conventos, condenados a una vida humana antinatural y estéril, que en todo caso a ellos solamente podría servir.

Si debemos tener claro que una vez establecida nuestra escala de valores, el valor principal será el de la opción de hacer el bien y ser útiles a cuantas mas personas, tanto mejor, haciendo lo que nuestra conciencia nos dictamine como camino a seguir, pero sin que ello suponga crear el sufrimiento por abandono a nuestros familiares directos con quienes tenemos no solamente vínculos consanguíneos, sino también de carácter moral contraídos con ellos desde antes de esta vida actual.

Jose Luis

No hay comentarios: