miércoles, 26 de abril de 2023

Del salvaje al genio

   INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1,. Alegoría de la caída del hombre en la Biblia 

2.- Hablar de Jesús

3.- ¿ El proceso reencarnatorio es igual para todos los Espíritus ?

4.- Del salvaje al genio

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ALEGORIA DE LA CAIDA DEL HOMBRE EN LA BÍBLIA


            El dogma de la caída del hombre es sustentado en el campo religioso como uno de los misterios de Dios, impenetrable à la inteligencia humana. Su fundamento bíblico es el cap. III del Génesis. Todos conocen la leyenda poética del árbol prohibido, en medio del jardín del Edén, con la serpiente demoníaca (la pitón griega) engañando Eva, que lleva Adán al pecado original de la desobediencia. Pero en virtud del dogmatismo fideísta de las religiones, pocas personas admiten la naturaleza alegórica de ese cuento ingenuo. El símbolo está evidente, a flor de la piel. Pero los que consideran la Biblia como la palabra de Dios no pueden admitirlo. Entienden la alegoría como realidad divina, tomándola simplemente a pie de la letra.

            Kardec explica en El Génesis, Cap. XII, toda la simbología de ese pasaje bíblico: Adán es la personificación de la Humanidad y su falta representa la fragilidad humana; el árbol de la vida es el símbolo de la vida espiritual, que desenvolvió la conciencia humana y el libre albedrío de la criatura; el fruto prohibido está en el medio del jardín de delicias, porque es la tentación de los placeres materiales; la desobediencia de Adán y Eva es la violación de las leyes de Dios por la concupiscencia del hombre; la serpiente es la imagen de la perfidia, de la maldad humana que incita a  los otros al error. Pregunta Kardec: “¿Por qué imponer la fe ingenua de la credulidad infantil, como verdades, alegorías tan evidentes, falseando su juzgamiento y haciéndolas más tarde encarar la Biblia como un conjunto de fábulas absurdas”?.  Además de eso, Kardec estudia el verdadero sentido de los términos bíblicos en su origen hebreo y establece comparaciones entre el texto sagrado y las conocidas alegorías mitológicas. La forma de las alegorías bíblicas son bellas y su sentido es profundo. Pero esta belleza y esta profundidad son transformadas en absurdo y ridículo por la interpretación literal.

(De “Visión Espírita de la Bíblia”, de J. Herculano Pires) 

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        HABLAR DE JESÚS           


          Hablar de una persona para ensalzar sus cualidades parece, y en cierto modo, es bastante fácil. Yo tuve un maestro a quien respetaba y quería; era el ser más bondadoso y entregado que conocí: siempre que puedo o tengo ocasión, me gusta hacer mención de sus cualidades. Pero era un ser mortal.

Hablar de Jesús sí que no es tarea fácil, es un ser inconmensurable. Sin embargo me atrevo a hacerlo, solo por el hecho del respeto y veneración que siento hacia Él.

Jesús, espíritu grandioso; espíritu que mora en la casa del Señor; que ve y comprende a Dios.      

Hablar de Jesús es hablar de humildad. Fue un ser humilde. Con humildad encarnó en la Tierra y lo hizo en el vientre de María, otro espíritu humilde y generoso. Fue a nacer en una cuadra en el pueblo de Belén y le sirvió de cuna un pesebre; su colchón, la paja con que se alimenta al ganado; su compañía, un buey y una mula.   

Hablar de Jesús es hablar del Libertador; pero no de ese libertador esperado, preparado para la guerra, sino un libertador de almas. Él rescata a todo aquel cuyo proyecto es erradicar los defectos de que somos portadores.                                                                                                     

Hablar de Jesús es hablar del liderazgo; era capaz de arrastrar tras de sí a las masas; a la orilla del mar, en las márgenes del río, sentado sobre una piedra en lo alto de una «montaña». Con su palabra nos enseñó a orar; con su palabra encendió la llama de la esperanza con esa maravilla que son las Bienaventuranzas.                               

Hablar de Jesús es hablar del Maestro de maestros. Él nos enseñó a conocer a Dios, cuyo concepto era el de un Ser colérico, un Ser siempre enfadado ideando castigos para sus hijos díscolos; nos enseñó que Dios es el Padre bondadoso, comprensivo y tolerante que no castiga; que la sanción sea solo nuestra, hurgando en nuestro interior buscando la manera de nuestra regeneración.     

Hablar de Jesús es hablar de la paciencia y mansedumbre. Con paciencia y mansedumbre sufrió martirio; nos enseñó a sufrir, que el sufrimiento es generador de glorias futuras.            

Hablar de Jesús es hablar de un Hermano Mayor que, precisamente por amor, quiso encarnar entre nosotros y se autoproclamó como protector de sus hermanos mortales; protector y gobernador de este planeta Tierra, Él cuida del planeta intentando paliar los desmanes que estamos cometiendo, generando destrucción y muerte.                                                                                                             

 No, no es fácil hablar de Jesús, pues a pesar de todo lo expresado, ¡Jesús es más, muchísimo más!, y las palabras para definirlo con buen criterio son torpes y escasas.

¡Jesús, Espíritu puro, humilde, libertador, líder, hermano nuestro, prototipo del Amor!

¡Hosanna al enviado de Dios!

Mª Luisa Escrich- ( Amor, Paz y Caridad )

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¿ El proceso reencarnatorio es
igual para todos los Espíritus?
El proceso de la reencarnación, en principio es semejante para todos los Espíritus, pero en los casos de reencarnación de Seres ubicados en los planos espirituales inferiores, este trabajo es mucho mas complejo y difícil de realizar, porque siendo llevado a cabo y dirigido por Espíritus especializados en ello, estos tienen la delicadísima misión de acondicionar primeramente el periespíritu del Ser espiritual antes de que se intente acoplar a una materia. Esto se comprende mejor cuando se considera que en estos casos, el cuerpo de energía que es el periespíritu o cuerpo espiritual que con su correspondiente espíritu constituye en conjunto el Ser Espiritual, llega este a encontrarse a veces en un estado de turbación, irritabilidad, terror, o simplemente, en un estado de choque emocional, en donde las energías que lo envuelven y le configuran hasta las fibras más íntimas, se encuentran alteradas, desajustadas y desequilibradas, lo cual hace necesario esta especial preparación previa antes de iniciar la fase reencarnatoria. Al Ser espiritual de estas características la reencarnación le supone en casi todos los casos, un descanso o un paréntesis en una situación de sufrimiento que les llega a resultar insuperable, de modo que una vez dispuesto y convencido para iniciar una nueva fase evolutiva en la materia, primeramente lo tratan de adoctrinar en la necesidad de afrontar su misión en una nueva vida en un mundo físico, asimismo queda informado de las pruebas kármicas o de aprendizaje que tendrá necesidad de afrontar, haciéndole comprender que esa reencarnación le supone una maravillosa oportunidad que Dios le otorga para poder elevarse por encima de sus miserias superándose a sí mismo, intentando así despertar la ilusión y el deseo de esforzarse afrontando una nueva etapa en el plano físico y poder abandonar los planos espirituales inferiores y de sufrimiento en que se encuentra, pero si su ensombrecido estado le lleva a una posición de rebeldía ante lo que le ofrecen, negándose tercamente a aceptarlo, aunque el respeto al libre albedrío es una constante, llega el límite en que les deben empujar a tomar una decisión, que a veces la llevan a cabo en una primera etapa de inconsciencia, pero que al final les es imprescindible para salir de su estancamiento. Algo así como quien se niega reiteradamente a meterse en la piscina porque no sabe nadar, y mientras no le da alguien un empujón para hacerle caer en ella, no hay forma de que aprenda.
- Jose L. Martín-
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   DEL SALVAJE AL GENIO.

La capacidad intelectiva y volitiva de ciertos personajes de la historia, que han sido considerados genios o superhombres, no es una gracia recibida de la Divinidad, ni producto de la casualidad o herencia.
Como fue expuesto al tratar la génesis del espíritu, éste contiene (en potencia, en estado latente) las facultades cualitativas de la Divinidad Creadora, cuyo desarrollo le asemejará a ELLA.
Toda criatura, sin excepción, es igual ante Dios, aun cuando esto no guste a los soberbios y orgullosos. Las diferencias, son distintos grados evolutivos, son el resultado del tiempo y el esfuerzo. El salvaje es un espíritu joven, mientras que el superhombre es el espíritu viejo, que pasó también por esa fase del salvaje.
Así pues, la distancia que separa al genio del salvaje es, el tiempo. El genio de hoy, es el salvaje del ayer que, en el devenir de los milenios, ha ido desarrollando sus facultades a través de la lucha y del esfuerzo.
El esfuerzo, por medio del cual el Ser triunfa y se engrandece, es la puesta en acción de esa energía mental, que existe en todo individuo, en mayor o menor grado, según su desarrollo, y que le lleva a las realizaciones.
A medida que el espíritu va desarrollando las facultades de la Mente en cada vida, éstas le capacitan para mayores realizaciones en la siguiente. O sea que, en cada nueva existencia, el Espíritu lleva consigo el desarrollo y adquisición, tanto de la Mente como del Alma, que haya adquirido en sus existencias anteriores; así como también las taras morales e imperfecciones del carácter que no haya superado aún. Y en cada nueva existencia, siempre va adquiriendo algo de bueno: conocimientos, experiencias, bondad, etc.; y despojándose de algo malo: egoísmo, vanidad, orgullo, sensualismo, etc.; todo lo cual compone el proceso evolutivo del Espíritu.
En todo individuo existen dos fuerzas, digamos, dos naturalezas: una superior que empuja al Espíritu hacia arriba, hacia las realizaciones, hacia el progreso; y otra inferior, humana, que tiende hacia abajo, a la molicie, al «dolce far niente» y al sensualismo.
    La primera, es una fuerza positiva que nos conduce hacia la cima, hacia destinos cada vez más altos, nos hace avanzar hacia lo bello, hacia el bien y la felicidad. Es la Ley de Evolución que presiona al Espíritu a ascender para progresar y avanzar hacia la meta.
    La segunda, es fuerza negativa, que arrastra al individuo hacia las simas y le retarda su progreso.
     En la lucha de estas dos fuerzas, siempre hay una vencedora: la más fuerte.
     En las primeras fases de la etapa humana, en la cual priman los instintos, el Espíritu, fuerza positiva, pero débil aún, es vencido. No obstante, la Ley de Evolución, que es una ley sabia, conduce al Espíritu a través de las múltiples vidas humanas que, con sus obstáculos, dificultades y vicisitudes de todo género, va desarrollando sus facultades intelectuales y volitivas, creciendo, fortaleciéndose, y a través del dolor, sensibilizando su alma para percibir la belleza y sentir el amor.
     A medida que el Espíritu va fortaleciéndose en la lucha bienhechora y desarrollando sus facultades, VA  ANIMANDO  PERSONALIDADES  CADA  VEZ  MÁS  DESTACADAS.
     El aprendizaje en cada vida, le sirve para las siguientes. Y una tras otra, a través de las múltiples experiencias, se capacita y se engrandece para manifestarse en nuevas y destacadas personalidades que llamamos genios.
     Venimos recorriendo desde largas edades, diversas escalas del progreso eterno, y seguiremos ascendiendo empujados por la Ley Universal de Evolución. Siempre hay un trayecto descubierto de evolución que aguarda y atrae. A medida que avanzamos en el camino del progreso, el panorama se amplía en belleza y grandiosidad, que nos fascina y nos atrae.
     En el pasado, hemos sido como los salvajes que pueblan los continentes atrasados. Lo peor de nuestro trayecto en el camino hacia la meta suprema: perfección y felicidad, ya lo hemos recorrido. Queda atrás, en la noche de los tiempos. En el porvenir, mediante la firme determinación de progresar y el esfuerzo, podremos elevarnos a la altura de los espíritus gigantes, de genios inmortales, que, cual faros luminosos, alumbran la marcha de la humanidad.
     Y así, de vez en cuando encarnan en nuestro mundo los genios, y vemos que surgen personajes geniales, que son espíritus muy evolucionados, en misión de progreso de las ciencias, artes, ideas, moral; de acuerdo con el plan de las esferas siderales, para el progreso y adelanto de nuestra humanidad.
     Dolorosamente, muy pocas veces nuestra humanidad facilita el cumplimiento de su misión, y en las más de las veces se dificulta, especialmente en el campo de las ideas, por las fuerzas retrógradas encastilladas en sus convencionalismos y cargadas de orgullo.
     Como bien dice el escritor Máximo Sar: «Es un hecho indiscutible que la petulancia y la soberbia se adueña del espíritu, impidiendo su apertura a la luz de las nuevas ideas. El genio, dotado de una excepcional capacidad de percepción y de visión futura, ilumina meridianamente una parcela del conocimiento humano, que permanecía en la oscuridad, y sin embargo, los detentores de la ciencia oficial (y otros más), atrincherados en sus torres de marfil, se niegan estúpidamente a ver lo que tienen ante sus ojos. ¿Por qué?... Porque carecen de la más mínima dosis de humildad y se consideran por encima de todo y de todos...».
- Sebastian de Arauco -                       
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