jueves, 15 de julio de 2021

La cruel indiferencia

   INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- La cruel indiferencia

2.- Seamos sinceros con nosotros mismos.

3.- Caminos rectos

4.- Reflexión sobre el papel de la mujer en el mundo 

5.- ¿ Es cierto que todos en algún lugar tenemos nuestra "media naranja"?




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LA CRUEL INDIFERENCIA



Basta mirar en las grandes ciudades  y allá esta el retrato de la indiferencia. Gente maltratada, infeliz, enferma, paupérrima si están caminando por las calles, extendiendo las manos, pidiendo, suplicando.

Del interior de los coches, con las ventanas cerradas,  refrescados por el aire acondicionado, perfumados y alimentados, miramos  esas escenas como si estuviésemos viendo una película.

Algunos hasta reaccionan con cierta irritación. Culpan al Gobierno, reclaman de las diferencias sociales, llaman a los vagabundos los andrajosos que miran  para ellos con aire cabizbajo o infeliz.

Otros viran el rostro, enojados por el espectáculo de la miseria y del abandono.

Y hay los que se compadecen, más tiene miedo de abrir la ventana, de extender la mano, se sonreír.

Todos esos, invariablemente, olvidan los espectáculos de la pobreza enseguida que llegan a casa, a la oficina  o a los locales de ocio.

¿En los restaurantes, quien se acuerda de los hambrientos? Delante de los platos fragantes meticulosamente adornados, quien habría de recordar  a los niños esqueléticos, a las madres que mueren de hambre?

En los cines, las lágrimas nos vienen a los ojos ante las películas que retratan la desigualdad social avasalladora, más  salimos de allá impasibles ante el hombre torturado que sufre a nuestro lado.

¿Que hicimos de nuestra sensibilidad ante el dolor ajeno? ¿En qué punto de nuestra vida  la indiferencia se instaló en nuestro pecho y, con manos de hielo, nos tomo el corazón?

Ciertamente que la caridad  no excluye la prudencia. Y es claro que no debemos responsabilizarnos por todos los dolores del Mundo.

Pero, reflexionemos: ¿Estaremos haciendo  de hecho  todo lo que nos es posible hacer?

De momento damos las sobras de nuestra mesa, las ropas usadas, algunos pocos reales para una institución, todo muy loable.

¿Mas estaremos así contribuyendo para reducir la desigualdad aterradora que se ve en el Mundo?

Cada uno de nosotros, en el papel que desempeña, en el ambiente profesional,  puede contribuir, si, para cambiar  ese estado de cosas.

¿Quién de nosotros  vive  tan aislado que no pueda estimular a alguien al estudio, al trabajo? ¿Quién de nosotros, de excelente condición financiera, escoge un niño pobre y le da  la  oportunidad de estudiar en buenas escuelas?

¿Cuántas veces tenemos la oportunidad de cambiar la vida de alguien  desvalido y nos callamos, nos omitimos, encojemos?

Para aquel que tiene voluntad real de contribuir, la vida ofrecerá muchas oportunidades de hacer la diferencia.

Por eso, abra su corazón para el amor. Desde hoy, deje que sus ojos contemplen el Mundo con mucha más bondad.

Procure ver en cada criatura sufrida a un hermano que  tantea, ciego, en busca de la mano amiga que le ofrezca apoyo y seguridad.

La indiferencia es la oscuridad del alma. Encienda la candela de un corazón sensible  y traiga luminosidad para su vida y para la de sus compañeros de jornada.

Redacción de Momento Espirita


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   Seamos Sinceros con nosotros mismos                  


Por Colaboraciones -Revista A la Luz del Espiritismo (Puerto Rico) 

La filosofía espírita difiere de otras líneas filosóficas, religiosas y espiritualistas en cuanto a señalar y adjudicar responsabilidad por el comportamiento de cada hombre. El Espiritismo teoriza que el espíritu humano surge sencillo e ignorante, en cuyas primeras encarnaciones aparece como un infante, iniciándose en la humanidad. En la etapa primitiva prevalece lo instintivo y, poco a poco, en su recorrer evolutivo su inteligencia y el sentido moral se van desarrollando, calando y ampliando la conciencia. En nuestras sucesivas apariciones en el mundo corporal, conforme a la progresiva ley de reencarnación palingenésica, vamos cambiando y escalando diversos mundos, con la aspiración de llegar lo más pronto a mundos celestes, propios de los espíritus puros. 

Hoy nosotros habitamos este expiatorio planeta Tierra, que es un hospital de enfermos del alma, donde venimos a curarnos del dolor causado por la plaga del mayor de los vicios, el egoísmo y su descendiente, el orgullo; encarando entonces las consecuencias de nuestros actos. En última instancia hemos hecho uso del libre albedrío que nos obliga a responder a la ley de causa y efecto; claro, con los debidos atenuantes alcanzados en la vida misma. Con nuevas experiencias, estudios, lecciones, esfuerzo y voluntad nos vamos alejando cada día de la ignorancia (natural causante de muchos males), aprendiendo, corrigiendo y reparando. 

Nos dice Kardec que el verdadero espiritista es aquel que hace esfuerzos por realizar el bien y superar sus malas inclinaciones, o sea, mejorarse moralmente. Por otro lado nos dice, que el verdadero hombre de bien es aquél que practica la ley de justicia, amor y caridad. La combinación del esfuerzo constante por mejorarse y la práctica de la ley de justicia, amor y caridad deben guiar el comportamiento o conducta de todo espírita. 

Usando como base las preguntas sugeridas por León Denís, al final de su magistral obra literaria, “En lo Invisible”, ganamos una guía para interrogarnos, conocernos a nosotros mismos y someternos al juicio de nuestras propias conciencias. Preguntémonos y seamos sinceros con nosotros mismos.

 Contestemos a nuestras conciencias las siguientes preguntas: 

1 ¿He dado a mi tiempo y a mis facultades un empleo útil, inútil o perjudicial para mí o para los demás?

 2 ¿He cometido alguna acción que me avergonzaría declarar? 

3 ¿He hecho a alguien lo que no hubiese querido que me hicieran a mí? ¿He hecho por los demás lo que hubiese querido que me hicieran a mí? 

4 ¿Ha debido sufrir alguien las consecuencias de mi carácter, de mi cólera, de mi mal humor, de mi irritabilidad, de mis excesos o de mi orgullo? 

5 ¿Me he procurado algún placer o alegría a costa de terceros, o bien ha sufrido alguien por mí? 

6 ¿Me he negado alguna vez a hacer el bien, por haber sido anteriormente pagado con ingratitud? 

7 ¿He sido más rígido para con los demás que conmigo mismo? ¿He tratado de descubrir las faltas de los demás antes que las mías? ¿He reprochado a mi prójimo aquello de lo que yo también soy culpable? 

8 ¿He hecho resaltar y puesto en evidencia las faltas de los demás en vez de disimularlas o atenuarlas? 

9 ¿He dado algo que luego haya sido para mí una privación? ¿Me he alabado de haber dado algo que no me hacía ninguna falta o bien de la privación que con ello me impuse? 

10 ¿Han perdurado en mí los sentimientos de odio, de rencor o de animosidad contra alguien? Si Dios resolviera sacarme hoy mismo de este mundo, ¿puedo estar seguro de no llevarme ningún resentimiento? 

11 ¿He concebido ideas de venganzas contra alguien? ¿He ejercido alguna venganza? 

12 ¿He deseado bien o mal a aquellos de quienes recibí un mal proceder? ¿Me he alegrado o entristecido por el bien que han logrado mis enemigos? ¿He deseado la muerte de mis enemigos? 

13 ¿Me he dejado dominar por la vanidad y el amor propio? ¿He buscado lo que podía halagar mi orgullo y vanidad? 

14 ¿Me he envanecido de los bienes que me fueron concedidos, de la fortuna o las buenas cualidades de mi físico, de mi inteligencia, de mi saber? ¿He procurado poner en evidencia mis ventajas personales, haciéndolas valer en perjuicio de otros, humillando a alguien con su comparación? 

15 ¿He hecho el bien por ostentación? ¿He buscado los aplausos por el bien que cumplía? ¿Me he alabado por los servicios que hice a otros? 

16 ¿He sentido herida mi susceptibilidad por los consejos que me han sido dados, por las críticas que se han hecho de mis ideas, de mis opiniones o de mis producciones? ¿He concebido animosidad contra los que no han aprobado todo ello? 

17 ¿He dado más importancia a las cosas temporales que a las espirituales? ¿Me causó pena la pérdida de algún bien terreno? El Espiritismo invita al “conócete a ti mismo” y una gran forma de hacerlo es interrogándonos constantemente, para de esta forma identificar las malas inclinaciones y pasiones perniciosas que retrasan nuestro desarrollo moral e intelectual. 

Estimado lector, al responder las preguntas sugeridas no te deprimas por tus afirmaciones. Sabemos que paso a paso todos progresamos, unos más rápidos y notables y otros de forma imperceptible, pero siempre adelantando. Nada se pierde en el vacío, siempre hay ganancias, la vida en sociedad es el complemento imprescindible para la asistencia mutua de todos los espíritus encarnados, es la divina y moral Ley de Sociedad. 

Las respuestas nos deben ayudan a hacer profundas reflexiones y sobre todo a establecer planes de acción para las conquistas de virtudes y la eliminación de vicios. Todo es parte de la incesante lucha propia de la constante evolución espiritual. Te invito a que todas las noches, antes del sueño reparador, te preguntes además, ¿hoy hice todo el bien que pude?

 Adelante hermano lector, que tus revisadas contestaciones vayan inclinándote hacia la total satisfacción del disfrute del bien en todas sus dimensiones. Recordemos, seamos sinceros con nosotros mismos. 

Hasta el próximo CONVERSANDO*… Por José Colón - Art. publicado en la revista A la Luz del Espiritismo, Publicación Oficial de la Escuela Espírita Allan Kardec de Puerto Rico

( Art, tomado de Zona Espirita)


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                                                  CAMINOS RECTOS

 

   “ Y él les dijo: Lanzad la red hacia la banda derecha del barco y hallareis”           (Evangelio de Juan 21-65)


      La vida , para ser aprovechada y feliz, debería de ser con una  rigurosa observancia de los intereses de Dios. Ante este pensamiento, yo me pregunto: ¿ Cuales son esos intereses?. Creo que la única respuesta posible es la de retomar el  camino del Amor  a Dios y al prójimo, pues si sabemos que Dios es Amor, solamente sintonizando con ese Amor, podemos  sentirnos felices y plenos.  Es el  mismo Amor ejemplificado y predicado por Jesús de Nazaret, y todos los grandes Avatares que vinieron a la humanidad antes que Él.

      El Padre mismo  ha invertido en toda Su Creación y en todas sus criaturas, particularmente en el ser humano, porque es espíritu en proceso evolutivo llamado a ser algún día Divino, como la Fuente de Origen de donde procede, a través de los caminos de la evolución  mediante   las múltiples reencarnaciones en los mundos físicos. Durante estas vidas en la materia tiene tiempo de practicar y aprender lo que es el Amor mediante la convivencia con los demás hermanos de la Humanidad que le acompañan en cada vida, y así  hasta llegar a sintonizar con Su vibración de Amor, que es la vibración misma del Creador, y de este modo  ir perfeccionándose como Espíritu al  aproximarse cada vez más a su Creador. Este, el Padre, quiere que sus hijos de la humanidad espiritual sean felices, y la forma de conquistar la felicidad es creciendo en el Amor Divino.

  Los mundos físicos son escuelas de evolución en donde aprendemos y ensayamos por la sagrada senda del Amor  a Dios a través del Amor al prójimo en cada una de nuestras existencias humanas. Sin embargo con frecuencia tendemos a vivir de espaldas a este sagrado designio de querer y  saber vivir según la Voluntad Divina, practicando la ley del Amor que Jesús, así como también otros profetas y Enviados nos enseñaron y ejemplificaron. Fijémonos que la enseñanza   o el factor común que todos estos grandes Enviados, además de Jesús, transmitieron a la Humanidad, es precisamente el camino del Amor, que es el camino recto para ascender  hasta Dios y dejar de necesitar, cada vez menos, los mundos materiales para poder progresar.

      Cuando nuestra vida transcurre de espaldas a Dios se origina un desequilibrio espiritual  que causa infelicidad por el  cúmulo de errores cometidos y deudas contraídas que antes o después se tendrán que saldar y equilibrar dentro del marco de la ley de Justicia y su mecanismo de acción con la ley de Consecuencias ( ley kármica), que es una ley natural que nos reconduce al camino del Amor cuando de él nos desviamos con nuestros errores.

       Al no encontrar el verdadero camino interior que aporte equilibrio y felicidad, muchos se desesperan acusando a Dios de su desdicha, sin reconocer que los estados de sufrimiento son generados por nuestra imprevisión y nuestros propios errores que nos son permitidos cometer a fin de aprender de ellos a no cometerlos y tener que sufrirlos más.

       Jesús  de Nazaret, el más grande modelo de perfección moral  al que puede aspirar el ser humano, nos indicó a dónde dirigir las redes de nuestras vidas para obtener el fruto correspondiente. Somos pescadores de bienes espirituales y morales, a través de  los agitados mares  de  las vidas sucesivas en este mundo, en donde luchamos cada día y como en el relato evangélico, cuando vemos peligro de zozobra o de fracaso, pedimos al Padre que nos ayude y nos salve de estas tempestades que son las complejos tramas del destino  en los que nos hemos envuelto  cada uno, y que nos amenazan con enredarnos como pesadas redes en medio de un mundo en el que tememos fracasar como temeríamos hundirnos en medio de un agitado y oscuro mar tenebroso, y en el que anhelamos llegar a la orilla segura de la propia evolución, para ponernos a salvo,  creciendo espiritualmente hasta poder alcanzar  nuevas y mejores existencias en los mundos de regeneración, en los que en vez de predominar el mal como sucede todavía en la Tierra, el Amor y el Bien  constituyen  el mismo camino pero mas fácil de transitar que  en  este mundo  en donde  esa senda es aun difícil y tortuosa, pero es  la única que nos conduce a la Luz del porvenir.

 -José Luis Martín.-

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 REFLEXIÓN SOBRE EL PAPEL DE LA MUJER EN EL MUNDO

    La prensa internacional notificó recientemente que las mujeres reivindican la posibilidad de dirigir vehículos automáticos en Arabia Saudita. Destaca que activistas iniciaron una campaña para que consigan el permiso para conducir en las avenidas y calles sauditas. Ese tipo de comportamiento nos remite para los oscuros escenarios medievales. ¡Qué absurdo!

 En pleno siglo XXI aun tengamos que convivir con esa situación discriminatoria contra la mujer. Hay actualmente una ingente lucha de la mujer (cada mujer en su actividad, en su día a día) para la obtención de un espacio para su crecimiento como persona. La búsqueda de nuevos caminos profesionales para la mujer, hoy toma cuenta de casi todas las familias, en función también de las nuevas necesidades que cada día surgen en nuestra civilización. Sin embargo, no siempre fue así: según las Escrituras- la mujer es responsable por la proscripción del hombre; ella pierde a  Adán y, con él, a toda la Humanidad; igualmente Dalila  traicionó a Sansón. Un pasaje del Eclesiastés la declara “una cosa más amarga que la muerte”. El casamiento mismo parece un mal: “(…) los que tienen esposas sean como si no las tuviesen”. Exclama Paulo a los Colosenses, a los Efesios. 

Realmente, hubo un periodo más oscuro en que el cristianismo “oficial” no comprendió a la mujer. Sus representantes (monjes y padres), viviendo en el celibato, lejos de la familia, no podían apreciar el poder y el encanto de ese delicado ser, en quien consideraban antes un peligro. 

   En contra partida a ese cruel tratamiento de la iglesia, la mujer era considerada sacerdotisa en los tiempos védicos; al altar domestico, íntimamente asociada, en Egipto, en Grecia y en Galia, las ceremonias del culto, por todas partes .Era la mujer objeto de una iniciación, de una enseñanza especial, que de ella hacían un ser casi divino, el hada protectora, el genio del hogar, la custodia de las fuentes de la vida. 

    La situación de la mujer, en la civilización contemporánea, aun es difícil y bastante sufrida. Como vimos en las noticias de antes, no siempre la mujer tiene de su parte los derechos y las leyes; muchos peligros la cercan, si ella titubea, si sucumbe, normalmente no se le tiende una mano amiga. ¡Y lo peor! La corrupción de los valores morales hace de la mujer la victima del momento. Sin embargo la Doctrina Espirita la restituye a su verdadero lugar en la familia y en la obra social, indicándole la sublime función que le cabe desempeñar en la educación y en el adelantamiento de la Humanidad. 

   El Espiritismo la atrae y le satisface las aspiraciones del corazón, las necesidades de ternura, que se extienden, para más allá de su círculo de vida física. De ahí la necesidad de desarrollar en la mujer, al mismo tiempo  que los poderes intuitivos, sus admirables cualidades morales, el olvido de sí misma, el júbilo por el sacrificio, en una palabra, el sentimiento de los deberes y de las responsabilidades inherentes para su misión sublime. La mujer tiene que hacerse mariposa; ella tiene que salir de su capullo; y reconquistar sus derechos, que son divinos, y como  la mariposa nocturna, lanzarse en la atmósfera y reencontrar el clima de su justo valor. Porque si el agente educador por excelencia fuera reducido al estado de nulidad, la sociedad vacilaría. Es lo que debéis comprender en el siglo actual  El espiritismo defiende la tesis de que son iguales ante Dios, el hombre y la mujer y tienen los mismos derechos, pues ambos poseen la facultad de progresar  y si en algunos países la mujer es considerada inferior, eso es resultado del predominio injusto y cruel que sobre ella impuso el hombre. Es el resultado de las instituciones sociales y del abuso de la fuerza física sobre la debilidad. Entre hombres moralmente poco adelantados, la fuerza física se hace derecho, pero las funciones a que la mujer es destinada por la Naturaleza tendrán una importancia tan grande como las destinadas al hombre e incluso mayor. Es ella quien le da las primeras nociones de la vida. 

   Siendo así, una legislación, para ser perfectamente justa, debe consagrar la igualdad de los derechos del hombre y de la mujer, aunque sin embargo señalando  funciones diversas, pues es preciso que cada uno esté en el lugar que le corresponde. Que se ocupe del exterior el hombre y del interior la mujer, cada uno de acuerdo con su aptitud. y capacidad. 

   Con mucha razón la ley humana, para ser equitativa, debe consagrar la igualdad de los derechos del hombre y de la mujer. Todo privilegio concedido al uno o al otro, es contrario a la justicia. La emancipación de la mujer acompaña el progreso de la civilización. Su esclavización va a la par de  la barbarie. Los sexos, más allá de eso solo existen en la organización física. Visto que los Espíritus pueden encarnar en uno y en otro, bajo ese aspecto ninguna diferencia hay entre ellos. Deben, por consiguiente, gozar de los mismos derechos. y libertades. 

    En el reciente pasado la mujer no tenia voz, no tenía voluntad y creían que ni siquiera tenía alma. Este tema fue hasta discutido en un concilio en el año 585, no solo discutían si la mujer tendría alma, sino que también se afirmaba  que la naturaleza de la mujer era mala; era culpada de tantos males, porque (como vimos más arriba) en la Biblia consta que ella es quien aceptó la sugestión de la serpiente y desvió a Adán de la obediencia de Dios. 

   Como reacción a esa milenaria subyugación de la mujer, actualmente ocurren extremismos preocupantes en su estructura psicológica. La miseria, las lágrimas, la prostitución, el suicidio – tal es el destino de gran número de infelices mujeres en nuestras sociedades opulentas y materialistas. Muchas mujeres se radicalizan. Su cuerpo es considerado solo de ellas, ellas hacen lo que bien les parece, no deben nada a nadie.

    El desafió es real. El desafió es encontrar el  término medio, el punto acertado, y el equilibrio momentáneo para la mujer moderna. Por tanto, al ser mujer y ser madre se colocan como desafíos cotidianos, a ser enfrentados. 

   Hace dos mil años Jesús propuso dar a la mujer una condición de “status” social igual a la del hombre. En verdad  que de ella proviene la vida; y ella es la propia fuente de esta; es la regeneradora de la raza humana, que no subsiste y se renueva sino por su amor y sus tiernos cuidados. 

    Todo inocuo argumento machista de que la  mujer es  solamente la sombra del marido, procreadora por excelencia, objeto de placer o si acaso solo como  alguien que toma cuenta de la casa, es evidente que precisa ser aclarado y rehecho, por ser un  fenómeno extemporáneo. 

    Concebimos hasta que la mujer debiera reducir, en cuanto le fuera posible, el tiempo gastado en el trabajo profesional y se esforzase más en la tarea de la educación de sus hijos, prefiriendo ganar un poco menos en valores materiales y potencializando sus tesoros espirituales. Sabemos que actualmente no es fácil esa tarea, pues la sociedad se inclina ante el consumismo materialista, secuestrando a la mujer del hogar para clausurarla en las funciones modernas a veces subalternas a su grandeza y casi siempre extrañas a su naturaleza. 

    La administración de una familia, actualmente, es tarea extremamente importante. Dentro de esa pequeña republica está el factor económico, las reglas, la disciplina, el celo, las tradiciones y la responsabilidad de formación moral e intelectual de los hijos. La mujer debe conciliar el papel de madre y esposa, algunas veces dejado de lado. Por eso es importante no permitir que la competición de la pareja, las presiones del estatus, del dinero y del destaque social roben el equilibrio que la felicidad de la familia requiere. 

    Nada más justo que la lucha por la causa de mayor libertad y derecho para ella. Al final en el Orden Divino no hay distinción entre los dos seres. Sin embargo, urge mucha cautela. Los movimientos feministas aunque tengan su valor, acostumbran a caer en el radicalismo queriendo hacer de la participación natural una imposición. Muchas veces, en sus intuiciones, al lado de comprensibles pleitos, enuncia propósitos que harían de la mujer, no más mujer, sino una imitación del hombre. En sintonía con los pleitos femeninos, actualmente, en las huestes espiritas, se observa a la mujer no solo trabajando como médium en el campo de la mediúmnidad, sino también la encontramos dialogando con los espíritas, dirigiendo reuniones mediúmnicas, instruyendo y preparando nuevos trabajadores en el campo de la mediúmnidad y  escribiendo para esclarecer y orientar la práctica mediúmnica. 

   Es el Espiritismo, esta bendita doctrina la que nos permite eso, porque no solamente nos ilumina individualmente, nos consuela y nos alienta, sino que  también enseña, que estando encarnados como hombres o como mujeres, nos unamos en nuestros esfuerzos y juntos continuemos para realizar el sublime intercambio espiritual.

 Jorge Hessen 

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¿ Es cierto que todos, en algún lugar tenemos nuestra "media naranja"?

 Las almas que deben unirse ¿se hallaban predestinadas para esa unión desde su origen, y cada uno de nosotros posee, en alguna parte del Universo, su mitad, con la cual inevitablemente se reunirá algún día?

- No, no existe unión particular y fatal entre dos almas. La
unión es entre todos los Espíritus, pero en grados diferentes, según el
rango que ocupen, vale expresar, de acuerdo con la perfección que
hayan alcanzado: cuanto más perfectos son, más unidos están. Todos
los males de los humanos nacen de la discordia. En cambio, de la
concordia resulta la felicidad completa.


EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS
ALLAN KARDEC

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