INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.-Algunos comentarios espíritas ante las funciones cerebrales
2.- Indumentaria de los Espíritus
3.- La Ciencia y el Espíritu
4.-¿Somos Espíritus inmortales. La inmortalidad a debate
5.- El despertar de inquietudes espirituales
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Indumentaria de los Espíritus
126. Ya hemos dicho que los Espíritus se presentan con túnicas, amplias vestiduras o ropa común. Las vestiduras amplias y flotantes parecieran ser el indumento generalizado en el mundo de los Espíritus. Pero nos preguntamos de dónde sacan esos trajes con que a veces se muestran, en un, todo semejantes a los que utilizaban en la vida material, y que incluyen la totalidad de sus accesorios. Por supuesto, no se lo han llevado consigo esos objetos al desencarnar, sino que tales piezas siguen en nuestro mundo. ¿De dónde provienen, pues, las que visten en el otro?
Esta incógnita siempre ha intrigado mucho. Más, para grandes números de personas no pasaba de ser un mero motivo de curiosidad. Con todo, implicaba una cuestión básica de gran importancia, por cuanto su solución nos ha puesto en el camino de describir una ley general que es aplicable así mismo a nuestro mundo corpóreo. Numerosos hechos han venido a complicarla y a poner de relieve la insuficiencia de las teorías que se habían esbozado.
Hasta cierto punto se podía explicar la presencia del traje, puesto que es posible considerar a éste como formado, en cierto modo, parte del individuo. Más no sucede lo mismo con los accesorios y objetos personales, como por ejemplo, la tabaquera que llevaba consigo el visitante de la dama enferma, a quien nos hemos referido en el párrafo 116. Subrayemos que en ese episodio no se trataba de la aparición de un muerto, sino de un encarnado, y que este caballero, cuando volvió en persona a la casa de la señora, tenía una tabaquera en un todo similar a la que había mostrado al aparecerse ante ella. Cabe preguntarnos, pues, dónde había encontrado el Espíritu una tabaquera igual. Podríamos mencionar gran cantidad de casos en que Espíritus de muertos o de vivientes se aparecen con objetos diversos, como bastones, armas, pipas, libros y otros objetos más.
Se nos ocurrió entonces la idea de que los cuerpos inertes podían tener sus dobles etéreos en el mundo invisible. Que la materia condensada que forma los objetos tal vez posea una parte quintaesenciada que escapa a nuestros sentidos*. Esta teoría no se hallaba desprovista de verosimilitud, pero se mostraba impotente para explicar todos los hechos. Había uno, en especial, que parecía poder invalidar todas las hipótesis. Hasta entonces sólo se había tratado de imágenes o apariencias. Y ya hemos comprobado que el periespíritu es capaz de adquirir las propiedades de la materia y hacerse tangibles, pero esa tangibilidad es solo momentánea, ya que pasados unos instantes el cuerpo sólido se desvanece como una sombra.
No cabe duda de que es un fenómeno extraordinario; pero lo que acaso sea más extraordinario aún es ver cómo se crea materia sólida persistente, cosa probada por un gran número de hechos auténticos, sobre todo el de la escritura directa, a la que nos referiremos en detalle en un capítulo destinado al tema. Sin embargo, puesto que este fenómeno se vincula íntimamente con la cuestión que ahora nos ocupa, y constituye una de sus aplicaciones más positivas, saltearemos el orden en que debe ser expuesto.
* Esta teoría del doble etéreo de las cosas es verdadera tanto para el espiritismo como para otras corrientes espiritualistas, mas no se aplica al caso de las apariciones. La explicación de los Espíritus revela una vez más su independencia con respecto a las ideas admitidas, inclusive tradicionalmente, por nuestros sistemas. (Nota de J. Herculano Pires)
127. La escritura directa, o neumatografía, es la que se produce en forma espontánea, sin concurso de la mano del médium ni del lápiz**. Basta tomar una hoja de papel en blanco, lo que se puede hacer adoptando todos los recaudos previos necesarios para asegurarse de que no se es víctima de una superchería, doblarla y colocarla en cualquier parte: en un cajón o simplemente en un mueble. Y si se dan las condiciones adecuadas, al cabo de un tiempo mayor o menor se encontrarán en el papel caracteres, signos varios, palabras, frases y aún mensajes, casi siempre trazados con una sustancia grisácea análoga al grafito de la mina del lápiz. Otras veces aparece la escritura hecha con lápiz rojo, tinta común y también tinta de imprimir.
Tal el fenómeno, en toda su sencillez, y cuya reproducción, aunque poco usual, no es, sin embargo, muy rara, ya que hay personas que lo obtiene con bastante facilidad. Si se colocara un lápiz frente al papel se podrá creer que el Espíritu se ha servido de él para escribir; pero, puesto que el papel se encuentra enteramente solo, es evidente que la escritura ha sido hecha con una materia depositada. Ahora bien, ¿de dónde saca el Espíritu esa materia? He aquí el problema, a cuya solución hemos sido conducidos por la tabaquera de que hablamos hace poco.
128. tal solución nos la dio el espíritu de San Luis en las respuestas siguientes:
1.) Hemos mencionado un caso de aparición del Espíritu de una persona encarnada. Ese Espíritu poseía una tabaquera y aspiraba rapé. ¿Experimentaba entonces la misma sensación que cuando se hace esto en la realidad?
- No
2.) Esa tabaquera tenía igual forma que la que usaba él habitualmente, y que estaba en su casa. ¿Qué era, entonces, tal objeto en manos del aparecido?
- Una apariencia. Su finalidad consistía en hacer reparar en él, como efectivamente sucedió, de modo que la aparición no fuese tomada por una alucinación debida a la enfermedad de la vidente. El Espíritu quería que la dama creyese en la realidad de su presencia, de ahí que haya adoptado todas las apariencias de la realidad.
3.) Acabáis de decirnos que se trata de una apariencia. Pero una apariencia no tiene nada de real: es como una ilusión óptica. Querríamos saber si aquella tabaquera era sólo una imagen irreal, o si había algo de materia en ella…
- Por cierto que sí. Precisamente, con ayuda de ese principio material el periespíritu adopta la apariencia de ropas semejantes a las que el Espíritu llevaba cuando estaba encarnado.
OBSERVACIONES. –Es evidente que hay que entender aquí la palabra apariencia en el sentido de aspecto, imitación. . La tabaquera real no estaba ahí. La que tenía el Espíritu solo era una representación. Se trataba, pues, de una apariencia, si la comparamos con la original, aunque estuviera formada por un principio material.
Nos ha señalado la experiencia que no se debe tomar al pie de la letra ciertas expresiones que los Espíritus emplean. Si las interpretamos con arreglo a nuestras ideas nos exponemos a grandes equivocaciones. De ahí que sea necesario profundizar el significado de sus palabras cada vez que presenten éstas la menor ambigüedad. Es una recomendación que nos hacen constantemente los Espíritus mismos. A no ser por la explicación que en esta oportunidad suscitamos, el vocablo apariencia, reiterado de continuo en episodios análogos, podía dar lugar a una falsa interpretación*
** Posteriormente se admitió la escritura directa por medio de un lápiz u otros instrumentos, pero sin el uso de las manos. Véanse las experiencias de J. K. Friedrich Zóllner con el médium Slade, en Provas científicas de sobrevivencia, (Nota de J. Herculano Pires)
4.) ¿Será, acaso, que la materia inerte se desdobla; que existe en el mundo invisible una materia esencial, que adopte la forma de los objetos que estamos viendo aquí? En síntesis, cada uno de esos objetos ¿tendrá su doble etéreo en el mundo invisible, de la manera misma que los seres humanos están representados en él por los Espíritus?
- No es eso lo que sucede. El Espíritu ejerce, sobre los elementos materiales que existen por doquier – en el Espacio, en vuestra atmósfera-, un poder que estáis lejos de sospechar. Según su voluntad, es capaz de concentrar tales elementos y darles la forma y apariencia adecuada a sus proyectos.
OBSERVACIONES: Esta pregunta, conforme se habrá podido advertir, era la traducción de su propio pensamiento, es decir, de la idea que nosotros nos habíamos formado acerca de la naturaleza de dichos objetos. Si las respuestas de los espíritus fueran, como algunos pretenden, el reflejo del pensamiento de los asistentes de la sesión, entonces abríamos obtenido en este caso particular una confirmación de nuestra teoría, en vez de una teoría opuesta, como en efecto sucedió.
5.) Plantearé de nuevo la pregunta en forma categórica, a fin de evitar todo equivoco: las ropas que con que se cubren los Espíritus ¿son algo?
- Pienso que mi respuesta anterior dejó resuelta la cuestión.
¿No sabéis, por ventura, que el periespíritu mismo es algo?
6.) De esta explicación resulta que los Espíritus someten a la materia etérea a las transformaciones que desean. Así por ejemplo, refiriéndonos a la tabaquera de que hablábamos, el Espíritu no la encontró hecha, sino que la produjo él mismo mediante un acto de su voluntad, para utilizarla en el momento en que la necesitaba, y de igual modo ha podido después deshacerlas. Lo mismo debe de ocurrir con todos los demás objetos: ropas, alhajas, etcétera.
- Es evidente.
* Esta observación de Kardec es de la mayor importancia para cuantos se dedican a la práctica del Espiritismo. Los Espíritus se hallan en un mundo diferente al nuestro, y aun cuando estén hablándonos en el mismo idioma que utilizamos nosotros, no siempre éste corresponde a nuestra manera de ver las cosas. Debemos permanecer atentos a lo que nos dicen y solicitarles todas las aclaraciones que nos parezcan pertinentes. El problema del lenguaje de los Espíritus – ya señalado por Kardec-, requiere estudios en profundidad que aun están por hacerse. (Nota de J. Herculano Pires.)
LABORATORIO DEL MUNDO INVISIBLE
Capítulo VIII DEL LIBRO DE LOS MÉDIUMS- ALLAN KARDEC
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LA CIENCIA Y EL ESPIRITU
La grandiosidad de los conceptos filosóficos que se desprenden de la Reencarnación y del Espiritismo que la apoya y sostiene, está precisamente en que esta idea está respaldada por investigaciones de carácter científico, que las han confirmado alguna vez, aunque la propia ciencia oficial de carácter ateo y materialista las ha preferido ignorar.
Asimismo el desconocimiento de lo trascendente originado por las religiones dogmáticas occidentales que han tenido durante la Historia buen cuidado en ocultarla por mantener intereses mundanos que se apoyaban en sus postulados de carácter político o religioso y estos chocaban frontalmente con lo que nos muestra esta idea que acompañó a la Humanidad desde sus orígenes, hacen que en general sea una realidad poco conocida y poco tomada en serio, como si de una superstición o dogma oriental más se tratara
Cabría preguntarse: ¿ Alguna vez la Ciencia ha intentado comprobar la existencia del Espíritu?
En efecto, han sido muchos los investigadores y hombres de Ciencia que han enfocado sus estudios y esfuerzos al esclarecimiento de este asunto.
Durante décadas pasadas, la Parapsicología ha estudiado e investigado los fenómenos Psi-Theta, recurriendo al nombre de la última letra griega, que es la inicial de Thanatos, y significa muerte, para englobar bajo este epígrafe las manifestaciones paranormales que sugieren la presunta intervención de un Ser humano después de la muerte, o sea, de su Espíritu.
Hay científicos que por desconocimiento de las leyes Cósmicas no físicas, de las que estamos afectados todos los humanos, se vuelven dogmáticos acogiéndose ciegamente a los postulados de la Ciencia oficial que recibieron en la Universidad, no siendo capaces de salirse ni un ápice de ellos intentando llegar a un paso más allá de los mismos por temor a sufrir burlas o un desprestigio profesional, o a ser tildados de anticientíficos o de charlatanes.
Los seres humanos, tantas veces engañados, nos hemos vuelto desconfiados y escépticos; de otra parte es de señalar que lo nuevo y desconocido asusta, pues suele trastornar anteriores verdades adquiridas y fijadas como dogmas inamovibles, y los científicos nunca han sido una excepción, haciendo gala de un orgullo que les dificulta reconocer errores anteriores o admitir nuevas verdades que pongan en entredicho sus postulados científicos; además eso de la espiritualidad y lo paranormal, parece ser que en nuestra sociedad materialista y pragmática, ya no se lleva y claro está, a casi nadie le apetece nadar contra corriente. Esto no es de ahora, puesto que no sucede por ningún principio científico, sino que es propio de los seres humanos de todas las épocas, solo basta que recordemos lo que sucedió con Galileo, Giordano Bruno, etc.
Sin embargo cada vez más, van aumentando los que como los salmónidos en el río, se atreven a nadar contra corriente, rompiendo si es necesario esas barreras dogmáticas, cuando se atreven a investigar seriamente y por encima de todo, en busca de la verdad, ciertos cuadros clínicos o psiquiátricos y a veces ciertos fenómenos, cuyas causas transcienden a la materia.
No existen pruebas totalmente objetivas para la Ciencia, sobre la supervivencia del Ser después de la muerte porque el Espíritu no es nada material, tangible o maleable, que se pueda medir, pesar, o someter a pruebas de laboratorio como si fuese un elemento físico de cualquier clase. El Ser espiritual es algo tan inmaterial como real, por lo que no es un elemento analizable en laboratorio humano alguno, y aun encima, para aumentar aún más las dificultades y hacer dudar de sus intentos de comprobación al investigador que se atreva con ello, los que lo intentan saben que se enfrentan en este campo de investigación, a algo que además de inmaterial, demuestra una existencia de ser vivo, aunque invisible e intangible, pero muchas veces acredita tener una inteligencia y una voluntad propias.
De todos modos, en ocasiones se han obtenido por ciertos "científicos-héroes", algunas evidencias de carácter científico, que aunque se les pueda calificar como subjetivas, otorgan una completa seguridad a quien las experimenta, porque después del primer impacto de sorpresa que causa un fenómeno, hacen que la mente analítica se ponga a funcionar y despierte en nosotros una inquietud ante estas realidades extraordinarias pero evidentes, que así se presentan.
Los fenómenos paranormales, cuando se han manifestado, constituyen pruebas innegables, aunque se tilden de subjetivas, sobre la existencia y supervivencia del Espíritu humano y su reencarnación, y estas se pueden aceptar con el mismo derecho que se aceptan otra clase de pruebas, como las filosóficas, las históricas o las de jurisprudencia, que en cualquier caso, se podrán admitir o no, porque no ofrecen una posible comprobación experimental.
Aunque se pueda considerar como subjetiva la demostración científica de la existencia del Alma o Cuerpo fluídico, este concepto y su inmortalidad dejan de ser una creencia apoyada en la fe, o en un simple dogma indemostrable, para confirmarse a través de la mediumnidad y de experiencias comprobadas y reconocidas por hombres y mujeres de Ciencia de diversos países.
- Jose Luis Martín-
“La supuesta memoria de una vida anterior es viva, entre los dos y tres años de edad del niño. Después va decayendo hasta desaparecer, excepto si se estimula con frecuencia”.
- Dr. Benerjee -
¿Somos espíritus inmortales? La inmortalidad a debate
Entre las diversas preguntas que el ser humano se realiza a lo largo de su vida cuando se tienen inquietudes espirituales destaca la cuestión de si existe vida después de la vida, y en el supuesto de que así sea, de qué forma y cómo se manifiesta.
En la historia de las religiones vemos coincidencias en el axioma de la transcendencia del hombre después de la muerte, pero existen profundas divergencias en cuanto a la forma de acceder a ese nuevo estado y cómo se vive en él. También la semántica en este tema, define de forma diferente conceptos que significan lo mismo pero a los que se denominan de distintas maneras.
Dando por supuesto que existe vida después de la muerte, lo que es exactamente cierto es que la misma no puede ser biológica de ninguna manera, pues la ciencia nos demuestra que cuando una persona fallece su cuerpo va desintegrándose hasta desaparecer por completo, disgregándose sus átomos hasta pasar a formar parte de la naturaleza, al igual que ocurre con cualquier ser vivo, planta, mineral u organismo que acaba un ciclo y se transforma.
De esta reflexión anterior se infiere que la parte del ser humano que sobrevive a la muerte no puede ser biológica, pero sí podría ser mental, psicológica, emocional o de otra índole. La complejidad del cerebro humano es tal que en pleno siglo XXI la neurología moderna sólo alcanza a comprender, y con un enorme esfuerzo; un 10% de su funcionamiento. Esto nos indica que si la mente humana tiene su lugar de “residencia” en el cerebro, cuando el cuerpo fallece la mente debería desaparecer igualmente.
Por ello, si alguna parte del ser humano sobrevive a la muerte ésta debería ser un compendio psíquico que no sólo abarque las facultades mentales, sino las emocionales, y psíquicas, ya que desde la aparición de la psicología moderna y el psicoanálisis posterior la ciencia acepta con rotundidad que la persona está formada por aspectos mentales, emocionales y psicológicos que nos diferencian de otros seres vivos. Y que todos estos aspectos no tienen un lugar de ubicación en ningún órgano biológico del ser humano sino que forman parte del ser integral, de la personalidad del individuo y lo diferencian por completo del resto de seres humanos. Desde antiguo se ha denominado de diversas formas (alma, espíritu, mente, etc.) a la parte no biológica que sobrevive a la muerte según las religiones. La preocupación del hombre por saber acerca del alma viene desde los albores de la historia. De hecho no podría comprenderse la misma sin los acontecimientos ligados o relacionados con las explicaciones de las religiones y la filosofía en todas las épocas de la humanidad, desde el antiguo Egipto, pasando por Grecia, Roma, el judaísmo, el cristianismo en occidente, el islam en medio oriente o el budismo e hinduísmo en Asia. En todas las grandes religiones monoteístas o politeístas existe definido el “daimon” de la antigua Grecia, que no es otra cosa que el alma humana o espíritu que sobrevive a la muerte. Las diferentes interpretaciones que dan las religiones a su forma de ingresar en la otra vida y cómo se desenvuelve en ella son cuestiones de debate pero en lo sustancial se coincide de forma sorprendente.
Dentro de la variedad de explicaciones existen unas más racionales, menos dogmáticas y que resisten el análisis de la razón y la lógica mejor que otras, sin que ello signifique que haya que creer en ellas al 100%. Una cuestión es creer y otra razonar y comprender la lógica de los planteamientos que nos llevan a deducir que el ser humano no aparece en la Tierra por generación espontánea sino que su desarrollo es fruto de su evolución no sólo física sino también mental, psicológica y espiritual.
Entre las múltiples teorías que podríamos destacar sobresalen fundamentalmente dos que explican como ninguna otras la lógica de la vida en el más allá, de dónde venimos y hacia dónde vamos, cual es el sentido de nuestro paso por la Tierra y qué nos encontraremos en ese “más allá” al que llegaremos.
La primera de ellas es la Reencarnación o “palingenesis “(nacimiento de nuevo) griega. Concepto que encontramos desde el antiguo Egipto, Grecia, India, China, etc.. El sentido de la reencarnación se enmarca en un concepto más amplio que permitiría al ser humano (en su parte transcendente, aquella que sobrevive la muerte) un proceso evolutivo de perfeccionamiento desde mundos primitivos a mundos evolucionados a través de las experiencias de muchas vidas en la tierra (siempre con forma humana) con el fin último de la perfección y por ende la felicidad.
La reencarnación también es aceptada no sólo por muchas religiones sino que está en la base de muchos movimientos espirituales y se acepta comúnmente como una ley que rige la evolución del espíritu humano. La ciencia ha estudiado igualmente la reencarnación demostrando fehacientemente su existencia en infinitos casos de reencarnación comprobada, terapias de vidas pasadas, casos de muerte clínica y vuelta a la vida, etc, y mediante el método científico más riguroso llevado a cabo por prestigiosos neurólogos, psiquiatras, médicos, entre otros: los doctores Raymond Moody, Elísabeth KlüberRoss, Helen Wambach, Hamendra Banarjee, Edith Fiore, Mª Julia de Moraes Prieto, Carol Bowman, etc.
Las manifestaciones psíquicas del XIX en Estados Unidos y los fenómenos de médiums en toda Europa despertaron el interés de un gran científico y pedagogo francés llamado Hipólito Denizart Rivail, que adoptó el seudónimo de Allan Kardec. Y, después de una investigación de años con multitud de médiums en diferentes países, se propuso la tarea de dar a conocer al mundo el resultado de sus investigaciones a través de la Codificación Espírita, compendio de varias obras que tratan del origen y naturaleza de los espíritus, de su relación con el mundo físico y las consecuencias filosóficas y morales que este conocimiento comporta.
Esta doctrina conocida como Espiritismo, es junto a la Reencarnación, la explicación más lógica y coherente que podemos encontrar acerca de la vida después de la vida y de la forma en cómo nuestra personalidad abandona de forma integral la vida física cuando se fallece y se incorpora a un mundo no tan diferente como el que tenemos en la Tierra, para seguir evaluando nuestro progreso, recomponer aspectos desviados del mismo y prepararnos para nuevos retos de evolución y desarrollo personal.
El espiritismo no se limita únicamente a dar explicaciones sino que a través de las comunicaciones con aquellos que nos precedieron en el más allá nos ofrece la valiosa información de las leyes que rigen la evolución del espíritu humano, y una de las más importantes es precisamente la reencarnación que junto a la ley de causa y efecto (similar a la ley del karma de los orientales) regula no sólo el proceso evolutivo del espíritu sino las consecuencias de las actuaciones del mismo en la Tierra y su repercusión en el “más allá” y en las próximas existencias en la Tierra.
Así pues, cotejando lo que las religiones nos han venido diciendo acerca de la sobrevivencia del espíritu después de la muerte, analizando las conclusiones de materias como la metapsíquica de Charles Richet en el XIX, o las investigaciones de Williams Crookes (ambos premios Nobel) la parapsicología de Rhine en el XX y revisando las investigaciones y métodos científicos que desde hace más de un siglo se vienen realizando sobre vida después de la vida, llegamos a un punto en el que la observación y el análisis nos llevan a aceptar como mucho más lógica la transcendencia del ser después de la muerte que la inexistencia de la vida después de la vida.
Esto significa que muchos fenómenos ahora no explicados por la ciencia tendrían una explicación racional, lógica y coherente si se valorara el estudio de la personalidad humana bajo el prisma de su supervivencia como ser integral después de la muerte del cuerpo físico. Afrontando este ángulo de investigación, algunos neurólogos ya los han llevado a cabo en sus estudios sobre terapias de vidas pasadas y han obtenido excelentes resultados para solucionar problemas psicológicos cuyo origen se remonta a las vidas anteriores de los individuos.
Se nos ofrecen pues los razonamientos necesarios para afirmar con rotundidad y desde la lógica, no desde la creencia que el ser humano sobrevive a la muerte mediante un proceso natural. Podemos afirmar sin duda alguna que somos espíritus inmortales inmersos en un proceso evolutivo que contempla etapas de desarrollo con cuerpo físico y otras sin él.
Para profundizar en cómo son esas etapas, de qué manera nos vemos afectados por las leyes que rigen este proceso y cómo podemos dirigir y forjar un futuro mejor, les invitamos a conocer el contenido del espiritismo de Kardec; en la seguridad de que encontrarán las respuestas lógicas y coherentes a muchas de las dudas existenciales que se hayan planteado alguna vez, así como el consuelo y la esperanza de la inmortalidad del ser humano y la confianza en la justicia divina.
La aceptación de estas leyes espirituales y la incorporación de las mismas a sus propios principios es algo que solamente compete a ustedes en el ejercicio de su libre albedrío y que, como no podría ser de otra forma, respetamos profundamente.
“El espiritismo, marchando con el progreso nunca se desbordará, pues si la ciencia demostrara su equivocación sobre un punto, se modificará sobre ese punto, y si una nueva verdad se revelara, la aceptaría.”
Allan Kardec. El libro de los Espíritus
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“Porque
no hay fe inalterable sino la que puede mirar frente a frente a la razón en
todas las edades de la Humanidad”
- Allán Kardec -
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EL DESPERTAR DE INQUIETUDES ESPIRITUALES
La inquietud por saber de los temas relacionados
con lo Paranormal o con el Más Allá, profundizando más en ellos, viene
suscitada la mayoría de las veces por la curiosidad que normalmente nace en las
personas ante hechos extraordinarios o “raros”, llamados “Paranormales”,
siempre y cuando su curiosidad sea mayor que los temores y prejuicios que siempre suscitan. Ya se sabe: la
imaginación fabúla disparatada y esta suele ser enorme; el desconocimiento reina
ante estos hechos, y muchos "valientes ignorantes" sueltan alegremente
las más absurdas barbaridades sobre unos conceptos absolutamente confundidos,
pero sin réplica a causa del mar de ignorancia en el que
generalmente nos movemos.
La primera cuestión a despejar es si
realmente existen los fenómenos paranormales o solamente son bulos o fantasías.
El
querer descubrir la realidad que pueda existir tras unos
hechos extraños, una vez convencidos de la misma, naturalmente nos suele llevar a sentir la curiosidad por
saber sobre qué es lo que los ocasiona y
por qué se producen; qué misterio se oculta tras ellos, y esta inquietud nos suele llevar a todo un mundo de fantasías
pero también a algunas deducciones filosóficas serias y coherentes, pudiéndose
deducir de ellas unas consecuencias
morales que pasan a formar parte no
solo de nuestros conocimientos y convencimientos, sino también de nuestra propia
conciencia individual, y esto nos compromete e impulsa finalmente a dirigir
más libre y conscientemente nuestras vidas. Por eso comenzamos con este tema, siempre
inquietante, que suele ser la puerta
de entrada a un conocimiento esotérico y
espiritual muy amplio.
Quien alguna vez ha presenciado algo extraordinario, se ha
sentido inclinado a pensar y
analizar lo que ha visto y a lo que nos conduce el conocerlos.
Por
esa puerta de acceso al conocimiento de lo trascendente, que es la curiosidad por
el fenómeno, la mayoría de las personas con esta clase de inquietudes, iniciamos el
comienzo de nuestra andadura espiritual. El propio Allan Kardec, Codificador de
la Doctrina Espírita, comenzó sus indagaciones
tras presenciar el fenómeno imposible de las “mesas danzantes”, sobre
todo cuando comprobó que a través de un número de golpes convenidos
previamente, se podía entablar con ellas un breve intercambio de palabras. De
ese fenómeno, enseguida dedujo que considerando que los golpes dados por las
mesas eran un efecto inteligente, ,porque contestaban a preguntas coherentes, se remontó
a las causas que los producían y que forzosamente debían tener una causa
inteligente.
- Jose Luis Martín-
“Todos
los fenómenos espíritas tienen por principio la existencia del alma, su
supervivencia a la muerte del cuerpo y sus manifestaciones”
-
Allan Kardec-
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