INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.-¿Qué diremos hoy?
2.-El Alma animal
3.-El conocimiento de los Espíritus
4.- Los exiliados de Capela
5.- Amistad
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Nunca han faltado en la Tierra mensajeros de paz y de amor. Siempre han encarnado en este planeta espíritus en misión, que han venido de Mundos Superiores para instruir a los terrenales; pero su trabajo lo describe muy bien este antiguo refrán: “Predicar en desierto, sermón perdido”. Y así ha pasado, casi siempre los grandes innovadores, los reformadores de las ideas, han predicado en un desierto, pues de nada sirve un auditorio, que dice con indiferencia: “Predícame Padre,que por un oído me entra y por el otro me sale”.
El fundador de cualquier escuela, por lo regular, ha sido un modelo de virtudes, o de fuerza, porque se necesita ser superior en algo para imponerse a los demás; los primeros iniciados, ya no han sido tan buenos como el fundador, y así sucesivamente ha quedado el hombre de las escuelas filosóficas y de las religiones positivas, que cual crisoles de los tiempos han ido purificando de sus escorias a la humanidad; pero sus primitivas virtudes, esas se han ido evaporando como frágil columna de impalpable humo. Gracias a que sobre todos los obstáculos levantados por la ignorancia de los hombres dominando en absoluto sus mezquinas aspiraciones, flota sobre la Creación el Espíritu del Progreso: y ante su mágica influencia, las humanidades se sienten impulsadas, y a pesar suyo adelantan moralmente y son hoy menos crueles que lo fueron ayer.
El árbol de la ciencia, como dijo Castelar, sube más allá de las constelaciones del cielo y ahonda en las profundidades del Espíritu, y a su apacible sombra se entregan a contemplar el infinito, los libres pensadores del siglo de la luz.
Aún quedan fracciones en la humanidad, más refractarias al progreso, unas que otras; pero a pesar de todo, el mundo marcha. No tenemos que registrar la historia, tenemos ante nosotros dos generaciones: los jóvenes de veinte a treinta años, y sus padres de cuarenta a sesenta, y vemos a los primeros aunque sean pobres, instruidos, descifrando problemas, resolviendo tesis, sentando hipótesis, haciendo trabajar a su razón, mientras sus padres los contemplan con sencilla admiración diciendo: ¡Lo que saben estos muchachos! ¡Hay que confesar que ahora las criaturas nacen sabiendo! Y en parte no dicen más que la verdad, porque los espíritus que van encarnando en la Tierra son mucho más adelantados que los de nuestros abuelos. Ayer la mujer pobre, particularmente en España, no aprendía a leer, ni a escribir, y hoy se ven multitudes de niñas que acuden a las escuelas gratuitas, y si no aprenden mucho, al menos aprenden algo. No somos de la escuela pesimista; antes de ser espiritistas sí lo éramos, y lamentábamos el lento desarrollo de la civilización; pero desde que tuvimos la inmensa fortuna de conocer el Espiritismo, comprendimos que no por mucho madrugar amanece más temprano, y que si la tierra no está bien arada, en el surco endurecido no germina el productivo grano.
Los terrenales somos espíritus rebeldes, indómitos, soberbios, orgullosos los unos, y degradados y envilecidos los otros, y con tan pobres elementos no se pueden llevar a cabo grandes empresas. ¿Qué importa que habiten en la Tierra algunos centenares de espíritus adelantados, si la mayoría nos hemos condenado por nuestros crímenes anteriores?
A nosotros si bien nos gusta mucho la lectura, no es en las bibliotecas donde más estudiamos; es en la sociedad, en ese gran libro inédito, es donde leemos con profundísima atención la historia palpitante de la humanidad; y vemos tanta miseria; ¡Tanta hipocresía! ¡Tanta corrupción!… que cuando la prensa deplora los crímenes que se cometen, murmuramos nosotros; lo que es extraño que no se cometan muchísimos más; pero no se efectúan por lo que dijimos anteriormente: porque la ley del progreso se cumple venciendo todas las pasiones del hombre; porque la verdad tiene a su disposición los primeros elementos para vencer en todos los planetas. Una de las cosas que más ha retardado el perfeccionamiento de los terrenales (perfeccionamiento relativo se entiende), es el completo desconocimiento de su vida futura, pues si bien todos los pueblos han tenido intuición de un Más Allá, pero ha sido de una manera confusa, y las religiones han presentado la eternidad bajo distintas fases, y ninguna de ellas ha satisfecho verdaderamente los deseos del hombre, ni ha podido llenar ese inmenso vacío que ha quedado siempre en la mente del Espíritu pensador; y en la duda, el alma indecisa se ha inclinado casi siempre en lo peor. Los unos a la negación del todo, al aniquilamiento absoluto del cuerpo, y de la fuerza que lo sostiene; y los otros a una supervivencia del alma inadmisible, a una vida eterna que es la anonadación del Espíritu.
Se necesitaba que luciera en el oriente un nuevo sol, una nueva creencia, una fe y una esperanza que diera fuerzas vitales a la humanidad debilitada por sus desaciertos. Afortunadamente la Escuela Espiritista levantó su blanca bandera, en la cual leyeron los pueblos: “Sin caridad no hay salvación” y sabido es de todos el rapidísimo desenvolvimiento que ha alcanzado el Espiritismo en todas las naciones, especialmente en América, donde se cuentan por millones los adeptos de esta escuela filosófica que tanto bien le ha hecho a la humanidad; porque el hombre sabe ahora positivamente que vivió ayer, que vive hoy, que vivirá mañana, que su vida tuvo un principio, pero que nunca tendrá fin, que sus sucesivas encarnaciones están íntimamente relacionadas las unas con las otras, siendo simultáneamente causas y efectos, hechos consumados y consecuencias ineludibles; deudas contraídas y cuentas saldadas; y mirando la vida bajo su verdadero punto de vista, el hombre ya no es el ciego que camina a la ventura, ya no peca por ignorancia, ya sabe que su Espíritu es responsable de todos sus actos; y adquiriendo el convencimiento de esa verdad innegable, el hombre progresará con más rapidez, porque sabe que trabaja la tierra de su heredad. Eso dijimos ayer y lo decimos hoy; aconsejamos a la humanidad el estudio del Espiritismo, porque le es al hombre de suma utilidad saber de donde viene, porqué se encuentra aquí, y deducir de su presente lo que será su porvenir.
El Espiritismo no hace santos; pero induce al hombre a la observancia estricta de todos los deberes de la vida; y en este planeta (que muy bien podremos llamarle un presidio suelto), el conseguir que un hombre cumpla sus deberes en toda la acepción de la palabra, ya es obtener un gran progreso. Dominar nuestras pasiones (que por regla general siempre queremos lo que más nos perjudica, y lo que más daño hace a los otros), frenar nuestros locos deseos, tomar parte en las penas de los demás, dejar de ser envidiosos y rencorosos, renacer en fin a la vida del trabajo, a la vida del orden, al método de la virtud, esta gran metamorfosis puede operarla en nosotros el Espiritismo; y bien merece ser estudiada una filosofía que con su estudio y su práctica sirve para la regeneración del hombre; por eso nosotros no hemos titubeado, (a pesar de nuestra insuficiencia) en publicar LA LUZ DEL PORVENIR*, porque creemos necesario, muy necesario, que el Espiritismo sea conocido por todas las clases sociales.
Hay sí, en abundancia periódicos científicos muy a propósito para los hombres sabios; pero hace falta que el pueblo se instruya, y que las mujeres lean escritos sencillos que recreen su imaginación y despierten su sentimiento, casi siempre inclinado al bien general. Este es nuestro objeto: entablar un diálogo con la mujer, y con la mujer del pueblo especialmente, y hoy proseguimos nuestra tarea dispuestos a trabajar cuanto nos sea posible en la propaganda del racionalismo religioso, es decir, del cristianismo verdadero.
En esta época de grandes luces, una luz pequeña pasa desapercibida, pero esto no nos arredra. La obligación del hombre es trabajar cada cual en su adelanto. Encienda el profundo sabio la brillante antorcha que ilumine al mundo, y las humildes inteligencias recojan una de las chispas luminosas que entrega al viento la esplendente antorcha de la ciencia; acerquen a ella pequeñas ramitas que le sirvan de combustible, y quedará formada con un poco de perseverancia una lucecita microscópica; de este modo hemos formado nosotros la pequeñita LUZ DEL PORVENIR*.
*. – La Revista La Luz del Porvenir fue una revista espiritista fundada y dirigida por Amalia Domingo Soler (1835-1909). Texto extraído del libro recopilatorio La Luz de la Verdad
Tomado de la Revista de Zona Espírita
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EL ALMA ANIMAL
¿Progresan los animales, igual que el hombre, por su propia voluntad o por la fuerza de las circunstancias?
- Por la fuerza de las circunstancias. De ahí que no haya para ellos expiación.
603.* En los mundos superiores ¿conocen los animales a Dios?
- No. El hombre es para ellos un dios, como en lo antiguo los Espíritus eran dioses para los seres humanos.
604. Puesto que los animales (aun los perfeccionados de los mundos superiores) siguen siendo inferiores al hombre, de ello resultaría que Dios habría creado seres inteligentes perpetuamente destinados a la inferioridad, lo cual parecería estar en desacuerdo con la unidad de miras y de progreso que en todas sus obras se observa.
- En la Naturaleza todo se eslabona por vínculos que no podéis aún aprehender, y las cosas que en apariencia son más disparatadas tienen puntos de contacto que el hombre, en su actual estado, no llegará jamás a comprender. Mediante un esfuerzo del intelecto puede entreverlos, pero sólo cuando su inteligencia haya adquirido todo su desarrollo y se vea libre de los prejuicios del orgullo y de la ignorancia podrá ver con claridad en la obra de Dios.
En el ínterin, sus limitadas ideas hacen que vea las cosas desde un punto de vista mezquino y estrecho. Sabed bien que Dios no puede contradecirse y que todo en la Naturaleza armoniza por leyes generales que jamás se apartan de la sublime sabiduría del Creador.
604 a. Así pues, ¿la inteligencia es una facultad común, un punto de contacto entre el alma de los irracionales y la humana?
- Sí, pero los animales sólo poseen la inteligencia de la vida material. En el hombre, el intelecto le confiere la vida moral.
605. Si se consideran todos los puntos de contacto existentes entre el hombre y los irracionales, ¿no cabría pensar que el ser humano posea dos almas, a saber: el alma animal y el alma espírita, y que si no tuviera esta última podría vivir igual que las bestias? Dicho de otro modo: ¿no se puede pensar que el animal es un ser semejante al hombre, excepto que no posee el alma espírita? De lo cual ¿no resultaría que los instintos buenos y malos del hombre serían el efecto del predominio, en él, de una de esas dos almas…?
- No, no tiene el hombre dos almas. Pero el cuerpo posee sus instintos, que son el resultado de las sensaciones de los órganos. Sólo hay en él una doble naturaleza: la naturaleza animal y la espiritual. Por su cuerpo, participa de la naturaleza de los animales y de los instintos que a éstos caracterizan. Por su alma, participa de la naturaleza de los Espíritus.
605 a. De manera que, además de sus propias imperfecciones, de las que debe el Espíritu despojarse, ¿tiene que luchar también contra la influencia de la materia?
- Así es. Y cuanto más imperfecto sea el estado en que se encuentre, tanto más estrechos serán los lazos existentes entre el Espíritu y la materia. ¿Acaso no lo veis? No, el hombre no tiene dos almas, puesto que el alma es en todos los casos única en cada ser. El alma del irracional y la del hombre son distintas una de otra, de modo que el alma de uno no puede animar el cuerpo creado para la otra. Pero, si el ser humano no posee un alma animal que lo ponga, por sus pasiones, al nivel de los irracionales, tiene en cambio su cuerpo, que lo rebaja a menudo hasta ellos, por cuanto su cuerpo es un ser dotado de vitalidad y provisto de instintos, pero instintos no inteligentes y limitados a cuidar de su propia conservación.
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El Espíritu, al encarnar en el cuerpo del hombre, aporta a él el principio intelectivo y moral que lo torna superior a los animales. Las dos naturalezas que coexisten en el hombre hacen que sus pasiones tengan dos orígenes diversos: unas proceden de los instintos de la naturaleza animal; otras, de las impurezas del Espíritu encarnado en él, y que simpatizan en mayor o menor grado con los groseros apetitos animales. Al purificarse, el Espíritu se va liberando poco a poco de la influencia de la materia. Hallándose bajo este influjo, se acerca al irracional. Una vez desembarazado de él, se eleva a su verdadero destino.
EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS
ALLAN KARDEC
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LOS CONOCIMIENTOS DE LOS ESPÍRITUS
Se sabe que los Espíritus, a consecuencia de la diferencia que existe entre sus capacidades, individualmente están lejos de poseer la verdad absoluta; que no a todos les es dado penetrar ciertos misterios; que su saber es proporcionado a su depuración; que los Espíritus vulgares no saben más que los hombres, y aun menos que ciertos hombres; que hay entre ellos, como entre estos últimos, presumidos y pseudo sabios, que creen saber lo que no saben; sistemáticos que toman sus ideas por la verdad; en fin, que los Espíritus de un orden más elevado, los que están completamente desmaterializados, son los únicos que se han despojado de las ideas y de los prejuicios terrestres; pero también se sabe que los Espíritus mentirosos no tienen escrúpulos en arroparse con nombres que toman prestados, para hacer aceptar sus utopías. Resulta de esto, que todo lo que está fuera de la enseñanza exclusivamente moral, las revelaciones que cada uno puede obtener, tienen un carácter individual, sin autenticidad, que deben ser consideradas como opiniones personales de tal o cual Espíritu y que se cometería una imprudencia aceptándolas y promulgándolas ligeramente como verdades absolutas.
EL EVANGELIO SEGUN EL ESPIRITISMO
ALLAN KARDEC
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Los exiliados de Capela
«Que vuestro corazón no se turbe. Creéis en Dios, creed también en mí. Hay muchas moradas en la casa de mi Padre». (San Juan, cap. XIV, v. 1, 2 y 3). Así se expresó Jesús en sus enseñanzas, dando los primeros datos de otros mundos habitados, invitándonos a tranquilizar la mente y exhortándonos a trabajar unidos en la fe y el porvenir, afirmando que un Universo tan maravilloso y grande no pudo Dios construirlo sólo para los habitantes de la Tierra.
El libro Los exiliados de Capela, de Edgar Armond, hace un bosquejo de lo que allí ocurrió con sus habitantes, y la relación que hemos tenido con ellos. La Constelación de Cochero está formada por un grupo de estrellas de varios tamaños, entre las que se incluye Capela, estrella múltiples veces mayor que nuestro Sol, que dista de la Tierra cerca de 45 años-luz.
Conocida desde la más remota antigüedad, Capela es una estrella gaseosa, según afirma el célebre astrónomo y físico inglés Arthur Stanley Eddignton (1882- 1944), de materia tan fluídica que su densidad puede ser confundida con la del aire que respiramos. Su color amarillo demuestra ser un Sol en plena juventud y, como un Sol, debe ser habitada por una humanidad bastante evolucionada. (Ver El libro de los Espíritus, pregunta 188).
La humanidad actual fue constituida, en sus comienzos, por dos categorías de hombres: una retardada que vino evolucionando lentamente, a través de las formas rudimentarias de vida terrena, por la selección natural de las especies, ascendiendo trabajosamente de la inconsciencia hacia el instinto y de éste hacia la razón, en ésta encontramos a los primates; y otra categoría, compuesta de seres más evolucionados y dominantes, que constituirían las oleadas de exiliados de Capela.
En el año 1937, el médium Francisco Cándido Xavier, a través de la psicografía, recibió la información del espíritu Emmanuel diciendo que «El hombre, para conseguir el conjunto de sus perfecciones biológicas en la Tierra, tuvo el concurso de Espíritus exiliados de un mundo mejor para el orbe terráqueo, Espíritus esos que se dio en llamar como componentes de la raza adámica, que fueron en tiempos remotísimos desterrados a las sombras y a las regiones salvajes de la Tierra, porque la evolución espiritual del mundo en que vivían no los toleraba ya en virtud de sus reincidencias en el mal.»
Los Capelinos transferidos a la Tierra, en época imposible de ser determinada, fueron poseedores de conocimientos amplios y de entendimiento dilatado con relación a los habitantes de la Tierra, siendo el elemento nuevo el que arrastró a la humanidad animalizada de aquellos tiempos hacia nuevos campos de actividad constructiva y de vida social, dando las primeras nociones de espiritualidad y conocimiento de una divinidad creadora. Reunidos en el plano etéreo de aquel orbe, conducidos por amorosos trabajadores espirituales, fueron atendidos en una colonia espiritual encima de la costra terrestre donde, durante algún tiempo, permanecieron en trabajos de preparación y de adaptación periespiritual para la futura vida que se iniciaría en el nuevo ambiente planetario, donde las palabras amorosas del Divino Maestro les llenaría de estímulos, esperanzas y promesas, que les servirían de consuelo y amparo en las tinieblas de sufrimientos físicos y morales que les estaban reservados durante muchos siglos.
Ellos, aguardando el momento propicio, empezaron entonces a encarnar preferentemente en los altiplanos de Pamir, presentando condiciones biológicas y etnográficas más perfeccionadas: piel más clara, cabellos más lisos, rostros de trazos más regulares, porte físico más suelto y elegante, formando en esas regiones los primeros núcleos raciales de la nueva civilización, con la perspectiva de que desde allí se fueran extendiendo, en sucesivos cruces, por todo el globo, ocupando cuatro pueblos principales: los arios en Europa; los hindúes en Asia; los egipcios en África y los israelitas en Palestina. Como portadores de grandes conocimientos, podemos decir que los egipcios, de todas las ramas de la ciencia que desarrollaron, fueron los más avanzados en matemáticas, poseedores de la más dinámica sabiduría, pueblo que como dice Emmanuel: «Tras dejar el testimonio de su existencia grabado en los monumentos imperecederos de las pirámides, regresaron al paraíso de Capela».
Debemos aclarar que esa permuta de poblaciones entre orbes afines de un mismo sistema sideral, e incluso de sistemas diferentes, ocurre periódicamente, sucediendo siempre a expurgaciones de carácter selectivo. Constituyen un fenómeno que se encuadra en las leyes generales de justicia y sabiduría Divina, porque permite oportunos reajustes, contactos de equilibrio, armonía y continuidad de avances evolutivos para las comunidades de espíritus habitantes de los diferentes mundos, donde la misericordia Divina se manifiesta posibilitando la reciprocidad del auxilio, el intercambio de ayuda y consuelo basado en la fraternidad para todos los seres de la creación.
Ubicados en la mítica fecha del 2012, relacionada con el calendario maya, que tanto atormenta e inquieta a la humanidad, corresponde a los espíritas esclarecer que un nuevo diluvio universal no acontecerá, eso pertenece a una etapa del pasado cuando necesitó el planeta el reajuste para el orden de la vida en sus diferentes manifestaciones. La transformación inevitable y que ya estamos viviendo es de orden moral porque la Tierra, que ya entró en una nueva fase evolutiva, está llamada a que reine entre sus habitantes el amor y la fraternidad, sustituyendo al egoísmo y al orgullo, que son la plaga que venimos arrastrando hasta hoy, ¡Que nadie se inquiete por eso! porque la humanidad ha sido advertida hace más de un siglo, con la aparición de El libro de los Espíritus, de Allan Kardec, el 18 de abril del año 1857. Aquellos que han tenido ojos para ver y oído para escuchar entenderán, al leer la pregunta 1019, que el espíritu de San Luis hacía referencia a los nuevos expurgos de la Tierra diciendo: «los Espíritus de los malvados, que la muerte cosecha a diario, y todos aquellos que intentan detener la marcha de los acontecimientos serán excluidos de este mundo, pues se encontrarían desubicados entre los hombres de bien, cuya ventura turbarían. Irán a mundos nuevos y menos evolucionados, a desempeñar misiones penosas en las que podrán trabajar por su propio adelanto, al paso que lo harán por el progreso de sus hermanos todavía más atrasados que ellos».
Finalmente podemos ver, con claridad y lógica, lo sucedido en Capela. Exhortamos a todos a trabajar juntos y luchar por un mundo mejor, unamos nuestros mejores sentimientos de Amor y de Paz, ajustándonos a las leyes del universo, es éste nuestro momento y el deber de todo cristiano. No esperemos que «Las transiciones esenciales de la existencia en la Tierra, encuentren a la mayoría de los hombres absolutamente distraídos de las realidades eternas». (Francisco Cándido Xavier – André Luiz (Espíritu), Los Mensajeros, Cap. V)
Victor Ruano
Extraído de la Revista Espírita de la FEE nº3
Amistad
Carmina era una muchachita muy especial. Era muy cariñosa, responsable, estudiosa, colaboradora y respetuosa con sus padres.
Sus padres, Marcos y Leticia, habían notado algunos cambios en el comportamiento de Carmina. Ella se enfadaba con mucha facilidad, discutía con el hermano pequeño constantemente y ya no hablaba con sus padres del instituto, sus dificultades y logros.
Marcos pensaba que Carmina estaba comportándose de aquel modo por causa de la edad: - “Ella está entrando en la adolescencia”.- solía decirse.
Leticia, la madre, comprendía que la adolescencia es una etapa realmente difícil, una etapa de transición en la vida del espíritu encarnado. Es cuando el espíritu que habita el cuerpo muestra sus verdaderas características, adquiridas en vidas pasadas y sumadas a las conquistas de esta encarnación. Además de eso, el cambio de la infancia para la fase adulta trae grandes conflictos al adolescente. Pero, conociendo a la hija creía que Carmina podía estar enfrentando algunas otras dificultades.
En una conversación sincera, conquistó de nuevo la confianza de la muchacha con la intención de que ella compartiera sus problemas y así poder ayudarla.
Carmina emocionada, le contó que estaba pasando por momentos difíciles en el instituto y con los amigos. Ella se sentía fuera de lugar en la pandilla. La mayoría de los amigos estaban muy preocupadas por lucir la ropa de moda, escuchar alguna música que a ella no le gustaba, salir con chicos y preocupándose de cosas que para ella no tenían ningún interés. Por eso, muchas veces era dejada de lado por las amigas.
La madre se quedó muy preocupada con la situación, aunque aliviada al mismo tiempo al comprender que la educación que el padre y ella habían dado a Carmina había arraigado y el espíritu de Carmina era bastante evolucionado y aunque le gustaban las cosas propias de su edad no se envolvía en cuestiones inútiles y sin propósito.
Marcos, ya sabiendo de la situación, ayudó a Leticia a explicar a Carmina que lo que ella estaba sintiendo era una reacción natural al rechazo. Pero no necesitaba preocuparse tanto, pues como ella había muchos adolescentes que tenían los mismos pensamientos e intereses.
Al igual que los espíritus se unen por vibraciones semejantes, los amigos también se juntan por semejanzas en la forma de hacer y de pensar.
Así la motivaron para permanecer firme en sus ideales y, principalmente, a no ceder a las presiones del grupo haciendo algo que su conciencia consideraba errado.
Carmina se sintió muy aliviada después de la conversación con sus padres y en poco tiempo volvió a ser la de antes.
Poco tiempo después ella ya tenía una nueva pandilla más sólida, más sincera. Algunas de sus antiguas amigas quisieron hacer parte del nuevo grupo, ya que el ejemplo de Carmina les hizo comprender que el verdadero valor de la amistad no se mide por la cuenta bancaria, por la ropa o por la moda. La verdadera amistad ha de ser siempre sustentada por el interés sincero, la comprensión y el auxilio mutuo.
Autor: Luis Roberto Scholl
Traducción y adaptación al español: Valle García
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Carmina era una muchachita muy especial. Era muy cariñosa, responsable, estudiosa, colaboradora y respetuosa con sus padres.
Sus padres, Marcos y Leticia, habían notado algunos cambios en el comportamiento de Carmina. Ella se enfadaba con mucha facilidad, discutía con el hermano pequeño constantemente y ya no hablaba con sus padres del instituto, sus dificultades y logros.
Marcos pensaba que Carmina estaba comportándose de aquel modo por causa de la edad: - “Ella está entrando en la adolescencia”.- solía decirse.
Leticia, la madre, comprendía que la adolescencia es una etapa realmente difícil, una etapa de transición en la vida del espíritu encarnado. Es cuando el espíritu que habita el cuerpo muestra sus verdaderas características, adquiridas en vidas pasadas y sumadas a las conquistas de esta encarnación. Además de eso, el cambio de la infancia para la fase adulta trae grandes conflictos al adolescente. Pero, conociendo a la hija creía que Carmina podía estar enfrentando algunas otras dificultades.
En una conversación sincera, conquistó de nuevo la confianza de la muchacha con la intención de que ella compartiera sus problemas y así poder ayudarla.
Carmina emocionada, le contó que estaba pasando por momentos difíciles en el instituto y con los amigos. Ella se sentía fuera de lugar en la pandilla. La mayoría de los amigos estaban muy preocupadas por lucir la ropa de moda, escuchar alguna música que a ella no le gustaba, salir con chicos y preocupándose de cosas que para ella no tenían ningún interés. Por eso, muchas veces era dejada de lado por las amigas.
La madre se quedó muy preocupada con la situación, aunque aliviada al mismo tiempo al comprender que la educación que el padre y ella habían dado a Carmina había arraigado y el espíritu de Carmina era bastante evolucionado y aunque le gustaban las cosas propias de su edad no se envolvía en cuestiones inútiles y sin propósito.
Marcos, ya sabiendo de la situación, ayudó a Leticia a explicar a Carmina que lo que ella estaba sintiendo era una reacción natural al rechazo. Pero no necesitaba preocuparse tanto, pues como ella había muchos adolescentes que tenían los mismos pensamientos e intereses.
Al igual que los espíritus se unen por vibraciones semejantes, los amigos también se juntan por semejanzas en la forma de hacer y de pensar.
Así la motivaron para permanecer firme en sus ideales y, principalmente, a no ceder a las presiones del grupo haciendo algo que su conciencia consideraba errado.
Carmina se sintió muy aliviada después de la conversación con sus padres y en poco tiempo volvió a ser la de antes.
Poco tiempo después ella ya tenía una nueva pandilla más sólida, más sincera. Algunas de sus antiguas amigas quisieron hacer parte del nuevo grupo, ya que el ejemplo de Carmina les hizo comprender que el verdadero valor de la amistad no se mide por la cuenta bancaria, por la ropa o por la moda. La verdadera amistad ha de ser siempre sustentada por el interés sincero, la comprensión y el auxilio mutuo.
Autor: Luis Roberto Scholl
Traducción y adaptación al español: Valle García
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