*******************************
Segunda parte: Proceso psicológico-espiritual
En cuanto al “proceso psicológico”, en la fase de reencarnación acontece un hecho relevante. La estructura psicologica del indivíduo pertenece al alma, no es material, y esta estructura le acompaña durante las distintas vidas en la Tierra, acertando o equivocando sus cualidades en base a sus actuaciones mediante el libre albedrío del que dispone. Personas equilibradas y armonizadas psicológicamente es difícil que tengan trastornos de comportamiento o conflictos existenciales, puesto que sus pensamientos y emociones están acordes con su sentido existencial y su propósito de vida.
No obstante, el hecho relevante, psicológicamente hablando, para el espíritu que reencarna, es la influencia del psiquismo materno durante el proceso.
“La conciencia de la madre durante el embarazo es la oportunidad de reactivar esquemas psíquicos pre-existentes en la psique del niño, como consecuencia de sus vidas pasadas.”
Dr. R.J. Wollger – Libro Otras Vidas, otras identidades
Como bien afirma el doctor Wollger, la gestante permite al reencarnante reactivar su estructura psicológica ya preexistente en su inconsciente como resultado de sus experiencias pasadas. Y a pesar de que en el desarrollo posterior, en los primeros años de vida, el entorno, la educación, las relaciones familiares y sociales, la gestión de las emociones, etc., tendrán una importancia capital en el futuro de la persona sin embargo, la huella psicológica que el espíritu trae de vidas anteriores se encuentra tan indeleblemente grabada en su inconsciente que en cualquier momento puede condicionar comportamientos o acciones saludables o enfermizas, según haya sido su desarrollo y/o equilibrio psicológico y espiritual.
Las grandes aportaciones de Freud y Jung acerca del conocimiento del inconsciente del ser humano son confirmadas por la reencarnación en un doble aspecto. Por un lado, el inconsciente es una fuerza tan poderosa que, como afirmaba Freud, prácticamente el 95% de nuestra experiencia viene dirigida por el mismo, mientras que solamente un 5% de nuestra actividad se realiza de forma consciente. Esto significa que nuestro acervo y herencia ancestral, de vidas anteriores e incluso de experiencias prenatales o infantiles, condicionan nuestra estructura psicológica durante el resto de la vida, haciéndola equilibrada y dichosa o atormentada y enfermiza por los complejos, fobias, traumas y otras deficiencias psicológicas que se manifiestan en la edad adulta derivados de la herencia que cada uno lleva impregnada en su alma, y no en sus genes.
Por otra parte, el padre de la psicología analítica, Carl Gustav Jung, al proponer como arquetipos primordiales el inconsciente individual y el colectivo, no hacía más que poner de manifiesto la importancia de nuestra herencia psicológica individual y social en el comportamiento enfermizo o saludable de la psicología humana.
“Las vidas múltiples son parte de la evolución del psiquismo humano”
Carl G. Jung – Psicoanalista
El modelo organizador biológico (periespíritu) organiza y sustenta el desarrollo y argamasa celular desde el momento de la concepción; pues lo mismo acontece con el proceso psicológico. El periespíritu trae en sus alforjas las huellas de nuestro pasado psicológico; a saber, traumas, fobias, complejos, distonías, disfunciones, emociones perturbadoras potentísimas (ej. una muerte violenta), etc., que forman parte de nuestro acervo personal y todas pueden aparecer con el tiempo en la vida de una persona a partir del proceso reencarnatorio, condicionando nuestro carácter y marcando fuertemente nuestro proceso vital.
Precisamente, cada nueva vida supone una oportunidad extraordinaria para reeducarnos, superar los traumas del pasado, corregir y liberarnos de cargas malsanas como la conciencia de culpa (proveniente de actos delictuosos del pasado que quedaron sin sanción y que la conciencia personal revive), la baja autoestima, la tendencia a la melancolía o depresión, la falta de sentido existencial, etc. Solo una reeducación moral en los valores superiores de la vida (amor, perdón, caridad, etc.), dignificada por el trabajo y el servicio al prójimo que son los valores del espíritu, constituyen el antídoto y la terapia adecuada para enfrentar los retos psicológicos y espirituales adversos que conspiran contra nuestra paz, nuestra salud mental o emocional y la conquista de una vida plena y feliz.
Por ello, abordamos a continuación el “proceso espiritual” solamente en unos pocos aspectos, pues no podemos enumerarlos todos. En el momento de la reencarnación el espíritu pierde el olvido temporal del pasado, pero a nivel inconsciente sabe perfectamente cuáles son sus objetivos a desarrollar en la nueva vida que comienza. El espíritu reencarna y no es tan fácil, como podría suponer, alcanzar esta oportunidad. El maestro de galilea afirmaba: “Aquello que ates en la Tierra deberás desatarlo también en ella”. Hace referencia al hecho de que todo lo que hacemos mal debemos repararlo, previo arrepentimiento y con el pago íntegro de la deuda contraída o dulcificada por los actos de amor que la atenúan. Esto es la Ley de Causa y Efecto.
La ley del Amor permite rebajar para bien las consecuencias de los actos delictuosos cometidos en vidas anteriores. Por ello, todo proceso de reencarnación supone para el espíritu un acto de misericordia divina. Una bendición que Dios nos concede, no por nuestros méritos, sino por la necesidad que tenemos de progresar espiritualmente, restablecer relaciones de amor donde había odio, perdonar donde había sentimientos de venganza, auxiliar y ayudar al prójimo donde solo había egoísmo personal. Estas son las premisas a conquistar para el alma cuando se produce la reencarnación.
“Todos arrastramos cargas del pasado, y una nueva vida es una oportunidad para liberarnos de esa carga”
Por ello, sabedor de nuestra necesidad evolutiva y nuestra inferioridad moral e incapacidad, Dios coloca a nuestro lado un recurso extraordinario desde el mismo momento en que iniciamos el proceso reencarnatorio. Este recurso está lleno de amor hacia nosotros, y es un amigo, un espíritu protector o familiar que nos acompañará desde la concepción hasta la desencarnación.
La ayuda está garantizada incluso antes del proceso reencarnatorio; pues con mucha frecuencia, el guía que nos acompañará durante la vida física no es la primera vez que nos ayuda, siendo así que nos conoce mejor que nosotros mismos y participa y colabora en esa preparación preencarnatoria de la que hablamos en artículos anteriores, donde todo se planifica con vistas al mejor de los éxitos en la nueva experiencia humana que hemos de afrontar.
El proceso espiritual de reencarnación obedece al impulso que la ley del progreso y evolución creada por Dios otorga a toda su creación, a la vida, pues nada en el Universo se detiene, todo está en continuo movimiento y transformación. El espíritu humano fué creado para la felicidad, y como tal, bajo el libre albedrío que se nos ha concedido, las leyes espirituales que dirigen el proceso evolutivo y reencarnatorio impulsan de forma contínua al alma humana en la dirección adecuada de la plenitud y perfección relativa que todos alcanzaremos algún día.
En ese impulso, debido al primitivismo y a las conductas y decisiones equivocadas nos estancamos y refocilamos en los vicios y pasiones, perdiendo un tiempo precioso que la reencarnación restablecerá para nosotros mediante las pruebas compulsorias y de sufrimiento, que nos harán reaccionar y volver a nadar de nuevo en la corriente del río de la vida, aquella que está marcada por las Leyes del Espíritu creadas por Dios para beneficio del ser humano.
La misericordia divina alcanza la máxima expresión para el alma al otorgar la posibilidad de reencarnar para el hombre, y a pesar de las dificultades y obstáculos, todos, antes o después, llegaremos al destino prefijado por esa grandiosidad cósmica, ese amor y misericordia infinitos creador y fuerza suprema del Universo al que en nuestro lenguaje pobre e imperfecto denominamos Dios.
Antonio Lledó - Amor, Paz y Caridad
************************
AMBIENTE IDEAL PARA UNA
REUNIÓN MEDIÚMNICA EN CASA
La extremada institucionalización del espiritismo, idea a la que su fundador Allan Kardec, siempre demostró bastante resistencia, terminó por fundar los llamados "órganos unificadores", de un poder incompatible con el carácter libre-pensador de la doctrina. Kardec admitía, sí, la existencia de centros de estudio del espiritismo, debidamente institucionalizados, y con reglamentos para su funcionamiento social y la práctica experimental del intercambio con los espíritus. Pero daba a esos organismos entera independencia relativa a instituciones congéneres, al mismo tiempo que estimulaba la formación de grupos familiares, en los que las mismas prácticas podrían ser ejercidas, dentro de criterios de orden, disciplina y elevación de pensamiento, capaces de atraer el concurso de buenos espíritus.
Hoy, cuando se desaconseja o se condena sistemáticamente la práctica de reuniones familiares de intercambio con los espíritus, se parte de la suposición de que el centro espírita es un lugar aséptico, libre de los naturales conflictos humanos que pueden suceder en los ambientes familiares. No siempre eso es verdad. La convivencia humana sea donde fuere, ofrece oportunidades para el ejercicio de diferentes sentimientos, buenos o menos buenos, pero siempre administrables y perfeccionables por la vía de una mejor comprensión de los objetivos mayores de la vida y de las normas de convivencia.
La doctrina espírita, estudiada y asimilada en los centros espíritas o en ambientes domésticos en donde es cultivada, crea un clima favorable al bueno y saludable ejercicio mediúmnico, incluso porque, ostensivamente o no, los espíritus están permanentemente con nosotros. Verlos, oírlos, conectarse directamente con ellos, no es acto que se deba revestir de sacralidad, solo compatible con espacios religiosos, tampoco es privilegio de los "templos espíritas". expresión utilizada en una nota de la F.E.B.
Comprendiendose la mediumnidad como la entendía Kardec, un instrumento de estudio y de aprendizaje con entidades espirituales sintonizadas con el bien y el progreso, no parece ser condenable o desaconsejable el ejercicio de la mediumnidad en grupos familiares de buena base moral y espiritual. Todo estará vinculado a la seriedad con que el fenómeno es tratado y el ambiente plasmado mentalmente por los participantes.
La nota de la FEB también condena prácticas mediúmnicas cuyos participantes, privados de intercambio presencial, vienen utilizando plataformas electrónicas. De ese tema, Salomón Jacob Benchaya trata su columna "Opinando" (pág.3). También ahí, según el experimentado pensador espírita, vinculado a CCEPA, a la FEB, se equivoca en la medida en que se posiciona contrario a toda actividad mediúmnica con la utilización de Internet.
( La Redacción de Opinión CCEPA )
****************************
No hay comentarios:
Publicar un comentario