INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Chico Xavier y su gata Aninha
2.- ¿Entramos en la era del Espíritu?
3.- El dolor: Una prueba difícil
4.- Resentimiento
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Chico Xavier y su gata Aninha
Chico nos contó la historia de Aninha, una gata mascota, con la que él tenía la costumbres de conversar; ella le respondía ronroneando, haciendo olas y moviendo su patita peluda.....
Oraban juntos y ella se acostaba a sus pies, cuando él psicografiaba en casa...
Un día, Aninha se comió una salamandra y se envenenó; Chico la ingresó en la clínica veterinaria de un amigo...
-" Yo estaba almorzando, hijo mío, cuando oí una voz que dijo: - Chico, ella se está marchando.... pedí permiso, interrumpí el almuerzo y fui para la clínica. Apenas llegué, ella parecía que solo me estaba esperando.... así que me vio, entornó los ojitos y partió. Me arrodillé cerca de ella, la acurruqué contra mi pecho y lloré. Era una amiga de muchos años... salí de allí apoyándome, y tuve que rezar para salir de aquel estado. Mira hijo mío, yo no voy a sentir un dolor mayor cuando pierda a un pariente o a un amigo; voy a llorar igual, a sentir igual....
Durante veinte días- continuó Chico-, el gatito que quedó huérfano, hijo de Aninha, lloró buscando a su madre. Parecía que con su maullido decía madre en inglés: "Mother, mother, mother...".; lo recogí y conversé con él, intentado confortarlo: "Yo se- le dije- que tu no entiendes mis palabras, pero estás oyendo mi corazón... ¡ ella va a renacer entre nosotros!
Y luego observó: -Los espíritus me dicen que el animal con algún progreso siempre regresa al ambiente en donde habitó....
Recordando el caso de Aninha, Chico se emocionó, pero, al notar nuestra extrañeza, concluyó:
- Pues cuando yo hablo así para los amigos, y yo cuento a los parientes el caso de Aninha, ellos me miran espantados, y exclaman:- ¡ Dios mío. Chico se volvió loco !
¡Y soltó una alegre carcajada ....!
(Tomado del libro: Las bendiciones de Chico Xavier, de Cárlos A.Baccelli )
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RECONCILIACIÓN ENTRE LA CIENCIA Y LA ESPIRITUALIDAD
¿ENTRAMOS EN LA ERA DEL ESPÍRITU?
Parece que es, incluso más adecuado, nombrar la postura dominante entre los científicos, como "fiscalistas" en vez de "materialistas", Entre ellos hay profesores de Universidades religiosas. Otros muchos trabajan en instituciones públicas, pero tienen creencias reigiosas. Muchos no se definen como materialistas, pero viven en esa dicotomía: como científicos, se adaptan a los padrones vigentes, por los que les está prácticamente prohibido atribuir cualquier actividad de la mente humana a causas extracerebrales. El "espíritu" o "alma" para ellos es una abstracción que no cabe en la concreción humana. Es parte del misterio, de lo sobrenatural y no puede ser objeto de un abordaje racional y científico.
El grupo del Proyecto Sursem se declara compuesto de " investigadores de mentalidad científica con amplios y variados intereses". Se definen como "espiritualizados, pero no religiosos, en el sentido convencional". Sin afiliarse a ninguna creencia religiosa específica, se dicen "anclados en la ciencia", y desean "ampliar sus horizontes". Identifican el escenario actual como las etapas de dos fundamentalismos: el religioso y el científico, por lo que proponen "un camino de en medio" entre ambos.
Estas propuestas son fáciles de identtificar con aquellas propuestas por Allan Kardec al fundar el Espiritismo. Sin querer hacer de él una nueva religión, propugna explícitamente establecer una "alianza entre la ciencia y la religión", presentado el Espiritismo como el "camino neutro" que posibilite la alianza.
En tiempos de Kardec, en donde parte de la ciencia académica admitía un "espiritualismo racional", resultaba más ptopicio a este objetivo.
De ahí el optimismo presente en la obra de Kardec. Pero el siglo XX parece haber preferido formar el camino "fiscalista", atribuyendo al cerebro humano la entera capacidad para generar los procesos mentales, aprisionando así al espíritu, en los límites de la fe religiosa, en donde además, los propios espíritas preferirían en su mayoría, refugiarse-
Menos mal que hay reacciones, venidas del propio medio científico.
Ellas pueden estar gestando un nuevo tiempo: la era del Espíritu, sueño de Kardec y de aquellos que bien lo comprendieron.
( La Redaçción de Opinión espírita)
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EL DOLOR: UNA PRUEBA DIFÍCIL
El dolor es una bendición que Dios envía a sus elegidos. No os aflijáis, pues, cuando padecéis, sino por el contrario, bendecid al Dios todopoderoso que os ha señalado, por medio del dolor en la Tierra, para la gloria en el cielo...
Sed pacientes: la paciencia es también una forma de caridad, y debéis practicar la ley de caridad que Cristo, el Enviado de Dios, enseño.
La caridad que consiste en la limosna que se da a los pobres es la más fácil de las caridades. Pero hay una mucho más penosa y, por tanto, harto más meritoria: la de perdonar a aquellos a quienes Dios ha puesto en nuestro camino para ser los instrumentos de nuestros sufrimientos y poner a prueba nuestra paciencia.
Difícil es la vida, lo sé. Se compone del mil naderías que son alfilerazos y concluyen por lastimar. Pero hay que tener en cuenta los deberes que se nos imponen, los consuelos y compensaciones que por otro lado tenemos, y entonces echaremos de ver que las bendiciones son más numerosas que los dolores. El fardo parece menos pesado cuando miramos hacia lo alto que si inclinamos la frente hacia la tierra.
Valor, amigo, Cristo es vuestro modelo. Él sufrió más que cualquiera de vosotros, y no tenia nada que reprocharse, en tanto vosotros debéis expiar vuestro pasado y fortificaros para el porvenir. En consecuencia, sed pacientes, sed cristianos, ya que esta palabra lo contiene todo.
Un Espíritu Amigo,.
El Evangelio según el Espiritismo.
Allan Kardec.
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RESENTIMIENTO
¡Cuántos amigos se pierden en el camino de la vida por esta razón!
Si realmente fuéramos sinceros con nosotros mismos, estaríamos conscientes de que nuestras emociones negativas bloquean las energías que necesitamos para sentirnos bien física, psíquica y espiritualmente, y nos esforzaríamos en erradicarlas. No sólo nos beneficiaríamos nosotros sino también aquellos con quienes nos relacionamos.
Se cuenta una historia que en un colegio el maestro había pedido a los alumnos que llevaran papas y una bolsa de plástico. Ya en clase los alumnos tuvieron que elegir una papa por cada persona por las cuales sentían resentimiento, escribir su nombre en ella y ponerla dentro de la bolsa.
Algunas bolsas eran realmente pesadas. El ejercicio consistía en que durante una semana llevaran con ellos a todos lados esa bolsa de papas. Naturalmente la condición de las papas se iba deteriorando con el tiempo.
-Era muy fastidioso acarrear esa bolsa en todo momento y eso puso en evidencia y con mucha claridad el peso espiritual que cargaban algunos a diario. Al mismo tiempo notaron que tenían que poner toda su atención en ella para no olvidarla en ningún lado, descubriendo que por ese motivo estaban desatendiendo cosas que eran más importantes par ellos.
-Así que resolvieron abandonar la bolsa, y todo lo que ella representaba. – notando así en gran alivio a partir de dicho momento.
Una de las emociones negativas más frecuentes y más difícil de superar es el resentimiento. Aquellas personas que nos han hecho daño siguen siendo nuestros deudores aunque haya pasado mucho tiempo. No importa que estén muertos o con vida, ya que el dominio del oscuro recuerdo no respeta fronteras. Tampoco hay diferencia en que el odio y el deseo de venganza se anuden en nuestro corazón desde la niñez o desde el ayer reciente. Nuestro tiempo psíquico es inmóvil. Por eso siempre estos recuerdos acechan, para surgir disfrazados de distintos temores cuando la oportunidad se presenta propicia. Esos temores son el veneno que debemos probar cada vez. El recordar a los que nos han causado sufrimientos, como también hechos y circunstancias dolorosas, abren de nuevo nuestras heridas. Repasamos con amargura esas situaciones y la idea de desquitarnos puede obsesionarnos. Pero debemos considerar el hecho de que siempre es mejor vivir el presente que quedarnos atrapados en un pasado doloroso lleno de resentimientos y culpas.
¿Quién no ha sentido en algún momento de su vida tristeza, amargura o resentimiento?
Nadie escapa a estos sentimientos y el sentirlos de vez en cuando es normal, es parte de nuestra naturaleza humana. Llorar es bastante sano cuando se trata de un acontecimiento eventual, el llanto es parte de la liberación.
Pero ¿Qué pasa cuando estas emociones quedan alojadas en nuestro corazón de manera permanente?, cuando el dolor, la amargura y la tristeza representan nuestra propia personalidad.
Hoy en día los males provenientes del corazón son muy comunes, los rompimientos familiares, la frustración, la represión, el fracaso y lo que llamaríamos “el cansancio de vida” se apodera de nosotros cuando vemos que a pesar de nuestro esfuerzo, las cosas “nunca funcionan”, “todo nos sale mal” porque “la vida ha sido muy injusta con nosotros”.
Es entonces cuando el resentimiento, la autocompasión y la tristeza pueden quedar instalados en nuestro corazón de manera permanente.
Esta actitud hace que todo en la vida lo veamos a través de un “cristal empañado”, es decir, nuestra perspectiva de vida se torna gris, ya no vemos la belleza de la vida, los buenos momentos se vuelven indiferentes ante nosotros, dejamos ir oportunidades y empezamos a crear una realidad falsa al creer que “nadie nos quiere” o “todos quieren hacerme daño”, nuestra visión actúa y distorsiona todo desde nuestro cristal empañado.
El guardar por mucho tiempo esta actitud o este sentimiento, además de prolongar nuestro sufrimiento, nos trae como consecuencia enfermedades derivadas de “un corazón triste”:
Enfermedades respiratorias (catarros, asma, tos, sinusitis, etc).
Enfermedades del corazón (Angina de pecho, infarto, etc.)
Enfermedades del sistema circulatorio (mala circulación, várices, colesterol, etc.)
Ningún medicamento, dieta o ejercicio pueden evitar o curar dichas enfermedades si no nos conectamos con la alegría de vivir, con el amor a la vida. La alegría es la única medicina para un corazón que revive constantemente en su presente las heridas del pasado.
Sin la alegría, nuestra vida se frena, nuestros pasos se alientan ya no queremos saber nada, estamos deprimidos y con un constante dolor de piernas, nos pesan tanto como para poder dar un paso más.
Sufrimos también a causa de nuestra soledad por tener nuestro corazón cerrado al amor, no sabemos darlo, mucho menos recibirlo, al mismo tiempo nos duelen los hombros y la espalda.
Seguimos sufriendo, porque las pastillas no son suficientes para un corazón que frena el amor, que lo tiene por esencia, pero no lo deja salir… se ahoga, se asfixia… hasta morir.
El resentimiento es otra plaga que desde siempre azota a la humanidad, siempre que evocamos un sentimiento de hostilidad contra una persona o personas que consideramos que nos han tratado mal; cuando cobijamos un rencor reprimido sobre un acontecimiento negativo que nos ha sucedido; cuando sentimos una molestia o agitación emocional siempre que se habla de una determinada persona o acontecimiento; cuando somos incapaces de perdonar, dejando pasar las cosas y olvidarlas; cuando sentimos la sospecha y esta es la base de la desconfianza al tratar con personas o acontecimientos que nos produjeron dolor en el pasado; cuando sentimos dolor emocional al no conseguir aceptar una perdida, cuando después de poner mucho esfuerzo y energía para conseguir una cosa sentimos malestar por al final perderla; cuando pensamos que fuimos víctimas de un trato injusto y el resultado fue la no solución de un problema; cuando sentimos rencor hacia una persona o grupo que consideramos que ha impedido que logremos ciertos objetivos; en fin cuando nos sentimos ofendidos porque han ignorado o negado nuestros derechos, es que damos paso al resentimiento.
Resentimiento propiamente, significa "volver a experimentar un sentimiento, especialmente un sentimiento doloroso. Pero se entiende generalmente en el sentido de rencor sordo, frecuentemente inconsciente, de envidia u odio impotente, que se manifiesta en criticas, comentarios o insinuaciones que desprestigian a la persona que es objeto del resentimiento"
Nuestra forma de manifestar resentimiento suele ser muy variada y lo solemos hacer de la siguiente manera:
Ponemos mala cara disimuladamente ante la presencia o mención de la persona que es objeto del resentimiento.
Sentir malestar cuando la música, una película, o un programa de televisión le recuerdan las interacciones desagradables que ha tenido con ellos.
Hablamos de una manera burlona, de hostilidad o degradante de él, ella o de ellos.
Tenemos pesadillas o pensamientos desagradables sobre la persona o personas.
Nos vemos bloqueados en nuestros esfuerzos de crecimiento personal sin saber por qué.
Sentimos cólera sin razón aparente.
Nos sentimos deprimidos, abatidos, y confundidos cuando intentamos superar estas experiencias frustrantes.
Evadimos cualquier tema que esté relacionado con su último enfado o malestar acerca de esas personas.
Fingimos entusiasmo por estar con esa persona cuando en realidad preferiría no saber nada de ella.
La Superación del Resentimiento
Si miramos con optimismo el futuro, procurando vivir una vida sana y positiva, los buenos sentimientos que se originan allanan el camino y hacemos posible la total curación de las heridas.
Sólo el perdón es el bálsamo que puede curar el dolor que nos causa el resentimiento, No es cuestión de esperar que el tiempo se encargue de borrarlo. Muchas personas dicen: «perdono pero no olvido», sintiéndose culpables por no olvidar. Para dejar de recordar tendríamos que sufrir de amnesia. Además, la experiencia de los agravios sufridos nos enseña a impedir que vuelvan a dañarnos y nos sirven de lección para no dañar a otros.
El perdón nos libera de la pesadilla del otro y nos devuelve el don más preciado: la paz interior. Pensemos: “Todo enemigo y todo resentimiento que habite en mi interior, limita mi presente y obstruye mi futuro. Mi trabajo de reconciliación con mi pasado asume un papel de la mayor importancia para mi crecimiento personal y mi eficacia en la vida diaria.» No importa si el otro es digno o no de ser perdonado, es uno mismo quien merece superar el resentimiento.
El perdonar al que nos ha ofendido, es muy beneficioso, pero esto no es fácil, incluso después de haberlo intentado muchas veces, no podemos mandar a nuestro corazón y se hace necesario pedir ayuda, necesitamos hablar con alguien que nos sepa escuchar, contándole el conflicto que nos aflige; cosa que nos alivia; si no contáramos con esa persona capacitada para ello, podemos escribir una carta al agresor, sin enviarla, con la mayor sinceridad que podamos manifestar, sin omitir nada de nuestro sentir, aunque lo consideremos indigno dejando salir todo lo que sentimos, expresando con sinceridad, todo lo que hubiésemos dicho en el momento en que ocurrieron los hechos.
Un buen comienzo para cambiar es el acostumbrarnos a ser indulgentes con las ofensas que nos causan aquellos con los que tratamos todos los días, recurriendo a la oración o a la meditación que siempre es un medio muy eficaz para liberar nuestro espíritu de la ira y la soberbia o los deseos de venganza.
Cuando hayamos conseguido perdonar al agresor o agresores, cuando nos de igual y borremos las hullas que dejaron en nuestro corazón, será cuando en verdad hemos conseguido perdonar, es una herida que ha cicatrizado y que ha dejado de supurar impurezas.
Muchas veces, el llorar desahogándonos es también un beneficio, porque las lágrimas limpian, refrescan y nos liberan, invadiéndonos un inmenso alivio, sintiéndonos más buenos, merecedores de ser perdonados a la misma vez. Sintiendo en nuestro interior que la vida hay que vivirla con alegría, que todo es hermoso en la naturaleza, y nuestra alma empieza a sentir los beneficios porque está en paz.
El resentimiento sólo hará que una situación que ya está mal, empeore. Sólo sirve para prolongar y fortalecer aquello por lo que estás resentido, y eso no es, obviamente, lo que deseas. Así que en lugar de ser retenido por el resentimiento, usa esa misma energía en una manera mucho más positiva. Simplemente decide transformar tu resentimiento en determinación. En lugar de permanecer enfocado en lo que está mal y en a quién culpar, pon la misma energía en transformarlo para mejor. Cuanto más difícil y dolorosa sea la situación, más razones tienes para salirte de ella, y más determinación puedes desarrollar haciéndolo. Los mismos factores que llevan al resentimiento pueden, con la misma facilidad y la misma fuerza, llevar a la determinación. Cada vez que sientas la imperiosa necesidad de hundirte en el resentimiento, tendrás también la opción de hacer avanzar tu mundo con determinación. Cuando se te presente una opción semejante, elije la determinación. Te llevará a lugares mucho mejores de los que jamás podrías esperar alcanzar atrapado en el resentimiento.
Merchita
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