lunes, 16 de noviembre de 2020

Misión del Espiritismo

   INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Relaciones sociales

2.- Consideraciones sobre el Más Allá (Reflexiones finales)

3.- Inducción literaria

4.-En el camino

5.- Misión del Espiritismo



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    Relaciones  sociales

Todo aquel que adquiere madurez emocional en el grupo familiar y en el conyugal, está preparado para las relaciones en esfera más amplia, en el agitado mundo de los interese sociales.

Las relaciones sociales son de vital importancia para los seres humanos. Quien no se relaciona en el grupo social desintegra la personalidad y se atormenta en sentido creciente. El calor humano, en la inter-relación social, constituye un factor básico para el crecimiento psicológico, desarrollando el área de la afectividad con toda la gama de sentimientos profundos que existen en germen en el interior de cada ser.

El impositivo del instinto gregario responsable, de algún modo, por la sobrevivencia de las especies animales, induciendo a la convivencia en grupo, se desvela más ampliamente en emociones superiores que imitan a la espiritualización, cuando los sentimientos fraternales superan los niveles que encadenan al individuo a los automatismos primarios.

La relación social tiene inicio cuando el ser humano comprende la estructura de todo cuanto lo rodea y se deja envolver por el ambiente en que vive, tornándose parte activa de ese ambiente. Se relaciona entonces con los minerales, desarrolla los sentimientos de respeto y de admiración por los vegetales, amplia la capacidad de amparo a los animales, trabajando por la preservación de todas las formas vivientes y, por fin, se irradia en la dirección de las demás personas como miembros reales de su familia, partes integrantes que son de su vida.

En los reinos inferiores, el relacionamiento es vivido apenas por parte de aquel que piensa y que siente racionalmente, ya que, en ellos, aun no existe una consciencia que pueda responder por los sentimientos que les son dirigidos, la donación es unilateral, con una consecuencia sutil para quien la proporciona – el placer de estar vivo y compartir de todas las formas de la vida. En los vegetales y en los animales, sin embargo, esa experiencia ya se hace en doble vía, ya que existe sensibilidad y, en los últimos, la presencia de una percepción más desarrollada, que permite la captación y la retribución de todo cuanto les es dirigido. 

Entre los seres humanos surgen los grandes desafíos psicológicos, aquellos que transcurren del nivel de consciencia individual, de su desarrollo de sentimientos, del estadio de madurez en que cada cual se encuentra. Por esa razón, es indispensable que sean creadas emociones que proporcionen unión, intercambio, a fin de ser alcanzados los objetivos básicos de la existencia corporal, que son las expresiones de la legítima fraternidad. En esa búsqueda de comunión con los semejantes, la alegría se irradia en forma de optimismo y de esperanza, que son fundamentales a la existencia equilibrada.

Todo ser humano es portador de fuerza creadora que se desenvuelve a través de la relación con otro de la misma especie. Para el éxito del emprendimiento, se vuelve fundamental el auto-descubrimiento, a fin de ser identificados el lado negativo que es parte de la personalidad, la faz oscura de ese poder natural, evitando que predominen en las relaciones que sean establecidas.

Mientras sean ignorados esos ángulos aun deficientes y perturbadores, los desentendimientos entre aquellos que se buscan, se hacen predominantes en vez de las identificaciones que los deben unir, porque cada cual pretende imponerse sobre el otro, olvidando que en esa actividad de las relaciones no hay valor que se sobreponga o que se someta, sino que todos se encuentran en el mismo nivel de interés y de significado estableciendo líneas de perfecto respeto recíproco.

La buena relación es aquella que resulta del contacto que inspira, que estimula y que proporciona bienestar, sin contenidos temerosos o repulsivos, generadores de ansiedad y de malestar. Cada persona tiene algo para ofrecer al grupo social en el cual se mueve, y esa contribución es importante para el conjunto, que no puede prescindir.

Cualquier imposición que pasa del capricho egoísta de algunos de los miembros, se torna factor de impedimento para la saludable formación de la sociedad. Es por eso por lo que los dominadores, los poderosos, aquellos que se imponen, se tornan siempre temidos, pero nunca amados.

Las personas que normalmente los rodean y los homenajean, con las raras excepciones que se refieren a aquellos que se encuentran en el mismo nivel de consciencia y con ellos se identifican, tienen interés por la posición efímera de que disfrutan, por las migajas de la proyección humana, porque son incapaces de hacerse notados por las conquistas éticas, culturales o de cualquier otra naturaleza superior, arrastrándose en el nivel más servil y aprovechándose de aquella situación infeliz. Desde ese modo, el individuo que admite la propia fragilidad, su humanidad, y comprende la necesidad de la presencia de otro para avanzar, está preparado para la convivencia social, para una relación eficaz. Mientras en él predominen la presunción y la exclusiva autosatisfacción, enfrentará muchas dificultades para armonizarse en la sociedad, porque no puede vencer la ambición mórbida de la auto-proyección.

Cuando alguien niega el esfuerzo de adquirir la capacidad de auto descubrirse a sí mismo, para que sean identificados los problemas internos, y se presenta la necesidad de la fuga de la convivencia con el grupo social para llevar una existencia solitaria, está delineando su comportamiento neurótico, que lo expulsa del organismo general, a fin de que agonice en la problemática de los tormentos que se imponen, e inconscientemente en ellos se complazca.

Se torna de alto significado, para un exitoso relacionamiento social, que el individuo tenga el valor de considerar la propia crueldad, los sentimientos ambiguos, los recelos interiores, las inseguridades y la agresividad personal en un análisis honesto de las dificultades que le son peculiares, buscando superarlas, a fin de que no haya transferencia de responsabilidad para otro, o consciencia de culpa cuando cualquier fracaso se manifieste en los intercambios buscados.

Cuando se es capaz de vencer las imperfecciones, sin dirigirlas a los otros, se tiene condición para las convivencias saludables, armónicas, lo que no impide las situaciones de desajustes e incomprensiones que pueden ser discutidas y diluidas, teniéndose en mira el objetivo de construir una buena sociedad. Una relacción psicológicamente madura es siempre sustentada por la lealtad de la convivencia, en la cual los propósitos que vinculan los individuos entre si son discutidos con naturalidad y sentimiento de aprendizaje de nuevos recursos para el buen desempeño social.

Siendo cada persona un eslabón de la inmensa corriente que debe reunir a todos los hombres y mujeres, el ajuste emocional al grupo es indispensable, contribuyendo para el fortalecimiento de la estructura comportamental de todos.

La vida es un mensaje de armonía y  placer, que invita a la conquista de nuevos niveles de felicidad. Sin esos instrumentos de estimulación, los trastornos emocionales se instalan y el sentimiento de júbilo cede lugar a la depresión y a la infelicidad, que pasan a constituir lo cotidiano de aquel que derrapa en las sombras de los desajustes emocionales. 

Cuando ocurren desencuentros en las relaciones sociales, nadie se debe permitir la veleidad de acusar al otro; antes mantenerse consciente de que ambos se encuentran con dificultades para una buena identificación de intereses. Normalmente accionadas por los apetitos sexuales, muchas personas creen que, en cualquier relación, la libido debe desempeñar un papel de alta importancia, determinando la profundidad y el tiempo de manutención de la convivencia, no sintiéndose capaces de mantener vinculaciones destituidas de ese tipo de juego de placer. En tales casos, la inseguridad y la inmadurez del individuo responder por la forma de considerar el comportamiento social, que debe ser colocado encima de las sensaciones rápidas del deseo carnal.  En esas búsquedas, en que se caracterizan los instintos primarios, los resultados que se disfrutan son siempre huidizos y fastidiosos, exigiendo siempre variaciones nuevas que más atormentan de lo que llenan, por eso mismo, insuficientes para contribuir en favor de la construcción y preservación de un grupo social armónico.

Incluso cuando la relación tiene por meta la satisfacción sexual, si no existe madurez psicológica en la pareja, es obvio que, pasada la consumación del acto, el tedio y el desinterés dominan al individuo que en él no sitúa la conquista de objetivos más profundos. La criatura humana es mucho más que los impulsos instintivos de los deseos serviles.

Espíritu inmortal que es, se encuentra programado para la superación de las experiencias primarias vividas, yendo en la dirección de los sentimientos sublimes que son la herencia divina durmiendo en las profundidades del ser.

La sociedad equilibrada debe funcionar como una orquesta afinada ejecutando una especial obra sinfónica, en la cual predomina la armonía de los movimientos y de las notas musicales bajo la regencia feliz del ideal que proporciona alegría y paz.

Para que eso sea alcanzado, el amor desempeña un papel especial: conseguir superar las dificultades naturales de la fase inicial de identificación, cuando todos aun no se conocen y mantienen el comprensible recelo de susceptibilidad de uno en relación al otro, o de no poder corresponder de lo que de cada cual se espera. El amor, en cualquier situación, produce enzimas psíquicas que contribuyen eficientemente en favor del metabolismo social, produciendo la química  necesaria para la renovación de todas sus células y del organismo total como efecto inevitable.

Espíritu Joanna de Angelis

Médium Divaldo Pereira Franco


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CONSIDERACIONES SOBRE EL MÁS ALLÁ

                   -Reflexiones finales-


     A la luz del estudio y análisis de la obra EL CIELO Y EL INFIERNO o la Justicia Divina según el Espiritismo, publicada en 1865 por Allan Kardec, hemos desarrollado el presente trabajo.

     Nuestra intención ha sido reflexionar sobre los postulados que allí se esgrimen, en base a sus argumentos de enorme solidez, tanto de carácter filosófico como de las consecuencias morales que se derivan.

    Hemos considerado necesario y hasta urgente reflexionar para clarificarnos el camino en estos tiempos tan convulsos. Al carecer durante mucho tiempo de una luz clara que ilumine la razón e inspire al corazón, el hombre de hoy, por lo general, navega sin rumbo, dejándose arrastrar por una corriente que no es saludable y que le aboca al precipicio del desequilibrio y el desaliento.

     Es necesario comprender que traemos una misión a cumplir; para cada uno de nosotros la tarea es diferente pero muy importante; que la muerte no es el fin de todo, tan solo el final de una etapa para vivir otra diferente; de esa manera, se elimina el temor y la angustia que supone la incertidumbre sobre el porvenir.

“A medida que el hombre comprende mejor la vida futura, el temor a la muerte decrece, pero al mismo tiempo, al comprender más cabalmente su misión en la Tierra, espera su fin con más calma y resignación y sin temores”.

(El Cielo y el Infierno. Capítulo II; ítem 3).

     El propio Kardec insiste en la necesidad de una fe razonada, aquella que puede mirar a la razón cara a cara en todas las épocas de la humanidad. Aquella que nos estimula al progreso y a las acciones edificantes puesto que posee la convicción de un futuro mejor; que nos aporta la idea poderosa de la inmortalidad del alma; del progreso sin fin. No solo de que la pérdida de los seres queridos no es tal, solo momentánea, sino que muchos de ellos nos asisten y sostienen en nuestras luchas desde el otro plano de la vida; sin olvidar que el reencuentro se hará efectivo una vez acabemos la etapa de esta existencia física, como ya nos ha ocurrido otras veces, en base a las existencias múltiples, y bajo el amparo del infinito amor y misericordia que nuestro Padre Celestial nos proporciona a cada instante.

     De la misma forma, al comprender la realidad espiritual que nos envuelve, se disipan las dudas respecto a los premios y castigos de los que nos hablan las religiones tradicionales, unos conceptos propios de la mentalidad de otros tiempos. No obstante, hoy día necesario es renovar, actualizar esas ideas para que desaparezca esa fe inconsistente y utópica. Cada quien recoge aquello que ha sembrado. Tarea incompleta, tarea pendiente para el futuro. La siembra es voluntaria pero la cosecha obligatoria; somos los forjadores de nuestro destino, y por tanto, nadie ha de sufrir algo que no merezca ni gozar de una felicidad que no ha merecido por su esfuerzo y sacrificio.

   En referencia al perdón de los pecados, nadie nos puede eximir de esa responsabilidad. Quien perdona por un agravio recibido salda una cuenta pendiente con la ley, puesto que somos todavía espíritus muy imperfectos y con grandes débitos del pasado. Por tanto, el perdón que podamos recibir de nuestros semejantes no nos libra de una reparación en el presente o en el futuro.

   En resumen: Somos responsables del bien que hacemos, del mal que provocamos y del mal consecuencia del bien que dejamos de hacer.

     Al respecto de las religiones, el mismo codificador nos señala:

“Mientras la humanidad avanza, la religión se inmoviliza en sus viejos errores, tanto en materia espiritual como en el terreno científico, por lo cual llega un momento en que ella es desbordada por la incredulidad”.

(El Cielo y el Infierno. Capítulo X; ítem 3).

    Una buena parte del materialismo que impera en nuestro mundo es producto de esa incredulidad de la que habla el codificador Allan Kardec. Al no ofrecer respuestas convincentes las religiones, el hombre se aleja de las creencias y se aferra a aquello que ve y que puede palpar con sus sentidos. Sin embargo, algo a nivel interno le reclama la atención poderosamente: estamos hablando de la naturaleza espiritual que todos poseemos. Esa realidad interior, del propio espíritu, trata de recordarnos la necesidad de llevar a cabo unos objetivos espirituales programados antes de encarnar, pero que hemos olvidado y silenciado por las distracciones y objetivos materiales. Se produce un conflicto ante la falta de ideales superiores y de un trabajo interior que nos serene, nos haga felices y nos llene de autenticidad. Ese desequilibrio espiritual nos aboca frecuentemente a la ansiedad, el estrés, la depresión, a todo tipo de trastornos, e incluso en casos extremos al suicidio.

    Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), la depresión es una enfermedad frecuente en todo el mundo, y se calcula que afecta a más de 300 millones de personas, y más de 260 millones tienen trastornos de ansiedad.

    También nos informa la OMS de que más de 800.000 personas se suicidan cada año, lo que representa una muerte cada 40 segundos. Y otro dato terrible: el suicidio es la segunda causa principal de defunción entre las personas de 15 a 29 años.

    Ante estas alucinantes cifras recogidas de organismos internacionales cualificados, resulta apremiante la necesidad de estudiar y divulgar el espiritismo en su estricta pureza. Aportar los conocimientos y las pruebas que posee respecto a la inmortalidad del alma para variar el rumbo de miles, millones de personas que permanecen en la obscuridad y la desesperanza.

    La vida es única, porque aunque ahora estemos encarnados, con posterioridad pasaremos al otro lado, liberándonos del yugo de la carne, para posteriormente volver de nuevo al mundo físico; así sucesivamente en una espiral ascendente de progreso y evolución.

     Por otro lado, es necesario entender que los ángeles y los demonios no son seres aparte en la Creación. Dios nos crea sencillos e ignorantes pero perfectibles. Somos responsables de nuestras acciones, y en base a ello sufrimos y gozamos las consecuencias de nuestros actos, de tal forma que existen espíritus en todos los grados de evolución. Los considerados demonios no son más que espíritus muy atrasados que se complacen temporalmente en el mal, hasta que les llegue el despertar de su conciencia, a través de existencias de dolor y sufrimiento reparador. Por contrapartida, los ángeles serían aquellos espíritus ya purificados que atravesaron todas o casi todas las escalas evolutivas, alcanzando una plenitud que es consecuencia de su evolución espiritual.

     Por lo tanto, el mal es un estado transitorio. La finalidad de la vida es crecer hacia la plenitud sin límites. No existen las penas eternas. El mal perdura mientras exista la causa que lo provocó. Hemos de sustituir las ideas de castigos y penas por las de reajustes y desafíos existenciales.

    Todo obedece a un plan cuya base es el amor y la sabiduría de nuestro Padre. Es Él quien nos conduce, respetando nuestro libre albedrío, marcándonos una misión a cumplir dentro del concierto universal.

   Para concluir, hemos de ser conscientes de los importantes avances que nos proporciona la ciencia actual, en dirección a corroborar los postulados espíritas referentes a la supervivencia del espíritu después de la muerte, a través de los incontables testimonios en todo el mundo de pacientes que han vivido Experiencias Cercanas a la Muerte. También es significativo el recuerdo de vidas pasadas a cargo de niños que manifiestan de repente una identidad que no es la suya; tal y como demuestran los resultados de las investigaciones realizadas por los doctores Ian Stevenson, o el profesor Hernani Guimaraes Andrade, o Hemendra Nath Banerjee, etc.

    Resultan destacables también los trabajos a cargo de notables terapeutas, como por ejemplo la doctora Edith Fiore o el doctor Brian Weiss con las regresiones de memoria, capaces de desentrañar, en algunos casos, conflictos ocurridos en otras vidas y que todavía son causa de aflicción en esta existencia. Sin olvidar la inestimable aportación de la moderna física cuántica que nos habla de universos paralelos; también del llamado biocentrismo, tal y como nos explica el médico y científico estadounidense Robert Lanza: “La muerte es una ilusión. La vida crea el universo y no al revés. Significa que el tiempo y el espacio no existen en la forma lineal que pensamos que existe”.

     Es momento de cambio, de decisión. Ya no podemos alegar ignorancia ni falta de medios o posibilidades. Se trata de un reto, de un desafío para este siglo XXI que todos tenemos que afrontar inevitablemente. No hay tiempo para ensayos o lamentaciones. El ser humano debe de caminar consciente hacia su destino final que es la plenitud. Un camino con luz propia que nada ni nadie va a poder parar.

 José Manuel MeseguerAmor, Paz y Caridad.


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 Inducción literaria

1¿Existe el opuesto de Memorias de un Suicida, libros que inducen al suicidio?

Infelizmente, sí. Un ejemplo ilustrativo es una obra prima de la literatura universal, Los sufrimientos del joven Werther, de Johann Wolfgang Goethe (1749-1832). Para unos ese libro marcó el inicio del Romanticismo en la literatura. Para otros, sencillamente marca un antes y un después dentro de la literatura alemana.

2¿Cómo puede una obra literaria hacer estragos en la vida del lector, al punto de inducirlo al suicidio?

La buena literatura no siempre se hace acompañar de buen discernimiento del autor. Se trata de un libro profundamente pesimista, que habla de los amores atormentados del personaje central, Werther, por una joven casada, apasionada por su marido, que no veía en él más que un amigo de muchas afinidades.

3¿Y qué tiene que ver con el suicidio?

Después de sufrir mucho, viendo frustradas sus esperanzas, él se mató. El problema es que el libro acaba situando suicidio como una solución heroica y romántica para fluctuaciones amorosas. Como los amores no correspondidos, abandonados o traicionados, constituyen hoy el gran motivo para la fuga de la existencia humana, muchos lectores embarcaron en esa canoa agujereada.

4-¿Goethe tendría alguna responsabilidad en esas muertes?

Sin duda. Todo escritor es responsable de las ideas que transmite, tanto para el bien como para el mal. La literatura es pródiga en libros que incitan a la violencia, al adulterio, a la promiscuidad sexual, al vicio, a la desarmonía. Al alcanzan notoriedad, como Mi Lucha, de Adolf Hitler (1889-1945), El Libro Rojo, de Mao Tsé-Tung (1893-1976), El amante de Lady, Chatterley, de D. H. Lawrence (1885-1930 ) Madama Bovary, de Gustave Flaubert (1821-1880). La lista es grande.

5¿El libro de Goethe no sería recomendable?

Para personas del tipo Werther, no, aunque sea un notable estudio sobre las angustias del amor no realizado, cultivado por un carácter romántico, introspectivo y tímido, incapaz de encarar con serenidad sus frustraciones, y con tendencias al auto-aniquilamiento.

6¿Diríamos que un libro como Los Sufrimientos del Joven Werther podría ser de inspiración de Espíritus obsesores, interesados en sembrar el suicidio?

Probablemente sí, por lo menos en relación al final. Los escritores están siempre acompañados de Espíritus que se envuelven con su trabajo. Las musas inspiradoras de la mitología griega, que los artistas evocan, simbolizan esa interferencia. Cuando Espíritus perturbadores encuentran instrumentos sensibles a su influencia pueden hacer estragos en la mente humana.

7¿Incluso cuando se trate de un genio de la literatura, como Goethe?

Genialidad no es sinónimo de grandeza moral. En la Revista Espírita, de junio de 1859, Kardec transcribe una manifestación de Goethe, en la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas, en que se muestra arrepentido del final que dio al romance. Reconoce que su libro causó dolores e infelicidad a mucha gente.

8, El hecho de sufrir la influencia de un libro que sugiere el suicidio como fuga de los tormentos de la pasión, ¿no excusa al suicida de su responsabilidad?

Podríamos invertir la pregunta. El hecho de haber una literatura que exalta el coraje de vivir, delante de los problemas humanos, además de la presencia de benefactores espirituales, que siempre nos inspiran a hacer lo mejor, ¿no aumenta la responsabilidad del suicida, por no haber seleccionado mejor sus lecturas o por no haber atendido a las advertencias de sus mentores?

Richard Simonetti
Extraído del libro «Suicidio todo lo que usted mesitas saber… «



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                              En el camino

 ¿No debías tú igualmente tener compasión de tus compañeros, como yo también tuve misericordia de ti? (  Evangelio de Mateo- 18, 33).

            En este mundo todos estamos sumidos en un proceso de perfección continua e        infinita, que constituye una muestra de la obra de Dios de la cual formamos parte, por lo tanto no podemos aislarnos del resto de  la Humanidad porque la humanidad toda  constituye una unidad de conjunto y porque es en su seno en donde todos estamos    inmersos dentro de ese mismo proceso.

     La cooperación entre los Seres humanos es una necesidad  natural  e indispensable       que Dios nos hizo sentir  y comprender desde los albores de la Humanidad.  No estamos nunca solos. Siempre hay cerca alguien a quien acudir para poderle ayudar o para pedir su ayuda.

                Por ese motivo todos somos hermanos y compañeros en el camino de la vida, con independencia de las ideologías y creencias de cada uno, y cualquiera que sea el papel      que cada uno  desempeñe, como padre, amigo, hijo, hermano, vecino, compañero o     extraño, pues por encima de todo,  estos son los papeles que a todos nos toca vivir  e interpretar en el escenario de cada vida; así llegamos a comprender que  en cuanto a la relación humana, todos procedemos de un mismo y único Origen que llamamos Dios.  

               Todos somos hijos de un mismo Padre Universal que nos ama a todos infinitamente y      nos atrae poco a poco a Su lado a través del camino de la Evolución espiritual, incentivándonos para crecer en Amor y en Sabiduría.

               Dios nos podría haber hecho directamente, desde el principio,  seres grandes y dichosos, pero si los Seres humanos  no tuviésemos que escalar golpe a golpe y paso a paso, el duro ascenso evolutivo, jamás podríamos apreciar el valor de los valores  conquistados  y la     dicha ante el resultado final de nuestro esfuerzo individual, pues solo se valora y aprecia     lo que cuesta nuestro esfuerzo, empeño y tesón, mientras que lo que se nos regala o nos encontramos  y resulta gratuito, sin ningún esfuerzo ni mérito por nuestra parte, no sabremos nunca  apreciar  la verdadera dimensión de su valor. Por eso, debemos dar    gracias al Padre por habernos hecho  en el comienzo de nuestra existencia tan pequeños , porque de ese modo podremos sentir la dicha  originada  por  nuestro esfuerzo cuando consigamos avanzar y  crecer;  gracias por habernos hecho tan imperfectos, pero al      mismo tiempo tan perfectibles, para  poder gozar algún día del mérito de nuestro valor     para haber logrado llegar a ese estado de perfección que nos aproxime cada vez más a nuestro Padre Celestial.

               A veces tenemos en la senda de la vida la prueba de un hermano o un compañero molesto o indeseable.  Llegado este caso que constituye a veces una prueba complicada, deberemos ser conscientes y procurar tener toda la paciencia necesaria y la disposición de ayudarle       y enseñarle siempre, sobre todo con la fuerza del ejemplo práctico  del día a día. Por eso       no debemos hacer críticas negativas de nadie, porque de ese modo no le ayudaremos,      sino que con esas vibraciones nefastas de las críticas negativas, les perjudicaremos.   La  mejor postura  será la de  tratar siempre de  ver su lado positivo y ensalzarlo, porque de     ese modo  le estamos incentivando para aumentar su parte positiva.  Esta actitud santifica los lazos de convivencia en el Amor y la Fraternidad, tal como nos enseñó Jesús.

                Si la tarea de convivencia es difícil o dura, por  lo que nos molestan los defectos de los demás, recordemos las veces que en nuestro pasado nosotros también hemos sido  con         los demás, molestos, culpables o causantes de dolor  y sin embargo  Dios siempre nos perdonó y nos dio nuevas oportunidades redentoras para aprender las lecciones que nos brinda la vida.

                 Cada persona que cada día se nos cruce en el camino, debe considerarse como una bendición de Dios por la nueva oportunidad que se nos presenta  para poder activar los sentimientos de fraternidad y de solidaridad, así como de poder desarrollar virtudes tales como la paciencia y la caridad.

                 Ante las dificultades en  la convivencia, desavenencias  e incomprensiones,  siempre debemos ser pacientes y misericordiosos tal como  Jesús lo fue y,aun me atrevo a afirmar que lo sigue siendo para  toda la Humanidad, porque Él nos ofrece  siempre una nueva  oportunidad de aprendizaje y  de    corrección. 

             - Jose Luis Martín-

                                                                      ****************************


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            MISIÓN DEL ESPIRITISMO


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