INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- En la hora del sueño
2.- Los enemigos desencarnados (1ªParte)
3.- Alucinaciones telepáticas
4.- Células madre y congelación de embriones
5.- El sufrimiento de los Espíritus
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EN LA HORA DEL SUEÑO
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LOS ENEMIGOS DESENCARNADOS
primera parte (1/2)
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Alucinaciones telepáticas
Alucinaciones telepáticas en las cuales un animal desempeña el papel de agente Caso I – (En sueños con indicios aparentes de posesión)
– Es el caso Haggard, que me limitaré a narrar tal como ha sido resumido, con la mayor exactitud, en la edición de julio de 1904 de la Revue des Études Psychiques, remitiendo al lector que desee detalles más extensos al número de octubre de 1904 del Journal of the Society for Psychical Research. Helo aquí: El señor Rider Haggard cuenta que se había acostado tranquilamente sobre la una de la madrugada del día 10 de julio. Una hora más tarde, la señora Haggard, que dormía en el mismo cuarto, oyó a su marido gemir y emitir sonidos inarticulados como de un animal herido.
Inquieta, lo llamó y el señor Haggard percibió la voz como en un sueño, pero no consiguió librarse de la pesadilla que lo oprimía. Cuando despertó completamente, contó a su esposa que había soñado con Bob, el viejo perro perdiguero de su hija primogénita, y que le había visto debatirse en una lucha terrible, como si fuese a morir. El sueño había tenido dos partes distintas. Respecto de la primera, el romancista recuerda apenas haber experimentado una sensación de opresión, como si estuviese a punto de ahogarse. Entre el instante en que oía la voz de su esposa y aquel en que despertó, el sueño tomó una forma más precisa.
Yo veía, cuenta el señor Haggard, al viejo Bob extendido entre los carrizos de una laguna. Me parecía que mi propia personalidad salía misteriosamente del cuerpo del perro, el cual apretaba su cabeza contra mi rostro de una manera bizarra. Bob hacía intentos como para hablarme y, no haciéndose comprender por el sonido, me transmitía, de otro modo indefinible, la idea de que estaba a punto de morir. El señor y la señora Haggard tornaron a dormirse y el romancista no volvió a verse perturbado durante el sueño. A la mañana siguiente, durante el desayuno, refirió a sus hijas lo que había soñado y rio con ellas del miedo que había pasado la madre. Atribuía su pesadilla a la mala digestión. En cuanto al perro Bob, nadie se preocupó por él, puesto que, en la tarde anterior, había sido visto con otros perros de la villa e hizo sus zalamerías a la dueña, como de costumbre. Cuando pasaron las horas de la comida sin que Bob apareciese, la Srta. Haggard empezó a experimentar alguna preocupación y el romancista a suponer que podría tratarse de un sueño verídico. Entonces se emprendieron búsquedas activas que duraron cuatro días, al final de los cuales el propio señor Haggard halló al pobre animal flotando en el agua de una laguna, a dos kilómetros de la villa, con el cráneo fracturado y dos patas rotas. Un primer examen, hecho por el veterinario, hizo suponer que el infeliz animal hubiese sido atrapado en una armadilla, pero se encontraron enseguida pruebas indiscutibles de que el perro había sido atropellado por un tren en el puente que atravesaba la laguna y que el choque lo había lanzado entre las plantas acuáticas.
En la mañana del diecinueve de julio, un cantonero de la ferrovía había encontrado en el puente el collar ensangrentado de Bob. Ahora ya no quedaba duda alguna de que el animal había muerto en la noche del sueño. Por casualidad, en aquella noche, había pasado por el puente, algo antes de medianoche, un tren extraordinario de recreo que debió ser la causa del accidente. Todas las circunstancias son demostradas por el romancista mediante una serie de documentos. Según el veterinario, la muerte habría sido casi instantánea; habría ocurrido entonces dos horas antes, o más, del sueño del señor Haggard. Tal es, en resumen, el caso sucedido al escritor inglés en el cual se encuentran varias circunstancias de hechos que concurren para excluir, de modo categórico, cualquier otra explicación que no sea la de transmisión telepática directa entre el animal y el hombre.
En efecto, no podría tratarse de un impulso telepático proveniente de la inteligencia de una persona presente, puesto que nadie había asistido al drama ni había sido informado de él, como se verifica por la indagación llevada a cabo por el propio señor Haggard, y esto es fácil de presumir si se tiene en cuenta la avanzada hora de la noche a que tuvo lugar el suceso. No podía tratarse de una forma común de pesadilla alucinatoria, con una coincidencia fortuita, puesto que las circunstancias verídicas que se encontraron en la visión son verdaderamente bastante numerosas, sin contar el hecho en sí de la coincidencia entre el sueño y la muerte del animal. No podía tratarse de un caso de telestesia gracias al cual el espíritu del romancista habría visto, desde lejos, el desarrollo del drama, puesto que, entonces, el perceptor sería un espectador pasivo, y no fue así. Como se puede ver, él fue sometido a un fenómeno muy notable de personificación o principio de posesión.
Ese fenómeno, tal como observó el editor del Journal of the Society for Psychical Research, ofrece un paralelismo interesante con las personificaciones y las dramatizaciones observadas tan frecuentemente en lo sensitivos o médiums en estado de trance. No se podría, finalmente, hablar de sueño premonitorio, pues el señor Haggard nada sabía sobre lo ocurrido, de lo cual solamente se enteró más tarde cuando se halló el cadáver de Bob flotando en la laguna, cuatro días después del extraño sueño. En efecto, con esa solución, no se llegaría a ninguna explicación: ni del hecho de la coincidencia verídica entre el sueño y el acontecimiento, ni del fenómeno de la dramatización del caso, igualmente verídica, ni del hecho, tan notable, de personificación o posesión.
He aquí las principales consideraciones que concurren para probar, de modo incontestable, la realidad del fenómeno de transmisión telepática directa entre el hombre y el animal. Me pareció un deber enumerarlos para responder a cualesquiera objeciones que llegaron de diferentes sectores, después de que la Society for Psychical Research acogió y comentó el caso en cuestión. Al mismo tiempo, las mismas consideraciones podrán servir de regla a los lectores para juzgar sobre el valor de la hipótesis telepática en relación a los casos que se expondrán a continuación.
Ernesto Bozzano
Extraído del libro «¿Tienen alma los animales?»
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CÉLULAS MADRE Y CONGELACIÓN DE EMBRIONES
Con ocasión del 3º Congreso Estatal Espírita del Estado de Mato Groso, Brasil, que movilizó a más de 1300 personas en Cuiabá y fue realizado por la Federación local, del 21 al 24 de abril de 2005, los expositores respondieron a diversas preguntas del público.
Una de ellas- desarrollada en dos items-abordó las cuestiones de las células madre y de la congelación de embriones, y fue dirigida a Divaldo Pereira Franco.
La cuestión fue:
a) ¿Existen espíritus en los embriones congelados?
b) ¿Puede ser considerado noble el uso de células madre y embriones congelados, considerando que se pretende lograr la curación de ciertas dolencias y dar alivio a enfermedades?.
La respuesta del médium y orador Divaldo Pereira Franco fue iniciada de la siguiente forma: "la ciencia tiene el derecho de efectuar investigaciones que den impulso al progreso y fomenten la renovación de la sociedad", considerando que "no todo lo que es permitido, es lícito"; sin embargo debemos considerar también que, "mientras no fueren presentadas directrices para una bioética, corremos riesgos con la precipitación de algunos investigadores".
A continuación, Divaldo comentó sobre las experiencias de algunos científicos que divulgaron hace unos años, haber logrado la clonación humana, tornándose todo una "farsa peligrosa porque afecta al buen nombre de la ciencia", conforme enfatizó.
Sobre las células madre, consideró que la Cienncia está encontrando mecanismos para atenuar sufrimientos y aflicciones de portadores de enfermedades irreversibles, pues tal como informó "la célula madre puede sustituir en el organismo, a aquellas otras que son portadoras de enfermedades o deficiencias". Pero-advirtió- que bajo el punto de vista de la ética, "el hecho y la posibilidad de salvar vidas, no justifica la interrupción de otra vida", declarando que "cuando extraemos la célula madre de un ser en formación, nosotros estamos practicando un aborto, porque estamos interrumpiendo una vida que se va a transformar en un ser humano normal".
Felizmente. conforme consideró, existen experiencias exitosas para la obtención de células madre en la médula ósea y en el cordón unbilical del propio paciente.
Con su habitual lucidez doctrinaria, Divaldo advirtió sobre el cuidado que debe tener el movimiento espírita, aseverando "la prudencia de los espíritas de no opinar demasiado sobre las conquistas de la Ciencia". Al final, consideró, "esta área no nos pertenece a nosotros, sino a la Ciencia. Y reiteró:"Nada justifica la interrupción de una vida con la intención de salvar otra".
Sobre embriones congelados, Divaldo aseveró: "No podemos afirmar que necesariamente haya un espíritu ligado, porque no todos- cuando son trasplantados al útero materno- pueden desarrollarse y tornarse criaturas humanas normales. Muchos son rechazados o no se desarrollan."
Y consideró: "Si existiese algún Espíritu vinculado, estaría en prueba, pues la Divinidad se vale de las circunstancias de la vida en la Tierra para propiciar la rehabilitación a Espíritus endeudados".
Y continuó: "Como en los bancos de reservas de embriones existe una gran cantidad de embriones congelados, la ética recomienda una espera de 5 años para destruirlos. Y en ese proceso reencarnatorio, las leyes soberanas pueden permitir que algunos Espíritus se vinculen, por un periodo propio y por su necesidad".
En este punto del tema, el médium se acordó de los periodos del antíguo Egipto, cuando las criaturas humanas eran momificadas aun en vida; citó los casos de suicidas, recordando que podría ocurrir que esos Espíritus puedan vincularse a los embriones congelados, para que en la destrucción de los citados embriones, se liberen de los ajustes a los que se someten.
En su respuesta final, revelando el carácter del pensamiento espírita, dijo: "A nosotros nos corresponde respetar la vida, preservándola bajo cualquier condición, evitando aventar hipótesis con sabores científicos sin estructuras en el campo de las investigaciones".
-Redacción de Anuario Espírita 2006-
(Tomado de O Clarin, Matao, SP. Brasil)
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EL SUFRIMIENTO DE LOS ESPÍRITUS
Cuando un Espíritu dice que sufre, ¿qué clase de padecimiento experimenta?
“Angustias morales que lo atormentan más dolorosamente que los padecimientos físicos.”
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC
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