INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.-Mediumnidad en los niños
2.- Camilo Flammarión, estrella del Espiritismo Científico
3- Sinceridad y Autoconocimiento
4- El coraje de la Fe
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MEDIUMNIDAD EN LOS NIÑOS
Entrevista a Divaldo Pereira Franco
1 - Divaldo, películas como "Sexto Sentido" retratan el caso de niños con mediumnidad ostensiva. ¿Cuándo podríamos identificar el caso de un "niño médium"?
El Espiritismo es una ciencia experimental y todos los casos, a fin de merecer credibilidad, deben pasar por el tamiz de la observación, del estudio y de la confirmación.
Sin duda, en el período lúdico, el niño tiene la imaginación muy rica y crea imágenes, hechos fantasiosos, que tienen que ver con su propio desarrollo psicológico.
De este modo, cuando un niño informa que ve seres espirituales, la mejor metodología es la observación, acompañando sus narrativas con tranquilidad y confiriéndolas con la realidad.
A través de la conversación natural y sin disfraces, se debe explicarle que dicho caso es verdadero y que debe mantenerse perfectamente tranquilo, evitando la generación de miedos injustificables o de deslumbramientos innecesarios.
2 – ¿Qué deben hacer los padres cuando detectan que su hijo es un "niño médium"? ¿Pueden llevarlo a la evangelización, sesión mediúmnica, tomar pase, etc.?
Los padres que perciban mediumnidad en sus hijos aún niños, deben considerar el fenómeno como natural, conduciéndolos a los estudios de la evangelizació n espírita infanto-juvenil, recurriendo a los pases, cuando hubiera necesidad, manteniendo el estudio del Evangelio en el hogar y orientándolos con naturalidad.
Una buena sugerencia es evitar que los niños participen en reuniones mediúmnicas de cualquier naturaleza, puesto que, encontrándose en fase de desarrollo psicológico y sin discernimiento para las profundas consecuencias de la mediumnidad, la prisa por educar la facultad puede ocasionar graves daños en el comportamiento infantil.
3 – ¿Cómo deben actuar los dirigentes de los Centros Espíritas cuando reciben niños médiums en su institución? ¿Cómo CONDUCIRLOS correctamente?
La actitud más compatible con la metodología educacional propuesta por la Doctrina es conducir a actividades de evangelización espírita, a conversación saludable de orientación moral y espiritual.
4 – Muchos niños afirman que hablan con un "amigo invisible", ¿se trata de mediumnidad?
Desde que exista comunicación entre un encarnado y otro desencarnado, estamos ante un fenómeno mediúmnico. En este caso, constatamos, cuando es auténtica la información infantil, que se trata de un intercambio de esta naturaleza.
5 – En Hechos, 2:17 vemos la afirmativa de Jesús: "Y en los últimos días, dice Dios, derramaré algo de mi espíritu sobre toda clase de carne, y sus hijos y sus hijas profetizarán, y sus jóvenes verán visiones y sus viejos soñarán sueños;" Observamos, hoy en día, muchos niños con actitudes y sensibilidad espiritual; ¿estamos en estos tiempos mencionados en el evangelio?
¿Se trata del surgimiento de una nueva generación de Espíritus reencarnando con mediumnidad elevada?
Nos encontramos en los denominados días anunciados por las Escrituras. Esta profecía de Joel, repetida por Lucas, en los Hechos de los Apóstoles, es uno de los más bellos argumentos de anuncio de la mediumnidad generalizada, eliminando los viejos conceptos de don, privilegio, concesión especial, y conduciéndola a la realidad de conquista intelecto-moral del Espíritu en su proceso de evolución.
En todas las épocas siempre hubo niños médiums, y ahora, en la gran transición de mundo de pruebas y expiaciones para el mundo de regeneración, Espíritus de otra dimensión reencarnan en la Tierra, a fin de adelantar este proceso iluminativo.
Allan Kardec, en "La Génesis", en el capítulo XIV, se refiere a esta nueva generación.
Psicólogos, psicoterapeutas, educadores modernos se sorprenden con muchos de los niños actualmente reencarnados, lo que viene dando margen a estudios profundos, algunos de los cuales resultaron en las indebidas denominaciones de niños índigo y cristal, así como de otros con diversos trastornos que vienen siendo cuidados de manera especial, en los cuales se ocultan fenómenos espirituales variados.
6 – ¿Los niños médiums pueden sufrir obsesión?
Claro que sí, porque infantil es solamente el cuerpo. Los Espíritus que habitan los cuerpos son viajeros del tiempo y del espacio, portadores de títulos de ennoblecimiento y de graves débitos para con las Leyes Divinas. Es natural que estando incursos en delitos, experimenten desde la infancia la presencia de sus cobradores entonces desencarnados.
7 – En los Estados Unidos, los fenómenos de Hydesville, contaron con la participación de niños médiums: las hermanas Fox y en el trabajo de la Codificación Espírita en Francia, Allan Kardec contó con la colaboración de diversos niñas médiums como las hermanas Baudin. ¿Por qué sucedió?
Estas jóvenes que participaron en los fenómenos de Hydesville y de la codificación del Espiritismo eran mayores de 13 años, encontrándose en la adolescencia. Pienso que los nobles guías de la humanidad las prefirieron, con el objetivo de demostrar que no eran ellas las responsables por las profundas respuestas que daban a las preguntas que les eran formuladas, en vista de la falta de cultura y de conocimientos generalizados.
Además, estando con el inconsciente actual liberado de impresiones perturbadoras, eran más fácilmente conducidas por los desencarnados que utilizaron sus facultades.
8 – ¿Los niños médiums, cuando se convierten en adultos, continuarán siendo médiums?
Siendo la mediumnidad una facultad orgánica que el cuerpo reviste de células, prosigue durante el desarrollo infanto-juvenil, edad adulta, provecta hasta la desencarnación, pudiendo sufrir alteraciones, bloqueos e inclusive pérdida, como enseña el noble Codificador. Normalmente, los niños médiums prosiguen en el ejercicio de la facultad cuando alcanzan la edad de la razón, lo que sucedió, por lo menos, con aquellos que quedaron conocidos y prosiguieron en la labor mediúmnica.
9 – Finalmente, ¿podría contarnos su experiencia como niño médium y cómo fue útil en su vida actual?
Conviviendo con los Espíritus desde los cuatro años y medio de edad, nunca me perturbé con su asistencia en el período infantil. Solamente, más tarde, cuando comencé a identificar aquellos que eran portadores de sentimientos malos y perversos, fue que experimenté conflictos y aflicciones.
Gracias al conocimiento del Espiritismo y a su estudio sistematizado, he podido mantenerme en equilibrio posible, a través de los tiempos, marchando en dirección del amor inefable del Padre.
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Camille Flammarión, Estrella del Espiritismo Científico
Ese joven que se complacía con el espectáculo de las estrellas y que nunca tendría estudios superiores frecuentaría durante cerca de sesenta años la élite del mundo científico. Fue colmado de honores y recibido por los soberanos. Todo le salía bien. Y sin embargo, es la muerte lo que le interesó, hasta que la encontró él mismo después de haber predicado incansablemente a contracorriente en favor de los mundos habitados.
¿Cómo abordar esta meteórica carrera de múltiples facetas? Comencemos por la deslumbrante carrera del astrónomo Los eruditos no reparan sino en la vida del astrónomo.
Camille Flammarion nació el 26 de febrero de 1842, en una gran aldea rural, Montigny le Roi, entre Langres y Chaumont. Recibió la enseñanza del cura local. Las dificultades obligaron a su familia a llevarlo al Yonne, donde fue tomado a cargo por el hijo de un cura de la Revolución fiel a los valores humanistas (el padre había sido cura constitucional durante la Revolución, se había casado y tuvo dos hijos).
La bóveda celeste provocaba, en él, profundas meditaciones. En octubre de 1847, a los cinco años, asistió a su primer eclipse de sol.
Desgraciadamente, sus padres arruinados, partieron a París en 1853, pero a él lo dejan en el lugar. Su madre siempre soñó con un hijo que tomase los hábitos. Formó entonces parte de la coral de la catedral de Langres. Se le aseguró algo de cultura general, sobre todo religiosa. Debía cantar en todos los oficios. Primero era sensible a la pompa y a la liturgia, pero las amenazas infernales lo fueron desalentando y cortando con el humanismo de sus primeros maestros. Las disciplinas vinculadas a la naturaleza le atraían cada vez más. Le hacían falta sus padres y sufrió por carencia de dinero.
Antes de los quince años, conoció el mapa de las estrellas. En 1856 se reunió con sus padres en París, pero tenía que ganarse la vida, como aprendiz, con un grabador-cincelador. Estudiaba solo por la noche y se ganó el apodo de “pequeño sabio”, gracias a las clases nocturnas. Descubrió también el Jardín botánico y la Astronomía; se apasiona por las ciencias. No sabía cómo dejar su situación de obrero y se consolaba escribiendo para sí mismo una Cosmogonía Universal de quinientas páginas y ciento cincuenta dibujos.
Cayó enfermo por sus excesos de vigilia y recibió la visita de un joven médico. Éste se fijó en la Cosmogonía Universal que lo alucinó y se la envió al astrónomo Le Verrier, director del Observatorio de París, que lo contrató enseguida. Era el comienzo, en 1858, de una carrera de aprendiz de astrónomo en la “Dirección de Cálculos del Observatorio” de París. No tenía entonces sino dieciséis años.
Esta bella profesión escondía un trabajo oscuro e ingrato: ordenar cálculos todo el día. Urbain Le Verrier no era un astrónomo observador, sino un matemático que se entregaba a cálculos de la trayectoria de los astros, a partir de las observaciones hechas por otros. Camille leía los tratados de Arago, fallecido en 1853, tales como La Astronomía Popular, que sabía expresar en forma simple y cautivadora los descubrimientos de su tiempo. Fue la Astronomía lo que sedujo al joven.
Discretamente consiguió el derecho de llegar al gran telescopio del Observatorio. Su imaginación se multiplicó. Esto le llegó justo en el momento en que esta ciencia hacía enormes progresos. Estudió todo lo que se publicaba sobre el Universo. Muy pronto se convenció de que la Tierra no puede ser el único mundo habitado en el Universo y lo escribió en su obra La pluralidad de los Mundos habitados, publicada en 1862. Aún no tenía veinte años. Rápidamente se agotaron varias ediciones. Un extracto ubica bien el tema: “La vida es una ley de la naturaleza, se desborda en la Tierra por todas partes, como en una copa demasiado estrecha para contenerla, y los demás mundos nos darán el mismo testimonio cuando sepamos descubrirlo”. Allí se resume toda su filosofía. En cambio, Urbain Le Verrier no lo apreció; y lo echó a la calle. El clero oficial lo puso en la picota pero, en conjunto, el mundo intelectual y científico reaccionaron favorablemente. Pero entonces comenzó a gozar de relaciones. Delaunay, enemigo jurado de Le Verrier, lo contrató inmediatamente para la “Dirección de Longitudes” en donde se inicia esta vez en el verdadero cálculo astronómico. Siempre leía todo sobre la ciencia, husmeaba en todas las bibliotecas y sabía hablar de lo que le apasionaba.
Fue contactado por directores de publicaciones científicas que por entonces se multiplicaban, dentro de un objetivo de vulgarización. Comenzó entones una larga colaboración en la revista Cosmos, donde recuperó la denominación de Astronomía. Sobresale allí. Se le pedían otras nuevas.
Completó La pluralidad de los Mundos Habitados, y escribió los siguientes: Los Mundos imaginarios y Los Mundos reales, reeditados sin cesar desde 1865 hasta 1911. Retomó la observación con un pequeño telescopio personal, y luego siguió con el del Observatorio, con el que reanudará los contactos.
Fue reconocido por el mundo científico como un vulgarizador científico de inmensos conocimientos y con extraordinarias capacidades de clarificación, pero es atraído sobre todo por la Astronomía. Según él es la reina de las ciencias, puesto que abarca el Universo y los misterios de la Creación.
Ingresó en el gran periódico Le Siècle, en 1865, A los veinticinco años, se convirtió en orador en la Escuela Politécnica y luego en otros círculos más mundanos. Cada vez disfrutaba de una sala llena. Desde entonces comenzó a ser rico y célebre; se dirigió también al extranjero.
Su gloria culminó en 1879 con un libro editado por su hermano Ernest Flammarion: La Astronomía popular, éxito mundial en varias versiones con más de ciento treinta mil ejemplares. Difundía en forma novelada y poética todos los conocimientos de la época sobre el Universo.
Se convirtió en la referencia científica nacional e internacional, pero no olvidó nunca su pasado. Fue entonces uno de los pioneros del movimiento de educación popular junto con Jean Macé y Léon Denis. Fue uno de los fundadores de la Liga de la Enseñanza, que militaba a favor de la escuela gratuita y obligatoria. Sacó de la miseria a sus padres y ayudó a lanzar los movimientos de educación popular. No sólo encuentró la gloria, sino también el amor y la fortuna. Tuvo dos esposas sucesivas: Sylvie Petiot que también fue su secretaria hasta su muerte, y luego su nueva secretaria, Gabrielle Renaudot, que tenía treinta y cinco años menos que él, pero que igualmente se consagró a él en cuerpo y alma. Un admirador de su obra, el Sr. Meret, le ofreció en 1883, una propiedad completa y una fortuna destinada a crear, sobre doscientas hectáreas, en Juvisy, el observatorio de sus sueños. Allí instaló un telescopio moderno y contrató a otro astrónomo para realizar un programa de observaciones científicas reconocidas por todos. Juntos, trabajaron sobre la Luna y Marte, al que apreciaba particularmente y que creía habitado. Demostró la importancia de las erupciones solares, especialmente sobre la vegetación; se interesó también por las estrellas dobles sobre las que redactará estudios muy apreciados.
Su inmensa curiosidad le llevó también a cultivar la meteorología. Estudió también el efecto de la luz y los colores sobre las plantas. Publicó mucho y creó dos periódicos, entre ellos L’Astronomie, y una sociedad científica, la Sociedad Astronómica de Francia, creada en 1897 y que todavía existe. Fue también un asombroso aprovechador de su imagen. Organizaba espectáculos, como la repetición, en 1902, del experimento del péndulo de Foucault bajo las bóvedas del Panteón, así como una suntuosa fiesta del solsticio de verano en la cumbre de la Torre Eiffel. Fue él quien, en mayo de 1910, estuvo encargado de disipar el pánico provocado por el paso del cometa Halley: “¡No, el fin del mundo no llegará el próximo 19 de mayo!”. A veces fue menos afortunado, y aceptó asociar su imagen a vulgares publicidades.
Cada año, o casi, su público lo volvía a encontrar. Citemos: Les Etoiles et les curiosités du ciel, Lumen, y luego, hacia el final de sus días, Uranie y Stella. El astrónomo, colmado de honores, evocaba sus convicciones de pureza vinculadas al amor y su esperanza de una vida aún mejor en el más allá y luego de otras vidas en otros mundos.
Con él, numerosas personas descubrieron una vocación de astrónomos aficionados. Es el representante reconocido de una creencia muy compartida en su siglo, de un progreso casi indefinido de la ciencia y de las técnicas, que acabará por explicarlo todo.
Se apasionó por la aeronáutica e hizo numerosas ascensiones en globo, especialmente en su viaje de bodas. Siempre fue un decidido pacifista y participó en la guerra de 1870, conociendo la Comuna sin participar en ella. El retorno de la barbarie en 1914 lo dejó abatido y dolido. Murió en 1925, a los ochenta y tres años, en los brazos de su segunda esposa, Gabrielle, siempre en plena gloria.
La carrera del espírita
También se interesó mucho por el espiritismo, entonces en pleno apogeo. Dos períodos se suceden en su vida de espírita.
El neófito entusiasta, amigo personal de Allan Kardec
Curioso por todo, Camille Flammarion adquirió El Libro de los Espíritus. En 1861 es invitado a sus primeras experiencias de mesas giratorias, y se inscribió en la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas. Se convirtió en secretario de sesiones y conoció a Allan Kardec. El espiritismo estaba entonces en plena expansión. Los dos hombres simpatizaron. Camille iba de descubrimiento en descubrimiento y mostraba un gran entusiasmo. Dialogó con múltiples Espíritus entre ellos el de Galilea y creyó cada vez con más firmeza que sí es el más allá el que se manifiesta. la muerte no existe. Escribió: “Las comunicaciones han sido dictadas por los propios Espíritus a los médiums designados y destinados a probarte que los seres queridos que has amado en la Tierra y que se han despojado de su envoltura corporal, aún pueden conversar contigo”.
En 1862 publicó Les Habitants de l’autre monde. Révélation d’outre-tombe (Los Habitantes del otro mundo. Revelación de ultratumba). También escribe en la Revue Spirite y defiende el espiritismo en la Revue Française. No vaciló en tomar distancia del clero católico, para el que la comunicación con los Espíritus no es sino trato con el demonio.
En 1865 escribió un libro muy completo, pero bajo un seudónimo, con la orientación de los hermanos Davenport, espíritas, cuya gira por Francia desataba pasiones y redactó, a pedido de Allan Kardec, un capítulo completo del libro La Génesis, los milagros y las predicciones según el espiritismo, que no firma.
Cuando murió Allan Kardec, él fue considerado siempre por el mundo espírita como uno de los mejores integrantes del movimiento. Fué uno de los cuatro oradores autorizados para honrar su memoria durante el sepelio; allí defendió una concepción científica del espiritismo. Sin embargo, durante más de veinte años abandonó sus convicciones. El silencio del científico en ese periodo parecía ser una negación de su entusiasmo.
Entre 1869 y 1890, Flammarion desapareció del espiritismo. Había sufrido numerosos fraudes que su vigilancia le permitió descubrir. Presumía de científico riguroso y formó parte de las personas que imponen a los médiums draconianos protocolos de sesión. Sin duda temió que esas trampas comprometieran su propia reputación. Sabía que el medio del que vivía es más racionalista y tradicional. Teme a su intolerancia. Defendió las ideas de Darwin sobre la evolución y retomó sus ideas sobre los otros mundos habitados. En cambio, estas audacias científicas ya no le parecían compatibles con las sesiones espíritas oficiales.
Camille Flammarion no deseaba romper con sus lectores. Sylvie, su primera esposa, estaba acostumbrada a un fastuoso tren de vida. Todos los miércoles, había tertulias en su casa. Él sabía que el espiritismo es mal visto por la élite mundana cuya comidilla son los diversos procesos entablados contra los espíritas. Igualmente estuvo muy influenciado por las ideas metapsíquicas, antecesoras de nuestra “ Parapsicología” y frecuentó asiduamente al profesor Richet. Al igual que él, no negaba la realidad de ciertos hechos inexplicables, pero muy a menudo le parecían exteriorizaciones de los poderes de los médium. Conservó sin embargo un discreto pie en el movimiento espírita.
A partir de 1890 volvió a organizar sesiones de comunicación en su casa, y convocó, con una gran cantidad de precauciones, a todos los grandes médiums de su época: Eusapia Palladino, Franek Kluski, Eva Carrière, etc. Curioso por todo, se interesó también por la hipnosis y la fuerza del pensamiento así como por la telepatía.
Regresó pues a sus ideas. A la larga, fue obligado a alejarse del puntilloso pesimismo de Richet. Se volvió a aferrar a su terreno preferido, la observación. La muerte lo acosaba más que nunca; el 19 de marzo de 1899, gracias a un gran periódico, inic una encuesta a todos los niveles sobre los testimonios que se puedan recoger sobre ella. Seleccionó setecientos ochenta y seis casos entre la abundante documentación recibida, y con ellos sacó dos series de libros sobre la muerte, las casas encantadas y los fantasmas. Desde entonces se confirmó en su íntima convicción: “Desde ahora sabemos, dice, que el hombre espiritual existe”.
El erudito cerró el círculo en su última obra, inconclusa, publicada recientemente: “He adquirido la convicción de que el alma, independiente del cuerpo que ella engendra, le sobrevive y puede manifestarse después de la destrucción de la materia que le servía de soporte”. Retomó allí el mensaje espírita.
Esta posición pretende ser rigurosamente científica y seductora: en 1923, fue nombrado Presidente de la Society for Psychical Research, sociedad anglosajona célebre por sus investigaciones sobre lo paranormal. Falleció en 1925.
Por Jean-Louis Petit – Traducción de Ruth Neumann, con arreglos de J.L.Martín
Publicado en la revista Le Journal Spirite en Español. La Revista del Círculo Espírita Allan Kardec de Nancy (Francia). Nº 97 Julio – Septiembre de 2014.
( Tomado de la Revista Virtual Zona Espírita )
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«Los labios de la sabiduría están cerrados, excepto para los oídos capaces de comprender».
Esta frase del Kybalión me ha hecho reflexionar acerca de una de las cualidades que deberían adornar a todos los que formamos el llamado género humano y, a estas alturas de crecimiento espiritual, a todos los que nos denominamos espiritistas. Me refiero a la sinceridad que debe reinar entre los miembros de un grupo. Pero la sinceridad está basada en la confianza, y difícilmente puede abrirse nadie a los demás si no se está seguro de ser bien comprendido y no juzgado.
Con cada experiencia que la propia vida nos proporciona, ¿aprendemos algo? ¿Sabemos aprovechar esas lecciones que la propia Naturaleza ofrece? Durante todo este tiempo de confinamiento obligatorio a causa de esta crisis pandémica, desdichadamente aún presente entre nosotros, me he propuesto aprovechar la oportunidad para hacer una retrospectiva de mi existencia con valentía, sin esconder absolutamente nada; hurgando en lo más profundo de mi interior; sacando a la luz todo lo que he ido acumulando desde que tengo consciencia de quien soy…
El Espiritismo nos insta constantemente a conocernos a nosotros mismos; pero eso, a mi entender, quiere decir reconocerse, lo que equivale a la aceptación de nuestras debilidades; de nuestra inferioridad; el reconocimiento de nuestros errores.
Otro razonamiento basado en la sinceridad es aceptar de antemano la falta de comprensión, o mejor aún, la valoración siempre errónea que pueda hacerse de todo cuanto me he propuesto realizar conmigo misma, proyectando esa película de que nos habla la doctrina, y que se abre ante nosotros, mostrándonos todo el recorrido de nuestra existencia: todo lo que hemos hecho bien o mal; aquello que pudimos hacer y no hicimos; aquello que, voluntaria o involuntariamente, dimos al olvido; o lo que tratamos de ocultar, como si no hubiera ocurrido. En una palabra, la película que inexorablemente se proyecta ante nosotros cuando llega la desencarnación.
Así pues, he querido realizar mi película mostrándome a mí misma como soy, o más bien como creo que soy, porque nunca haremos una valoración justa, ya que somos imperfectos. Si algo he comprendido es que todo cuanto hacemos o pensamos, y que creemos bueno, a los ojos de Dios sea menor esa bondad (o incompleta), mientras que aquello que consideramos deplorable, a Sus ojos no lo sea tanto. ¿Cómo podemos, pues, realizar nuestra película?
Es simple: siendo honestos con nosotros mismos, analizando nuestros actos concienzudamente, y ver si cada uno de ellos ha obrado solo sobre nosotros o si ha sido causa de dolor o menoscabo para nuestros hermanos de camino; si ya son un obstáculo para la evolución del espíritu los errores que cometemos, cuando repercuten en los demás la carga es aún más pesada, así como la responsabilidad.
Con el espiritismo hemos aprendido que Dios no castiga; Él es todo Amor; que ni siquiera nos juzga: cuando nos dio la vida nos otorgó también todos los atributos necesarios para nuestra evolución espiritual y las herramientas necesarias para ella; nos dio a conocer el bien y el mal, y la responsabilidad de elegir. Siendo así, no es de extrañar que seamos nosotros mismos quienes nos juzguemos; pero es absolutamente necesario aceptar el principio de conócete a ti mismo: Sé honesto y valiente reconociendo tus errores; sé humilde y pide perdón cuando creas que has podido causar daño a otro, y muéstrate ante Dios dispuesto a la renovación.
En este tiempo de confinamiento he querido compendiar toda una vida, extrayendo de lo más íntimo todos los recuerdos, los gratos y los ingratos; mis acciones y reacciones ante los acontecimientos que tuvieron lugar a lo largo de mi existencia, y si fueron correctas y, en su caso, sinceras…
He puesto ante mi conciencia la sinceridad de los sentimientos de Amor y Fraternidad que he proclamado, y creo haberme dado una respuesta sincera a la pregunta de si aquellos actos altruistas que tuve la oportunidad de realizar partieron en verdad del corazón, olvidándolos después.
He puesto ante mis ojos todo cuanto recuerdo de mi larga existencia con honradez; me he juzgado con sinceridad y he querido analizar con valentía cómo he realizado el trabajo al que me comprometí antes de reencarnar.
Este confinamiento ha supuesto para mí una preciosa oportunidad para poner, en la medida de lo posible, orden en mi espíritu, y… sincera soy mientras escribo estas líneas, aun siendo consciente de no ser, del todo, bien comprendida.
Ha sido como un examen de fin de carrera sin saber si habré logrado aunque solo haya sido un simple aprobado. Porque el juicio es mío, pero… de Dios es la sentencia.
Mª Luisa Escrich-- Amor, Paz y Caridad
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EL CORAJE DE LA FE
Hijos, no os consideréis criaturas exentas de errores, para que la compasión os inspire en la apreciación de la conducta ajena. Todos, en cualquier momento, podremos caer, equivocados.
En su mayoría, los adeptos de la Doctrina están lejos de ser los misionarios que se imaginan, o que compañeros imprudentes os suponen en las tareas en que se redimen. No consintáis la idolatría y ni provoquéis elogios a vuestro respecto, suscitando ilusiones que muchos os habrá de costar.
Olvidad el pasado y, bajo cualquier hipótesis o pretexto, huid de rememorarlo, principalmente en lo que os atañe a vuestras uniones afectivas del pasado. El olvido de las vidas que se fueron representa una de las mayores dádivas de la Ley Divina para el espíritu en la reencarnación.
Observad vuestras tendencias e inclinaciones en el presente y tendréis una idea aproximada de lo que fuisteis y de lo que hicisteis otrora.
Si ayudáis a un compañero en la caída, en vez de injuriarlo, procurad socorrerlo para que se levante y prosiga en el desempeño de las obligaciones que le pesan.
Quien se escarnece de la Humanidad, se escarnece de sí mismo, quien apedrea al pecador, lanza piedras sobre su propia imagen…
Feliz de quien ya sabe reconsiderar el camino recorrido y, si es necesario, alterar el curso de la caminada.
Casi siempre, los errores que identificáis en los otros os sirven apenas de justificativa para los errores que cometisteis o pretendéis cometer.
No contemporicéis con el mal que subsiste en vosotros. De los otros buscad, única y tan solamente, imitar lo que fuera bueno.
Pretender la infalibilidad, vuestro o del prójimo, en la actual coyuntura evolutiva del espíritu humano en el Planeta, seria pretender lo inejecutable.
Hijos, compadeceos unos de los otros y no fomentéis discordias entre vosotros. Cada cual se encuentra aprendiendo en un grado específico de la simbólica escalera del conocimiento espiritual, de que las más diversas religiones no pasan de simples representantes en la Tierra.
El coraje de la fe Por el Espíritu Bezerra de Menezes Psicografiado por Carlos A Baccelli
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