jueves, 26 de noviembre de 2020

Madre adoptiva

   INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Programa de reencarnación y genética espiritual

2.- Madre adoptiva

3.- El valor de la fe

4.- Jesús y el Evangelio ( 2ª Parte)

 


                                                  
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La doctrina espirita nos revela que somos espíritus inmortales evolucionando hacia la perfección.  Dios, que es soberanamente justo y bueno, nos ofrece los medios a través de muchas existencias sucesivas que nos permiten el rescate de nuestros errores, por medios de nuevas pruebas. La reencarnación es el recurso más eficaz concedido por la leyes eternas, para vivir nuevas experiencias, para corregir los vicios, para subsanar errores del pasado…

En cada nueva existencia, el espíritu se va purificando, se va transformando, avanzando en el camino del progreso y recogiendo la cosecha de su siembra en el pasado.

Cuando se despoja de todas sus impurezas, no necesita ya las pruebas de la vida corporal.

En la mayoría de los casos el espíritu participa de su programación, escogiendo el tipo de prueba que quiere sufrir y participando incluso en la configuración de su futuro cuerpo físico, auxiliado por los técnicos especialistas del plano espiritual. Desde la perspectiva del espíritu, cambia nuestro punto de vista. 

Encontramos un ejemplo de ello en el capítulo XII del libro ”Misioneros de la luz” donde la hermana Anacleta, que ha sido una gran trabajadora en el plano espiritual durante más de treinta años, iba a reencarnar en breve acogiendo a sus hijos en condiciones extremas. Observando como iba a ser su cuerpo y advertida por varios benefactores, solicita a los técnicos encargados que modifiquen su próximo cuerpo para no presentarse una forma física de líneas impecables. Pide que la tiroides y la paratiroides del sistema endocrino, no estén diseñadas en perfectas condiciones, porque necesita evitar todas las posibilidades de fracaso y la armonía perfecta física le resultaría perturbadora para su avance espiritual. Prefiere la fealdad del cuerpo y la redención de su espíritu.

Las reencarnaciones pueden darse en esta esfera o en otras, estando todas sujetas a una programación. En los casos de expiaciones graves, el espíritu no está en condiciones de elegir su programación, por lo que son los propios benefactores los encargados de su diseño.

Durante el proceso de reencarnación, el espíritu se une al cuerpo en el momento de la concepción, mediante un débil lazo fluídico. A través del auxilio magnético de los benefactores, el espíritu que va a reencarnar, reduce su periespíritu hasta una organización fetal. Comienza entonces el proceso de turbación, advirtiéndole que ha llegado el momento de una nueva experiencia. Esta turbación va aumentando hasta el nacimiento. Se produce un olvido temporario de todos nuestros recuerdos pasados, incluyendo la actual programación.

El espíritu siente una gran ansiedad antes de encarnar ya que según afronte las pruebas de su nueva existencia retardará o acelerará su progreso. A veces este lazo fluídico se quiebra por voluntad del espíritu, fallando en la prueba que escogió, por lo tanto el niño no nace. La unión solo se completa en el instante del nacimiento. 

Ya que participamos de nuestra propia programación, alguno de los que está leyendo este articulo, podría pensar: ¿cómo es posible que haya elegido todas las pruebas, todas las circunstancias penosas que estoy viviendo?

En la vida espiritual, tenemos una visión más amplia y clara de nuestras necesidades, elegimos pruebas más complicadas, con la esperanza de alcanzar más pronto un estado mejor, como el enfermo elige muchas veces el remedio más desagradable para curarse más rápido.

Sin embargo, reencarnados en la materia muchos anhelan: la belleza, la riqueza, el poder… pero en el plano espiritual pedimos todo lo contrario, pues conocemos lo complicadas y resbaladizas que son esas pruebas, en las que, en la mayoría de los casos, los espíritus encarnados suelen sucumbir.

Ahora bien: ¿qué son las diversas existencias corpóreas para el Espíritu, sino fases, etapas, períodos, días de su vida espírita, la cual es, conforme sabemos, su existencia normal, ya que la corpórea sólo es para él efímera, pasajera?

Los técnicos encargados de los procesos de reencarnación son especialistas en el genoma humano. El ADN, que contiene todas las instrucciones genéticas para el desarrollo y funcionamiento del organismo, es programado minuciosamente para que se produzca las mutaciones genéticas o cambios en las secuencias de los nucleótidos, en el tiempo exacto, para que todo suceda según las necesidades de cada espíritu.

Podemos encontrar otro caso en el capítulo XII del mismo libro “Misioneros de la luz”. En el gráfico de la futura encarnación de un amigo de Manessés, se pueden ver unos puntos oscuros desde el colon descendente hasta el arco del sigmoide. Esto indica que padecerá una úlcera de importancia en esa zona a la edad adulta. Se trata de una enfermedad que él escogió. 

La existencia humana no es un acto accidental. Dentro del plan divino,  la justica se cumple siempre, pero tan pronto el espíritu esté dispuesto a la necesaria transformación moral, paulatinamente irá disminuyendo la severidad del proceso redentor. El apóstol Pedro nos enseñó hace ya muchos siglos que ”el amor cubre una gran cantidad de pecados”.

No nos fustiguemos, todo lo que nos sucede tiene una razón de ser, no existe ningún tipo de suerte o azar. Dios, como padre amoroso, no permite ni un solo instante de sufrimiento de uno de sus hijos sin una finalidad mayor.

Estamos en el lugar y momentos adecuados a nuestras necesidades de evolución. 

¡Aprendamos a ver los problemas de la vida como grandes oportunidades para nuestro mejoramiento espiritual!

 - Noelia García-
(Tomado de la Revista de la FEE )


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                         Madre adoptiva

La mente repasa los acontecimientos felices de nuestra vida, y envuelto en ternura la memoria de nuestra convivencia.

Esta mujer extraordinaria, de quien me acuerdo, hizo todo cuanto el amor podría lograr, a fin de ampararme, ocultando mi procedencia oscura y anónima.

Me rodeó de cariño y me protegió, para que nada me afectase.

Me infundió la fuerza de su dedicación, que era el hálito poderoso de su amor, en emoción cargada de bendiciones, en la palabra sublime que es: ¡mamá!

Nunca me dejó percibir las lágrimas que vertió antes de yo llegar y siempre me demostró la felicidad que mi presencia le causaba. Sin embargo, en su inocencia, pensaba que todas las personas serian benignas y gentiles como ella siempre lo fue.

Así, no tardó mucho para que, en plena adolescencia, su secreto me fuese desvelado de manera cruel, por medio de un corazón imprudente que, pensando que nos iría a destruir, me llamó hija de nadie.

Impresionada, casi caí ante el golpe insano. Sin embargo, la transparencia de su mirada y la dedicación de su afecto me hicieron silenciar el acontecimiento en el interior del alma.

No me fue fácil, ni tampoco difícil enfrentar la nueva circunstancia y en esa coyuntura descubrí, en júbilo, la grandeza del amor de madre adoptiva. Las otras, las madres carnales, a veces, son obligadas por el cuerpo a amar a los hijos que tienen, pero ustedes y todas las madres de adopción, aman por el espíritu, eligiendo quien les va a recibir devoción, dedicación.

¡Y no son menos madres!

Sufren más, ciertamente.

Cuando revelan al hijo las circunstancias de su origen, temen entristecerlo, y, cuando no lo dicen, viven siempre temiendo perderlo, cuando son descubiertas.

Su querer es dulce como la claridad de la luna y fuerte como solamente el amor abnegado puede volverse.

Son ángeles anónimos y bendecidos en la multitud.

Homenajeándola, madre adoptiva, deseo decir a otras que le son iguales que, desde el día en que piensen recibir a un hijo que no les proceda de su vientre, consideren también, la necesidad de decirle, sin recelo, demostrando que el amor es Dios y de Él todo procede, para Él retornando, no siendo, persona alguna, propiedad de otro, sino, todos hijos de Su amor, nutridos por el Amor, para la gloria del Eterno Amor.

Amélia Rodrigues-  Médium Divaldo Franco

Extraído del libro “S.O.S Familia”
Traducido por R Bertolinni.

( Tomado de la Revista Luz Espiritual- Admón.)



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          El valor de la Fe

                           

      Jesús nos señala en el capítulo X, vers. 32 y 33 de S.Mateo, el valor de la fe.

     Quien le confiese y reconozca en su doctrina y enseñanza será reconocido y presentado por El ante el Padre  Celestial.  Esto viene a significar que en el Más Allá recogeremos los frutos de nuestra valentía o cobardía a la hora de  reconocer y defender nuestras creencias y nuestra fe en las enseñanzas de Jesús y en la doctrina espírita que profesamos como una prolongación y ampliación de esas enseñanzas.

     Podemos relacionar esta invitación de Jesús para que seamos valientes en nuestra fe, con la parábola en la que decía que no escondiéramos la luz debajo del celemín.  En ese caso la luz del conocimiento que se oculta o la fe que se niega, es un acto de cobardía, comodísmo  o egoísmo, al no permitir con nuestra actitud que otros se beneficien de esta luz.  Cuando la Fe se oculta y no se expone con valentía, sencillez, claridad y sobre todo con el ejemplo cuando llega la ocasión, debido a miedos o temores a la incomprensión o al ridículo, estamos ocultando y seguimos escondiendo esa Luz debajo del celemín de nuestra cobardía.

    Debemos ser prudentes, no obstante, y no precipitarnos dejándonos llevar por un exceso de entusiasmo a la hora de hablar o de afirmar, pero tras un análisis rápido de las situaciones que se nos presenten para sacar a la luz nuestra Fe en el Evangelio de Jesús, así como en el conocimiento espiritual que tenemos a la luz del Espiritismo, debemos elegir entre la opción cobarde del silencio o incluso la negación, o por el contrario dar un paso al frente con valentía y firmeza, sin complejos ni temores, sabiendo que desde el Plano Espiritual nuestros amigos protectores no nos dejan solos nunca ante esas pruebas y disyuntivas.

     En principio, al obrar así podríamos dar una imagen de fanatismo religioso: no importa; lo importante es procurar estar abiertos al diálogo fraterno en una actitud de humildad , de serenidad y de paciencia y haciendo caso omiso a las posibles incomprensiones, recelos y hasta  burlas en alguna ocasión, exponiendo con la mayor claridad nuestros fundamentos y confirmando y reafirmando así  nuestra fe.

    Debemos estar seguros y confiar siempre en el apoyo de nuestros mentores espirituales cuando llegan esos momentos de prueba y afirmación, no  cayendo en las redes del orgullo o de la soberbia, ni por  creernos superiores a nadie, o autosuficientes con nuestra fe; no nos pase como a Simón Pedro el discípulo del Maestro Jesús, al cual  este le vaticinó que le negaría ante los demás. Y así fue hasta tres veces, de modo que la amargura y remordimiento por su falta de valentía a la hora de la verdad, fueron un castigo a su orgullo . Pedro recibió una dolorosa lección de humildad y tiempo tuvo más tarde de afirmar públicamente a Jesús enseñando su doctrina durante muchos años hasta su muerte cruenta a manos de  los soldados de Roma, a semejanza del Maestro. Así se redimió ante Jesús y ante el Padre por su debilidad cuando negó al Maestro y a la enseñanza que este impartió a sus discípulos.

     Hay que dar testimonio ante todo y en primer lugar mediante la fuerza del ejemplo, y cuando llegue el caso, con la afirmación verbal de nuestra Fe en las enseñanzas de Jesús y su mensaje de Amor, recogidos en los Evangelios y en las enseñanzas de la Codificación Espírita.

     Además es muy importante tener diariamente unos minutos de meditación íntima consigo mismo, porque en ella podemos reafirmar actitudes y reacciones acertadas, o bien reconocer aquellas en que nos hayamos podido equivocar, para su rectificación. Solamente así podremos dar sentido a nuestra vida con nuestra fe, al mejorar paso a paso nuestro Espíritu, con lo que de este modo iremos evolucionando .

 - José Luis Martín-

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              JESÚS Y EL EVANGELIO ( 2ª Parte)

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El permaneció fiel a su compromiso, sin alterarlo para ilusionar o congregar simpatizantes.
 Vino a instruir y consolar mediante el ejemplo de dedicación, abriendo surcos nuevos en el suelo de los corazones para en ellos sembrar las palabras seguras y medicamentosas para la preservación de la salud y de la vida.
 Por ser el camino, único además, para llegar a Dios, no tuvo otra alternativa sino afirmar Venid a mí, todos los que estáis afligidos y sobrecargados, que yo os aliviare.
 Casi siempre el individuo inmerso en la sombra, de la que tiene dificultad de libertarse, disfraza sus imperfecciones proyectando la imagen irreal de un comportamiento que está lejos de poseer pero que se torna, comúnmente, severo pararon los demás y muy tolerante con los propios errores.
 Establecida esa transferencia psicológica de conducta, pasa a vivir en un torbellino de pasiones y tormento de aflicciones que procura disimular con habilidad.
 Cuando alguien se yergue para censurar y condenar sin autoridad moral el hecho también produce escándalo, por esconder la deficiencia y resarcirse en aquel en quien proyecta la inferioridad que le gustaría eliminar de sí.
 Todos debemos respetar las decisiones y acciones del `prójimo, y el que se levanta para impedir el desarrollo de otro, sea por el motivo que fuera, realiza un escándalo de agresión a su libre albedrío, envolviéndolo en su sombra, de la que no consigue liberarse.
 Son bienaventurados los pacíficos, aquellos que trabajan con método y confianza tranquila a favor de la renovación del mundo y de sus criaturas, consiguiendo ser llamados hijos de Dios que representan toda la paz. La paz debe constituir la meta del ser pensante que lucha en continuas tentativas de adquirir la plenitud.
 La paz es un tesoro que no puede ser afectado en circunstancia alguna, que la lleve a desaparecer.
 Hay sufrimientos ocultos y revelados muy variados y complejos que son desafiantes de la sociedad. Algunos seres se encuentran tan enfermos moralmente y tan incrédulos de la caridad, que se tornan agresivos, difíciles de ser ayudados, exigiendo paciencia perseverante y desinteresada para alcanzarlos. Cuanto más enferma, más atención paciente necesita el ave humana herida en su vuelo de crecimiento interior. No siempre es fácil entender la desesperación de otro, cuando no se sufrió algo semejante.
 Jesús vino a ayudar a sus hermanos a enseñarles como podrían ser felices. No obstante, no anhelo que esa felicidad fuese lograda solamente después de la muerte, sino en el instante mismo de la renovación interior, que es el momento propicio para aspirar a la paz y a la armonía.
 Dios es la meta, es el Medio, la vida es el camino que Él ilumina con ejemplos para que todos se encuentren y se engrandezcan.
 Surgen, entonces, con la psicología profunda una nueva imagen de Jesús, el Hombre que ama, que sirve, que espera, que enseña y pacientemente intercede ante el Padre por todos aquellos que están en la retaguardia.
 El deja de ser un recuerdo de la ortodoxia o de la teología para tornarse vivo y actuante, próximo siempre de quien Lo quiera escuchar y seguir Sus enseñanzas actuales y palpitantes.
 Su propuesta no es para huir de este mundo enfermo, de la sociedad empobrecida moralmente, sino para que se consiga curar la dolencia con la conquista de la salud para cada miembro del planeta, y haya enriquecimiento moral de todas las criaturas miembros del organismo social. Tal empresa es un grave desafió que solamente los espíritus pacientes lo han de   conseguir y por eso, serán llamados hijos de Dios…
 Las palabras de Jesús fueron:
 “Y cuando yo sea elevado de la Tierra a todos atraeré hacia mí”. – Juan 12:23
  Iluminado por una indefinible claridad Jesús ascendió lentamente ante las lágrimas de los compañeros y las esperanzas de redención por el trabajo del porvenir.
 En Betania, la montaña disminuía, los horizontes del mundo se ampliaban y Sus ojos bañaban de ternura el fecundo campo de acción, donde las flores del amor deberían abrirse a través de los tiempos bajo Su inspiración.
Convivió entre aquellas gentes sencillas, donde estableció las bases de edificación fraterna para los espíritus.
 Se olvidó de sí mismo, para suministrar la lección máxima de la humildad, y descendió de lo Alto para servir mejor.
 Para el cumplimiento de sus planes, dispensó intermediarios y ÉL mismo participó de los mínimos preparativos, demorándose diariamente y a cada instante, con el más esmerado desvelo, para infundir, por medio del ejemplo, las lecciones firmes del deber y de la abnegación.
 Previendo las consecuencias políticas, sociales y espirituales de Su mensaje en la Historia de los tiempos, pudo vislumbrar desde entonces, las legiones de los que no titubearían en sacrificarse y sufrir los tormentos que fueran necesarios para permanecer fieles a los postulados de la Verdad, hasta alcanzar la muerte  infamante…
 Y pensando así, el rabí se envolvió en una inusitada alegría.
 Los conquistadores preparaban soldados y mercenarios infundiendo terror, combatían los cuerpos, despojaban ciudades, apagaban las aspiraciones de los pueblos debilitados…
 Jesús llegó anónimo, y partió humildemente humillado. No obstante, legó a los que quedaron confiados, la armadura de la paciencia, las armas del amor y la estrategia del bien incesante e infatigable.
 El campo tal vez, quedó muchas veces cubierto de cadáveres… cadáveres de sus legionarios que se entregaron al sacrificio, pero jamás sacrificaron a otro.
 Les ofreció instrumentos hasta entonces desconocidos de concordia y mansedumbre, e inauguró un extraño y singular modo de combatir. El combate de la no- violencia.
 Y sin embargo, por esa misma razón, no hubo lugar para El en la Tierra… y aun así, de Sus lecciones vivas e incorruptibles de amor, brotaron bendiciones, y el puñado de espíritus encarnados que quedaron en la retaguardia, alcanzaron paulatinamente los elevados e inamovibles objetivos que después tendrían que conquistar.
En lo infinito de las horas, habría de llegar el momento de la comunión final con los amados y el triunfo final sobre las miserias que convulsionan las mentes y los corazones.
 Eran simple polen que a pesar de ello, fecundarían a la humanidad entera, venciendo las distancias y los tiempos. Eran hombres y mujeres arrancados de sus quehaceres diarios, para cumplir con la incomparable jornada del socorro fraternal. Ellos mismos no se percibieron de la profunda significación que encerraba el abandonar todo y seguirlo…… Durante meses, guardaron extrañas e ingenuas esperanzas; lucharon entre sí, disputándose la supremacía, soñaron quiméricos triunfos, aspiraron tener honras banales…
 Después, lentamente, aclarados los interrogantes que perturbaban su facultad de razonar y nublaban sus sentimientos vacilantes, pudieron presentir la elevada responsabilidad de la que estaban investidos.
 Recorrieron la tierra como discreto perfume de poderoso aroma, y por donde pasaron, sin siquiera percibirlo, dejaron señales imborrables.
 Los escogió de diversas procedencias, siendo todos ellos, corazones comprometidos con el quehacer diario y la rutina de sus vidas sencillas.
 A una mujer habituada a los cojines de seda y a la seducción, le ofreció fuerzas y valor, para que renovada se convirtiese en ejemplo vivo de la victoria del espíritu sobre la carne perecedera.
 Conmovió a un orgulloso “doctor de la Ley” enseñándole  la profunda interpretació n del complejo mecanismo de los renacimientos purificadores.
 Aun fiel administrador le enseñó las esperanzas del Reino, restituyéndole su hija enferma, en elocuente testimonio del valor de la salud espiritual.
 Confundió con el verbo simple y las actitudes sencillas a los hipócritas y mentirosos, a los engañadores y a todos aquellos que se complacían en malversar los valores de cualquier naturaleza.
 A los amigos – íntimos compañeros de todas las horas – los eligió de entre aquellos que cumplían las modestas funciones del pueblo, adiestrándoles en un régimen de austera disciplina e incesante dedicación, a fin de prepararlos para las luchas interminables sin límites…
Sabía que ellos llevarían Su voz cantando, sudorosos y sacrificados, pero también, resueltos y conscientes, a todos aquellos espíritus que la necesitaban, mitigando así las ulceras terribles que minaban el organismo de la humanidad.
 El sabía también que las manos de la codicia y del crimen se levantarían y que habría toda clase de obstáculos. Que las armas más crueles serian utilizadas contra ellos mientras permanecieran fieles a su testimonio, recorriendo la tierra.
 Vislumbró las crueldades sin par y las persecuciones implacables que organizarían contra ellos, sin disminuir su ánimo, ni quebrantar su coraje, puesto que se apoyaba en la Iglesia de la revelación que estaba asentada en la roca de la verdad con la argamasa de Su sangre y con el sello de su resurrección, quedando reservado al futuro el resultado de su sacrificio por amor…
 El cordero confraternizarí a con el lobo y la cizaña cedería lugar al trigo, floreciendo la gleba humana con las bendiciones de la paz integral.
 Voces angélicas saludaban al rey Excelso diciendo: “Gloria a Dios en las alturas, paz  en la tierra a los hombres de buena voluntad” cuando llegaba al trono del Altísimo.
 El Divino Amigo, lejos de las sombras donde quedaron los hombres, envueltos en sus pasiones y ansiedades, abriendo sus brazos con el espíritu lleno de confianza y, todo armonía, balbuceo pensando en aquellos que Lo seguirían a través de los tiempos:
 “Padre nuestro que estás en el  Cielo” Retornando al seno de Aquel que lo Envió., sin apartarse, de los luchadores que quedaron en la retaguardia terrena hasta la “consumación de los evos”
 Desde entonces el sufrimiento y el dolor encontraron amparo en manos débiles que se fortalecen con el contacto del trabajo cristiano.
 Por donde pasa la hiedra de la guerra sembrando cadáveres y destrucción, corazones abnegados avanzan tras de ella atendiendo a la viudez, a la orfandad, al abandono y a la miseria.
 La impiedad jamás volvió a instalarse en la tierra ni la persecución consiguió el triunfo total.
 En todas partes, El estuvo presente y la simple pronunciación de Su nombre, es un vigoroso estímulo para la libertad y la paz espiritual.
 A pesar de no haber triunfado en el mundo, Jesús venció las vicisitudes y estableció las balizas  del Nuevo Mundo de la Humanidad Feliz, en cuya construcción todos nosotros, encarnados y desencarnados, estamos unidos en el ejercicio de aprendizaje y la vivencia evangélica.
 Por eso hermanos que Dios nos ilumine a todos e instale en nuestros corazones el amor porque el acrecentará nuestras virtudes y destruirá la imperfección que aun nos domina poco a poco.
 Porque solo por el amor será salvado  el hombre.
 Trabajo de Merchita,  extraído de los libros:
(Las Primicias del reino) y (Jesús y el Evangelio)
Ambos de Divaldo Pereira Franco


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