lunes, 16 de noviembre de 2020

Hace ciento sesenta años

    INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- El Gran Enigma: Dios y el Universo

2.- La visión espírita de los sueños

3.- El Evangelio según el Espiritismo

4.- Natalidad: Aspectos espirituales

5.- Hace ciento sesenta años



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EL GRAN ENIGMA, DIOS  Y EL UNIVERSO 

      Dios, foco de inteligencia y de amor, es tan indispensable para la vida interior como el Sol para la vida física. 

    Dios es el sol de las almas. De Él emana esa fuerza que es a la vez energía,  pensamiento, luz; que anima y vivifica a todos los seres. Cuando se pretende que la idea de Dios es inútil, innecesaria e intrascendente, es como si se dijese que el Sol es inútil, innecesario e intrascendente para la Naturaleza y la vida. 

     Por la comunión de pensamiento, por la elevación del alma a Dios se produce como una penetración continua, una fecundación moral del Ser, un desarrollo gradual de las potencias escondidas en él, pues estas potencias: sentimiento y pensamiento, no pueden despertarse y crecer sino por medio de aspiraciones, por los anhelos de nuestro corazón. Fuera de esto, todas estas fuerzas latentes dormitan en nosotros; quedan inertes, adormecidas. 

    ¡Hemos hablado de la oración! Expliquémonos aún más sobre esta palabra. 
     La oración es la forma, la expresión más potente de la comunión universal. No es, a nuestra vista, lo que tantas personas suponen: un recitado trivial, un ejercicio monótono y a menudo repetido. ¡No!; por medio de la verdadera oración, la oración improvisada, la que no comporta fórmulas, el alma se lanza hacia las regiones superiores; toma fuerzas, luces; encuentra allí un sostén que no pueden conocer ni comprender los que desconocen a Dios y la comunión con Él. ¡Orar es dirigirse al Ser eterno; es exponerle nuestros pensamientos y acciones para someterlos a su ley y hacer de su voluntad la regla de nuestra vida; es procurarse por ello la paz del corazón, la satisfacción de la conciencia; en una palabra, es procurarse este bien interior que es el mayor, el más imperecedero de todos los bienes! 

     Diremos, pues, que desconocer y descuidar la creencia en Dios y la comunión de pensamiento que con ella se relaciona; la comunión con el Alma del Universo, con este foco de donde irradia para siempre la inteligencia y el amor, sería, al mismo tiempo, desconocer lo que hay de más grande y desdeñar las potencias interiores que hacen nuestra verdadera riqueza. Sería menospreciar nuestra propia dicha, todo lo que puede lograr nuestra elevación, nuestra gloria y felicidad. 

     El hombre que desconoce a Dios y no quiere saber qué fuerzas, medios y auxilios vienen de Él, de la comunicación con Él, este hombre puede compararse a un indigente que habitando al lado de un palacio lleno de tesoros, va a morirse de hambre delante de una de sus puertas abiertas que lo invitaba a entrar al mismo. 

-LEÓN DENIS -
 
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LA VISIÓN ESPIRITA DE LOS SUEÑOS

El sueño es una interrogación para muchas personas. En el libro de Carlos Bernardo Loureiro - "La Visión Espírita del Sueño y de los Sueños", encontramos muchas respuestas. 
¿Es posible determinar las relaciones precisas entre esas percepciones y los aspectos de la realidad ordinaria? ¿Cómo analizar ese psiquismo nocturno? 
Erick Fromm afirma que "el inconsciente sólo es en relación al estado normal de actividad", "son simplemente estados mentales diversos, que se refieren a las modalidades existenciales diferentes." Así, podemos admitir que la mente consciente constituye apenas parte del psiquismo total. Existe una vida llamada "inconsciencia". Esta actividad psíquica es el principal protagonista cuando el sueño retira la otra de escena. En la realidad el inconsciente se encuentra representado en aquella fracción del sueño que se registra en la memoria consciente. 
¿Qué se debe pensar de los significados atribuidos a los sueños?
Los sueños no son verdaderos como lo entienden los lectores de la buena-ventura, pues sería absurdo creerse que soñar con tal cosa anuncia otra. Son verdaderos en el sentido de que presentan imágenes que para el Espíritu tiene realidad, sin embargo que, frecuentemente, ninguna relación guardan con lo que pasa en la vida corporal. Son también un presentimiento del futuro, permitido por Dios, o la visión de lo que en el momento ocurre en otro lugar al que el alma se transporta.

¿No se cuentan por muchos los casos de personas que en sueño aparecen a sus parientes y amigos, a fin de avisarlos de lo que les está ocurriendo? Cuando tienes seguridad de que lo que viste realmente pasó, ¿no queda probado que la imaginación ninguna parte tomó en el hecho, sobre todo si lo que observaste no os pasaba por la mente como en la vigilia? 

Libro de los Espíritus, pregunta 404.

¿El alma es un ser pensante que permanece activo durante el sueño? ¿Existen pruebas materiales de la actividad del alma durante el sueño?

¿Durante el sueño, el alma reposa como el cuerpo? "No, el Espíritu jamás está inactivo. Durante el sueño, se aflojan los lazos que lo prenden al cuerpo y, no necesitando este entonces de su presencia, él se lanza por el espacio y entra en relación más directa con los otros Espíritus." 

Libro de los Espíritus pregunta 401.

La enciclopedia de Diderot (Denis, 1713-1784), en la acepción "Sonambulismo", relata la historia de un joven sacerdote que se levantaba por la noche, se dirigía a su escritorio y escribía largos sermones y volvía a la cama. Existen relatos de la solución de problemas matemáticos que no eran resueltos cuando los individuos estaban despiertos. 

¿Existe una memoria latente? ¿Los sueños traen a tono recuerdos juzgados olvidados para siempre? 

Seis meses después el individuo sueña con el lugar en que perdió el sacapuntas. Al despertar busca y encuentra el objeto (F.H. Myers, La Concience Subliminale, Annales Physchiques) ¿Cómo podemos juzgar la libertad del Espíritu durante el sueño? 

"Por los sueños. Cuando el cuerpo reposa, creelo, tiene el Espíritu más facultades de lo que en el estado de vigilia. Se acuerda del pasado y algunas veces prevé el futuro. Adquiere mayor potencialidad y puede ponerse en comunicación con los demás Espíritus, sea de este mundo, sea del otro." Libro de los Espíritus, pregunta 402. 

Richet (Premio Nobel de Medicina) describe la memoria fotográfica de sonámbulos. La eclosión de esos registros mnemónicos subconscientes no debe ser confundida como la intervención de seres espirituales. Se trata de fragmentos de la vida que son exhumados naturalmente por los estímulos especiales, de las profundidades del ser (Pierre Janet).

¿Se puede provocar sueños por hipnosis e inducir a una persona a soñar con otra?

Sí, responde el Dr. Sherenk-Notzing (Munich-Alemania) después de una experiencia hipnótica con la sensitiva (clarividente) Lina. Sus resultados son muy importantes para la discusión del hombre como un ser de naturaleza bio-psico-social-espiritual. 

El investigador dio a su sensitiva la orden pos-hipnótica de soñar, a la noche siguiente, con una determinada persona, no olvidando el sueño y contándolo al día siguiente. Por la mañana, al despertar, y en presencia de los investigadores, contó lo que ocurrió durante la noche. La hipótesis de una transmisión, a través del pensamiento de uno de los investigadores auxiliares, era inviable por varios motivos, hasta porque una visita casual de una amiga del Sr. F. L., fue relatada por la clarividente e identificada, posteriormente, con base en la descripción de la sensitiva. 

¿Puede el hombre, por su voluntad, provocar las visitas espíritas? ¿Puede, por ejemplo, decir, cuando esta duerme: Quiero esta noche encontrarme en Espíritu con Fulano, quiero hablarle para decirle esto? 
"Lo que sucede es lo siguiente: Al adormecerse ell hombre, su Espíritu despierta y muchas veces, nada dispuesto a mostrarse a hacer lo que el hombre decidió, porque la vida de este poco interesa a su espíritu, cuando está desprendido de la materia. Esto con relación a hombres ya bastante elevados espiritualmente. Los otros pasan de modo muy distinto modo su existencia espiritual. Se entregan a las pasiones permanecen inactivos. Puede, pues, suceder, que según el motivo que se propuso, el Espíritu va a visitar a aquellos con quien desea encontrarse. Pero aunque tenga esa voluntad estando despierto, no es una razón para que así suceda." 
Libro de los Espíritus, pregunta 416

¿Pueden dos personas que se conocen visitarse durante el sueño?

"Cierto y muchos que juzgan que no se conocen acostumbran a reunirse y hablarse. Puedes tener, sin que lo sospeches, amigos en otros paises. Es tan habitual el hecho de ir a encontrarlos, durante el sueño, con amigos y parientes, con los que conocéis y que os pueden ser útiles, que casi todas las noches hacéis esas visitas." 
Libro de los Espíritus, pregunta 414.

El hanseniano (leproso) Jésus Gonçalves, no creyente, era un materialista y decía no creer en nada de eso. Es autor de "Falta", donde dice así: ¿Donde andará un "no sé qué", un Bien, en cuya busqueda soy judío errante? Por donde yo paso, ya pasó también. Y cuando llegó ya partió hacía un instante.No sé si está en la vida, o más adelante, dentro de la muerte, en las mansiones del Más Allá. Si está en el amor, si está en la fe, delante de los altares que esta vida tiene. Pero, si esta vida es un sueño, la muerte la nada; el amor una pesadilla; la fe recelo; ¿por qué mantenerse en una lucha desvariada? No obstante, yo sigo. acobardado, triste, ¡buscando en todo en lo que no creo, la cosa que me falta y no existe! 

Bajo el punto de vista biomédico podemos percibir que una persona esta soñando por extraños movimientos oculares producidos en cierta etapa del sueño. El periodo REM (rapad eye movements) es "paradoja" porque en el ápice del relajamiento vamos a encontrar una actividad intensa de numerosas estructuras cerebrales, con variación de la frecuencia de las ondas cerebrales y trazado próximo al del estado de vigilia. Hay en esa fase anulación del olfato y del paladar, pero las células nerviosas envían estímulos al oído, a los ojos y al sentido del equilibrio. Cuando son despertadas en este periodo las personas eran capaces de contar un sueño.

¿Cómo interpretar el sueño que tuvimos con un ente querido ya desencarnado? La tarea no es muy fácil porque estamos sumergidos en una materia muy densa. No obstante, el espíritu André Luiz (médico desencarnado) nos ofrece un ejemplo muy bueno y que es encontrado en "Los Mensajeros" capítulo 38, cuando ella sueña con la abuela desencarnada y hace la interpretación del mensaje recibido.

Otro médico (psiquiatra aún encarnado) muestra la importancia de los sueños para el diagnóstico de la melancolía involucionada, destacándola como un síndrome con características propias de entre las dolencias conceptuadas como depresión mayor. Su conclusión, en los Archivos Brasileños de Medicina, 71 (3): 111-114,1997, se basa en el análisis de 118 casos. 

¿Una persona que duerme puede tener conciencia de que está soñando? 

Sí, responde el psiquiatra holandés Dr. Frederick Wilem van Eeden, que tuvo la confirmación hecha por el Dr. Stephan Laberge, en la Universidad de Stanford (EUA). La misma respuesta era dada por San Agustín y San Tomás de Aquino (sueños lúcidos). 

¿Podemos extender el concepto de sueño a todos los estados alterados de conciencia de los cuales el psiquismo profundo tiende a subir en primer plano, hasta subyugar el YO de la superficie? 

¿Podemos participar de mensajes oníricos diurnos? ¿Podemos recordar los sueños?

Esta dimensión diurna del sueño es una invitación hacia la investigación. 

El Dr. M. Kleitmam de la Universidad de Chicago ("Sep and Wakefulness") demostró que, también de día, la atención consciente se afloja en periodos, de acuerdo con el ritmo que corresponde perfectamente al alternar nocturno del sueño profundo al leve. 

El estado de plena "vigilancia consciente" no dura más de un minuto o dos por hora, lo que es una condición indispensable para una cierta eficiencia creadora del intelecto, conforme F. Myers, P. Bunton y aun John Pleiffer (The Human Brain).

Una mujer, delante de un mensaje onírico diurno, interrumpe sus quehaceres domésticos, llama a un taxi y va a encontrar al hijo caído casi muerto al lado de la moto. "¡Lo paranormal es lo normal que aún no comprendemos!" 

¿Pueden los Espíritus comunicarse, estando completamente despiertos los cuerpos?

"El espíritu no está encerrado en el cuerpo como en una caja; pues irradia por todas los lados. Por eso puede comunicarse con otros Espíritus, incluso en estado de vigilia, aunque en este caso lo haga con mayor dificultad."
Libro de los Espíritus, pregunta 420.

¿El fenómeno a que se da la designación de doble vista tiene alguna relación con el sueño y el sonambulismo?

"Todo eso es una sola cosa. Lo que se llama doble vista es aun resultado de la liberación del Espíritu, aunque no esté adormecido el cuerpo. La doble vista o segunda vista es la vista del alma." 
Libro de los Espíritus, pregunta 447. 

¿Cuál es la visión espírita de esos fenómenos? 

· Sueños fisiológicos - por influencia orgánica se viven situaciones alucinatorias.

· Sueños pantomnésicos - recuerdos del pasado.

· Sueños premonitorios - aprehensión del futuro, sueño profético.

· Sueños espirituales - vivencias en el plano espiritual. 

Freud no podía explicar el sueño profético como realización de un deseo recalcado en el inconsciente. 

¿Cómo podemos juzgar la libertad del Espíritu durante el sueño?

"Por los sueños. Cuando el cuerpo reposa, creelo, tiene el Espíritu más facultad de lo que en el estado de vigilia. Tiene conocimiento del pasado y algunas veces previsión del futuro. 
(Libro de los Espíritus, pregunta 402).

"El árbol traerá nuevas simientes, de las cuales germinarán nuevos árboles. Todas estaban escondidas en la propia simiente," 
Discurso de Metafísica, Leibniz (1686)

Lincoln vio, en sueños, escenas de su propio velatorio, una semana antes de ser asesinado, relatándolo al amigo Ward Lamon, que escribió el episodio en su diario.

¡Es un monumental determinismo el conocimiento anticipado del futuro! ¿Es posible modificar el "karma"? ¿Existen las cosas futuras o ellas se encuentran en la NADA, y aun no existen? ¿El sueño profético es contrario al libre albedrío?

Es posible prever acontecimientos derivados del presente. No obstante, ¿cómo prever los que no guardan ninguna relación con ese estado presente? ¿Cómo explicar los que son atribuidos al acaso? 

Nostradamus previó la decapitación del Duque y dio el nombre del verdugo, que fue escogido "al acaso", en la hora. Esto después de 66 años después de la muerte del médico francés (1503-1566). El cálculo matemático de la probabilidad de esta predicción estaría en la proporción de uno a cinco millones contra la casualidad. 

Estando desprendido de la materia y actuando como Espíritu, ¿sabe el Espíritu encarnado cuál será la época de su muerte?

"Con frecuencia la presientey algunas veces tiene plena conciencia, lo que da lugar a que, en estado de vigilia, tenga la intuición del hecho. De aquí que ciertas personas prevean a veces su muerte con gran exactitud."
Libro de los Espíritus, cuestión 411.
Pero, ¿cómo entender este sueño que habla del futuro?. ¿ Cómo explicarlo? Allan Kardec, en el libro "La Génesis" discute el asunto en la "Teoría de la Presciencia". 

Conferencia dada por el Prof. Formiga  en 1998. 
Tomado de Federación Espiritista Española

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              El Evangelio según El Espiritismo 
                   No es una Obra “Menor” dentro de La Codificación 

      Esa porción de divulgadores y seguidores enroscados en el discurso de la actualización (con más de cientificismo que de renovación), que considera esta pieza del Pentateuco espírita como una especie de “traspié” de Kardec, delata que algunos aún no han captado la sublimidad del mensaje espírita; aquel que va más allá de los prejuicios intelectuales y los juegos de la razón divorciada del corazón… 
     No por capricho o accidente la pléyade espiritual que inspiró el Espiritismo dictó esta obra de la Codificación que es, además, expresión directa y necesaria de su aspecto moral, donde nace la fuente ética del mismo. Debemos estudiarlo y divulgarlo sin prejuicios… observar de donde nos brota ese rechazo (caso de que lo tengamos), e intentar corregir esa resistencia mental, molesta y del todo innecesaria. 
     El error es leerlo o interpretarlo como letra escrita o expresión “religiosa” (que no lo es), como hacen tantos, aunque esto no es culpa de la obra… Su contenido, a pesar de su expresivo filtro de cultura judeocristiana, acerca de manera contemporánea el código moral de Jesús, desde el laicismo y la filosofía. No es “Cristianismo”, como erróneamente piensan algunos, si no el rescate parcial del mensaje crístico velado o sepultado por siglos de tiranía religiosa. De aquí extrajeron los Espíritus el ejemplo más depurado de moral universal (por esto es una obra para todos, independientemente del culto que se tenga o no se tenga). 
     Por las razones que señalamos; en las clases de los centros, en los estudios y exposiciones, etc., debe encararse con actitud fresca y abierta, trazando siempre (y esto es muy importante) paralelismos con nuestra cultura y desafíos contemporáneos, y no limitarse a leer como palabra de Dios o de los espíritus, pues esto ya lo hacen las religiones. Por supuesto, ni es una reunión evangélica ni estamos leyendo el catecismo, si no compartiendo la ocasión perfecta para exponer de manera racional el código superior que Jesús vertió en los evangelios, y cuyos desafíos morales y humanos permanecen actuales en los nuevos tiempos. 
     Con el recuerdo de las enseñanzas de Jesús y las reflexiones de los Espíritus (abiertas a todos los dilemas morales y desafíos existenciales de nuestra contemporaneidad), los instructores de la luz y el progreso pretendían con esta tercera obra de la Codificación la reactualización del mensaje universal, a la par que colocar en nuestros momentos de estudio y/o reunión una excelente ocasión de alimentar el (necesario) despertar del hombre nuevo. 
     Toda lectura que hagamos de esta obra (sobre todo si es una exposición en grupo), debe hacerse sin dejar a un lado ni un solo momento su carácter universal y laico…, pues no puede parecer una reunión litúrgica llevada por un individuo que parezca recoger el testigo de un sacerdote, sino un encuentro para estudio compartido, basado en el diálogo y la razón y apuntando al desarrollo personal. 
     La caridad integral (o espírita), la fe razonada y la auto-reforma (los tres puntales de la propuesta kardecista), encuentran en esta obra su máximo foco de estudio y reflexión. 
     Aquellos que han acumulado sin revisar ciertos estereotipos atávicos y además han enfocado su discurso distorsionado el concepto de “actualización”, se prestan con suma facilidad a interpretar desde el preconcepto; y este siempre será un problema… por más que lo racionalicemos. Es cierto que gran parte del rechazo que existe hacia esta obra, más que por ella en sí, es por la manera en que suele interpretarse y vivirse en otras latitudes. 
     Como casi siempre, el problema no está en la obra o la idea, sino en los filtros ambiguos con los que (innecesariamente) se reinterpreta y divulga… Reconozcamos que expresiones como: “aprendices del Evangelio”,“Evangelizar”, etc son una terminología postiza e inapropiada, que no pertenece a la Codificación, es más; es la habitual en ambientes de catequesis y otros escenarios similares propios del culto católico (el que cierta parte del movimiento los haya adoptado, por afinidad cultural propia, no es justificación suficiente para que el sentido común legitime su vulgarización).
      ¿Puede alguien imaginar a Kardec, Delanne o Denis, Amalia o Colavida hablando de “grupos de evangelio” o que una de las tareas del espírita sea “evangelizar”? Es alto improbable, desde luego… Debemos esforzarnos en aplicar una terminología apropiada y coherente, tanto con el Espiritismo como con la espiritualidad del siglo XXI. 
     Respetemos la Codificación, demos su lugar a esta obra (que forma parte indisoluble de la misma por indicación superior), y evitemos caer en actitudes de negación pragmática, heredada del pasado científico-materialista, que impidan asimilar su sencilla grandeza. Pero, igualmente, utilicemos también la precisión y el buen sentido a la hora de utilizar determinada terminología que, a la postre, termina comprometiendo innecesariamente las tareas divulgativas. 

- Juan Manuel Ruiz González  del "Blog de Juanma" para zona espirita-


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    LA NATALIDAD: ASPECTOS ESPIRITUALES
                                                                         

              
     A través de los medios de comunicación social se imbuye a la sociedad la conveniencia de abstenerse de procrear hijos por causa de los tiempos de crisis que atravesamos. ¿Es sostenible dicha teoría? ¿Podría aceptarse dicha afirmación? Deberíamos preguntarnos también si en estos momentos de enorme adelanto tecnológico y poder adquisitivo se da la coyuntura adecuada para iniciar un proyecto familiar; proyecto tan arduo décadas atrás. Establecer una comparación fiable sería tan simple como consultar a las personas mayores; consultar con la generación anterior; informarse sobre sus condiciones y circunstancias y, sobre todo, por los enormes sacrificios que tuvieron que pasar para culminar el proyecto familiar. Para ellos, curiosamente, los hijos no representaron un problema; más bien resultaban una bendición. Los individuos que como yo formaron parte de aquella generación fueron deseados, queridos, crecieron al calor del hogar. Poco importaba tener un solo juguete o ninguno, la imaginación ponía el resto.

No puedo dejar de cuestionarme: ¿cuantas personas como yo, nacidas en la segunda mitad del siglo XX, habrán valorado el hecho de cambiar su infancia y juventud por la que disfruta la generación actual? Personalmente y, a pesar de las ventajas sociales existentes hoy, yo me quedo con mi infancia. No olvidemos que cada época tiene sus luces y sus sombras.


Uno de los mayores regalos que he recibido es mi hija.

Ace Frehley

A mi limitado criterio, los detonantes de esa tan manida crisis, no nacen de la situación económica o de la carestía de la vida. En épocas anteriores, estos mismos condicionantes resultaban mucho más duros, con la diferencia de que hoy ha aparecido un nuevo patrón, inexistente antes, como es la incorporación de la mujer al mercado laboral. La mujer, en su anhelo de equiparación al rol masculino, ha postergado los hijos a un segundo plano. Y no obstante ser los hijos, deseados hoy (sobre el papel), mucho más apreciados que antaño –y es tan solo de una opinión personal−; los hijos no deseados o llegados en mal momento ¿mal momento?, se han convertido en un serio hándicap para las parejas o grupos monoparentales que −desde su percepción− no los quieren. Así las cosas ¿cuál sería el momento adecuado para tener hijos? ¿quién les cuidará?. Aparecen razones contrapuestas en dicho planteamiento y el papel de la mujer-madre pasa a ocupar el último plano. En primer lugar, la formación, estudios; en segundo, el trabajo, los ingresos; en tercero, disfrutar de las posibilidades que ofrece la vida y, en último lugar, los hijos, uno o posiblemente ninguno. En España, actualmente, la tasa media de natalidad (pareja o monoparental) es de 1.3 hijos. Queda bastante claro que este país se encamina hacia un país de viejos.

¿Qué sucede para que el rol de la mujer-madre haya perdido valor? ¿Qué lo ha vituperado? Bien es cierto que, en general,  todo el mundo desea disfrutar las comodidades posibles; la última moda al vestir; tener el vehículo más reciente y, cómo no, disfrutar de una vivienda que contemple las mayores comodidades. Poco importa el precio que se pague. Desde esa perspectiva, los hijos se convierten en un serio estorbo.

No puedo dejar de sorprenderme por la importancia que se le arroga al hecho de que la mujer trabaje y obtenga igual remuneración que el rol masculino −argumento que considero justo−, pero me causa auténtico estupor que se ningunee el esfuerzo de la mujer-madre; que se desprecie su rol de creadora de sociedades; que se ponga en tela de juicio su labor tan dedicada y provechosa para la sociedad; para esa sociedad donde ella, no solo pare a sus hijos, sino que los forma, los educa, los corrige y les busca el camino para conseguir desarrollar su talante e inteligencia. Además de convertir su hogar en un refugio contra las luchas cotidianas; un refugio de amor, paz y comprensión; un templo en cuyo crisol se funden la ética y la moral de las nuevas generaciones. La mujer-madre contribuye, como ningún otra, al crecimiento y desarrollo de los futuros miembros de la sociedad. Y aquí y ahora, yo ratifico que no debe faltarle nuestro homenaje y reconocimiento.

En ocasiones, cuando escucho conversaciones banales sobre el desempeño de la mujer en el hogar, no dejo de sentirme dolido. Estimo que las mujeres pueden y deben trabajar dentro o fuera del hogar, si así lo desean y, conciliar su trabajo en la medida de sus posibilidades. Y ello no tiene por qué ser mejor o peor, bueno o malo, se trata simplemente de respaldar su derecho a decidir. También debe respetarse su deseo a convertirse en mujer-madre; a tomar las riendas de su hogar; de anhelar la maternidad, de tener y educar a sus hijos con el apoyo de su cónyuge, o en el caso monoparental, respetar también su decisión.

Me vienen a la memoria estas líneas del escritor Víctor Hugo:

Hijo, hermano, padre, amante o amigo. Hay espacio en el corazón para todos los afectos, ya que hay espacio en el cielo para todas las estrellas.

Nunca los extremos fueron buenos −reza el saber popular−. Por ello, deseo resaltar que cada persona tiene la capacidad de conectar con su propia conciencia, con su llama interior, con el cúmulo de sus experiencias milenarias, con su bagaje espiritual. Si se permanece atento a sus sugerencias; si se escucha atentamente, la conciencia será nuestra brújula. Pero aun así, el hombre sigue empecinándose en participar de la manada, seguir a los demás, hacer lo que ellos, sus costumbres y corrientes sociales; dejar que otros piensen y decidan por él.

En mi limitado criterio estimo que las personas podrían vivir más dignamente sin la premisa de que ambos cónyuges estén obligados a trabajar cuando llegan los hijos. Mientras no exista tal condicionante, veo conveniente que ambos cónyuges trabajen a la par. Entiendo también que llegado ese momento lo ideal sería que uno de los componentes que, por sensatez, sentido común y condicionantes biológico-emocionales, debería ser la mujer, se dedicase por entero a esa labor. Ella sería quien culminase el proyecto familiar. Pero la sociedad impone sus condicionantes y establece trabas a la creación del hogar-nido de los futuros miembros de la sociedad.

¡Que nadie se llame a engaño! ¡No estoy alentando una vuelta a las cavernas! Cada pareja ha de tomar sus propias decisiones. Y sus determinaciones deben respetarse. Todo componente de una agrupación familiar: los futuros padre y madre e individuos monoparentales, tienen el derecho inalienable de vivir y recopilar experiencias, para, a través de ellas, conseguir su propio aprendizaje. Y aunque sigo manteniendo la opinión de que la maternidad no debe ser postergada a la última opción; es más, afirmo debería ser considerada la primera opción. Y aunque la vida es larga y ofrece toda suerte de oportunidades; deberían establecerse prioridades, a vista del derrotero que representa el hecho de aplazar o minimizar el valor de la llegada de los hijos. Y todo ello me hace cuestionarme: ¿Será correcto el enfoque que le damos a la vida cotidiana?

Y me mantengo en mi criterio. Estamos pagando un muy alto precio; posiblemente estemos destruyendo un precioso sistema de vida recién alcanzado; un sistema de valores ético-morales dentro de los cuales, buscar un hogar duradero era una premisa importante. Posiblemente tenga mucho que ver la cultura imperante hasta hoy; cultura que había propiciado una convivencia armónica entre personas, una mayor comprensión y tolerancia. Vengo observando que la falta de análisis en las situaciones diarias propicia un cambio a peor. Observo cómo se pierden los valores morales, el aprecio y el respeto hacia la agrupación familiar. Estamos asistiendo a su lenta destrucción. ¿Quizás transformación? El tiempo los juzgará.

Me resulta difícil imaginar una sociedad avanzada, igualitaria y justa, consintiendo que sus hijos se eduquen sin la protectora imagen de los padres. No obstante, observamos que la sociedad actual exige a ambos congéneres trabajar y prescindir del tiempo necesario para dedicar a sus vástagos; con el agravante de que el escaso tiempo sobrante se necesita para el propio descanso y sosiego. La falta de atención y cariño a los hijos está pasando factura y esta metodología está minado las bases de la sociedad; produciendo una generación incapaz de comprometerse hacia los valores que sustenta la sociedad.

Así y todo, aún no hemos llegado al núcleo central del asunto. La sociedad ha obviado los condicionantes espirituales. He tratado con anterioridad asuntos de índole material, social y económica; he citado el futuro y grave impacto del bajo índice de natalidad en las futuras generaciones. Soy consciente de mi esta opinión puede incluso llegar a molestar, ya que quien piensa diferente molesta al resto; es considerado una rara avis y, consiguientemente, sujeto de chanzas, críticas y difamaciones. Se crea entonces un paradigma digno de estudio, lleno de contradicciones.


Nada dice más del alma de una sociedad que la forma en que trata a sus hijos.

Nelson Mandela

Vamos pues a analizar cómo repercute en cada individuo este nuevo orden; cómo repercute  en el ser espiritual. He venido mencionando la necesidad de reencarnar para el progreso personal; así, resulta imprescindible que el espíritu tome materia en los diferentes mundos físicos con el fin de acelerar su proceso evolutivo. Cada nueva vida representa una gran oportunidad de comenzar nuevos retos, nuevos objetivos y reajustes que estaban pendientes  por actuaciones pasadas. “NACER, MORIR,RENACER AÚN Y PROGRESAR SIN CESAR, TAL ES LA LEY”, palabras del mensajero A. Kardec. ¡Sembramos y recogemos los frutos! tal es la ley.

Entonces, ¿qué ocurre si negamos la oportunidad de una nueva experiencia carnal a otros espíritus necesitados y deseosos de conseguir un cuerpo físico y de reencarnar? Todos ellos pertenecen a la gran familia espiritual que perdura en el plano espiritual; en el auténtico hogar del espíritu. Les vetamos la posibilidad de cumplir sus compromisos y proyectos de futuro. Estamos olvidando que nosotros también proyectamos nuestra propia reencarnación y que gracias a esa dádiva, la vida, pudimos cumplir nuestros propios compromisos. Negarles esa oportunidad es torpedear su futuro evolutivo. Tal decisión pasará factura y postergará –en paralelo− nuestras propias condiciones futuras, nuestra propia reencarnación y sus condicionantes. ¿Acaso no clama la conciencia cuando se rehúsa la vida? ¿Seguiremos haciendo oídos sordos a su llamada? El acervo popular guarda frases muy oportunas, como esta: “Amor con amor se paga.”

La verdadera familia no nace del nombre y apellidos. Esta definición no llega solo desde un aspecto materialista. Con toda certeza renaceremos mañana en escenarios diferentes, con apellidos diferentes, aunque conservando siempre la misma identidad.


Es raro que los miembros de una misma familia se críen bajo el mismo techo.

Richart  Bach

Esta frase alude precisamente a la auténtica familia, a la familia espiritual; aquella que perdura a lo largo del tiempo y del espacio; que se sustenta en vínculos de amistad, lealtad y afinidad de caracteres y compromisos; que se sustenta en un fin común: progreso y ayuda mutua. Poco importa donde se nace y en qué condiciones, todo medio es válido para realizar y culminar los objetivos comunes; el propio desarrollo y los valores íntimos. Todos los logros son útiles para la conquista gradual del espíritu.

Por tanto, asevero que las condiciones kármicas generadas por la limitación voluntaria de la natalidad; las condiciones inherentes a la nimia intención de disfrutar las ventajas económico-sociales, o por el hecho de rehuir compromisos anteriores a la vida física conllevan una enorme responsabilidad; la responsabilidad de impedir a otras almas su derecho a evolucionar. Y ello conlleva enormes taras kármicas. ¿En verdad, deseamos cargar con dicha responsabilidad? ¿con semejantes deudas? En el universo en el que vivimos la casualidad no existe, todo tiene su razón de ser; todo obedece a una planificación inteligente, donde el presente es el resultado del pasado, y el pasado llama a la puerta exigiendo compensación ¡Meditémoslo!

Resumiendo, tener hijos es poder cumplir los compromisos contraídos con aquellos hermanos y amigos, seres queridos que necesitan volver al mundo físico para seguir su viaje evolutivo  como nosotros; además de que ello representa un compromiso y un deber. No es casualidad que sea la mujer-madre quien más intuya esa necesidad, pues así lo planificó antes de nacer. Y no es un hecho casual tener más o menos hijos; todo obedece al sagrado deber de dar continuidad a la vida.

¡Seamos pues conscientes de la necesidad de tener hijos! ¡tantos como la conciencia dicte! Se trata de una decisión personal y diferente para cada agrupación familiar, donde no habrá de influir creencia o religión, únicamente los propios sentimientos. Evitemos las consecuencias inherentes: primera, privar a otros de volver al mundo físico en una nueva experiencia de la carne, retrasar o comprometer su progreso y, segunda, ser conscientes de que evitar los hijos incumple los compromisos adquiridos, Todo ello creará las condiciones kármicas que nos privarán de la posibilidad de tener un nuevo cuerpo físico, de reencarnar. Os pido que reflexionéis sobre esta coyuntura para evitar pasos en falso.

En resumen, os pido, amables lectores, que abráis vuestra mente, que analicéis todo lo expuesto y que valoréis si merece la pena poner freno a esta lacra que amenaza la sociedad.


Sacrifiquemos nuestro presente para que nuestros hijos puedan tener un mejor mañana.

APJ Abdul Kalam,  ex−presidente de la India

  Fermín Hernández Amor, Paz y Caridad.

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       HACE  CIENTO SESENTA AÑOS

                                           



     Allan Kardec, el Codificador de la Doctrina Espirita, en aquella gris mañana de abril de 1860, estaba exhausto, agobiado.

Hacía frío.

Pese a la consolidación de la Sociedad Espírita de París y a la promisoria venta de libros, escaseaba el dinero para la obra gigantesca que los Espíritus Superiores habían confiado a sus manos.

La presión aumentaba...

Misivas sarcásticas se acumulaban sobre su escritorio.

Cuando más desalentado se hallaba, llega su paciente esposa, Madame Rivail —la dulce Gaby—, para entregarle una encomienda cuidadosamente embalada.

Al abrir el envoltorio el profesor encontró una carta sencilla. Y leyó:

"Sr. Allan Kardec:

Un respetuoso abrazo.

Junto con mi gratitud le remito el libro adjunto al igual que su historia, a fin de rogarle ante todo que prosiga con su labor de esclarecimiento a la humanidad, pues tengo importantes razones para hacerlo.

Soy encuadernador desde mi niñez; me desempeño en un importante establecimiento de esta capital.

Hace aproximadamente dos años contraje matrimonio con una mujer que ha revelado ser mi compañera ideal. Nuestra vida se deslizaba normalmente y todo era alegría y esperanza hasta que a principios de este año, en forma inesperada, mi Antoinette abandonó esta vida, llevada por una furtiva enfermedad.

Imposible describir mi desesperación; me consideré condenado al máximo desamparo.

No confiaba en Dios; experimentaba las necesidades de un hombre de este mundo, al mismo tiempo que vivía con las aflictivas dudas de nuestro siglo, de modo que resolví tomar el camino de tantos otros ante la fatalidad...

La prueba de la separación me destrozó; me convertí en una sombra.

Faltaba al trabajo y mi jefe, recto y severo, me amenazaba con el despido.

Mis fuerzas me abandonaban.

Más de una vez había merodeado por el Sena y finalmente me puse a planificar mi suicidio. "Sería fácil, no sé nadar" — pensaba.

Se sucedían noches de insomnio y días de angustia. Una madrugada fría, cuando las preocupaciones y el desánimo me dominaron con mayor intensidad, me dirigí al Puente Marie.

Miré a mi alrededor sin perder de vista la corriente... Afirmé la mano derecha decidido a lanzarme cuando palpé un objeto empapado que estaba sobre el parapeto, que cayó a mis pies.

Con sorpresa noté que se trataba de un libro humedecido por el rocío.

Lo tomé entre mis manos y a la luz tenue de un farol cercano pude leer en su portada, entre exasperado y curioso:

"Esta obra me salvó la vida. Léala con atención y que le sea de utilidad. — A. Laurent."

Estupefacto, leí la obra —"El Libro de los Espíritus"— a la cual agregué un breve mensaje; volumen que confío ahora a sus manos abnegadas, con la autorización para que usted, distinguido amigo, haga de él lo que considere oportuno."

Además del mensaje estaba el agradecimiento final, la firma, la fecha y la dirección del remitente.

El Codificador desenvolvió entonces un ejemplar de "El Libro de los Espíritus" lujosamente encuadernado, en cuya tapa vio las iniciales de su seudónimo y en la portada, levemente manchada, leyó embargado por la emoción no solamente la nota a la cual se refería el remitente sino también Ara, en letra firme:

"A mí también me ha salvado. Dios bendiga a las almas que contribuyeron a su publicación. — Joseph Perrier."

Luego de la lectura de la providencial carta, el Profesor sintió que una nueva luz lo inundaba por dentro...

Acercó el libro a su pecho en medio de reflexiones, no ya en términos de desánimo o sufrimiento, sino según la guía de una radiante esperanza.

Era preciso continuar, disculpar las injurias, abrazar el sacrificio, ignorar las ofensas..
.


Frente a su espíritu giraba, en un torbellino, el mundo necesitado de renovación y consuelo.

Allan Kardec se levantó de su viejo sillón, abrió la ventana que estaba delante de él y se puso a contemplar la vía púbica, por donde circulaban obreros y mujeres del pueblo, niños y ancianos...

El destacado trabajador de la Gran Revelación respiró profundamente y antes de tomar la pluma para la tarea habitual, llevó un pañuelo hasta sus ojos y se secó una lágrima...

Hilario Silva

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*El Espiritismo es la lámpara que alumbra al Mundo, y el Evangelio es el combustible que la alimenta*

( Enviado por el Hermano Bras Alborada )

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