INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- De la Ingratitud
2.- ¿La Ciencia se planteó alguna vez la existencia del Más Allá?
-Carta de Sigmund Freud
3.- Código penal de la vida futura
4.- Relato: La Muerte no separa las Almas
5.- Recuerdos instintivos
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DE LA INGRATITUD
De San Juan de la Cruz a la priora del convento de Segovia, María de la Encarnación, ante la persecución que estaba sintiendo en determinados momentos de su vida, a causa de su posible envío a Méjico:
–De lo que a mí me toca en este negocio, hija mía, no le dé pena, que ninguna a mí me da. De lo que la tengo muy grande es de que se eche culpa a quien no la tiene; porque estas cosas no las hacen los hombres, sino Dios, que sabe lo que nos conviene y las ordena para nuestro bien. No piense otra cosa sino que todo lo ordena Dios. Y adonde no hay amor, ponga amor, y sacará Amor. San Juan de la Cruz.
Reflexión:
San Juan de la Cruz reflexiona acerca de la falta de agradecimiento que, en general, padecen los seres humanos, aunque hubiesen recibido algún beneficio. Esto es bastante común; a veces, los beneficiados se sienten avergonzados, o lo que es más grave, su orgullo se siente herido y procuran alejarse lo más posible de aquellos que puedan recordarles su pasado, sobre todo si su presente ha cambiado y su posición social ha mejorado notablemente.
Les hace comprender que hay que hacer las cosas sin esperar nada a cambio y aun a riesgo de recibir ingratitud, que aquellos que así actúan ni siquiera son culpables, que son cosas que permite Dios para templar nuestra paciencia y tolerancia ante las faltas de los demás, habida cuenta de que también nosotros tenemos las propias, lo cual redundará en nuestro beneficio. Así, pues, obremos siempre con desinterés, porque recogeremos aquello que sembremos.
Mª Luisa Escrich.- Amor, Paz y Caridad
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¿La Ciencia, se planteó alguna vez la posible existencia del Mas Allá?
Después de aparecer el Espiritismo el 18 de abril de 1857 de la mano de Allán Kardec, se creó en Londres la “Sociedad de Investigaciones Psíquicas” a la que han pertenecido prestigiosos y célebres hombres de Ciencia. Su objeto era el estudio de la fenomenología paranormal, sin partir de teorías previas.
Posteriormente, en 1.905 el Prof. Charles Richet propuso para esta Ciencia el nombre de Metapsíquica. Más tarde fundó en París el “Instituto Metapsíquico Internacional” junto al Dr. Gustavo Geley y posteriormente, en el año 1.930 el Prof. Rhine de la Universidad de Duke, adoptó y popularizó el vocablo de Parapsicología. Se abrió entonces una nueva etapa en el estudio e investigación del Ser espiritual, lo que con el reconocimiento de la existencia del mismo, corrobora lo que tantos grandes filósofos y pensadores sostuvieron en su época. Más recientemente a la Parapsicología también se le han dado otros nombres, tal como Psicotrónica, Psicobiología o Psicobiofísica, con mayores implicaciones físicas que psicológicas, tal como propugna la corriente materialista actual.
A las muchas evidencias aportadas por la existencia de los fenómenos paranormales, sobre todo de la mediumnidad, hay que añadir las que aportan modernamente la Electrónica y la óptica, además de la Informática. Con el apoyo de estas Ciencias se han logrado resultados sorprendentes, porque sin el apoyo de ningún médium, se han logrado contactos reales y contrastados con Seres que existen en esa otra dimensión que llamamos Mas Allá, y que no vemos ni aún sentimos, pero que realmente se encuentra muy cercana a nosotros. Estos resultados obtenidos mediante métodos de la Ciencia moderna, acreditan y certifican, aún más si cabe, una realidad existencial fuera de nuestros sentidos físicos.
Se obtuvieron grabaciones en cinta magnética ,de modo serio y metódico, cuya única explicación posible es que son procedentes de Seres del Mas Allá, que describen no solamente su estado, sino hasta su entorno que, por cierto, se asemeja bastante al nuestro.
No se puede omitir aquí, la existencia de la “fotografía psíquica” o "paranormal", que ha dado unos resultados altamente positivos, mediante el uso de cámaras de alta velocidad en ambientes de penumbra o solamente iluminados con luz infrarroja.
Ni tampoco se puede ignorar que han habido casos de esas fotografías "paranormales" que en ocasiones han aparecido inopinadamente en cámaras de fotografía ordinarias, sin el propósito previo de obtener imágenes de Espíritus semi-materializados que, sin embargo, han dejado plasmada su imagen o su silueta, más o menos definida, sobre el negativo fotográfico.
Incluso se han llegado a obtener imágenes en movimiento de esa otra dimensión mediante un sistema en el que se han combinado cámaras de vídeo, televisores, luz infrarroja, etc..
Actualmente hay científicos y parapsicólogos que continúan investigando en estos campos, obteniendo resultados positivos aunque bastante bien silenciados, que continúan demostrando cada vez de una forma más palpable para quien los conoce y estudia, que realmente existe otra forma de vida después de la muerte del cuerpo.
Cuando se conoce la existencia y realidad de estas cuestiones sorprendentes , uno se convence cada vez más, de que realmente existe otra realidad distinta a la nuestra, que aunque parece algo lejana, está mucho más cerca de nosotros de lo que suponemos. Así, lo que hasta ahora se podía sostener solo por la fe o la intuición, se respalda con estas evidencias extraordinarias e incontestables logradas por medio de la Ciencia. En realidad, esta cuestión de la posible existencia del Más Allá, es un sentimiento más o menos vago, que todo ser humano intuimos de modo natural, pero que la Ciencia ya lo confirmó como una realidad.
Su existencia solamente puede ser negada por personas que ignoren estos hechos y no teniendo otra cosa que vagos conceptos religiosos, desconfiados, no lo quieran admitir y se atrincheren detrás del escepticismo, simplemente porque nunca se tomaron la molestia de tomarse en serio este tema, de leer o de informarse antes de negar o aceptar nada. En el fondo, tal vez sea por el gran temor de que sus conceptos religiosos se pierdan; porque su conciencia le moleste; porque algún "muerto" les aterrorice, etc, Y es que una cosa es la ignorancia natural cuando los conocimientos aún no han llegado a uno, y otra cosa es la voluntaria por miedos, temores o prejuicios.
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“No soy de aquellos que menosprecian a priori el estudio de los llamados fenómenos psíquicos esotéricos, considerándolos anti-científicos, poco serios o incluso peligrosos; y si estuviera comenzando y no acabando mi carrera científica, quizá hasta hubiera llegado a elegir ese terreno de investigación, desafiando todas las dificultades”
-Sigmund Freud-(carta a Hereward Carrington el 24/7/1921)-
Impreso en la conciencia del ser llevamos la noción del bien y del mal, así como la existencia de un Dios creador y dador de vida. Siendo el hombre un ser trascendente, desde la aceptación de una vida futura se planteó cómo sería la vida después del túmulo. El destino, más allá de la tumba, ¿sería igual para el justo que para el que no se ajustó a las leyes divinas?
El sentido común y la intuición de las leyes divinas llevaban a considerar que la situación sería muy diferente y así, en función de la evolución que en cada momento presentaban las sociedades, se intentó dar explicación a esta cuestión. Con diversas interpretaciones de acuerdo a las diferentes filosofías, religiones y según también el grado de adelanto de las sociedades, se daba una coincidencia en una suerte de “paraíso” de paz y felicidad para el justo y un sufrimiento para aquellos que faltaron a la ley divina, a los que se les suponía una localización física.
Las visiones de los místicos, extáticos, sensitivos, médiums en definitiva, fueron interpretadas ajustándolas a sus preconceptos religiosos (Dante Alighieri, Santa Teresa, Swedenborg …) Allan Kardec en el capítulo VII del libro El Cielo y el Infierno nos habla del código de las penas futuras en la interpretación del espiritismo. Explica que –al igual que con el resto de las obras espíritas- siguió un método de observación y análisis, sin preconceptos previos, fruto de la observación, a través de numerosas comunicaciones recibidas por una cantidad ingente de médiums, en lugares diversos: «No se trata aquí de la relación de un solo espíritu, que podría ver los acontecimientos desde su punto de vista, bajo un solo aspecto, o estar todavía dominado por las preocupaciones terrestres, ni de una revelación hecha a un solo individuo que podría dejarse engañar por las apariencias, ni de una visión extática, que se presta a las ilusiones y muchas veces no es más que resultado de una imaginación exaltada, sino de innumerables ejemplos suministrados por toda categoría de espíritus, desde lo más alto hasta lo más bajo de la escala, con ayuda de innumerables intermediarios diseminados sobre todos los puntos del globo, de tal modo que la revelación no es privilegio de nadie, sino que cada uno está en disposición de ver y de observar, y nadie está obligado a creer en la palabra de otro».
Establecida una gradación en los “goces” y en las “penas”, según se deduce de las manifestaciones de los espíritus (recomendamos al lector la lectura de la Parte II de El Cielo y el Infierno, donde se recogen, a modo de ejemplo, algunas comunicaciones), surge la cuestión de si esa situación es puntual, eventual o será ya permanente, para el resto de la eternidad, como preconizan ciertas religiones. A través de un análisis racional y lógico, Kardec demuestra que un Dios bueno, justo, misericordioso no casa con la idea de un Dios vengativo, incapaz de sentir misericordia por sus hijos extraviados; que ante una caída condena para siempre cuando Él pide el ejercicio del perdón a todos sus hijos.
Por otro lado, el Divino Pastor nos dijo que no se perdería ni una sola de sus ovejas. Si se admitiera la teoría de las penas eternas estaríamos ante una discriminación, por cuanto si el hombre se arrepiente durante su vida aún puede aspirar a la dicha eterna, pero si el arrepentimiento le llega después de la muerte ya todo para él está determinado y no hay nada que hacer. ¿Por qué el arrepentimiento no ha de tener eficacia sino durante la vida, que no es más que un instante, y no lo ha de tener durante la eternidad que no tiene fin? En estas circunstancias, estaríamos ante un Dios inclemente, menos misericordioso que el propio hombre que permite la rehabilitación y la reinserción del delincuente en la sociedad.
Del análisis de todas las comunicaciones se llega a una serie de conclusiones en las que nos parece importante señalar cuanto sigue: La dicha y el sufrimiento de los espíritus son directamente proporcionales al grado de perfección e imperfección que presentan. Esta situación es eventual, pues sometido el espíritu a la Ley del progreso, y con destino final la Felicidad, irá progresando, deshaciéndose de sus imperfecciones para alcanzar la dicha que a todos nos está reservada. «Ninguna oveja se perderá» nos dijo el Divino Pastor.
Las penas y sufrimientos inherentes a las imperfecciones, entre las que se incluye la falta de práctica del bien cuando se tuvo ocasión y no se hizo, se pueden padecer tanto en el mundo físico –en la misma encarnación o en sucesivas reencarnaciones– como en el mundo espiritual. El arrepentimiento supone el punto de inflexión para cambiar el estado de “penalidad”, ya que la ayuda se manifiesta de forma más activa y se modifica la situación en que está el espíritu. Puede darse tanto durante la vida material como en la espiritual. Cuanto antes se dé el arrepentimiento antes se acortará el tiempo del sufrimiento del culpable.
Si a cada cualidad corresponde una dicha y a cada falta una pena, la determinación de ésta no es automática, rígida, por cuanto entran en juego los agravantes o atenuantes aplicables al caso, entre los que se contempla el grado de responsabilidad, de madurez intelecto-moral del espíritu, así como la propia actitud, ya que las situaciones, en función de la ley de causa y efecto, se están modificando a cada momento. Recordemos las palabras de Jesús: «El amor cubre la multitud de pecados». Y no olvidemos que la duración también se podrá acortar con un arrepentimiento temprano.
Las penas no se imponen como medio vengativo, sino que tienen una finalidad, como no podría ser de otra manera ante un Dios infinitamente justo y misericordioso: hacer reflexionar al espíritu para que se produzca un cambio de actitud; por eso son temporales.
Sin ocultar las consecuencias que alcanzan a los espíritus infractores, nos muestra una limitación en la duración de las penas, duración que depende únicamente de nosotros, pues somos los arquitectos de nuestro futuro. La ayuda divina nunca falta. En cuanto el espíritu se muestra arrepentido y decidido a cambiar, la ayuda se le muestra más activamente, permitiendo una reparación, una superación mediante la vuelta al bien, “al camino recto”: es el regreso del hijo pródigo.
Día a día, momento a momento con nuestros pensamientos, nuestras acciones así como con las omisiones en la práctica del bien, estamos creando nuestro futuro, preparando “la morada” en la que habitaremos al desencarnar. Afanémonos, pues, para encontrarnos plenos y dichosos por la labor bien hecha y agradezcamos a Dios Padre su misericordia infinita, que nos ofrece infinitas oportunidades, tiempo ilimitado para que podamos rectificar, volver al camino y avanzar hacia su encuentro, lo que nos llevará a estar liberados de toda penalidad y sufrimiento. ¡Bendito destino el que Dios preparó a todos sus hijos! «Tal es la ley de la justicia divina: A cada uno según sus obras, así en el cielo como en la tierra»
Belén Peytaví
Revista Espírita de la FEE
retrospectivo, el sentimiento instintivo de la existencia de Dios y el presentimiento de la vida futura?
– Es un recuerdo que conserva de lo que sabía como Espíritu, antes de encarnarse; pero a menudo el orgullo sofoca ese sentimiento.
- ¿Es a ese recuerdo que se deben ciertas creencias relativas a la Doctrina Espírita, las cuales se registran en todos los pueblos?
– Esta doctrina es tan antigua como el mundo; por eso, la
encontramos por todas partes, lo cual prueba que es verdadera.
Conservando el Espíritu encarnado la intuición de su estado como Espíritu, tiene conciencia instintiva del mundo invisible, pero, muchas veces, los prejuicios falsean esa idea y la ignorancia la mezcla con la superstición.
Allan Kardec
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