sábado, 21 de noviembre de 2020

Evolución

   INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- La Felicidad (2)

2.- La mediumnidad en la adolescencia

3.- La realidad espiritual del hombre

4- Evolución



                                              +++++++++++++++++++++++++++++++++++



                                             LA FELICIDAD

                         (2ª)

.../...

                                     


Muchos saben que la felicidad no es de este mundo, más todos también tenemos  conocimiento de que ella existe  y que, en el futuro, existirá también en la Tierra. Eso es un consuelo para los que esperan ese mundo de paz; para tal cosa, el espiritismo  vino a preparar el lugar, donde el amor, la caridad y el perdón  encuentren ambiente, creando condiciones para que los benefactores puedan sembrar  con provecho el germen creciente de la felicidad.

La tierra es un planeta de expiación y de pruebas y las almas que hemos renacido en este planeta  encontramos  en todos nuestros pasos dolor; más sufrimos porque el planeta es de sufrimiento, aquí experimentamos todo tipo de sufrimientos.

Los males que sufrimos  son consecuencia de la infracción de las leyes de la existencia corporal  por medio  de los males, que son  consecuencia de esa infracción y de los propios excesos.  La mayor parte de nuestros sufrimientos  son consecuencia  de la desviación del camino recto.

 La felicidad en la tierra es relativa  a la posición de cada uno,  lo que para algunos constituye la felicidad, es la infelicidad para otro. Sin embargo existe  una medida común  de felicidad para todos los hombres y es la siguiente: para la vida material es la posesión de lo necesario; para la vida moral, es la conciencia tranquila y la fe en el porvenir.

El dolor no puede ser evitado, hay que considerarlo  como un proceso natural de la evolución y encararlo como un instrumento de promoción del ser con relación a la vida,  es la forma eficaz de lograr la alegría, superando sus mecanismos,  desgastantes  y los acontecimientos degradantes, que al no ser comprendidos y aceptados con equilibrio conducen a la infelicidad.

El hombre  actual traduce la felicidad en el éxito en la vida, en el campo de los bienes materiales; sin embargo, cuanto más oro posee,  mayor es el riesgo que corre  de ser infeliz  por estar sus pasos repletos de preocupaciones, dolencias, y aun mismo tristezas. La humanidad ya comienza a pensar  en otros caminos de ventura.  El tiempo se encarga de esa transformación, y el dolor es el ángel  que nos hace comprender  la verdad, que nos libera de los engaños.

Quien coloque a la felicidad  como siendo la conquista  de títulos y triunfos mundanos, destaque  social y poder, disfrutar de privilegios y dinero, no salió de la periferia  inmediatista de los placeres sensuales, que responden por la competitividad  y por el desequilibrio de la emoción. 

Si pensamos en el pasado del planeta, estudiando los principios de la casa terrenal, notamos el amor del Creador para con sus hijos. Vemos como era la vida antes,  comparando la vida que realizamos hoy;  los nuevos descubrimientos, para ayudar  a mejores días, la mejora de los seres humanos, los grandes misioneros que descendieron a la Tierra para la esperanza y el fortalecimiento de la fe de los compañeros en la carne… ¿No nos está demostrada la existencia  de la felicidad?

Es tan grande la bondad de Dios, que junto a las pruebas y expiaciones,  nos envió al Consolador, ayudándonos a sustentarnos  en la fe  y en la esperanza.  No inducimos a nadie a salir de su religión, más si  a que observe bien sus preceptos más profundos  sobre la vida espiritual. Si tenemos alguna cosa que decir es que lea los libros espiritas, analizando lo que ellos dicen  sobre la vida futura. La verdad no impone; ella  expone las leyes naturales, porque solamente ella quedará  en pie, sustentando la fe,  sino el amor.

Si deseas ser feliz, podrás serlo,  porque la felicidad pertenece a todos, sin embargo, la naturaleza pide tu participación en el esfuerzo de mejorar moralmente. 

Jesús definió con seguridad el concepto pleno de la felicidad, en el contenido del pensamiento “mi reino no es de este mundo” considerando la impermanencia de la vida física, la transitoriedad del ser existencial, terrenal, en constante transformación, en su continuo venir a ser.

La criatura no es lo que se presenta, ni como se encuentra. Ese estado es impermanente es el tránsito para lo que será. En el placer  o en el sufrimiento, no es eso, sino se está en eso, concientizándose  del habiente en el cual se encuentra inmerso.

El empeño  en buscar la felicidad  conduce a la elección de objetivos fuera del mundo físico. La meta más allá del mundo se establece como prioritaria, porque, en la vida  terrenal,  lo que se constituye  esencial  en una faja etaria, en otra se transforma  en una carga pesada, responsable  por arrepentimientos y angustias insoportables.

Se torna necesario reflexionar en el periodo de búsqueda de la felicidad la comprobación de todo lo que es efímero ya que solo así nos elevaremos hacia la felicidad y alcanzaremos  la paz intima,  y la realización espiritual de nuestro espíritu, que son las condiciones esenciales para culminar el encuentro.

Madurando el individuo irradia  del mundo interior el bienestar y pasa a disfrutar de la felicidad. La reflexión se torna en el frecuente, la oración se hace natural y la meditación es un reconfortante normal.  Esto no impide que tengamos problemas, pero los dirigimos  con equilibrio, sin perturbarnos, sin deprimirnos en ellos.  Los problemas solucionados son los que nos proporcionan madurez y armonía interior, porque no nos deprimimos con ellos.

Esperemos y trabajemos ya que la felicidad se aproxima y con nuevos rasgos, nos muestra  el amor  y la caridad en una expresión más digna de alabanza a Dios, en profunda comunicación con Jesús. La felicidad, , podemos creerlo, se está aproximando  con todo su fulgor; no en tanto,  es necesario que los hombres  entiendan sus deberes, trabajando en la reforma intima,  para recibir la visita de esas bendiciones de luz, que quedaran para siempre con los que mejoran y trabajan  en la mejoría de los otros.

No tendremos felicidad  sin el deber  rectamente cumplido, por eso hemos de reflexionar acerca del deber que la vida encomienda.

Lo podemos hallar a todas horas en el escenario de las circunstancias.

En la fe que demanda servicio.

En el servicio que te exige comprensión.

En el carácter que te exige firmeza.

En el ejemplo  que te demanda disciplina.

En la disciplina que te exige humildad.

En el hogar que te demanda renuncia.

En la renuncia que te exige perseverancia.

En el camino que te demanda cooperación.

En la cooperación que te exige discernimiento.

Por más hostiles que se tornen los obstáculos de la marcha no debemos desviarnos de la obligación que requiere el bien de todos, siempre que podamos  y cuanto podamos, sea donde fuera.

A fuerza de comportarse con fidelidad  podremos ser tratados  de ingratos y rebeldes, de fanático y locos. Sin embargo, no siempre, optamos por lo justo.

No podemos olvidar  que en el momento supremo de la humanidad, la mayoría estaban con Barrabas y en contra de Cristo.

Entonces cabe al hombre el cumplir con su deber, tomando solo de la tierra nada más que lo necesario para su manutención, de forma de no apropiarse de la felicidad de los demás, y así alcanzará la verdadera felicidad que como una bendición de Dios, resplandece invariablemente en la conciencia tranquila.

Al agigantarse en el ser la conciencia alcanza la para normalidad superior y se inter-relaciona  con los seres de las fajas espirituales más elevadas, viviendo  en el cuerpo y fuera de él en plenitud.

De esta forma alcanza la iluminación, la bienaventuranza, que son las máximas expresiones de la felicidad. Entonces su encuentro con la vida espiritual pujante se convierte en una fuente perenne de alegría, que se refleja en todas las cosas y personas.

Por tanto, descubrimos que la conciencia iluminada, es responsable por la felicidad. En el comienzo es apenas vislumbrada, intuida, hasta tornarse una realidad, sin necesidad de desviarse del mundo.

Todos los seres humanos tenemos derecho a la felicidad y debemos disfrutarla, desde sus mínimas expresiones a las más grandiosas en todo el panel de la existencia.

Con la visión transpersonal de la felicidad, todo y todos deben ser vistos, sentidos y amados como son. La conciencia los absorbe con su estructura. Si  la felicidad es el resultado  de la inducción externa o de una auto-sugestión, se tornaría  en un engaño propuesto y conseguido por el inconsciente.

Si deseas ser feliz, podrás serlo, porque la felicidad pertenece a todos; sin embargo la naturaleza pide tu participación en tu esfuerzo de mejorarte  moralmente. En todas las naciones, se enseñan caminos ciertos, mostrando vías llenas de espinos,  más la mayoría  de las criaturas, se entretiene, con el bienestar breve, con los placeres efímeros.

Limpiemos nuestros sentimientos de sentimientos inferiores, alcanzando  un discernimiento más elevado. La felicidad es aquella que perdona, que olvida las ofensas, que ampara a los débiles, que renuncia en favor de la propia vida, ayudando a los que sufren más.

La felicidad se constituye en hacer caridad, aquella que no exige, que no maltrata, no calumnia, no tiene odio,  porque ella es amor permanente, que sale del corazón del ser humano, atendiendo a todo y a todos, en las dimensiones correspondientes. Felicidad es Cristo dentro de nosotros, mostrándonos a Dios en la conciencia…

Franciscos de Asis cuando fue preguntado por uno de sus compañeros para que hablara sobre la felicidad, dijo: que solamente  tenemos noticias de la felicidad en la tierra de su belleza  de su estado permanente  de bienestar. Que depende de cada uno, en el pleno ejercicio del perfeccionamiento. Ella no es ni nunca fue dada; es conquistada por el alma que sube el calvario de la vida. la felididad no se vende ni se compra, es acumulada paso a paso, por las líneas de la oportunidad que la vida nos ofrece en todos los momentos. La felicidad es pues, el conjunto de virtudes acumuladas en el corazón.

Todos somos candidatos a la tranquilidad imperturbable, más, para eso, tenemos que luchar y vencer la más dura de las batallas, en la guerra con nosotros mismos, que carece de vigilancia permanente  para eliminar a los enemigos  que mucho conocemos: el odio, la envidia y los celos, la discordia y la maledicencia, la venganza y el orgullo, el egoísmo etc… Son frentes de batallas que debemos impedir para vencernos a nosotros mismos y conocer el terreno sagrado de nuestro corazón.

Existen muchas criaturas que se desaniman en la búsqueda de la felicidad, por desear disfrutarla de inmediato, un hecho que es impracticable. Ella comienza  con el simple cambio de pensamiento, descendiendo por las ideas, dominando las acciones, buscando la vivencia, demorando, a veces, un tiempo prolongado. La verdadera felicidad exige, en la vida de cada uno, la pureza de pensamientos, de ideas y de sentimientos, la pureza de corazón, de la palabra y de la vida. Después de conquistar todo es, el clima de la felicidad perfumará nuestro ser, y nunca más la perderemos y ella nos acompañará en el tiempo que se llama eternidad.

Por tanto la felicidad es, una forma de vivir y para que se torne permanente, es necesario que adquiramos el nivel de conciencia del espíritu  y esto comienza cuando se descubre  y se atiende a lo que realmente se desea de la vida más allá  de los niveles del gozo y del placer. 

Si deseas un mensaje extraído de estas enseñanzas, consulta al amor y entrégate a él en el servicio a la Humanidad. Avanza tranquilo y feliz, sin más interrogantes o necesidades, porque el amor es Dios que se revela en tu corazón y en el de todos los hombres. 

Piensa en el amor y procura sentirlo. Entrégate al bien, al prójimo, e inevitablemente encontrarás a Dios dentro de ti, que pulsa, ama  y te conduce  rumbo a la plenitud.

- Mercedes Cruz Reyes.


                                               *************************************

    La mediumnidad en la adolescencia

   




Al abordar este interesante tema uno podría preguntarse: ¿quién es ese joven que nació un día en nuestra familia como dulce retoño, en nuestro entorno, en cualquier parte de esta sociedad, de este hogar en el que habitamos llamado Tierra? Como espíritas sabemos que en su nueva experiencia en la carne, le acompañan trazos físicos familiares, provenientes de una herencia genética. A lo largo de su corto camino aparecieron rasgos en el carácter que lo identifican, y un recorrido no exento de dificultades. Podemos asegurar que trajo consigo valiosas aptitudes, sin dudarlo, llegó con un proyecto de vida.

Nos cabe recordar que este adolescente es un Espíritu reencarnado, que ya pasó por la etapa de la infancia y que se enfrenta a cambios importantes y al reencuentro con su identidad como Espíritu inmortal. 

El Espiritismo nos desvela un alma humana, inmortal, preexistente y sobreviviente a la vida física, y que conserva, antes y después de la muerte, su individualidad. Por tanto, son Espíritus que retornan junto a nosotros trayendo consigo un equipaje colmado de experiencias y aprendizajes acumulados tras siglos y siglos de progreso y evolución. Todo ello va a ser parte fundamental en la formación de su carácter, va a posibilitar su desarrollo moral, intelectual, y sin duda va a influenciar en gran medida la relación con su entorno más próximo, sus relaciones personales, familiares y sociales.

En El Evangelio según el Espiritismo, cap. XIV. Item 9, San Agustín nos recuerda, a nosotros espíritas, la gran responsabilidad que debemos asumir ante los hijos, sabiendo que estos Espíritus vienen del espacio para progresar y es preciso poner todo nuestro amor para aproximar estas almas a Dios. 

Para poder ser cooperantes responsables, los adultos debemos de conocer los procesos naturales del desarrollo del ser, y atender a las posibles circunstancias que se vayan presentando a lo largo de las etapas del crecimiento. Una de estas circunstancias es la que acontece en relación con uno de los principios fundamentales del Espiritismo: la Comunicabilidad con los Espíritus.

Tal como nos muestra Allan Kardec, preg. 459 de El Libro de los Espíritus, éstos influyen mucho en nuestros actos y pensamientos. Por ello es necesario acercarnos al conocimiento que nos proporciona el estudio del Espiritismo, sobre la situación de un Espíritu que se inicia en una nueva existencia física y que está, amoldándose a su vehículo, a su materia, para entender cómo se relacionan con el Mundo Espiritual. Se irán produciendo cambios que propiciarán el acondicionamiento y la preparación para el cumplimiento de las necesidades de progreso del Espíritu, también tendrán lugar cambios a nivel del periespíritu y psíquicos para incorporar las nuevas facetas de la personalidad. El niño/joven tiene un potencial en capacidades y facultades, entre ellas puede estar en diferentes grados la mediumnidad, pero el tenerlas no significa que sepa manejarse con estas.  Algunas cuestiones ya están integradas en nuestro ser y se van desarrollando conforme crecemos, pero otras muchas necesitan de dirección y educación. 

Así ocurre con la mediumnidad, conocer los padres, los mecanismos que la rigen, las características de los procesos por los cuales se comunican ambos mundos, y poder entender, comprender y trasmitir a los hijos de manera adecuada, permitirá que se desarrollen en un ambiente óptimo para integrar, en el caso de la mediumnidad, esta facultad y el buen uso de ella. Aquí la pedagogía, en particular la espírita, adquiere un valor fundamental, no en vano el Codificador fue formado en tan noble ciencia.

La relación entre educación para la vida y mediumnidad en los adolescentes, queda claramente definida cuando pensamos en la necesidad del conocimiento para contribuir en su buen desarrollo como seres humanos. 

Manuel Philomeno de Miranda en Vivencia mediúmnica expresa: 

 Existe una relación muy estrecha entre la educación para la vida y la educación para la mediumnidad. Si la vida exige del ser disciplina y responsabilidad en el fluir de los gozos materiales, equilibrio y suavidad en el batallar de lo cercano además de fortaleza en las pruebas, la mediumnidad se enriquece de modo idéntico con esos logros.

¿Dónde encontrar la mejor vía educativa para ambos aspectos? Nos explica Herculano Pires en su libro, Mediumnidad, Vida y Comunicación que la mediumnidad se desarrolla como la inteligencia y las demás facultades humanas, en un proceso cíclico que obedece a “etapas sucesivas”. Juana de Ángelis nos esclarece aún más en Adolescencia y vida:

El amor, en su total amplitud, será siempre el gran educador, el que posee los mejores métodos para atender la búsqueda del joven, ofreciéndole los mecanismos seguros que facilitan el éxito en las empresas iniciadas, así como en las venideras.

¿Cómo reconocer la mediumnidad en el adolescente? La respuesta es compleja, Allan Kardec refleja en el item 62 de El Libro de los Médiumns. “No hay ningún indicio de la facultad medianímica; la experiencia sólo puede hacerla conocer.” Necesitamos observar, implicarnos y no escatimar en estudio.

Es muy común que los niños hasta los siete años más o menos registren presencias espirituales. Debido a la naturaleza material, el niño puede verificar lo que le rodea en el plano físico, pero también percibe de manera natural lo que se produce en el entorno invisible. Todo tiene su camino natural, ya advirtió Kardec que era peligroso sobreexcitar o provocar la mediumnidad en los niños, diferente es si la facultad se manifiesta espontáneamente, en cuyo caso, más adelante con el conocimiento del Espiritismo, todo ello podrá ser identificado y entendido. Si el adolescente llegó a esta etapa dando muestras de la facultad necesitamos centrarnos en prepararnos para ofrecer la ayuda necesaria. Es en la adolescencia cuando se inicia un segundo ciclo y la mediumnidad se manifiesta de modo más intenso. El joven puede referir percepciones que le alteran, confunden, que puede no saber identificar ni conducir correctamente. Desde pequeños, en la pubertad y ya en la adolescencia los chicos y chicas se ven actualmente afectados por una sobreinformación propia de la sociedad en que vivimos, esto, que ya es mucho, unido a que parte de estas criaturas presentan intensa sensibilidad y, por tanto, reciben más información aún, por sus visiones, percepciones, inspiraciones, hace que lleguen a vivir momentos en que se encuentran totalmente perdidas por no saber gestionar lo que les llega incontroladamente. De repente sienten tristeza, vacío, rabia, enfado, frustración. Estos jóvenes necesitan saber y familiarizarse con la vida espiritual que nos rodea y las influencias que pueden atraer con un comportamiento u otro. Padres y adultos de su entorno precisan saber lo que puede ser causa de estas influencias para volcar la ayuda en ellos, cooperando y favoreciendo las buenas relaciones del joven con el prójimo, tanto físicas como a nivel espiritual. Aprendiendo a diferenciar lo que procede de su íntimo y lo que proviene de otros Espíritus en circunstancias diversas.

Es conveniente que en la adolescencia se comience a estudiar para entender mejor, pero sin intentar desarrollar la práctica mediúmnica. En este periodo la mediumnidad necesita de una adecuada educación y correcta directriz para ser controlada y productiva. La correcta directriz está sin ninguna duda en la Codificación Espírita. Estas percepciones, experiencias, bien conducidas, llegarán a ser de gran provecho para el Espíritu.

La adolescencia es una etapa de capacitación intelectual donde se produce un intercambio psíquico con los desencarnados de manera más viable y fecunda, merece cuidados especiales que orienten al sensitivo hacia el ministerio del amor y de la iluminación de él mismo, así como de su prójimo y de la sociedad como un todo. Entre los dieciocho y los veinticinco años es muy importante que el joven estudie la Doctrina Espírita y la Mediumnidad más profundamente. En esta etapa, el médium ya puede dedicarse a la educación y a la práctica mediúmnica según su madurez y preparación, siempre dentro de un estudio serio y guiado por el Centro Espírita, buscando desarrollarse a la luz del Evangelio, en su aspecto moral, actuando así en su reforma íntima, porque, en esencia, de esto se trata. 

Es necesario transmitirles que al educar y desarrollar la mediumnidad nos colocamos en relación de influencia magnética, mental y moral, con entidades de los más variados tipos evolutivos. Desde pequeños debemos enseñar a nuestros hijos para que aprendan a diferenciar entre el bien y el mal. Que aprendan a confiar en Dios, que busquen la orientación en el conocimiento espírita, y el consuelo en la oración diaria.

Para acompañar el mejor desarrollo del adolescente en relación con la mediumnidad es importante que el adulto pase por el periodo de observación con tranquilidad, informándose bien y estando atentos sin juicios, ni dramatismos. Se debe considerar el fenómeno natural y buscar una directriz adecuada apoyándose en los consejos recibidos desde la Casa Espírita. Encaminándose, padres, tutores o responsables de su educación, hacia los estudios doctrinarios y facilitandole la incorporación a los estudios de la educación espírita infanto-juvenil. Recurrir a los pases en el Centro cuando hubiera necesidad. Instaurar o mantener la práctica del Evangelio en el hogar. Es fundamental que los padres se muestren abiertos para efectuar cambios en la conducta diaria, tanto en el hogar como fuera de él, estos jóvenes presentan una gran percepción a la que no es fácil ocultar los comportamientos, busquemos coherencia. Favorecer la lectura de buenos libros, películas y programas educativos, de lo contrario, si lo que ven no es adecuado puede desequilibrarles notablemente con serias repercusiones en su estado psíquico y emocional. Aconsejar sobre los peligros de ciertas prácticas, tratar los padres de informarse de aquellas que son más populares entre ellos y pueden ser perniciosas. Dar ejemplo a los hijos con un comportamiento mental pautado en las enseñanzas del Evangelio, mostrar siempre respeto y cariño mutuo entre y con los miembros de la familia. Crear un ambiente fraternal y vibratoriamente favorable que beneficiará a todos los espíritus, encarnados y desencarnados, que conviven en el núcleo. Recordar que estamos ante jóvenes con una gran sensibilidad. Acompañar siempre desde la dulzura que propone el Evangelio mas no descartando la vigilancia para velar por el buen desenvolvimiento de sus potenciales. Nos pueden parecer cosas obvias, pero no es tan fácil en el trascurrir de los días, se requiere perseverancia, comprensión y mucho amor.

Ante la mediumnidad en los jóvenes, ¡eduquemos! Recordemos siempre que tal como dijo León Denis: la Educación, fundada en una concepción exacta de la vida, cambiará la faz del mundo.

- Rosa María Pérez- (Revista Espírita de la FEE)

                                                    ********************************


La Realidad Espiritual del Hombre

La Realidad Espiritual del Hombre

El proceso de la vida es tan complejo, que el hombre siempre se ha apegado al concepto negativo de la muerte como frustración de todas las posibilidades humanas. De ahí, la famosa frase de Sartre que se propagó por toda la cultura moderna: “El hombre es una pasión inútil”.

Ante lo inevitable de la muerte, el hombre actual no ha podido salir de la corta visión de considerarla como pura y simple destrucción. Y ello, a pesar de las innumerables concepciones que desde la antigüedad más remota han ido configurando el pensamiento humano. Sin embargo, las investigaciones científicas respecto a la naturaleza humana, particularmente en el campo de los fenómenos paranormales, han aportado las pruebas irrefutables de la supervivencia del hombre después de la muerte. Esa supervivencia implica la existencia de planos espirituales, de hipóstasis, donde la vida humana continúa, como ya consideró Plotino en su teoría de las almas viajeras. Hoy con los avances de distintas ciencias, en especial la física y la biología, se está rasgando el velo que nos impide observar de manera clara y distinta la realidad que nos constituye y nos circunda. La existencia de las hipóstasis ya no es una especulación filosófica, sino una verdad comprobada. El cuerpo espiritual del hombre, el periespíritu, según Allan Kardec, ha sido tecnológicamente demostrado. Por consiguiente, los muertos ya no pueden ser considerados muertos. Ha sido declarado categóricamente que el hombre es inmortal. Lo que muere es sólo el cuerpo carnal, el cuerpo físico. Por otra parte, desde el punto de vista del pensamiento, ya sería un absurdo pensar que en un Universo en que nada se pierde pues, como enseña la física, todo se transforma, el hombre fuese la única excepción.

Cuando nos sorprende el fenómeno biológico de la muerte nos trasferimos a otros planos de materia más sutil y rarefacta, donde continuamos viviendo con más libertad y posibilidades de realización. Si el Espíritu encarnado, es decir, todos nosotros, actuando en el fondo de un océano de aire pesado logra realizar tantas cosas, ¿por qué dejaría de actuar con más provecho y visión elevada en un plano donde todo confluye a su favor? Se engañan quienes piensan en los muertos como muertos. Ellos están más vivos que nosotros, poseen una visión más penetrante que la nuestra. Son seres más definidos que nosotros y pueden vernos, visitarnos y comunicarse con nosotros con toda naturalidad. Es preciso saber, entonces, que los hombres son Espíritus y los Espíritus no son otra cosa que hombres liberados de las imposiciones de la materia, los mal llamados muertos. Tenemos que pensar en ellos como seres vivos y actuantes, como realmente son. Ellos se angustian con nuestras tristezas y se sienten felices con nuestras alegrías. No quieren que pensemos en ellos con aflicción, porque eso los entristece. Se hallan en un mundo en que las vibraciones mentales son fácilmente perceptibles y desean que los ayudemos con pensamientos de confianza y alegría.

Desde el hombre primitivo, los muertos se comunican con los vivos y estos tratan de instruirse con aquellos. El intercambio es normal entre los dos mundos y siempre ha existido. De ello da cuenta una vastísima literatura producida por los sabios antiguos y modernos que estudiaron el problema y confirmaron la supervivencia. Pero, en la medida en que los métodos científicos se perfeccionaron, en la batalla de las ciencias contra las supersticiones del pasado milenario, la misma aceptación general de esa verdad originó mayores sospechas en el medio científico. Las propias religiones, parasitarias de aquella concepción negativa de la muerte, provocaron mayores inconvenientes para la comprensión del problema. Aún hoy, después de pruebas exhaustivas, confirmadas miles de veces por los más respetables investigadores, nuestra cultura rechaza presuntuosamente la flagrante realidad de todos los tiempos, como si ella no pasase de suposiciones inverosímiles.

¿Cuál es la razón de esa actitud irracional ante un problema tan grave: el de mayor importancia para la adecuación del pensamiento a la realidad, objetivo supremo de la filosofía? Es la “alergia al futuro” declarada por Remy Chauvin, director del Instituto de Altos Estudios de París, que tiene su origen histórico en el período inquisitorial. Esa influencia caló en el medio científico y en las ideologías materialistas como el positivismo, el pragmatismo y el marxismo. La prueba científica de la existencia del periespíritu, llamado por los investigadores soviéticos de la Universidad de Kirov (la más importante de Rusia) cuerpo bioplasmático, fue sencillamente asfixiada por el poder estatal. En los Estado Unidos no se intentó realizar las experimentaciones de Kirov porque el descubrimiento del cuerpo bioplasmático hiere los intereses teológicos de las iglesias cristianas. La religiosidad fideísta (creer en que a Dios no se puede llegar por la razón, sino sólo por la fe) de las iglesias junto al materialismo socio-político impide nuevamente el desarrollo de la ciencia, catapultando al ostracismo el sentimiento innato de la inmortalidad del Espíritu.

Pero la invasión de los “muertos” se hizo sentir en América y Europa. Los Espíritus contrarrestaron con sus apariciones la “herejía” de las investigaciones científicas. Fue cuando Allan Kardec –pseudónimo del emérito pensador y pedagogo francés Hippolyte Léon Denizard Rivail, discípulo de Pestalozzi- sacudió los nuevos tiempos con la publicación de El Libro de los Espíritus, proclamando el restablecimiento de la verdad espiritual contra la devastación teológica. Según Kant, el filósofo de la razón por excelencia, al hombre le era impedido penetrar en los problemas metafísicos. Pero Kardec respondía con los hechos ante una avalancha de contradictores. Enseñaba sin cesar que los fenómenos mediúmnicos eran hechos, realidades palpables y no ensimismamientos imaginarios. El sabio inglés William Crookes, convocado a combatirlo, tuvo que confirmar la realidad del descubrimiento kardecista, después de estudiar durante tres años tales fenómenos. Zöllner hizo lo mismo en Alemania, confirmando las manifestaciones espírita, así como Ochorowicz en Varsovia. El siglo XIX –como diría más tarde Léon Denis- tenía la misión de restablecer científicamente la concepción espiritual del hombre. El movimiento Neoespiritualista invadió con fuerza Inglaterra y los Estados Unidos. Lombroso, el psiquiatra y antropólogo criminalista, se levantó irascible, en Italia, contra esa resurrección amenazadora de las antiguas supersticiones. Pero el profesor Chiaia, de Milán, lo desafió con las experiencias de la famosa médium Eusapia Paladino. Lombroso aceptó el desafío y tuvo la satisfacción de recibir en sus brazos a su propia madre, mediante un fenómeno de materialización realizado en una sesión mediúmnica. Charles Richet, en Francia, funda la Metapsíquica. Era el mayor fisiólogo del siglo, premio Nobel en medicina en 1913 y director de la Facultad de Medicina de París. Kardec ya no estaba solo. Numerosos científicos e intelectuales lo apoyaban, aunque quisieran desnaturalizar su fundamentación. No fue el caso de Conan Doyle, médico y escritor de renombre (creador del personaje Sherlock Holmes), que se convirtió en un apasionado propagador del Espiritismo. Víctor Hugo se pronunció a favor de la nueva doctrina. Estaba cumplida la misión del siglo XIX: el establecimiento de la era del Espíritu.

Tras la muerte de Richet, la prensa mundial prejuzgó que la Metapsíquica estaba muerta y había sido enterrada con él. Pero no sabían que cinco años antes, en 1930, Rhine y McDougall habían reiniciado las investigaciones metapsíquicas, en la Universidad de Duke, con la denominación de parapsicología. En 1940 el profesor Rhine anunciaba la comprobación científica de la telepatía, seguida de las demostraciones de otros fenómenos. Declaró posteriormente la existencia de un componente extra-físico en el hombre, con el beneplácito de investigadores de la Universidad de Londres, Oxford y Cambridge. Siguiendo el esquema de las investigaciones de Kardec, pero ahora enriquecido con los nuevos métodos y el auxilio del avance tecnológico, hizo esta proclamación: “La mente no es física, pues por medios no físicos actúa sobre la materia. El cerebro es simplemente el instrumento de manifestación de la mente en el plano físico”. Eso equivale a decir que el hombre es Espíritu y no sólo un organismo biológico. Posteriormente a las demostraciones de la tesis de Kardec, siguieron las experiencias parapsicológicas. Uno a uno, los fenómenos investigados por Kardec fueron repetidos por aquellas. Surgió, entonces, la investigación más compleja y peligrosa: la de los llamados fenómenos theta, referentes a las manifestaciones de los Espíritus de los muertos. El profesor Pratt asumió la dirección del grupo theta de investigación, logrando resultados notables. Louise Rhine efectuó investigaciones de campo y confirmó la realidad de las apariciones y comunicaciones de Espíritus. Sólo faltaba la investigación de la reencarnación, más difícil aún por la imposibilidad de las pruebas materiales respecto a que una persona fuera realmente otra en una encarnación anterior. El profesor Ian Stevenson, de la Universidad de California, se encargó de este sector, publicando un volumen que, prácticamente, confirma las investigaciones del coronel Albert de Rochas, en Paris. Estaban convencidos de la existencia de la reencarnación. Fueron prácticamente confirmadas por las investigaciones actuales (siglo XX y XXI) las realizadas anteriormente por Kardec y corroboradas por Crookes, Richet y tantos otros del siglo XIX. Resurgió así en el seno de las mismas ciencias, la concepción del hombre como Espíritu y el concepto de la muerte como una fase del continuum de la vida. El Espiritismo uniendo la ciencia con la filosofía y la moral, ofreció un saber que deja atrás creencias supersticiosas, credos dogmáticos y esquemas materialistas que caracterizaron etapas anteriores y abre un nuevo rumbo para el progreso evolutivo de la humanidad.

Miguel Vera


*****************************


                     Evolución


Por el espíritu Cristóbal


     La evolución del espíritu empieza desde sencillo, que prácticamente no tiene ningún sentido definido e ignorante, que no sabe nada de ciencia.
El espíritu creado por el Padre, es prácticamente simple pero tiene la esencia del padre y busca a su Padre. Carece de odio y también carece de sentido del bien y del mal.
     Todo esto cuando hace su primera encarnación suele venir en individuos muy simples y con auto conservación absoluta, más o menos, como un animal, en el sentido de que come y se satisface de manera primaria. En este mundo no hay hermanos recién creados, pues en este mundo ya no se puede acoger a dichos hermanos, porque no se dispone de las herramientas disponibles para su evolución.
     Si un hermano recién creado estuviera en un mundo como este, o sería muy noble o sería muy violento, pero no tendría un sentido mental normal, porque no diferenciaría el  bien o el mal, y si tuviera que matar pues lo haría por hacerlo, pero sin sentido, de esa manera su karma no tendría una evolución muy adecuada para este hermano, es por esta razón que los hermanos recién creados son introducidos en planetas que empiezan a tener vida, y de esa manera cada individuo se desarrolla por sí mismo.

El Padre siempre crea y somos millones de hermanos en evolución e incontables hermanos que son perfectos, estos mismos hermanos son los que empujan a otros a que se desarrollen y evolucionen, de manera que todos en conjunto evolucionemos.

El misterio que siempre tenemos es si nuestro Padre algún día dejara de crear, es un pensamiento que desde luego no lo sabemos.

Para muchos, nuestro Padre es un misterio, porque solo los que llevan una evolución muy amplia, son los que ven a nuestro Padre, claro está, que llegar al Padre puede llegar cualquiera, pero hay que tener unos requisitos muy exigentes que hoy en día en este planeta se carece por completo. Pero llegará un día que lo veremos y ese día será el mejor de toda la evolución.

Los que han llegado con mucho esfuerzo y muchos sufrimientos, ven a nuestro Padre de una manera tan maravillosa y tan espectacular, que dicen algunos que estos hermanos cambian y su mirada y su semblante se vuelven puros e inmaculados. Seguramente y según dicen, el Padre ofrece el ultimo saber y la ultima evolución que solo lo puede ofrecer el Padre personalmente, es una ciencia que solo los que llegan a El pueden tener.

Si un hermano va adquiriendo ciencia y se va depurando, al final del largo recorrido, el Padre ofrece una ciencia y unos secretos que solo los hermanos perfectos saben.

En el universo hay millares de secretos que pocos entienden, hay cosas que no se ven a no ser que se disponga de la ciencia y la cultura espiritual adecuada, de manera que cuando se dispone de ello entonces ve cosas extraordinarias. El alma puede estar en muchos lugares a la vez y además la ciencia y el saber son absolutos.

Todo lo que el Padre dispone, se lo da a sus hijos cuando su saber y evolución espiritual son adecuados. Todos nosotros deseamos llegar a la evolución donde el Padre esté a nuestro lado, El siempre lo está, pero será el momento donde le notaremos y le veremos y El nunca se cansa de ofrecernos todo el saber y todo lo que El Padre tiene. Según parece cuando se llega hasta El, es muy personalizado todo, y desde luego es espectacular.

Por el espíritu Cristóbal
Médium; Bertolinni


*****************************








No hay comentarios: