lunes, 2 de noviembre de 2020

La Fe ciega

    INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Entrevista al Dr. Andrei Moreira

2.-Planificación reencarnatoria

3.- Valor del tiempo-Reflexión

4.- Civilización

5.- La Fe ciega


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                ENTREVISTA AL DR. MOREIRA

 (Médico de familia integrante de un equipo del PSF en BH/MG Presidente de la Asociación Médico-Espírita )

andreiEn el tratamiento de la depresión, es importante tratar la cuestión del desarrollo de la aceptación de la vida, del sometimiento activo a Dios. Eso significa «aceptar la vida tal como es, pero haciendo todo lo posible para alcanzar aquello que se desea», sin abandonar el placer de vivir, sin entrar en aquella tristeza patológica, aquella tristeza excesiva que se configura como estado depresivo.

Los antidepresivos son muy útiles cuando están bien indicados durante un correcto período, pero no pueden convertirse en un muleta, no son la píldora de la felicidad, no pueden ser la fuente que nos da la realización íntima, que aplaca nuestro dolor. Nosotros tenemos, hoy, en nuestra sociedad, una medicación excesiva, un uso abusivo de medicamentos, porque no aprendemos a lidiar con naturalidad con nuestras emociones. El miedo, la tristeza, la rabia, la alegría son emociones básicas, y nosotros tenemos que aprender a lidiar con ellas. Cuando no lidiamos de forma natural con ellas enferman transformándose en rencor, en pánico, en euforia o en depresión.

En nuestra sociedad, observamos que hay un exceso de medicación de las emociones naturales. Tan pronto la persona se encuentra triste, enseguida toma un antidepresivo o un ansiolítico para evitar trabajar su ansiedad o su tristeza. Pero la ansiedad y la tristeza son situaciones naturales de la vida, que hasta un determinado nivel son muy positivas y que nos hablan mucho acerca de nosotros mismos. Es importante que el autoconocimiento guíe el proceso, para que entendamos lo que está sucediendo en nuestra alma y en nuestra vida. Marta Medeiros habla, de una forma muy bella, que la tristeza es el cuarto profundo donde la gente analiza su vida. Y eso es lo que nosotros tenemos que aprender: a estudiar nuestras emociones, nuestras características, para retirar de ellas enseñanzas preciosas acerca de nosotros mismos y del prójimo y, con eso, nos hagamos mejores personas.

¿El suicidio puede ser visto como una enfermedad del alma?

El suicidio es un acto de desesperación en que el sujeto intenta matar el dolor que hay en él y que, muchas veces, envuelve a la familia y a otros en una situación de dolor aún mayor que aquella que era el dolor original. Por eso, también es una manifestación de egoísmo. Nosotros debemos evitar el suicidio en nuestra sociedad, estableciendo la acogida del dolor emocional de las personas, a través de servicios competentes en que las personas puedan ser escuchadas, oídas, acogidas y donde puedan ser bien orientadas a través de un acompañamiento terapéutico con profesionales competentes, que puedan ayudarnos a metabolizar los dolores y las dificultades que vivimos. Necesitamos, sobre todo, de una enseñanza moral que nos de base y subsidio para entender quienes somos, lo que vinimos a hacer y hacia donde vamos. Una base moral que nos suministre elementos de estímulo al desarrollo de las virtudes que son potencias del alma y verdaderos profilápticos contra el suicidio.

En la visión espírita, el suicidio es un acto muy infeliz, porque el individuo se reconoce vivo en el otro lado de la vida, matando solamente el cuerpo físico. Y aquel dolor original, además de no quedar resuelto, es aumentado por la circunstancia del acto agresor a la propia vida. Ese es un derecho que ninguno de nosotros tiene. Solamente a Dios compete dar y retirarla vida. Entonces, delante de aquel que cometió el suicidio, nosotros debemos actuar con compasión y misericordia, enviándole nuestras plegarias. Las oraciones sinceras de aquellos que les aman o incluso de aquellos que tienen buena voluntad y desean auxiliarles llegan hasta el corazón de aquellos que están en sufrimiento en el otro lado de la vida como verdaderos bálsamos, alivios y medicamentos que suavizan su sufrimiento y los auxilian a proseguir. Como la vida es eterna, cada uno tendrá la oportunidad de renovarse, de recomenzar, aunque teniendo que lidiar con los resultados infelizes que, a veces, son sufrimientos innecesarios de esos actos de desesperación.

En la educación de los hijos, ¿qué podríamos decir, sobre todo a los padres que tienen dificultad en imponer límites, en decir no a sus hijos, con graves consecuencias a veces?

Nosotros sabemos que, hoy, es muy difícil para las familias aprender a colocar límites, porque vivimos procesos educativos que dan mucha liberalidad a los jóvenes, sin el proceso educacional que los enseñe a perdonar usar la libertad con responsabilidad. Entonces, los padres, como educadores morales, no pueden eludir su papel. Deben utilizar varios instrumentos, buscar ayuda profesional si fuera necesario. Necesitan ser, aquellos que buscan todos los recursos y medios para suministrar al individuo el elemento educacional, que viene, sobre todo, por el ejemplo, porque los adolescentes aprenden mucho más viendo lo que sus padres hacen, que escuchándo lo que sus padres dicen. El ejemplo de la familia es extremadamente importante en el proceso educacional.

Incluso, con internet, ¿no es así?  Hay juegos de internet que habría que limitar también…

Juegos viciantes, agresivos, que desarrollan la agresividad en el individuo y que, muchas veces, alienan al individuo de la vida de relación. Nosotros hemos visto adolescentes viciados en juegos de internet que no priorizan la relación con el prójimo, el estar fuera de casa, el convivir. Con eso, acaban haciéndose adultos cerrados, reprimidos y con dificultades de establecer lazos afetivos profundos. Aunque, todos los instrumentos de la vida son positivos, también tienen que ser moderados. Los padres tienen que limitar el uso de Internet, consesuar un acuerdo con sus hijos. No actuar simplemente de forma autoritaria, si no establecer acuerdos para los procesos educativos que lleven al joven a relacionarse con el deporte, con la sociabilización, con la educación moral, con las actividades sociales y con la responsabilización con el bien hacia sus semejantes. El joven puede ser dirigido hacia actividades voluntarias, caritativas, que son extremadamente educadoras y hacen al joven conocer otras realidades, vislumbrar otras perspectivas y, muchas veces, resignificar la propia vida y el propio contexto. Es deber de los padres establecer los límites y las reglas de la convivencia sin abandonar ese derecho y obligación moral que ellos tienen.

¿Puede hablarnos de su libro “Cura y Autocura”?

«Cura y Autocura, una visión médico espírita», es una publicación de la AME editora, el órgano editorial de Asociación Médico Espírita de Minas Generales, y trata la salud y la enfermedad dentro de la visión espírita. Son 16 capítulos, tratando diversos aspectos como, por ejemplo, el perdón como camino de cura, la caridad como instrumento de cura, la acción del pensamiento en la salud y en la enfermedad, las curas de Jesús, la salud y la enfermedad en la visión espírita, terapéutica médicoespírita, así como el terapeuta como sanador y otros asuntos, con la presentación de casos, de trabajos prácticos, y también en ese sentido, sobre todo el amor y el autoamor como caminos de encuentro del ser consigo mismo y de cura del cuerpo y del alma.

Para finalizar, deje un mensaje de Navidad para nuestros lectores.

El mensaje de Navidad que os dejo es que todos nosotros aprendamos a reconocer en Jesus al guía y modelo de nuestras vidas. Él es la síntesis del amor universal, es el gran representante de la ética transpersonal del amor, de lo bello y del bien.                                     Nosotros tenemos que entender que su mensaje no es un mensaje religioso para ser vivido en las iglesias, en los centros, en los cultos, sino que es un mensaje para todo día, para todo y cualquier instante y lugar. Es un mensaje de transformación y renovación del alma, de reconexión con el Padre, con el Creador, dentro de nosotros, de ligarnos con la fuente del eterno bien y de lo bello que hay dentro de nosotros. Las virtudes predicadas y vividas por Cristo son la gran referencia de vida para que nosotros conquistemos un patrón de comportamiento que sea superior y ejemplar, que vuelva a pacificas nuestras almas y realice  nuestros espíritus. Debe ser un mensaje que esté sobretodo más en la práctica antes que en nuestros labios. Un mensaje debe de estar en nuestras acciones, siendo esfuerzo y vivencia del día a día. Es la fuerza que puede renovar y transformar nuestra sociedad.

Revista «Revista Ángel del bien»

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Planificación  Reencarnatoria


      Toda vida y cada individuo son producto de una planificación biológica y espiritual. No venimos al mundo por azar sino, antes bien, por el más puro determinismo. Partimos del concepto filosófico y espiritual que nos dice que la vida no es un proceso aleatorio o casual que surja por una especie de combustión biológica espontánea, sino de un proceso continuo  existencial que se configura en una serie de etapas en nuestro mundo,  a donde vamos y venimos no por cómputo fortuito, sino en la proporción directa a nuestras necesidades evolutivas. Es por eso que el vivir es tan relevante, y no precisamente porque dispongamos de una sola existencia carnal, sino por lo que significa de aprovechar el tiempo en la adquisición de virtudes y llevar a cabo las experiencias previamente planificadas. Teniendo esto en cuenta, no se trata de apurar la vida como si de algo para gastar y/o consumir se tratase, sino de procurar alcanzar su sentido profundo, y, con el mismo, poner en práctica las tareas y compromisos que cada hombre y mujer trae a este mundo.

Somos hijos/as del Más Allá

     Espiritualmente no “nacemos” en este mundo (en este lado de la realidad), sino que renacemos; es decir, nuestro ser (eterno) busca una envoltura biológica (temporal) que le da cuerpo, apropiada a nuestro programa de vida y las experiencias que debemos sortear…, experiencias más o menos dolorosas, más o menos probatorias, que son el producto kármico exacto de los abusos y/o desatinos que cometimos en las pasadas etapas reencarnatorias.

     Encarnados o desencarnados (es decir, con envoltura somática o como entidades espirituales) somos individualidades eternas vinculadas a la Divinidad y destinadas a la luz y a la felicidad, aunque estos estados de dicha y realidad superiores no se hacen sino con el esfuerzo propio, desarrollando los campos del intelecto y la renuncia, y para llevarlo a cabo, con asesoramiento de Espíritus superiores, se diseña/planifica todo un organigrama de rutas principales, estrategias a seguir, estudio de los antecedentes kármicos (negativos y ennoblecedores) que cada cual tiene; todo ello en vistas a una nueva incursión carnal que nos permita ir “depurando” instintos (agresivos, ególatras, etc.), dependencias, etc., que atan al ser a la animalidad, haciendo que con cada existencia seamos un poco menos imperfectos y más evolucionados.

     Nuestra misma biología se configura en respuesta exacta a las necesidades kármicas que cada cual necesita, agregándose desde el espíritu el diseño de cada fisiología, el campo molecular requerido, la carga genética concreta, la predisposición a determinadas enfermedades, etc. El Espiritismo nos instruye en la serenidad de saber que no existen casualidades ni caprichos de la naturaleza, buenos o malos destinos, y (menos aún) castigos divinos. Un cuerpo sano, uno tullido, otro con predisposición a la esquizofrenia, etc., no son sino valiosos campos de experiencia para cada alma encarnada, algo ya pactado en los espacios superiores.

     Salud, equilibrio o desequilibrio mental, patologías varias, herencia genética, etc., son necesarios campos de expresión del alma, que toman la forma de transitorios reajustes que nos auxilian tanto en la eliminación de impurezas como en el saneamiento de los injustos comportamientos del pasado. Y es que necesitamos librarnos de exceso de “equipaje”, en nuestro milenario caminar hacia más altas cuotas de la existencia y de la felicidad… felicidad que, en su acepción plena, no es de este mundo.

     Las pruebas y expiaciones nunca son algo impuesto…. responden a códigos de merecimiento y justicia, siendo su objetivo la instrucción de nuestros espíritus y jamás el castigo (como suelen interpretar las religiones oficiales).

Conciencia: comprendiendo y aceptando

     Un signo de estar en el camino del despertar de conciencia, o de estar ejecutando una labor que nuestra alma asumió antes de encarnar (la elección de determinada actividad laboral, compromiso con algún ideal que persiga la justicia social y el progreso, el apoyo a un familiar conflictivo, el afrontamiento de una enfermedad, etc.), es comprender que estamos en el lugar exacto del universo, con la familia adecuada y ante los problemas y desafíos que más nos ayudarán a crecer.

     No es que se planifiquen todas las circunstancias y actos (pues éstas pueden variar según nuestra manera de reaccionar y utilizar nuestro libre albedrío), pero si que se trazan las líneas maestras.

     Y después de comprender… el otro signo de una espiritualidad despierta es la aceptación (que en términos espirituales nada tiene que ver con la rendición o el no luchar), que es esa especie de madurez y temple que nos hace sentir que todo marcha como debe marchar  (con aquello que nos gusta y con lo que nos gusta menos, con lo que nos motiva y lo que nos da miedo, etc.) y que nos hace no exigir nada de nadie, convirtiéndonos  en seres serenos y agradecidos.

     Si espontáneamente pudiésemos recordar el tiempo empleado en el mundo espiritual en compañía de nuestros guías… la dedicación y el esfuerzo empeñados, el cariño invertido para cada renacimiento en la Tierra… de seguro que  aprovecharíamos cada minuto de nuestra existencia para poner en práctica los valores superiores, así como las tareas asumidas en aquellas áreas (afectivas, sociales, etc.) que dejamos desatendidas en otras existencias y que hoy forman parte de nuestro presente. Aprovecharíamos el tiempo que nos resta antes de regresar a la patria espiritual y no lo malgastaríamos con tantas lamentaciones y/o escapismo moral. 

     Reflexionemos en esto: Uno de los mayores sufrimientos de las almas en el otro lado de la vida es la conciencia del tiempo perdido y las oportunidades desperdiciadas entre las invitaciones y los falsos valores del mundo.

     Se hace, por lo tanto, primordial acallar nuestro ego caprichoso e invertir las prioridades, dejando a un lado aquellas que nos estén apartando del sendero. Muchos pensarían que quizá sería oportuno disponer de ese recordatorio súbito para no apartarnos de las tareas asumidas antes de nacer, pero en realidad no se hace necesario, puesto que todos tenemos la guía de nuestra conciencia, ese sabio guardián que nos acompaña y nos habla desde nuestro templo interno y auxilia en nuestro desarrollo espiritual como una “alerta” que avisa cada vez que no estamos haciendo lo correcto. En nuestra conciencia reside el más efectivo manual de instrucción para nuestra correcta trayectoria en la Tierra… sin olvidar todos los “recordatorios” que vienen en forma de sueños, intuiciones y señales cotidianas.

     Todos los días, un contingente expresivo de la humanidad regresa al mundo espiritual una vez finalizada su etapa en la Tierra, habiendo malgastado el tiempo que se le concedió en perseguir los placeres mundanos y fugaces, anestesiados por los reclamos de la sociedad del bienestar. Es duro regresar al otro lado y descubrir que lejos de asumir ideales y proyectos ennoblecedores, desviamos o paralizamos nuestros recursos internos a golpes de materialismo, vanidad y fuga de los sentidos.

     Aunque sean nuestros hermanos menores, nos diferenciamos de los animales en nuestro mayor grado de conciencia y compromiso ante la ley de progreso. No sólo aparecemos en el mundo para ocuparnos de la alimentación y la procreación, sino para construir entre todos una civilización mejor y más humana, auxiliando al progreso y prestando el apoyo a aquellos con menos recursos que nosotros. Es para esto que nos preparamos antes de (re)nacer, por lo que regresamos una y otra vez a los escenarios del mundo, llevando con nosotros los recursos suficientes para encarar los desafíos y problemas que nos salgan al paso.

     ¡Qué valioso es escuchar la voz de nuestra conciencia! Es sensato, prudente y dichoso el que logra apartarse un momento del ruido y las mil distracciones vanas que nos atan a las sensaciones inferiores, aquel que escucha las señales íntimas de su ser hablándole de que existen otros motivos que expresan su presencia en los escenarios de esa escuela de almas que es la Tierra.

Juan Manuel Ruiz
Revista Espírita de la FEE núm. 2


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        VALOR DEL TIEMPO-REFLEXIÓN


                                    
     Venimos a la Tierra con el deseo de progresar, con el firme propósito de trabajar y emplear el tiempo provechosamente; mas el orgullo nos estaciona, la indolencia nos hace huir del trabajo, y he aquí que pasamos toda una existencia sumidos en el error, envueltos en la ignorancia, consagrados a la superstición, o víctimas de cruel escepticismo.

     Colocados en la escabrosa senda de la vida, no sabemos a dónde dirigir los pasos.

     Nuestra vida se extiende al infinito, como queriendo buscar un más allá; contemplamos el espacio indefinido y sonreímos: bajamos los ojos a la Tierra, y una nube de tristeza envuelve nuestro ser; la soledad nos aterra; el inmenso vacío que hallamos en derredor nos aflige; el valor nos falta, y abandonándonos completamente, caemos desfallecidos bajo el peso de nuestra misma debilidad. Y entre tanto, ¿qué hemos hecho?

   En provecho nuestro, nada, pero sí en nuestro perjuicio, porque hemos perdido un tiempo precioso, el cual, mientras hemos estado en la inacción, ha pasado veloz, para no volver jamás.

     ¡El tiempo! ¡Oh! Si supiéramos el valor que tiene en la Tierra, no desperdiciaríamos ni un segundo de tiempo. Nos afanaríamos en armonizar las horas; trabajaríamos con regularidad; nuestros trabajos serían más provechosos y la vida nos sería más ligera; nunca aparecería en nuestro semblante ese tinte melancólico del fastidio, prueba inequívoca del mal uso que muchas veces hacemos del tiempo precioso. Y si no, ved al sabio que se afana en descubrir nuevas ciencias; al pensador filósofo que transmite al papel sus saludables máximas; al rico caritativo que deja temprano su mullido lecho para ir en busca de la indigencia y enjugar sus lágrimas; al honrado trabajador que, después de emplear el día en ganar el sustento de su familia, aún roba algunas horas de la noche al descanso de su cuerpo para dedicarlas a la instrucción de sus hijos, al estudio, o a alguna práctica útil en favor de sus semejantes; ved a estos seres siempre tranquilos, serenos, y ¿por qué? Porque su conciencia no les acusa de ociosos; porque trabajando para los demás, se forman su patrimonio, se crean una gran propiedad para la vida futura y van labrando el verdadero progreso de su espíritu.

El tiempo, ha dicho Franklin, es la tela de que está hecha la vida: y es muy cierto. Esta tela, bien aprovechada, nos daría felices resultados, porque nos pondría al abrigo de los malos pensamientos y sería el más eficaz preservativo contra el fastidio.


¡Cuán pocos son los seres que saben apreciar el valor del tiempo y distribuir las horas con minuciosa y severa exactitud! ¡Nos quejamos de la corta duración de la vida, y nosotros mismos la abreviamos con la dilapidación deplorable de todos sus instantes!

La Humanidad habla constantemente del valor del tiempo, y sin embargo, la mayoría no hace otra cosa que pasar el tiempo, visitas de etiqueta, atenciones de sociedad, mesas de juego, teatros sin reformas de costumbres, lecturas frívolas e inmorales, son las más de las veces los recursos de que echamos mano para liberarnos del inmenso tedio que nos abruma.

Bueno es un rato de expansión cuando ya se ha cumplido con los principales deberes; porque después del cotidiano trabajo, el espíritu aspira con fruición la brisa que viene a acariciarle, y aquellos momentos de descanso o libertad le reaniman y le dan nuevas fuerzas para empezar de nuevo su trabajo; pero esos seres que pasan las horas muertas cómodamente reclinados en un diván, recreándose en las espirales que forma el humo de su cigarro, o los que bajo el apelativo de ser gente de mundo o aristócratas de salón, se levantan de la cama, se van al tocador, de éste a la mesa, de allí al casino, después al teatro, luego al baile, de aquí al restaurante, en donde después de haber devorado suculentos manjares, y regado los manteles con buenos vinos, salen medio beodos, congratulándose de aquella brutal orgía, donde en su concepto, han pasado el tiempo agradablemente; ¿podrán decirnos las ventajas que les reporta ese modo de emplear el tiempo? ¡Oh!, nos responderán que han ido a divertirse solamente, y que con esto no han perjudicado a nadie; pero eso no basta.

No hemos de contentarnos con no hacer daño; hemos de procurar hacer bien. Por ejemplo: el que perjudica a otro en lo más mínimo, emplea malísimamente el tiempo; el que no hace bien ni mal, lo pierde lastimosamente; y el que se afana por cumplir con su deber y ser útil a sus semejantes, éste es un espíritu que sabe apreciar el tiempo en su verdadero valor; comprende lo fugaz que es la vida, lo doloroso que es el viaje por la Tierra, e incansable en su deseo de progresar, no desperdicia ni un segundo; es el gran matemático de la vida, que sabe aprovechar los minutos que marca el reloj de su existencia; sabe muy bien que la Tierra es una tumba y el cuerpo estrecha cárcel donde el espíritu se encierra para sufrir su condena.

Si ha sabido cumplir con su deber, siendo la actividad su compañera, cuando se cumpla el plazo de su existencia o de su expiación, la derruida cárcel quedará enterrada en la mísera tumba del planeta Tierra, y el espíritu, entonando un himno de alabanzas a la creación, remontará su vuelo a las regiones etéreas, en busca de su ansiada libertad, en busca de progreso sin fin y en busca de más prósperos destinos.

¡Oh! i Lástima da ver a infinidad de seres cómo dejan transcurrir las horas sin acordarse del que sufre, sin enjugar una lágrima, sin socorrer al necesitado, sin vestir al desnudo y sin amparar al huérfano! ¡Cuántas horas perdidas! ¡Qué tiempo tan precioso inútilmente empleado! ¡Ah!, ¡pobre Humanidad, cuán lento es tu paso para el bien! No parece sino que mil cadenas te sujetan; pero para el vicio, ¡ay!, eres cual ligera nave que se desliza rápida por la superficie de las aguas...

¡Hora es ya de que el Espiritismo nos alumbre con sus rayos, y nos enseñe a comprender el valor del tiempo!

¡Espiritistas! Luchemos con valor; no nos arredren las miserias de la vida; que alguien vela por nosotros. Aprovechemos el tiempo en corregir nuestros defectos, en ser dóciles y virtuosos, en amarnos como hermanos y en llevar un rayo de luz a la Humanidad para que progresemos todos.

( Art. tomado de "Sublime espírita", de autoría desconocida)

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                                    Civilización

790. ¿Representa un progreso la civilización o es, según algunos filósofos piensan, una decadencia de la humanidad?
- Progreso incompleto. El hombre no pasa súbitamente de la niñez a la edad madura.
790 a. ¿Es razonable condenar a la civilización?
- Condenad más bien a quienes de ella abusan, y no a la obra de Dios.
791. ¿Se depurará algún día la civilización, hasta liberarse de los males que ha engendrado?
- Sí, cuando el desarrollo moral lo esté tanto como la inteligencia. No puede el fruto venir antes de la flor.
¿Por qué no realiza de inmediato la civilización todo el bien que podría producir?
- Porque los hombres no están todavía en condiciones ni dispuestos a obtener ese bien.
792 a. ¿No será asimismo porque, al crear nuevas necesidades, suscita pasiones también nuevas?
- Sí, porque todas las facultades del Espíritus no progresan a la par. Para todo es menester tiempo. No podéis esperar frutos perfectos de una civilización incompleta.*
793. ¿Por cuáles signos podemos reconocer a una civilización completa?
- La reconoceréis por su desarrollo moral. Os creéis muy adelantados porque habéis hecho grandes descubrimientos y maravillosas invenciones; porque estáis más confortablemente alojados y mejor vestidos que los salvajes; pero sólo tendréis de veras el derecho de llamaron civilizados cuando hayáis desterrado de vuestra sociedad los vicios que la deshonran, y cuando viváis juntos como hermanos, practicando la caridad cristiana. Hasta entonces, no seguiréis siendo otra cosa que pueblos instruidos que sólo recorrieron la primera fase de la civilización.

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC
                                                                             
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                        LA FE CIEGA


                               

 
La evolución mental del hombre no da saltos, nadie sube a un escalón superior sino venciendo con esfuerzo y méritos propios el escalón de la experiencia en donde se encuentra. En la cultura terrestre, podemos avanzar rápido varios escalones en el establecimiento de la enseñanza y de las facultades; pero en el campo del psiquismo,toda conquista es fruto de participación activa, aprendizaje de infinitas repeticiones, aprovechamiento de asimilación, superación que da la competencia.
  
  La fe religiosa es el esfuerzo del ser humano en su búsqueda de Dios, de la Verdad, del Cielo y la espiritualidad. Es el lento caminar a lo largo de los siglos con sus propias fuerzas psíquicas, racionales y emocionales, en el intento de creer e interpretar la existencia de Dios, las potestades divinas, la vida espiritual, el destino tras la muerte, las reglas de adoración a Dios y los principios de salvación de las almas. Es la consecuencia natural y el desarrollo espontáneo de la fe que nació como un sencillo destello de la conciencia en la inteligencia incipiente del hombre primitivo en la prehistoria. El hombre nunca estuvo solo, en  su búsqueda de mayor o menor visión de la Espiritualidad. En todas las épocas los Espíritus Superiores siempre estuvieron presentes, a través de los fen ómenos mediúmnicos, adheridos a la mente de los hombres, inspirándolos, orientándolos y ayudándolos en sus dificultades para conocer, aprender y asimilar verdades espirituales.La mediumnidad primitiva fue el elemento permanente, seguro y natural de conexión de mentes oscurecidas, con mentes de seres iluminados del Más Allá, actuando a modo de evangelizadores de niños y administrando con didáctica los principios doctrinarios a esos mismos niños.
 
¿Qué será la fe ciega?. Es la creencia espiritual que acepta y aprueba las enseñanzas de la religión,sin aplicar el libre examen, el libre albedrío para pensar y razonar, la facultad superior de la razón. Es creer por creer, aceptar sin razonar, creer sin reflexionar. Todas las religiones tienen sus dogmas de fe que deben de ser aceptados por sus adeptos, aunque no los entiendan, pues algunos no pueden ser entendidos ni por sus seguidores. Todas las religiones reclaman a sus fieles: "¡Crean, acepten sin dudar, no duden jamás, no contraríen nunca los principios, y practiquen los ritos y ceremonias, que así obtendrán la salvación de su alma y la de los suyos!".  Todos los religiosos fanáticos de la Tierra, preconizan, se enfurecen, y gritan que la fe dispensa de la razón, pues esta es factor causante de rebeldía, separación y debilitamiento de la creencia. Los religiosos predican: "La razón enloquecida fue hecha para el ejercicio de la  filosofía y de la ciencia materialista, jamás para la creencia religiosa y de los fieles adeptos".
    Veamos el bello esclarecimiento de Allan Kardec:

  " La fe ciega, no examinando nada, acepta sin comprobación, igualmente lo falso que lo verdadero, y a cada paso choca contra la evidencia y la razón; empujada hacia el exceso, produce el fanatismo. Cuando la fe se apoya en el error, tarde o temprano se destruye". (El Evangelio según el Espiritismo, Cap.XIX- "La fe transporta montañas- item 6 "La fe religiosa.Condición de la fe inalterable").

     Después de un prolongado análisis acerca de la fe religiosa, se puede llegar a la conclusión de que en la fe de las religiones de la Tierra aún predomina soberanamente la fe ciega, a pesar de que en la actualidad somos todos bendecidos en la humanidad, con los grandes avances de los recursos del pensamiento filosófico y del metodológico-científico, y  de las exahustivas investigaciones de observación en laboratorios; aun así, tercamente, se obstinan en no usar la razón, la lógica y el buen sentido. Usar la razón y la lógica, para muchas religiones es un abuso y un crimen contra sus postulados dogmáticos e inflexibles.

    Antes del surgimiento de las actividades científicas, y de la misma ciencia humana, sería muy normal no tildar a las religiones de "fe ciega", pero ahora es inadmisible para teólogos, investigadores e intérpretes, sacerdotes y pastores, creyentes y adeptos fervorosos, abdicar del buen uso de la facultad de razonamiento esclarecida en los estudios, análisis e interpretaciones de los textos de los Libros Sagrados. La Ciencia, aunque aún no admita la existencia de Dios, está en la Tierra para ayudar al pensamiento del hombre, incluso en las ideas religiosas. Consideramos así, que cuando examinó y comprobó, tras duros y extensos análisis y pruebas, se tornó una verdad universal, aun cuando las religiones continúen desprobándolo y negándolo perentoriamente. Son verdades incontestables. Nada resolverán las religiones tradicionales con seguir caldeando el hierro oxidado y frío de los dogmas, para mantener la fe ciega bien en alto, en la opinión general, pues cada vez más, hombres y mujeres usarán la razón esclarecida, desaprobando y rechazando las ideas infantiles de las religiones ortodoxas.

    La fe ciega ya tuvo su tiempo, su hora, su valor, su época, porque la cultura humana era extremadamente oscura y limitada, cerrada y esclavizante, radical y conservadora. Ese tiempo de oscuridad ya pasó.... Estamos en la época de la energía nuclear, de la tecnología punta, cibernética, computadoras, informática, satélites, sondas, naves espaciales. El ser humano ya no puede ignorar más tiempo su verdadera identidad espiritual, sus necesidades básicas de creencia racional, reeducación de la personalidad y espiritualización.
( Continuará)
- Walter Barcelos- Uberaba Brasil. ( Tomado del Anuario Espírita 2006)


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