INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Entrevista al Dr. Andrei Moreira
2.-Planificación reencarnatoria
3.- Valor del tiempo-Reflexión
4.- Civilización
5.- La Fe ciega
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ENTREVISTA AL DR. MOREIRA
(Médico de familia integrante de un equipo del PSF en BH/MG Presidente de la Asociación Médico-Espírita )
En el tratamiento de la depresión, es importante tratar la cuestión del desarrollo de la aceptación de la vida, del sometimiento activo a Dios. Eso significa «aceptar la vida tal como es, pero haciendo todo lo posible para alcanzar aquello que se desea», sin abandonar el placer de vivir, sin entrar en aquella tristeza patológica, aquella tristeza excesiva que se configura como estado depresivo.
Los antidepresivos son muy útiles cuando están bien indicados durante un correcto período, pero no pueden convertirse en un muleta, no son la píldora de la felicidad, no pueden ser la fuente que nos da la realización íntima, que aplaca nuestro dolor. Nosotros tenemos, hoy, en nuestra sociedad, una medicación excesiva, un uso abusivo de medicamentos, porque no aprendemos a lidiar con naturalidad con nuestras emociones. El miedo, la tristeza, la rabia, la alegría son emociones básicas, y nosotros tenemos que aprender a lidiar con ellas. Cuando no lidiamos de forma natural con ellas enferman transformándose en rencor, en pánico, en euforia o en depresión.
En nuestra sociedad, observamos que hay un exceso de medicación de las emociones naturales. Tan pronto la persona se encuentra triste, enseguida toma un antidepresivo o un ansiolítico para evitar trabajar su ansiedad o su tristeza. Pero la ansiedad y la tristeza son situaciones naturales de la vida, que hasta un determinado nivel son muy positivas y que nos hablan mucho acerca de nosotros mismos. Es importante que el autoconocimiento guíe el proceso, para que entendamos lo que está sucediendo en nuestra alma y en nuestra vida. Marta Medeiros habla, de una forma muy bella, que la tristeza es el cuarto profundo donde la gente analiza su vida. Y eso es lo que nosotros tenemos que aprender: a estudiar nuestras emociones, nuestras características, para retirar de ellas enseñanzas preciosas acerca de nosotros mismos y del prójimo y, con eso, nos hagamos mejores personas.
¿El suicidio puede ser visto como una enfermedad del alma?
El suicidio es un acto de desesperación en que el sujeto intenta matar el dolor que hay en él y que, muchas veces, envuelve a la familia y a otros en una situación de dolor aún mayor que aquella que era el dolor original. Por eso, también es una manifestación de egoísmo. Nosotros debemos evitar el suicidio en nuestra sociedad, estableciendo la acogida del dolor emocional de las personas, a través de servicios competentes en que las personas puedan ser escuchadas, oídas, acogidas y donde puedan ser bien orientadas a través de un acompañamiento terapéutico con profesionales competentes, que puedan ayudarnos a metabolizar los dolores y las dificultades que vivimos. Necesitamos, sobre todo, de una enseñanza moral que nos de base y subsidio para entender quienes somos, lo que vinimos a hacer y hacia donde vamos. Una base moral que nos suministre elementos de estímulo al desarrollo de las virtudes que son potencias del alma y verdaderos profilápticos contra el suicidio.
En la visión espírita, el suicidio es un acto muy infeliz, porque el individuo se reconoce vivo en el otro lado de la vida, matando solamente el cuerpo físico. Y aquel dolor original, además de no quedar resuelto, es aumentado por la circunstancia del acto agresor a la propia vida. Ese es un derecho que ninguno de nosotros tiene. Solamente a Dios compete dar y retirarla vida. Entonces, delante de aquel que cometió el suicidio, nosotros debemos actuar con compasión y misericordia, enviándole nuestras plegarias. Las oraciones sinceras de aquellos que les aman o incluso de aquellos que tienen buena voluntad y desean auxiliarles llegan hasta el corazón de aquellos que están en sufrimiento en el otro lado de la vida como verdaderos bálsamos, alivios y medicamentos que suavizan su sufrimiento y los auxilian a proseguir. Como la vida es eterna, cada uno tendrá la oportunidad de renovarse, de recomenzar, aunque teniendo que lidiar con los resultados infelizes que, a veces, son sufrimientos innecesarios de esos actos de desesperación.
En la educación de los hijos, ¿qué podríamos decir, sobre todo a los padres que tienen dificultad en imponer límites, en decir no a sus hijos, con graves consecuencias a veces?
Nosotros sabemos que, hoy, es muy difícil para las familias aprender a colocar límites, porque vivimos procesos educativos que dan mucha liberalidad a los jóvenes, sin el proceso educacional que los enseñe a perdonar usar la libertad con responsabilidad. Entonces, los padres, como educadores morales, no pueden eludir su papel. Deben utilizar varios instrumentos, buscar ayuda profesional si fuera necesario. Necesitan ser, aquellos que buscan todos los recursos y medios para suministrar al individuo el elemento educacional, que viene, sobre todo, por el ejemplo, porque los adolescentes aprenden mucho más viendo lo que sus padres hacen, que escuchándo lo que sus padres dicen. El ejemplo de la familia es extremadamente importante en el proceso educacional.
Incluso, con internet, ¿no es así? Hay juegos de internet que habría que limitar también…
Juegos viciantes, agresivos, que desarrollan la agresividad en el individuo y que, muchas veces, alienan al individuo de la vida de relación. Nosotros hemos visto adolescentes viciados en juegos de internet que no priorizan la relación con el prójimo, el estar fuera de casa, el convivir. Con eso, acaban haciéndose adultos cerrados, reprimidos y con dificultades de establecer lazos afetivos profundos. Aunque, todos los instrumentos de la vida son positivos, también tienen que ser moderados. Los padres tienen que limitar el uso de Internet, consesuar un acuerdo con sus hijos. No actuar simplemente de forma autoritaria, si no establecer acuerdos para los procesos educativos que lleven al joven a relacionarse con el deporte, con la sociabilización, con la educación moral, con las actividades sociales y con la responsabilización con el bien hacia sus semejantes. El joven puede ser dirigido hacia actividades voluntarias, caritativas, que son extremadamente educadoras y hacen al joven conocer otras realidades, vislumbrar otras perspectivas y, muchas veces, resignificar la propia vida y el propio contexto. Es deber de los padres establecer los límites y las reglas de la convivencia sin abandonar ese derecho y obligación moral que ellos tienen.
¿Puede hablarnos de su libro “Cura y Autocura”?
«Cura y Autocura, una visión médico espírita», es una publicación de la AME editora, el órgano editorial de Asociación Médico Espírita de Minas Generales, y trata la salud y la enfermedad dentro de la visión espírita. Son 16 capítulos, tratando diversos aspectos como, por ejemplo, el perdón como camino de cura, la caridad como instrumento de cura, la acción del pensamiento en la salud y en la enfermedad, las curas de Jesús, la salud y la enfermedad en la visión espírita, terapéutica médicoespírita, así como el terapeuta como sanador y otros asuntos, con la presentación de casos, de trabajos prácticos, y también en ese sentido, sobre todo el amor y el autoamor como caminos de encuentro del ser consigo mismo y de cura del cuerpo y del alma.
Para finalizar, deje un mensaje de Navidad para nuestros lectores.
El mensaje de Navidad que os dejo es que todos nosotros aprendamos a reconocer en Jesus al guía y modelo de nuestras vidas. Él es la síntesis del amor universal, es el gran representante de la ética transpersonal del amor, de lo bello y del bien. Nosotros tenemos que entender que su mensaje no es un mensaje religioso para ser vivido en las iglesias, en los centros, en los cultos, sino que es un mensaje para todo día, para todo y cualquier instante y lugar. Es un mensaje de transformación y renovación del alma, de reconexión con el Padre, con el Creador, dentro de nosotros, de ligarnos con la fuente del eterno bien y de lo bello que hay dentro de nosotros. Las virtudes predicadas y vividas por Cristo son la gran referencia de vida para que nosotros conquistemos un patrón de comportamiento que sea superior y ejemplar, que vuelva a pacificas nuestras almas y realice nuestros espíritus. Debe ser un mensaje que esté sobretodo más en la práctica antes que en nuestros labios. Un mensaje debe de estar en nuestras acciones, siendo esfuerzo y vivencia del día a día. Es la fuerza que puede renovar y transformar nuestra sociedad.
Revista «Revista Ángel del bien»
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Planificación Reencarnatoria
Toda vida y cada individuo son producto de una planificación biológica y espiritual. No venimos al mundo por azar sino, antes bien, por el más puro determinismo. Partimos del concepto filosófico y espiritual que nos dice que la vida no es un proceso aleatorio o casual que surja por una especie de combustión biológica espontánea, sino de un proceso continuo existencial que se configura en una serie de etapas en nuestro mundo, a donde vamos y venimos no por cómputo fortuito, sino en la proporción directa a nuestras necesidades evolutivas. Es por eso que el vivir es tan relevante, y no precisamente porque dispongamos de una sola existencia carnal, sino por lo que significa de aprovechar el tiempo en la adquisición de virtudes y llevar a cabo las experiencias previamente planificadas. Teniendo esto en cuenta, no se trata de apurar la vida como si de algo para gastar y/o consumir se tratase, sino de procurar alcanzar su sentido profundo, y, con el mismo, poner en práctica las tareas y compromisos que cada hombre y mujer trae a este mundo.
Somos hijos/as del Más Allá
Espiritualmente no “nacemos” en este mundo (en este lado de la realidad), sino que renacemos; es decir, nuestro ser (eterno) busca una envoltura biológica (temporal) que le da cuerpo, apropiada a nuestro programa de vida y las experiencias que debemos sortear…, experiencias más o menos dolorosas, más o menos probatorias, que son el producto kármico exacto de los abusos y/o desatinos que cometimos en las pasadas etapas reencarnatorias.
Encarnados o desencarnados (es decir, con envoltura somática o como entidades espirituales) somos individualidades eternas vinculadas a la Divinidad y destinadas a la luz y a la felicidad, aunque estos estados de dicha y realidad superiores no se hacen sino con el esfuerzo propio, desarrollando los campos del intelecto y la renuncia, y para llevarlo a cabo, con asesoramiento de Espíritus superiores, se diseña/planifica todo un organigrama de rutas principales, estrategias a seguir, estudio de los antecedentes kármicos (negativos y ennoblecedores) que cada cual tiene; todo ello en vistas a una nueva incursión carnal que nos permita ir “depurando” instintos (agresivos, ególatras, etc.), dependencias, etc., que atan al ser a la animalidad, haciendo que con cada existencia seamos un poco menos imperfectos y más evolucionados.
Nuestra misma biología se configura en respuesta exacta a las necesidades kármicas que cada cual necesita, agregándose desde el espíritu el diseño de cada fisiología, el campo molecular requerido, la carga genética concreta, la predisposición a determinadas enfermedades, etc. El Espiritismo nos instruye en la serenidad de saber que no existen casualidades ni caprichos de la naturaleza, buenos o malos destinos, y (menos aún) castigos divinos. Un cuerpo sano, uno tullido, otro con predisposición a la esquizofrenia, etc., no son sino valiosos campos de experiencia para cada alma encarnada, algo ya pactado en los espacios superiores.
Salud, equilibrio o desequilibrio mental, patologías varias, herencia genética, etc., son necesarios campos de expresión del alma, que toman la forma de transitorios reajustes que nos auxilian tanto en la eliminación de impurezas como en el saneamiento de los injustos comportamientos del pasado. Y es que necesitamos librarnos de exceso de “equipaje”, en nuestro milenario caminar hacia más altas cuotas de la existencia y de la felicidad… felicidad que, en su acepción plena, no es de este mundo.
Las pruebas y expiaciones nunca son algo impuesto…. responden a códigos de merecimiento y justicia, siendo su objetivo la instrucción de nuestros espíritus y jamás el castigo (como suelen interpretar las religiones oficiales).
Conciencia: comprendiendo y aceptando
Un signo de estar en el camino del despertar de conciencia, o de estar ejecutando una labor que nuestra alma asumió antes de encarnar (la elección de determinada actividad laboral, compromiso con algún ideal que persiga la justicia social y el progreso, el apoyo a un familiar conflictivo, el afrontamiento de una enfermedad, etc.), es comprender que estamos en el lugar exacto del universo, con la familia adecuada y ante los problemas y desafíos que más nos ayudarán a crecer.
No es que se planifiquen todas las circunstancias y actos (pues éstas pueden variar según nuestra manera de reaccionar y utilizar nuestro libre albedrío), pero si que se trazan las líneas maestras.
Y después de comprender… el otro signo de una espiritualidad despierta es la aceptación (que en términos espirituales nada tiene que ver con la rendición o el no luchar), que es esa especie de madurez y temple que nos hace sentir que todo marcha como debe marchar (con aquello que nos gusta y con lo que nos gusta menos, con lo que nos motiva y lo que nos da miedo, etc.) y que nos hace no exigir nada de nadie, convirtiéndonos en seres serenos y agradecidos.
Si espontáneamente pudiésemos recordar el tiempo empleado en el mundo espiritual en compañía de nuestros guías… la dedicación y el esfuerzo empeñados, el cariño invertido para cada renacimiento en la Tierra… de seguro que aprovecharíamos cada minuto de nuestra existencia para poner en práctica los valores superiores, así como las tareas asumidas en aquellas áreas (afectivas, sociales, etc.) que dejamos desatendidas en otras existencias y que hoy forman parte de nuestro presente. Aprovecharíamos el tiempo que nos resta antes de regresar a la patria espiritual y no lo malgastaríamos con tantas lamentaciones y/o escapismo moral.
Reflexionemos en esto: Uno de los mayores sufrimientos de las almas en el otro lado de la vida es la conciencia del tiempo perdido y las oportunidades desperdiciadas entre las invitaciones y los falsos valores del mundo.
Se hace, por lo tanto, primordial acallar nuestro ego caprichoso e invertir las prioridades, dejando a un lado aquellas que nos estén apartando del sendero. Muchos pensarían que quizá sería oportuno disponer de ese recordatorio súbito para no apartarnos de las tareas asumidas antes de nacer, pero en realidad no se hace necesario, puesto que todos tenemos la guía de nuestra conciencia, ese sabio guardián que nos acompaña y nos habla desde nuestro templo interno y auxilia en nuestro desarrollo espiritual como una “alerta” que avisa cada vez que no estamos haciendo lo correcto. En nuestra conciencia reside el más efectivo manual de instrucción para nuestra correcta trayectoria en la Tierra… sin olvidar todos los “recordatorios” que vienen en forma de sueños, intuiciones y señales cotidianas.
Todos los días, un contingente expresivo de la humanidad regresa al mundo espiritual una vez finalizada su etapa en la Tierra, habiendo malgastado el tiempo que se le concedió en perseguir los placeres mundanos y fugaces, anestesiados por los reclamos de la sociedad del bienestar. Es duro regresar al otro lado y descubrir que lejos de asumir ideales y proyectos ennoblecedores, desviamos o paralizamos nuestros recursos internos a golpes de materialismo, vanidad y fuga de los sentidos.
Aunque sean nuestros hermanos menores, nos diferenciamos de los animales en nuestro mayor grado de conciencia y compromiso ante la ley de progreso. No sólo aparecemos en el mundo para ocuparnos de la alimentación y la procreación, sino para construir entre todos una civilización mejor y más humana, auxiliando al progreso y prestando el apoyo a aquellos con menos recursos que nosotros. Es para esto que nos preparamos antes de (re)nacer, por lo que regresamos una y otra vez a los escenarios del mundo, llevando con nosotros los recursos suficientes para encarar los desafíos y problemas que nos salgan al paso.
¡Qué valioso es escuchar la voz de nuestra conciencia! Es sensato, prudente y dichoso el que logra apartarse un momento del ruido y las mil distracciones vanas que nos atan a las sensaciones inferiores, aquel que escucha las señales íntimas de su ser hablándole de que existen otros motivos que expresan su presencia en los escenarios de esa escuela de almas que es la Tierra.
Juan Manuel Ruiz
Revista Espírita de la FEE núm. 2
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VALOR DEL TIEMPO-REFLEXIÓN
790. ¿Representa un progreso la civilización o es, según algunos filósofos piensan, una decadencia de la humanidad?
- Progreso incompleto. El hombre no pasa súbitamente de la niñez a la edad madura.
790 a. ¿Es razonable condenar a la civilización?
- Condenad más bien a quienes de ella abusan, y no a la obra de Dios.
791. ¿Se depurará algún día la civilización, hasta liberarse de los males que ha engendrado?
- Sí, cuando el desarrollo moral lo esté tanto como la inteligencia. No puede el fruto venir antes de la flor.
¿Por qué no realiza de inmediato la civilización todo el bien que podría producir?
- Porque los hombres no están todavía en condiciones ni dispuestos a obtener ese bien.
792 a. ¿No será asimismo porque, al crear nuevas necesidades, suscita pasiones también nuevas?
- Sí, porque todas las facultades del Espíritus no progresan a la par. Para todo es menester tiempo. No podéis esperar frutos perfectos de una civilización incompleta.*
793. ¿Por cuáles signos podemos reconocer a una civilización completa?
- La reconoceréis por su desarrollo moral. Os creéis muy adelantados porque habéis hecho grandes descubrimientos y maravillosas invenciones; porque estáis más confortablemente alojados y mejor vestidos que los salvajes; pero sólo tendréis de veras el derecho de llamaron civilizados cuando hayáis desterrado de vuestra sociedad los vicios que la deshonran, y cuando viváis juntos como hermanos, practicando la caridad cristiana. Hasta entonces, no seguiréis siendo otra cosa que pueblos instruidos que sólo recorrieron la primera fase de la civilización.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC
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