lunes, 1 de febrero de 2021

Perdonemos

    INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Auxilio espiritual

2.- Genialidad

 3,. Tres actitudes

4.- Ley de Consecuencias, o de Causa y Efecto

5.-Perdonemos




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AUXILIO ESPIRITUAL

 

Para transformarse en un legitimo elemento de auxilio a los Espíritus sufridores, encarnados o no, no es imprescindible comprender la perversidad como locura, la rebeldía como ignorancia  y el desespero como enfermedad.

 La ceguera del Espíritu es fruto de la espesa ignorancia en manifestaciones primarias  o de la obnubilación  de la razón en los estados de envilecimiento del ser.

 El verbo gastado en el servicio del bien es cimiento divino  para realizaciones inmortales. Conversar, sirviendo a nuestros semejantes de modo sustancial, aumentará nuestro lucro. Después de la muerte, lo que hay de más sorprendente es el encuentro  de la vida. El organismo periespiritual que condiciona al espíritu en materia más suave y más plástica, después del sepulcro, es fruto igualmente  del proceso evolutivo. Como hijos de Dios  y herederos de los siglos, conquistamos  valores, de experiencia en experiencia, de milenio a milenio. No hay favoritismos  en el templo Universal de Dios, y todas las fuerzas de la Creación se perfeccionan en el infinito. Somos creación del Autor Divino y debemos perfeccionarnos integralmente.  Dios estableció como ley Universal  que sea la perfección, obra del cooperativismo entre El y nosotros, sus hijos.

 Desde la ameba  en la fría agua del mar, hasta el hombre, venimos luchando, aprendiendo y seleccionando  invariablemente. Las páginas de   la sabiduría hinduista son escritos  de ayer  y la Buena Nueva de Jesucristo  es materia de hoy, comparados a los milenios vividos por nosotros, en la jornada progresiva.

 El hombre posee un cerebro que se divide en tres regiones  distintas. En la primera, están los impulsos automáticos, simbolizando el sumario vivo de los servicios  realizados; en la segunda situamos  las conquistas actuales, donde se yerguen y se consolidan las cualidades nobles  que se edifican; la tercera está las nociones superiores, indicando las culminaciones que tiene  que alcanzar. En la primera mora el habito  y el automatismo, en la segunda el esfuerzo y la voluntad y en la ultima demoran el ideal y la meta superior a ser alcanzada.

 Estos departamentos son, el subconsciente el consciente  y el súper consciente. Como vemos, poseemos en nosotros mismos, el pasado, el presente y el futuro. Todo el campo nervioso de la criatura constituye  la representación  de las potencias periespirituales, lentamente conquistadas  por el ser, a través de milenios y milenios.

 El cerebro es el órgano sagrado de manifestación de la mente, en transito de la animalidad primitiva hacia la espiritualidad humana.

 El hombre actual representa la humanidad  victoriosa, emergiendo de la bestialidad primaria.

 El hombre en su estado actual no tiene la suficiente luz para descender con provecho a todos los ángulos del abismo de los orígenes, tal facultad  la adquirirá  más tarde, cuando su alma esté limpia de todo resquicio de sombra. No hay total olvido  en la Corteza Terrestre, ni restauración inmediata  de la memoria  en las zonas de la existencia, que siguen , naturales, al campo de la actividad física, todos los hombres conservan tendencias  y facultades  que casi equivalen a efectivo recuerdo del pasado; y no todos, al atravesar el sepulcro, pueden readquirir , repentinamente, el patrimonio  de sus reminiscencias.  Quien se materializa, en el campo, de la materia densa, no puede volver  a encender, de pronto, la luz de la memoria.

 Interpretando de una manera simple las tres regiones  de vida cerebral  nervios, zona motora y lóbulos frontales, en el cuerpo carnal, traduciendo impulsividad, experiencia y nociones superiores del alma, constituyen campos de fijación de la mente encarnada  o desencarnada. La demora excesiva en uno de esos planos, con las acciones  que le son consecuentes, determina el destino del cosmos individual. La criatura estacionada en la región  de los impulsos se pierde en un laberinto de causas y efectos, desperdiciando tiempo y energía; quien se entrega de modo absoluto, al esfuerzo maquinal, sin consultar el pasado y sin organización de bases para el futuro, mecaniza la existencia, destituyéndola de luz edificante. Para que la mente prosiga en dirección de lo alto, es necesario que se equilibre, valiéndose de las conquistas pasadas, para orientar los servicios presentes, y amparándose, al mismo tiempo, en la esperanza que fluye, cristalina y bella, de la fuente superior de idealismo elevado; a través de esa fuente ella puede captar del plano divino las energías restauradoras, construyendo así el futuro edificante.

 Jesús nos recomendó el amor a los enemigos y la oración por los que nos persiguen y calumnian. Llegará el día, en que el amor, la fraternidad y la comprensión, definiendo estados del espíritu serán tan importantes para la mente encarnada como el pan, el agua, el remedio; es cuestión de tiempo. Aunque a veces parezca lo contrario, la mente humana de manera general, asciende para el conocimiento superior, a pesar que, a veces, parezca lo contrario.

 Trabajo realizado por Merchita

Extraído del libro “En un Mundo Mayor” de Francisco Cándido Xavier


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                      Genialidad

1 – ¿La genialidad tiene algo que ver con la reencarnación?

Todas las experiencias humanas guardan un componente reencarnatorio. Hay siempre algo de nuestro pasado repercutiendo en la vida presente, particularmente la genialidad.

2 – ¿Por qué particularmente la genialidad?

En ella se evidencia el fenómeno reencarnatorio. Es difícil explicar que Mozart (1756-1791) fuese capaz de componer música erudita en la infancia, sin admitir que se trataba de un Espíritu milenarmente dedicado a esa actividad.

3 – ¿No pediría Mozart traer un substrato de las conquistas musicales de la Humanidad en la intimidad de su conciencia, comprendiendo la llamada memoria ancestral?

La memoria ancestral nos habla de las características colectivas de una raza, como el gusto por determinados deportes o alimentos. No envuelve aptitudes individuales.

4 – ¿Y la hereditariedad?

Todo lo que sabemos es que ella funciona en la composición del cuerpo. No trata las características intelectuales o morales y mucho menos los conocimientos. Nadie hereda cultura musical de sus ancestrales. Mozart fue heredero de sí mismo, de sus experiencias en vidas anteriores.

5 – Se nota que cuando los padres son músicos hay una tendencia para que los hijos sigan la misma vocación. ¿No hay algo genético en eso?

Como los padres, los hijos traen esa vocación por sustrato de vivencias pasadas. Componemos familias espirituales que se forman para experiencias en común, atendiendo ciertas afinidades. Es natural, por tanto, que amantes de la música se reúnan en la Tierra ligados por la consanguinidad.

6 – Hay quien defiende la idea de que la genialidad es un don de Dios…

Es difícil compatibilizar la justicia de Dios con esa idea. ¿Por qué Mozart fue agraciado? ¿O Einstein (1879-1955)? ¿O Pelé (1940)? ¿Por qué no nuestros o nuestro hijo?

7 – En líneas generales ¿qué sería la genialidad?

Se acostumbra a decir que es fruto de una paciencia inagotable. El genio es siempre alguien que se dedicó intensamente, durante largo tiempo, en múltiples reencarnaciones, al ejercicio de la actividad en que se destaca.

8 – ¿Entonces todos podemos ser genios?

Si, si no se agota la paciencia…

Extraído del libro «Reencarnación, todo lo que usted necesita saber»
Richard Simonetti

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                  TRES ACTITUDES 

Si admitimos que el egoísmo y el orgullo son cualidades negativas en una personalidad mediúmnica, que enturbian la palabra de la Esfera Superior, y si consideramos que el bien es una condición inalienable para que el mensaje edificante sea trasmitido sin interferencias, analicemos esas tres actitudes en algunos de los aspectos y circunstancias de la vida. 

En la sociedad: El egoísmo hace lo que quiere. El orgullo hace como quiere. El bien hace cuanto puede, más allá de sus propias obligaciones. 

En el trabajo: El egoísmo abusa de lo que encuentra. 
El orgullo oprime todo lo que ve. 
El bien produce sin cesar. 

En un equipo: El egoísmo acapara.
 El orgullo piensa en sí mismo. 
El bien presta servicio a todos. 

En la amistad: El egoísmo utiliza las situaciones. 
El orgullo reclama privilegios. 
El bien renuncia a su propio bien.

 En la fe: El egoísmo aparenta.
 El orgullo exige. 
El bien escucha. 

En la responsabilidad: El egoísmo huye. 
El orgullo tiraniza. 
El bien colabora. 

En el dolor ajeno: El egoísmo se despreocupa.
 El orgullo condena. 
El bien ampara. 

En el estudio: El egoísmo finge que sabe.
 El orgullo no se propone saber. 
El bien aprende siempre para realizar lo mejor. Médiums: la orientación de la Doctrina Espírita siempre es clara. El egoísmo y el orgullo son dos corredores sombríos, que donde quiera que sea nos conducen al vicio y a la delincuencia en angustiantes procesos obsesivos, mientras que sólo el bien es capaz de filtrar con lealtad la Inspiración Divina, si bien para eso es indispensable admirarlo y divulgarlo y, por encima de todo, precisamos quererlo y practicarlo con todas las fuerzas de nuestro corazón. 

Página psicografiada por el médium Francisco Cândido Xavier, dictada por el Espíritu Emmanuel, en la reunión pública del 22-2-60. Extraída del libro «Siembra de los Médiums». 

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LEY DE CONSECUENCIAS O DE CAUSA Y EFECTO - II 

   Como para algunos de vosotros pueda esto parecer un tanto ilógico, observemos lo que hace una buena madre, que ama a su hijo y se desvela por su propio bien y porvenir, cuajado éste se desvía. ¿Acaso no le corrige y trata de llevarle al buen camino? Análogamente, así actúa por amor nuestra Madre Cósmica, por medio de Sus leyes. Sí, por amor y solamente por amor que, en nuestra ignorancia humana todavía no comprendemos.

    Por lo expuesto podremos apreciar fácilmente que esta ley divina no actúa solamente para corregir por medio del dolor como devolución del dolor o sufrimiento causado a otros; ya que siendo esta ley parte integrante de la Ley del Amor, nos devuelve igualmente lo que con amor hayamos realizado. Sí, exactamente así es. ¿Acaso no vemos también casos de vidas o personas consideradas afortunadas, a quienes la felicidad acompaña? Son seres que, con sus actuaciones de bien en otras vidas, han creado causas benéficas cuyos efectos están recogiendo. Porque, todos recogeremos la cosecha de nuestra siembra actual. Si sembramos la semilla del amor en la práctica del bien, en las múltiples modalidades y oportunidades que la vida ofrece; recogeremos el fruto dulce de la felicidad. Si por el contrario, sembramos la semilla del mal en cualesquiera de sus aspectos erróneos, recogeremos el fruto amargo del dolor. Esa es la Ley. Ley sabia y justa que nos devuelve, en su momento, el producto de nuestra siembra. Esto no lo pongáis en duda, ni por un momento. 

   Tened presente este aforismo: La siembra es voluntaria, la cosecha es obligatoria. De esto se desprende: quien desee cosechar felicidad futura, debe comenzar desde ahora la siembra del amor en la práctica del bien.

   Si todos los humanos conociesen esta ley de la Vida, pudiendo apreciar de antemano o conocer los efectos futuros de toda acción ruin y de maldad, podéis tener la certeza que no las cometerían. Y nuestro mundo no sería lo que  es: un mundo de desorden, de rapiña y de dolor, generadoras estas condiciones sociales de una desarmonía psíquica ambiental, que incide en las mentes de nuestra juventud, con los riesgos que es de suponer. 

   De aquí la necesidad del conocimiento verdadero. Necesario es llevar a las gentes, de inmediato, el conocimiento de esta ley universal. Y en una modalidad razonada, hacerles ver la responsabilidad de sus actos; porque, la grandísima mayoría es ignorante de las consecuencias de sus acciones de maldad o de sentimientos ruines generados por las bajas pasiones. Y también, a aquellos que viven engañados con promesas que no pueden ser cumplidas. 

   Debemos enseñar a las gentes, a  llevar a comprender que todo sentimiento ruin y toda acción de maldad  volverán al mismo que mantenga esos sentimientos y cometa acciones de maldad, con todo el daño que hayan causado. Y volverá más temprano o más tarde, ya en la vida presente, ya en la vida futura. Y así mismo, todo el bien que se haga, no se pierde aunque no se reciba de inmediato. La Ley que es amor, lo devolverá aumentado: en la vida presente y en vidas futuras. Porque, siendo el Espíritu el mismo, en las diversas personalidades, todas las vidas del Espíritu son solidariamente responsables entre sí. 

   La Ley de Causa y Efecto está implícita en la Ley del Amor. Y esta última, que es la máxima expresión de la Grandiosidad Cósmica, ¡DIOS!, puede, en ciertos casos, modificar el efecto sin desvirtuar la Ley de Causa y Efecto. Y una prueba de ello nos la dan las sanaciones (denominadas milagros) del Mesías que, actuando con amor sobre las facultades psíquicas sanadoras, modificaba los efectos kármicos, expiatorios, de los múltiples casos que a su paso le presentaban. Y aún hoy día, casos de sanaciones sorprendentes están siendo efectuadas en diversas partes de nuestro mundo; lo cual nos indica la verdad de lo expuesto. 

    Hasta donde nos es enseñado, con estas sanaciones obtenemos un nuevo plazo para el pago voluntario de las causas de tales efectos; de modo que, si voluntariamente el afectado no modifica su conducta haciendo oídos sordos a la “voz” de su conciencia, el mal reaparecerá de nuevo en una vida siguiente, y a veces en la presente. 

   Todo lo expuesto nos lleva a la conclusión de que la vida que tenemos, las vicisitudes por las cuales hemos pasado y estamos pasando, son las que nos corresponden en la presente encarnación, y son consecuenciales de nuestras actuaciones en el pasado. No obstante, aquellos que tenéis una vida difícil o familiares difíciles, no os desaniméis; no os desaniméis nunca, porque, aún cuando os corresponda como consecuencia de las actuaciones de un pasado que ignoráis, o de compromisos hechos antes de encarnar para ayudar en la evolución de esos seres que como humanos puedan seros motivo de mortificación, podréis superar esos aspectos si os lo proponéis firmemente. Sí, podréis superarlos, siempre que no os rebeléis; porque, si os rebeláis, además de amargar vuestra vida presente haciéndola más difícil, os impediría la superación de esas circunstancias humanamente adversas que muchas veces son pruebas para fortalecer el Espíritu. Y no superar las vicisitudes adversas de la vida, os obligaría a enfrentarlas en la siguiente encarnación. Tened siempre presente que, nadie pasaría por vicisitudes, por adversas que sean, si no estuviera espiritualmente capacitado para superarlas. Es ley divina. 

   Lo que acontece es que a los humanos nos gustan las cosas fáciles; y cuando algún aspecto de la vida requiere esfuerzo o sacrificio… nos resistimos, prefiriendo el comodismo que tiende a anularnos, retrasando nuestra evolución. Y tomamos esta actitud desacertada con harta frecuencia, por ignorancia  de los grandes recursos internos que nuestro espíritu contiene, y los cuales debemos poner en acción. Cuando ponemos en acción nuestras fuerzas internas, no hay nada ni nadie que pueda vencernos, ya que esa actitud de fortaleza desarrolla una energía y atrae fuerzas del espacio que fortalecen el Espíritu para resistir y vencer las vicisitudes y pruebas por las cuales tengamos que pasar. 

Sebastián de Arauco

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                            PERDONEMOS


                                                              


   Queridos amigos, la vida continua, y con nosotros están aquellos que nos hicieron daño, muchas veces intentamos alejarnos de ellos, pero no es fácil, a veces es imposible, porque la vida nos pide, que le perdonemos, y si no lo hacemos, es una tarea por hacer.

El cúmulo de amarguras puede causar problemas físicos y psicológicos  el rencor y la desesperación son particularmente peligros para nuestro bienestar. La vida tiene dificultades frecuentes. Necesitamos de un camino para superarlas y, así, nos liberamos… es para eso que existe el perdón.

El perdón puede ser considerado como una cura para dolencias físicas y mentales venidas de problemas emocionales o psicológicos porque   reduce la agitación que lleva a problemas físicos. Perdonar reduce el estrés que viene de pensar en algo doloroso, pero no puede ser cambiado. El también limita la regurgitación que lleva a sentimiento de impotencia que reduce la capacidad de que alguien se cuide de sí mismo. El perdón es una cura…

No es posible perdonar, si estamos aun resentidos con las personas que nos hacen daño, La disminución de la ira y de la amargura viene de vivir el perdón. El perdón es la experiencia interior de recuperar la paz y el bienestar. Puede ocurrir que alguien perdone un día, y la rabia vuelva después, y eso es normal. De esa forma, el perdón es un proceso que debe ser practicado. Si usted permanece hablando o pensando con rencor de alguien, entonces el perdón aun no ocurrió.

El proceso adecuado para dar inicio al perdón, es el momento después del tiempo necesario  para vivir la perdida.

Si la persona perdona, ella puede quedar con la sensación de que la persona perdonada tenía la razón, o con la sensación de que un derecho suyo fue alcanzado.

A veces, la persona fue realmente perjudicada. El perdón no elimina ese hecho; apenas lo vuelve menos importante. El perdón implica que se puede quedar en paz incluso habiendo sufrido un mal. No podemos escapar de todos los males, hace que la persona continúe intranquila porque el problema aun persiste. El perdón reconoce el mal, pero permite que el perjudicado lleve la vida adelante. El perdón puede convivir con la justicia y no impide que se haga las cosas justas o adecuadas. Usted apenas no las hace de una perspectiva rencorosa o trastornada.

Cuando la persona se encuentra en un “proceso” de perdonar a alguien, puede ocurrir que  perciba que ella misma también tiene culpa en la situación y puede haber causado algún mal al otro.

Muchas situaciones son complejas y no se puede simplemente distinguir en ellas a una persona buena y una mala, pero sí a dos personas que crearon juntas una situación difícil. Es bueno recordar que el perdón puede ser extendido a la propia persona y que, a veces, el perdón implica reconciliar una relación, y otras veces facilitar esa relación.

La ausencia de perdón causa estrés siempre que se piensa en alguien que nos hirió y con quien no hicimos las paces. Eso perjudica el cuerpo y provoca emociones negativas.

Creencia y religiones ya predican la importancia del perdón hace muchos, muchos años, principalmente como un acto importante para la salud del espíritu. El acto de perdonar no es una de las tareas más fáciles para nosotros, los seres humanos. Tribus, sociedades, países, familias y amigos ya trabajan y aun entablan batallas, y verdaderas guerras, por causa de diferencias entre las personas, o debido a algún acto que desagradase o perjudicase, esparciendo por el mundo aun más rencor y ni un poco de paz. Pero el perdón no es imposible, ni incluso en los casos más graves.

Tratemos de aplicar el perdón en nuestra conducta, en nuestra vida, para caminar con libertad, no podemos caminar con odio y resentimientos en el corazón.

- Mercedes Cruz-
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