jueves, 4 de febrero de 2021

¿Es el resentimiento un disturbio del Alma?

   INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Enemigos desencarnados

2.-Vidas sucesivas: Un cuerpo desconocido

3.- El Universo es Infinito

4.- ¿En donde comienza y termina la vida y la muerte?

5.- ¿Es el resentimiento un disturbio del Alma?

 


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                      ENEMIGOS DESENCARNADOS


   Denominamos con este nombre, a aquellos seres espirituales de inferioridad moral, que cegados en su ignorancia y en sus más bajos instintos, están presentes en nuestra vida y en nuestros pensamientos, más de lo que nosotros podemos imaginar, pues comparten con nosotros el mismo espacio, nuestras mismas imperfecciones, afinidades y acechan ver en nosotros una brecha moral, para así de forma sutil y casi imperceptible en un primer momento, infiltrarse en nuestras mentes ir haciéndose dueños de nuestros pensamientos. 

Si no estamos vigilantes y trabajando constantemente en nuestro auto reforma y elevación moral, aprovechan esas fisuras llegando a hacer con nosotros lo que quieran, adueñándose de nuestras acciones, manipulando nuestras vidas, nuestros cuerpos y nuestras mentes, pudiendo llegar a anularnos casi por completo. Debido a su ignorancia, se recrean en la maldad y en nuestro sufrimiento y su único objetivo es hacernos todo el daño que pueden, ya sea bien por deseos de venganza, desafectos, deudas pendientes con de otras vidas o de esta, ya sea bien por celos, envidias, sobreprotección patológicas, etc.… Es muy importante el tener presente, que estos seres son seres enfermos y que necesitan de nuestra ayuda y comprensión, de nuestro amor ya que ellos al igual que nosotros son hijos de Dios y hermanos nuestros que ayudan a su nivel y de igual modo que el resto de seres del universo, a la ley del progreso y equilibrio universal.

 Los ataques diariamente recibidos de estos seres espirituales, requieren de una preparación y trabajo concienzudo, tanto en lo moral como en lo intelectual y en el día a día en el trato con nuestros semejantes además, del estudio de la doctrina que Allan Kardec nos lego de las manos de la espiritualidad superior. Si no, rápidamente nos convertimos en presa fácil y pueden llevarnos a la obsesión, la subyugación, la fascinación, la parasitosis espiritual, el vampirismo y otros desencadenantes físicos y morales que inclusive pueden prococarnos la locura e inducirnos al suicidio en los casos más graves. De ahí la frase de Jesús “Orad y vigilad” Todos nosotros, absolutamente todos, estamos expuestos a ser víctimas de los ataques de estos pobres seres, pues ellos están constantemente a nuestro alrededor, por todas partes, se pueden contar por miles e interfieren en nuestras vidas, en nuestros pensamientos y acciones, mucho más de lo que nos imaginamos. Los ataques pueden ser de forma individual, aunque también existen los ataques de colectivos espirituales a individuos o de colectivo a colectivo, a sociedades enteras, y está como ejemplo, el caso de Morfina en el Alta Saboya, las guerras en muchos casos, los suicidios colectivos, etc. 

Tengamos en cuenta que si ellos están ahí y Dios justo y misericordioso los puso en nuestro camino, por algo es. Quizás sea por una expiación o prueba por la que tenemos que pasar. 

Como espiritistas y estudiosos de la doctrina de Kardec, sabemos cuáles son las herramientas de que disponemos para combatirlos y/o ayudarles si podemos y se dejan, utilizando la razón que se nos está dando y practicar con ellos el amor, la fe razonada, la compasión y comprensión que todo ser se merece, la caridad, la humildad, la piedad, la misericordia y el perdón. Es muy probable, que si no tuviéramos esos enemigos acechándonos y atacándonos cada vez que pueden, no sería posible que desarrolláramos y practicáramos las virtudes que anteriormente he citado y que son útiles y necesarias para nuestra elevación espiritual, nuestro progreso y nuestra evolución como espíritus. 

Como también he mencionado anteriormente, la comprensión y el estudio de la maravillosa doctrina de los espíritus, pone en nuestras manos, las herramientas necesarias para combatirles y/o ayudarles. 

Pensemos con lógica, utilicemos el sentido común y apartemos de nosotros la queja y el victimismo, pues sabemos que estos ataques a los que muchas veces somos sometidos, no se deben ni más ni menos que a nuestras propias imperfecciones morales y no busquemos culpables donde no los hay, ya que el culpable esta dentro de nosotros y de nuestra elevación moral que la mayoría de las veces, no es la correcta. No existe la cura mágica que los aparte de un momento para el otro de ese mal que nos asola, pero si existe un conjunto de acciones y comportamientos que nos llevaran cien por cien a ganarles la batalla, eso sí, con estudio, perseverancia, responsabilidad, amor, esperanza y fe.

 - LA ORACIÓN: Es uno de los medios más poderosos para apartar de nosotros aunque sea de forma pasajera ese malestar causado por sus pensamientos, ya que orando, creamos a nuestro alrededor una psicoesfera vibraciones mas o menos elevada que les impide llegar hasta nosotros. 

- EL ESTUDIO SISTEMATIZADO DE LA DOCTRINA Y EL ESTUDIO DEL EVANGELIO: Nos explica y nos enseña de forma lógica, comprensible y razonada, que es lo que nos está pasando y nos enseña a vivir bajo la moral de Jesús y en constante vigilancia. Nos introduce en una forma de vida, donde el amor es nuestra máxima y nos enseña a vivir de forma humilde y caritativa, ayudando a nuestro semejante y ofreciéndonos la manera de hacernos cada día un poco mejor con nosotros mismos y con todo y todos los que viven en nuestro entorno. 

- LA AUTOREFORMA Y EL AUTOCONOCIMIENTO: Estudiándonos interiormente, interrogándonos sobre nuestras acciones y analizando minuciosamente nuestras imperfecciones, sabremos trabajarlas y esto es necesario para nuestra elevación moral. 

LOS PASES MAGNÉTICOS: Con el intercambio de fluidos, también conseguimos alejarlos aunque sea de forma temporal. Y por ultimo y no por ello de menor importancia sino todo lo contrario.

 - LA PRACTICA DEL BIEN Y DE LA CARIDAD: El trabajo constante de ayuda al prójimo, realización de acciones nobles diarias, curan y transforman hasta a nuestros enemigos, respetando la máxima de Jesús “Amad al prójimo como a ti mismo” y de ahí “Amad a vuestros enemigos”, porque un acto de amor cambia el mundo. Este, sería el sello para vivir en sintonía con el bien, en paz, armonía y equilibrio con nosotros mismos, con los seres que nos rodean encarnados o desencarnados y con el resto del universo. Esforcémonos más, amemos más, perdonemos más, ayudemos más y si no sabemos, aprendamos a hacerlo. Vivamos dentro de la fe y la moral de Jesús nuestro gran maestro, porque principalmente a los espiritas, es lo que se nos pide que hagamos. Solo así, ellos, esos pobres enfermos de espíritu a los que llamamos nuestros enemigos, al ver que no pueden con nosotros, muchos se aburrirán y desistirán de su lucha en hacernos sufrir, en otros muchos casos al ver nuestro ejemplo, nacerá en ellos el remordimiento y el perdón que deseamos, conseguiremos adoctrinarles y ayudarles, y otros tantos, después de haberles devuelto el mal que nos hicieron por bien, seguramente, se convertirán en nuestros grandes amigos espirituales y porque no en nuestros Ángeles protectores o guardianes. ¿Por qué quien es en el fondo nuestro peor enemigo, sino nosotros mismos?... 

-Merchita- 

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                VIDAS SUCESIVAS

                                   UN CUERPO DESCONOCIDO

                                                                         


Para aquellos que lean por primera vez acerca del tema, algunas dudas importantes aparecerán en su mente acerca de cómo es posible la realidad de la vuelta a la vida en un nuevo cuerpo físico, siendo así que el alma es supuestamente de naturaleza inmaterial e invisible. 

Precisamente por ello, para poder avanzar, vamos a explicar en este artículo cuál es la naturaleza del ser humano y de qué sustancia está compuesto. 

En la antigüedad, los filósofos griegos, con Platón a la cabeza, afirmaban que la naturaleza del hombre era dual; es decir, estábamos compuestos de alma y cuerpo físico. Una vez el alma se retiraba del cuerpo este perdía el “ánimus” que lo sustentaba, y moría. El dualismo era percibido en algunas religiones y filosofías espirituales de oriente y occidente. Sin embargo, junto a ello, los grandes filósofos y líderes religiosos hablaban también de un cuerpo intermedio entre el alma inmaterial y el cuerpo físico, hecho de átomos. A este cuerpo aparentemente desconocido Confucio en China lo llamó “cuerpo aeriforme”, Hipócrates “enormon”, Pitágoras lo denominó como “carro sutil del Alma”, Aristóteles “cuerpo sutil y etéreo”, Pablo de Tarso “cuerpo espiritual”, Orígenes de Alejandría lo llamó “Aura”, Plotino “cuerpo ígneo”, etc. y en muchas religiones hinduístas y budistas se le denominó “cuerpo astral”. Como comprobamos, lejos de ser un cuerpo desconocido, era ampliamente estudiado por los grandes pensadores e investigadores de la historia antigua. 

Pero sin duda, fue Allán Kardec, el codificador de la filosofía espírita, quien desarrolló la siguiente definición y explicación de este cuerpo intermedio entre el cuerpo físico y el alma, al que denominó como peri-espíritu por ser como una membrana que rodea el alma o espíritu: “Envoltura semi-material del espíritu (alma). En los encarnados sirve de lazo o intermediario entre el espíritu y la materia del cuerpo físico; en los espíritus liberados del cuerpo constituye el cuerpo fluídico del espíritu” La naturaleza del peri-espíritu está a su vez formada por tres elementos que se pueden denominar como “cuerpo mental”, “cuerpo causal” y “cuerpo vital”. Es pues un doble energético y electromagnético de nuestro cuerpo físico, de carácter semimaterial (moléculas materiales y  espirituales que permiten la interacción e información entre lo inmaterial y lo material) y está regulado por varios centros de fuerza que regulan la energía y que son denominados en el argot oriental como “chakras”.

 Las funciones de este cuerpo energético son de individualización (no hay uno igual a otro), organización y sustentación (se encarga de mantener la energía vital del cuerpo físico, cohesionando la organización celular desde el momento de la fecundación en la célula huevo). Y entre las propiedades que presenta, además de la irradiación, es semimaterial, invisible, expansible, hipersensible y plástico.(*) 

Las evidencias científicas de su existencia son abrumadoras; los científicos rusos lo denominaron “cuerpo bioplásmico”; Harold Saxton Bur, biológo de la Universidad de Yale (USA), lo llamó “campo electrodinamico”; el Ingeniero Hernani Guimaraes Andrade, “campo biomagnético”; el biogenetista R. Sheldrake lo denominó “campo morfogenético”; etc. Es importantísimo saber de su existencia, pues gracias a este cuerpo intermedio se puede producir la vuelta a la vida una y otra vez. Es la “estructura energética semimaterial que permite la reencarnación”, o como acertadamente lo denominó Hernani Guimaraes, el “Modelo organizador Biológico”. 

Como se detalla profusamente en la obra de Kardec, siendo el perispíritu un cuerpo energético al servicio del espíritu, este último, que es el principio inteligente del universo, es el que piensa, siente y dirige a voluntad este instrumento que le acompaña en la vida física, y luego cuando pasa al otro lado, en la vida espiritual. Los pensamientos y sentimientos del espíritu, así como sus acciones y creencias, condicionan la forma en que la energía del periespíritu se distribuye por todo el órganismo celular que interpenetra. De aquí se desprende que la salud o la enfermedad tienen mucho que ver con la actitud mental y emocional que mantenemos, pues en función de cómo son nuestros pensamientos o emociones generamos en el perispíritu energías tóxicas o saludables, con la consiguiente repercusión en el equilibrio celular y en la enfermedad o salud de nuestro órganos. 

 Como vemos, comprender la ley de las Vidas sucesivas implica acceder a este conocimiento de forma más profunda, pero sin perder de vista nunca que todo está condicionado por nuestra forma de ser y de pensar. Esto es algo que llevamos incorporando a nuestro bagaje y herencia ancestral desde que Dios crea el alma humana, y que queda registrado en los pliegues profundos de nuestro periespíritu (cuerpo causal), aflorando una y otra vez de manera inconsciente cada vez que reencarnamos de nuevo.

 La psicología lo denomina como inconsciente profundo o memoria subconsciente. Pero ahí está todo registrado, lo que fuimos y lo que hicimos; por ello cada cual es diferente a otros, no hay nadie igual. Y también, por ello, todo esto queda registrado en nuestra conciencia, y como adelantamos en artículos anteriores, nada escapa a nuestra conciencia, donde las leyes de Dios se hallan implícitamente registradas, de forma que en una vida o en otra, la Ley de Causa y efecto actúa devolviéndonos aquello que hicimos de bien o de mal anteriormente, a fin de procurar nuestra reeducación moral, la rectificación de nuestros errores y nuestro avance hacia la perfección relativa que nos espera; auténtico objetivo que toma realidad bajo las experiencias superadas que la reencarnación nos permite. 

Antonio Lledó Flor  - Amor, Paz y Caridad.

                                                            

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EL UNIVERSO ES INFINITO

  ¿Los soles, los planetas, los satélites, las galaxias parecen haber sido creados para simple deleite de los ojos humanos? ¿Antes de la existencia de la Tierra para quién brillaban las estrellas que matizan el espacio? ¡Durante mucho tiempo el desconocimiento fue nuestro patrimonio! 

Hoy día, la Astronomía, que es la ciencia que se ocupa del estudio de los astros del cosmos, especialmente de las leyes que rigen su movimiento, comparte con otras áreas de investigación sus técnicas experimentales y objetos de estudio, de entre los cuales cabe destacar la climatología planetaria, la física nuclear, la electrónica, la astronáutica y un largo etc., proporcionando avances para las sociedades. Sin embargo, el estudio científico de los planetas echa por tierra cuestiones metafísicas y conjeturas porque, lejos de ser inaccesible a las verdades, tiene a su alcance un horizonte que brilla con limpia claridad, donde la ciencia tiene por objeto encontrar las verdades eternas. Es pues, cohesionando la parte filosófica y moral del Espiritismo con la ciencia cuando podemos contestar a esas cuestiones de manera global, ya que para hablar de la infinitud del Universo es necesario considerar el todo y no la parte, esa unión, pues, modifica los conceptos erróneos que poseíamos del Universo. 

La Doctrina Espírita ofrece un campo neutral en que se puede conciliar el materialismo y la espiritualidad, enseñándonos que si no los interrelacionamos es de escasa utilidad para el progreso humano, mostrándonos que hay una relación simbiótica entre los seres y los espíritus, que escapa a las percepciones más groseras. 

Debemos resaltar que el sentimiento de la vida espiritual está todavía en estado de intuición en gran parte de la Humanidad, siendo presentido por una multitud de personas; muchas aún no se dan cuenta de la importancia de saber qué función tiene el Universo. Existen dos aspectos fundamentales que obligatoriamente no se deben desprestigiar en esa investigación, la física de los planetas y el nivel moral e intelectual de ellos, defendiendo ardientemente el estandarte de nuestra filosofía. ¿Cómo empezó todo? En el libro El Génesis, que pertenece a la Codificación Espírita, encontramos que la materia cósmica primitiva, encerraba elementos fluídicos y vitales de todos los sistemas que desarrollan su magnificencia ante la eternidad. ¡Es la madre fecunda y generadora eterna! 

 En la profundidad de los hornos estelares bajo una fusión nuclear se crearon los planetas con masas de materia condensada y no solidificada, separadas de la masa central por la acción de la fuerza centrífuga y adoptaron en virtud de las leyes del movimiento, la forma esferoidal, más o menos elíptica, según el grado de fluidez que haya conservado.  

Las sustancias generadoras, fuente del origen de las esferas siderales, no han desaparecido en nuestros días, ni muerto su poder, ya que siguen formando continuamente nuevos mundos, dando vida a nuevas creaciones y recibiendo continuamente los principios reconstituidos de los mundos que desaparecen. La materia cósmica primitiva está sometida a las leyes que aseguran la estabilidad y al principio vital universal que forman generaciones espontáneas en cada globo, a medida que se van manifestando las condiciones necesarias de existencia en cada mundo. 

En su origen, los mundos no fueron creados en su plenitud y madurez de vida. El poder supremo nunca se contradice y, como todas las demás cosas, el Universo nació niño. 

Sometida a las leyes y con el impulso inicial inherente a su propia formación, la materia cósmica primitiva dio nacimiento en sucesivas etapas a: torbellinos, aglomeraciones de fluidos difusos, cúmulos de materia nebulosa, que se multiplicaron y dividieron hasta el infinito, para dar nacimiento en las regiones inconmensurables de toda la extensión Universal a diversos centros de creación. 

Las nebulosas son regiones del medio interestelar constituidas por gases y polvo, tienen importancia cosmológica   porque son los lugares donde nacen las estrellas por fenómenos de condensación y agregación de la materia, aunque, en otras ocasiones son compuestas por los restos de estrellas que han muerto. Las galaxias son sistemas masivos de estrellas, nubes de gas, planetas, polvo y quizás materia oscura y energía oscura que se mantienen agrupadas por su mutua atracción gravitatoria.

 Los cosmólogos determinaron que nuestro Sistema Solar se encuentra dentro de la galaxia conocida como la Vía Láctea, que es una galaxia elíptica. A pesar de sus gigantescas proporciones y la vastedad de su imperio, ocupa un lugar poco apreciable en el Universo, representando apenas un punto insignificante e inapreciable en la inmensidad de las creaciones siderales, sólo es una entre miles. 

Nuestro astro rey posee una superficie luminosa móvil, ardiente, ondulante, foco permanente de electricidad, que sostiene por atracción recíproca los demás mundos del sistema y a él debemos directa e indirectamente todas las transformaciones vitales sobre nuestro planeta. El Sol, cuya dominación asegura la estabilidad, la regularidad y la armonía de los mundos planetarios, no es más que una unidad insignificante y la humilde compañera de multitud de otras no menos esplendidas. Siendo un tipo general en el orden uranográfico, muy probablemente, los millones de astros son otros tantos centros de magníficos sistemas, algunos semejantes al nuestro, algunos inferiores, otros superiores, otros en formación o decrepitación, manifestando vida en mundos todavía desconocidos. 

Los astrofísicos definen los planetas como cuerpos celestes que giran alrededor de una estrella, no poseen luz propia, sino que reflejan la luz solar, cada planeta posee una configuración propia.

 De acuerdo al ítem 56 de El Libro de los Espíritus, observamos infinidad de modelos planetarios, sin embargo, los mundos se enlazan por similitudes, demostrando que en la naturaleza nada está aislado e inútilmente creado, los planetas tienen un origen ígneo y obedecen a las leyes inmutables de la creación. 

Desde 2006 no se considera Plutón como planeta y se pueden dividir los ocho conocidos en dos grupos: los planetas interiores, rocosos y densos, llamados telúricos y los planetas exteriores, gaseosos y helados, llamados jovianos. 

No se destaca nuestro planeta azul por su proximidad ni por su alejamiento, no presentando acentuada relevancia frente a los demás mundos del Sistema Solar. Analizando el terreno, los valles, las montañas, la variación calórica, los estados de electricidad, del magnetismo y el número de satélites, desde este punto de vista, la Tierra no se distingue en modo alguno de los demás planetas. Al emprender el estudio de la posición de la Tierra en el Sistema Solar, vemos que nuestro hogar no disfruta de privilegio y podemos combatir así el argumento de aquellos que, en nombre de su posición, se equivocan lastimosamente cuando quieren abolir la doctrina de la pluralidad de los mundos habitados. Sería mucha soberbia considerar que Dios construyó un Universo infinito solamente para que nosotros vivamos en él. Las enseñanzas espíritas nos ayudan a despojarnos de la añeja ilusión de considerarnos los únicos privilegiados. 

El Universo es infinito, el espacio es infinito y el tiempo es relativo. Hay una relación directa entre la cantidad infinita de planetas y los tiempos diversos e incompatibles que existen. Más allá de los mundos materiales, en el mundo espiritual la eternidad reemplaza las sucesiones efímeras, pues el Universo es inmensidad sin límites y eternidad sin fin: esas son las dos grandes propiedades de la naturaleza universal. Vemos estrellas no como son, sino como han sido, vemos pues el pasado. Podemos con ese conocimiento mantener la teoría de que el Universo existía mucho tiempo antes del nacimiento de la Tierra, desplegando su belleza en la vastedad de los cielos. 

Si no tenemos todavía la demostración científica de la presencia de seres vivos en otros mundos, nada prueba que no puedan existir con un organismo adaptado a las condiciones de esos mundos. De hecho, las entidades espirituales se han manifestado afirmando en múltiples ocasiones la veracidad de esta tesis. Ya no tenemos el mutismo, porque innumerables hermanos desencarnados han dejado sus experiencias y consejos, apartando definitivamente el asustador y tétrico silencio. La simple mirada de la Naturaleza habla elocuentemente a nuestro favor. 

Tenemos abundancia de demostraciones semejantes por la inmensa variedad de ejemplares de la vida en la Tierra. Por simple observación, sabemos que el poder creador es infinito y que no podemos racionalmente oponer ningún obstáculo a la manifestación de la vida en el Universo. Apenas hemos penetrado los misterios que presiden a las funciones habituales de la vida, las propiedades físicas, la acción de la luz y electricidad, los efectos del calor y del magnetismo. ¿No sería negar la existencia de vida en otros planetas, restringir el poder de Dios a estrechas fronteras dentro de las cuales, la misma conciencia humana no se conforma a mantenerse circunscrita para siempre? ¿Estamos solos? La vida también ha evolucionado en muchos otros rincones del Universo, eso es lo que dicta la lógica y las comunicaciones espirituales. 

Nos dijo el astrónomo y poeta de los cielos Camille Flammarion: «Debemos disuadirnos de la pretensión de poder juzgar el estado de habitación de los mundos, sería pues una pretensión muy cercana al ridículo afirmar que somos los únicos y el único fin de la creación». La intervención incesante del Autor supremo no es superflua, abstracta o estéril. Todos los mundos fueron creados para ser habitados. ¿Cómo puede cumplirse este axioma si no hay seres que habiten los mundos ni los conozcan? La única respuesta a esta cuestión es la idea de habitación que se une inmediatamente a la idea de habitabilidad. Nos explican los Espíritus que los entes del Universo permanecen con la complejidad humana, independiente de algunas diferenciaciones y adaptaciones necesarias al medio del planeta más o menos avanzado a que pertenezca. 

Recomiendo, para un mayor entendimiento, la lectura de la Revista Espírita donde el espíritu de Bernard Pallissy explica que la superioridad del planeta Júpiter no lo es solamente en el estado moral e intelectual, sino también en el físico, comunicación, alimentación, forma corpórea y proceso del nacimiento, infancia y desencarnación. Además, indica que la principal ocupación de los espíritus de Júpiter es dar aliento a los espíritus que habitan mundos inferiores para que perseveren en la buena senda. Los planetas no obedecen al mismo orden de evolución espiritual que su disposición en relación al Sol. Además, bajo el prisma de la ontología, el examen comparativo de los planetas establece que una gran diversidad debe reinar entre los habitantes de ellos; desde los mundos inferiores a los superiores habrá una correlación en el valor intelectual y moral. 

Siendo el Universo un imperio divino donde la vida se expresa en variadas formas, se desarrollan incansablemente millares de millares de naciones que conviven simultáneamente en la inmensidad del espacio, ayudándose mutuamente, revelándonos que cada uno está en un grado de evolución cuyas necesidades son distintas. Así, se lleva a cabo la creación universal, Dios ha creado siempre, continúa haciéndolo y por siempre lo hará. Ya es hora de quitarnos la venda de la incultura, por eso cualquier pensador actual es merecedor de comprender ese elocuente espectáculo.

El espacio que se extiende sobre nuestras cabezas no está desierto y silencioso, ya no es indiferente con sus adiamantadas constelaciones. ¡El Universo está poblado! Leyes eternas físicas y morales comandan su ejecución. A todos aquellos dudosos, subrayo que el Amor es la esencia del Universo y que las criaturas nacieron de la exhalación divina para amarse las unas a las otras. Dios es el principio y está en todas las partes, por su potencia, esencia y presencia. ¡La obra Divina es bella en su conjunto y perfecta en su fin! No estamos solos y sí interconectados, ya no es solamente la atracción física, los rayos del Sol, el calor, el magnetismo lo que reúne a todos los seres; no es solamente el principio de la verdad la que establece lazos indisolubles entre las humanidades estelares, todo el Universo infinito está bajo una ley general: la ley de familia.

Si no tenemos todavía la demostración científica de la presencia de seres vivos en otros mundos, nada prueba que no puedan existir con un organismo adaptado a las condiciones de esos mundos. De hecho, las entidades espirituales se han manifestado, afirmando en múltiples ocasiones la veracidad de esta tesis.

Valle García Bermejo 
(Tomado de la Revista Espírita nº 8 de la FEE).

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¿En dónde comienza y termina la Vida y la muerte ?                           


          La fina línea que separa la vida de la muerte, siempre ha sido algo inquietante para el Ser humano desde lo más remoto de sus orígenes

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      Según la Ciencia, la vida humana comienza al unirse los veintitrés cromosomas del espermatozoide, con los veintitrés del óvulo; a partir de ese momento ya hay una vida humana embrionaria como un proyecto de persona en desarrollo.  Por tanto la vida no comienza en el momento en que una persona nace, sino mucho antes, desde el momento de la concepción en el seno materno.

 

       La vida humana, o mejor dicho, la vida del cuerpo humano, cesa con la muerte, pero no así  la vida del Ser espiritual que conforma cada ser humano en su paso por la Tierra, porque siendo el Espíritu un Ente inmaterial, no está sujeto a la muerte del cuerpo material, por lo que continúa existiendo después de abandonar el cuerpo físico tras la muerte del mismo.  

 

       Siguiendo con  los parámetros de la Ciencia, la muerte supone  la cesación de todas las funciones vitales, considerando este cese irreversible a partir de la parada de la actividad cerebral y de la función cardiopulmonar ; sin embargo, existen a veces casos de  reanimación y vuelta a la vida, tras estados de  muertes aparentes o Catalepsia, así como  también casos de reanimaciones  después de una muerte clínica o tras   una congelación con paradas  cardiorespiratoria y de actividad cerebral, a modo de lo que sucede con ciertos anfibios ; estos casos  parecen desmentir  estos parámetros

científicos sobre la vida y la muerte. Por ello se podría diferenciar entre la muerte como separación definitiva del Ser espiritual del cuerpo físico que tenía como ser humano, - lo que  se conoce como desencarnación, en referencia al proceso inverso del nacimiento o   
encarnación -  y la muerte del cuerpo como cesación de toda actividad  orgánica, y que afecta al proceso de separación  corporal definitiva del Ser espiritual, que es la desencarnación. Por tanto la muerte del cuerpo físico, que después aún conserva  por breve  tiempo parte de sus energías vitales, no presupone  que siempre se produzca una separación del espíritu, definitiva e inmediata  del cuerpo  tras el  último aliento vital.

- Jose Luis Martín.

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¿Es el Resentimiento un disturbio del Alma?
                                    

Las desigualdades en el orden social, político y económico, las ofensas, la desvalorización del ser humano, se encuentran desde tiempos remotos entre las principales causas del arraigo en las profundidades del ser, de una de las más letales armas que posee el individuo para destruirse él y cuanto le rodea: el resentimiento. 

Aunque siempre injustificable porque nada puede argumentarse para defender actos innobles contra el prójimo, ni siquiera la reciprocidad de la acción, los conocimientos espíritas nos colocan en capacidad de comprender a quienes suele llamarse los desheredados de la tierra, a los que sufren, subyuga la miseria, el hambre y atraviesan la mayor adversidad, entendiendo esto siempre, desde el punto de vista que plantea el espiritismo en sus principios básicos, la supervivencia del alma y la pluralidad de existencias para alcanzar el perfeccionamiento. 

En cuanto a los hombres se pregunta León Denis: 

¿Se reflexiona lo suficiente en los malos ejemplos que les rodean desde la infancia? 
Las necesidades de la vida, las necesidades imperiosas de todos los días les imponen una tarea ruda y absorbente. 

No tienen tiempo, no tienen ocasión de ocuparse de sus inteligencias. Las dulzuras del estudio y los goces del arte le son desconocidos. 

¿Qué saben ellos de las leyes morales, de su destino, de los resortes del Universo? Pocos rayos consoladores se deslizan por estas tinieblas.

 Para ellos la lucha feroz contra la necesidad es de todos los instantes.

 La falta de trabajo, la enfermedad y la negra miseria los hostigan sin cesar. ¿Qué carácter no se agriaría en medio de tantos males? 

Para soportarlos con resignación se necesita un verdadero estoicismo, una fuerza del alma que es tanto más admirable cuanto que es más bien instintiva que razonada.

 Sin embargo, encontramos al resentimiento presente en todos los estratos sociales, en personas de diversas profesiones, razas, credos, sin distinciones, vibrando en la misma franja, enquistado en lo más íntimo y siendo el justificativo de las mayores atrocidades. 

En nombre de la igualdad y justicia social somos testigos diariamente de que se dominan conciencias, sistemáticamente se promueve el odio entre hermanos, se tiraniza a los pueblos, se abren aún más las heridas que eternizan diferencias, la psiquis individual y colectiva es sometida permanentemente al ultraje.

Todos en algunas ocasiones de nuestras múltiples existencias hemos sido objeto de ofensas, violación a nuestros derechos, actos degradantes, de un trato indigno, pero ¿por qué interiorizar ese veneno que corroe el alma y con toda seguridad enferma tanto el cuerpo biológico como el espíritu, si ante este vasto universo de infinitas posibilidades, somos lo diminuto, lo humano? o ¿es que nuestro ego herido tiene derecho de infringir tanto dolor o más del que hemos recibido?

Contribuye en algo, sentir y volver a sentir, momentos dolorosos que no fueron tal vez expresados en su momento, quedarnos enganchados en situaciones conflictivas, en una onda mental enferma, que no solo nos desarmoniza, desequilibra, sino que ha sido y es el detonante de guerras, asesinatos, genocidios, dictaduras, devastación y crueldad. 

No avalamos la injusticia desde ningún punto de vista, la rechazamos contundentemente y trabajamos cada quien en el espacio en que se desenvuelve por el surgimiento de mejores condiciones para todos los ciudadanos del mundo, pero ¿hemos revisado conscientemente que esas actuaciones estén desprovistas de algún resentimiento o internamente la vehemencia delirante, el apasionamiento desproporcionado, el extremismo en la defensa de una u otra posición, es producto del mismo?

A la luz de la verdad;  ¿estamos movidos únicamente por esas orientaciones? ¿Somos capaces de evaluar con imparcialidad y respeto las ideas adversas, sin imponer nuestra visión y aceptar con serenidad un resultado distinto a la convicción que tenemos, sin que esto nos lesione a lo interno? 

El Espiritismo utiliza los recursos de la ciencia, de la psicología humanista y transpersonal, con sus avances en el estudio del comportamiento humano, al sugerir el uso de un conjunto de herramientas y terapias entre las que se encuentran: estados modificados de conciencia, introspección, biodecodificación, psiconeuro-inmunología, regresiones, programación neurolingüística, gestalt, método rogeriano, entre otras, que permiten identificar, trabajar y cambiar en la estructura psicológica de los individuos resentidos: creencias, pensamientos, sentimientos, emociones, de las que comúnmente no son conscientes, desconocen igualmente la profundidad de sus raíces y que al manifestarse priva en ellos conductas donde están presentes el rencor, la rabia, odio, venganza, la defensa a ultranza de posiciones o situaciones en las que el radicalismo es su más fiel expresión.. 

¡Es necesario sanar el alma! La ley de igualdad planteada por los espíritus a Kardec nos reafirma que todos los hombres estamos sometidos a las mismas leyes. La reencarnación, el libre arbitrio y la ley de evolución explican a la luz de la razón el origen de las diferencias así como también el porqué de la diversidad de aptitudes que han sido desarrolladas por el espíritu en su proceso palingenésico. 
Plenamente identificada con la igualdad de oportunidades, es nuestra responsabilidad incentivar la participación, la integración indistintamente de los ideales, razas, creencias o posiciones sociales; la unión de los ciudadanos en torno a valores positivos: el trabajo, el estudio, las libertades; el desarrollo de sentimientos altruistas, compasivos, amorosos; el involucrarnos en actividades que fomenten la dignificación del ser humano; potenciar las facultades del espíritu desde las edades más tempranas e indiscutiblemente acrecentar la capacidad de olvidar realmente y perdonar como únicos medios para desarraigar del alma ese germen aniquilador del ser integral que es el resentimiento, para así pasar de la sociedad que tenemos a la sociedad que queremos. 

Por Yolanda Clavijo (Publicado en la revista Evolución. Venezuela Espírita. Revista de Cultura Espírita. Movimiento de Cultura Espírita CIMA)


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