INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Obsesiones y vicios
2.- La horrible práctica del aborto
3.- Ante la pérdida de seres queridos
4.- Comunicaciones desde el Más Allá
5.- Fardo leve
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OBSESIONES Y VICIOS
(1)
Si la actividad del espíritu obra sobre el cerebro, entonces si educas el Alma puedes vencer cualquier vicio porque ella es la que controla todos los comportamientos del cuerpo. El fumar, es sólo un modo de que estés subyugado por un vicio, es una de las actividades que afectan tu salud seriamente, como cualquier vicio de Drogas, alcohol, etcétera; es como si te dieras tu mismo/a una sentencia a muerte. Pues tarde o temprano morirás de esos efectos terribles demostrados por la ciencia que atentan a tu propia salud y a tu vida. ¿Crees que los vicios no tienen nada que ver con los Espíritus?. Pues demostraré que si es muy relacionado al Espíritu.
De hecho se puede considerar un acto de suicidio, cualquier vicio, pues los Espiritistas sabemos que los vicios, que se reflejan en tentaciones casi incontrolables, las inducen en la mente los malos Espíritus, inferiores, y viciosos que lo arrastran también de sus encarnaciones pasadas. En términos espirituales, es una Obsesión de subyugación de un Espíritu Obsesor que busca tomar imperio, y lo ha logrado sobre el Espíritu obsesado que eres tú, esto se aplica a Espíritus encarnados o desencarnados. Y el propósito es que pierdas tu vida. No les importa en absoluto que seas feliz o no, lo que importa es que te quites la vida, ya sea por un vicio que poco a poco toma y deteriora tu salud o por el suicidio mismo. Ese, como cualquier vicio, no permite que seas libre en tu pensamiento, sino dependiente del vicio. Entonces, eres tú misma/o el/la que debes decidir.
¿Quieres una sentencia de Muerte segura o deseas ser libre, mediante el ejercicio de tu voluntad? El Espiritismo te ayuda a educar tu Alma, que es la que te ayuda a superar TODO vicio. El Libro del Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo - Allan Kardec nos habla del comportamiento humano y como el Alma logra dominar la carne cuando se está Moralizada.
Cualquier comportamiento humano será modificado hacia el bien en todos sus ámbitos cuando el Alma decide un camino de Bien Común, veamos y cito: Cielo y el Infierno o la Justicia Divina, Cap. VII Las penas futuras según el Espiritismo La carne es débil :
"Hay inclinaciones viciosas que son evidentemente inherentes al espíritu, porque tienen más relación con la parte moral que con la física. Otras más bien parecen consecuencia del organismo, y por este motivo, uno se cree menos responsable, por ejemplo: las predisposiciones a la cólera, a la indolencia, a la sensualidad, etc.
Se reconoce hoy perfectamente por los filósofos espiritualistas que los órganos cerebrales, correspondiendo a las diversas aptitudes, deben su desarrollo a la actividad de su espíritu, y que así este desarrollado un efecto y no una causa. Un hombre no es músico porque tenga la protuberancia de la música, sino que tiene esta protuberancia porque su espíritu es músico. Si la actividad del espíritu obra sobre el cerebro, debe obrar igualmente sobre las otras partes del organismo. De este modo, el espíritu es el artífice que arregla su propio cuerpo, por decirlo así, a fin de amoldarlo a sus necesidades y a la manifestación de sus tendencias. Sentado esto, la perfección del cuerpo de las razas adelantadas no será producto de creaciones distintas, sino resultado del trabajo del espíritu, que perfecciona su instrumento a medida que aumenta sus facultades.
Por una consecuencia natural de este principio, las disposiciones morales del espíritu deben modificar las cualidades de la sangre, darle más o menos actividad, provocar secreciones más o menos abundantes de bilis u otros fluidos. Así es, por ejemplo, que al glotón se le hace la boca agua a la vista de un bocado apetitoso. En este caso, no es el bocado el que puede sobreexcitar el órgano del gusto, puesto que no hay contacto, sino el espíritu, que obra en virtud de la sensibilidad que se le ha despertado, con la acción del pensamiento, sobre este órgano, mientras que en otro, la vista de aquel bocado no produce ningún efecto. Por la misma razón una persona sensible derrama lágrimas fácilmente. La abundancia de las lágrimas no da la sensibilidad al espíritu, sino que la sensibilidad del espíritu provoca la secreción abundante de las lágrimas.
El organismo, bajo el impulso de la sensualidad, se ha apropiado esta disposición normal del espíritu, como se ha apropiado la del espíritu del glotón. Siguiendo este orden de ideas, se comprende que un espíritu iracundo debe propender al temperamento bilioso. De esto se deduce que un hombre no es colérico porque sea bilioso, sino que es bilioso porque es colérico. Lo mismo sucede en cuanto a las otras disposiciones instintivas. Un espíritu perezoso e indolente dejará su organismo en un estado de atonía en relación con su carácter, mientras que si es activo y enérgico, dará a su sangre y a sus nervios cualidades muy diferentes.
Es tan evidente la acción del espíritu sobre la parte física que se ven a menudo producirse graves desórdenes por efecto de violentas conmociones morales. La expresión común: La emoción le ha cambiado la sangre, no está tan carente de sentido como podría creerse. ¿Pero qué ha podido cambiar la sangre, sino las disposiciones morales del espíritu? Se puede, pues, admitir que el temperamento es, al menos en parte, determinado por la naturaleza del espíritu, que es la causa y no el efecto. Decimos en parte, porque hay casos en que lo físico influye ciertamente sobre lo moral. Esto sucede cuando un estado mórbido o anormal se determina por una causa externa accidental, independiente del espíritu, como la temperatura, el clima, los vicios hereditarios de constitución, un malestar pasajero, etc. Entonces, puede estar afectada la moral del espíritu en sus manifestaciones por el estado patológico, sin que su naturaleza intrínseca se modifique." Excusarse de sus defectos por la debilidad de la carne no es más que un subterfugio para eludir la responsabilidad. La carne sólo es débil porque el espíritu es débil, lo cual destruye la excusa y deja al espíritu la responsabilidad de sus actos. La carne no tiene pensamiento ni voluntad. No prevalece jamás sobre el espíritu, que es el ser pensante y voluntario. El espíritu es quien da a la carne las cualidades correspondientes a sus instintos, como un artista imprime a su obra material el sello de su genio. El espíritu, emancipado de los instintos de la bestialidad, se compone un cuerpo que no es un tirano para sus aspiraciones hacia la espiritualidad de su ser. Entonces es cuando el hombre come para vivir, porque vivir es una necesidad, pero no vive para comer. Así pues, sobre el espíritu recae la responsabilidad moral de sus propios actos.
Pero la razón manifiesta que las consecuencias de esta responsabilidad deben estar en relación con el desarrollo intelectual del espíritu. Cuanto más ilustrado es, menos excusa tiene, porque con la inteligencia y el sentido moral nacen las nociones del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto.
Esta ley explica el mal resultado de la medicina en ciertos casos. Desde luego que el temperamento es un efecto y no una causa, y los esfuerzos hechos para modificarlo se hallan necesariamente paralizados por las disposiciones morales del espíritu, que opone una resistencia inconsciente y neutraliza la acción terapéutica. Dad, si es posible, ánimo al medroso, y veréis cesar los efectos fisiológicos del miedo. Es prueba, repito, la necesidad que tiene la medicina convencional de tener en cuenta la acción del elemento espiritual sobre el organismo (Revue Spirite, marzo 1866, p. 65).
Lo vemos nuevamente en el Libro Obras Póstumas otra vez mejor definido, veamos :
- Frank Montañez-
( Continúa en la siguiente publicación de este blog)
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La horrible práctica del Aborto
Es normal que ante la pérdida de un Ser querido sintamos aflicción, porque es un sentimiento muy natural y muy humano. Pero esta aflicción muchas veces en realidad encubre un acto de egoísmo por nuestra parte, porque preferimos retenerlo a nuestro lado aunque sea sufriendo, antes de dejarlo partir libre hacia una vida mejor; sabemos que su marcha será un cambio en nuestra vida, y los cambios muchas veces nos causan miedo e incertidumbre y preocupación.
Eso del mundo mejor, para la mayoría es algo subjetivo y dudoso, una cuestión de fe abstracta, religiosa o simbólica. La mayoría piensan: "¿Quién sabe?,¿Será o no será?. Nadie ha regresado para contarlo". Sin embargo, sabemos que los que así dudan lo hacen por desconocimiento; nosotros podemos estar seguros y afirmar aunque sea ante la presencia del cadáver, que se han ido de nuestro lado, pero ¡ ellos viven!.
Es lógico que situando el alma en esos lugares abstractos e inaccesibles que las religiones nos han pintado, sintamos una barrera abismal y una distancia inalcanzable entre los que se fueron y los que quedamos. Y es que el Cielo o el Más Allá no son lugares, sino un estado del espíritu que, libre de la materia, se halla en otro nivel de vibración mental, diferente al de los espíritus encarnados, a veces muy cerca de nosotros.
La oración por los que se han ido, sentida y realizada con Amor y buenos deseos hacia ellos, es una vibración psíquica y espiritual, que les causa una ayuda y una fuerza de carácter moral que les puede ser de gran utilidad al facilitarles el tránsito desde un plano al otro.
Sería conveniente y hasta necesario el que la gente supiese con mayor certeza, el hecho de que sus muertos verdaderamente viven y que a veces se mantienen cerca de nosotros, aunque no los veamos o no siempre los sintamos, y que mientras dura nuestra separación de ellos, siguen pensando , sintiendo y amando como cuando estaban aquí. Y también. señalar, para aquellas personas que sienten temores por la posible presencia de ellos, "los muertos", que nada tienen que temer de ellos, pues si están próximos es por afinidad o por amor, y si no es así, se alejan. Solamente es necesario en todo caso, un profundo respeto al menos, como se le tiene a cualquier persona en este mundo.
- Jose Luis Martín-
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COMUNICACIONES DESDE EL MÁS ALLÁ
Comunicado dado a Chico -Xavier
Convéncete de que no existen males eternos.
Todo dolor llega y pasa.
El día es siempre nuevo para quien trabaja.
No conserves resentimientos.
La desilusión de ahora será bendición después.
La dificultad es una escuela.
Servir es un privilegio.
Auxilia para el bien.
Nada reclames.
Gritos no valen.
Quejas no apagan deudas.
Tristeza inerte es sinónimo de tiempo perdido.
La paciencia activa realiza prodigios.
Habla encendiendo la luz de la esperanza.
Olvida las ofensas, cualesquiera que sean.
Agresores son dolientes y seres medicados por los recursos de Dios.
No menosprecie la crítica.
Valoriza a los amigos.
Respeta a los adversarios.
Resguarda la conciencia tranquila.
Ejerce la beneficencia como un deber.
Hoy auxiliamos, mañana seremos los necesitados de auxilio.
No cobres tributos de gratitud.
Agradezcamos las bendiciones que Dios nos concede gratuitamente.
Prestigia la existencia que la Sabiduría Divina te concedió.
Es muy importante recordar que, en la muerte, todos encontramos, antes que otra cosa, aquello que hicimos de la propia vida.
Olvida contrariedades, trabajando y sirviendo siempre.
Y, en frente de cualquier obstáculo o de cualquier desengaño, no te olvides que el tiempo de hoy continuará en el mañana.
Extraído del libro “Atención”
Francisco Cándido Xavier
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"Silenciar y no acusar es de sabios. Y los sabios son prudentes; he ahí su sabiduría. La prudencia es el resultado de la armonía entre el pensar, sentir y actuar. Los necios e ignorantes no tienen límites; siempre se equivocan, siempre caen y siempre están en dificultades. El hombre prudente actúa con mansedumbre, tiene conciencia de su actuar, comprende el progreso alcanzado por cada ser. No se desespera, confía. Es sincero pero nunca hiere y sobrelleva las situaciones sin angustias. Sé fiel a la prudencia.
No te desgastes. Espera con humildad. Serenidad siempre. Actúa con sabiduría y vivirás mejor".
( Aportación de Ángela Rodriguez )
Fardo leve
Tal situación no existe. Sería puro sadismo de Dios imponer sobre los hombros de uno de sus hijos un fardo imposible de ser cargado. El peso de nuestras pruebas eso, invariablemente, compatible con nuestras fuerzas.
2-No obstante, el hecho de que el suicida considere que el fardo es superior a sus fuerzas ¿no funciona como atenuante?
Tal vez, en relación a sus responsabilidades, pero no lo absolverá de los desajustes periespirituales que provocará en sí mismo, imponiéndole tormentos en la vida espiritual, ni de los reclamos de la conciencia diciéndole que le faltó un mínimo de confianza en Dios.
3-¿No es complicado imaginar que los mentores espirituales, que orientan la reencarnación de sus pupilos, disponiendo de los males que enfrentarán y estableciendo límites a las pruebas como quien prepara una ecuación matemática, a fin de que no sobrepasen sus fuerzas?
Obviamente, no podemos encuadrar las pruebas humanas en una sencilla ecuación matemática, estableciendo perfecta proporción entre ellas y la resistencia del Espíritu. Lo que la experiencia demuestra es que las pruebas están bien distantes de esos límites. Digamos que existe, una gran distancia entre lo que él sufre y lo que tiene condiciones de soportar.
4-¿Podría ejemplificar?
Se conoce la historia de un Espíritu altamente comprometido con el error y el vicio. Ante la necesidad de reencarnar, pidió a sus mentores enfrentarse a los peores males de la Tierra, ávido por rescatar sus deudas. Los mentores lo hicieron un tanto diferente. Considerando que él no tendría la mínima condición de enfrentar semejante expiación, planearon algo mucho más sencillo. Sería médium, dedicado al trabajo de ayuda a encarnados y desencarnados. Como instrumento de la Espiritualidad, conquistaría su propia redención.
5-Con semejante providencia ¿no estaría faltando a sus compromisos?
El perfeccionamiento de la justicia humana creó la figura de las penas alternativas, en que el criminal, en vez de ir a prisión, presta servicios comunitarios. En vez de entrar en la escuela de criminalidad, de donde generalmente sale peor, entra en instituciones en las que aprende el valor de los servicios de ayuda al prójimo. La justicia humana apenas copia la Justicia Divina.
6-¿Existen penas alternativas para el rescate de nuestros débitos kármicos?
Jesús proclama, en el Sermón de la Montaña (Mateo, 5:7): «Bienaventurados los misericordiosos porque alcanzarán misericordia». Y repite el profeta Isaías (Mateo, 9:13): «Misericordia quiero, y no sacrificio». Dios nos permite, en Su bondad, sustituir la moneda del sufrimiento por la moneda de la misericordia, socorriendo a nuestros hermanos, como rescate de nuestras deudas kármicas.
7-¿Significa esto que no necesitamos transitar por la Tierra en clima de infelicidad para los necesarios reajustes?
Como cualquier padre, Dios quiere que sus hijos sean felices. Acostumbramos a confundir sufrimiento con infelicidad. Sufrimiento es imposición de la vida. Felicidad es una construcción personal, en la intimidad de nuestra conciencia. Quien comprende esto jamás pensará en el suicidio al enfrentar sus pruebas. Siendo así, los dolores del Mundo debían hacernos felices, como feliz queda el deudor al quitar sus deudas.
8-El concepto espírita al respecto del asunto es maravilloso, ofreciéndonos las mejores perspectivas para una existencia feliz y productiva, no obstante vivimos en un planeta de pruebas y expiaciones. Pero hay un problema: ¿cómo pasar ese conocimiento a aquellos que necesitan de él?
Ese es el deber de todos los que conocen la Doctrina Espírita, los que se beneficiarán de sus luces, los que tuvieron su existencia valorada por la visión objetiva de las realidades espirituales. Estamos llamados a participar de los movimientos de divulgación doctrinaria, colaborando con revistas espíritas, integrando grupos en el Centro Espírita y, como diría Castro Alves, distribuyendo libros a montones, convidando al pueblo a pensar en términos de inmortalidad, como sólo el Espiritismo es capaz. Tendremos, entonces, un número cada vez menor de personas que piensan en huir de la vida por la puerta falsa del suicidio, ampliándose el número de personas capaces de enfrentar con serenidad y alegría los desafíos de la existencia.
Richard Simonetti
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