viernes, 25 de septiembre de 2020

Actividad en el Mundo Espiritual

     INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Las tres categorías de adeptos al Espiritismo  

2.- Fraternidad necesaria 

3.- Incorporación

4.- Actividad en el Mundo Espiritual

5.-Evolución de la Mediumnidad (3)



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       LAS TRES CATEGORÍAS DE ADEPTOS AL ESPIRITISMO

Hay, señores, tres categorías de adeptos: unos que se limitan a creer en la realidad de las manifestaciones y que buscan, ante todo, los fenómenos; el Espiritismo es simplemente, para ellos, una serie de hechos más o menos interesantes. 

Los segundos ven más allá de los hechos. Comprenden su alcance filosófico. Admiran la moral que deriva de eso, pero no la practican: para ellos, la caridad cristiana es una hermosa máxima, pero nada más. 

Los terceros, en fin, no se contentan en admirar la moral: la practican y aceptan todas sus consecuencias. Bien convencidos de que la existencia terrestre es una prueba pasajera, tratan de aprovechar esos cortos instantes para caminar en la vía del progreso, que les trazan los Espíritus, esforzándose en hacer el bien y reprimir sus malas inclinaciones. Sus relaciones son siempre confiables, pues sus convicciones los alejan de todo pensamiento de maldad; la caridad es la regla de su conducta en todas las cosas. Son los verdaderos espíritas, mejor dicho, los espíritas cristianos. (…) Evitemos, pues, con nuestra prudencia, todo lo que podría producir una impresión enojosa y, no digo perder una causa asegurada adelante, sino retardar su desarrollo. 

Sigamos los consejos de los Espíritus sensatos y no olvidemos que, en este mundo, muchos éxitos han sido comprometidos por demasiada precipitación. Tampoco olvidemos que nuestros enemigos del otro mundo, así como de éste, pueden buscar arrastrarnos a una vía peligrosa. Habéis tenido a bien solicitarme algunas opiniones. Me daré el placer de ofreceros aquellas que la experiencia podrá sugerirme. Será siempre sólo una opinión personal, que os invito a sopesar con vuestra sabiduría, y de la que haréis el uso que juzguéis conveniente. No tengo la pretensión de considerarme como árbitro absoluto. (…) Hace poco, he hablado de las divergencias que pueden surgir y he dicho que no deberían traer obstáculo al perfecto entendimiento de los diferentes centros. De hecho, esas divergencias sólo pueden basarse en detalles y no en el fondo. 

El objetivo es el mismo: el mejoramiento moral. El medio es el mismo: la enseñanza dada por los Espíritus. Si esa enseñanza fuera contradictoria, si evidentemente uno debiera estar en lo falso y otro en lo verdadero, observad bien que eso no podría alterar el objetivo, que es conducir a las personas al bien para su mayor felicidad presente y futura. El bien no podría tener dos pesos y dos medidas. Desde el punto de vista científico o dogmático, es útil, sin embargo, o por lo menos interesante, saber quién está equivocado y quién tiene razón. ¡Pues bien! Tenéis un criterio infalible para apreciarlo, sean simples detalles o sistemas más radicalmente divergentes. Y eso se aplica no solamente a los sistemas espíritas, sino a todos los sistemas filosóficos. 

Examinad, ante todo, el sistema que es más lógico, aquel que responde mejor a vuestras aspiraciones, que puede alcanzar mejor el objetivo. El mayormente verdadero será, evidentemente, aquel que explique mejor, que dé mejor la razón de todo. 

Si se puede oponer a un sistema un único hecho en contradicción con su teoría, es que su teoría es falsa o incompleta. Examinad, a continuación, los resultados prácticos de cada sistema. La verdad debe estar del lado de aquel que produce más bien, que ejerce la influencia más saludable, que hace a más personas buenas y virtuosas, que estimula el bien por los motivos más puros y más racionales. El objetivo constante al que aspiran las personas es la felicidad. La verdad estará del lado del sistema que proporcione la mayor suma de satisfacción moral; en pocas palabras, que vuelva más felices a las personas. Como la enseñanza viene de los Espíritus, los diferentes grupos, así como los individuos, se encuentran bajo la influencia de ciertos Espíritus, que presiden sus trabajos o los dirigen moralmente. Si esos Espíritus no concuerdan, la cuestión es saber cuál es aquel que merece más confianza. Será, evidentemente, aquel cuya teoría no puede provocar ninguna objeción seria; en suma, aquel que, sobre todos los puntos, da más pruebas de su superioridad. Si todo es bueno, racional en esa enseñanza, poco importa el nombre que toma el Espíritu, y bajo ese aspecto, la cuestión de la identidad es completamente secundaria. Si, bajo un nombre respetable, la enseñanza falla en las cualidades esenciales, podéis concluir, decididamente, que es un nombre apócrifo y que es un Espíritu impostor o que se divierte. 

Regla general: jamás el nombre es una garantía. La única, la verdadera garantía de superioridad es el pensamiento y la manera con la que el pensamiento se expresa. Los Espíritus engañadores pueden imitar todo, todo, excepto el verdadero saber y el verdadero sentimiento. (…) Frecuentemente, sucede que, para hacer adoptar algunas utopías, los Espíritus ostentan un falso saber, y piensan imponerlo extrayendo, del arsenal de las palabras técnicas, todo lo que puede fascinar a aquel que cree demasiado fácilmente. Tienen incluso un medio más seguro: el de fingir las apariencias de la virtud. Con la ayuda de las grandes palabras de caridad, de fraternidad, de humildad, esperan hacer pasar los más groseros absurdos, y es lo que sucede muy frecuentemente cuando no se está en guardia. Por lo tanto, uno debe evitar dejarse llevar por las apariencias, tanto de parte de los Espíritus como de las personas. Ahora bien, lo reconozco, he aquí una de las dificultades más grandes. Pero jamás se ha dicho que el Espiritismo es una ciencia fácil. Tiene sus escollos, que sólo se pueden eludir por medio de la experiencia. Para evitar caer en la trampa de esos Espíritus, es necesario, ante todo, tener cuidado con el entusiasmo que ciega, con el orgullo que tienen ciertos médiums que se creen los únicos intérpretes de la verdad.

 Es necesario examinar todo con frialdad, pesar todo con mucha reflexión, controlar todo, y si alguien desconfía de su propio juicio, lo que es frecuentemente lo más sensato, es necesario remitirse a otros, según el proverbio de que cuatro ojos ven mejor que dos. Sólo un falso amor propio, o una obsesión, pueden hacer persistir en una idea notoriamente falsa, y que el buen sentido de cada uno repele. (…) 

Sería un error creer que esos Espíritus sólo ejercen ese imperio sobre los médiums. Estén muy seguros de que los Espíritus, al estar por todos los lugares, actúan incesantemente sobre nosotros, sin que lo sepamos, seamos o no Espíritas o médiums. La mediumnidad no los atrae. Al contrario, da el medio de conocer a su enemigo, que siempre se revela; siempre, oíd bien, y que sólo engaña a aquellos que se dejan engañar. Eso, señores, me conduce a completar mi pensamiento sobre lo que os había dicho, hace poco, acerca del tema de las disidencias que podrían surgir entre los diferentes grupos, como consecuencia de la diversidad de enseñanzas. Os he dicho que, a pesar de algunas divergencias, los grupos podían entenderse, y deben entenderse si son verdaderos Espíritas. 

Os he dado el medio de controlar el valor de las comunicaciones: he aquí el medio de apreciar la naturaleza de las influencias ejercidas sobre cada uno. 

Puesto que toda buena influencia emana de un buen Espíritu, que todo lo que es malo viene de una mala fuente, que los malos Espíritus son los enemigos de la unión y de la concordia, el grupo que esté asistido por el Espíritu del mal será aquel que le arrojará piedras al otro y no le extenderá la mano. 

En cuanto a mí, señores, os considero a todos como hermanos, estéis vosotros en la verdad o en el error. Pero os declaro abiertamente: estaré de corazón y de alma con aquellos que demuestren más caridad, más abnegación. Si hubiera, Dios no quiera, quiénes mantuvieran sentimientos de odio, de envidia, de celos, me compadecería de esas personas, pues estarían bajo una mala influencia, y preferiría pensar que esos malos pensamientos les hubieran llegado de un Espíritu extraño y no vinieran de su propio corazón. Pero bastaría eso para volver sospechosa, para mí, la veracidad de las comunicaciones que podrían recibir, en virtud del principio de que un Espíritu verdaderamente bueno sólo puede sugerir buenos sentimientos. 

Terminaré, señores, esta alocución, ya demasiado larga sin duda, con algunas consideraciones sobre las causas que deben garantizar el porvenir del Espiritismo. 

Comprendéis todos, porque tenéis bajo vuestros ojos y porque sentís en vosotros mismos, que un día venidero el Espiritismo debe ejercer una inmensa influencia sobre la situación social. Pero el día en el que esa influencia sea generalizada está todavía lejos, sin duda. Serán necesarias generaciones para que el hombre se despoje del hombre viejo. Sin embargo, desde hoy, si el bien no puede ser general, ya es individual, y es porque ese bien es efectivo es por lo que la doctrina que lo proporciona es aceptada con tanta facilidad, puedo incluso decir con tanto apresuramiento por muchos. De hecho, además de su racionalidad, ¿qué filosofía es más capaz de desatar el pensamiento del hombre de los lazos terrestres, de elevar su alma hacia lo infinito? ¿Cuál es la filosofía que le da al hombre una idea más justa, más lógica, y apoyada en pruebas más patentes, de su naturaleza y de su destino? Que sus adversarios la sustituyan, pues, por algo mejor, una doctrina más consoladora, que esté más conforme a la razón, que sustituya la alegría inefable de saber que los seres que nos fueran queridos en la Tierra están cerca nosotros, que nos ven, nos escuchan, nos hablan y nos aconsejan; que dé un motivo más legítimo a la resignación; que haga temer menos a la muerte; que proporcione más calma en las pruebas de la vida; que sustituya, en fin, esa dulce quietud que se experimenta cuando se puede decir: «Me siento mejor». Ante una doctrina que lo haga mejor en todo eso, el Espiritismo bajará sus armas. 

El Espiritismo vuelve, pues, perfectamente felices a las personas; con él, ya no hay aislamiento, ya no hay desesperación. Ya ha evitado muchas faltas, impedido más de un crimen, devuelto la paz a más de una familia, corregido muchas imperfecciones. ¡Qué será, pues, cuando las personas estén nutridas de esas ideas! Pues cuando venga la razón, se fortificarán y no renegarán más de su alma. Sí, el Espiritismo vuelve feliz, y es lo que le da un poder irresistible y garantiza su triunfo venidero. 

Las personas desean la felicidad, el Espiritismo se la da, ellas se lanzarán a los brazos del Espiritismo. ¿Se lo quiere aniquilar? Que se dé a las personas una fuente más grande de felicidad y de esperanza. He aquí lo que concierne a los individuos. 

Otros dos poderes parecen haber temido la aparición del Espiritismo: la autoridad civil y la autoridad religiosa. ¿Y por qué eso? Porque no se lo conocía. Hoy en día, la Iglesia empieza a ver que encontrará, en el Espiritismo, un arma poderosa para combatir la incredulidad; la solución lógica de más de un dogma embarazoso, y finalmente que el Espiritismo vuelve a traer a sus deberes de cristianos a un buen número de ovejas extraviadas. El poder civil, por su lado, empieza a tener pruebas de la beneficiosa influencia del Espiritismo sobre la moralidad de las clases laborales, a las que esa doctrina inculca, por la convicción, ideas de orden, de respeto a la propiedad, y hace comprender la nulidad de las utopías. 

Testigo de transformaciones morales casi milagrosas, el poder civil entreverá muy pronto, en la difusión de esas ideas, un alimento más útil al pensamiento que las alegrías del cabaré o el tumulto de la plaza pública y, por consecuencia, una salvaguardia para la sociedad. Así, al ver, un día, un dique contra la brutalidad de las pasiones, una garantía de orden y de tranquilidad, un regreso a las ideas religiosas que se apagan, pueblo, Iglesia y poder, nadie tendrá interés en trabar al Espiritismo. Al contrario, cada uno buscará un apoyo en él. ¿Quién podría, además, detener el curso de ese río de ideas que ya fluye con sus aguas bienhechoras sobre las cinco partes del mundo? 

Por Allan Kardec 

Texto extraído del artículo titulado “Banquete ofrecido por los Espíritas lioneses al señor Allan Kardec – el 19 de septiembre de 1860: Respuesta del señor Allan Kardec” publicado en la Revista Espírita – Periódico de Estudios Psicológicos, octubre de 1860

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          FRATERNIDAD NECESARIA



Todos conocemos por determinados casos que nos presenta la vida, como por otros tantos que nos señalan los medios de información, de las distintas y diversas formas de comportamiento del ser humano. 

Desde aquellos de nobles sentimientos, que arriesgan su vida en misiones comprometidas, para aliviar los sufrimientos de otras personas, hasta aquellos que carecen del más mínimo sentimiento de respeto hacia los demás, ejecutando a sangre fría actos delictivos y denigrantes, indignos de un ser humano. 

Y precisamente, en ese comportamiento que desarrolla el ser humano a su paso por la vida, juega un papel importante la escala de valores que cada uno anteponemos en el desarrollo de todos nuestros actos, convirtiéndose de este modo, cuando éstos son de signo positivo, en una especie de brújula que se encarga de orientar nuestros pasos. 

Pero en esa escala de valores positivos, yo quería hoy hacer mención específica a un capítulo muy importante,  que merece una atención especial ya que se trata del tema de las relaciones humanas. O dicho de otro modo, porque se trata de un tema tan delicado como es el ejercicio de la convivencia que obligatoriamente tenemos  que mantener unos con otros.

Yo creo que uno de los mejores regalos que nos otorgó nuestro Creador, fue el hecho de que dentro de este mundo donde tenemos que afrontar tantas dificultades, se nos concediera capacidad suficiente para poder relacionarnos entre sí y prestarnos ese apoyo y ese calor humano que recibimos unos de otros para vivir y seguir adelante, sobre todo, en los momentos de mayores dificultades. Por lo tanto, yo creo que el mejor activo que podemos tener es esa paz espiritual que reina en nuestro interior, cuando las relaciones que mantenemos con los demás, se desarrollan en un ambiente cordial, basado en la buena fe, en la sinceridad y en la confianza mutua. 

Y para que esas relaciones, además de sinceras, sean estables y duraderas, tenemos que empezar por sentir satisfacción interior, por el hecho de darse a los demás de una forma desinteresada sin esperar nada a cambio. Sintiéndose bien pagados con la alegría interior que nos proporciona nuestra propia conciencia. Pero además, hay que estar dotados de una gran capacidad de comprensión para saber dispensar a los demás, aquellos actos que desde nuestro punto de vista, no sean todo lo correctos. En primer lugar, porque en la realización de aquel hecho que para nosotros está mal, puede haber mucha mejor intención de lo que nosotros creemos. 

Y en segundo lugar, porque sabiendo que nosotros también nos equivocamos, porque no somos perfectos, no podemos exigirle a los dem·ás ese grado de perfección que nosotros no poseemos. 

Quiero también dejar claro, que aunque no salga todo como nosotros quisiéramos, pero que no piense nadie que esa entrega hacia los demás, pueda ser un trabajo perdido, sino todo lo contrario. 
Por una parte, porque ya dice mucho a favor de la persona el hecho de mantener unas relaciones cordiales con todas las personas que el destino ha señalado para que sean compañeros de viaje. 
Por otra parte, porque con este modo de proceder, podemos alcanzar ese equilibrio interior que todos necesitamos para sentirnos en paz con nosotros mismos. 
Y por último, porque llegado también su momento, nos sentiremos en paz ante la presencia del Creador.

-José García-

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                   Incorporación

1.¿Qué es la mediúmnidad de incorporación?

Aunque consagrado por el uso, ese término es erróneo. Sugiere que el Espíritu manifestante entra en el cuerpo del médium para transmitir su pensamiento, lo que no ocurre. Nuestro cuerpo es inalienable, no es posible de tener substituto o de, eventualmente, albergar a un Espíritu. Como mucho, podemos decir que el médium “incorpora” las impresiones, ideas y sensaciones de la entidad.

2. ¿Cuál sería el término adecuado?

Kardec habla de médiums parlantes. No se expandió en Brasil. Se usa la expresión psicofonía. También está equivocado, sugiere que estaría hablando el alma del médium, algo más próximo al animismo. No obstante, tanto incorporación como psicofonía están consagrados por el uso.

3. ¿Todos los médiums psicofónicos trabajan de forma idéntica?

Obviamente, todos transmiten el pensamiento de los Espíritus por la palabra articulada. Lo que varía es la profundidad del trance mediúmnico. En este aspecto podemos dividir la psicofonía en tres tipos: consciente, semiinconsciente e inconsciente.

4. ¿Cómo distinguirlos?

El médium consciente se conserva despierto, captando el pensamiento del Espíritu y transmitiéndolo por la palabra articulada. El médium inconsciente entra en trance más profundo y se aparta del cuerpo; el comunicante puede manifestarse de forma más directa, como si hubiese una verdadera incorporación. En cuanto al médium semiinconsciente, reúne algo de las otras modalidades. El trance no es tan profundo que produzca la inconsciencia, ni tan superficial que lo mantenga plenamente despierto. Mal comparado, diríamos que el médium consciente piensa para hablar; el inconsciente habla sin pensar; el semiinconsciente piensa y habla simultáneamente.

5. ¿Por qué, siendo la psicofonía inconsciente más auténtica, es tan rara en la actualidad?

Ocurre que, aunque más adecuada a la experimentación, es problemática. Generalmente el médium duerme al inicio de la reunión y despierta al final, sin envolverse, sin un compromiso con las labores mediúmnicas. Si no tuviera cuidado, podría ser conducido por mistificadores.

6. ¿No tiene control sobre las manifestaciones?

Debe de tenerla. Aun, si no estuviese atento a sus responsabilidades, y realmente integrado en la labor mediúmnica, permanecerá en estado de sopor que inhibirá cualquier posibilidad en ese sentido.

7. ¿El ideal sería el médium semiinconsciente?

No se trata de la modalidad ideal, y sí del médium ideal, aquel que esté convencido de sus responsabilidades, asumiendo los compromisos inherentes a ese servicio.

8. Se nota que en la actualidad los médiums, en mayoría, son consciente. ¿Es una tendencia?

Sí. Aunque implique una mayor dificultad para el médium, él sale beneficiado. La psicofonía consciente exige mejor envolvimiento con el estudio, la disciplina, la reforma íntima, habilitándolo a transmitir con mayor eficiencia las manifestaciones,sean de obsesores, sufridores o mentores.

Extraído por "Luz Espiritual", del libro “Mediúmnidad, todo lo que usted necesita saber” de  Richard Simonetti

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            ACTIVIDAD EN EL MUNDO ESPIRITUAL

                               

   Millones y millones de seres espirituales en diversos grados de evolución hay dedicados a la atención de los enfermos que al desencarnar van pensando en los mismos dolores. Otros ayudando a desencarnar. Otros colaborando en los trabajos de reencarnación.

Hay espíritus guías o guías espirituales. Son seres que, dentro del aura magnética del planeta, se encargan de ayudar a otro ser encarnante durante una o más encarnaciones; generalmente, espíritus familiares del mismo encarnante. Su grado de evolución siempre es superior al ser encarnante, a quien tratan de ayudar en el cumplimiento de su destino.

Hay espíritus guardianes que acompañan a otros seres que encarnan con misiones especiales, y con el objeto de ayudarles al cumplimiento de su misión. Pues, es ley divina que toda obra de bien y de justicia sea defendida y protegida por seres de gran poder y pureza. Son espíritus ya liberados de los mundos físicos, de un grado evolutivo superior al humano de nuestro mundo. Y estos encarnan también, a veces, por motivos especiales de adelanto a la humanidad.

Hay espíritus protectores que, perteneciendo todavía a la influencia magnética del planeta, protegen a los humanos en casos especiales, tales como los que toman a su cargo la protección de personas y agrupaciones dedicadas a un fin noble. Cuando las personas se dedican a la práctica del bien, por ley divina reciben la protección de lo Alto. Y entre estos protectores, los hay en diversos grados de evolución, según sea la necesidad de protección: desde elementales a superiores.

Hay inmensidad de espíritus superiores que por amor bajan a los planos inferiores de tinieblas y de magnetismo denso, tratando de persuadir a seres desencarnados desviados y atormentados por las pasiones humanas que, por ignorancia, siguen apegados al plano físico. Y estos misioneros, que por amor a la humanidad doliente renuncian a su bienestar y se sacrifican voluntariamente para hacer llegar la Luz a esos espíritus en sufrimiento; desarrollando conferencias en esos planos inferiores para enseñar la realidad de la bondad divina, para demostrar la existencia de un mundo superior maravilloso, de una vida libre de persecuciones y sufrimientos, y para enseñar la verdadera religión cristiana de amor universal.

Hay diversas otras actividades de servicio, una de las cuales es la de auxiliar a las almas que en el plano de tinieblas y ambiente de sufrimiento en el astral inferior han llegado al arrepentimiento verdadero y claman al cielo misericordia y perdón. Entonces, bajan en grupos de dos o más de esos misioneros y preparan la labor de rescate (ampliación verbal) y constatada la veracidad del arrepentimiento, es trasladado a secciones especiales o colonias de auxilio, para una estadía de recuperación de fuerzas, y en donde comienza la preparación para una nueva encarnación, en concordia con cada caso.

Y hay también guías y protectores menores, auxiliares, como la madre que desencarna dejando uno o más hijos pequeños que todavía necesitan de su cuidado; y de hecho se convierten en su auxiliar invisible. Y muchos otros aspectos más que sería prolijo enumerar.

Como puede apreciarse fácilmente, en ese mundo del Espíritu hay una amplísima gama de actividades dentro de una jerarquía perfecta, desconocida por los humanos, y la cual ofrece múltiples aspectos de progreso. Todo ser espiritual en misión de servicio, recibe la Luz y la Fuerza espiritual necesaria para su realización por seres de mayor luz, amor y poder que, a su vez, reciben también de otros seres más elevados, y otros, en sucesión progresiva hasta la Divinidad; todo lo cual constituye la Ley de Jerarquía Espiritual.

Aún cuando no completa, esta descripción puede darnos una idea de esta ley universal que está contenida dentro de la Ley del Amor; así como una idea de las grandes posibilidades de progreso y vida activa hermosa, al terminar este breve período de vida humana en el plano físico.

 Sebastián de Arauco

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         EVOLUCIÓN DE LA MEDIUMNIDAD (3)


Hay individuos que viven aquí, en la Tierra, viendo de la materia solamente sus aspectos objetivos y groseros y no tienen percepción alguna de su transitoriedad. Para ellos el mundo material es definitivo y estable y por eso se vinculan fuertemente a él, forman parte integrante de él y nada comprenden o sienten fuera o más allá de él.

Para tales individuos una naranja es únicamente una fruta que se come, y un vaso con rosas, nada más que un simple ornamento.

El sentimiento solamente les interesa en la parte que corresponde a sus propias pasiones o comodidades y no se preocupan por saber sus orígenes o causas espirituales.

Mas hay otros más evolucionados, para los que la sensibilidad se extiende y amplía, permitiendo comprender, sentir y penetrar más a fondo en las cosas que les rodean, descubriendo su belleza, su sentido moral y su significación espiritual.

Y otros, aún más sensibles, que vislumbran esferas más allá del ambiente, penetrando sus detalles, descubren sus aspectos y sienten la presencia de la divinidad en toda la Creación.

  Si para unos la sensibilidad se resume en oír el zumbido imperceptible de un insecto, para otros llega al punto de percibir, como se suele decir, la sintonía de las esferas.

 Siempre es una  cuestión de grado en la capacidad de percepción íntima, que deriva de un mayor o menor adelanto espiritual.

  Por eso las escuelas del mundo antíguo en sus cursos iniciáticos intentaban siempre el despertar y el desarrollar las facultades psíquicas, para que por medio de ellas, fuese adquirido un conocimiento más exacto del Universo creado y de la propia alma humana en sus relaciones con otras almas y con la divinidad.

 Formaban médiums,aunque esto no fuese como nosotros lo entendemos hoy, y siempre con el auxilio de las facultades mediúmnicas, es como conseguían obtener efectos concretos en el campo de las realizaciones prácticas.

 Para eso sometían al neófito a un aprendizaje costoso y a un régimen duro de sacrificio y renuncia, para purificar el Espíritu y liberarlo de las cosas del mundo; sabían que para refinar la sensibilidad era necesario abatir o al menos disciplinar, las pasiones animales gobernadas por el instinto.

Mas, con el transcurso del tiempo, el sistema clásico de las iniciaciones fue siendo dejado a un lado, porque los resultados eran siempre precarios; eran raros los que conseguían alcanzar los objetivos señalados y, como conscuencia natural, el conocimiento pasó a ser mayormente intelectual y teórico, sin ninguna realización aprovechable en la práctica.

 Es claro que los que tienen hoy una sensibilidad ya evolucionada, recogen lo que plantaron en vidas anteriores, recogen los resultados de las experiencia tienen con las verdadesyas que reaalizaron, de las pruebas que soportaron, aunque su número es restringido. Son esos los que sin la coacción del dolor, soportan más fácilmente y sin discusión ni vacilaciones las enseñanzas de la Tercera Revelación, porque  ya tienen con las verdades que esta predica, una más o menos acentuada afinidad espiritual.

 Pero como vemos, la gran mayoría de los hombres que no tienen su atención puesta en estas verdades, las únicas capaces de reformarlos moralmente, permanecen al margen de la gran renovación espiritual que se está produciendo en el planeta.

 Están aún fuertemente animalizados, y para ellos la vida se resume en la satisfacción de las pasiones del instinto. La meta aúnno está visible para ellos. De casi anda les valen los esfuerzos, sacrificios y dedicación de los compañeros encarnados y desencarnados que se inquietan con su estado de inferioridad evolutiva, dado que son sordos, ciegos e impermeables a todo esfuerzo que se haga por su esclarecimiento.

 Representan un elemento de estancamiento, de detención, de retraso para la evolución de la especie. El Umbral y las Tinieblas son aún sus moradas naturales.

  Para ellos los azotes de la Providencia están siempre actuando y actuarán hasta que hayan alcanzado el límite de su propia obstinación; pero, agotados todos los recursos de la tolerancia divina, y persistiendo en la rebeldía, restará el remedio heroico de su  traslado a mundos inferiores, donde la vida del Espíritu exiliado deberá ser horrorosamente .edificante.

 Y ese trabajo renovador ya se está operando.

FIN.-     Edgard Armond-

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