INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Ante la teoría del Caos, no pasa nada sin permiso de Dios
2.- La lección del olvido
3.- La Génesis, de Allan Kardec
4.- El Espíritu reencarnante, ¿ Cuando contacta con su madre?
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Frente a la teoría del “caos”, no pasa nada sin permiso de Dios
Nuestro hermano y colaborador Jorge Hessen, con su brillante pluma, escribió lo siguiente:
Hace cinco siglos, la ciencia occidental moderna allanó el camino para los estudios de Copérnico, Galileo, Kepler, Bacon y Descartes, dando como resultado el paradigma mecanicista del proceso científico. Posteriormente, este estándar científico fue corroborado por Newton, quien observó las leyes del movimiento, creando una realidad determinista regida por leyes físicas y matemáticas, donde todo era “exacto”, “absoluto” e “inmutable”.
El funcionamiento del mundo físico llegó a verse como un reloj, a través de movimientos lineales y precisos. Sin embargo, a fines del siglo XIX, el investigador Poincaré desafió, por primera vez, esta visión determinista de los sistemas, revelando los desempeños irregulares e impredecibles de este sistema newtoniano, desvelando así los comportamientos caóticos en la dinámica de la vida.
Actualmente, existen estudios, análisis, debates y críticas respetables sobre la famosa “teoría del caos”. Para algunos, es una de las teorías más importantes del Universo, presente en esencia en casi todo lo que nos rodea. Sus abogados afirman que variaciones insignificantes al inicio de un evento dado (cambio climático, por ejemplo) pueden generar profundas transformaciones en el futuro, que harían el sistema (o eventos) caóticos e imposibles de predecir.
El término caos, así traducido al portugués, proviene de la palabra griega "cháos", que significa gran abismo o grieta. A través de los romanos, llegó a tener la connotación de desorden. La "teoría del caos" también se relaciona con variaciones de la economía crecimiento del mercado y de la población y, como hemos visto, con la concepción de la imposibilidad de realizar previsiones climáticas a largo plazo.
En el siglo XX, durante un evento científico que tuvo lugar en Washington, en 1972, el meteorólogo Eduard Norton Lorenz, con base en sus estudios, formuló ecuaciones que demostraron el “efecto mariposa”. Para ello, presentó un artículo titulado “Previsibilidad: ¿el aleteo de una mariposa en Brasil desencadena un tornado en Texas?”. Al crear tal adagio, tradujo las ideas de que las pequeñas causas pueden causar grandes efectos, independientemente del espacio y el tiempo.
El físico Stephen Hawking también señaló lo siguiente: "Una mariposa que agita sus alas en Tokio puede provocar lluvia en el Central Park de Nueva York". Hawking explicó que no es el aleteo, ingenuo y meramente, lo que provocará la lluvia, sino que la influencia de este pequeño movimiento en otros eventos en otros lugares es lo que en última instancia podría llevar a influir en el clima.
Con base en tales afirmaciones, se observa que el tema es instigador, por ello acortaremos el debate en base a los argumentos de los benefactores espirituales. El espírita es consciente de que el "azar" no existe. En la producción de ciertos fenómenos como vientos, lluvias, truenos, relámpagos y tormentas, los Espíritus se juntan en multitudes. Algunos de ellos [Espíritus] a veces actúan con conocimiento de los hechos, otros no, especialmente los espíritus más atrasados, sin embargo cuando su inteligencia está más desarrollada también comandarán y dirigirán algunos fenómenos naturales.
Para restablecer el equilibrio y la armonía de las fuerzas físicas de la naturaleza, los Espíritus, como agentes de la voluntad del Creador, necesitan ejercer acción sobre la materia y los elementos para actuar, presidir y dirigir ciertos fenómenos. Incluso porque Dios no ejerce una acción directa sobre la materia. Para esto el Creador encuentra agentes (Espíritus) dedicados en todos los grados de la escala de los mundos.
Por tanto, los fenómenos naturales tienen un propósito providencial, no ocurren por causas aleatorias. Por supuesto, todo tiene una razón de ser y nada [en los fenómenos naturales] sucede sin el permiso de Dios.
tendencias buenas y malas de la Humanidad. ^Quien busque su verdadero espíritu encontrará un curso completo de la más elevada filosofía, como ocurre con nuestras fábulas.
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ocultas tras figuras materiales, las cuales, tomadas al pie de la letra, resultan tan absurdas como si creyésemos en la veracidad de las escenas y los diálogos atribuidos a los animales de nuestras fábulas.
Adán personifica a la Humanidad. Su falta simboliza la debilidad del hombre, en el que
predominan los instintos materiales a los cuales no sabe hacer frente.
ciencia simboliza la conciencia que el hombre adquiere del bien y del mal mediante el desarrollo de su inteligencia y de su libre arbitrio, en virtud del cual elige entre ambos. Él señala, además, el momento en que el alma del hombre deja de guiarse exclusivamente por sus instintos, toma posesión de su libertad y aprende a responsabilizarse por sus actos.
El fruto del árbol representa el objetivo de los deseos materiales del hombre, muestra su
envidia y concupiscencia. Resume, en una misma imagen, las causas que conducen al mal; comer es sucumbir a la tentación. Este árbol crece en el jardín de las delicias para enseñarnos que la seducción se halla en el seno mismo de los placeres, y para recordarnos que si el hombre da preponderancia a los goces materiales se aferra a la tierra y, por lo tanto, se aleja de su destino espiritual.
Cuando se amenaza al hombre de muerte, si infringe la prohibición que le ha sido hecha, se
le está advirtiendo de las consecuencias físicas y morales que acarrea la violación de las leyes divinas que Dios ha grabado en su conciencia. Es evidente que no se refiere a la muerte corporal, ya que después de su falta, Adán vive aún mucho tiempo, sino a la muerte espiritual o a la pérdida de los bienes que resultan del progreso moral.
EL GÉNESIS
ALLAN KARDEC
Antes de la fecundación del óvulo, el Ser con su periespíritu, previamente ha entrado en íntimo contacto fluídico con el aura de su futura madre. La unión con su nuevo cuerpo físico comienza con la concepción, en donde ya se establecen los primeros lazos fluídicos, pero no se termina de completar hasta el momento del nacimiento del niño en este mundo cuya entrada se anuncia con el primer llanto; y aun después de nacido, no se completa del todo la unión con su cuerpo físico hasta que el niño cumple los siete años de edad aproximadamente; hasta esa edad los lazos fluídicos de energía vital que le unen al cuerpo material son todavía muy débiles.
Se podría afirmar que hay un
proceso previo al acto físico de la concepción, después de la planificación y
del proyecto de vida que se ha
trazado en el plano espiritual. En ese proceso el Ser se siente impulsado o
atraído hacia los que van a ser sus padres y hacia los que serán sus familiares
y su ambiente en el plano físico. Este impulso es como una fuerza magnética que
le induce hacia la nueva experiencia en la materia, al tiempo que se va
sumiendo gradualmente en una turbación o sueño del que más tarde despertará
estando ya encarnado como un bebé humano. Este sopor se le va haciendo cada vez
más pesado e irresistible a medida que transcurren los meses del embarazo y su
nuevo cuerpo se va formando según el molde energético del Periespíritu.
En las experiencias de las regresiones hipnóticas hasta momentos anteriores al nacimiento, hay personas que han recordado su unión con el embrión o con el feto, en diferentes momentos. Esto se debe a las interpretaciones particulares en la memoria retrospectiva del inconsciente de cada Ser, pues aunque la unión del periespíritu con la materia se inicia en el momento de la concepción y durante los meses del embarazo se van completando, la plena y total integración del Ser espiritual en su nuevo cuerpo carnal se realiza en el momento del nacimiento.
Durante el desarrollo
del feto en el embarazo, el Ser lo va moldeando con su periespíritu que hace el
papel de molde del cuerpo físico en desarrollo, de modo que previamente el
Periespíritu se ha reducido y conformado con lo que será la forma física del
bebé (forma fetal), pero no se halla “dentro” de su materia; el Espíritu es inmaterial y no ocupa lugar,
ni dentro ni fuera de la materia, sino que permanece libre aunque unido a ella
por lazos fluídicos y acompañando exteriormente a la madre durante todo el
proceso, según el grado de afinidad vibratoria que les atrae y les une.
- Jose Luis Martín-
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