INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Comunicado de Allan Kardec
2.- Algunas anécdotas sobre investigación del fenómeno psíquico
3.- La indulgencia
4.-La realidad espiritual del hombre
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COMUNICADO DE ALLAN KARDEC
( De la Revue Spirite de París)
Hermanos, vosotros sois testigos de la gran anarquía material, mientras que yo soy espectador de una gran anarquía espiritual. Si vuestros espíritus familiares no vienen más a menudo a visitaros, es porque están ocupados en trabajos de gran importancia; actualmente se trata de la renovación de la especie humana.
La anarquía material se aferra a los privilegios; ávida de poder, no sufre ni el derecho ni la injusticia, solo tolera la libertad con la mira de conservar sus intereses sórdidos; ¡Ciegos!...¡ ciegos!... ¡Pero la anarquía espiritual tiene mucha mayor importancia, porque se ha levantado el velo!.... Esto solo lo ignoran los espiritistas jóvenes, y vosotros que sabéis, habéis leído el decreto de Dios; los tiempos han llegado, pues, y la separación de la paja del buen grano va a hacerse, y verdaderamente, esta es la causa de la gran revolución actual. Los seres cargados de remordimientos, los esclavos de la materia, son los designados; ellos han comprendido el decreto que ha de desterrarles de esta patria de la que han hecho patrimonio propio hace tantos siglos. Pobres insensatos, se sublevan contra el fuerte de los inertes y solo les queda un medio de darse propia satisfacción, ¡ el de hacerse aún más culpables!.
En nuestra pobre patria, habéis sido testigos de las calamidades que han indignado a los corazones honrados. Pues bien, esto no tiene comparación con la revolución insensata contra aquel que nos dio la existencia, contra nuestro Padre, contra Dios. Vosotros sufrís la influencia de las dos revoluciones, la una espiritual, la otra material, y los hermanos que pertenecen a estos dos órdenes de ideas, os hacen una guerra encarnizada; los que viven en estado de Espíritu, la mayor pate tiene conocimiento de la transformación moral de la ´Tierra, y sabiendo que serán excluídos, si no hacen honrosa retractación, creen más cómodo el coaligarse para formar una mayoría que pueda pesar en la balanza. Es, pues, urgente que estéis enterados de este asunto.
Dios solo nos dio leyes equitativas y eternas, siempre las mismas para conseguir el objetivo, es decir, la unidad. Cuando la mayoría de habitantes de un planeta, sean encarnados o desencarnados, llega a cierto grado de adelanto, enseguida en Gran Dispensador les hace concurrir a un estado superior en el mismo planeta, que entonces avanza en la jerarquía de los mundos.
Sabedlo, si los Espíritus perversos se enfurecen, desviando a los encarnados de las ideas tan justas y consoladoras del Espiritismo, aún se obstinan más, imponiéndose a los Espíritus demasiado confiados para escucharles; en cuanto a esto se parecen a los hombres políticos, que para inducir a los pueblos a que no puedan gozar de su libre albedrío, les engañan impunemente. Todos los hermanos partidarios de la renovación, por el contrario, están de parte de los partidarios ardientes de la paz, que han estudiado profunda y filosóficamente los efectos de los grandes conflictos actuales, para remontar prudentemente al origen que los ha producido; por consiguiente, a las causas primeras de las que lógicamente derivan.
Por un lado nosotros instruimos con ardor, mientras que por otro se procura envenenar la medicina saludable que os preparamos. ¡ Hermanos espiritistas, redoblad vuestro ánimo a pesar de los hombres y Espíritus perversos!, ¿acaso no hay necesidad de hacer brillar en todas las conciencias humanas la luz divina y todas las verdades que nos revelan las maravillas del Arquitecto de los Mundos?...
Predicad pues con el ejemplo y entonces tendréis la elocuencia suprema. Rogad por los rebeldes, sed caritativos para todos; este es el voto común de los amigos de la erraticidad.
Vuestro, en fraternal amor, Allan Kardec
( Tomado de Fraternidad Cristiana Espírita, nº 39)
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Algunas
anécdotas sobre investigación del fenómeno psíquico
Existen tantas y tantas anécdotas
y casos admirables que demuestran la realidad del Espíritu y de su
reencarnación, que no podemos por menos que narrar como muestra alguna de las
más célebres:
Myers fué uno de los pioneros en la investigación psíquica ; este afirmó que “una aparición puede ser una manifestación de una persistente energía personal”, y citaba varios casos para ilustrar su afirmación:
En uno de ellos, un viajante, el
señor F.G., llegó una tarde a su hotel de Boston (USA), y se puso a trabajar en
su habitación. De pronto percibió la presencia de alguien y al levantar la
vista vió a su hermana, muerta hacía nueve años. De un salto se puso de pie
lleno de alegría, y al llamarla por su nombre desapareció. Según contó,
“apareció con el mismo aspecto que cuando estaba viva”, añadiendo que
tenía una pequeña marca roja en la mejilla derecha.
Trastornado por la experiencia,
este señor hizo una visita a sus padres y les contó lo ocurrido. Al contar lo
de la marca su madre se emocionó profundamente, pues ella misma había dejado
accidentalmente esta señal en la cara de su hija ya muerta cuando estaban
preparando el cadáver para el entierro. Poco después la madre murió. Myers
sugirió que la aparición era el espíritu de la difunta muchacha que así indujo
a su hermano a ir a casa para ver por última vez a su madre antes de la muerte
de esta.
Cesar Lombroso fue un famoso investigador y criminólogo, que también tiene una historia muy interesante:
Estudió
a una sensitiva llamada Eusapia Paladino, de veintidós años, ignorante y
analfabeta. Un día cayó en estado de trance mediúmnico delante de Cesar; este
vio como brotaba una sustancia extraña de aspecto blanquecino, pastoso y blando
por su boca y nariz, formando primero como un bulto que después se fue
transformando en la figura de su madre, con su misma apariencia, y sonrisa que
cuando vivía. Esta dirigiéndose a Cesar le dijo :”!Cesar, hijo mío¡”. Ante su
asombro le pidió al ser que así se había formado delante de él, una prueba de
que era real, y el Ser materializado le entregó un pañuelo como prueba mientras
se desvanecía como el humo delante de él.
El espíritu de Katie King se estuvo materializando durante tres años ante William.Crookes, y sus características físicas aunque parecidas a las de las de la médium Florence Cook,eran diferentes; Katie era más alta y además Crookes analizó el cabello de ambas y los de la medium eran más rubios que los de Katie, casi negros y de una estructura especial; también observó que la tela de su vestido no pertenecía a ninguna industria textil conocida, llegando en una ocasión a sacar dos hilos para su análisis, que pronto vio como se desvanecían ante su vista.
A final de Mayo de mil ochocientos setenta y cinco, Katie se despidió de Crookes y de su médium Florence Cook ; sus Katie King con W.Crookes palabras fueron: “ Nos volveremos a ver en la vida espiritual” , y a continuación comenzó gradualmente a desaparecer, como si se deshiciera desde el suelo, de los pies a la cabeza.
William Crookes afirmó públicamente a los que le preguntaban si aquel suceso era posible, que no solo lo era, sino que además era real, aduciendo que después de estudiarlo durante cuatro años, él estaba seguro de que no existía ningún subconsciente que pudiese construir un Ser capaz de imprimir huellas digitales, dejarse fotografiar, que conviva con sus hijos dentro de su casa, y fuese capaz de sacar del interior de un cofre de plomo cerrado y sellado, documentos que estaban guardados dentro, sin dañarlos y sin contacto humano.
El famoso actor norteamericano Glen Ford, cuando fue sometido a regresión hipnótica, recordó dos vidas anteriores: Una como un vaquero
llamado Charlier Bill, que trabajaba para un ganadero llamado Charlier Good Wight, en el Estado de Colorado. En la otra vida recordada, apareció como Charles Stwart, un profesor de piano en Escocia. Curiosamente, cuando el actor se encontraba bajo hipnosis reviviendo esta personalidad, era capaz de tocar el piano con cierta habilidad a pesar de que en estado normal, no sabía tocar ni una sola nota.
Ante historias como estas , puede
ser normal cierto escepticismo porque tengamos una resistencia natural para
admitir lo no habitual, pero existen suficientes documentos escritos y
fotográficos que acreditan que estos relatos son historia real y no se trata de cuentos o fantasías.
LA INDULGENCIA
A todos, en cualquier campo de expresión de la vida (sobre
todo en aquellos sectores que, por su carácter filosófico, espiritual o social,
persiguen fines nobles y constructivos de dignificación del individuo en
general o grupo determinado) les llega, por mandato de los Planos Mayores, un
momento en su trayectoria en que los valores morales y-o espirituales que tanto
estudia o pregona de cara al exterior, son puestos en examen;
quizás por medio de entidades enemigas de la luz y el progreso, pero siempre a
través de nuestros egoísmos y caprichosas debilidades aún inherentes en
nosotros, o aquellos, que integran la sociedad,agrupación.
Nos estamos refiriendo a aquel periodo especialmente crítico o
"turbador" en que, de repente, como el estallido de un tormenta; la
vanidad, la ira y las pequeñas o grandes susceptibilidades ( esos
"fuegos" característicos del "hombre viejo" que, quizá,
hace tiempo empezamos a controlar y reducir con la disciplina de la caridad
bien entendida, tolerancia, tacto, solidaridad, etc...), cobran insólito
protagonismo, amenazando la obra laboriosa de la hermandad, la cooperación
desinteresada y la confianza.
En estos periodos (momentos de prueba, sin duda): unos dejan prender con
facilidad las cenizas de sus inferiores, otros, por el contrario,
ofrecen tenaz y paciente resistencia... La prueba transcurre hasta determinado
momento, mientras la lucha de la verdad y la ignorancia (que, en gran parte, es
la lucha con nosotros mismos) es observada amorosa y pacientemente por los
guías e instructores, que desde el mundo espiritual, nos auxilian en la ruta
evolutiva con la cual nos afinamos y comprometimos para auxilio a los demás y
redención de nuestros pasados o ancestrales ingratitudes.
La luz siempre está encendida al frente. Sólo nosotros con frecuencia perdemos
la estrella guía, al interponer en nuestro caminar las tristes sombras de la
mala voluntad, la torpe inconstancia.
Echemos cada vez con más frecuencia, mano del bendito manto de la indulgencia,
allá, como su hermana gemela, la caridad, es el plateado cordón por donde se
engarzan, una a una, todas las demás virtudes. Los espíritus de luz y
sabiduría, ante las vibraciones tumultuosas de esta humanidad (que da sus
vacilantes primeros pasos, en los albores ya del Tercer milenio de su azarosa
singladura) no cesan de susurrar al oído y las conciencias, más o menos
aletargadas, de todos los hombres, sobre los oscuros efectos de la susceptibilidad que,
lanzado al exterior de nuestro círculo, debilita y, a veces, envenena las más
bellas relaciones o-y las más firmes y nobles aspiraciones en interés del bien.
La indulgencia es siempre la bendecida peregrina que, descendiendo a los
baldíos campos de nuestro Yo, nos abraza con piadoso y liberador poder,
apartando lejos nuestras iras con la lluvia renovadora del perdón... y haciendo
germinar las adormecidas semillas de la fe renovadora y la esperanza.
Indulgencia, siempre.
(Tomado de Sublime Espírita)
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La Realidad Espiritual del Hombre
El proceso de la vida es tan complejo, que el hombre siempre se ha apegado al concepto negativo de la muerte como frustración de todas las posibilidades humanas. De ahí, la famosa frase de Sartre que se propagó por toda la cultura moderna: “El hombre es una pasión inútil”.
Ante lo inevitable de la muerte, el hombre
actual no ha podido salir de la corta visión de considerarla como pura y simple
destrucción. Y ello, a pesar de las innumerables concepciones que desde la
antigüedad más remota han ido configurando el pensamiento humano. Sin embargo,
las investigaciones científicas respecto a la naturaleza humana, particularmente
en el campo de los fenómenos paranormales, han aportado las pruebas
irrefutables de la supervivencia del hombre después de la muerte. Esa
supervivencia implica la existencia de planos espirituales, de hipóstasis,
donde la vida humana continúa, como ya consideró Plotino en su teoría de las
almas viajeras. Hoy con los avances de distintas ciencias, en especial la
física y la biología, se está rasgando el velo que nos impide observar de
manera clara y distinta la realidad que nos constituye y nos circunda. La
existencia de las hipóstasis ya no es una especulación filosófica, sino una
verdad comprobada. El cuerpo espiritual del hombre, el periespíritu, según
Allan Kardec, ha sido tecnológicamente demostrado. Por consiguiente, los
muertos ya no pueden ser considerados muertos. Ha sido declarado
categóricamente que el hombre es inmortal. Lo que muere es sólo el cuerpo
carnal, el cuerpo físico. Por otra parte, desde el punto de vista del
pensamiento, ya sería un absurdo pensar que en un Universo en que nada se
pierde pues, como enseña la física, todo se transforma, el hombre fuese la
única excepción.
Cuando nos sorprende el fenómeno biológico de
la muerte nos trasferimos a otros planos de materia más sutil y rarefacta,
donde continuamos viviendo con más libertad y posibilidades de realización. Si
el Espíritu encarnado, es decir, todos nosotros, actuando en el fondo de un
océano de aire pesado logra realizar tantas cosas, ¿por qué dejaría de actuar
con más provecho y visión elevada en un plano donde todo confluye a su favor?
Se engañan quienes piensan en los muertos como muertos. Ellos están más vivos
que nosotros, poseen una visión más penetrante que la nuestra. Son seres más
definidos que nosotros y pueden vernos, visitarnos y comunicarse con nosotros
con toda naturalidad. Es preciso saber, entonces, que los hombres son Espíritus
y los Espíritus no son otra cosa que hombres liberados de las imposiciones de
la materia, los mal llamados muertos. Tenemos que pensar en ellos como seres
vivos y actuantes, como realmente son. Ellos se angustian con nuestras
tristezas y se sienten felices con nuestras alegrías. No quieren que pensemos
en ellos con aflicción, porque eso los entristece. Se hallan en un mundo en que
las vibraciones mentales son fácilmente perceptibles y desean que los ayudemos
con pensamientos de confianza y alegría.
Desde el hombre primitivo, los muertos se
comunican con los vivos y estos tratan de instruirse con aquellos. El
intercambio es normal entre los dos mundos y siempre ha existido. De ello da
cuenta una vastísima literatura producida por los sabios antiguos y modernos
que estudiaron el problema y confirmaron la supervivencia. Pero, en la medida
en que los métodos científicos se perfeccionaron, en la batalla de las ciencias
contra las supersticiones del pasado milenario, la misma aceptación general de
esa verdad originó mayores sospechas en el medio científico. Las propias
religiones, parasitarias de aquella concepción negativa de la muerte,
provocaron mayores inconvenientes para la comprensión del problema. Aún hoy,
después de pruebas exhaustivas, confirmadas miles de veces por los más
respetables investigadores, nuestra cultura rechaza presuntuosamente la
flagrante realidad de todos los tiempos, como si ella no pasase de suposiciones
inverosímiles.
¿Cuál es la razón de esa actitud irracional
ante un problema tan grave: el de mayor importancia para la adecuación del
pensamiento a la realidad, objetivo supremo de la filosofía? Es la “alergia al
futuro” declarada por Remy Chauvin, director del Instituto de Altos Estudios de
París, que tiene su origen histórico en el período inquisitorial. Esa
influencia caló en el medio científico y en las ideologías materialistas como
el positivismo, el pragmatismo y el marxismo. La prueba científica de la
existencia del periespíritu, llamado por los investigadores soviéticos de la
Universidad de Kirov (la más importante de Rusia) cuerpo bioplasmático, fue
sencillamente asfixiada por el poder estatal. En los Estado Unidos no se
intentó realizar las experimentaciones de Kirov porque el descubrimiento del
cuerpo bioplasmático hiere los intereses teológicos de las iglesias cristianas.
La religiosidad fideísta (creer en que a Dios no se puede llegar por la razón,
sino sólo por la fe) de las iglesias junto al materialismo socio-político
impide nuevamente el desarrollo de la ciencia, catapultando al ostracismo el
sentimiento innato de la inmortalidad del Espíritu.
Pero la invasión de los “muertos” se hizo
sentir en América y Europa. Los Espíritus contrarrestaron con sus apariciones
la “herejía” de las investigaciones científicas. Fue cuando Allan Kardec
–pseudónimo del emérito pensador y pedagogo francés Hippolyte Léon Denizard
Rivail, discípulo de Pestalozzi- sacudió los nuevos tiempos con la publicación
de El Libro de los Espíritus,
proclamando el restablecimiento de la verdad espiritual contra la devastación
teológica. Según Kant, el filósofo de la razón por excelencia, al hombre le era
impedido penetrar en los problemas metafísicos. Pero Kardec respondía con los
hechos ante una avalancha de contradictores. Enseñaba sin cesar que los
fenómenos mediúmnicos eran hechos, realidades palpables y no ensimismamientos
imaginarios. El sabio inglés William Crookes, convocado a combatirlo, tuvo que
confirmar la realidad del descubrimiento kardecista, después de estudiar
durante tres años tales fenómenos. Zöllner hizo lo mismo en Alemania,
confirmando las manifestaciones espírita, así como Ochorowicz en Varsovia. El
siglo XIX –como diría más tarde Léon Denis- tenía la misión de restablecer científicamente
la concepción espiritual del hombre. El movimiento Neoespiritualista invadió
con fuerza Inglaterra y los Estados Unidos. Lombroso, el psiquiatra y
antropólogo criminalista, se levantó irascible, en Italia, contra esa
resurrección amenazadora de las antiguas supersticiones. Pero el profesor
Chiaia, de Milán, lo desafió con las experiencias de la famosa médium Eusapia
Paladino. Lombroso aceptó el desafío y tuvo la satisfacción de recibir en sus
brazos a su propia madre, mediante un fenómeno de materialización realizado en
una sesión mediúmnica. Charles Richet, en Francia, funda la Metapsíquica. Era
el mayor fisiólogo del siglo, premio Nobel en medicina en 1913 y director de la
Facultad de Medicina de París. Kardec ya no estaba solo. Numerosos científicos
e intelectuales lo apoyaban, aunque quisieran desnaturalizar su fundamentación.
No fue el caso de Conan Doyle, médico y escritor de renombre (creador del
personaje Sherlock Holmes), que se convirtió en un apasionado propagador del
Espiritismo. Víctor Hugo se pronunció a favor de la nueva doctrina. Estaba
cumplida la misión del siglo XIX: el establecimiento de la era del Espíritu.
Tras la muerte de Richet, la prensa mundial
prejuzgó que la Metapsíquica estaba muerta y había sido enterrada con él. Pero
no sabían que cinco años antes, en 1930, Rhine y McDougall habían reiniciado
las investigaciones metapsíquicas, en la Universidad de Duke, con la
denominación de parapsicología. En 1940 el profesor Rhine anunciaba la
comprobación científica de la telepatía, seguida de las demostraciones de otros
fenómenos. Declaró posteriormente la existencia de un componente extra-físico
en el hombre, con el beneplácito de investigadores de la Universidad de
Londres, Oxford y Cambridge. Siguiendo el esquema de las investigaciones de
Kardec, pero ahora enriquecido con los nuevos métodos y el auxilio del avance
tecnológico, hizo esta proclamación: “La mente no es física, pues por medios no
físicos actúa sobre la materia. El cerebro es simplemente el instrumento de
manifestación de la mente en el plano físico”. Eso equivale a decir que el
hombre es Espíritu y no sólo un organismo biológico. Posteriormente a las
demostraciones de la tesis de Kardec, siguieron las experiencias
parapsicológicas. Uno a uno, los fenómenos investigados por Kardec fueron
repetidos por aquellas. Surgió, entonces, la investigación más compleja y
peligrosa: la de los llamados fenómenos theta, referentes a las manifestaciones
de los Espíritus de los muertos. El profesor Pratt asumió la dirección del grupo
theta de investigación, logrando resultados notables. Louise Rhine efectuó
investigaciones de campo y confirmó la realidad de las apariciones y
comunicaciones de Espíritus. Sólo faltaba la investigación de la reencarnación,
más difícil aún por la imposibilidad de las pruebas materiales respecto a que
una persona fuera realmente otra en una encarnación anterior. El profesor Ian
Stevenson, de la Universidad de California, se encargó de este sector,
publicando un volumen que, prácticamente, confirma las investigaciones del
coronel Albert de Rochas, en Paris. Estaban convencidos de la existencia de la
reencarnación. Fueron prácticamente confirmadas por las investigaciones
actuales (siglo XX y XXI) las realizadas anteriormente por Kardec y
corroboradas por Crookes, Richet y tantos otros del siglo XIX. Resurgió así en
el seno de las mismas ciencias, la concepción del hombre como Espíritu y el
concepto de la muerte como una fase del continuum de la vida. El Espiritismo
uniendo la ciencia con la filosofía y la moral, ofreció un saber que deja atrás
creencias supersticiosas, credos dogmáticos y esquemas materialistas que
caracterizaron etapas anteriores y abre un nuevo rumbo para el progreso
evolutivo de la humanidad.
Miguel Vera
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