viernes, 15 de octubre de 2021

La realidad espiritual del hombre

    INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Comunicado de Allan Kardec

2.- Algunas anécdotas sobre  investigación del fenómeno psíquico

3.- La indulgencia

4.-La realidad espiritual del hombre




                                             



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          COMUNICADO DE ALLAN KARDEC

( De la Revue Spirite de París)

  Hermanos, vosotros sois testigos de la gran anarquía material, mientras que yo soy espectador de una gran anarquía espiritual. Si vuestros espíritus familiares no vienen más a menudo a visitaros, es porque están ocupados en trabajos de gran importancia; actualmente se trata de la renovación de la especie humana.

  La anarquía material se aferra a los privilegios; ávida de poder, no sufre ni el derecho ni la injusticia, solo tolera la libertad con la mira de conservar sus intereses sórdidos; ¡Ciegos!...¡ ciegos!... ¡Pero la anarquía espiritual tiene mucha mayor importancia, porque se ha levantado el velo!.... Esto solo lo ignoran los espiritistas jóvenes, y vosotros que sabéis, habéis leído el decreto de Dios; los tiempos han llegado, pues, y la separación de la paja del buen grano va a hacerse, y verdaderamente, esta es la causa de la gran revolución actual. Los seres cargados de remordimientos, los esclavos de la materia, son los designados; ellos han comprendido el decreto que ha de desterrarles de esta patria de la que han hecho patrimonio propio  hace tantos siglos. Pobres insensatos, se sublevan contra el fuerte de los inertes y solo les queda un medio de darse propia satisfacción, ¡ el de hacerse aún más culpables!.

  En nuestra pobre patria, habéis sido testigos de las calamidades que han indignado a los corazones honrados. Pues bien, esto no tiene comparación con la revolución insensata contra aquel que nos dio la existencia, contra nuestro Padre, contra Dios. Vosotros sufrís la influencia de las dos revoluciones, la una espiritual, la otra material, y los hermanos que pertenecen a estos dos órdenes de ideas, os hacen una guerra encarnizada; los que viven en estado de Espíritu, la mayor pate tiene conocimiento de la transformación moral de la ´Tierra, y sabiendo que serán excluídos, si no hacen honrosa retractación, creen más cómodo el coaligarse para formar una mayoría que pueda pesar en la balanza. Es, pues, urgente que estéis enterados de este asunto.

 Dios solo nos dio leyes equitativas y eternas, siempre las mismas para conseguir el objetivo, es decir, la unidad. Cuando la mayoría de habitantes de un planeta, sean encarnados o desencarnados, llega a cierto grado de adelanto, enseguida en Gran Dispensador les hace concurrir a un estado superior en el mismo planeta, que entonces avanza en la jerarquía de los mundos.

 Sabedlo, si los Espíritus perversos se enfurecen, desviando a los encarnados de las ideas tan justas y consoladoras del Espiritismo, aún se obstinan más, imponiéndose a los Espíritus demasiado confiados para escucharles; en cuanto a esto se parecen a los hombres políticos, que para inducir a los pueblos a que no puedan gozar de su libre albedrío, les engañan impunemente. Todos los hermanos partidarios de la renovación, por el contrario, están de parte de los partidarios ardientes de la paz, que han estudiado profunda y filosóficamente los efectos de los grandes conflictos actuales, para remontar prudentemente al origen que los ha producido; por consiguiente, a las causas primeras de las que lógicamente derivan.

  Por un lado nosotros instruimos con ardor, mientras que por otro se procura envenenar la medicina saludable que os preparamos. ¡ Hermanos espiritistas, redoblad vuestro ánimo a pesar de los hombres y Espíritus perversos!, ¿acaso no hay necesidad de hacer brillar en todas las conciencias humanas la luz divina y todas las verdades que nos revelan las maravillas del Arquitecto de los Mundos?...

  Predicad pues con el ejemplo y entonces tendréis la elocuencia suprema. Rogad por los rebeldes, sed caritativos para todos; este es el voto común de los amigos de la erraticidad.

  Vuestro, en fraternal amor,   Allan Kardec

( Tomado de Fraternidad Cristiana Espírita, nº 39)

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Algunas anécdotas sobre investigación del fenómeno psíquico 

Existen tantas y tantas anécdotas y casos admirables que demuestran la realidad del Espíritu y de su reencarnación, que no podemos por menos que narrar como muestra alguna de las más célebres:

   


 Myers fué uno de los pioneros en la investigación psíquica ; este afirmó que una aparición puede ser una manifestación de una persistente energía personal”, y citaba varios casos para ilustrar su afirmación:

En uno de ellos, un viajante, el señor F.G., llegó una tarde a su hotel de Boston (USA), y se puso a trabajar en su habitación. De pronto percibió la presencia de alguien y al levantar la vista vió a su hermana, muerta hacía nueve años. De un salto se puso de pie lleno de alegría, y al llamarla por su nombre desapareció. Según contó, “apareció con el mismo aspecto que cuando estaba viva”, añadiendo que tenía una pequeña marca roja en la mejilla derecha.

Trastornado por la experiencia, este señor hizo una visita a sus padres y les contó lo ocurrido. Al contar lo de la marca su madre se emocionó profundamente, pues ella misma había dejado accidentalmente esta señal en la cara de su hija ya muerta cuando estaban preparando el cadáver para el entierro. Poco después la madre murió. Myers sugirió que la aparición era el espíritu de la difunta muchacha que así indujo a su hermano a ir a casa para ver por última vez a su madre antes de la muerte de esta.


Cesar Lombroso
fue un famoso investigador y criminólogo, que también tiene una historia muy interesante:

Estudió a una sensitiva llamada Eusapia Paladino, de veintidós años, ignorante y analfabeta. Un día cayó en estado de trance mediúmnico delante de Cesar; este vio como brotaba una sustancia extraña de aspecto blanquecino, pastoso y blando por su boca y nariz, formando primero como un bulto que después se fue transformando en la figura de su madre, con su misma apariencia, y sonrisa que cuando vivía. Esta dirigiéndose a Cesar le dijo :”!Cesar, hijo mío¡”. Ante su asombro le pidió al ser que así se había formado delante de él, una prueba de que era real, y el Ser materializado le entregó un pañuelo como prueba mientras se desvanecía como el humo delante de él.

     No menos interesante es la historia de Sir William Crookes. Este fue un científico e investigador destacado en los campos de la Física y la Química. Llegó a ser considerado como el “Padre de la Física Nuclear”, y como ya se dijo anteriormente, fue célebre por su descubrimiento del Talio y los Rayos Catódicos o la radiación de la materia. Crookes estudió los fenómenos paranormales y después de muchas investigaciones quedó totalmente convencido de las tesis espíritas que estudió principalmente en una niña de once años, medium llamada Florence Cook, a través de la que se estuvo materializando el espíritu de una chica llamada Katie King. Dicha aparición materializada, fue vista, tocada y fotografiada por los científicos  más notables de la época, como Charles Richet, Alexandre Aksakov, Ernesto Bozzano, Cesar Lombroso, etc.   

El espíritu de Katie King se estuvo materializando durante tres años ante William.Crookes, y sus características físicas aunque parecidas a las de las de la médium Florence Cook,eran diferentes; Katie era más alta y además Crookes analizó el cabello de ambas y los de la medium eran más rubios que los de Katie, casi negros y de una estructura especial; también observó que la tela de su vestido no pertenecía a ninguna industria textil conocida, llegando en una ocasión a sacar dos hilos para su análisis, que pronto vio como se desvanecían ante su vista.

A final de Mayo de mil ochocientos setenta y cinco, Katie se despidió de Crookes y de su médium Florence Cook ; sus    Katie King con W.Crookes        palabras   fueron: “ Nos volveremos a ver en  la vida espiritual” ,                                      y a continuación comenzó gradualmente a desaparecer, como si                                         se deshiciera desde el suelo, de los pies a la cabeza.

William Crookes afirmó públicamente a los que le preguntaban si aquel suceso era posible, que no solo lo era, sino que además era real, aduciendo que después de estudiarlo durante cuatro años, él estaba seguro de que no existía ningún subconsciente que pudiese construir un Ser capaz de imprimir huellas digitales, dejarse fotografiar, que conviva con sus hijos dentro de su casa, y fuese capaz de sacar del interior de un cofre de plomo cerrado y sellado, documentos que estaban guardados dentro, sin dañarlos y sin contacto humano.

      El famoso actor norteamericano Glen Ford, cuando fue sometido a regresión hipnótica, recordó dos vidas anteriores: Una como un vaquero

 llamado Charlier Bill, que trabajaba para un ganadero llamado Charlier Good Wight, en el Estado de Colorado. En la otra vida recordada, apareció como Charles Stwart, un profesor de piano en Escocia. Curiosamente, cuando el actor se encontraba bajo hipnosis reviviendo esta personalidad, era capaz de tocar el piano con cierta habilidad a pesar de que en estado normal, no sabía tocar ni una sola nota.

Ante historias como estas , puede ser normal cierto escepticismo porque tengamos una resistencia natural para admitir lo no habitual, pero existen suficientes documentos escritos y fotográficos que acreditan que estos relatos son  historia real y no se trata de cuentos o  fantasías.

 - Jose Luis Martín-

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                      LA INDULGENCIA

                                                                       


A todos, en cualquier campo de expresión de la vida (sobre todo en aquellos sectores que, por su carácter filosófico, espiritual o social, persiguen fines nobles y constructivos de dignificación del individuo en general o grupo determinado) les llega, por mandato de los Planos Mayores, un momento en su trayectoria en que los valores morales y-o espirituales que tanto estudia  o pregona de cara al exterior, son puestos en examen; quizás por medio de entidades enemigas de la luz y el progreso, pero siempre a través de nuestros egoísmos y caprichosas debilidades aún inherentes en nosotros, o aquellos, que integran la sociedad,agrupación.

Nos estamos refiriendo a aquel periodo especialmente crítico o "turbador" en que, de repente, como el estallido de un tormenta; la vanidad, la ira y las pequeñas o grandes susceptibilidades ( esos "fuegos" característicos del "hombre viejo" que, quizá, hace tiempo empezamos a controlar y reducir con la disciplina de la caridad bien entendida, tolerancia, tacto, solidaridad, etc...), cobran insólito protagonismo, amenazando la obra laboriosa de la hermandad, la cooperación desinteresada y la confianza.

En estos periodos (momentos de prueba, sin duda): unos dejan prender con facilidad las cenizas de sus inferiores, otros, por el contrario, ofrecen tenaz y paciente resistencia... La prueba transcurre hasta determinado momento, mientras la lucha de la verdad y la ignorancia (que, en gran parte, es la lucha con nosotros mismos) es observada amorosa y pacientemente por los guías e instructores, que desde el mundo espiritual, nos auxilian en la ruta evolutiva con la cual nos afinamos y comprometimos para auxilio a los demás y redención de nuestros pasados o ancestrales ingratitudes.

La luz siempre está encendida al frente. Sólo nosotros con frecuencia perdemos la estrella guía, al interponer en nuestro caminar las tristes sombras de la mala voluntad, la torpe inconstancia.

Echemos cada vez con más frecuencia, mano del bendito manto de la indulgencia, allá, como su hermana gemela, la caridad, es el plateado cordón por donde se engarzan, una a una, todas las demás virtudes. Los espíritus de luz y sabiduría, ante las vibraciones tumultuosas de esta humanidad (que da sus vacilantes primeros pasos, en los albores ya del Tercer milenio de su azarosa singladura) no cesan de susurrar al oído y las conciencias, más o menos aletargadas, de todos los hombres, sobre los oscuros efectos de la susceptibilidad que, lanzado al exterior de nuestro círculo, debilita y, a veces, envenena las más bellas relaciones o-y las más firmes y nobles aspiraciones en interés del bien.

La indulgencia es siempre la bendecida peregrina que, descendiendo a los baldíos campos de nuestro Yo, nos abraza con piadoso y liberador poder, apartando lejos nuestras iras con la lluvia renovadora del perdón... y haciendo germinar las adormecidas semillas de la fe renovadora y la esperanza.

Indulgencia, siempre.

Juanma (Córdoba)

(Tomado de Sublime Espírita)

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La Realidad Espiritual del Hombre

   El proceso de la vida es tan complejo, que el hombre siempre se ha apegado al concepto negativo de la muerte como frustración de todas las posibilidades humanas. De ahí, la famosa frase de Sartre que se propagó por toda la cultura moderna: “El hombre es una pasión inútil”.

   Ante lo inevitable de la muerte, el hombre actual no ha podido salir de la corta visión de considerarla como pura y simple destrucción. Y ello, a pesar de las innumerables concepciones que desde la antigüedad más remota han ido configurando el pensamiento humano. Sin embargo, las investigaciones científicas respecto a la naturaleza humana, particularmente en el campo de los fenómenos paranormales, han aportado las pruebas irrefutables de la supervivencia del hombre después de la muerte. Esa supervivencia implica la existencia de planos espirituales, de hipóstasis, donde la vida humana continúa, como ya consideró Plotino en su teoría de las almas viajeras. Hoy con los avances de distintas ciencias, en especial la física y la biología, se está rasgando el velo que nos impide observar de manera clara y distinta la realidad que nos constituye y nos circunda. La existencia de las hipóstasis ya no es una especulación filosófica, sino una verdad comprobada. El cuerpo espiritual del hombre, el periespíritu, según Allan Kardec, ha sido tecnológicamente demostrado. Por consiguiente, los muertos ya no pueden ser considerados muertos. Ha sido declarado categóricamente que el hombre es inmortal. Lo que muere es sólo el cuerpo carnal, el cuerpo físico. Por otra parte, desde el punto de vista del pensamiento, ya sería un absurdo pensar que en un Universo en que nada se pierde pues, como enseña la física, todo se transforma, el hombre fuese la única excepción.

Cuando nos sorprende el fenómeno biológico de la muerte nos trasferimos a otros planos de materia más sutil y rarefacta, donde continuamos viviendo con más libertad y posibilidades de realización. Si el Espíritu encarnado, es decir, todos nosotros, actuando en el fondo de un océano de aire pesado logra realizar tantas cosas, ¿por qué dejaría de actuar con más provecho y visión elevada en un plano donde todo confluye a su favor? Se engañan quienes piensan en los muertos como muertos. Ellos están más vivos que nosotros, poseen una visión más penetrante que la nuestra. Son seres más definidos que nosotros y pueden vernos, visitarnos y comunicarse con nosotros con toda naturalidad. Es preciso saber, entonces, que los hombres son Espíritus y los Espíritus no son otra cosa que hombres liberados de las imposiciones de la materia, los mal llamados muertos. Tenemos que pensar en ellos como seres vivos y actuantes, como realmente son. Ellos se angustian con nuestras tristezas y se sienten felices con nuestras alegrías. No quieren que pensemos en ellos con aflicción, porque eso los entristece. Se hallan en un mundo en que las vibraciones mentales son fácilmente perceptibles y desean que los ayudemos con pensamientos de confianza y alegría.

Desde el hombre primitivo, los muertos se comunican con los vivos y estos tratan de instruirse con aquellos. El intercambio es normal entre los dos mundos y siempre ha existido. De ello da cuenta una vastísima literatura producida por los sabios antiguos y modernos que estudiaron el problema y confirmaron la supervivencia. Pero, en la medida en que los métodos científicos se perfeccionaron, en la batalla de las ciencias contra las supersticiones del pasado milenario, la misma aceptación general de esa verdad originó mayores sospechas en el medio científico. Las propias religiones, parasitarias de aquella concepción negativa de la muerte, provocaron mayores inconvenientes para la comprensión del problema. Aún hoy, después de pruebas exhaustivas, confirmadas miles de veces por los más respetables investigadores, nuestra cultura rechaza presuntuosamente la flagrante realidad de todos los tiempos, como si ella no pasase de suposiciones inverosímiles.

¿Cuál es la razón de esa actitud irracional ante un problema tan grave: el de mayor importancia para la adecuación del pensamiento a la realidad, objetivo supremo de la filosofía? Es la “alergia al futuro” declarada por Remy Chauvin, director del Instituto de Altos Estudios de París, que tiene su origen histórico en el período inquisitorial. Esa influencia caló en el medio científico y en las ideologías materialistas como el positivismo, el pragmatismo y el marxismo. La prueba científica de la existencia del periespíritu, llamado por los investigadores soviéticos de la Universidad de Kirov (la más importante de Rusia) cuerpo bioplasmático, fue sencillamente asfixiada por el poder estatal. En los Estado Unidos no se intentó realizar las experimentaciones de Kirov porque el descubrimiento del cuerpo bioplasmático hiere los intereses teológicos de las iglesias cristianas. La religiosidad fideísta (creer en que a Dios no se puede llegar por la razón, sino sólo por la fe) de las iglesias junto al materialismo socio-político impide nuevamente el desarrollo de la ciencia, catapultando al ostracismo el sentimiento innato de la inmortalidad del Espíritu.

Pero la invasión de los “muertos” se hizo sentir en América y Europa. Los Espíritus contrarrestaron con sus apariciones la “herejía” de las investigaciones científicas. Fue cuando Allan Kardec –pseudónimo del emérito pensador y pedagogo francés Hippolyte Léon Denizard Rivail, discípulo de Pestalozzi- sacudió los nuevos tiempos con la publicación de El Libro de los Espíritus, proclamando el restablecimiento de la verdad espiritual contra la devastación teológica. Según Kant, el filósofo de la razón por excelencia, al hombre le era impedido penetrar en los problemas metafísicos. Pero Kardec respondía con los hechos ante una avalancha de contradictores. Enseñaba sin cesar que los fenómenos mediúmnicos eran hechos, realidades palpables y no ensimismamientos imaginarios. El sabio inglés William Crookes, convocado a combatirlo, tuvo que confirmar la realidad del descubrimiento kardecista, después de estudiar durante tres años tales fenómenos. Zöllner hizo lo mismo en Alemania, confirmando las manifestaciones espírita, así como Ochorowicz en Varsovia. El siglo XIX –como diría más tarde Léon Denis- tenía la misión de restablecer científicamente la concepción espiritual del hombre. El movimiento Neoespiritualista invadió con fuerza Inglaterra y los Estados Unidos. Lombroso, el psiquiatra y antropólogo criminalista, se levantó irascible, en Italia, contra esa resurrección amenazadora de las antiguas supersticiones. Pero el profesor Chiaia, de Milán, lo desafió con las experiencias de la famosa médium Eusapia Paladino. Lombroso aceptó el desafío y tuvo la satisfacción de recibir en sus brazos a su propia madre, mediante un fenómeno de materialización realizado en una sesión mediúmnica. Charles Richet, en Francia, funda la Metapsíquica. Era el mayor fisiólogo del siglo, premio Nobel en medicina en 1913 y director de la Facultad de Medicina de París. Kardec ya no estaba solo. Numerosos científicos e intelectuales lo apoyaban, aunque quisieran desnaturalizar su fundamentación. No fue el caso de Conan Doyle, médico y escritor de renombre (creador del personaje Sherlock Holmes), que se convirtió en un apasionado propagador del Espiritismo. Víctor Hugo se pronunció a favor de la nueva doctrina. Estaba cumplida la misión del siglo XIX: el establecimiento de la era del Espíritu.

Tras la muerte de Richet, la prensa mundial prejuzgó que la Metapsíquica estaba muerta y había sido enterrada con él. Pero no sabían que cinco años antes, en 1930, Rhine y McDougall habían reiniciado las investigaciones metapsíquicas, en la Universidad de Duke, con la denominación de parapsicología. En 1940 el profesor Rhine anunciaba la comprobación científica de la telepatía, seguida de las demostraciones de otros fenómenos. Declaró posteriormente la existencia de un componente extra-físico en el hombre, con el beneplácito de investigadores de la Universidad de Londres, Oxford y Cambridge. Siguiendo el esquema de las investigaciones de Kardec, pero ahora enriquecido con los nuevos métodos y el auxilio del avance tecnológico, hizo esta proclamación: “La mente no es física, pues por medios no físicos actúa sobre la materia. El cerebro es simplemente el instrumento de manifestación de la mente en el plano físico”. Eso equivale a decir que el hombre es Espíritu y no sólo un organismo biológico. Posteriormente a las demostraciones de la tesis de Kardec, siguieron las experiencias parapsicológicas. Uno a uno, los fenómenos investigados por Kardec fueron repetidos por aquellas. Surgió, entonces, la investigación más compleja y peligrosa: la de los llamados fenómenos theta, referentes a las manifestaciones de los Espíritus de los muertos. El profesor Pratt asumió la dirección del grupo theta de investigación, logrando resultados notables. Louise Rhine efectuó investigaciones de campo y confirmó la realidad de las apariciones y comunicaciones de Espíritus. Sólo faltaba la investigación de la reencarnación, más difícil aún por la imposibilidad de las pruebas materiales respecto a que una persona fuera realmente otra en una encarnación anterior. El profesor Ian Stevenson, de la Universidad de California, se encargó de este sector, publicando un volumen que, prácticamente, confirma las investigaciones del coronel Albert de Rochas, en Paris. Estaban convencidos de la existencia de la reencarnación. Fueron prácticamente confirmadas por las investigaciones actuales (siglo XX y XXI) las realizadas anteriormente por Kardec y corroboradas por Crookes, Richet y tantos otros del siglo XIX. Resurgió así en el seno de las mismas ciencias, la concepción del hombre como Espíritu y el concepto de la muerte como una fase del continuum de la vida. El Espiritismo uniendo la ciencia con la filosofía y la moral, ofreció un saber que deja atrás creencias supersticiosas, credos dogmáticos y esquemas materialistas que caracterizaron etapas anteriores y abre un nuevo rumbo para el progreso evolutivo de la humanidad.

Miguel Vera


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