1.- La agonía de las religiones
2.- Los peligros de las riquezas
3.- ¿Para qué estudiar el Espiritismo?
4.- La vista espiritual
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LA AGONÍA DE LAS RELIGIONES
- Herculano Pires-
Las religiones están muriendo. Este es uno de los hechos más notables de nuestro tiempo, más precisamente, del siglo XX. El poder de las religiones no es más religioso, sino simplemente económico, político y social.
Las iglesias están vacías, los seminarios son cerrados, la vocación sacerdotal desaparece, el clero de todas ellas recurre en el mundo entero a los más variados recursos para conservar sus rebaños, haciéndoles concesiones peligrosas.
Pero todos esos recursos se muestran incapaces para restablecer el prestigio y el poder religiosos, sirviendo solo de remiendos de paño nuevo en ropa vieja, según la expresión evangélica.
Comienzan entonces a aparecer los sucedáneos, millares de sectas forjadas por videntes y profetas de la ultima hora, en su mayoría legos que se presentan como misioneros, taumaturgos populares, místicos improvisados y de ojos vueltos más hacia los bienes terrenos que hacia los tesoros del reino de los cielos.
Comienzan entonces a aparecer los sucedáneos, millares de sectas forjadas por videntes y profetas de la ultima hora, en su mayoría legos que se presentan como misioneros, taumaturgos populares, místicos improvisados y de ojos vueltos más hacia los bienes terrenos que hacia los tesoros del reino de los cielos.
Esos bastardos del espíritu, que pululan por todas partes, caracterizan al fenómeno socio-cultural de la muerte de las religiones. El hecho es bien conocido por quienes estudian la sociología de la cultura. Cuando un sistema institucional se vacía en el tiempo, tragado por la vorágine de las mudanzas culturales, los aprovechadores invaden los dominios abandonados y socorren a su modo a los huérfanos desesperados. Las grandes revoluciones políticas y sociales se muestran como tiranuelos del populacho, asumiendo las funciones de los nobles que cayeron y sustituyendo a la autoridad tradicional por el mandonismo de los clanes resucitados. Podemos aplicar a este caso una parodia de explicación metafísica del horror a lo vacuo, diciendo que las sociedades tienen horror al caos y salvan la falta de autoridad legítima -o por lo menos legitimada- a través del autoritarismo de los sátrapas.
En Occidente, las primeras señales de la crisis religiosa contemporánea aparecieron en plena Edad Media, con el episodio trágico-romántico de Abelardo, preanunciando la Edad de la Razón. Esa nueva etapa, que se inicio con el Renacimiento, traerá la revolución cartesiana, Rousseau, Chaumette y el culto de la Razón por la Revolución y, posteriormente, a Augusto Comte y la Religión de la Humanidad. En el año de la muerte de Auguste Comte -1857-, Hippolyte Leon Denizard Rivail iniciaba en Francia el movimiento de la Fe Racional. De tal manera Francia, que centralizaba el proceso cultural en el mundo moderno, presenta una secuencia de tentativas para la integración de la Religión en el desarrollo del sistema cultural, todas ellas rechazadas por la soberanía eclesiástica, apoyada en el concepto de lo sobrenatural. Paralelamente a los movimientos renacentistas de Francia, se desencadenó en la Alemania del siglo XVI el movimiento de la Reforma, iniciado por Lutero.
En Oriente, la reacción frente a las religiones tradicionales fue más lenta y tardía, menos precisa y definida, con menores consecuencias, que solo se fueron acentuando en el siglo XIX. No por eso deja de producir efectos que se intensificaron en el transcurso de ese siglo hasta el presente, bajo las influencias occidentales. En Rusia, bajo la inspiración francesa de Rousseau, Tolstoi promovió la revolución religiosa del siglo XIX en la línea luterana de la vuelta al Cristianismo primitivo, realizando una nueva traducción de los Evangelios con sentido místico-racional. Todos esos movimientos revelan una insatisfacción cultural en lo relacionado con la soberanía de las religiones, fundada esta sobre el concepto de lo sobrenatural, que las mantenía desligadas del proceso cultural. Todavía en el siglo XIX la obra de Renan, en Francia, conservaba la tendencia del espíritu francés, con respecto a la historia del Cristianismo, en el sentido de establecer la verdad sobre los principios de la religión dominante, apartándola del campo dudoso de lo sobrenatural.
Fragmento tomado del libro La Agonía de las Religiones// J. Herculano Pires
( Tomado del Blog Sublime espírita )
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LOS PELIGROS DE LAS RIQUEZAS
Sin duda, el ser humano tiende a envidiar aquello que no posee, y la riqueza es, con mucho, fuente de anhelos, envidias y pasiones desenfrenadas por alcanzarla. El peligro de la riqueza no es ella misma por sí, sino el uso y abuso que se hace de ella. La sensación de poder alcanzar todo por dinero corrompe al ser humano desde sus entrañas si deja que esta ambición lo TA E.
Pero ejemplos ha habido de hombres con fortuna que han sabido gestionarla con criterio, con justicia y equidad, favoreciendo a la sociedad donde se encontraban, creando los medios para la felicidad de su prójimo mediante la gestión equilibrada de sus recursos, favoreciendo el empleo, creando obras filantrópicas de auxilio y ayuda a los más desfavorecidos, procurando el acceso a la educación en sociedades carentes de ello, etc.
Todo esto nos hace comprender que se trata del uso que hagamos de la fortuna lo que condiciona nuestra relación con la riqueza. Desde un punto de vista estrictamente espiritual, y bajo la comprensión de las leyes que rigen el proceso evolutivo del espíritu, una vida de fortuna no es más que una difícil prueba para crecer en justicia, respeto, indulgencia, compasión y caridad. Por ello se dice que “la prueba de la riqueza” es una de las más difíciles que ha de superar el alma humana si quiere seguir ascendiendo y elevándose hacia metas de plenitud y felicidad personal.
Depende en gran medida de la perspectiva con que reflexionemos sobre el tema que lo veamos con mayor o menor claridad, el que nos corrompamos y nos dejemos vencer por la vida fácil, dando rienda suelta a todo tipo de pasiones desenfrenadas y vicios que nuestra holgada posición puede proporcionarnos o, por el contrario, que seamos conscientes de que esta situación transitoria y privilegiada que se nos ha concedido no es casualidad sino que se trata de un préstamo, una prueba de fortaleza y de caridad por la que hemos de pasar para poner al servicio de aquellos que lo necesitan los recursos de los que somos poseedores.
Es indudable que el hombre que consigue su fortuna mediante su propio esfuerzo, honrado y meritorio, no es como aquel que hereda su fortuna de sus antepasados. En el primer caso siempre se dice que aquel que se instala en la fortuna por esfuerzo personal valora mucho más lo conseguido que aquel otro que no ha hecho nada por merecerlo y le viene por herencia. Sin embargo, tanto en uno como en otro caso, la riqueza es una prueba de enormes repercusiones para el espíritu humano.
El alma se ve circunscrita a sus propias capacidades, pues debe enfrentarse a sí misma para resistir con fuerza de voluntad aquellas desviaciones de las leyes morales a pesar de poder tener aquello que desea de forma inmediata. Este es un importante reto, pues vencerse a uno mismo es mucho más importante que hacerlo con los demás. Lo primero nos fortalece interiormente, lo segundo es fruto de la fuerza o el poder que en determinado momento tengamos a nuestro alcance.
La riqueza o la fortuna, como queramos llamarla, igual que llega puede desaparecer de inmediato; decisiones poco afortunadas en los negocios o en la gestión del patrimonio, coyunturas políticas o económicas que afectan sin que podamos hacer nada por evitarlas, etc. Son tantas las circunstancias que pueden acontecer, la vida es tan incierta, que en cualquier momento se puede pasar de la opulencia a la mendicidad, de la riqueza a la pobreza, de la estima social a la más absoluta de las miserias y exclusión social.
Si valoramos la situación de fortuna como una herramienta que la Providencia pone a nuestra disposición para poder a ayudar a nuestro prójimo y al mismo tiempo como una prueba de resistencia, fortaleza y caridad para nuestra alma, llegaremos a acertar con el enfoque adecuado. No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita.
La comprensión de las leyes que rigen la vida y el hecho de que nos encontremos en un planeta de expiación y prueba, donde nuestra imperfección es puesta a prueba constantemente, nos hace entender que un buen uso de los recursos que se encuentran a nuestro alcance no es otra cosa que cumplir con nuestro deber. Casi con toda seguridad, esa situación, planificada de antemano antes de encarnar, es un reto que hemos decidido afrontar por nosotros mismos.
En el ejercicio correcto y saludable de respetar los códigos de la vida superior que nos permiten ver a nuestros compañeros de la Tierra como auténticos hermanos, hijos de un mismo padre, es donde encontramos la satisfacción, la felicidad interior y la paz que nos inunda, al poder convertirnos en herramientas del bien, en sembradores de oportunidades para los más necesitados, en los agentes que implementan las condiciones que sacarán de la miseria y la pobreza a aquellos que más lo necesitan.
Y además, la comprensión de la ley de la reencarnación, sabiendo que deberemos volver una y otra vez hasta completar nuestro periplo de perfeccionamiento espiritual, nos permitirá entender que si se nos ha concedido la gracia de una vida en la Tierra llena de facilidades no es por casualidad. O bien la hemos pedido para poder redistribuir el bien y la felicidad a nuestros hermanos de la Tierra, o bien se nos ha procurado para intentar saldar deudas que tenemos contraídas con multitud de espíritus a los que perjudicamos en su día y que ahora, de repente, en una única existencia, se nos ofrece la oportunidad de reparar nuestros errores del pasado ayudando a aquellos deudores a los que dañamos en su día.
Sea como fuere, en una u otra circunstancia, nuestra postura más inteligente será siempre aprovechar la oportunidad que se nos brinda para extender de la mejor manera posible y con la debida delicadeza y humildad todo el bien y los recursos que nos sea posible realizar. La vida en la carne es especialmente corta si la comparamos con la trayectoria milenaria de nuestra alma inmortal, y los retos a los que nos enfrentamos en cada reencarnación no son obra de la casualidad o el azar, son circunstancias perfectamente planificadas para ayudarnos a seguir creciendo, cultivando nuestra inteligencia y nuestros valores morales, ampliando nuestro nivel de conciencia con la adquisición de los valores eternos del alma como el amor, el perdón, la caridad, la indulgencia, etc.
La dificultad de esta prueba tan difícil para el hombre de la Tierra ha venido siendo expresada por muchos grandes personajes de la historia, filósofos, científicos, maestros espirituales, fundadores de religiones, etc. No es por acaso la frase de Jesús que al respecto afirma en el evangelio:
“Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos” -Jesús de Nazaret
Como vemos, la dificultad de ser rico es una prueba difícil si se quieren conquistar los valores del alma que nos permiten alcanzar la felicidad, la paz y la armonía interior. A esto se refiere la frase y la opinión del maestro de Galilea.
Por último, es pues de una gran responsabilidad el poseer fortuna o riqueza y hacer un mal uso de la misma, pues las repercusiones que tiene para nuestra alma en el futuro y en posteriores vidas pueden ser muy perjudiciales. Cuando nos dejamos llevar por un mal uso de estos recursos para satisfacer nuestras pasiones, o únicamente con el fin de alcanzar poder o notoriedad que alimenta nuestro orgullo y egoísmo, estamos sembrando las causas de nuestra desdicha en el día de mañana. Pues el egoísmo y el orgullo son los grandes males de la humanidad y arrastran al alma a los mas bajos instintos que perjudican a otros por acción u omisión, siendo así que las leyes de causa y efecto nos devolverán el día de mañana, y en la misma proporción, todo aquello de malo que hayamos realizado a otros. Será el momento del rechinar de dientes, de la incomprensión y de la rebeldía, al no entender que lo que estamos soportando no es más que el efecto de la causa que sembramos en vidas anteriores.
Así pues, con prodigalidad, con criterio, con ecuanimidad y con justicia y caridad podemos usar la riqueza para el beneficio del prójimo y el nuestro propio. Lejos de actuar con despilfarro o dilapidando los recursos que nos han sido otorgados, debemos ser conscientes de que se trata de un préstamo que Dios nos concede (del que daremos cuenta el día de mañana) para facilitar nuestro progreso usándolo correctamente, y que al igual que lo alcanzamos o nos llega sin esperarlo, podemos perderlo en un instante. Redacción- Revista Amor, Paz y Caridad
“La riqueza es una prueba resbaladiza, más peligrosa que la miseria por sus consecuencias, por las tentaciones que da y la fascinación que ejerce. Es excitante del orgullo, del egoísmo y de la vida sensual. Pero que haga el camino difícil no supone que sea imposible, si se sabe servirse de ella” -Allan Kardec- El Evangelio según el Espiritismo-
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¿ PARA QUÉ ESTUDIAR EL ESPIRITISMO ?
El estudio del Espiritismo nos hace libres, nos hace honrados, despertando en nosotros los más nobles y levantados sentimientos.. Porque nos demuestra prácticamente que somos desgraciados porque queremos serlo, y seremos felices cuando sembremos con nuestras virtudes la semilla de la felicidad. Sin excluir de esta ley al monarca poderoso y al infeliz mendigo; el uno en la cumbre de las grandezas humanas, y el otro en el fondo de las humillaciones terrenas, los dos pueden trabajar en su progreso, los dos pueden aspirar a la inefable dicha de ser amados; los dos son considerados como miembros útiles del gran cuerpo social. Con el estudio del Espiritismo desaparecen las castas degradadas y los hijos desheredados, lo mismo que las razas privilegiadas y los seres elegidos. Todos los espíritus reciben con el don de la inteligencia la aspiración eterna del progreso y el patrimonio del tiempo. Tiempo que nunca concluye, el alma vive siempre y siempre está en vías de perfeccionamiento, y esta verdad tan innegable como consoladora es la que yo he querido demostrar escribiendo mis memorias, para llevar el consuelo a muchas mujeres afligidas, a innumerables familias abrumadas por los más horribles sufrimientos. Para convencer hay que presentar ejemplos que respondan a nuestras afirmaciones..*
Y yo he presentado el que he tenido más cerca, mi propia historia, lo que era mi inteligencia dentro del pequeño círculo de una religión, y lo que ha sido después estudiando y propagando el Espiritismo
AMALIA DOMINGO SOLER
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LA VISTA ESPIRITUAL
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