miércoles, 3 de mayo de 2023

Una filosofía para espíritus libres

  INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Vivencias de un Espíritu

2.- Comunicaciones groseras, frívolas, formales o instructivas.

3.- Una filosofía para espíritus libres

4.- Mensaje final de " Gestación: Sublime intercambio"

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             Vivencias de un espíritu                 


Desde el otro plano os voy a contar una de mis encarnaciones en la Tierra.

En esta ocasión encarné con cuerpo de mujer, en una situación social en la que la imagen y la apariencia importaba mucho. Quedé embarazada, y pasé un tiempo alejada de los círculos sociales que frecuentaba, ya que, siendo una mujer soltera, aquello era una catástrofe para mí y para mi familia.

Me alejaron y di a luz en un lugar apartado de las amistades frecuentadas, y con ello la gran decisión, qué iba a hacer con ese hijo; los prejuicios sociales y la presión familiar me llevaron a abandonarlo. No quise dejarlo en un hospicio, en un lugar donde no tuviera unas mínimas condiciones para vivir, y por ello, a través de leales servidores, lo entregué a una familia humilde y bondadosa, la cual se comprometió a darle todos los cuidados que necesitara. Aún así, yo, en la distancia, procuré que tuviera todos los cuidados necesarios.
Seguí con mi vida, me casé y tuve otros hijos; fui relativamente feliz, y digo relativamente, porque nunca pude olvidar a ese hijo que expulsé de mi vida.

Cuando desencarné, llegué al mundo espiritual perturbada por esa pena, por ese dolor; pasé mucho tiempo en las tinieblas y sufrí mucho.

Este espíritu que fue mi hijo, al cual abandoné, no me perdonó. Supo que fue un hijo abandonado por una dama de la alta sociedad, y su odio no cesó durante toda la vida, incluso cuando llegó al mundo espiritual.

Allí nos reunieron para preparar una nueva reencarnación. Yo sabía que era deudora, y tenía un gran cargo de conciencia, y él no acabó de perdonarme del todo. Yo tenía la determinación de no volver a fallar; no quería que esto que pasó volviera a suceder.

Transcurrido el tiempo que mi espíritu necesitaba, se me presentó la oportunidad para saldar esta deuda reencarnando nuevamente.

De nuevo en la Tierra ambos, él en una posición social alta y yo en una posición humilde, coincidimos. Entré de asistenta en la casa donde él vivía, y siendo un niño y yo una adolescente, fui su niñera.

Desconociendo lo que entre nosotros había sucedido en el pasado, sus padres me confiaron su custodia, y yo me propuse no fallar; había algo dentro de mí que me decía: tienes que luchar por este niño con todo tu esfuerzo, con todo tu amor.

Procuré siempre atenderle y darle todos los cuidados. Mi preocupación y mi dedicación llegaban a extremos inimaginables, pero sentía que era algo grabado dentro de mí.

Por su parte, siempre existió un gran rechazo, pero yo sabía que tenía que actuar con determinación; amar era mi compromiso, comprender todas aquellas travesuras y sus malas acciones contra mí; servir, y servir con amor.

Así lo hice durante más de cuarenta años. Nunca me quejé y siempre estuve ahí, ofreciendo todo mi amor.

Cuando me despedí de la casa, enferma, mayor, este hermano me preguntó:

̶ ¿Por qué me has tratado así, si yo siempre te traté con desprecio?

Yo le respondí:
̶ No lo sé, es algo grabado en mi interior que me impele actuar de esa manera. Dios sabe qué circunstancias hay detrás de todo esto.

Cuando acabamos esta existencia, nos encontramos de nuevo en el mundo espiritual. Después de un tiempo nos reconocimos como la madre y el hijo del ayer.

Él me perdonó, y me pidió perdón por su ingratitud, y yo le dije: los dos erramos, perdóname.

Después de esta experiencia aprendí que hay que perseverar en las determinaciones positivas, en el amor, siendo constantes en la lucha por el bien, sin permitir que situaciones de mal humor, de carencias económicas, afectivas, y de otra índole nos desvíen de los objetivos que cada uno de nosotros venimos a cumplir.

Vivencias de un espíritu por: Un espíritu-     ( Redacción de Amor, Paz y Caridad )

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Comunicaciones groseras, frívolas, formales o instructivas.

133. Hemos dicho que todo efecto que revela en su causa un acto de libre voluntad, por insignificante que sea este acto, acusa por esto mismo una causa inteligente. De este modo, un simple movimiento de una mesa que responde a nuestro pensamiento, o presenta un carácter intencional, puede considerarse como una manifestación inteligente. Si el resultado se limitara a esto solo, tendría para nosotros un interés muy secundario; sin embargo, algo sería ya el habernos dado una prueba de que hay en estos fenómenos otra cosa más que una acción puramente material; pero la utilidad práctica que sacaríamos de eso sería para nosotros nula, o al menos muy restringida; otra cosa sucede cuando esta inteligencia adquiere un desarrollo que permite un cambio regular y seguido de pensamientos; entonces ya no son simples manifestaciones inteligentes, sino verdaderas comunicaciones. Los medios de que disponemos hoy día permiten el obtenerlas tan extensas, tan explícitas y tan rápidas como las que nos comunicamos con los hombres. Si nos penetramos bien, según la Escala Espírita (El Libro de los Espíritus, núm. 100), de la variedad infinita que existe entre los Espíritus, bajo el doble aspecto de la inteligencia y de la moralidad, se concebirá fácilmente la diferencia que debe haber en sus comunicaciones; en las que debe reflejarse la elevación o la bajeza de sus ideas, su saber y su ignorancia, sus vicios y sus virtudes; en una palabra no deben parecerse las unas a las otras, ni más ni menos que las de los hombres, desde el salvaje al europeo más ilustrado. Todos los matices que presentan pueden agruparse en cuatro categorías principales; según sus caracteres más marcados, son, pues, groseras, frívolas, formales e instructivas.

134. Las comunicaciones groseras son aquellas que se traducen por expresiones que hieren la decencia. No pueden emanar sino de Espíritus de baja clase, manchados todavía con todas las impurezas de la materia, y no difieren en nada de las que podían dar los hombres viciosos y groseros. Repugnan a toda persona que tiene la menor delicadeza de sentimientos; porque son, según el carácter de los Espíritus: triviales, deshonestas, obscenas, insolentes, vanidosas, malévolas y aun impías.

135. Las comunicaciones frívolas emanan de los Espíritus ligeros, burlones y traviesos, más maliciosos que malvados, y no dan ninguna importancia a lo que dicen. Como no tienen nada de indecentes, gustan a ciertas personas que se divierten con ellas y encuentran placer en estos entretenimientos fútiles en que se habla mucho para no decir nada. Estos Espíritus dicen de vez en cuando agudezas espirituales y satíricas, y en medio de sus chistes vulgares dicen algunas veces duras verdades que tocan casi siempre en el blanco. Estos Espíritus ligeros pululan alrededor de nosotros y aprovechan todas las ocasiones para mezclarse en las comunicaciones; la verdad es el menor de sus cuidados; por eso tienen el pernicioso placer de mixtificar a aquellos que tienen la debilidad y algunas veces la presunción de creerlos bajo su palabra. Las personas que se complacen con esta clase de comunicaciones dan, naturalmente, acceso a los Espíritus ligeros y mentirosos; los Espíritus formales se alejan de ellos como sucede entre nosotros, que los hombres formales se alejan de las reuniones de los atolondrados.

136. Las comunicaciones formales son graves en cuanto al objeto y a la manera como se hacen. Toda comunicación que excluye la frivolidad y la grosería, y que tiene un fin útil, aunque fuese de interés privado, es por lo mismo formal; pero no por esto está siempre exenta de errores. Los Espíritus formales no todos tienen igual ilustración. Hay muchas cosas que ellos ignoran y sobre las cuales pueden engañarse de buena fe; por eso los Espíritus verdaderamente superiores nos aconsejan sin cesar, que sometamos todas las comunicaciones al examen de la razón y de la más severa lógica. El preciso, pues, distinguir las comunicaciones verdaderamente formales de las falsas formales, y esto no es siempre fácil, porque es a favor de la misma gravedad del lenguaje, ciertos Espíritus presuntuosos o falsos sabios procuran hacer prevalecer las ideas más falsas y los sistemas más absurdos; y para hacerse más verídicos y darse más importancia no tienen escrúpulo en adornarse con los nombres más respetables y más venerados. Ese es uno de los grandes escollos de la ciencia práctica; volveremos a tratar de ello más adelante, con toda la extensión que necesita un objeto tan importante, al mismo tiempo que daremos a conocer los medios de precaverse contra el peligro de las falsas comunicaciones.

137. Las comunicaciones instructivas son las comunicaciones formales que tienen por principal objeto alguna enseñanza dada por los Espíritus sobre las ciencias, la moral, la filosofía, etc. Son más o menos profundas, según el grado de elevación o de desmaterialización del Espíritu. Para sacar de estas comunicaciones un fruto real, es preciso que se regularicen y se continúen con perseverancia. Los Espíritus formales se interesan por aquellos que quieren instruirse y los secundan, mientras que dejan a los Espíritus ligeros el cuidado de divertir a los que sólo ven en estas manifestaciones una distracción pasajera. Por la regularidad y la frecuencia de estas comunicaciones es como se puede apreciar el valor moral e intelectual de los Espíritus con los cuales uno se comunica, y el grado de confianza que merecen. Si la experiencia es necesaria para juzgar a los hombres, mayor se necesita para juzgar a los Espíritus. Dando a estas comunicaciones la calificación de instructivas, nosotros las suponemos verdaderas, porque lo que no fuese verdadero no podría ser instructivo, aunque se dijera con el lenguaje más imponente. No podríamos, pues, colocar en esta categoría ciertas enseñanzas, que no tienen de formal sino la forma, a menudo pomposa y enfática, con ayuda de la cual los Espíritus más presuntuosos que sabios, que las dictan, pretenden hacer ilusión; pero estos Espíritus, no pudiendo suplir el fondo que no tienen, no podrían sostener mucho tiempo su papel; pronto descubren su flanco débil, por poco que continúen sus comunicaciones o se sepa acosarlos hasta sus últimos atrincheramientos.

138. Los medios de comunicación son muy variados. Los Espíritus obran sobre nuestros órganos y sobre todos nuestros sentidos; pueden manifestarse a la vista en las apariciones, al tacto por impresiones tangibles, ocultas o visibles, al oído por ruidos, al olfato por olores sin causa conocida. Este último modo de manifestarse, aunque muy real, es sin contradicción el más incierto por las numerosas causas que pueden inducir en error, por lo que no nos ocuparemos de ello. Lo que debemos examinar con cuidado son los diversos medios de obtener comunicaciones, es decir, un cambio regular y continuado de pensamientos. Estos medios son: los golpes, la palabra y la escritura. Los desarrollaremos en capítulos especiales.

Allan Kardec  ("El libro de los médiums")

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Una filosofía para espíritus libres
Leon Denis

Amar a los maestros de la razón y de la sabiduría humana, no implica desdén para los maestros de la razón sobrehumana, los representantes de una sabiduría más elevada y más profunda. He considerado un deber que se beneficiasen mis hermanos terrestres de estas enseñanzas. Una obra vale por sí misma. Piénsese lo que se piense y dígase lo que se diga de la revelación de los espíritus, yo no puedo admitir, cuan­do se enseñan en todas las Universi­dades inmensos sistemas metafísicos creados por el pensamiento de los hombres, que se puedan considerar desdeñables y rechazar los principios divulgados por las nobles inteligencias del espacio.

(...) El espíritu del hombre, oprimi­do por la carne, privado de la pleni­tud de sus recursos y de sus percep­ciones, no puede llegar por sí mismo al conocimiento del Universo invisi­ble y de sus leyes. El círculo en que se agita nuestra vida y nuestro pensa­miento es limitado, y nuestro punto de vista, pequeño. La insuficiencia de los datos adquiridos hace imposible, o cuando menos improbable, cual­quier generalización. Para penetrar en el dominio desconocido e infinito de las Leyes, necesitamos guías. Por la colaboración de los pensadores emi­nentes de los dos mundos. de las dos humanidades, se entreveran, si no se alcanzan, las más altas verdades y los más nobles principios establecidos. Mucho mejor y con más seguridad que nuestros maestros terrestres, los del espacio saben ponernos en presencia del problema de la vida, del misterio del alma, y nos ayudan a hacernos cargo de nuestra grandeza y de nues­tro porvenir.

A veces se nos hace una pregunta, se nos presenta una nueva objeción. En presencia de la infinita variedad de comunicaciones y de la libertad que tiene cada cual para apreciarlas, exami­narlas a su gusto, ¿en qué se convierte la unidad de doctrina, esa unidad po­tente que ha constituido la fuerza, la grandeza y ha asegurado la duración de las religiones sacerdotales?

El Espiritismo, lo hemos dicho ya, no dogmatiza. No es ni una secta ni una ortodoxia. Es una filosofía viviente, abierta a todos los espíritus libres y que progresa evolucionando. No im­pone nada, propone, y lo que propo­ne lo apoya sobre los hechos experi­mentados y pruebas morales. No ex­cluye ninguna otra creencia, pero se eleva por encima de ellas y las abarca a todas en una formula mas amplia, en una expresión más extensa de la verdad.

Las inteligencias superiores nos abren el camino y nos revelan los prin­cipios eternos que cada uno de nosotros adopta y asimila en la medida de su comprensión, según el grado de desarrollo alcanzado por sus faculta­des en la sucesión de sus vidas. En general, la unidad de doctrina no se obtiene sino al precio de la su­misión ciega y pasiva a un conjunto de principios, de fórmulas sujetas a un rígido molde. Esa inmovilidad, esa fijeza rígida de los dogmas quita a la religión que los impone todas las ventajas del movi­miento social y de la evolución del pensamiento. Al considerarse como la única creencia buena y verdadera, lle­ga a proscribir todo lo que está fuera de ella, encerrándose así en una tum­ba donde quisiera arrastrar con ella la vida intelectual y el genio de las razas humanas.

El mayor cuidado del Espiritismo es el de evitar estas funestas consecuen­cias de la ortodoxia. Su revelación es una exposición libre y sincera de doc­trinas que no tienen nada de inmuta­bles, pero constituyen una nueva eta­pa hacia la verdad eterna e infinita. A todos nos asiste el derecho de anali­zar sus principios, los cuales no tie­nen otra sanción que la razón y la conciencia. Mas al adoptarlos debe­mos conformar a ellos nuestra vida y cumplir los deberes que les son inhe­rentes. Quienes los eludan no pueden ser considerados como verdaderos adeptos.

Allan Kardec nos puso siempre en guardia contra el dogmatismo y espíritu sectario. En sus obras recomienda sin cesar que no dejemos cristalizar el Espiritismo y que eviterno, nefastos métodos que han arruinado el espíritu religioso en nuestro país. En nuestros tiempos de discordias y discusiones políticas y religiosas, en que la ciencia y la ortodoxia están en lucha, quisiéramos demostrar a los hombres de buena voluntad de todas las opiniones, de todos los campos, de todas las creencias, lo mismo que a los pensadores verdaderamente libres y dotados de gran comprensión, que hay un terreno neutro, el del Espiritualismo experimental todos nos podemos encontrar y darnos las manos. ¡Basta de dogmas! ¡Basta de misterios! Abramos nuestro entendimiento a todos los impulsos del espíritu; busquemos en todas las fuentes del pasado y del presente. Digamos que en todas las doctrinas hay partículas de la Verdad; mas no hay ninguna que la contenga enteramente, pues la Verdad en su plenitud es mucho más extensa que e espíritu humano. Solamente se realizarán la armonía del pensamiento y la conquista de la mayor suma de verdad que puede el hombre asimilarse en este momento histórico, por el acuerdo de las buenas voluntades, de los corazones sinceros, de los espíritus libres y desinteresados.

Textos de León Denis

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MENSAJE FINAL DE " GESTACIÓN: SUBLIME INTERCAMBIO"

Por el Prof. Ricardo Di Bernardi-

  En el comienzo del tercer milenio, la humanidad ya no se satisface con preceptos rígidos y dogmáticos, típicos de las religiones dominantes. El hombre es un ser que indaga, y quiere saber al final quien es, de dónde viene y para donde va. La disociación existente entre ciencia y religión, verdadero abismo aparentemente infranqueable, lleva a los individuos a tener una visión fragmentada de la vida.

  Los consejos religiosos, tan útiles en épocas remotas, van siendo sustituidos por los psicólogos, médicos, sexólogos, etc, los cuales también son importantes para responder a todas las ansiedades íntimas del individuo y de la sociedad. ¿ Qué hace falta?. Sin duda la cosmovisión espiritista fundamentada en el conocimiento de las vidas pasadas, en donde residen las causas más profundas de nuestros problemas actuales. Esto nos proporciona una amplia lente, a través de la que podremos entrever mejor la problemática de la vida.

  La postura pasiva de recibir paquetes religiosos, ya no cabe más en el siglo XXI que también se encuentra en gestación, listo para explotar lleno de promesas renovadoras.

   El bebé que hoy late su corazón en el interior de su madre, ya no puede seguir siendo visto como un conglomerado de células y moléculas, ni tampoco como un alma recién creada y sin pasado. Tampoco es un extraño en el nido. Hay toda una dinámica envolviendo la elección de los padres antes del renacimiento.

   Buscamos demostrar, que el intercambio energético verificado a nivel materno- fetal, determina profundos reflejos en la textura psíquica de ambos, y especialmente sobre aquel que renace.                                                                                                                                  Sean nuestras últimas palabras utilizadas para recordar que las ondas mentales que se expresan por irradiaciones de alta frecuencia, colores suaves y brillantes, acondicionadoras de modelos psicológicos saludables a las criaturas, son las ondas de amor.

- Prof, Ricardo Di Bernardi-

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