domingo, 14 de mayo de 2023

Saber diferenciar

  INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1- Los problemas de la existencia

2.-Médiums auditivos

3.- Vida y valores

4.- Saber diferenciar

                                          ********************************


                                                               


LOS PROBLEMAS DE  LA EXISTENCIA

   Lo que le es importante al hombre saber por encima de todo, que es, de donde viene, donde va, cual es su destino. Las ideas que nos hacemos del Universo y de sus leyes, del papel que cada uno de nosotros debe jugar sobre este teatro vasto, son de una importancia capital. Es según ellas que dirigimos nuestros actos. Es consultándolas que fijamos un fin en nuestra vida y marchamos hacia ese fin. Allí está la base, el verdadero móvil de toda civilización. Tanto vale el ideal, tanto vale al hombre. Tanto para las colectividades, como para el individuo, es la concepción del mundo y de la vida que determina los deberes; fija la vía que hay que seguir; las resoluciones que hay que adoptar.

Pero, así como lo dijimos, la dificultad en resolver estos problemas no los hace rechazar demasiado a menudo. La opinión de la mayoría es inestable, indecisa; los actos, los caracteres se resienten de eso. Ahí está el mal de la época, la causa de la confusión en la cual está presa. Tenemos el instinto del progreso; queremos marchar, pero, ¿para ir a dónde? Es con lo qué no se sueña bastante. El hombre, ignorante de su destino, es como un viajero que recorre automáticamente un camino, sin conocer ni el punto de partida ni el punto de destino, y no sabe por qué viaja; que, como consecuencia, siempre está dispuesto a fijarse en el menor obstáculo, y pierde su tiempo descuidando el fin que hay que alcanzar.

La insuficiencia, la oscuridad de las doctrinas religiosas y los abusos que engendraron llevaron a buen número de espíritus al materialismo. Creemos de buena gana que todo acaba con la muerte, que el hombre no tiene otro destino que desvanecerse en la nada. Demostraremos más adelante cuánto esta manera de ver está en oposición flagrante con la experiencia y la razón. Digamos desde ahora que destruye toda noción de justicia y de progreso.

Si la vida está circunscrita entre la cuna y la tumba, si las perspectivas de la inmortalidad no vienen para alumbrar nuestra existencia, el hombre no tiene ya otra ley que la de sus instintos, la de sus apetitos, la de sus goces. Poca importancia tiene que le gusten el bien y la equidad. Si sólo aparece y sólo desaparece de este mundo, si se lleva con él, en el olvido, sus esperanzas y sus afectos, sufrirá tanto más cuanto más elevadas sean sus aspiraciones; amando la justicia, el soldado del derecho, se considera condenado por no ver casi nunca su consecución; apasionado por el progreso, sensible a los dolores de sus semejantes, se imagina que se apagará antes de haber visto triunfar sus principios.

Con la perspectiva de la nada, cuanto más habrá practicado la devoción y la justicia, más caerá su vida fértil en amarguras y en decepciones. El egoísmo bien comprendido sería la sabiduría suprema; la existencia perdería toda grandeza, toda dignidad. Las facultades más nobles, las tendencias más generosas del espíritu humano acabarían por marchitarse, por apagarse totalmente.

La negación de la vida futura suprime también toda sanción moral. Con ella, que sean buenos o malos, criminales o sublimes, todos los actos acaban con el mismo resultado. No hay compensaciones a las existencias miserables, a la oscuridad, a la opresión, al dolor; no hay más consuelo en la prueba, más esperanza para los afligidos. Ninguna diferencia espera, en el futuro, al egoísta que sólo vivió y a menudo a costa de sus semejantes, y el mártir o el apóstol que habrá sufrido, habrá sucumbido combatiendo por la emancipación y el progreso de la raza humana. La misma sombra servirá para ellos de mortaja. Si todo acaba con la muerte, el ser no tiene ninguna razón para esforzarse, para contener sus instintos, sus gustos. Aparte de las leyes terrestres, nada puede retenerlo. El bien y el mal, el justo y el injusto también se confunden y se unen en la nada. Y el suicidio será siempre un medio de escapar de los rigores de las leyes humanas.

La creencia en la nada, al mismo tiempo que arruina toda sanción moral, deja irresoluto el problema de la desigualdad de las existencias, en lo que toca a la diversidad de facultades, de aptitudes, de situaciones, de méritos. En efecto, ¿por qué a unos todos los dones del espíritu y del corazón, los favores de la fortuna, mientras que tantos otros, tienen en reparto sólo pobreza intelectual, vicios y miseria? ¿Por qué, en la misma familia, los padres y los hermanos, nacidos de la misma carne y de la misma sangre, difieren en tantos puntos? Muchas cuestiones insolubles para los materialistas, así como para muchos creyentes. Estas cuestiones, vamos a examinarlas brevemente a la luz de la razón.

 El por qué de la Vida, León Denis

                                            ***************************************


    


                              MÉDIUMS AUDITIVOS

     Estos oyen la voz de los Espíritus; es como lo hemos dicho hablando de la pneumatofonía: algunas veces una voz íntima que se hace oír en el fuero interno; otras veces es una voz exterior clara y distinta como la de una persona viva. Los médiums auditivos pueden entrar de este modo en conversación con los Espíritus. Cuando tienen la costumbre de comunicar con ciertos Espíritus, los reconocen inmediatamente con el metal de la voz. 

Cuando uno no está dotado de esta facultad, se puede igualmente 
comunicar con un Espíritu a través de un médium auditivo que hace el oficio de intérprete. 

Esta facultad es muy agradable cuando el médium solo oye 
buenos Espíritus, o únicamente aquellos que llama; pero no es lo mismo cuando un Espíritu malo se encarniza en él y le hace oír a cada momento las cosas más desagradables y algunas veces las más inconvenientes. Es preciso entonces procurar desembarazarse de aquel por los medios que indicaremos en el capítulo de “La Obsesión”. 

EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC.

                                          ***********************       


VIDA Y VALORES

(La importancia de la vida religiosa)

Es muy común confundir nuestra vida religiosa con otros sentimientos conocidos en el mundo. Poca gente se da cuenta de que religión viene del religare latino, es re-ligar. ¿Y que estaríamos deseando religar? El alma humana al Creador. ¿Y por qué religar? Nosotros venimos de Dios, creados por Su amor.. Luego, ligados a Él como por un cordón umbilical simbólico y, a partir del momento en que Él nos pone en la senda de la evolución tenemos necesidad de desarrollar nuestro progreso a nuestra propia costa. Es a partir de ahí que el uso del libre albedrío, bien o mal, nos va haciendo claudicar, tropezar, o caminar más rápidamente, más ligeramente. Y nuestro destino, una vez que salimos de Dios simples e ignorantes, es retornar a Dios conscientes, maduros como un hijo que sale de su casa para estudiar en una Universidad y vuelve formado, para colaborar en el hogar con la familia. Entonces, vamos percibiendo la importancia de nuestra vida religiosa.
No es religión lo que la gente dice, es religión lo que la gente hace. La vida religiosa no es como tener un equipo de fútbol. ¡Soy Religioso Fútbol Club! ¡Mato, muero para defender los colores de mi religión! De ninguna manera. La vida religiosa no es una cosa que esté del lado de afuera. Hay mucha gente que hace expresión de religiosos, con caras de religiosos, gestos de religiosos, pero son verdaderas rapiñas por dentro, verdaderas hidras en su comportamiento.
Existe una diferencia exultante entre lo que la gente llamaría religiosos que son esas puestas en escena que aparentan religión y la religiosidad real, que es ese sentimiento interno, esa vida interna, de la que poca gente se da cuenta. Nuestra vida religiosa es importante exactamente por eso, porque es una realidad interna del ser. Es una realidad que se pasa puertas adentro de nuestra alma y, cuando pensamos en religión, en esa forma de religarnos a Dios, de volver a Dios con nuestros propios esfuerzos, vamos percibiendo que encontramos diversas formas de volver a Dios. Si trabajo honestamente, deseoso de que la comunidad en que yo vivo se beneficie de lo que yo sé hacer, aunque le cobre, aunque gane dinero por eso, ese es un trabajo de religación porque estoy buscando, vía honestidad, servir a mi comunidad.
Si me coloco en el trabajo de la orientación de las personas, orientando y, ayudando a las sociedades, como un administrador, como un político de buena índole, si coloco mi vida a la disposición de la Divinidad, ese es un gesto religioso. Nadie mezcle gestos estereotipados, como persignarse, santiguarse, lamentaciones, voz teatralizada, miradas lánguidas, etc., nadie confunda eso con el verdadero sentimiento de religiosidad. Hay personas que gritan, que lloran, delante de sus símbolos religiosos, pero también son personas perversas, viciosas, corruptas o corruptoras. Luego, la verdadera religión es importante para nosotros exactamente porque nos hace cambiar. En vez de esa exteriorización casi siempre vana, casi siempre insensata, o fanática, la verdadera religión es como respirar, es como el latido cardíaco que no nos damos cuenta de él y él está sucediendo. No nos damos cuenta de que estamos respirando, solo cuando nos falta el aire y no nos damos cuenta del latido del corazón, solo cuando se para. A partir de eso la vida religiosa es fundamental.
* * *
Ese carácter fundamental de la religión interna del Ser fue lo que llevo a Jesús Cristo a enunciar, en uno de aquellos momentos luminosos de Su pasaje por la Tierra que, no todo aquel que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos. Parece casi obvio que Jesús Cristo se refería al hecho de que, muchas veces, estamos pronunciando el nombre del Señor de manera hipócrita, de la boca para fuera. Entonces no todos aquellos que dicen Señor, Señor, están sacando esas expresiones de su propia intimidad. El también Se expresó diciendo que la boca habla de aquello que está lleno del corazón, de aquello que el alma se llena. Entonces, es muy importante que la religión sea un gesto, un acto, una acción, mucho más que palabras, mucho más que una puesta en escena.
Es a partir de eso cuando comenzamos a percibir que aquel padre dedicado, que se esfuerza en el trabajo de reeducación de sus hijos, aquella madre dedicada, austera, firme, amorosa, que invierte recursos para conducir bien a sus hijos, realiza actos religiosos. El facultativo que se dedica a su paciente, a su enfermo, que se interesa por él verdaderamente y no por cuanto le pagó; aquel médico que está deseoso de hacer valer el juramento de Hipócrates, de salvar vidas, independientemente de cuanto haya recibido o sin haber recibido nada, está realizando un acto religioso. Cada vez que, en el momento del grito, de cólera, de alboroto alguno de nosotros tenga una palabra apaciguadora, una palabra de armonía, de tranquilidad, este es un gesto religioso. Cada vez que, en la intimidad de nuestra casa, o del templo o en cualquier lugar en que estemos, emitimos un pensamiento de bien para alguien, deseamos el bien a alguien, que sea feliz, que sea bueno, que consiga el empleo, cada vez que pensamos cosas buenas para alguien, esos son gestos religiosos. Así, percibimos la importancia de nuestra vida religiosa. Cuando encontramos personas que dicen, yo no voy más a la Iglesia, no voy más a mi Templo, no voy más al Centro Espirita, no voy más a la sinagoga, no voy más a la Pagoda oriental, porque yo voy y mi vida está igual, tengamos la convicción de que esas personas realizan un religiosismo. Ellas suponen que el hecho de ir allá, de sentarse y oír ya es suficiente. Pero Jesús Cristo fue muy explícito: Haz tu parte, que los cielos te ayudaran. No adelanta frecuentar diariamente ningún templo, no adelanta decir palabras mágicas, sacramentales, si nuestra intimidad no se transforma, si nuestro mundo interior no se renueva, si no instalamos dentro de nosotros la verdadera religión.
Religarnos a Dios es realizar, en los caminos por los cuales andamos aquí en la Tierra, todo lo que sea importante para que tengamos una vida más elevada, más bella, más clara y conduzcamos con nosotros a aquellos que nos son queridos, aquellos que sean nuestros dependientes afectivos porque, con la vida religiosa bien urdida, bien nutrida, bien aireada, conseguiremos poco a poco seguir a través del camino que nos lleva a la verdad en pro de la vida porque fue Jesús quien dijo que fuera de esa trinidad, nadie llegaría al Padre, cuando afirmó: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
Raúl Teixeira

******************************

SABER DIFERENCIAR

¿Cómo distinguir si un pensamiento que nos es sugerido procede de un Espíritu bueno o de uno malo?

- Estudiad el asunto. Los Espíritus buenos sólo aconsejan el bien. A vosotros cabe distinguir.
. ¿Con qué propósitos los Espíritus imperfectos nos incitan al mal?
- Para haceros sufrir como ellos sufren.
. ¿Atenúa esto sus padecimientos?
- No, pero lo hacen por envidia de ver a seres más dichosos.
¿Qué clase de sufrimientos quieren que experimentemos?
- Los que resultan de ser de un orden inferior y alejado de Dios.
¿Por qué permite Dios que algunos Espíritus nos empujen al mal?

- Los Espíritus imperfectos son instrumentos destinados a probar la fe y constancia de los hombres en el bien. Tú, puesto que eres Espíritu, debes progresar en la ciencia de lo infinito, de ahí que pases por las pruebas del mal para llegar al bien. Nuestra misión consiste en ponerte en el bueno camino, y cuando actúan sobre ti malas influencias es porque tú las llamas con el deseo del mal, por cuanto los Espíritus inferiores acuden a ayudarte en el mal cuando tienes la voluntad de cometerlo: sólo pueden secundarte en el mal cuanto tú así lo quieres. Si sientes inclinación por el crimen tendrás a tu lado una nube de Espíritus que fomentarán en ti ese pensamiento. Pero habrá también a tu vera otros que tratarán de influir sobre ti para el bien, lo cual restablece el equilibrio y te deja dueño de escoger.

Así deja Dios librada a nuestra conciencia la elección de la ruta que debemos seguir, y la libertad de ceder a una u otra de las influencias opuestas que sobre nosotros se ejercen.

EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS-  ALLAN KARDEC.

                                                           **********************



No hay comentarios: