jueves, 6 de mayo de 2021

¿ Qué es el Espiritismo?

     INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- ¿ Qué es el Espiritismo?

2.- ¿Quién juzgará al Espíritu después de la muerte?

3.- Hablando con el Más Allá: Un Espíritu ligero.

4.- Ley de Dios = Ley Natural

5.- En el proceso reencarnatorio



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        ¿Qué es el Espiritismo? 

                                                      


 Siempre vale la pena reflexionar sobre la naturaleza epistemológica del espiritismo ante tantas confusiones conceptuales que se han generado sobre el tema a lo largo de la historia. En el presente artículo, intentaremos explicar de manera sucinta nuestra comprensión acerca de la naturaleza de la doctrina fundada y codificada por Allan Kardec, en busca de mayor comprensión sobre la identidad frente al mundo de la cultura y del conocimiento. 

El espiritismo es, por encima de todo, una filosofía espiritualista que abre perspectivas hacia la investigación científica y que tiene consecuencias religiosas, morales y sociales. Según Allan Kardec, el espiritismo no es ninguna religión. En términos sociológicos e históricos, se volvió más una religión, aunque esa no fuera la intención de Kardec. Para comprender tal hecho, basta acompañar las definiciones del maestro lionés a lo largo de su obra. No obstante, el espiritismo, sin ser una institución religiosa, genera consecuencias religiosas, en el sentido de reafirmar un sentimiento de reverencia por la creación, por el ser, por el cosmos, por el todo. 

Al ser humano toparse con la complejidad de lo real, desde el microcosmos hasta el macrocosmos, desde los átomos hasta las galaxias, desde el mundo físico hasta los planos extrafísicos, le embarga un sentimiento de espanto y admiración que lo lleva a buscar sintonía con la causa primaria de toda la realidad, la cual designamos Dios. 

El espiritismo es una filosofía espiritualista porque presenta una visión racional de un mundo no materialista, ya que comprende al hombre como un compuesto de espíritu y materia, y apuesta a la supervivencia del espíritu después de la muerte del cuerpo. El espiritismo, es, por ende, una cosmovisión de la realidad que busca la comprensión racional del ser, del hombre y del mundo. Busca reflejar en su corpus doctrinario, el campo de la ontología, de la ética, de la metafísica, de la teoría del conocimiento, del pensamiento social, a la vez que enfrenta otras áreas importantes de la reflexión filosófica. 

El espiritismo abre perspectivas para la investigación científica, toda vez que realiza un abordaje, no solo racional, sino también empírico, a través de la observación rigurosa, así como de la experimentación, de un conjunto de fenómenos, antes tenidos como misteriosos o sobrenaturales, y que fueron relegados a lo largo de la historia al ámbito del fraude o de la superstición. 

La filosofía espírita nació justamente de la observación de estos hechos, en los cuales el propio objeto de estudio se autodenominó como son los espíritus: almas de hombres y mujeres desencarnados que se comunican a través de médiums. Incluso en lo que respecta a los llamados fenómenos espíritas, que no son más que los fenómenos de la naturaleza, 

Allan Kardec, a través de una investigación rigurosa, descartó preliminarmente la posibilidad de que tales hechos tuvieran un origen meramente físico o mecánico, tras haberse convencido de su origen inteligente. Esta conclusión de Allan Kardec se aproxima al concepto de descubrimiento científico, ya que mediante la observación de innumerables apariciones mediúmnicas, Kardec se decantó por la existencia de los espíritus. La existencia de los espíritus y del mundo espiritual no eran ideas preconcebidas del investigador Rivail(1) , que, inicialmente, al oír hablar de espíritus que se manifestaban por medio de mesas giratorias, demostró escepticismo, aun cuando no se negó a investigar aquellos intrigantes incidentes. En consecuencia, sobre estos fenómenos físicos e inteligentes provocados por los espíritus, es posible hacer ciencia, pues ellos se presentan como objetos de estudio. Obviamente, es necesario encontrar los caminos metodológicos adecuados a la investigación de esta amplia gama de fenómenos. 

En la estela de las investigaciones espíritas surgieron la metapsíquica y la parapsicología, entre otras disciplinas, con miras a abarcar esta nueva fenomenología como respuesta a la original iniciativa espírita. 

La filosofía espírita se desdobla en consecuencias morales. La perspectiva ética del espiritismo tiene que ver con que el ser humano se replantee su presencia en el mundo y su relación con el prójimo. Apunta a una moral autónoma, no heterónoma, ya que le enseña al hombre que debe asumir la responsabilidad por sus actos. El hombre, en la concepción espírita, no debe actuar por temor al castigo divino, sino en obediencia a los dictámenes de su consciencia, la cual le indica lo que está correcto y lo que está errado. Actuar conforme a la voz de la conciencia, según el espiritismo, es el camino más corto para  que el hombre alcance la felicidad en este mundo. 

Finalmente, el espiritismo tiene consecuencias sociales. Sabemos desde los tiempos de Aristóteles que el hombre es un animal político y social. Es en la sociedad, donde vivimos y nos desenvolvemos, por consiguiente, las consecuencias morales de la filosofía espírita repercuten necesariamente en la vida social. No es posible hacer una separación entre individuo y sociedad. El hombre es un individuo que vive en sociedad. En consecuencia, en la concepción espírita, no es posible comprender al ser humano apartado del grupo social, en una concepción individualista y egoísta. Al aceptar en lo más íntimo de nuestro ser los valores éticos del espiritismo que apuntan a la importancia del amor, de la bondad, de la fraternidad, de la caridad, de la libertad y de la justicia social, debemos tener la capacidad, en tanto espíritas y movimiento espírita, de traer tales valores a la sociedad en que vivimos en aras de transformarla para lo mejor. 

Traducción: Conchita Delgado Rivas CIMA – Caracas 

(1)- Hippolyte Léon Denizard Rivail, nombre de pila de Allan Kardec 

Por Ricardo Nunes – Brasil Traducción al español publicada  en la revista Evolución. Venezuela Espírita. 

Escrito por Colaboraciones de Zona Espírita

                                   

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¿Quién  juzgará  al Espíritu   después de  la muerte?

 

           Generalmente  las religiones afirman que Dios es Juez Eterno e inapelable.

 

        Sin embargo  hay cierta confusión en ciertos conceptos como este, que vienen de la tendencia ancestral de personalizar a Dios como un Ser  todopoderoso; un Ser concreto y humanizado, como los demás seres de la Creación, o sea como un Ser personificado y delimitado fisicamente, como si fuese otro ser de los muchos de Su Creación. Sin embargo, a su vez lo consideran un Ser  abstracto que está ahí arriba, vigilándonos a cada uno como desde una atalaya celeste para ver si hacemos el bien o el mal, o si somos merecedores de premio o de castigo, anotando cuenta de todo minuciosamente. y sentenciando tras el juicio final, una condenación o una absolución para toda la eternidad. Este concepto es un absurdo inadmisible a cualquier inteligencia humana normal,  pero si se llega a admitir que ese “alguien” o ese “algo” vive en nosotros y nos juzga a través de nuestra propia conciencia, posiblemente nos acercamos algo más a la Verdad.

 

         Dios no es “alguien”; no es un Ser material limitado en una forma corporal y por tanto un ser limitado. Sabemos ahora que nuestra Fuente de Origen es un ser ilimitado en su existencia, su perfección y sus atributos; en nuestra limitada mente lo podemos  concebir como  la Energía  Primaria de toda la Creación, la Inteligencia Suprema,  Causa, Principio y fin de todo cuanto existe;  el Único y Soberano Juez que vive en cada uno de nosotros porque somos  creación de Él, a su  imagen y semejanza en cuanto a que somos espíritus como Él, o sea  que poseemos los atributos  de  su  propia Esencia, con el propósito de desarrollarlos y  acercarnos a Él, a través de un  largo proceso que llamamos evolución del espíritu,  y   por eso, aunque ciertamente  Dios nos juzga al final de la vida,  se entiende que, estando en nosotros, lo hace través del tribunal  inexorable de la propia conciencia de cada uno, un tribunal donde el Juez Supremo es Dios.  Esto se comprenderá mejor cuando hablemos del concepto de Quién o de  Qué es Dios.

 

        Este juicio final se produce naturalmente  en la propia conciencia del Ser cuando abandona este mundo, una vez desencarnado, comprendiendo  así en qué se equivocó, lo bueno y malo que hizo o lo que pudo  y debió hacer y no hizo. Esto le hace experimentar dolor y remordimientos ante sus errores,  o  felicidad y paz cuando  lo que hizo de bueno en esa vida, le hace penetrar en el mundo espiritual  en medio de  una indefinible dicha y placer. Ese juez, infinitamente justo, bondadoso, pero inexorable, nos acompaña ahora, en nuestra vida de seres encarnados, pues todos lo llevamos en cada uno de nosotros, instalado en la conciencia y nuestro juicio ya está en curso en esta vida, desde que por primera vez esa conciencia despertó en lo más íntimo del alma humana.


- Jose Luis Martín-

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     HABLANDO CON EL MÁS ALLÁ

                    Un Espíritu ligero


El Sr. J..., uno de los compañeros de la Sociedad, había visto en varias ocasiones, llamas azules rondando su cama. Al tener la certeza de que era una manifestación, el 20 de noviembre tuvimos la idea de evocar uno de esos Espíritus, a fin de compenetrarnos sobre su naturaleza.

1.- Evocación.-                                                                                                          Respuesta: ¿ Qué quieres de mi?

2,. ¿Con qué objetivo te has manifestado en casa del Sr. J?                                                Respuesta: ¿ Qué te importa?

3.- A mi poco me importa, es cierto, pero esto no le es indiferente al Sr. J.                         Respuesta: ¡ Ah, qué bella razón!

Nota: Estas primeras preguntas han sido realizadas por el Sr. Kardec- El Sr. J... prosiguió el interrogatorio.

4.- Es que no recibo a cualquiera de buen grado en mi casa.                                        Respuesta: Te equivocas, yo soy muy bueno

5.- Hazme pues el favor, de decirme lo que hacías en mi casa.                                           Respuesta: ¿ Crees acaso, que porque soy bueno, debo obedecerte?

6.- Me han dicho que eres un Espíritu ligero.                                                                         Respuesta: Se me ha dado intempestivamente una muy mala reputación.

7.- Si es una calumnia, pruébalo.                                                                                               Respuesta: No quiero

8.-Yo podría emplear un medio para hacerte decir quien eres.                                              Respuesta: Esto me divertiría un poco, palabra de honor.

9.-Te intimo a decirme lo que hacías en mi casa                                                                      Respuesta: Yo solo quería divertirme

10.- Esto no está de acuerdo con lo que me han dicho los Espíritus Superiores               Respuesta: He sido enviado a tu casa y tu sabes la razón, ¿estás contento?                                                                                                                                                                      11.-Entonces has mentido                                                                                                         Respuesta: No

12.-¿ No tenías, pues, malas intenciones?                                                                                Respuesta: No, te han dicho lo mismo que yo. 

13.-¿Podrías decirme cual es tu clase entre los Espíritus?                                                     Respuesta:  Me gusta tu curiosidad

14.- Ya que pretendes ser bueno, ¿por qué me contestas de forma tan poco conveniente?                                                                                                                                Respuesta: ¿Por ventura te he insultado?

15.-No, pero por qué respondes de modo tan evasivo y te niegas a dar las informaciones que te pido?                                                                                                       Respuesta: Soy libre  para hacer lo que quiero, bajo el comando de ciertos Espíritus.

16.-Vamos, veo con placer que comienzas a volverte menos inconveniente  y presiento que me he de relacionar contigo más amablemente.                                                             Respuesta: Pon tus frases a un lado; así será mucho mejor.

17.-¿Con qué forma estás aquí?                                                                                               Respuesta: No tengo forma

18.- ¿Sabes lo que es el periespíritu?                                                                                    Respuesta: No, a menos que sea el viento.

19.-¿Qué podría yo hacer que te sea agradable?                                                                   Respuesta: Ya te lo he dicho: cállate.

20.-La misión que has venido a cumplir en mi casa, ¿te ha hecho avanzares como Espíritu?                                                                                                                                     Respuesta: Ese es otro asunto; no me hagas tales preguntas. Sabes que obedezco a ciertos Espíritus, dirígete a ellos; en cuanto a mí, pido para irme.

21¿Hemos tenido malas relaciones en otra existencia y es esa la causa de tu mal humor?                                                                                                                                       Respuesta: Tu no te acuerdas de las cosas malas que has dicho de mí, y esto a quien quería escucharlas. Cállate, te digo.

22.-No he hablado de ti, sino lo que me han dicho los Espíritus Superiores a tu respecto.                                                                                                                                     Respuesta : Has dicho también que yo te había obsesado.

23.-¿Estás satisfecho con el resultado que has obtenido?                                                   Respuesta: Eso es asunto mío.

24.-¿ Quieres entonces, que siempre conserve de ti una mala opinión?                              Respuesta: Es posible; me voy.

NOTA: Por las conversaciones que hemos relatado, se puede ver la extrema diversidad que existe en el lenguaje de los Espíritus según el grado de elevación. El de los Espíritus de esta naturaleza, casi siempre es caracterizado por la brusquedad y por la impaciencia; cuando son llamados a las reuniones serias percibimos que no vienen de buen grado; tienen prisa de irse porque no están cómodos en medio de sus superiores y  de personas que de algún modo, los ponen en aprietos con preguntas. No sucede lo mismo en las reuniones frívolas, donde se divierten con sus chistes: están como en su casa y lo disfrutan mucho.

-Revista Espírita 1859 de Allan Kardec-


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      LEY DE DIOS = LEY NATURAL


                                                            

                                                                    

La ley natural es una ley inmutable que abarca todo el universo y lo rige. Esta ley nos ayuda y orienta para poder alcanzar la plenitud del espíritu, reconociendo toda Su obra.

La evolución del espíritu está marcada por el cumplimiento de la ley divina y regida por el amor;  ese amor capaz de cambiar a los seres que viven en los mundos de la Creación.

*1 ¿Qué debe entenderse por la ley natural?                                                      “La ley natural es la ley de Dios y la única verdadera para la felicidad del hombre. Le indica lo que no debe hacer, y no es infeliz sino cuando se aparta de ella.”

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Nos enseña a realizar un trabajo interior para poder comprender y equilibrar correctamente las emociones, lo que ayuda a evolucionar a nuestro espíritu.

Reconocer la ayuda de Dios en cada momento de nuestra vida, nos da la fortaleza para aprender a acometer correctamente las pruebas que se nos presentan en la vida, mediante un continuo aprendizaje en la evolución hacia Dios.

*2 ¿La ley de Dios es eterna?                                                                               “Es eterna e inmutable como el mismo Dios

En el espíritu reside el amor hacia los demás, palabras que Jesús nos dejó en las Bienaventuranzas: «Sin Humildad y Caridad no hay salvación». Con estas palabras nos transmite la unidad del espíritu con la materia, reflejando todo lo creado por Dios.

Todo va unido en la búsqueda de la verdad, tal y como nos enseñó Jesús: «La verdad os hará libres». Libres en pensamiento, voluntad y respeto, para juzgarnos antes de juzgar, ver la viga de tu ojo antes que la paja en el del otro… son palabras mayores que nos pueden ayudar en el camino hacia la verdad, siendo sinceros con nosotros mismos, buscando siempre el razonamiento y siguiendo las leyes de Dios.

 Paqui SilvestreAmor, Paz y Caridad.

*1: Referencia a la pregunta 614 del Libro de los Espíritus de Allan Kardec, capítulo primero, ley Divina o natural de las leyes morales.

*2: Referencia a la pregunta 615 del Libro de los Espíritus de Allan Kardec, capítulo primero, ley Divina o natural de las leyes morales.

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EN EL PROCESO REENCARNATORIO

                              


   Los procesos de reencarnación, tanto como de la muerte física, difieren hasta el infinito, no existiendo dos absolutamente iguales. Las facilidades y los obstáculos, están subordinados a numerosos factores, muchas veces relacionados con el estado de conciencia  de los propios interesados en el regreso a la tierra o en la liberación de los vehículos carnales. Hay compañeros de gran elevación, que al volver a la esfera terrestre no necesitan ayuda  del plano espiritual. Otros al revés, por proceder  de zonas inferiores, necesitan de mucha cooperación.


La reencarnación es el curso repetido de lecciones necesarias. La esfera terrestre, es una escuela divina. El amor, por medio de las actividades intercesoras, reconduce diariamente   al banco escolar de la carne, a millones de aprendices. La vuelta de ciertas entidades de las zonas más bajas. Ocasiona laborioso esfuerzos de los trabajadores del plano espiritual.

El organismo de los engendrados, en la expresión más densa,  proviene del cuerpo de los padres,  que le sustenta la vida y crea sus características con su propia sangre. La criatura terrena, hereda tendencias y no cualidades. Las primeras cercan al hombre  que renace, desde los primeros días  de la lucha, no solo en su cuerpo transitorio, sino también en el ambiente general  en el que fue llamado a vivir, perfeccionándose; las segundas, resultan de la labor individual del alma encarnada, en la defensa, educación y perfeccionamiento de si misma en los círculos  benditos  de la experiencia.

Nadie puede quejarse de las fuerzas destructoras o circunstancias asfixiantes, refiriéndose al círculo en que nació. Siempre hay dentro del alma reencarnada, la luz de la libertad intima indicando su ascensión. Practicando la elevación espiritual, mejoramos siempre. Esa es la ley.

El cuerpo humano tiene sus actividades propiamente vegetativas, el cuerpo peri espiritual  que da la forma a los elementos  celulares;  está fuertemente  radicado en la sangre. En la organización fetal el patrimonio sanguíneo, es una dadiva del organismo materno. Después del nacimiento, se inicia el periodo de asimilación diferente de las energías orgánicas, en donde el “yo” reencarnado ensaya la consolidación de sus  nuevas experiencias  y solamente a  los siete años de vida común, comienza a presidir, por si mismo, el proceso básico  de equilibrio  al cuerpo peri espiritual, en el nuevo servicio iniciado. La sangre, por tanto es, como si fuese el fluido divino que nos  fija las actividades  en el campo material y en su flujo y reflujo incesantes en la organización fisiológica, nos suministra el símbolo del eterno movimiento de las fuerzas sublimes de la Creación Infinita. Cuando su circulación deja de ser libre, surge el desequilibrio o enfermedad y si surgen obstáculos que impiden su movimiento  o circulación, sobreviene entonces la excitación del tonos vital, en el campo físico, al cual sigue la muerte con la retirada inmediata del alma.

Es muy grande la responsabilidad del hombre ante el cuerpo material, si no atiende a las tareas que le competen  en la preservación del cuerpo físico no podrá alcanzar el progreso espiritual. El Espíritu renace en la carne, para  la producción  de valores divinos en su naturaleza, pero ¿Cómo atender a semejante imperativo, destruyendo la maquina  orgánica, base fundamental del servicio a realizar? El cuerpo terrestre es también un patrimonio heredado hace milenios y que la Humanidad viene perfeccionando a través de siglos. El plasma sublime construcción efectuada en el influjo divino, con agua del mar, en las épocas primitivas, es el fundamento primordial de las organizaciones fisiológicas. El hombre en la tierra a de aprovechar la herencia, más o menos evolucionada en el cuerpo humano.

Mientras nos movemos en la esfera de la carne, somos criaturas  marinas respirando en tierra firme. En el proceso vulgar de la alimentación no podemos prescindir  de la sal; nuestro mecanismo fisiológico, en rigor, se constituye del sesenta por ciento de agua salada, cuya composición es casi idéntica a la del mar,  constituida por las sales del sodio, del calcio y del potasio. En la esfera de la actividad fisiológica en  el hombre encarnado, se encuentra  el sabor de la sal, en la sangre, en el sudor, en las lágrimas, en las secreciones.

Al renacer, en la superficie del mundo, recibimos, con el cuerpo, una herencia sagrada cuyos valores precisamos preservar, perfeccionándolo. Las fuerzas físicas, deben evolucionar, al igual que nuestras almas. Si nos ofrecen  el cuerpo de servicio para nuevas experiencias  de elevación, debemos retribuir, con nuestro esfuerzo, auxiliándolas con la  luz  de nuestro respeto y equilibrio espiritual, en el campo del trabajo y de la educación orgánica. El hombre del futuro, comprenderá que sus células no representan apenas segmentos de carne, sino que son,  compañeras de evolución, acreedoras de su reconocimiento  y auxilio efectivo. Sin ese entendimiento  de armonía en el imperio orgánico, es inútil procurar la paz. Los contornos anatómicos  de la forma física, deformes o perfectos, largos o cortos, bellos o feos, forman parte de los estatutos educacionales. 

En general, la reencarnación sistemática es siempre  un curso laborioso de trabajo contra los defectos morales persistentes, en las lecciones y conflictos presentes. 

La criatura renace con independencia relativa y a veces, subordinada a ciertos condiciones educativas, más semejante  imperativo no suprime en caso alguno, el impulso libre del alma, en el sentido de la elevación, estacionamiento o caída en situaciones más bajas. Existe un programa de tareas edificantes a ser cumplidas por el que reencarna, por el cual, los dirigentes del alma, fijan la cuota aproximada  de valores eternos que el reencarnante es susceptible de adquirir en la existencia transitoria.

El espíritu que vuelve a la esfera de la carne, puede mejorar esa cuota de valores, sobrepasando la previsión superior, por el esfuerzo propio intensivo o distanciarse de ella, enterrándose aun más en las deudas para consigo mismo, menospreciando las santas oportunidades que le son conferidas.

Todo plano trazado en la esfera superior, tiene por objetivo fundamental  el bien y la ascensión; y toda alma  que reencarna en el círculo planetario, aun aquella que se encuentra en condiciones aparentemente desesperadas, tiene recursos para mejorar siempre.

La reencarnación  significa volver a comenzar en los procesos de la evolución o de la rectificación. Los organismos más  perfectos  de las esferas sublimadas, proceden  inicialmente de la Ameba. Recomienzo, significa “recapitulación” o “vuelta al principio”. Por eso mismo, en su desenvolvimiento  embrionario, el futuro cuerpo  del hombre  no puede ser distinto de la formación del reptil o del pájaro. Lo que opera la diferencia de la forma, es el valor evolutivo contenido en el molde peri espiritual del ser que toma los fluidos de la carne. Así pues, al  regresar a la esfera densa , es indispensable recapitular todas las experiencias  vividas en el largo drama  de nuestro perfeccionamiento , aunque solo sea por breves días  u horas, repitiendo, en curso rápido, las etapas vencidas o las lecciones adquiridas, hasta detenerse en la posición en la que debemos proseguir el aprendizaje.

Cuando llega la ocasión de reencarnar, el Espíritu se siente arrastrado por una fuerza irresistible, por una misteriosa afinidad, para el medio que le conviene. Es un momento terrible , de angustia, pero más formidable que el de la muerte, pues esta  no pasa de la liberación de los lazos carnales, de una entrada en una vida más libre, más intensa, en cuanto a la reencarnación, por el contrario, es la perdida  de esa vida de libertad, es un apocamiento de si mismo, al pasaje  de los claros  espacios  para la región oscura,  la descendida  para un abismo de sangre, de lama , de miseria, donde el ser va a quedar sujeto a  necesidades tiránicas e innumerables. Por eso es más penoso, más doloroso renacer que morir; es el disgusto, el terror, el abatimiento profundo del Espíritu, QUE  al entrar en este mundo tenebroso, es  fácil de concebirse.

La reencarnación se realiza por la aproximación graduada, por la asimilación de las moléculas materiales al periespiritu, el cual se reduce, se condensa, tornándose progresivamente  más pesado, hasta que, por adjunción suficiente de materia, constituye  un involucro carnal, un cuerpo humano.

El periespiritu se torna por tanto, un molde fluídico, elástico, que calca su forma  sobre la materia. De ahí emanan  las condiciones fisiológicas del renacimiento. Las cualidades o defectos del molde reaparecen en el cuerpo físico, que no es, en la mayoría de los casos, sino imperfecta  grosera copia del periespiritu.

Desde que comienza la asimilación molecular que debe producir el cuerpo, eL Espíritu queda perturbado; un sopor, una especie de abatimiento lo  invaden poco a poco. Sus facultades se van velando  unas después de otra la mayoría desaparecen,  la conciencia queda adormecida, y el Espíritu como que es sepultado en opresiva crisálida.
 
Entrando en la vida terrestre, el alma, durante un largo periodo, tiene  que preparar ese organismo nuevo. Ha de adaptarlo a las funciones necesarias. Solamente después de veinte o treinta años de esfuerzos instintivos es que recupera el uso de sus facultades, sin embargo limitadas  aun por la acción de la materia; y, entonces, podrá, proseguir, con alguna seguridad, la travesía peligrosa de la existencia.

Allan Kardec nos enseña (Libro de los espíritus cuestión 330) que la reencarnación está para los Espíritus, así como la muerte está para los encarnados: es un proceso ineludible, tan cierto como el desencarnar lo es para los hombres.

La encarnación es una necesidad evolutiva, porque solamente al contacto con la materia física consigue  el Espíritu ciertos elementos necesarios para su progreso.

De acuerdo con el grado evolutivo en que se encuentra, el espíritu podrá facilitar o dificultar el proceso para volver a nacer. Por eso los espíritus rebeldes o indiferentes tienen su encarnación por completo a cargo de los espíritus superiores, que eligen las condiciones bajo las cuales deberán volver a nacer y las experiencias a las que deberán someterse.

Allan Kardec dice que la reencarnación es la prueba fundamental de la misericordia de Dios, que presenta una Justicia Divina. Todos somos hermanos; todos nosotros marchamos hacia la perfección; todos nosotros tenemos una ruta, un rumbo de felicidad que nos espera.

La vida en la Tierra no es un escenario de placer. El hombre es responsable por su cuerpo, por su felicidad, por su desdicha. Felicidad o desgracia resulta de nuestra actitud de comportamiento. La reencarnación nos abre un horizonte nuevo para entender la vida; los sufrimientos, las nostalgias, las angustias, las amarguras, los desesperos que nosotros atravesamos, desaparecen; y es en este punto que la ciencia espirita, que el Espiritismo, es notable; porque el Espiritismo para el siglo XX, es el más notable tratado de higiene mental, porque consigue libertarnos de aquellos tremendos enemigos de los hombres, los cuatro fantasmas del alma: el miedo, la enfermedad, la duda y la muerte.

El espíritu esclarecido da preferencia a una existencia laboriosa, a una vida de lucha y abnegación. Sabe que, gracias a ella,  su adelantamiento es más rápido. La Tierra es el verdadero  purgatorio. Y precisa renacer y sufrir para despojarse de los últimos vestigios de la animalidad, para pagar las faltas  y los crímenes del pasado. De ahí las enfermedades crueles, largas y dolorosas molestias, el idiotismo, la perdida de la razón.

 Todo se paga, todo se rescata. Los pensamientos, los deseos criminales tienen su repercusión en la vida fluídica, mas las faltas consumadas en la carne precisan ser expiadas en la carne. Todas las nuevas existencias son correlativas; el bien o el mal se reflejan a través del tiempo. Si embusteros  y perversos parecen muchas veces terminar sus vidas en la abundancia y en la paz, quedemos ciertos  de que la hora de la justicia sonará y recaerán sobre ellos los sufrimientos  de que fueron la causa. Resígnate, pues, hombre,  y soporta con coraje las pruebas inevitables, sin embargo fecundas, que suprimen  manchas  y te preparan un futuro mejor. Imita al labrador, que siempre camina para el frente, curvado bajo un sol ardiente o quemado  por la azada, y cuyos sudores riegan el suelo, el suelo que, como tu corazón, es surcado por el arado más del cual brotará el trigo dorado que hará tu felicidad.

- Merchita-
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