lunes, 10 de mayo de 2021

Arquitectos siderales

 INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Arquitectos siderales 

2.-Los caminos de la vida

3.-Vida contemplativa

4- ¿ Dónde está el Cielo y el Infierno?

5.- La mujer y sus sagrados atributos: Maternidad







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       ARQUITECTOS SIDERALES 

                              Co-creación a gran escala 

                                                             


 “En el fluído cósmico o sustancia original, bajo el influjo del Señor Supremo, actúan las Inteligencias divinas asociadas con ÉL en un proceso de correspondencia indescriptible; extrayendo de ese hálito espiritual las energías con las que construyen los sistemas de la inmensidad, en un trabajo de co-creación a gran escala, conforme a los designios del Todo misericordioso, que los convierte en agentes orientadores de la Creación Excelsa”.

 Cap. 1 Libro Evolución en Dos Mundos – Chico Xavier


 Desde antiguo, la historia espiritual de la humanidad ha consagrado como a Dioses a muchos espíritus elevados de los que ha tenido noticia. Unos, encarnados, dejaron sus huellas en la Tierra: Juno, Antulio, Numu, Orfeo, Krishna, Buda, Zoroastro, Confucio, Moisés, Jesús, etc. Otros son referencias de las que hablan las tradiciones, seres de una elevación inconmensurable que vibran en amor permanentemente.  Son los seres que colaboran con Dios en la co-creación de los Universos y Galaxias; son aquellos encargados, intermediarios que, habiendo comenzado sus primordios evolutivos como todos, en la más absoluta sencillez e ignorancia de sus almas, han llegado a la meta de la perfección relativa que a todos nos espera. El único fatalismo o determinismo que existe, el sentido por el que Dios creó el Espíritu humano: La felicidad y la vibración en su Amor en el esplendor del trabajo incesante en la creación y la expansión de la fuerza divina a través de los mundos y universos físicos y espirituales. 

 Si no podemos siquiera definir a Dios, pues en nuestro pobre lenguaje definirlo sería limitarlo, otro tanto ocurre con estas luminarias, arquitectos siderales que con sus propios recursos, méritos y trabajos a lo largo de miles y miles de años, en distintos y sucesivos mundos y universos, poblaron sus huellas de ejemplos y senderos de luz y claridad para que otros siguieran sus pasos en la búsqueda de la felicidad y la perfección que nos está destinada. Pálidos reflejos tenemos en la Tierra de esos seres inconmensurables que pueblan el espacio infinito, las milenarias galaxias, los trillones de mundos que, bajo sus inspiraciones y fuerza divina, son capaces de crear siguiendo los planes divinos sin apartarse un milímetro de la fuerza creadora de la Divinidad que dirige sus acciones y con las que se encuentran plenamente integrados e identificados, que no absorbidos. Alguien podría pensar en el Panteísmo (concepto que avala la integración en Dios al final de la evolución y la desaparición de la individualidad), pero es justamente lo contrario. Estas luminarias, arquitectos de universos y expresiones de los atributos divinos alcanzados por sus propios méritos, son el mayor ejemplo del desarrollo del espíritu inmortal, individualizado, con pleno albedrío, con conciencia plena, con integración absoluta de las fuerzas espirituales y materiales que comandan las leyes físicas y espirituales que rigen los procesos y destinos de los universos, etc. Sabemos tan poco de ellos que, en la ignorancia espiritual que padecemos al ser un planeta atrasado espiritualmente hablando, apenas podemos comprender su grandeza e influencia en el desarrollo de la vida del espíritu y del cosmos. Baste entender que, en la escala espírita de los mundos y universos, son aquellos que como espíritus puros ya no vibran en mundo alguno, sino que se nutren y desenvuelven en la fuente primigenia de la esencia espiritual, el fluido cósmico universal del que surgen y parten todas las modificaciones y transformaciones que dan origen a la realidad, tanto física como espiritual. En esa sustancia primitiva, única, creada por Dios, tienen ellos su elemento de configuración, desarrollo y evolución, bajo la influencia divina que permanentemente nutre su pensamiento de la orientación adecuada que les permite co-crear y ayudar en el progreso de los mundos y las humanidades. 

 Pero el influjo de la Causa Primera e Inteligencia Suprema sobre estos seres que, volvemos a repetir, en el pasado fueron como nosotros y alcanzaron ese estado por sus propios méritos, ese influjo, ese hálito divino, por así decirlo, se sustancia en dos aspectos que dotan a estos seres de capacidad inigualable y difícilmente comprensible para nosotros: Estos dos aspectos son la Sabiduría y el Amor. Como hemos adelantado arriba, vibran en la fuente permanente del amor divino y conocen el pensamiento divino, y por tanto la sabiduría que la causa primera posee en grado infinito y eterno es compartida por ellos.

 Bajo estas premisas, superadas por milenios todas las experiencias que los mundos físicos podrían proporcionarles, son los focos que irradian en todas las partes del cosmos la influencia divina, pues ellos mismos, sin ser como Dios, sí son su reflejo más fiel y preciso de la energía y fortaleza divina. Ellos guían los procesos de las humanidades en sus evoluciones milenarias. Ellos planifican y desarrollan los momentos en el tiempo y el espacio necesarios para los impulsos de las sociedades en sus ansias de mejoramiento, así como las intervenciones de los grandes avatares o maestros espirituales que reencarnan para dar ese impulso necesario que permita avanzar a las humanidades hacia estados de mayor perfeccionamiento y felicidad. Son las mentes que planifican los advenimientos, no solo de aquellos que servirán de paradigma y patrón, sino también de los tiempos adecuados para derramar la vedad de la vida espiritual con arreglo a la evolución de las humanidades, procurando que lleguen hasta ellas las ideas, las doctrinas y los movimientos espirituales de regeneración que ayuden en la consolidación de los postulados del amor, para que puedan apartar al hombre de su camino de sufrimiento y ponga rumbo a la felicidad a la que está destinado por ser el heredero del Universo físico y espiritual, según Dios lo determinó en su momento. 

Jesús, como máximo exponente del amor divino sobre la Tierra, fue así mismo el mayor de estas luminarias y arquitectos siderales, capaz de reflejar el amor divino en la medida que pudiéramos comprenderlo. Pero Él sabía perfectamente que nuestro limitado desarrollo moral era todavía insuficiente para comprender las excelsitudes de la vida espiritual, y por ello hablaba en parábolas, y por ello no lo dijo todo, y por ello anticipó la llegada a la Tierra de un consolador que aclararía aquello que Él no pudo explicar por falta de entendimiento de la humanidad de su época. Como no podía ser de otra forma, el anuncio del Maestro de Galilea, nuestro particular Arquitecto Sideral en el gobierno de este mundo Tierra, avanzó la llegada de la tercera revelación que la doctrina espírita acepta, al ser aquella filosofía de vanguardia capaz de explicar lo que el Maestro Jesús dejó tan solo esbozado. Como manifestó el “Espíritu de Verdad” a Allán Kardec cuando este le preguntó cuál era su misión en la Tierra: “Reconstruirás lo que fue demolido”, refiriéndose con ello a la reconstrucción del Cristianismo primitivo; máximo código moral del Amor Divino y expresión más pura que los Arquitectos Siderales hayan inspirado en la Tierra para la felicidad y evolución humana. Un código tergiversado durante siglos por los intereses espurios, las malas interpretaciones y la ignorancia de muchos, y que era de justicia reconstruir colocando de nuevo las bases explicadas por Jesús en sus hechos y palabras, sirviendo así a las inspiraciones de los Arquitectos Siderales que reflejaron el Pensamiento y el Amor Divino a través de su representante en la Tierra: El incomparable Maestro de Nazaret.  

Redacción ©2021, Amor, Paz y Caridad


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            LOS CAMINOS DE LA VIDA

Llega un momento en la vida de todos que estamos cansados de tanta inseguridad de tanta inestabilidad y después de vivir tantas experiencias sentimos necesidad de saber hacia donde vamos de darle rumbo a nuestra vida de buscarle sentido, una razón para poder vivir.


El mundo nos ofreció lo que tenia pero nuestro corazón siempre presintió que algo le faltaba, las pruebas humanas le dejaron un gran vacío.


En el mundo siempre escuchamos repetir sin cesar una frase : vivimos en un mundo materializado y sin amor.
Entre todos hemos hecho un mundo frio y calculador.

En las situaciones graves una gran parte de la población culpa a Dios por lo que sucede.

Pero lo que sucede son nuestras actuaciones la falta de fe la creencia de que la vida es eterna y continuada nos asemeja a los propios animales y nuestros instintos unidos al propio orgullo y egoísmo nos convierte en mercaderes de la vida de mundo.

Entre todos sembramos un mundo un mundo de agonía y la vida languidece por la falta de amor.

Vagamos por el mundo como una concha que busca la vida para llenarse ,sentimos un gran vacío hemos desconectado del mundo y ahora buscamos en nuestro interior esa respuesta que nos sostenga.

La vida como la sombra:  siempre nos acompaña y siempre nos ayudó nunca nos abandonó pero como nuestras obras no eran de amor, fue languideciendo. entristeciéndose y enfermando; nuestra materia empezó a percibir su propia tristeza y malestar y nuestro cuerpo a reflejar su estado emocional.

La enfermedad es como aquel piloto rojo de la gasolina de un camión que nos avisa que estamos en la reserva y que nos podemos quedar tirados en cualquier momento.
Nuestra vida se centro en reunir cosas muertas dejando escapar la vida que había en su interior por olvido y sentimos la exclamación desde nuestro fondo.

Perdimos nuestro tiempo amando las cosas de mundo, cosas muertas y olvidamos alimentar la vida en nuestro interior que lo único que pide es un poco de amor de respeto hacia ella misma después de todo, todo se lo debemos ha ella y nunca nos pidió nada a cambio.

El amor es la fuente de nuestra vida y el amor tiene una tirita para cada herida es el bálsamo el ungüento y lo que nos mantiene a salvo.

La vida es amor y cuanto hemos tenido que sufrir para reconocer que todo estaba en ella.

Si hubiéramos amado de verdad nunca se hubiera escrito esa frase de que el mundo es un mundo sin amor.

Somos responsables del mundo y de su historia y los hombres lloran sus fracasos y el mundo es un mero reflejo de lo que somos los hombres a pesar de que muchos consiguen cambiar su vida.

Y al final uno se pregunta si no se puede cambiar el mundo por lo menos si me puedo cambiar ha mi mismo y con mi actuación ayudar a aquellos que a mi se acercan.
Porque la vida es el don mas precioso de este mundo y reconocer que la vida tiene sentido y que ese latido que esta en todo y por todo y reconocer esa vida en todas sus formas y protegerla es lo que da sentido a la existencia porque todos somos esa vida unica y especial regalo de Dios que nos la da para poder gozarla.

Manuel Martinez

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         VIDA CONTEMPLATIVA

                                                     


657 – Los hombres que se entregan a la vida contemplativa, sin hacer mal alguno y sólo pensando en Dios, ¿tienen algún mérito a sus ojos?
– No, porque si no hacen mal, tampoco hacen bien y son inútiles.
Además no hacer el bien ya es un mal. Dios quiere que se piense en él; pero no quiere que sólo en él se piense, porque ha señalado al hombre deberes que cumplir en la Tierra. El que se consume en la meditación y en la contemplación nada meritorio hace para Dios; porque su vida es completamente personal e inútil a la Humanidad y Dios le pedirá cuentas del bien que no haya hecho.

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.

                                                        

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           ¿Dónde está el Cielo y  el Infierno?

 

En el Más Allá no existen  cielos ni  infiernos eternos como lugares físicos descritos así por las teologías religiosas,  pero si que existen estados  felices e infelices de acuerdo con la condición moral  y la visión interior de sus habitantes, y esto es algo que comienza siempre en nosotros mismos como seres humanos.

  Las religiones han promulgado  las ideas  del cielo y del infierno  como los destinos finales, definitivos  e inevitables de los seres humanos, dándoles un sentido de eternidad.  Afirman que las almas bienaventuradas van a un cielo de felicidad eterna y allí permanecen admirando la grandiosa obra de Dios, sin tener ninguna actividad; este cielo idílico que parece tener relación con una inactividad  eterna, si existiese, sería más bien como un castigo, porque la Ley General de Evolución que impulsa a la acción y al movimiento, afecta a todos los mundos y Seres, tanto encarnados como desencarnados, por lo que nadie podría ser eternamente inútil y ser feliz, permaneciendo en un anonadamiento absoluto.

   En cualquier caso,  cabría plantearse, tal  como hizo Allan Kardec, que es o en donde estaría ubicado el cielo dentro de esa inmensidad sin límites que es el Universo?.  Popularmente se ha señalado el lugar del Cielo como un “arriba” y el lugar del infierno como un “abajo”, o sea bajo las capas más  profundas de la Tierra.  

             La respuesta está en que el cielo  espiritual está por  todas partes, sin límites físicos ni geográficos, aunque  sí es cierto el sentido de “arriba” en cuanto a que los planos  superiores de estancia espiritual se encuentran en franjas vibratorias elevadas y más separadas de la superficie terrestre, en cuanto que la psicoesfera terrestre de más baja vibración, y los infiernos, al señalarlos como “abajo”, no es que se encuentren como lugares físicos ubicados bajo tierra, sino más bien como franjas vibracionales más acordes con nuestra psicoesfera, e incluso  de una vibración inferior a la terrestre, que agrupa  a los seres de ese tenor vibratorio  por afinidad.

     El concepto del infierno que había en la Edad Media, ha perdurado hasta hace poco; este era designado como un lugar terrible en donde los condenados  padecían continuamente los tormentos más brutales, tanto físicos como espirituales, aunque se reconocía que las almas allí carecían de cuerpo físico. En él los pecadores  padecían sádicas torturas, como la de quemarse entre llamas de fuego eternamente sin ninguna esperanza de perdón o de que el dolor y el sufrimiento terminaran jamás…

 El Cielo y el Infierno desdeluego no son lugares materiales, pues si lo fuesen tendrían que ser lugares físicos, concretos y delimitados en algún lugar del Universo, pero como ya es reconocido por las religiones, básicamente hay, en general,  dos planos de existencia en el Universo, el material y el inmaterial o espiritual, y la estancia en estos planos que son el cielo o el infierno que nos esperan después de la muerte, no son sino estados de conciencia de los Espíritus que, con arreglo a lo establecido por la Ley de Consecuencias, cosechan en el Más Allá la misma felicidad o desdicha que antes sembraron en la Tierra como espíritus encarnados. Ya lo advirtió el Maestro Jesús: “A cada uno le será dado según sus obras.” Y ese estado, feliz o desgraciado, nos acompaña  en este mundo o en el otro, como la cosecha obligatoria que recogemos de la siembra permanente y voluntaria, buena o mala, que cada cual hacemos libremente.

 ¡ Qué malo sería si existiese  el dios inmisericorde e injusto que han  enseñado las religiones¡ ¡¡Gracias al Dios de la  Verdad, infinitamente justo y bueno,  porque ese dios menor de los libros sagrados no existe !!.

     Debemos tener claro que Dios si que existe y es (nos podemos imaginar una Gran Energía, de extensión infinita, que lo cubre y llena todo; infinitamente Inteligente, bondadosa y poderosa), de la que eprocede todo lo creado, y que por Su  perfección y sabiduría  infinitas, el Ser humano no ha podido ser creado para un destino y perspectiva tan triste y despiadada como lo es un infierno eterno como nos han descrito, sin esperanza de cesar jamás en él para el pobre desgraciado que lo mereciese.  Por ello podemos concluir que  estos conceptos teológicos tradicionales, no pueden ser en absoluto ciertos, y por ello cada día son menos creídos. Todos estamos llamados a continuar nuestra evolución personal o espiritual  hacia esa meta de Perfección infinita que llamamos Dios, con independencia de los errores o aciertos que cada cual haya podido cometer en una vida humana.

 No obstante, hay que tener presente que siempre tendremos que recoger el fruto bueno o malo de lo que sembremos  con  nuestro comportamiento en cada existencia, lo cual  puede suponer disfrutar de un Cielo de felicidad, o  de un penar en un Infierno interior de sufrimiento, pero en cualquier caso, este infierno  siempre y en todo caso, es un  estado  transitorio  del Alma,  y  jamás definitivo, porque nuestro destino final es la eterna dicha cerca de nuestra Fuente de Origen..

 Para entender esto valga  la imagen  del que  cae en un pozo pero no se queda en él para siempre, pues antes o después sale   porque así  lo ha dispuesto su Padre  que le da fuerzas y ayuda para salir del pozo y oportunidades para intentarlo de nuevo siempre, tantas veces como precise. Asimismo  sirva también  la metáfora  del  que está cruzando el  mar encrespado de su evolución, de modo que cuando se encuentra en la cresta de la ola   es  muy feliz, pero  no se puede quedar para siempre en lo alto de esa ola, sino que debe seguir nadando después  y  en su empeño por  cruzar el mar , no está libre de caer dentro de un agujero en la siguiente brazada que intente avanzar  hacia  esa   lejana meta  de Perfección en donde le aguarda  su Padre, aunque eso sí, a cada brazada  conseguida mayor es su pericia y menos probable  es la caída. Es ilógico totalmente  e imposible  de admitir  el estado definitivo de   un Infierno, al que se condena por algunos errores cometidos en ese instante fugaz que es la existencia humana del Ser,  o bien el de un Cielo de beatitud en una eterna ociosidad de un descanso eterno ganado a cambio de los méritos que se puedan hacer en una sola vida humana, por larga que esta sea.

 Otras veces se  pretende ganar el Cielo para un fallecido por las peticiones y rogatorias de  los vivos, aunque estas siempre benefician al  Ser espiritual por el que se pide ayuda porque le dan consuelo y fuerzas para seguir avanzando por el camino de su evolución, o también  por  recomendar al fallecido mediante actos litúrgicos religiosos de cualquier clase que sean, casi siempre pagados con dinero  para obtener a cambio la salvación eterna. Este estado de cosas, aunque hechas con buena fe, es de lo más absurdo e injusto, porque  la Justicia Divina no permite comprar nuestra suerte en el Mas Allá dejando que dependa de que  alguien haga o pague por nosotros esos ritos y ceremonias religiosas que nada tienen que ver con Nuestro Padre Celestial ni con los espíritus.

 Si el Cielo y el Infierno existiesen como lugares,  tal como los han descrito las religiones, y admitiésemos que estos se ganan o se pierden de esta forma, no habría más remedio que pensar que lo absurdo y lo injusto también son una ley divina;  si se pudiese aceptar tanto disparate, esto supondría la negación de  la infinita bondad, perfección  y justicia Divinas, además  de que el nacimiento, la existencia y la muerte  del Ser humano y de todos los seres, carecerían de sentido.

 - Jose Luis Martín-

“Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él” -Mahatma Gandhi –

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LA MUJER Y SUS SAGRADOS ATRIBUTOS:                         MATERNIDAD

 (...//...Viene de la publicación anterior)

                                                               


                                                                                           

La maternidad es función específica de la mujer.

El sabio codificador Allan Kardec, en El Libro de los Espíritus, en la pregunta 820, hace un comentario bastante interesante sobre el cuerpo de la mujer:

"Dios conformó la organización de cada ser según las funciones que debe cumplir. Si ha dado a la mujer menos fuerza física, la ha dotado a su vez de mayor sensibilidad en relación con la delicadeza de sus funciones".

Si algún Espíritu aspira a vivir la experiencia de la maternidad, tendrá que reencarnar en cuerpo de mujer y actuar buscando desarrollar ciertas cualidades psíquicas de la feminidad.

La maternidad tiene importancia fundamental para la Humanidad. Su vivencia siempre es difícil, ardua, embarazosa y desafiante para muchas mujeres; en ciertos casos, a pesar de las dificultades, produjo intraducibles beneficios espirituales, cuando ella se sobrellevó con amor y alegría, implantando nuevas motivaciones  a los corazones y acentuado progreso moral. El Espíritu André Luiz la concibe del siguiente modo:

"... la maternidad es la plenitud del corazón femenino que dirige el progreso. Concepción, gravidez, parto y devoción afectiva, representan estados difíciles y bellos de un ministerio, siempre divino".

El autor espiritual muestra la grandeza de la maternidad en sus dos dimensiones: en los sorprendentes fenómenos de la fecundación, gravidez, desarrollo del feto y mezcla de dolor y alegría del parto, que ocurren en el organismo especialísimo de la mujer. Y en lo sublime, lo iluminado y lo sagrado que sucede en el altar de su alma, en la complejidad de las energías de la vida mental, en el santuario de su fértil corazón, cuando se consagra a los impulsos intraducibles del amor delicado, cuidadoso, humilde y abnegado.

Ser madre.-

La gestación es una función solamente de la mujer, que le posibilita ejercitar, entrenar, desarrollar, perfeccionar y purificar el amor a los pequeños que nacen de su propio vientre.

Muchas almas con una identidad femenina se agitan en espíritu al asumir como misión la maternidad, porque buscaron sentir, pensar, amar, sufrir, vivir y repetir, sin desánimo la experiencia de ser madre en sucesivas encarnaciones.

Es Ley Divina; no hay mérito en aquello que nada costó para el Espíritu. Si algún alma con identidad femenina posee cualidades nobles, estas no fueron depositadas en su alma de forma gratuita por Dios. Toda conquista del Espíritu exige voluntad, esfuerzo, lucha, perseverancia, sufrimiento, trabajo. Toda virtus exige siempre, para poseerla, esfuerzo continuado, sistemático y repetitivo.

La maternidad exigió en el transcurso de los siglos, inmensos y continuados sacrificios del alma femenina, para poder disfrutarla con libertad y plenitud. Las experiencias repetidas en las encarnaciones sucesivas como mujer, acumularon valiosos recursos mentales, psíquicos y sexuales, que enriquecieron el Espíritu de buenos sentimientos, amor filial, amor fraternal, virtudes morales, elevación espiritual, intuición lúcida.

Ningún alma adquirió cualidades superiores, virtudes morales, talentos nobles, tan solo por haber encarnado una sola vez en un cuerpo de mujer. Fue necesario gran número de encarnaciones sucesivas, repitiendo las mismas experiencias como mujer.

La maternidad es saber crear con el alma, mente y corazón, determinado número de obligaciones elevadas, deberes y responsabilidades con grandeza de sentimientos, amor, humildad testimoniada, renuncia constructiva y misión educadora.

El grado de amor que la mujer conquistó, no está alojado en el cerebro o el corazón orgánicos: está ubicado en el departamento espiritual de la mente en su compleja organización formada de recursos psíquicos, sustentados de buenos sentimientos. El amor de madre es un admirable conjunto de recursos mentales y psíquicos nutridos de virtudes morales.

Hay cantidad de mujeres en esta humanidad, que aun son infelices, ignorantes, incrédulas; en el decir de los espíritus, por ahora, son mujeres psíquicamente estériles, aunque tengan hijos. Se puede decir que son Espíritus que conquistaron, por lo pronto, pocas y frágiles cualidades maternales.

Más amor.-

Una de las más poderosas manifestaciones del amor en la esfera humana, es la que nace del amor maternal. Madre abnegada y amorosa, es un corazón espiritual que posee energías fértiles para los sentimientos más purificados y virtudes morales elevadas.

Los Espíritus Superiores, en la pregunta 385 de El Libro de los Espíritus, destacan la excelsitud del amor maternal:

"No conocéis los secretos que esconden los niños en su inocencia, no sabéis lo que son, lo que fueron o lo que serán; sin embargo los amáis, los queréis como si fuesen una parte de vosotros mismos, a tal punto, que el amor de una madre por sus hijos, está considerado como el mayor que un ser puede sentir por otro ser. ¿De dónde procede ese dulce( afecto, esa tierna benevolencia, que hasta los mismos extraños experimentan ante un niño? (Prg. 385 de El Libro de los Espíritus).

Las riquezas internas, intelectuales, morales y espirituales del alma femenina, son importantes en la vida de la mujer, para enfrentar las durezas de la vida y el conjunto de problemas humanos de la actualidad. Todo el conjunto de exterioridades valoradas por el mundo de los negocios y la economía moderna, aunque adornen y embellezcan, no enriquecen espiritualmente a la mujer ni al hombre..

-Walter Barceló-

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