martes, 14 de diciembre de 2021

Cuadro de la vida espírita ( 1 de 4)

  INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Reuniones de Espíritus

2.- Hablando de Espiritismo

3.- Los escollos de lo paranormal

4.-  Cuadro de la vida espírita ( 1 de 4)



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                             REUNIONES DE ESPÍRITUS


¿Los Espíritus que se reúnen tienen para esto días y horas de predilección?

No; los días y las horas son los registros del tiempo para uso de los hombres y para la vida corporal, pero para nada sirven a los Espíritus; no lo necesitan ni le hacen caso.

7. ¿Cuál es el origen de la idea que los Espíritus vienen con preferencia durante la noche?


La impresión producida sobre la imaginación por el silencio y la oscuridad. Todas estas creencias son supersticiones que el conocimiento razonado del Espiritismo debe destruir. Lo mismo sucede con respecto a los días y las horas que se cree serles más propicias; creedlo, a no dudar, que la influencia de media noche sólo ha existido en los cuentos.

–Siendo así, ¿por qué ciertos Espíritus anuncian su venida y sus manifestaciones para dicha hora y para días determinados, como por ejemplo del viernes?

Estos son Espíritus que se aprovechan de la credulidad y se divierten. Por la misma razón los hay de ellos que dicen ser el diablo o se dan nombres infernales. Mostradles que no sois un
juguete y no volverán.

8. ¿Los Espíritus vienen con preferencia a la tumba en que descansa su cuerpo?

El cuerpo sólo fue un vestido; no piensan ya en la envoltura que les hizo sufrir como al prisionero sus cadenas. Sólo dan importancia a las personas que les son queridas.

–¿Las oraciones que se hacen sobre sus tumbas, le son, acaso, más agradables, y les traen allí con preferencia a otra parte?

La oración es una evocación que atrae a los Espíritus, bien lo sabéis. La oración tiene tanta más acción cuanto más ferviente y más sincera es; pero ante una tumba venerada se está más recogido, y la conservación de las reliquias piadosas es un testimonio de afección para el Espíritu, y al cual es siempre sensible. El pensamiento es el que obra siempre sobre el Espíritu y no los objetos materiales; estos objetos tienen más influencia sobre aquel que ruega fijando en ellos su atención, que sobre el Espíritu.

9. Según eso, ¿la creencia en los lugares frecuentados por los Espíritus no parece absolutamente falsa?

Hemos dicho que ciertos Espíritus pueden ser atraídos por las cosas materiales; pueden serlo por ciertos lugares que parece eligen para domicilio, hasta que cesan las circunstancias que les conducían a ellos.


–¿Cuáles son las circunstancias que pueden conducirles allí?


Su simpatía por algunas de las personas que los frecuentan o el deseo de comunicarse con ellas. Sin embargo, sus intenciones no son siempre tan laudables; cuando son Espíritus malos pueden querer ejercer una venganza sobre ciertas personas de las que tienen quejas. La permanencia en un lugar determinado puede ser también, para algunos, un castigo que se les ha impuesto, sobre todo si han cometido en él algún crimen, a fin de que tengan  constantemente este crimen ante los ojos.

EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS. ALLAN KARDEC

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            HABLANDO DE ESPIRITISMO

"Hay un pequeño libro de Kardec que muchos dirigentes subestiman, limitándose a aconsejar su lectura a los legos y a los novicios.  Es exactamente El Espiritismo en su más simple expresión. Este opúsculo es un precioso orientador doctrinario que los dirigentes deben leer siempre. Otro pequeño gran volumen aconsejable es Qué es el Espiritismo, también de kardec. Y como lectura auxiliar, de gran poder esclarecedor, aconsejamos El Consolador que prometió Jesús, del Espíritu Emmanuel. Principalmente ahora, en este tiempo  de confusiones que estamos atravesando, los dirigentes de Centros, Grupos Familiares y demás organizaciones doctrinarias deben tener esos libros como lectura diaria obligatoria.

"Además de las confusiones habituales entre Umbanda y Espiritismo, Esoterismo, Teosofía, Ocultismo y Espiritismo, existen otras formas de confusión que vienen siendo difundidas en el medio espírita. Son las confusiones de origen mediúmnico, oriundas de comunicaciones de Espíritus que se presentan como grandes instructores, dando siempre respuestas e informaciones sobre todas las cuestiones que les son propuestas. Un ejemplo de ello es el de Ramatís, cuyos mensajes vienen siendo distribuidos profusamente.

Cualquier estudioso de la Doctrina percibe  que se trata de un Espíritu seudosabio, conforme a la calificación de Kardec en la 'escala espírita'. Sin embargo, tales mensajes están adquiriendo el papel de sucedáneos de las obras doctrinarias, induciendo a los expositores espíritas a hacer afirmaciones ridículas en sus manifestaciones doctrinarias, con evidente perjuicio para el buen concepto del movimiento espírita. "No es de hoy que existen mensajes de esa especie. En todos los tiempos Espíritus mixtificadores,  los falsos profetas de la erraticidad- como decía Kardec- y Espíritus seudo -sabios, que se juzgan grandes misioneros trabajan, consciente o inconscientemente, en la ingrata tarea de ridiculizar al Espiritismo. Pero la responsabilidad de quienes aceptan y divulgan esos mensajes no es menor que la de los Espíritus que los transmiten. Por eso es necesario que los dirigentes esclarecidos no crucen sus brazos, indiferentes ante esas oleadas de pertubación, tratando de abrir los ojos de quienes se dejan llevar por ellas.

"El Espiritismo es una doctrina de buen sentido, de equilibrio, de esclarecimiento positivo de los problemas espirituales, y no de hipótesis sin base o de suposiciones imaginativas.

Las líneas seguras de la Doctrina están en la Codificación Kardeciana. No debemos de olvidar que la Codificación representa el cumplimiento de la promesa evangélica del Consolador que vino en la hora precisa. Dejar de lado la Codificación y aceptar´ novedades´ confusas, es una simple temeridad. Tanto más cuando esas ´novedades´ -como en el caso de Ramatís - son más viejas que la misma Codificación" .
 
J. Herculano Pires en su libro El Infinito y el Finito.


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 LOS ESCOLLOS DE LO PARANORMAL

                                              

En los medios espiritualistas de la videncia o de la New Age, existen efectos de moda que se suceden a partir de diferentes conceptos extraídos de antiguas creencias, y que acaban por confundir a todo el mundo.

 Y entre estas ideas que están en boga, recordemos una que es propagada por videntes, médiums o curanderos, la de una supuesta influencia de los Espíritus y que se resume más o menos así: “Ustedes están perturbados, deprimidos, tienen la piel enferma. Pues bien, son Espíritus parásitos que se pegan a ustedes y les sacan toda su energía”. Por supuesto, la información habrá sido dada por un vidente o médium patentado que no duda en afirmar a su consultor que está bajo la influencia de varios Espíritus perturbadores, por lo general en número de cuatro, cinco o seis. Eso significaría entonces en lenguaje espírita, que estas personas serían víctimas de la obsesión de muchas entidades, sin que se puedan determinar las razones. 
Nos sucede que encontramos a estas personas supuestamente víctimas de obsesiones plurales y después del análisis, a menudo comprobamos la existencia de desórdenes psíquicos, perfectamente identificables en cuanto se conoce bien la trayectoria de vida de la persona. Y fuera de verdaderas perturbaciones con efectos físicos (Poltergeist, raps o apariciones fantasmales) con la mayor frecuencia se ven verdaderos problemas psico-afectivos que se traducen en desagradables sensaciones o malestares físicos. 

Sin contar con que el entusiasmo por lo paranormal puede inducir a las personas frágiles a imaginar que sufren de persecuciones espirituales, y condicionarse así a una forma inconsciente de autosugestión; lo cual puede conducir a sensaciones o visiones totalmente subjetivas. 

El papel del espírita “cazador de fantasmas” es entonces separar el desorden psíquico de la manifestación obsesiva, lo que a veces parece complejo en el primer intento. 

De todas maneras, el desconocimiento del sujeto dentro de la mala interpretación que se hace, conduce a muchos desórdenes psíquicos, donde se esperarían manifestaciones más objetivas. No obstante, en algunos casos estas últimas existen, allí donde muy a menudo hay efectos físicos externos a la persona y que igualmente son comprobados por el entorno. Puede tratarse entonces de manifestaciones provocadas por el espíritu de un antiguo arrendatario o propietario, que no comprende o no soporta, la presencia de nuevos habitantes en los lugares a los cuales se ha quedado apegado y que sigue frecuentando. 

Ocurre igualmente, que los fenómenos se desencadenan después de una tentativa de comunicación con el más allá, que ha atraído a un espíritu perturbador. Y si a veces hay obsesión de una influencia que subyuga a la persona involucrada, eso se manifiesta por desórdenes de la personalidad y el comportamiento. 

Cuando se trata de picor, hormigueo en todo el cuerpo, zumbidos y silbidos en los oídos o sentir como una presión sobre un lugar del cuerpo, una opresión, etc., es preciso ser más cauteloso en la medida en que estos no son propiamente los signos distintivos de una obsesión. 

La mayoría de los testimonios toma en cuenta todos estos tipos de sensaciones que, en general, no son acompañados por desórdenes de la personalidad. Entonces el único inconveniente es el temor que engendra, luego de un condicionamiento auto sugestivo que puede provocar diversas sensaciones (subjetivas en cuanto a su origen). 

Los malos consejeros

El problema en esta circunstancia, es que los llamados videntes o médiums, solicitados por las personas perturbadas, tienen para cada una el mismo discurso, para una conclusión fácil: “Si están perturbados, es porque son médiums y los Espíritus están pegados a ustedes”. Por supuesto, no se trata de una información recibida sino de una deducción apresurada que se acompaña de algunos consejos como las tradicionales protecciones con agua bendita, sal u otros amuletos. O bien otros consejos más turbadores: “Déjense ir a la escritura automática y pregunten al espíritu lo que quiere”. En cuyo caso, si la persona tiene cierta sensibilidad, se arriesga a abrir la puerta a una presencia importuna que ya estaba allí o que no estaba. Y cuando se conoce la realidad de los Espíritus en turbación o mal intencionados, ellos son incapaces de la menor coherencia en sus palabras pudiendo arrastrar al intermediario humano a falsas interpretaciones. 

Además, no es tratando de comunicarse con un espíritu que se consigue su liberación, y no se hace sino atraerlo más sin saber qué hacer con él. 

Es obvio lo que ciertos videntes y médiums ignoran, incitando a los que consultan a lanzarse en la boca del lobo sin darles la solución, pero agravando el problema. He aquí la situación para una persona sensible que realmente haya vivido los fenómenos o sufrido una obsesión. 

Y luego, hay los casos de personas cuyas perturbaciones son únicamente psicológicas, a quienes se les dice que tienen varios Espíritus pegados a ellas.

 Y este error de diagnóstico agrava aún más la situación, pues el miedo a los Espíritus conllevará una amplificación de los desórdenes psíquicos

Detengámonos un instante en esta palabra “pegado” que se ha convertido en común. ¿Habría que imaginar entonces que los Espíritus, varios, estarían prendidos de alguna manera a una persona como sanguijuelas o vampiros que se nutren con la energía vital de su víctima? Con lo que se ha sugerido, uno se aproxima, con una imagen chocante que tiene con qué desestabilizar a las personas frágiles, pues al oír la palabra “pegado”, la gente genera naturalmente una terrible angustia, igual que lo haría el anuncio de una enfermedad irremediable.

 Sería pues deseable que los profesionales de la videncia asumieran sus responsabilidades a partir de un verdadero conocimiento de los principios espíritas. 

Y puesto que han aceptado un papel, que éste sea por lo menos el de tranquilizar antes que asustar, que sea una ayuda que ofrecer a las personas desamparadas y no decirles que son médiums perturbados por entidades, sino dando muestras de un espíritu de análisis, y luego hacerse cargo si realmente hay un problema.

 Los escollos del elitismo

Dentro de la complejidad de estos asuntos, también se ha visto surgir otro tipo de problema. Personas atraídas por lo paranormal, o a quienes se les hecho creer en una sensibilidad mediúmnica, muy a menudo desean que las cosas no se detengan allí y que una perturbación pasajera pueda abrir otras posibilidades de contactos más tranquilos con los Espíritus. Y allí, nuestros consejos espíritas de prudencia son muy mal aceptados. Nuestro principio de precaución consiste en indicarles no intentar el contacto, o suspenderlo si ya se ha entablado. Se observa entonces una rebelión por parte de las personas que, persuadidas de su mediumnidad, ante todo no quieren abandonarla, deseando sólo que se venga en su ayuda para quitarles los Espíritus que las perturban. Estas mediumnidades, reales o supuestas, son como regalos del cielo que habría que preservar a toda costa. Se ve entonces a personas “pegadas” (no ya en el sentido anterior) sino aferradas a lo que les daría una función particular, singularizándolas respecto a las demás. “Tener un don”, eso se convierte entonces en sentirse portador de una misión especial, eso se convierte en parte integrante de una nueva personalidad que se le da, es una aptitud que no puede ser abandonada. Y entonces, cuando aconsejamos detener todo, tenemos la impresión de que se despoja a la gente de lo que le es más precioso. 

Se entra allí en una fase psicológica que se explica muy simplemente: singularizarse por una facultad, es darse una personalidad diferente, es alcanzar lo que parecía inaccesible, y al final es muy a menudo señal de un complejo de inferioridad que se transforma en complejo de superioridad, lo que más sencillamente se llama el orgullo del que finalmente puede decirse: “¡Yo existo!”. 

Pero existir como médium, es muy diferente, es la aceptación de lo bueno y de lo menos bueno, y es también una pesada carga que debe ser acompañada por otros y controlada en el seno de un grupo espírita. 

Ahora bien, los candidatos a médiums, a quienes algunos han hecho creer que tienen grandes posibilidades, mayormente no quieren ser objeto de análisis ni control dentro de un grupo, sino que quieren bastarse a sí mismos con la certeza de que, por sus propias sensaciones e intuiciones, la verdad se liberará por sí misma. 

Estamos frente a una desviación que, desde luego, no data de ayer sino que, a través de varios médiums o pseudo-médiums, ha dado lugar a toda una literatura en la que un espírita ya no puede reconocerse.

 En todo eso se han olvidado los principios básicos que fueron definidos por el fundador del espiritismo. Allan Kardec insistía en el conocimiento de la filosofía espírita antes de todo otro paso. 

Ponía el acento sobre la formación de los espíritas, significando con ello que se necesitaban espíritas instruidos, conscientes, reflexivos y comprometidos con una causa a ser defendida. Y si había mediumnidad que desarrollar, era necesario de antemano que las personas involucradas fueran ya verdaderos espíritas. 

Y es allí donde duele, cuando nuestros contemporáneos desinformados se imaginan que primero hay que convertirse en médium para asegurar mejor su avance espiritual. 

He aquí todavía un concepto que desnaturaliza completamente el sentido de una verdadera espiritualidad. 

¿Habría pues que ser médium para sentirse evolucionar? Por consiguiente, ¿habría entonces que suponer que si no se es médium, la evolución se nos escapa? Tenemos que descartar esta idea turbadora que revela insidiosamente una forma de elitismo espiritual a partir de facultades. 

Los principios espíritas son los mismos para todo el mundo, médium o no médium; son humildad, don de sí, compartir, sin que se tenga que venerar a un médium que desempeñaría el papel de guía de pensamiento. 

Las mediumnidades, en su diversidad, son particularidades inherentes a las sensibilidades humanas. Pueden corresponder a misiones elegidas antes de la encarnación pero, de todas maneras, deben inscribirse dentro de un marco colectivo adecuado, a saber, el marco espírita, no conocemos otro. 

Por supuesto podemos excusar a las personas que, ingenuamente, imaginan que la mediumnidad les haría hacer un gran bien en la evolución, en la medida en que eso se dice y se escribe en todas partes en palabras espiritualistas influenciadas por diferentes modelos: son las altas espiritualidades de la canalización, son las creencias en una evolución rápida y artificial para llegar más pronto a las puertas del Nirvana. No, la evolución no será el fruto de un método personal para llegar más rápido a la serenidad. Muy por el contrario (y, además, no se trata de serenidad) la ley de la evolución universal enseñada por el más allá, es el camino áspero y difícil de la lucha en la humanidad y por la humanidad. 

Es volver a poner los pies bien sobre la Tierra, aunque se mantenga la cabeza en las estrellas, a fin de participar en el avance de una idea esencial.

 Hay allí un principio espírita de fondo que no tiene que ser pervertido por la influencia de espiritualidades elitistas y personales. 

Y para volver a los médiums, pero “los verdaderos”, evidentemente su función forma parte de su evolución, de su camino elegido en esta vida para esa función. Lo que no significa que eso sea la camino ideal para alcanzar el absoluto divino más pronto que los demás. 

No hay camino ideal para nadie, sino la de un progreso lento y difícil para todo el mundo, que se realiza de vida en vida. Realizarse en esta vida haciendo lo que se debe, es una etapa importante para el progreso de cada uno, pero esa no es la realización total y trascendente de la pureza del espíritu. 

Por Jacques Peccate – Traducción de Ruth Neumann Publicado en la revista Le Journal Spirite en Español. La Revista del Círculo Espírita Allan Kardec de Nancy (Francia). Nº 95 Enero – Marzo de 2014. http://www.spiritisme.com/le-journal-spirite/ Escrito por Jacques Peccatte

( Reproducido de Zona Espírita )

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           CUADRO DE LA VIDA ESPÍRITA
                                   
( 1 de 4 )

    Todos nosotros, sin excepción, tarde o temprano alcanzaremos el término fatal de la vida; ningún poder podría sustraernos a esa necesidad, he aquí lo positivo. Las preocupaciones del mundo, frecuentemente, nos desvían del pensamiento de lo que ocurre más allá  del túmulo, pero, cuando llega el momento supremo, pocos son los que no se preguntan en qué se volverán, porque la idea de dejar la existencia sin retorno tiene algo de pungente. ¿ Quien podría, en efecto, encarar con indiferencia una separación absoluta, eterna, de todo lo que se amó?. ¿Quién podría ver, sin miedo, abrirse ante sí, el abismo inmenso de la nada donde vendrían a desaparecer para siempre todas nuestras facultades, todas nuestras esperanzas?. 

"¡Qué! ¡ Después de mi nada, nada más que el vacío; todo se acabó sin retorno; algunos días más y mi recuerdo será apagado en la memoria de aquellos que me sobrevivieron; después no quedará ningún trazo de mi paso sobre la tierra; incluso el bien que hice será olvidado por los ingratos que favorecí; y nada para compensar todo eso, ninguna otra perspectiva que la de mi cuerpo roído por los gusanos ".

  ¿ Este cuadro del fin del materialista, trazado por un espíritu que vivió con esos pensamientos no tiene algo de horrible y glacial?. La religión nos enseña que eso no puede ser así y la razón nos lo confirma; pero la existencia futura, vaga e indefinida, nada tiene que satisfaga nuestro amor positivamente; es lo que en muchos casos engendra la duda. Tenemos un alma, concedido; pero ¿ qué es nuestra alma ?. ¿Tiene ella una forma o cualquier apariencia?;. ¿Es un ser limitado o indefinido ?. Unos dicen que un soplo de Dios; otros que una centella; otros que una parte del Gran Todo, el principio de la vida y la inteligencia, ¿ pero, qué es lo que todo esto nos enseña ?. Se dice también que ella es circunstancial, pero una cosa circunstancial no podría tener proporciones definidas; para nosotros eso no es nada.

  La religión nos enseña, además, que seremos felices o infelices, según el bien o el mal que hiciéramos; ¿pero cual es esa felicidad que nos espera en el seno de Dios ?. ¿ Es una beatitud, una contemplación eterna, sin otro empleo que cantar alabanzas al Creador?. ¿Las llamas del infierno son una realidad o una figura?. La iglesia misma lo entiende en esta última acepción, pero ¿ cuales son esos sufrimientos ?. ¿Dónde está ese lugar de suplicio?. En una palabra, ¿ qué se hace, qué se ve, en ese mundo que a todos nos espera?. Nadie, se dice, volvió para darnos cuenta de él. Esto es un error y la misión del Espiritismo precisamente es esclarecernos sobre ese futuro, de hacérnoslo, hasta cierto punto, tocar con los dedos y con la mirada, no solo con el raciocinio, sino con los hechos. Gracias a las comunicaciones espíritas eso no es ya una presunción, una probabilidad sobre la que cada uno borda a su manera, que los poetas embellecieron con sus ficciones, o siembran imágenes alegóricas que nos engañan, es la realidad misma que se nos aparece, porque son los propios seres de ultratumba que nos vienen a pintar su situación, a decirnos lo que hacen, que nos permiten asistir, por así decirlo, a todas las peripecias de su nueva vida y por este medio nos muestran la suerte inevitable que nos espera, según nuestros méritos o nuestros defectos. ¿Hay en esto algo irreligioso?. Muy al contrario, puesto que los incrédulos encuentran en ello la fe, los tibios una renovación de fervor y confianza. El Espiritismo es pues, el más poderoso auxiliar de la religión. Puesto que  eso es así, es porque Dios lo permite, y lo permite para reanimar nuestras esperanzas vacilantes y conducirnos de nuevo al camino del bien por la perspectiva del futuro que nos espera,

  Las conversaciones familiares de ultratumba que damos, los relatos que contienen de la situación de los Espíritus que nos hablan, nos inician en sus penas y alegrías, en sus ocupaciones; ese es el cuadro animado de la vida espìrita y en la misma variedad de los asuntos podemos encontrar las analogías que nos tocan. Vamos a intentar resumir el conjunto.

  Tomemos primero al alma en su salida de este mundo y veamos lo que pasa en esa transmigración. Extinguiéndose las fuerzas vitales, el Espíritu se separa del cuerpo en el momento en que se extingue la vida orgánica; pero esa separación no es brusca o instantánea. Comienza algunas veces antes de la cesación completa de la vida; no está siempre  completa en el instante de la muerte. Sabemos que entre el Espíritu y el cuerpo hay un lazo semimaterial que constituye un primer envoltorio; es este lazo el que no es quebrado súbitamente y mientras él subsiste, el Espíritu está en un estado de perturbación que se puede comparar a aquel que acompaña al despertar; incluso frecuentemente, él duda de su muerte; siente que existe, se ve y no comprende que pueda vivir sin su cuerpo, del cual se va separando; los lazos que lo unen aún a la materia, lo vuelven accesible a ciertas sensaciones que toma por sensaciones físicas; no es sino cuando está completamente libre que el Espíritu se reconoce; hasta ahí no se da cuenta de su situación. La duración de su estado de perturbación, como hemos dicho en otras ocasiones, es muy variable; puede ser de varias horas, como de varios meses, pero es raro que al cabo de algunos días, el Espíritu no se reconozca más o menos bien. Entretanto, como todo le es extraño y desconocido, le es preciso un cierto tiempo para familiarizarse con su nueva manera de percibir las cosas.

  El instante en que uno de ellos ve cesar su esclavitud, por la ruptura de los lazos que lo retienen al cuerpo, es un instante solemne; en su nueva entrada en el mundo de los Espíritus, es acogido por sus amigos, que vienen a recibirlo como en el retorno de un penoso viaje; si la travesía fue feliz, quiere decir, si el tiempo del exilio fue empleado de modo provechoso por él y lo eleva en la jerarquía del mundo de los Espíritus, lo felicitan; ahí reencuentra a aquellos que conoció, se reúnen con los que lo aman y simpatizan con él y entonces, verdaderamente comienza para él su nueva existencia.

  El envoltorio semimaterial del Espíritu constituye una especie de cuerpo de forma definida, limitada y análoga a la nuestra; pero ese cuerpo no tiene nuestros órganos y no puede sentir todas nuestras impresiones. Sin embargo, percibe lo que nosotros percibimos: la luz, los sonidos, los olores, etc. y esas sensaciones, por no tener nada de material, no son menos reales; tienen inclusive algo de mayor claridad , de mayor precisión, de mayor sutilidad, porque llegan al Espíritu sin intermediario, sin pasar por la fila de los órganos que la debilitan. La facultad de percibir es inherente al Espíritu; es un atributo de todo su ser, las sensaciones le llegan de todas partes y no hay canales circunscritos. Uno de ellos nos dice, hablando de la visión : "Es una facultad del Espíritu y no del cuerpo; veis con ojos, pero en nosotros no es el ojo el que ve, es el Espíritu"

- Allan Kardec-
( Continúa en la siguiente publicación)

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