INQUIETUDES ESPÍRITAS
1,. Expiación y arrepentimiento
2.- Pluralidad de mundos habitados
3.- Ayuda a una persona que se encuentre entre la lucidez y el desequilibrio
4.- Mediums con orgullo
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Expiación y arrepentimiento
Expiación y arrepentimiento, cuantas dudas solemos tener sobre estos dos puntos.
¿Por qué sufro?, ¿Qué debo hacer para ser feliz?
¿Si cometo un error, tendría una oportunidad para repararlo?
En el Libro de los Espíritus encontramos en el Libro Cuarto, capítulo II, Penas y goces futuros, estas cuestiones planteadas por Allan Kardec y explicadas de forma magistral por los espíritus superiores.
Perlas únicas de enseñanza elevada, este libro sublime trae la explicación de los padecimientos, la forma de rescate de las faltas y dónde se expían los errores.
Cuestión 990:
El arrepentimiento, ¿tiene lugar en el estado corporal o en el espiritual?
“En el estado espiritual. No obstante, también puede tener lugar en el estado corporal, cuando comprendéis correctamente la diferencia entre el bien y el mal.”
Cuestión 991:
¿Cuál es la consecuencia del arrepentimiento en el estado espiritual?
“El deseo de una nueva encarnación para purificarse. El espíritu comprende las imperfecciones que le impiden ser feliz, por eso aspira a una nueva existencia en que podrá expiar sus faltas.”
Véase cuestión 332:
El espíritu, ¿puede adelantar o retrasar el momento de su reencarnación?
“Puede adelantarlo con sus ruegos. También puede diferirlo si retrocede ante la prueba, pues entre los espíritus también los hay cobardes e indiferentes. No obstante, no lo hace con impunidad. Sufre por ello, como el que se niega a tomar un remedio saludable que puede curarlo.”
Véase cuestión 975:
Los espíritus inferiores, ¿comprenden la felicidad del justo?
“Así es, y eso constituye su suplicio, pues comprenden que se hallan privados de esa felicidad por su propia culpa.
Por esa razón, una vez desprendido de la materia, el espíritu aspira a una nueva existencia corporal, dado que cada existencia puede abreviar la duración de ese suplicio, en caso de que sea bien empleada.
Elige, entonces, las pruebas mediante las cuales podrá expiar sus faltas.
Porque, tenedlo en cuenta, el espíritu sufre por el mal que ha hecho o que ha causado voluntariamente, por el bien que habría podido hacer y que no hizo, así como por el mal que resulta del bien que no ha hecho.
”El espíritu errante ya no tiene velo: se encuentra como si hubiera salido de la niebla y ve lo que lo aleja de la felicidad. En ese caso, sufre más, porque comprende cuán culpable ha sido.
Para él ya no hay ilusión: ve la realidad de las cosas.”
El espíritu en estado errante, por un lado, abarca todas sus existencias pasadas; por el otro, ve el porvenir prometido y comprende lo que le falta para alcanzarlo.
Tal como un viajero que, al llegar a la cima de una montaña, ve el camino recorrido y el que le falta recorrer para llegar a la meta.
Cuestión 992:
¿Cuál es la consecuencia del arrepentimiento en el estado corporal?
“Avanzar desde la vida presente, si se tiene tiempo de reparar las faltas. Cuando la conciencia formula un reproche y señala una imperfección, siempre se puede mejorar.”
Cuestión 993:
¿No hay hombres que sólo poseen el instinto del mal y son inaccesibles al arrepentimiento?
“Te he dicho que se debe progresar sin cesar. Aquel que en esta vida sólo posee el instinto del mal, habrá de poseer el del bien en otra.
Por eso renace muchas veces, pues es necesario que todos avancen y lleguen a la meta. Conforme a su deseo, algunos lo harán en un tiempo más breve, otros en uno más prolongado.
Aquel que sólo posee el instinto del bien ya se ha purificado, pues ha podido tener el instinto del mal en una existencia anterior.”
Véase cuestión 894:
Hay personas que hacen el bien por un impulso espontáneo, sin que tengan que vencer ningún sentimiento contrario. ¿Poseen ellas tanto mérito como las que tienen que luchar contra su propia naturaleza y la dominan?
“Las que no tienen que luchar es porque en ellas el progreso ya se llevó a cabo. Lucharon anteriormente y triunfaron.
Por eso, los buenos sentimientos no les cuestan ningún esfuerzo y sus acciones les resultan absolutamente naturales.
Para ellas, el bien se ha convertido en un hábito.
Se las debe honrar, pues, como a experimentados guerreros que conquistaron sus títulos.
”Como vosotros aún estáis lejos de la perfección, esos ejemplos os asombran por el contraste, y los admiráis tanto más cuanto más raros son.
No obstante, sabed bien que lo que en la Tierra constituye una excepción, en los mundos más adelantados que el vuestro es la regla.
El sentimiento del bien es espontáneo en todas partes, porque en esos mundos sólo habitan los espíritus buenos y una única mala intención sería una excepción monstruosa.
Por esa razón los hombres son felices allí. Lo mismo sucederá en la Tierra cuando la humanidad se haya transformado y cuando comprenda y practique la caridad en su verdadera acepción"
Cuestión 994:
El hombre perverso que no ha reconocido sus faltas durante la vida, ¿lo hace siempre después de la muerte?
“Sí, siempre. Entonces sufre más, porque siente todo el mal que ha hecho o que ha causado voluntariamente. No obstante, el arrepentimiento no siempre es inmediato.
Hay espíritus que se obstinan en el camino del mal a pesar de sus padecimientos.
Con todo, tarde o temprano habrán de reconocer que tomaron el camino equivocado y llegará el arrepentimiento. Los espíritus buenos trabajan para esclarecerlos, y vosotros también podéis hacerlo.”
Cuestión 995:
¿Hay espíritus a los que, sin ser malos, su propia suerte les resulta indiferente?
“Hay espíritus que no se ocupan de nada útil: se mantienen a la expectativa.
Pero en ese caso sufren de manera proporcional. Además, como en todo debe haber progreso, ese progreso se pone de manifiesto a través del dolor.”
Cuestión 995a
Esos espíritus, ¿no tienen el deseo de abreviar sus padecimientos?
“Lo tienen, sin duda. Pero no tienen suficiente energía para querer lo que podría aliviarlos. ¿Cuántas personas hay entre vosotros que prefieren morirse en la miseria antes que trabajar?”
Cuestión 996:
Dado que los espíritus ven el mal que resulta para ellos a causa de sus imperfecciones, ¿a qué se debe que haya algunos que agravan su situación y prolongan su estado de inferioridad haciendo el mal como espíritus y apartando a los hombres del camino del bien?
“Los que actúan de ese modo son espíritus cuyo arrepentimiento es tardío.
El espíritu arrepentido puede luego dejarse llevar nuevamente al camino del mal por otros espíritus aún más atrasados.”
Véase cuestión 971:
Entonces, la muerte, ¿no nos libra de la tentación?
“No, aunque la acción de los espíritus malos es mucho menos importante en los otros espíritus que en los hombres, porque no cuentan con el auxilio de las pasiones materiales.”
Cuestión 997:
Vemos algunos espíritus que, pese a su notoria inferioridad, son accesibles a los sentimientos buenos, y se conmueven con las oraciones que se hacen para ellos.
¿A qué se debe que otros espíritus, a quienes deberíamos considerar más esclarecidos, muestren una obstinación y un
cinismo que nada puede atenuar?
“La oración sólo produce efecto cuando se hace a favor del espíritu que se arrepiente.
En aquellos que, incitados por el orgullo, se sublevan contra Dios y persisten en sus extravíos, e incluso los exageran, como hacen algunos espíritus desdichados, la oración no produce ningún efecto ni podrá hacerlo hasta el día en que una chispa de arrepentimiento se manifieste en ellos.”
Véase cuestión 664:
¿Es útil orar por los muertos y por los espíritus que sufren? En ese caso, ¿de qué modo nuestras oraciones pueden suministrar les alivio y abreviar sus padecimientos? ¿Tienen ellas el poder de
hacer más leve el peso de la justicia de Dios?
“La oración no puede producir el efecto de cambiar los designios de Dios.
No obstante, el alma por la cual se ora experimenta alivio, porque la oración es un testimonio de interés que se le brinda.
El desdichado siempre siente alivio cuando encuentra almas caritativas que se compadecen de sus dolores.
Por otra parte, mediante la oración se lo estimula al arrepentimiento y al deseo de hacer lo necesario para llegar a ser feliz.
En ese sentido se puede abreviar su pena, si de su parte coopera con buena voluntad.
Ese deseo de mejorar, estimulado por la oración, atrae junto al espíritu que sufre a espíritus mejores, que acuden a instruirlo, consolarlo y darle esperanzas. Jesús oraba por las ovejas descarriadas.
De ese modo os muestra que seréis culpables si vosotros no oráis por aquellos que están más necesitados.”
No debemos perder de vista que el espíritu, después de la muerte del cuerpo, no se transforma de manera súbita. Si su vida ha sido reprensible, se debe a que era imperfecto. Ahora bien, la muerte no lo vuelve perfecto de inmediato.
Puede persistir en sus errores, en sus falsas opiniones y en sus prejuicios, hasta que se haya esclarecido mediante el estudio, la reflexión y el sufrimiento.
Cuestión 998:
La expiación, ¿se lleva a cabo en el estado corporal o en el estado de espíritu?
“La expiación se lleva a cabo, durante la existencia corporal, mediante las pruebas a que el Espíritu se encuentra sometido; y en la vida espiritual, mediante los padecimientos morales inherentes al
estado de inferioridad del espíritu.”
Cuestión 999:
El arrepentimiento sincero durante la vida, ¿es suficiente para borrar las faltas y obtener la gracia de Dios?
“El arrepentimiento contribuye a que el espíritu mejore, pero el pasado debe ser expiado.”
Cuestión 999a:
Según esto, si un criminal dijese que no tiene necesidad de arrepentirse, ya que de todos modos debe expiar su pasado, ¿ qué consecuencias tendría eso para él?
“Si se obstina en la idea del mal, su expiación será más prolongada y más penosa.”
Cuestión 1000:
¿Podemos, desde esta vida, rescatar nuestras faltas?
“Sí, mediante su reparación.
Sin embargo, no penséis en rescatarlas con unas pocas privaciones pueriles o con la distribución de vuestros bienes después de la muerte, cuando ya no los necesitáis.
Dios no toma en cuenta en modo alguno un arrepentimiento estéril que siempre resulta fácil, y que sólo cuesta el esfuerzo de golpearse el pecho.
Perder un dedo meñique mientras se presta un servicio borra más faltas que padecer durante años el tormento del cilicio sin otro objetivo que el bien de sí mismo.
Véase cuestión 726:
Si los padecimientos de este mundo nos elevan según el modo en que los soportamos, ¿nos elevamos al soportar aquellos que creamos voluntariamente?
“Los únicos padecimientos que elevan son los naturales, porque proceden de Dios. Los padecimientos voluntarios no sirven en absoluto cuando en nada contribuyen para el bien del prójimo.
¿Acaso crees que los que acortan su vida con rigores sobrehumanos, como lo hacen los bonzos, los faquires y algunos fanáticos de numerosas sectas, adelantan en su camino?
¿Por qué mejor no trabajan en favor de sus semejantes?
Vistan al indigente, consuelen al que llora, asistan al que está enfermo, soporten privaciones para alivio de los desdichados, entonces sus vidas serán útiles y gratas a Dios.
Cuando, en los padecimientos voluntarios que se soportan, sólo se piensa en sí mismo, es egoísmo.
En cambio, cuando se sufre por los demás, es caridad. Esos son los preceptos de Cristo.”
”El mal sólo se repara con el bien. La reparación no tiene ningún mérito si no alcanza al hombre ni en su orgullo ni en sus intereses materiales.
”¿De qué le sirve, para justificarse, restituir después de la muerte los bienes mal habidos, cuando ya no le sirven y les ha sacado todo el provecho?
”¿De qué le sirve privarse de algunos goces fútiles y de algunas cosas superfluas, si no reparó el daño que ha hecho a otros?
“¿De qué le sirve, por último, humillarse ante Dios, si conserva su orgullo ante los hombres?”
Véase cuestión 720:
Las privaciones voluntarias, con miras a una expiación igualmente voluntaria, ¿tienen algún mérito ante Dios?
“Haced el bien a los demás y tendréis más mérito.”
Véanse cuestión 721:
La vida de mortificaciones ascéticas ha sido practicada desde la más remota antigüedad y en diferentes pueblos. ¿Es meritoria, desde algún punto de vista?
“Preguntaos a quién le sirve y obtendréis la respuesta. Si sólo sirve al que la practica, y le impide hacer el bien, es egoísmo, sea cual fuere el pretexto con que se la coloree.
La verdadera mortificación, según la caridad cristiana, consiste en privarse y trabajar para los otros.”
Cuestión 1001:
¿No hay ningún mérito en asegurarnos que después de la muerte los bienes que poseíamos sean utilizados para hacer el bien?
“Ningún mérito no es la expresión adecuada, pues siempre es mejor obrar de ese modo que no hacer nada.
Con todo, la desgracia radica en que el hombre que sólo distribuye sus bienes después de la muerte suele ser más egoísta que generoso.
Pretende tener el honor de hacer el bien sin esforzarse.
En cambio, quien se priva de sus bienes en vida tiene un doble beneficio: el mérito del sacrificio y el placer de ver a las personas a quienes ha hecho felices.
No obstante, el egoísmo le dice: ‘Lo que das a otros es lo que quitas a tus propios goces’.
Y como el egoísmo grita más fuerte que el desinterés y la caridad, el hombre acumula bienes
con el pretexto de sus necesidades y de las exigencias de su posición.
¡Ah, tened compasión del que no conoce el placer de dar!
Porque en verdad ha sido desheredado de uno de los más puros y agradables goces. Dios, al someterlo a la prueba de la fortuna, tan resbaladiza y peligrosa para su porvenir, ha querido compensarlo con la dicha de la generosidad que puede gozar desde la Tierra.”
Véase cuestión 814:
¿Por qué Dios ha dado a algunos la riqueza y el poder, y a otros la miseria?
“Para probar a cada uno de una manera diferente. Por otra parte –ya lo sabéis–, son los propios Espíritus quienes han escogido esas pruebas, y con frecuencia sucumben ante ellas.”
1002. ¿Qué debe hacer aquel que, al borde de la muerte, reconoce sus faltas pero no tiene tiempo de repararlas? En ese caso, ¿es suficiente con arrepentirse?
“El arrepentimiento apresura su rehabilitación, pero no lo absuelve. ¿Acaso no tiene ante él el porvenir, que nunca se le niega?”
( Tomado de la Sociedad Española de Divulgadores Espíritas)
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DIOS EN EL ESPIRITISMO
Allá por los años 90 del siglo pasado, visité una playa llamada Venice (Venice Beach), en el estado de California. Allí había una serie de puestos albergando a activistas, creyentes y propagandistas de las más diferentes causas. Se veía un poco de todo: gente haciendo campañas ecológicas, religiosos predicando la Biblia, gitanas leyendo las líneas de las manos y videntes prediciendo el futuro de muchas personas curiosas.
En medio de todo esto, que algunos podrían llamar un verdadero "choque de energías", también recuerdo haber visto, por primera vez, un movimiento organizado de ateos con carteles reivindicando respeto por sus ideas y distribuyendo panfletos a los que pasaban por allí.
Los ateos, en un país y en un continente donde el fundamentalismo cristiano todavía tiene un peso significativo, incluyendo fuertes influencias en la política y en las decisiones
judiciales importantes de los tribunales superiores sobre costumbres, comenzaban, allí, a no ocultar sus verdaderas ideas. Protestaban contra las impregnaciones teístas de la sociedad organizada y reclamaban, más que un estado laico, un estado ateo.
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Desde entonces, ha crecido mucho, en todo el mundo occidental, lo que podría llamarse la ola ateísta. De hecho, se ha vuelto de moda ser ateo. Artistas, escritores, cronistas, intelectuales, especialmente después de algunos best seller sobre el ateísmo, se animan a proclamar su no creencia en una divinidad. Pero invariablemente, cuando se refieren a Dios, lo hacen a partir de los conceptos de divinidad creados por las religiones. El dios personal judeocristiano, el dios creador de todas las cosas, que hizo todo de la nada, es el que generalmente los ateos niegan. Muchos de ellos incluso tienen convicciones, o al menos alguna simpatía por la tesis de la supervivencia del espíritu después de la muerte. Pero no pueden compatibilizar el dios de las religiones monoteístas con un esquema de vida mínimamente racional y que obedezca a leyes inteligentes, capaces de extrapolar la materia densa de la que estamos envueltos.
El espiritismo propone un concepto de Dios que va mucho más allá del creado por las religiones. Al afirmar que "Dios es la inteligencia suprema y la causa primera de todas las cosas", el espiritismo le elimina el antropomorfismo y lo presenta como la gran Conciencia Universal.
Este concepto es compatible con las tendencias de la ciencia moderna. Amit Goswami, uno de los físicos más prominentes de la actualidad, en su libro "El Universo Autoconsciente", sustenta que el Universo sería matemáticamente inconsistente sin la presencia de una inteligencia superior. Pronostica que, en este siglo, Dios dejará de ser un tema de las religiones para convertirse en una cuestión de las ciencias.
No tiene sentido reducir a Dios a una creencia. No es una cuestión de fe, impuesta por el miedo o incluso como una búsqueda de recompensa futura. Es algo (algo y no alguien), reclamado como indispensable para entender mínimamente sobre el fascinante orden que sostiene el universo.
Aún siendo uno de los principios básicos del espiritismo, la existencia de Dios, sin embargo, no es su tema central. El gran tema del espiritismo es el ESPÍRITU, definido en la pregunta número 23 de El Libro de los Espíritus, como el "principio inteligente del universo".
Con mucha propiedad, y con el objetivo de eliminar definitivamente del espiritismo la condición de una creencia, centrada en la divinidad concebida por las religiones monoteístas, Jaci Regis, que nos dejó el 13 de diciembre de 2010, desencarnó proponiendo que el espiritismo se convirtiera en la verdadera "ciencia del alma", porque ahí está el objeto esencial de su propuesta de conocimiento.
El día que tengamos un sólido conjunto probatorio de la realidad del espíritu, de su supervivencia después de la muerte y de su esencialidad como el verdadero agente de la conciencia humana, estaremos allanando el camino para la comprensión de las conciencias sobrehumanas y, por lo tanto, a una Conciencia Universal, sobre la cual no se pueda concebir ninguna otra inteligencia.
Milton R. Medran Moreira- Asesor de Relaciones Internacionales de CEPA
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PLURALIDAD DE MUNDOS HABITADOS
“Hay muchas moradas en la casa del Padre” (Juan — 14: 2
En El Libro de los Espíritus, Allan Kardec plantea los grandes principios del espiritismo tal y como fueron enseñados por el más allá, entre ellos la existencia de Dios, causa primera de todas las cosas, la evolución intelectual y moral del espíritu que pasa por la reencarnación y la pluralidad de los mundos habitados con diferentes grados de avance.
Para la época de este espiritismo inicial, Camille Flammarion descubre El Libro de los Espíritus en 1861, luego conoce a Allan Kardec y participa en numerosas sesiones de mesas especialmente con el editor Didier, Théophile Gautier y Victorien Sardou. Ese mismo año 1861, redacta su obra La pluralidad de los mundos habitados que será publicada en 1862. Como astrónomo, Flammarion tiene su propia concepción de un Universo inconmensurable que no puede imaginar ausente de toda forma de vida. En una época en que el conocimiento en materia de astronomía era todavía sucinto, ya él se planteaba una vida extraterrestre. Si hay una idea determinante en la tesis de Flammarion, es que, anticipado a su tiempo, supone que las estrellas lejanas son soles alrededor de los cuales gravitan planetas. Imagina pues en la mecánica celeste, una multitud de sistemas gravitacionales que son más o menos semejantes a nuestro sistema solar. Si bien esta idea entra en una cierta lógica de lo que era imaginable, no es por ello menos innovadora y se adelanta a futuros descubrimientos. Hasta una época todavía reciente, la mayoría de los astrónomos no se pronunciaba en cuanto a la eventualidad de sistemas gravitacionales alrededor de estrellas de las que no se sabía si algunas tenían o no propiedades idénticas a las de nuestro sol.
Fue necesario esperar hasta 1995 para que, después del descubrimiento de un primer exoplaneta, el 51 Pegaso, se considerara la existencia de otros sistemas planetarios en el Universo.
Finalmente la intuición de Camille Flammarion era confirmada, y desde entonces se han descubierto regularmente nuevos exoplanetas cuyo número es al día de hoy de 1.780. Estando ya probada la idea, uno imagina que existen centenares de miles de planetas de los cuales algunos, naturalmente, podrían estar habitados, lo que confirmaría la segunda afirmación de Camille Flammarion, evocando “la pluralidad de los mundos habitados”.
Está también la afirmación espírita que encuentra toda su dimensión, cuando la astronomía, siglo y medio más tarde, nos lleva cada vez más hacia esa probabilidad. Lo que era impensable en un tiempo se ha convertido en por lo probable de hoy, pero para el espírita eso no es sino la confirmación de una certeza adquirida hace mucho tiempo. En este campo como en otros, el espiritismo aparece como precursor de ideas nuevas que la ciencia deberá verificar más tarde: por ejemplo, el estudio de las NDE*** lleva más o menos a lo que ya se sabía, y los estudios referentes a los niños que se acuerdan de su vida anterior confirman el principio de la reencarnación, igual que ciertas regresiones bajo hipnosis.
Respecto a los exoplanetas que se supone que eventualmente serían habitables, una vez más la ciencia astronómica es reductora al formular esta hipótesis, pero con la siguiente restricción: se observa a los planetas que tendrían algunas similitudes con la Tierra, suponiendo que la vida no ha podido eclosionar sino bajo ciertas condiciones. No se quiere considerar que pueda haber formas de vida, en mundos totalmente diferentes unos de otros y, por qué no, vidas posibles en condiciones distintas a nivel de estructuras, temperaturas y atmósferas.
Los grandes principios espíritas
Todo Espíritu procede de la divinidad, impulsado por la fuerza causal y por tanto creado en un tiempo dado, creado “simple e ignorante” según la fórmula de Allan Kardec. Y es por un instinto natural a mezclarse con la materialidad, que encarna en un mundo que calificaremos de primitivo, un mundo en el cual el espíritu descubrirá progresivamente a la vez su existencia propia y la de sus congéneres.
Así, en el Universo hay planetas inferiores a la Tierra y que corresponden a las necesidades evolutivas de los seres más primitivos que perciben su propia identidad en una colectividad todavía hostil.
Después de algunas vidas en esos mundos, rápidamente se efectúa un paso hacia mundos más elaborados como la Tierra, allí donde los bajos instintos todavía siguen muy presentes. El Espíritu cumple allí un ciclo de vidas, y cuando la necesidad se hace sentir, mientras vive en el más allá, es llamado entonces a reencarnar en un mundo superior a la Tierra donde podrá cumplir otro ciclo de vidas, luego considerar un mundo todavía más elevado, y así sucesivamente hasta alcanzar un estado de perfección que lleva al fin de las reencarnaciones; se trata entonces del estado de Espíritu puro que participará de la creación divina e infinita.
Por consiguiente, según este principio espírita, existen entonces planetas habitables y habitados en todo el Universo, planetas que están en diferentes grados de evolución. Y esos mismos planetas sufren también un desarrollo evolutivo en su propia estructura, así como por la evolución global de sus habitantes. Y partiendo de este principio, la Tierra, al igual que otros mundos, está llamada a una evolución global que la puede conducir a la etapa de planeta superior. Ese desarrollo no se plantea sino en períodos de tiempo muy largos, y con la condición, igualmente, de que el planeta en cuestión no derive hacia su propia destrucción.
El fenómeno OVNI
Si existe una prueba suplementaria de la pluralidad de los mundos, es la de las diversas manifestaciones extraterrestres que se han reseñado en todos los períodos de la historia humana.La solidaridad de los mundos
Cuanto más evoluciona el espíritu, más aprende el sentido del amor y por tanto de la solidaridad. Igualmente, cuanto más evoluciona un planeta, más se desarrolla en el sentido de ese amor que le hace sobrepasar sus propias fronteras. Y es así como los mundos superiores interactúan entre ellos de manera natural ya sea por desplazamiento intersideral o por telepatía. Y dentro de esta solidaridad, los mundos superiores desean venir en ayuda de los mundos todavía inferiores como el nuestro. Es lo que siempre ha tenido lugar en la Tierra, confirmado por los múltiples rastros estudiados por los arqueólogos siempre maravillados ante las enigmáticas construcciones que no se podrían reproducir ni siquiera con nuestras técnicas modernas. Existe pues esa ley de solidaridad universal de la cual da testimonio la historia de la Tierra. Pero, aquellos que eran considerados a menudo como dioses venidos del cielo, desde hace mucho tiempo ya son objeto de rechazo, engendran temor, engendran igualmente una respuesta cuando se trata de los ejércitos del aire que, a cargo de la vigilancia del cielo, persiguen todo lo que se mueve, todo lo que es sospechoso, y que eventualmente podría ser un aparato humano enemigo. Y cuando se comprueba que no es humano, se persigue el objeto, por si acaso estuviéramos tratando con un enemigo del espacio. Eso es tanto como decir que los visitantes del espacio no son bienvenidos. Sobre todo porque según ciertos ufólogos, sus manifestaciones serían mucho más frecuentes en zonas sensibles, es decir, donde están instaladas bases militares secretas, bases de armamentos nucleares, etc.
Entonces, ¿vigilancia? Después de todo, ¿por qué no? pero de todos modos eso no sería sino a partir de nobles intenciones, en el entendido de que todos los peligros a menudo son bastante evidentes.
Consideremos lo que los norteamericanos llamaban su programa “Guerra de las estrellas”, pensemos en todas esas ojivas nucleares que se han multiplicado en una desmesura demencial y están dirigidas hacia el enemigo potencial, dentro de un principio de disuasión y correlación de fuerzas, sin pensar que en caso de error humano o de accidente, los peligros serían considerables. Entonces sí, ¿por qué no suponer una vigilancia por parte de extraterrestres que tendrían algunas inquietudes respecto a la suerte de la humanidad…?
De mundo en mundo
Prolongando los principios del espiritismo, se sabe que en la evolución, los humanos que han terminado su ciclo terrenal, reencarnan en mundos superiores. Quizás haya uno, o varios, de esos mundos donde han reencarnado muchos humanos. Teniendo en un planeta más etéreo una relativa memoria consciente de sus anterioridades, pueden guardar entonces conscientemente ciertas inquietudes respecto a la Tierra, y dentro de la solidaridad de los mundos, velar a su manera por su antiguo planeta y, ¿por qué no? manifestarse a seres humanos que habrían conocido en otras vidas. Es allí donde se encuentra el punto de unión entre la reencarnación y la pluralidad de los mundos. Esta pluralidad se vuelve más lógica cuando se sabe que los extraterrestres no son forzosamente extraños, sino espíritus amigos, encarnados en otra parte pero que recuerdan.
Ni extraños, ni enemigos, los seres venidos de otra parte no son otros que nosotros mismos, son otros espíritus encarnados de la misma naturaleza que nosotros, con la única diferencia de que su evolución los ha conducido un poco más lejos, por el camino evolutivo que conduce a Dios.
Somos todos hijos del Universo, todos somos extraterrestres, aunque sólo sea por el hecho de haber vivido en mundos inferiores antes de encarnar en la Tierra. Y volveremos a ser extraterrestres cuando seamos llamados a perfeccionar nuestra evolución en mundos superiores.
Notas:____ (*) Es la Próxima del Centauro, una de las tres estrellas que forman el sistema Alfa del Centauro, situado a una distancia de alrededor de 4,22 años luz del sistema solar.
(**) Nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene una extensión del orden de los 80.000 años luz. Cuenta con algunos centenares de miles de millones de estrellas.
*** Las NDE (Near Death Experience) o EMI (Experiencias de Muerte Inminente)
Por Jacques Peccatte – Presidente del Cercle Spirite Allan Kardec de Nancy (Francia)
Traducción de Ruth Neumann Publicado en la revista Le Journal Spirite en Español. La Revista del Círculo Espírita Allan Kardec de Nancy (Francia). Nº 97 Julio – Septiembre de 2014.
( Tomado de Zona Espirita)
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AYUDA A UNA PERSONA QUE SE ENCUENTRE ENTRE LA LUCIDEZ Y EL DESEQUILIBRIO
Joao Neves: - ¿Cómo atender a una persona que esté en medio, entre la lucidez y el desequilibrio? Han acudido a nuestra Casa personas en sus últimas resistencias.
Divaldo: - Decid que, cuando queremos, podemos.
Estimularla a cambiar el paisaje mental.
Todo aquel que está debilitándose emocionalmente, fija en demasía sus conflictos, generando una psicoesfera de autocompasión. La autocompasión es un drama tan grande, como la indiferencia de sentimientos, porque en la auto-conmiseración el individuo solamente ve su desgracia y no la contribución de los valores que están a su alcance, aguardándolo.
En el área de la Psicología, se dice que hay una tendencia mucho mayor de conservar la tristeza que la alegría, el dolor en vez del bienestar. Es un comportamiento masoquista.
Nuestras alegrías son muy rápidas y nuestras tristezas muy lentas, porque nos gusta más la tristeza. Nuestras alegrías parecen que no nos sacian y queremos más. Determinada cosa impactante o de felicidad, algunas horas después, ya no nos llena tanto. Pero, una contrariedad, un fracaso, nos marca tan profundamente que nos quedamos repitiéndolo mentalmente, lo que hace que se imprima cada vez más en nuestro inconsciente profundo.
Cuando empezamos a coleccionar las alegrías y no dar valor a los fracasos, a las vicisitudes, enfrentaremos el problema con más naturalidad. Encontramos, sin embargo, que la vida feliz es la de aquel que tiene dinero, que vive el placer. Esto, sin embargo, es una vida sensual, en el sentido de gozo incesante.
En la hora que comprendemos que gozo no es felicidad, y que placer es una cuestión de sensaciones, siendo felicidad aquello que afecta a las emociones profundas, encararemos las vicisitudes como accidentes del recorrido, porque nuestra meta es la plenitud.
Nos marca más la tragedia, el sufrimiento, que la felicidad y la armonía. Obsérvese que el individuo, portador de una vida extraordinariamente correcta, al cometer un error, eso es lo que pasa a resaltar en él a partir de ahí. Un gran cantor, como Pavarotti u otros, amados en el mundo entero, si un día, en un concierto, criaturas humanas que son, tuvieran algún disturbio de voz, un error de compás, la nota no alcanzada, pierden todo el valor, como si ellos fuesen robots sin derecho a tener debilidades. Así, también, todos somos medidos, no por nuestras virtudes, sino por nuestros errores.
La imprenta, los medios de comunicación, viven de eso, porque raramente se apoya en los sucesos felices, sustentándose con la divulgación de las cosas que corrompen el corazón.
Tenemos que decir a la persona: - Usted está en límite, lo que es bueno, porque todavía no cayó. Usted se encuentra en el mínimo de sus reservas, lo que es muy buena señal, todavía tiene reservas; vea a aquel que ya cayó...
Juana de Ángelis siempre me dice: - Cuando veas a alguien con los pies sucios de barro, no acuses al descuidado, ya que él acaba de salir del pantano. Preocúpate de aquel que tiene los pies limpios, corriendo el peligro de adentrarse en él y enfrentar dificultades para salir.
Entonces, digamos a esa persona: - Usted está casi entrando en el pantano. Prueba que usted tiene fuerza y el deseo de continuar caminando.
Particularmente, procuro hacer lo que me es posible para desinhibirme de las tareas. Llega el momento en que digo: - Ahora, Señor, es cosa tuya, porque mi parte ya la hice; y saco de mi cabeza el problema. Si Él no lo resuelve, es porque no deberá de solucionarse. No veo motivo para amargarme. Me acuerdo del Abad Pierre –el que fundó las Comunidades de Emaús – que eligió el siguiente “slogan”: “Yo siempre pensaba, en las horas de peligro y de problemas, que llamando a Dios y Él oyendo, llegaría cinco minutos después de la tragedia. Pero siempre que pasaba el desafío, me daba cuenta de que Dios llegaba, puntualmente, cinco minutos antes”.
Digámosle a esa persona: - ¡Llame a Dios! Vaya hacia su casa pensando que todo saldrá bien, sino es inmediato, continúe pensando que acontecerá, porque siempre hay una nueva oportunidad.
Cierta vez, atendí a una paciente que me dijo: - “Señor Divaldo, la peor cosa que me podría ocurrir es morirme, y creo que me voy a morir!”.
Le respondí: - ¡Aleluya! Felicidad para usted. Imagínese si usted estuviera eternamente en ese cuerpo... Claro que usted se morirá, se librará de ese cuerpo, como ocurría conmigo y con todos. Es la mejor cosa que le va a ocurrir. Ahora, la peor cosa que nos puede ocurrir es matar a alguien, porque es un crimen. Pero, que usted se muera, es perfectamente normal.
La persona añadió: - “¿Sabe que yo no había pensado en eso?
Y concluí: - Este es el momento de empezar a pensarlo.
“ENTREVISTA CON DIVALDO FRANCO”. Atendimiento Fraterno, Proyecto Manuel Philomeno de Miranda.
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MEDIUMS CON ORGULLO
Todas las imperfecciones morales son otras tantas puertas abiertas que dan entrada a los malos Espíritus, pero lo que ellos explotan con más habilidad es el orgullo, porque es el que menos deja conocerse a sí mismo; el orgullo ha perdido a muchos médiums dotados de las más bellas facultades, y que, sin esto, hubieran podido ser sujetos notables y muy útiles; mientras que,
habiendo sido presa de Espíritus mentirosos, sus facultades se han pervertido en primer lugar, después aniquilado, y más de uno se ha visto humillado por las más amargas decepciones.
El orgullo se traduce en los médiums por señales no equívocas sobre las cuales es tanto más necesario el llamar la atención como que es una de las extravagancias que deben inspirar desconfianza sobre la veracidad de sus comunicaciones. En primer lugar es una confianza ciega en la superioridad de estas mismas comunicaciones y en la infabilidad del Espíritu que se los da; de aquí dimana cierto desdén por todo lo que no viene de ellos por
que se creen el privilegio de la verdad..
ALLAN KARDEC
EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS
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