miércoles, 8 de septiembre de 2021

Los caballos de Troya del Espiritismo

    INQUIETUDES ESPÍRITAS     

1.- La enfermedad no es instrumento de castigo 

2.- ¿Habrá lugar para tanta gente en el planeta Tierra?

3.- El Consolador Prometido

4.-Los caballos de Troya del Espiritismo






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LA ENFERMEDAD NO ES INSTRUMENTO DE CASTIGO




Los órganos del cuerpo físico responden a todos los estímulos (internos o externos), determinando una cadena de reacciones, además de los estímulos físicos que impactan, a través de los sentidos, emociones o sentimientos que también provocan reacciones. Éstos excitan o bloquean los mecanismos de trabajo. De hecho, el proceso de conservación y deterioro de cualquier órgano está directamente relacionado con las emociones y los sentimientos.

La ira, el enfado, el miedo, la ansiedad, la depresión, el disgusto, el dolor, así como todas las emociones derivadas de ellos, agobian la economía sana del cuerpo. Existen otros factores emocionales que pueden influir en las patologías físicas, como las relaciones emocionales infelices, las dificultades económicas, la desigualdad de ingresos y el estrés laboral. Cuando estamos tristes y deprimidos por una decepción amorosa, o cuando estamos ansiosos y enojados por las deudas, también desarrollamos enfermedades.

Mens sana in corpore sano (“una mente sana en un cuerpo sano”) es una famosa frase latina, tomada de la Sátira X del poeta romano Juvenal. Somos lo que sentimos. René Descartes ya decía que somos lo que pensamos. Cuando nuestras emociones son reprimidas, terminan siendo el origen de un conflicto emocional crónico, según Sigmund Freud, que generará disturbios físicos o psicológicos, si no aliviados, a través de los canales fisiológicos competentes.

El estrés es como un conjunto de reacciones fisiológicas que produce nuestro cuerpo para reaccionar y adaptarse a las situaciones que se presentan en la vida cotidiana. El problema es que este tipo de reacciones, psíquicas y orgánicas, pueden provocar un desequilibrio en nuestro organismo si se producen de forma exagerada o intensa, dependiendo también de su duración. Cuanto más dure el estrés, más obvia será la ruina.

Adquirimos enfermedades porque no podemos vivir en armonía con el medio ambiente y con las personas que nos rodean. Nos enfermamos porque guardamos disgustos, enemistades, aversiones, culpas, arrepentimientos, resentimientos, miedos y frustraciones que no queremos superar. Debido a que no conocemos nuestras propias emociones, a menudo queremos esconderlas de los demás y de nosotros mismos, especialmente nuestros pensamientos y sentimientos egoístas.

Cada enfermedad, cada dolor, cada sufrimiento, cada frustración, cada síntoma trae un mensaje único y exclusivo para nosotros y solo para nosotros. Cuando estemos preparados para acogerlos y entendamos lo que nos quieren decir, podremos caminar con firmeza por el camino de nuestra superación espiritual que pasa decisivamente por los caminos de nuestra salud moral.

Naturalmente, nuestras enfermedades son advertencias de vida para que seamos más conscientes de nosotros mismos y de nuestros compromisos en la familia, la naturaleza y la sociedad, gobernándonos por una vida caritativa, solidaria y amorosa.

Debemos ser conscientes de que la enfermedad y la salud son consecuencia de nuestras elecciones libres a través de emociones o sentimientos, y esa responsabilidad no se puede subcontratar. Además, la enfermedad no puede ser un instrumento de castigo. De hecho, debe ser un expediente de aprendizaje, en la sabia pedagogía divina, invitándonos a ejercitar el amor.

Jorge Hessen

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¿Habrá un lugar para tanta gente en el planeta Tierra?

Ya somos siete mil millones de espíritus encarnados

La explosión demográfica es mayor en los países pobres
Según cálculos de la ONU, el 31 de octubre nació el bebé en algún lugar del mundo que, en números redondos, hizo que la población de la Tierra alcanzara los 7 mil millones de personas.
Si bien Naciones Unidas celebra el hecho de que, en las últimas décadas, ha habido, en países desarrollados y también emergentes, una caída notable en la expectativa de hijos por mujer; un informe elaborado recientemente sobre el tema da cuenta de que la población crece desmesuradamente en las naciones más pobres del Planeta. Se estima que África será responsable de la mitad del aumento de población en los próximos años. En países como Nigeria y Somalia, donde abundan el hambre y la miseria, se están produciendo los niveles más dramáticos de explosión demográfica.

En los tiempos de Kardec
  En el año 1804, cuando nació Allan Kardec en Francia , la población mundial era de mil millones de personas. Pero, ya existía la preocupación por la superpoblación planetaria. Unos años antes (1798), el economista británico Thomas Malthus había publicado un libro en el que advertía de la importancia del control de la natalidad. Argumentó que la población crecía en progresión geométrica, mientras que la producción de alimentos aumentaría solo en proporciones aritméticas. Como resultado, en poco tiempo habría escasez de alimentos y el hambre dominaría el mundo.

El tema del Libro de los espíritus
Como hizo con todas las cuestiones relevantes de su tiempo, Allan Kardec sometió el tema al examen de los espíritus, sus interlocutores, en la elaboración de El libro de los espíritus (1857). En el capítulo que trata de la Ley de Reproducción, preguntó a las entidades espirituales: "Si la población sigue la progresión creciente que vemos, ¿llegará el momento en que se volverá excesiva en la Tierra?" (Pregunta 687). Los espíritus respondieron así: “No. Dios para esto siempre proporciona y mantiene el equilibrio. No hace nada inútil. El hombre, que sólo ve un ángulo en la imagen de la naturaleza, no puede juzgar la armonía del todo ”.


Nuestra Opinión


Nada demuestra mejor la presencia divina en el hombre que su capacidad para razonar y actuar con inteligencia. Frente a expresiones como "Dios proveerá", "Dios obrará", etc., siempre es necesario considerar la capacidad humana para interactuar con las leyes naturales, que emana de la "Inteligencia Suprema, causa primaria de todas las cosas", Dios .
Si hace dos siglos la mente humana supo detectar el peligro de la superpoblación de la Tierra, hoy ya contamos con los medios capaces de gestionar el riesgo. En este período en el que la población mundial se volvió siete veces más numerosa, pudimos expandir, en una proporción aún mayor, nuestra capacidad de producir alimentos. La generosa Tierra produce, hoy, lo suficiente para alimentar a los siete mil millones de bocas que habitan el Planeta, con posibilidades de incrementar la productividad.
   Aun así, casi un billón de personas pasan hambre. La inteligencia, presente divino hecho tecnología, fue capaz de producir el fantástico milagro de la multiplicación de los panes. Pero no se capacitó para repartir convenientemente el alimento que produce. La Naturaleza divina es dadivosa, hace su parte. La ganancia del ser humano, en contrapartida, no le permite cumplir adecuadamente con su papel . No atribuyamos pues, a una pretendida justicia divina, las condiciones miserables en que vive gran parte de la humanidad. "La desigualdad de las condiciones sociales es obra del hombre y no de Dios", asevera la cuestión 806 de El LIbro de los Espíritus.  
   Por otro lado, aunque a algunos les parezca una injerencia indebida en los planes divinos, el hombre fue capaz de crear mecanismos para la limitación responsable de la descendencia, atento al principio de dignidad que debe tener la vida física del espíritu. Sin embargo, la pobreza y la falta de educación a la que condenamos a gran parte de la población mundial les impide conocer y utilizar los métodos anticonceptivos necesarios para esta regulación.
   Son desafíos que siguen buscando soluciones humanas, en un mundo donde, según estimaciones, vivirán más de 10 mil millones de almas encarnadas a fines de este siglo. 
(El editor de Opinión Espírita)

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       EL CONSOLADOR PROMETIDO




 Jesús prometió otro Consolador: es el Espíritu de Verdad, que el mundo no conoce aún, porque no tiene la suficiente madurez para comprenderle y que el Padre enviará para enseñar todas las cosas y para recordar lo que Cristo dijo. Pues, si el Espíritu de Verdad debe venir más tarde a enseñar todas las cosas, es porque Cristo no lo dijo todo; si viene para recordar lo que Cristo dijo, es porque eso fue olvidado o mal comprendido.

El Espiritismo viene, en el tiempo señalado, a cumplir la promesa de Cristo: el Espíritu de Verdad preside su institución, llama a los hombres a la observancia de la ley y enseña todas las cosas haciendo comprender lo que Cristo sólo dijo en parábolas. Cristo dijo: “Que oigan los que tengan oídos para oír”; el Espiritismo viene a abrir los ojos y los oídos, porque habla sin figuras y sin alegorías; levanta el velo dejado intencionalmente sobre ciertos misterios, y viene, por fin, a traer un consuelo supremo a los desheredados de la Tierra y a los que sufren, dando una causa justa y un fin útil a todos los dolores.

Cristo dijo: “Bienaventurados los afligidos, porque ellos serán consolados”; pero, ¿de qué forma se puede ser feliz, sufriendo, si no se sabe por qué se sufre? El Espiritismo le muestra la causa en las existencias anteriores y en el destino de la Tierra, donde el hombre expía su pasado; le muestra su objeto, indicando que los sufrimientos son como crisis saludables que conducen a la curación y que son la depuración que asegura la felicidad en las existencias futuras. El hombre comprende que merece sufrir y encuentra justo el sufrimiento; sabe que ese sufrimiento ayuda a su progreso y lo acepta sin murmurar, como el obrero acepta el trabajo que le debe valer su salario. El Espiritismo le da una fe a toda prueba en el porvenir, y la duda punzante ya no se abate sobre su alma; haciéndole ver desde lo alto, la importancia de las vicisitudes terrestres se pierde en el vasto y espléndido horizonte que devela, los infelices extraviados que, viendo el cielo, caen en el abismo el error. Creed, amad, meditad las cosas que os son reveladas; no mezcléis la cizaña con el buen grano, las utopías con las verdades. ¡Espíritas! Amaos: he aquí la primera enseñanza; instruíos, he aquí la segunda. Todas las verdades se encuentran en el Cristianismo; los errores que se han arraigado en él son de origen humano y he aquí que, más allá de la tumba, donde creíais encontrar la nada, hay voces que os claman: ¡Hermanos! Nada perece; Jesucristo es el vencedor del mal, sed los vencedores de la impiedad. 

(EL ESPÍRITU DE VERDAD, París, 1860).

                                                                                                                                                                                                             **********************

LOS CABALLOS DE TROYA DEL 

ESPIRITISMO


Según la leyenda, los troyanos creían que el ejército griego les había regalado un gran caballo de madera en señal de rendición tras una larga y sangrienta guerra. Sin embargo, todo fue una gran idea de Odiseo, un astuto guerrero, que pensó en una forma de entrar en Troya sin despertar las sospechas de los enemigos troyanos. Acogido con fiesta y júbilo, el gran caballo albergó de hecho a decenas de soldados en su interior, que, a altas horas de la noche, aprovechando el cansancio y la resaca provocados por las intensas fiestas troyanas, salieron de su escondite, abrieron las puertas de la ciudad a los otros miles de soldados escondidos en el exterior, que tomaron la ciudad, y luego la saquearon e incendiaron. 

Pues bien, nada muy diferente de esta conocida historia ha ocurrido con el Movimiento Espírita prácticamente desde que el Espiritismo dio sus primeros pasos en Francia. Inicialmente, el Espiritismo tuvo que luchar contra sus enemigos externos: los materialistas, los jerarcas de la Iglesia y los escépticos en general, todos interesados en destruirlo, ya sea porque lo veían como una amenaza a sus intereses de dominación y poder, o por mera burla y aversión a la reforma ético-moral que el mensaje espiritista traía, desde el principio, en su filosofía. Sin embargo, la mayor lucha que el Espiritismo ha tenido y viene librando ha sido contra sus enemigos internos, es decir, aquellos que dicen ocupar sus filas, pero que en verdad, como los griegos, no pretenden otra cosa, conscientemente o no, que destruirlo.

 En primer lugar el primer caballo de Troya inoculado, como un virus letal, en nuestro medio, fueron las ideas docetistas, resucitadas por cierto abogado bordelense llamado J.-B. Roustaing con la colaboración de una (única) médium llamada Emillie Collignon, que pensó que podrían socavar la obra kardeciana de una vez mediante dictados mediúmnicos supuestamente procedentes de los evangelistas Mateo, Marcos, Juan y Lucas, bajo la supuesta coordinación del Espíritu Moisés. En posesión de tan sospechosas comunicaciones, llenas de crasos errores e ideas absurdas, fuertemente influenciadas por el pensamiento católico, Roustaing compiló la obra “Los cuatro evangelios – Espiritismo cristiano, o revelación del Apocalipsis”, que publicó en 1866, y que fue inmediatamente cuestionada por Allan Kardec. Ante la negativa de Kardec a aceptar prontamente todo el contenido de esa obra, Roustaing y sus partidarios atacaron duramente al Codificador en las páginas suprimidas del prefacio de “Los Cuatro Evangelios”, de 1920, con ironía y desprecio, acusando al codificador de ser el “jefe”, el “amo” de una “pequeña iglesia con sus fieles, dada a las luchas liliputienses”. Era pues evidente, como explica muy claramente Sergio Aleixo en su obra “El primado de Kardec”, “… la rivalidad patente, el relato exagerado en el que Roustaing y sus discípulos tenían su propia “escuela”, supuestamente tan superior a la de Kardec como para poder sustituirla. En ese momento, el cisma rustainguista fue declarado.  Proclamaron: “Los cismas existen hoy en día; nadie tiene el poder de evitarlos.” En la actualidad, las ideas rustainguistas, a pesar de la escasa venta y penetración de su obra básica mencionada, están presentes en obras editadas por la FEB – Federación Espírita Brasileña, como los best-sellers “Brasil, Corazón del Mundo, Patria del Evangelio”, “El Consolador” y “Volví", además de otras “obras maestras” menos conocidas, pero no menos peligrosas, del pensamiento neo-docetista, como “Elucidaciones Evangélicas”, “ Los Adoctrinamientos ", “La Vida de Jesus”, “El Cristo de Dios”, entre otras.   El conjunto de tesis antidoctrinales defendidas por el roustainguismo  incluyen, por ejemplo: 
1º – La creencia de que Jesús habría revestido solamente  un cuerpo fluídico y que habría nacido de una virgen, embarazada solo aparentemente; 
2º – La defensa de la metempsicosis, es decir, que el espíritu puede reencarnar en la condición de animal, más concretamente como “larvas informes”  llamadas “criptógamas carnosas”, “una masa casi inerte, de materia blanda y poco agregada, que se arrastra o más bien se desliza, teniendo sus miembros, por así decirlo, en estado latente”. (Los cuatro evangelios, vol. 1, números 57 a 59, pp. 307-313);
 3º – La tesis antidoctrinal de que “la encarnación humana no es una necesidad, es un castigo; en principio, sólo es consecuencia de la primera falta, de la que dio origen a la caída.” (Los Cuatro Evangelios, 1er. vol., n. 59, pp. 317 y 324.) 

El Ramatismo.-  Al igual que la estrategia roustenguista, el ramatismo aportó viejas ideas del antiguo espiritualismo oriental vestidas de novedad, esta vez explorando la corriente místico-esotérica,

 (Nota de Zona Espírita: véase un ejemplo en nuestra reciente publicación: Análisis y comentarios: Psicografía: “La misión del Espiritismo” (Conversación mediúmnica. Espíritu Ramatís) . En lugar de las tesis del catolicismo romano y de  las sectas cristianas de los primeros siglos después de Cristo defendidas por Roustaing y sus seguidores, utilizando también un único médium, el abogado y contable de Curitiba, Hercílio Maes, de formación teosófica, el espíritu Ramatis que, según algunos, aparece con un turbante con una esmeralda y una túnica de estilo hindú, defiende un cierto “universalismo ecléctico”, capaz, según él, de enriquecer el cuerpo doctrinario espiritista. Se alega que fundó santuarios de iniciación en el siglo X en China e India, y que se desencarnó siendo aún joven. También afirma haber ocupado puestos destacados en la mitológica Atlántida, en el antiguo Egipto y en Grecia, además de haber convivido con Jesús y Kardec. Basándose en esta supuesta conexión con el primero, dictó el libro “El sublime peregrino”, con el que trata de describir detalles del paso de Cristo por el planeta, en un intento de transmitir autoridad y conocimiento al lector. Siguiendo la misma estrategia de convencimiento, también dictó la obra “La vida en Marte y los platillos volantes”, que se puso de moda en los años 50, justo cuando aparecieron las primeras películas sobre Extraterrestres y vida en otros planetas. Su meticuloso informe sobre la vida y la topografía marcianas, sin embargo, sufre un duro golpe, ya que años después llegan al planeta sondas no tripuladas que describen un paisaje totalmente distinto al descrito en la citada obra. 

     Aunque no se llama a sí mismo “espírita”, Ramatis intenta inculcar al lector la noción de que está por encima de lo que él llama “etiquetas” y “convenciones humanas”, mientras que sus dichos, curiosamente, se dirigen casi exclusivamente al lector espírita. Atrevidamente, Ramatis llega a afirmar que el espiritismo se hundirá, si sus adeptos se resisten a aceptar los altos principios y enseñanzas del espiritismo oriental. Por ello, los centros ramatistas, la mayoría de ellos con el nombre de “espírita” en sus fachadas, transmiten conceptos y prácticas ajenas al Espiritismo, aunque afirmen seguir a Kardec, a Jesús y, por supuesto, al propio Ramatis, elevado a la condición de última palabra en materia de revelación espiritual.

     ¿Dónde está la concordancia? Aprendimos en “El Libro de los Médiums” que los Espíritus Superiores nunca se contradicen. Teniendo en cuenta tal premisa, pronto llegamos a la conclusión de que, entre Roustaing y Ramatis, al menos uno de ellos está equivocado, ya que estas dos “escuelas” defienden principios completamente divergentes entre sí. Ramatis afirma incluso que la principal tesis roustainguista, la del cuerpo fluido de Jesús, “no deja de ser un reflejo de los efectos seculares adheridos a los dogmas, milagros, mitos y tabúes copiados de la vida de varios precursores de Jesús” (El peregrino sublime, capítulo VII, La naturaleza del cuerpo de Jesús). Sin embargo, lanza su propia tesis de que Jesús había sido discípulo de los esenios, habiendo aprendido de ellos, y que, al mismo tiempo, era un médium del Cristo, “una entidad espiritual arcangélica”, algo que no encontramos en ningún momento en Roustaing. Por lo tanto, vemos allí una batalla ideológica entre espíritus sólo interesados en hacer prevalecer sus ideas y opiniones aisladas, con lo que acaban provocando luchas, divisiones y desinteligencias en las filas espíritas que, teóricamente, deberían permanecer fieles, por mera coherencia al Espiritismo y la Codificación Espírita, conjunto de obras que pasaron por el tamiz de la universalidad y de la concordancia, además de haber sido supervisadas por el ígneo y auténtico misionero Allan Kardec, cuyas credenciales todos conocemos y del que tenemos innumerables ejemplos positivos y fácticos. 

Conclusión: Muchos se preguntan cómo pueden los Espíritus Superiores, o incluso Dios, permitir que ciertos espíritus, encarnados y desencarnados, logren un éxito (parcial) en sus empeños, con los que engañan a tantos. También encontramos la respuesta en la Codificación, depositaria de múltiples advertencias sobre la acción de los espíritus pseudo-sabios y mistificadores que abundan en la atmósfera espiritual terrenal: P.:(…) “

¿Pero cómo permiten los Espíritus elevados que los espíritus de clase baja se sirvan de nombres respetables para sembrar el error mediante máximas a menudo perversas?“ R.: – “No es con su permiso que lo hacen. ¿No ocurre esto también entre vosotros? Los que así engañan serán castigados, tenlo por seguro, y el castigo será proporcional a la gravedad de la impostura. – De hecho, si no fuerais imperfectos, sólo tendríais buenos espíritus a vuestro alrededor. Si sois engañados, sólo se lo deben a ustedes mismos. Dios lo permite para probar vuestra perseverancia y vuestro discernimiento, y para enseñaros a distinguir la verdad del error. Si no lo hacéis, es porque no estáis lo suficientemente elevados y aún necesitáis las lecciones de la experiencia“. Muchos otros se confunden también por encontrar cosas buenas en los dichos de estos espíritus. Esta cuestión también se aclara en la Codificación:

 P.: 11. Las comunicaciones espirituales ridículas se entremezclan a veces con las buenas máximas. ¿Cómo se resuelve esta anomalía, que parece indicar la presencia simultánea de espíritus buenos y malos? – Los espíritus malignos o frívolos también se encargan de sentenciar, pero sin percibir ni el alcance ni el significado de lo que dicen. ¿Todos los que hacen esto entre ustedes son hombres superiores? No; los espíritus buenos y malos no se mezclan. Es por la constante uniformidad de las buenas comunicaciones que reconoceréis la presencia de los buenos espíritus”.

     Es bueno que señalemos que esos espíritus no siempre son de mala fe:
 P.: 12. ¿Los espíritus que inducen al error son siempre conscientes de lo que hacen? – “No. Hay espíritus que son buenos, pero ignorantes; pueden engañarse de buena fe. Cuando son conscientes de su falta de capacidad lo reconocen, y sólo dicen lo que saben”. 
    Fue, sin embargo, el Espíritu Erasto quien nos trajo la advertencia más directa sobre la acción de esta clase de espíritus en 1862, en la ciudad de Burdeos (donde vivía Roustaing), en la Sociedad Parisina de Estudios Espiritistas, señalando a los “falsos profetas de la erraticidad”, Es decir, “Espíritus orgullosos que, fingiendo amor y caridad, siembran la desunión y retrasan la obra de emancipación de la humanidad, arrojando sobre ella sus absurdos sistemas, después de haber hecho aceptar a sus médiums. Y, para fascinar mejor a aquellos a los que quieren engañar y dar más peso a sus teorías, se apropian sin escrúpulos de nombres que los hombres sólo pronuncian con gran respeto. “Son ellos los que propagan el fermento de los antagonismos entre los grupos; los que los impulsan a aislarse unos de otros, a mirarse con prevención. Sólo esto bastaría para desenmascararlos, pues, procediendo así, son los primeros en dar la más formal negación de sus pretensiones. Ciegos, por lo tanto, son los hombres que se dejan caer en tan burdo engaño…”  Y el sabio Espíritu concluye diciendo: “Es incontestable que, sometiendo todos los datos y todas las comunicaciones espirituales al tamiz de la razón y la lógica, es fácil rechazar el absurdo y el error. Un médium puede estar fascinado, un grupo puede estar engañado; pero, la severa verificación a la que proceden los otros grupos, la ciencia adquirida, la elevada autoridad moral de los directores de grupo, las comunicaciones que los principales médiums llegan a recibir, con un sello de lógica y autenticidad de los mejores Espíritus, condenarán rápidamente estos dichos mentirosos y astutos, que emanan de una turba de Espíritus mistificadores o malignos”. (“El Evangelio según el espiritismo”, capítulo XXI, puntos X, l) 

  Y, finalmente, preguntamos a todos: ¿Dónde están los falsos profetas de la erraticidad, ya que todo lo que se dicta escrito por la mediumnidad es rápidamente aceptado por el Movimiento Espirita como proveniente de la Espiritualidad Superior, sin ningún análisis y criterio, y pronto remitido para su publicación? ¿Por qué la aceptación pura y simple de cualquier mensaje, cuando sabemos que en el mundo de los espíritus, tanto los buenos como los malos pueden comunicarse? 

O seguimos los criterios kardecianos de análisis de los mensajes, seguidos de un retorno a la divulgación y al estudio riguroso y serio de las obras de la Codificación Espírita, o seguiremos asistiendo a la entrada de los caballos de Troya por nuestras murallas, aprovechando la negligencia e ingenuidad de muchos que, aun conociendo el peligro inminente, cierran los ojos confiando sólo en lo que llaman “providencia divina”, olvidando las responsabilidades que nos han sido encomendadas. Por lo tanto, corresponde a los verdaderos espíritas cuidar que el Movimiento Espírita no se desvíe por los caminos del error y la división, como sucedió con el cristianismo, que hoy se ha convertido en una auténtica colcha de retazos.

 El espiritismo es uno solo: el contenido en las obras de Kardec, sin injertos ni adulteraciones, como un todo monolítico y capaz de responder a las más serias cuestiones espirituales durante mucho, mucho tiempo. 

Por Artur Felipe Azevedo Publicado en el blog brasileño “Espiritismo con Kardec”.

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