INQUIETUDES ESPÍRITAS
1- ¿ La idea de la Reencarnación está anticuada ?
2.- Nuestros problemas
3.- La encarnación de los Espíritus
4.- Nunca pierdas la esperanza
5.-¿Antes de nacer planificamos nosotros mismos la próxima vida?
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¿La idea de la Reencarnación está anticuada ?
A
pesar de las creencias a favor o en contra de la Reencarnación, si
esta es
una realidad, sin duda seguirá
siéndolo porque su existencia no depende de que se admita o no se admita.
La realidad, según demuestra la razón,
la lógica, el buen sentido y la propia
ciencia, es que es un hecho que nunca
puede perder su actualidad pues
nunca dejó de acontecer, ya que
tal como dicta la Naturaleza, nunca ha dejado de nacer y morir gente en
un eterno devenir, y si no existiera la
realidad del espíritu, y tras la muerte no hubiese nada, o si existiendo ,no fuese tal
como lo admitimos, en cualquier caso
la idea de la reencarnación es siempre útil y positiva, pues nos lleva
a enfocar la vida humana con más
generosidad, altruismo y esperanza en nuestro futuro y en el de la Humanidad..
De otra parte, hay que considerar que una
filosofía y una idea que no tuviese
fundamentos lógicos y coherentes como para haber sido considerada como cierta
en todas las épocas y en tantas civilizaciones, no se podría haber
mantenido vigente a través de las
edades hasta la actualidad, habiendo
siendo aceptada además, por
inteligencias cada vez más evolucionadas y brillantes a lo largo de los tiempos. Una idea como lo es la de la reencarnación,
no podría haber atravesado siglos y siglos sobreviviendo a todos los envites
y resistencias que ha tenido, si esta idea
no tuviese un trasfondo muy serio
y verdadero.
Por otro lado, el desarrollo de la
ciencia moderna, en sus diversas ramas, tales como la Psiquiatría, la
Electrónica, etc, nos han confirmado la existencia del ente espiritual y su
reencarnación.
La idea de la reencarnación estaría
anticuada, si fuese algo que perteneciese solo al pasado, como una moda o
un suceso histórico, pero sin embargo,
es parte de la Naturaleza y por lo tanto, es algo que ha sido, que es y que
continuará siendo, tal como la ciencia ya
investigó y confirmó . No puede ser una idea anticuada, si es una
realidad que acontece cada día en los
miles de nacimientos que suceden en todo el mundo. Desde luego se puede afirmar que el de la reencarnación es un concepto tan antiguo
como el ser humano al que acompaña en su
realidad existencial, pero nunca se puede hablar de idea anticuada cuando se trata de un concepto tan vigente y real, hoy como ayer, y que por
lo tanto seguirá siéndolo en el futuro.
No es una idea anticuada, en el sentido
de absoleta, porque todos los seres humanos, llevamos siglos o milenios de
evolución, por tanto de reencarnación. No se puede hablar de anticuada o pasada
de moda, algo que está tan vigente hoy como ayer y siempre.
Hemos reencarnado muchísimas veces y en el
fondo de nuestra alma conocemos que esto es una realidad que nos ha acompañado
hasta el presente y que nos seguirá
acompañando en el porvenir. Por tanto la
reencarnación es absolutamente vigente, porque vigente es su realidad.
Además, de que la antigüedad de esta
idea no solamente no supone una objeción para poder admitir la misma en la
actualidad, sino que por el contrario,
es una prueba favorable que avala su realidad, tal y como Allán Kardec afirmó a
este respecto ,pues de no haber sido siempre una realidad continua en el
proceso de la evolución del alma humana, se podría considerar como una idea
caduca, anticuada y algo del pasado, pero sin embargo sigue vigente en el presente
y lo seguirá siendo en el futuro.
Si a lo expuesto hasta aquí, le añadimos
que también está confirmada científicamente por investigadores serios, no
creyentes de antemano, que tras cientos de comprobaciones la han confirmado en tantos casos de recuerdos espontáneos,
podemos afirmar sin duda, que la
reencarnación es una realidad antigua, pero no anticuada porque los seres
humanos que nacen cada día, la actualizan sin cesar.
- Jose Luis Martín-
“El origen de la creencia en la
reencarnación es prehistórico y se anticipa a la antigüedad más remota del
mundo”. -E.D.Walker-
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En términos generales, surge un problema y pronto nos encontramos golpeados por la aflicción. A menudo lo evitamos mediante una fuga deliberada. En otras ocasiones, antes de enfrentarnos a él, caemos en el desánimo o la rebelión. Y ahí va la oportunidad de promoción.
A veces, nosotros, espíritus eternos, perdemos sucesivas reencarnaciones, simplemente por el miedo a enfrentar ciertas dificultades justas y necesarias para nuestro mejoramiento.
Los problemas, sin embargo, son el precio de la evolución.
No hay conocimiento sin experiencia y no hay experiencia sin prueba.
En todos los niveles de la naturaleza prevalecen principios similares.
El embrión vegetal vive en la semilla un problema fundamental:
¿Cómo cruzar el sobre que te protege, para construir tu propio camino hacia la luz?
La oruga se enfrenta a otra: ¿dónde capullo para convertirse en mariposa?
Si no fuera por los desafíos y ejercicios de la escuela, la cultura, tanto como la civilización, serían ideas remotas en el campo de la Humanidad.
No tenga miedo de los problemas que se le presenten. Son recursos naturales de la existencia, que miden su capacidad para adaptarse y crecer.
Nunca estarías seguro de tener suficientes reservas de coraje, sin el obstáculo que te enseña a descifrar los secretos de la superación personal, y nunca sabrías si realmente amas, sin el dolor que te ayuda a desentrañar los sentimientos más puros de el corazón.
Los problemas son sinónimos de una lección. Si tu camino está lleno de ellos, significa que has alcanzado la madurez de espíritu, con la posibilidad de asistir simultáneamente a varios cursos de perfeccionamiento en la educación mundial.
Bendice la oportunidad de presenciar tu abnegación y tu fe, porque cada momento para comprender y perdonar, ayudar y edificar, es tiempo de aprender y tiempo de progresar.
Emmanuel / Chico Xavier
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LA ENCARNACIÓN DE LOS ESPÍRITUS
El Espiritismo enseña de que manera se opera la unión del Espíritu con el cuerpo, en la encarnación.
Por su esencia espiritual, el Espíritu es un ser indefinido, abstracto, que no puede tener acción directa sobre la materia, siéndole indispensable un intermediario, que es la envoltura fluídica, la cual, de cierto modo, hace parte integrante de él. Esa envoltura es semimaterial, es decir, pertenece a la materia por su origen, y a la espiritualidad por su naturaleza divina. Como toda materia, es extraída del fluido cósmico universal que, en esa circunstancia, sufre una modificación especial. Esa envoltura, denominada supraespíritu, hace de un ser abstracto, del Espíritu, un ser concreto, definido, comprensible por el pensamiento. Lo Torna apto para actuar sobre la materia tangible, conforme se da con todos los fluidos imponderables, que son, como se sabe, los más poderosos motores.
El fluido supraespiritual constituye, pues, el trazo de unión entre el Espíritu y la materia. Siempre que aquél se encuentra unido al cuerpo, le sirve de vehículo al pensamiento, para transmitir el movimiento a las diversas partes del organismo, las cuales actúan bajo el impulso de su voluntad y para hacer que repercuten en el Espíritu las sensaciones que los agentes exteriores produzcan. Le sirven de hilos conductores los nervios como, en el telégrafo, al fluido eléctrico le sirve de conductor el cable metálico.
Cuando el Espíritu tiene que encarnarse en un cuerpo humano en vías de formación, un lazo fluídico, que no es más que una expansión de su supraespíritu, o unión al embrión lo atrae por una fuerza irresistible, desde el momento de la concepción. A medida que el embrión se desenvuelve, el lazo se acorta. Bajo la influencia del principio vito-material del embrión, el supraespíritu, que posee ciertas propiedades de la materia, se une, molécula a molécula, al cuerpo en formación, donde puede decirse que el Espíritu, por intermedio de su supraespíritu, se enraíza, de cierta manera, en ese embrión, como una planta en la tierra. Cuando el embrión llega a su pleno desarrollo, la unión es completa; nace entonces el ser para la vida exterior.
Por un efecto contrario, la unión del supraespíritu y de la materia carnal, que se efectuara bajo la influencia del principio vital del embrión, cesa, desde que ese principio deja de actuar, en consecuencia de la desorganización del cuerpo. Siendo mantenida por una fuerza activa, tal unión se deshace, luego que esa fuerza deja de actuar. Entonces, el supraespíritu se desprende, molécula a molécula, conforme se uniera, y al Espíritu le es restituida la libertad. Así, no es la partida del Espíritu que causa la muerte del cuerpo, esta es la que determina la partida del Espíritu.
Dado que, un instante después de la muerte, es completa la integración del Espíritu; que sus facultades adquieren hasta mayor poder de penetración, al paso que el principio de vida se encuentra extinguido del cuerpo, queda evidentemente probado que son distintos el principio vital y el principio espiritual.
“ La Génesis de Allan Kardec – Capítulo XI
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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Nunca pierdas la esperanza.
Pase lo que pase, sigue confiando.
Si todo estuviera en contra de ti, y el fracaso te amenazara con la desesperación, aún así espera la divina ayuda.
Solamente nos acontece lo que es mejor para nosotros.
A ley de Dios es de amor. Y el amor todo lo puede, todo lo consigue.
Joanna de Ângelis / Divaldo P. Franco
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¿Antes de nacer, planificamos nosotros mismos la próxima vida?
Antes de reencarnar, los Espíritus planifican las circunstancias de su próxima vida con carácter general, los asuntos globales más importantes para nuestra evolución, tal como el momento o época en que regresaríamos al mundo físico, las pruebas de carácter global que enfrentaremos a modo de lecciones prácticas, el escenario terrenal adecuado, los ambientes en que se desenvolverá, la dificultades que tendremos que afrontar, la familia consanguínea que nos acompañará en la vida, etc. Pero sobre todo lo que decidimos y fijamos con el debido asesoramiento y consejo los Espíritus Superiores, especializados en este importante episodio en la existencia del Ser espiritual, así como de los Espíritus Guías, son las metas evolutivas finales a alcanzar, tras todas las experiencias que viviremos en la materia, y en cuanto a las vicisitudes que experimentaremos, planificamos solamente las más decisivas en términos más generales. Por ejemplo, si después en mi vida he formado una familia, he tenido unos hijos, si me han dado alegrías o problemas, el entorno profesional en el que han transcurrido los principales años de mi vida, si he tenido una buena o mala vecindad, etc, todo esto son circunstancias y pruebas de carácter general que conforman mi destino; pero otros pequeños asuntos intrascendentes en la existencia, como lo es por ejemplo si -por ir distraído tropiezo y me caigo, o si me veo en un apuro con mi jefe por no haber hecho algo bien, eso son cosas que no se pueden considerar importantes ni trascendentes en mi evolución; son circunstancias intrascendentes que yo mismo he provocado y de las que debo de aprender, pero no estaban escritas ni programadas inexorablemente. No pensemos que todo, hasta los mínimos detalles de nuestra vida, estaban escritos, ¡ no ! los escribimos nosotros mismos cada día.
Sin embargo, a nivel de los detalles accesorios menos trascendentes que acompañan nuestras vidas, estos se desarrollarán después, sobre la marcha existencial, según las circunstancias que nos propicia la misma vida humana con arreglo a lo que realicemos con nuestro libre albedrío y nuestra inteligencia y voluntad, inspirados desde el Plano Espiritual, pero siempre teniendo en cuenta el respeto total a nuestra libertad a la hora de decidir y elegir o modificar las circunstancias que nos salen al paso en nuestra vida, lo cual nos hace responsables de nuestros éxitos y de nuestros fracasos. Los Espíritus Guías así como otros Espíritus Superiores, nos sugieren mediante la intuición, el camino correcto o más conveniente a seguir en cada momento, pero siempre muestran un exquisito respeto a nuestro libre albedrio, pues este es un don necesario y justo que Dios nos ha concedido, y ni siquiera Él mismo nos lo altera, dejándonos así como dueños y responsables de nuestro propio destino.
- Jose Luis Martín-
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