jueves, 22 de octubre de 2020

No hay efecto sin causa

   INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Sobre finados

2.-Oración por los casi muertos

3.- El crediario de la muerte

4.- Momentos de prueba

5.-No hay efecto sin causa 



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SOBRE  FINADOS 
 Francisco Cándido Xavier

En una de nuestras reuniones públicas, fue comentada la cuestión de nuestros homenajes a los hermanos desencarnados. ¿Cómo se sienten ellos con nuestras conmemoraciones y recuerdos?
En torno a esa pregunta, fueron entretejidos numerosos comentarios. Y, al inicio de nuestras  tareas, el Libro de los espíritus nos ofreció para estudio la cuestión nº 353, que se vincula al asunto, las explicaciones de los compañeros fueron de las más diversas.
Al término de la reunión, nuestro querido Emmanuel escribió la páginas que aquí se expone. Es una oración que nos sensibilizó y nos hizo recordar a todos el Día de los Difuntos.”

NOTA – El problema de las conmemoraciones del día de los Difuntos, también como el de los funerales y de homenajes prestados a los muertos, mereció un tópico especial del capítulo VI de El Libro de los Espíritus. La posición doctrinaria, al contrario de lo que generalmente se piensa, es favorable para esos homenajes, siempre que sean sinceros y no solo convencionales. Los Espíritus, respondiendo a la pregunta de Allan Kardec al respecto, mostraron que los lazos de amor existentes entre los que partieron y los que quedaron en la Tierra justifican esos actos. Y declararon que en el Día de los Difuntos los cementerios quedan repletos de espíritus que se alegran por el recuerdo de los parientes y amigos.



ORACIÓN POR LOS CASI MUERTOS· Emmanuel


¡Señor Jesús!...

Mientras que los hermanos de la Tierra el resto de nosotros – los compañeros desencarnados – en las fronteras de la cenizas, te rogamos amparo a nuestro favor, también nosotros, de corazón reconocido, te suplicamos apoyo y auxilio para todos ellos, principalmente para  aquellos que corren el riesgo de marginalizarse en las tinieblas!...

Por los que perdieron la fe, recusando el sentido real de la vida, y yacen casi muertos de desesperación; por los que desertaron de las responsabilidades propias, anestesiando transitoriamente el propio raciocinio, y surgen casi muertos de inanición espiritual; por los que se entregaron a la ambición desmesurada y se rodearon sin cualquier provecho de los recursos de la Tierra, y repuntan de lo cotidiano casi muertos de penuria en el alma; por los que se hipertrofiaron en su sepultura de inteligencia , helando el corazón para el servicio de la solidaridad, y aparecen casi muertos por el frío de la indiferencia; por los que creyeron en la fuerza ilusoria de la violencia, lanzándose al fuego de la rebeldía, y se destacan casi muertos de vacía angustia; por los que se perturbaron por la ausencia de esperanza, confiándose al desequilibrio, y se rebelan casi muertos de inútil aflicción; por los que abrazaron el desánimo como norma de acción, parando de trabajar, y reposando casi muertos de inercia; y por lo que se hirieron por herir a los otros, encarcelándose con las cadenas de la culpa, y están casi muertos de tardío arrepentimiento!...
¡Señor!...
   Para todos nuestros hermanos que atraviesan la experiencia humana casi muertos de sufrimiento y agravios, complicaciones y problemas creados por ellos mismos, nosotros te rogamos auxilio y bendición!...
   Ayúdalos a liberarse del vicio de la sombra en la que se enredaron y tráelos de nuevo a la luz de la verdad y del amor, para que lesa luz  les revitalice la existencia, a fin de que puedan encontrar la felicidad real contigo, ahora y para siempre.



EL CREDIARIO DE LA MUERTE · J. Herculano Pires (Hermano Saulo)

La muerte solo existe para los que quieren morir. La necrofilia o el amor a la muerte – en el sentido negativo de la palabra – es una dolencia mental y psíquica, una tendencia mórbida de ciertos temperamentos, hoy bien definidos en psicología. No se trata de la aberración sexual a la que se aplicaba la palabra tiempos atrás, sino de aquella “aberración de la inteligencia”, a la que se refería Allan Kardec, que lleva al individuo a negar su propia capacidad de vivir y de sentir la vida.
Todo aquel que le gusta destruir y se destruye a sí mismo, aniquila sus propias fuerzas vitales y mata las esperanzas de vida que los otros alientan y defienden, es necrófilo. Sabemos que la muerte no existe, porque nada se acaba, todo se transforma. El aniquilamiento total del ser por el simple fenómeno de la muerte – un fenómeno biológico de mutación – no puede ser ya admitido por una persona ilustrada, pues el avance actual del conocimiento positivo superó mucho las ilusiones negativas del materialismo.
A pesar de esa nueva, de innegable realidad, los necrófilos se apegan a la idea de la muerte como total aniquilamiento del ser. Y por eso se desesperan, entregándose a la propia destrucción, apresando a la propia muerte “en el muérdago de sombra en la que se enredaron”, según la expresión de Emmanuel. Y entregándose al escepticismo auto destructor, compran la muerte por anticipación, en el breviario “del desespero y de las aflicciones inútiles”. Son esos los “casi muertos” por los cuales los “muertos” en el día de Finados, oran del lado de allá de la vida.
    La oración de Emmanuel por los “casi muertos” no es una oración de efecto religioso o literario. Es una señal de los tiempos, revelándonos que, al otro lado de la vida, aquellos que en nuestra ignorancia llamamos muertos velan por “los casi muertos” de la tierra y piden a Dios por ellos. El verdadero muerto no es el que dejó su cuerpo en el túmulo, sino el que se sirve del cuerpo para vivir en la tierra como un muerto ambulante. Que esa oración nos recuerde las palabras de Isaías: “Tus muertos vivirán”.

Artículo publicado originalmente en la columna dominical “Chico Xavier pide licencia” del periódico Diario de S. Paulo, en la década de 1970

Traducido al Español por : M. C. R

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MOMENTOS DE PRUEBA

A todos, en cualquier campo de expresión de la vida (sobre todo en aquellos sectores que, por su carácter filosófico, espiritual o social, persiguen fines nobles y constructivos de dignificación del individuo en general o grupo determinado) les llega, por mandato de los Planos Mayores, un momento en su trayectoria en que los valores morales y-o espirituales que tanto estudia  o pregona de cara al exterior, son puestos en examen; quizás por medio de entidades enemigas de la luz y el progreso, pero siempre a través de nuestros egoísmos y caprichosas debilidades aún inherentes en nosotros, o aquellos, que integran la sociedad,agrupación.


Nos estamos refiriendo a aquel periodo especialmente crítico o "turbador" en que, de repente, como el estallido de un tormenta; la vanidad, la ira y las pequeñas o grandes susceptibilidades ( esos "fuegos" característicos del "hombre viejo" que, quizá, hace tiempo empezamos a controlar y reducir con la disciplina de la caridad bien entendida, tolerancia, tacto, solidaridad, etc...), cobran insólito protagonismo, amenazando la obra laboriosa de la hermandad, la cooperación desinteresada y la confianza.

En estos periodos (momentos de prueba, sin duda): unos dejan prender con facilidad las cenizas de sus inferiores, otros, por el contrario, ofrecen tenaz y paciente resistencia... La prueba transcurre hasta determinado momento, mientras la lucha de la verdad y la ignorancia (que, en gran parte, es la lucha con nosotros mismos) es observada amorosa y pacientemente por los guías e instructores, que desde el mundo espiritual, nos auxilian en la ruta evolutiva con la cual nos afinamos y comprometimos para auxilio a los demás y redención de nuestros pasados o ancestrales ingratitudes.

La luz siempre está encendida al frente. Sólo nosotros con frecuencia perdemos la estrella guía, al interponer en nuestro caminar las tristes sombras de la mala voluntad, la torpe inconstancia.

Echemos cada vez con más frecuencia, mano del bendito manto de la indulgencia, allá, como su hermana gemela, la caridad, es el plateado cordón por donde se engarzan, una a una, todas las demás virtudes. Los espíritus de luz y sabiduría, ante las vibraciones tumultuosas de esta humanidad (que da sus vacilantes primeros pasos, en los albores ya del Tercer milenio de su azarosa singladura) no cesan de susurrar al oído y las conciencias, más o menos aletargadas, de todos los hombres, sobre los oscuros efectos de la susceptibilidad que, lanzado al exterior de nuestro círculo, debilita y, a veces, envenena las más bellas relaciones o-y las más firmes y nobles aspiraciones en interés del bien.

La indulgencia es siempre la bendecida peregrina que, descendiendo a los baldíos campos de nuestro Yo, nos abraza con piadoso y liberador poder, apartando lejos nuestras iras con la lluvia renovadora del perdón... y haciendo germinar las adormecidas semillas de la fe renovadora y la esperanza.
Indulgencia,sie
mpre.

- Juanma -

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   NO HAY EFECTO SIN CAUSA

NO HAY EFECTO SIN CAUSA Y DIOS ES LA CAUSA PRIMORDIAL DEL UNIVERSO

Dios es una cosa palpable no por Él aún, pero sí a través de Su creación, de igual manera que los átomos no son “cosas” en su forma atómica, pero un gran número de ellos unidos repentinamente se hacen visibles y forman un objeto reconocible. En el siglo XIX Kardec indagó a los Espíritus, “¿Dónde se puede encontrar la prueba de la existencia de Dios?” La respuesta llega de forma simple y objetiva, con la profundidad característica de los Espíritus superiores: “En un axioma que aplicáis a vuestras ciencias. No hay efecto sin causa. Buscad la causa de todo lo que no es obra del hombre y vuestra razón responderá.”· Por lo tanto, el conocimiento de los pensadores no puede encontrar otra conclusión, sino de que Dios existe y es la inteligencia suprema del Universo.

La Doctrina Espiritista rechaza la fe ciega, defendiendo, con argumentos, la fe razonada, llevando a las personas a que no crean, simplemente por creer, pero sabiendo en lo que creen. Y la principal de ellas es defender la prueba de la existencia de Dios.

Tanto fue el cuidado de no personificarlo que la primera pregunta de Kardec dirigida a los Espíritus fue con la expresión «¿Qué es Dios?” En sustitución a la clásica y antropomórfica pregunta: “¿Quién es Dios?”

Ante la majestuosa obra del Creador, el Espíritu Emmanuel explica que el hombre “observa las dimensiones diminutas del Hogar Cósmico [Tierra] en que se desarrolla. Descubre que el Sol tiene un volumen de 1.300.000 veces mayor; la Luna dista más de 380.000 kilómetros; Marte, distante de nosotros cerca de 56.000.000 de kilómetros en la época de su mayor aproximación, Capela es 5.800 veces mayor, Canopus tiene un brillo ochenta veces superior al Sol” . “ El Sistema Solar posee sólo 9 planetas con 57 satélites en el total de 68 cuerpos celestes. Y para que tengamos noción de su insignificancia delante del resto del Universo, nuestro Sistema Solar compone un minúsculo espacio de la pequeña Vía Láctea” o sea, un aglomerado de cerca de 100 billones de estrellas, con por lo menos cien millones de planetas y, según Carl Sagan, como mínimo cien mil de ellos con vida inteligente y mil con civilizaciones más evolucionadas que la nuestra. 

Además del Big Bang – Cosmología Cuántica y Dios, es el libro publicado por el científico Willem B. Drees, Doctor en Física Teórica y Matemática por la Universidad Utrecht y en Teología por la Universidad de Groningen (Holanda), que busca demostrar la existencia de un interés creciente por la investigación científica basada en la certeza de la existencia de Dios. La teoría más moderna del inicio del Universo nos remite no sólo para el Big Bang (la gran explosión) principio de todo, sino para la idea de varios Big Bang, con Universos cíclicos a través de cuatrillones de años. “Delante de estos números pensaríamos haber llegado a la idea de lo que es el Universo; concepción engañosa, pues estas áreas, o mejor, volúmenes, representarían sólo un 3% que sería la totalidad del todo dentro del tridimensional espacio/tiempo que conocemos. Los espacios interplanetarios, interestelares y intergalácticos, obviamente, formarían la mayor parte de aquello que llamamos Universo.” 

El gran desafío de la astrofísica, actualmente es la llamada energía oscura y las lentes del telescopio espacial Hubble flagraron el comportamiento de esa energía uno de los mayores enigmas cósmicos. “Al observar supernovas, que son explosiones de estrellas, el telescopio registró el efecto de la aceleración de la luz. El descubrimiento debe ayudar a explicar lo que es la energía oscura que cubre casi todo el cosmos, una fuerza que puede ser responsable por la continua y acelerada expansión del Universo, también llamada partícula Dios”. 

Nuestra comprensión de Dios cambia en la misma proporción en que nuestra percepción sobre la vida se amplía. Es una tarea difícil, cuando lo limitado intenta alcanzar lo Ilimitado, o el finito entender al Infinito. Así somos nosotros delante de Dios. Las opiniones científicas aún están divididas cuanto al origen del universo, pero hay unanimidad en un punto, existe orden en el universo.

Todos fuimos creados por Dios para la gloria celeste, caminando por los proscenios terrestres, donde desarrollamos potencialidades interiores que son nuestra herencia divina esculpida. “La deducción que se puede quitar de la certeza innata que todos los hombres traen en sí, de la existencia de Dios, es de que Él existe; pues, ¿de dónde les vendría ese sentimiento, si no tuviera una base?” . Y Siendo “Dios la esencia divina por excelencia, únicamente los Espíritus que alcanzaron el más alto grado de desmaterializacion lo pueden percibir” .

Señalamos aquí una pequeña digresión: es interesante notar que generalmente, nosotros imaginamos a Dios como alguna cosa absolutamente externa. Pensamos en Dios como un ser o algo separado de nosotros, adviniendo muchos conflictos. Ahora bien, si el Todopoderoso también está dentro de nosotros, podemos transformarnos a merced. Pero si creemos que el Padre celestial está exclusivamente de fuera, entonces suponemos que sólo Él puede cambiarnos y no nos transformamos por nuestra propia voluntad. Nos hallamos entonces, constantemente, en presencia de la Divinidad; ninguna de nuestras acciones le escapan a su mirada; nuestro pensamiento está en contacto ininterrumpido con su pensamiento, habiendo, pues, razón para decir que Dios ve los más profundos pliegues de nuestro corazón.

Albert Einstein, físico alemán de origen judío que dispensa presentaciones “cuando, en 1921, preguntado por el rabino H. Goldstein, de New York, si creía en Dios, respondió: “Creo en el Dios de Spinoza, que se revela por sí aún en la armonía de todo lo que existe, y no en el Dios que se interesa por la suerte y por las acciones de los hombres” .(9) En esta misma ocasión, muchos líderes religiosos decían que la teoría de la relatividad “ encubre con un manto el horrible fantasma del ateísmo, y obscurece especulaciones, produciendo una duda universal sobre Dios y su creación” .(10) Tesis que discordamos íntegramente , pues Einstein confesó a un asistente que en el fondo, su único interés era descubrir si en el instante de la creación Dios tuvo elección de hacer un universo diferente y, si había tenido opción, por qué es que decidió crear ese universo singular que conocemos y no otro cualquiera? Decía aún, “Mi religión consiste en mi humilde admiración al espíritu superior e ilimitado que se revela en los menores detalles que podemos percibir en nuestros espíritus frágiles e inciertos. Esa convicción, profundamente emocional en la presencia de un poder racionalmente superior, que se revela en el incomprensible universo, es la idea que tengo de Dios”. 

De la megaestrutura de los astros a la infraestructura subatómica, todo está sumergido en la sustancia viva de la mente de Dios. El físico americano Paul Davies en su libro titulado Dios y la Nueva Física afirma categóricamente que el universo fue diseñado por una conciencia cósmica . El Universo, por lo tanto, constituido por esos millones de soles, regido por leyes universales, inmutables, completas, a las cuáles se hallan sujetas todas las criaturas, es la exteriorización del Pensamiento Divino.

JORGE HESSEN/DF

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