lunes, 26 de octubre de 2020

Los Espíritus en su funeral

    INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- La vida terrenal y la vida futura 

2.- Una vida.......Un día

3.- Desencarnación y perturbación

4.- Los Espíritus en su funeral

5.- El largo proceso evolutivo de la fe humana




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LA  VIDA TERRENAL Y LA VIDA FUTURA

Una comparación un tanto vulgar nos hará comprender mejor estas particularidades: Un barco repleto de emigrantes parte rumbo a un lejano país. Lleva hombres de todos los niveles sociales, parientes y amigos de los que quedan. Después de un tiempo se informa que el navío ha naufragado sin dejar rastro alguno. No llega ninguna noticia sobre su suerte, se cree que todos los pasajeros han muerto, el luto cubre a todas las familias. Sin embargo, la tripulación completa, sin exceptuar a un solo hombre, arribó a un país desconocido, fértil y abundante en frutos, donde todos viven felices bajo un cielo clemente, mas nadie, fuera de ellos, lo sabe. Un buen día, la tripulación de otro barco llega a la misma tierra y allí se encuentra con todos los supuestos náufragos, sanos y salvos. La feliz noticia se expande con la rapidez del relámpago y cada uno se dice: “No hemos perdido a nuestros amigos”, por lo que dan gracias a Dios. No pueden verse, pero se escriben, cambian testimonios de afecto, la alegría reemplaza a la tristeza.

 Tal es la imagen de la vida terrestre y de la de ultratumba, antes y después de la revelación moderna. Ésta, similar al segundo barco, nos trae la buena nueva de la supervivencia de aquellos que amamos y la seguridad de reencontrarnos algún día. La duda sobre su suerte y la nuestra ya no existe, el desaliento se diluye para dar lugar a la esperanza.
Pero otros hechos vienen para acrecentar la revelación. Dios, juzgando a la Humanidad madura para penetrar los misterios de su destino y contemplar sin miedo las nuevas maravillas, permitió que el velo que separaba al mundo visible del invisible se descorriese. El hecho de las manifestaciones no tiene nada de extraordinario: es la Humanidad espiritual que viene a conversar con la Humanidad corporal, y le dice:
“Existimos, por consiguiente, la nada no existe. Esto es lo que somos y lo que ustedes serán también. El futuro nos pertenece tanto a nosotros como a ustedes. Antes marchaban entre tinieblas, por eso vinimos para alumbrar los senderos y abrir el camino. Antes la vida terrestre era todo para ustedes, porque no veían más allá. Por ello es que hemos venido para enseñarles la vida espiritual y
Decirles: La vida terrenal no es nada. Ustedes no percibían lo que hay más allá de la tumba, nosotros les hacemos ver, más lejos, un horizonte espléndido. No sabían por qué sufrían en esta vida, ahora ven en el sufrimiento la justicia de Dios. Antes el bien no ocasionaba, según las creencias, beneficios futuros. De ahora en adelante será eso una meta y una necesidad. La fraternidad era antes sólo una hermosa teoría. Ahora ella se fundamenta sobre una ley de la Naturaleza. Gobernados por la creencia de que todo terminaba con la vida, el infinito es un vacío, el egoísmo reina como señor absoluto y la divisa que precede es: “Cada cual para sí.”
“Con la seguridad de la vida futura los espacios se pueblan hasta el infinito, el vacío y la soledad desaparecen, la solidaridad une a todos los seres de más acá y de más allá de la tumba, nace el reino de la caridad y la divisa de él es: “Uno para todos y todos para uno.” Y como broche magnífico, si al morir daban a quienes querían un adiós eterno, hoy podrán despedirse con un: ¡Hasta luego!”
Tales son, en resumen, los resultados de la nueva revelación. Ha llegado para llenar el vacío creado por la incredulidad, levantar los ánimos abatidos por la duda o la perspectiva de la nada y para darle a todas las cosas su razón de ser. ¿Constituye esto un resultado sin importancia, sólo porque los espíritus no vienen a resolvernos los problemas de la ciencia, dar conocimientos al ignorante y medios de enriquecerse sin esfuerzos al perezoso? No lo consideramos así, puesto que los frutos que el hombre recoge no le servirán solamente para la vida futura, sino también para ésta, por la transformación que las nuevas creencias operarán sobre su carácter, gustos, tendencias y, en consecuencia, sobre las costumbres y relaciones sociales. El reinado del orgullo, el egoísmo y la incredulidad llega a su término, se prepara el advenimiento de otro reino: del bien, el reino de Dios anunciado por Cristo.

(Tomado del libro: el génesis las profecías y los milagros de Jesús Allan Kardec)


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     Una vida… un día

gustavo“…en la cadena de las existencias, una vida terrestre no tiene más importancia relativa que un día en el curso de esta vida. Una vida, un día: ambos tienen en la evolución, una importancia comparable y una verdadera analogía.

Hay buenos y malos días, como hay buenas y malas vidas; días y vidas aprovechados, días y vidas perdidos. Un día, una vida, no pueden apreciarse aisladamente, sino que han de apreciarse en relación con los días y las vidas precedentes, con los que se encadenan y complementan.

No hay labor ni inquietud exclusivamente limitadas a una vida ni a un día. No se formula el programa de una jornada o de una vida sin tener en cuenta los días ni las vidas pasadas, los días ni las vidas venideros.

Como los días, las vidas están separadas por períodos de reposo aparente, pero al mismo tiempo, de laboriosidad fecunda, de asimilación y de preparación. Así como al despertar se halla resuelto como por encanto muchos problemas complicados de la víspera, así en la aurora de una vida el Ser parece guiado en sus primeros pasos y camina con seguridad, como llevado de la mano, por la senda que se ha trazado, la que sigue ciegamente, precisamente por ignorarlo. De este modo, de existencia en existencia, por la multiplicidad de existencias registradas y asimiladas, el Ser llega, poco a poco, a las fases superiores de la vida, en esas fases que están reservadas al desarrollo completo de la conciencia, a la omniscencia realizada.

La omniscencia debe extenderse, idealmente, al presente, al pasado y al porvenir; es decir, realizando una especie de adivinación actual incomprensible.”

Extraído del libro: “Del Inconsciente al Consciente” de Gustavo Geley. Revista «Constancia»

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Desencarnación y perturbación

    Las preguntas que van del número 154 al 165 de “El Libro de los Espíritus” traen enseñanzas muy importantes para nuestro propio equilibrio y el de las gentes queridas que desencarnaron.

El desconocimiento de lo que es la Desencarnación y de la existencia de un periodo de perturbación del desencarnado, llevan a las personas a tomar actitudes desequilibradas, causando, con ello, un sufrimiento mayor para ellos mismos y, lo que es peor, sufrimiento al espíritu amado.

La separación del cuerpo no siempre es dolorosa, al contrario, muchas veces es un alivio, pero todo espíritu pasa por una perturbación después del desligamiento del cuerpo. El espíritu ya depurado de sus faltas y conocedor de la realidad del mundo espiritual, caso bastante raro en este planeta, se reconoce en el nuevo estado CASI inmediatamente, pero solamente en el CASI.

Según nos informan los espíritus, todos sin excepción pasan por una perturbación, ni que sea por algunos segundos. Otros, infelizmente la gran mayoría, entran en un estado de perturbación que llega hasta el reconocimiento de su nueva situación y la consecuente adaptación a la nueva vida. Ello puede llevar horas, días, meses y hay casos que han sido años.La duración varía en cada espíritu. El carácter, la obra, el conocimiento anticipado de la vida espiritual, o sea, la creencia profesada en la existencia material recién acabada, con agravantes en sus actos, puramente materialistas, son tan solo, algunos de los motivos para la mayor o menor duración.

El tipo de muerte también puede influir en el tiempo de la adaptación. Las muertes violentas causan sorpresa a los espíritus alcanzados que no creen que murieron e intentan continuar normalmente la existencia material. Al no conseguirlo, sufren por ello.

Los suicidas son las mayores víctimas de esa sorpresa. Además de no acabar como esperaban, continúan sintiendo las aflicciones, a veces ampliadas, que los llevaron a la rebeldía contra las directrices divinas. Vimos, así, que los compañeros que desencarnan, necesitan nuestra ayuda, y ciertamente la merecen, así como nuestra colaboración para obtener, más rápidamente, el equilibrio espiritual.

Sabemos que nuestras vibraciones mentales llegan a los espíritus. Es necesario, entonces, que desde el momento de la Desencarnación, pasando por el velatorio y entierro, y prosiguiendo después, tan sólo enviemos al espíritu que desencarnó, vibraciones de calma y equilibrio.

¿Añoranza? ¡Sí, claro!. Las lágrimas no necesitan ser reprimidas mientras sean originadas por un sentimiento noble. Jamás lágrimas basadas contra los designios divinos, de desespero, de angustia, vibraciones desequilibradas que, fatalmente, agravan hasta límites incalculables el sufrimiento del compañero que deja la materia.

No será difícil mantener ese equilibrio para quien realmente posee una religión de uso interno y no tan solo para exteriorizaciones o datos estadísticos. 

Que la persona que desencarnó sigue existiendo (su espíritu), todas las religiones lo enseñan. De este modo, no hay que encarar a la muerte como el fin de todo. Todos nos encontraremos nuevamente, es como un viaje, tan solo eso.

Escenas desagradables de desesperación e indignación, demuestran solamente la falta de preparación, descontrol, egoísmo y falta de fe verdadera, aparte de herir profundamente al espíritu, casi siempre ya perturbado por el cambio de estado. En verdad, a veces, hay más representación exterior que sentimientos.

Todo puede evitarse con el uso de la oración. Una oración por el desencarnado; oración para que obtengamos equilibrio, oración para el equilibrio de las demás personas envueltas emocionalmente en la desencarnación.

Extraído del libro “Ya Estaba Escrito”
Helio Rocha da Silveiria Pinto.

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                       LOS ESPÍRITUS EN SU FUNERAL


¿Está presente el Espíritu en su funeral?

- Con mucha frecuencia concurre, pero a veces no se da cuenta de lo que sucede, si se halla aún en estado de turbación...


327 a. ¿Le halaga la asistencia de personas a su entierro?


- Más o menos, según sea el sentimiento que a esas personas mueva.


328. El Espíritu que acaba de desencarnar ¿va a las reuniones de sus herederos?


- Casi siempre. Dios así lo quiere, para su propia instrucción y para castigo de los culpables. Allí juzga lo que valían las solemnes declaraciones de los deudos. Para el Espíritu, todos los sentimientos de los asistentes están a la vista, y la desilusión que experimenta al comprobar la rapacidad de aquellos que están repartiéndose sus despojos le ilumina acerca de sus sentimientos: mas a ellos, también, ya les llegará su turno.


EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS
ALLAN KARDEC.

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    EL LARGO PROCESO EVOLUTIVO DE                                     LA FE HUMANA                     

"La fe en el hombre, es el sentimiento innato de su destino futuro; es la conciencia que tiene de sus facultades inmensas, cuyo germen fue depositado en él, primero en estado latente, y que debe hacer germinar y crecer por su voluntad activa"

(El Evangelio según el Espiritismo, Allan Kardec, Cap. XIX, item 12)

Todas las criaturas humanas son espíritus inmortales, creados por Dios en la condición de simples e ignorantes, poseyendo en germen las potencialidades, a fin de poder crecer hasta el grado máximo de perfección moral y espiritual que les corresponda alcanzar.

La vida es evolución para todas las cosas y seres del Universo. Quieran o no, todos los espíritus tendrán que aprender( unos más rápido que otros),renovarse y progresar siempre para el Reino de Dios. Esto es fatalismo evolutivo.

Dios nos acompaña con el infinito corazón de padre bondadoso, a pesar de creer que Él nos dejó entregados a nosotros mismos, con nuestras flaquezas, maldades,violencias, sufrimientos, dificultades, obsesiones y ceguera espiritual.

Caminamos hacia el Reino de la Luz a través de la fuerza espiritual de la fe. Fe en el ansia incontenible de Dios en cada Ser. Dios en su esencia es Ley y Amor, Vida y Luz, Verdad y Paz... Esta sed no es de agua paraa atender el cuerpo transitorio, sino de agua espiritual para satisfacer el alma vacía de luz, pobre de verdadero amor y enferma por sus imperfecciones morales.

LA FE PRIMITIVA.-

El sentimiento íntimo de la fe tuvo su inicio con los primeros hombres que habitaron la Tierra. Los hombres primitivos de la prehistoria, aun con un pequeño potencial de inteligencia y su diminuta capacidad de razonar, plenamente dominados por los instintos y necesidades básicas de la vida corporal. El Espíritu buscaba la materia y esta atendía a sus necesidades más simples e inmediatas. Así eran los hombres en los primeros días de inteligencia, en las primeras manifestaciones de su razón oscurecida. Los seres humanos de aquella época tenían cuerpos groseros, atendían sus necesidades básicas de comer, beber, descansar, dormir, buscar la caza y el alimento. Practicaban sexo solamente en la época del celo. Pero, alguna luz ya fluía en su cerebro y su inteligencia trabajaba un poco más allá del instinto. Era el Espíritu humano en sus primeros tiempos en la cuna de la humanidad. 

El espíritu nace con el sentimiento innato de la existencia de Dios. En El Libro de los Espíritus, Cap.I, cuestión 6, los Espíritus  afirman que ese sentimiento ya estaba infundido en el espíritu de los salvajes, que habitan alguna región de nuestro planeta durante las eras prehistóricas. Ese sentimiento íntimo guardado en la conciencia de cada espíritu, es la marca del Creador en la criatura, la luz divina en las profundidades del "yo" que acompañó al hombre ancestral partiendo de la cuna de la humanidad.

La expresión inicial de fe en el hombre primitivo fue el sentimiento de MIEDO, tal como explica el Espíritu Emmanuel:

"Nacida en la cuna rústica del temor, la fe inició su apostolado enseñando a las tribus primarias que el Poder Divino guarda las redes de la suprema justicia, infundiendo respeto a la vida y perfeccionando el intercambio de las almas".

Su mente creaba y mantenía el miedo a todos los fenómenos que sentía más fuertes que él, los cuales doblaban y aniquilaban sus frágiles fuerzas, y como no tenía medios para huir de ellos, la única manera era convivir con todos. Encontramos una bella descripción de ese miedo en el hombre primitivo, según palabras del espíritu Juan Evangelista:

"El miedo es más poderoso en él que todos sus cálculos y sentimientos. El rugido de las fieras, el estampido del trueno, el fulgor del relámpago, el siniestro rumos que precede a la tempestad, los frecuentes temblores de tierra, la erupción volcánica, y no solo esto pues todo lo que es nuevo y desconocido, lo hiela de espanto, lo trastorna, lo aniquila." (Roma y el Evangelio, D. José Amigó Pellicer)

La manifestación emocional del hombre primitivo, fue, sin duda, el Miedo. Su incipiente razón observa muchas cosas nuevas y desconocidas, pasando a cultivar el pavor a lo desconocido, porque en su cabeza comenzaba a imaginar la distinción superficial de las cosas, como objetos y fenómenos. Todo eran sorpresas, espanto, tensión e inseguridad.

Los humanos primitivos, con su imaginación infantil, fueron formados, en el transcurso del tiempo, de siglos y milenios, en el panel mágico de su mente super excitada, para la adoración a las fuerzas de la Naturaleza. Creó ídolos-animales, santificó grutas.altares, veneró montañas-santuarios, y dio culto a florestas mágicas....

Las entidades mentales, inferiores o superiores que surgían en su mente le hicieron crear entidades superiores, duendes, hadas, brujas, figuras demoniacas, dioses poderosos y rabiosos. Las emociones enfermizas de debilidad y temor creaban en sus mentes primitivas las figuras de fantasmas de seres buenos y malos, que serían motivo de creencia y de respeto, miedo del castigo de una naturaleza desconocida. En largos y lentos milenios, la mente infantilizada del hombre fue creando estructuras psíquicas condicionadas en su inconsciente, en torno a la adoración de objetos, estatuas, montañas, grutas, piedras, florestas, entidades espirituales, formando diversos cultos para atender las sensaciones groseras del ser colectivo mental de la tribu. No sabían o no podían aplicar la inteligencia en las ideas más primorosas, no aplicaban la razón, no poseían instrumentos de interpretación de los hechos, no tenían palabras ni escritura para formar los principios religiosos. Su capacidad de atención limitada, imaginación infantilizada y emoción dominada por el temor, estaba volcada hacia cultos exteriores, repleta de motivaciones para los sentidos humanos que satisfacían las más variadas sensaciones, suministrando materiales de sugestión que fomentaban la creencia, la fe y la espiritualidad incipiente en la mente del hombre primitivo.

Esta fase oscura de la civilización humana, dejó pocos vestigios materiales por donde estableció sus moradas, en donde vivió y trabajó. Pero la mente humana guarda esos vestigios psíquicos en la memoria profunda, por ser el resultado de largas experiencias, muy importantes para las manifestaciones iniciales de los instintos, sensaciones y la formación, larga, lenta y silenciosa, acumulativa del pensamiento contínuo. La cuna de la razón esclarecida y de la fe iluminada en ese periodo oscuro de la humanidad, es un fundamento admirable del psiquismo humano y de la fe, natural y sencilla, espontánea e indispensable para la formación de culturas superiores y creencias religiosas.

Todos los pueblos y razas de la civilización del 3º milenio, experimentaron esos extensos periodos de la fe primitiva, pues constituyeron la base psíquica de la formación psicológica cultural y religiosa de toda la humanidad. Nuestra herencia psíquica comenzó  a desarrollarse en esa enorme cuna de formación de la razón inicial.

Esa fe es vigorosa aún, en el psiquismo de unos pocos pueblos tribales, sin cultura intelectual, sin escritura, y que no tienen un código moral superior. Están en la fase de creencia primitiva pura, sin intervención de cultura superior. Su cultura es transmitida de boca a boca, de costumbre a costumbre, de hábito a hábito, del ritualismo preservado, de las imágenes de su imaginación fantástica, de generación en generación, preservando costumbres, tradiciones arraigadas en su psiquismo intocable, cuya cultura milenaria permanece archivada en los registros psíquicos de la viva y dinámica biblioteca mental.

(Continuará...)  Por Walter Barcelos, (de Uberaba-Brasil) 

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