INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- En el proceso de la desencarnación
2.- Cementerio
3.- Comunicación Mediúmnica
4.- Frase de Chico Xavier
5.- Es necesario el estudio del Espiritismo
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EN EL PROCESO DE LA DESENCARNACIÓN
Ningún sufrimiento, en la Tierra, podrá ser comparado a aquel del corazón que se echa de bruces sobre otro corazón helado y querido, que el ataúd transporta hacia el gran silencio.
Ver la niebla de la muerte estamparse inexorable en la fisonomía de los que amamos, y cerrarles los ojos en el adiós indescriptible, es como despedazar la propia alma y proseguir viviendo.
Que lo digan aquellos que ya estrecharon sobre su pecho un hijito transfigurado en ángel de agonía; un esposo que se despide procurando inútilmente mover sus labios mudos; una compañera cuyas manos consagradas a la ternura, cuelgan inanimadas; un amigo que cae desfallecido para no levantarse más, o un semblante materno acostumbrado a bendecir, y que no consigue otra cosa que expresar el dolor de la extrema separación, a través de la última lágrima.
Que hablen aquellos que un día se inclinaron, aplastados por la soledad, frente a un túmulo; los que se arrojaron orando sobre las cenizas que cubren el último recuerdo de los seres inolvidables; los que cayeron transidos de dolor y de nostalgia, cargando en el pecho el ataúd de los propios sueños, los que tantearon, gimiendo, la losa inmóvil, y los que sollozaron con angustia en el santuario de los propios pensamientos, preguntando, en vano, por la presencia de los que partieron.
Cuando semejante prueba toque a tu puerta, reprime tu desesperación y diluye la corriente de la amargura en la fuente viva de la oración, porque los llamados muertos, están apenas ausentes, y las gotas de tu llanto fustigan su alma como una lluvia de hiel.
La principal dificultad del recién desencarnado es la adaptación al impacto de las energías astrales, el choque es muy fuerte y pensamientos y emociones de el o de las personas próximas lo inundan con facilidad.
Esa fragilidad hace que los hermanos que quedan aquí en la Tierra tengan gran importancia en la ayuda de los que vuelven al plano espiritual.
La fragilidad del espíritu es mayor hasta el momento en que el cordón de plata es roto, e, infelizmente ese es el periodo de mayor emisión de sufrimiento por los hermanos encarnados. A través de ese último lazo de unión ellos pueden recibir los choques desagradables de los recuerdos y de las emociones de sufrimiento de los que se encuentran encarnados.
Más allá de eso, muchos hablan mal de los que se fueron, recordando acontecimientos de su vida.
Esa es la peor postura que cualquiera puede tener, si no tiene de lo que hablar, quede callado, más no hable sobre asuntos de bajo padrón vibratorio, principalmente si envuelven a al moribundo.
Dos cosas suceden cuando los invigilantes deciden hacer su parte.
La primera es el desagrado que comienza a ser sentido por el espíritu, que aun mismo cuando posee merecimiento para ser auxiliado, no está exento de las energías hostiles enviadas por sus hermanos.
La segunda es la atracción de espíritus de bajo padrón vibratorio envueltos en las conversaciones, que pueden venir a pedir perdón o a cobrar por el error del moribundo. Cualquiera de las dos opciones es perjudicial para quien está presto a liberarse.
La mejor postura durante la desencarnación es la oración, el silencio y asuntos que no comprometan el padrón vibratorio del ambiente.
Después del desencarne el espíritu también queda susceptible a las vibraciones de los familiares. Cuando estos, en desequilibrio, quedan llamando por el, ocurre una atracción muy fuerte y el espíritu recibe ese impacto de forma violenta, porque aun está en periodo de adaptación.
Diferente de lo que muchos piensan, si el espíritu recién liberado para volver al hogar el sufrirá junto con los familiares y de forma inconsciente se tornará obsesor de sus seres queridos. En los casos de dolencia puede hasta acontecer de uno de los encarnados comenzar a sentir los dolores que el moribundo sufría. En ese caso el se torna obsesor.
Después de la desencarnación, el espíritu que desencarna sufre inicialmente el impacto de los pensamientos y emociones de los encarnados que estaban ligados a el. Tanto los pensamientos de rechazo y venganza como los de angustia y pesar llegan a el.
Después de algún tiempo desencarnado el aprende a lidiar con esas vibraciones.
El mejor consejo para quien perdió a alguien que ama es rezar por el, pidiendo al Padre que lo proteja y ampare donde este. Dependiendo de su grado de evolución el espíritu podrá volver a visitar a sus familiares en la tierra, y restablecerse.
Hay diversas formas de desencarnar como:
Desencarnación en accidentes colectivos
… Salvo en los casos de desastres o muertes violentas, en que la intervención de los técnicos asistentes se registra solo después de la muerte del cuerpo, las demás desencarnaciones deben subordinarse gradualmente a varias operaciones libertadoras, en diversas etapas.
La gran mayoría de las desencarnaciones por accidentes son rescates del espíritu, no podemos englobar a todos los desencarnados, más si podemos garantizar que en su mayoría tenían una “gran oportunidad” de ocurrir con el espíritu que desencarnó.
Los desencarnes colectivos son rescates cármicos para el grupo de personas que participa de una tragedia, ellos no participaron necesariamente del mismo error, con todo, participan del mismo dolor y sufrimiento para saldar deudas con la Justicia Divina, que a nadie perjudica.
En un avión siniestrado el socorro a las víctimas es distribuido indistintamente, con todo, no podemos olvidar que si el desastre es el mismo para todos los que sucumbieron la muerte es diferente para cada uno. En el momento serán retirados de la carne solamente aquellos cuya vida interior les otorga inmediata liberación. En cuanto a los otros, cuya situación presente no les favorece el apartamiento rápido de la armadura física, permanecerán ligados, por más tiempo, los despojos que les dicen respecto.
Dependiendo del grado de animalización de los fluidos que les retienen al Espíritu a la actividad corpórea, algunos serán detenidos por algunas horas, otros, tal vez, por largos días… un cuerpo inerte no siempre significa liberación del alma. El género de vida que alimentamos en el estado físico dicta las verdaderas condiciones de nuestra muerte. Cuanto más se envuelve el ser en las corrientes de bajas ilusiones, más tiempo gastamos para agotar las energías vitales que nos aprisionan a la materia pesada y primitiva de que constituye la instrumentación fisiológica, demorándonos en las creaciones mentales inferiores a las que nos ajustamos, encontrando en ellas combustible para dilatados engaños en las sombras del campo carnal, propiamente considerado. Y cuanto más nos sometemos a las disciplinas del espíritu, que nos aconsejan equilibrio y sublimación, más amplias facilidades conquistaremos para la exoneración de la carne en cualquier emergencia de la que no podamos huir por la fuerza de los débitos contraídos ante la Ley. Así es que “la muerte física” no es lo mismo que “Emancipación espiritual”.
Esto no quiere decir que los demás compañeros accidentados estén sin asistencia, pues nadie está desamparado, aunque si acogidos a la temporal detención junto a los propios restos. el amor infinito de Dios abraza al Universo. Los hermanos que se demoran enredados en más bajo tenor en la experiencia física comprenderán, gradualmente, el socorro que es capaz de recibir.
En la hipótesis de ser sordos al bien, es posible que se rindan a las sugestiones del mal, a fin de que con los tormentos del mal, se vuelquen para el bien, pues es preciso considerar que la tentación es siempre una sombra para atormentarnos la vida, de dentro para fuera. La unción de nuestras almas con los poderes infernales se verifica en relación con el infierno que ya traemos dentro de nosotros.
La desencarnación por enfermedad, diferentemente a como muchos piensan, en algunos casos es una bendición, que auxilia al espíritu a repensar en su vida, perdonar y pedir ser perdonado, ocurriendo hasta incluso la reconciliación entre los desafectos.
Existen también espíritus que expurgan sus energías deletéreas durante el periodo que queda hospitalizado, limpiando su organismo periespiritual de las toxinas adquiridas por el vicio o la disipación.
Imposibilitado de ejercer su vicio o disipación, las energías deletéreas que estaban adherida al vehículo eterico y astral son drenadas y si el espíritu sabe aprovechar esos momentos finales para equilibrarse, el parte para el plano espiritual sin tener que expurgar las energías deletéreas en zonas inferiores del Plano espiritual sin tener que expurgar las energías deletéreas en zonas inferiores del Plano Astral.
De todas formas, nada adelanta si el paciente pasa todo el tiempo final de su vida en estado de rebeldía y agonía, más allá, el puede en ese caso empeorar su situación.
… Raramente los compañeros encarnados, cuando están en excelentes condiciones de salud física, pueden comprender las aflicciones de los enfermos en posición desesperada o la de los moribundos prestos a partir. En cambio otros, sin embargo, en el cuadro de realidades más fuertes, sabemos que, muchas veces, es posible efectuar realizaciones de veras sublimes, de naturaleza espiritual, en pocos días, en esas circunstancias, después de largos años de actividades inútiles. En el lecho de la muerte las criaturas son más humanas y más dóciles. Se diría que la enfermedad es intransigente, debilita los instintos más bajos, atenúa los ímpetus más vivos de las pasiones inferiores, debilita los instintos más bajos, atenúa las llamas más vivas de las pasiones inferiores, des animaliza el alma, abriéndole, alrededor, bendecidos intersticios por donde penetra la infinita luz. Y el dolor va derrumbando las pesadas murallas de la indiferencia, del egoísmo cristalizado y del amor propio excesivo. Entonces, es posible el gran entendimiento. Lecciones admirables felicitan a la criatura que, aunque pálidamente, percibe la grandeza de la herencia divina. Se le acentúa el heroísmo y se le gravan en el corazón, para siempre, mensajes vivos de amor y sabiduría. En la noche espesa de la agonía comienza a brillar la aurora de la vida eterna. Y a sus indistintos destellos, nuestros principios son fácilmente aceptados, por la sensibilidad de nuestras características sublimes y la luz inmortal lanza fuentes de infinito poder en los recesos del espíritu.
El desencarnado por enfermedad hace que amigos y familiares participen del sufrimiento del agonizante y estos a su vez “magnetizan” el ambiente del enfermo con energías que lo “ayudan” a continuar vivo. Es por ese motivo que muchos instructores espirituales insuflan energías en el paciente para que el tenga una “falsa” mejoría, atenuando el ambiente cargado y permitiendo a muchos que hacen la vigilia el descanso.
Vibremos por el que agoniza con vibraciones puras y con fe en el Creador, que al buscar a un hijo querido no trae el sufrimiento y si la liberación.
En el plano espiritual también existen equipos especializados en el tratamiento para la recién-desencarnación de niños. Institutos son creados para que los niños sean amparados.
Cuando el niño es un espíritu evolucionado el puede adquirir rápidamente su forma anterior, si así lo deseara. Algunos espíritus encarnan solamente para unir a la familia o para quemar pequeños resquicios del Karma.
Los Espíritus que son medianos generalmente mantienen su forma infantil, y conforme estudian y se mejoran reciben algunas responsabilidades, como por ejemplo monitorear a otras criaturas de las instituciones o actuar junto a los niños encarnados en instituciones de socorro, auxiliar a voluntarios en orfanatos, etc.
Espíritus de niños que desencarnaron temprano como rescate de acciones de vidas anteriores pueden no recuperarse totalmente del choque, siendo necesario realizar tratamiento magnéticos y así que se mejoran vuelven al plano físico, algunas veces vuelven en la misma familia que dejaron, no siendo eso de forma alguna una regla.
En la Umbanda existe la falange de Yori, donde los niños se vinculan, actuando en reuniones, ayudando, amparando y conversando. Ellas traen la palabra inocente, el consejo sencillo, el pensamiento sin maldad, que muchas veces ayuda a los hermanos encarnados a reflexionar.
Los médiums de la Umbanda “incorporan” (psicofonía) a los niños como lo hacen con caboclos y negros de edad.
Los niños generalmente acompañan a los niños viejos en las sesiones de Umbanda. Ellos generalmente se vinculan a diferentes líneas, como por ejemplo a la Mariazinha da Praia (energías del Mar – Yemanja), Caboclinhos de la Mata (energías de la Naturaleza - Oxóssi).
Muchas veces las madres visitan a los hijos desencarnados. Las instituciones, como el Hogar de Bendecidos (citado en el libro Entre la Tierra y el Cielo, de Francisco Cándido Xavier), reciben visitas periódicas de las madres que perdieron a sus hijos. Durante el sueño físico ellas son llevadas por espíritus amigos hasta los hijos. Ese tipo de contacto es importante para el hijo y para la madre.
Cuando despierta ella no recuerda exactamente lo que ocurrió, con todo, el recuerdo del hijo y la sensación de que el está bien queda viva en su memoria.
Es importante recordar que no todos los niños desencarnados pueden ser visitados y que no todas las madres están aptas para visitar al hijo, cada caso es particular.
Sigue el trecho del libro Entre la Tierra y el cielo, de Francisco Cándido Xavier, que habla sobre el asunto abordado:
“Es el Hogar de la Bendición” –informó el instructor, satisfecho – A esta hora- muchas hermanas de la Tierra llegan de visita para ver a los hijitos desencarnados. Tenemos aquí importante colonia educativa, escuela mixta de madres y domicilio de los pequeños que regresan de la esfera carnal.
En el libro “Entre la Tierra y el Cielo” nos dicen que:
Cuando el Espíritu ya alcanzo elevación evolutiva, asumiendo el comando mental de sí mismo, adquiere el poder de fácilmente desprenderse de las imposiciones de la forma, superando las dificultades de la desencarnación prematura.
Conocemos grandes almas que renacieron en la Tierra por brevísimo plazo, simplemente con el objetivo de despertar corazones queridos para la adquisición de valores morales, recobrando, luego después el servicio llevado a efecto, la respectiva presentación que les era costumbre al Contado, para la gran mayoría de las criaturas que desencarnan , el camino no es el mismo. Las almas aun encarceladas en el automatismo inconsciente, se halla relativamente lejos del auto-gobierno. Yacen conducidas por la Naturaleza, a la manera de los bebes en el cuello materno. No saben desatar los lazos que las aprisionan a los rígidos principios que orientan el mundo de las formas y, por eso, exigen tiempo para renovarse en el justo desenvolvimiento. Es por ese motivo que no podemos prescindir de los periodos de recuperación para quien se aparta del vehículo físico, en la fase infantil, una vez que, después del conflicto biológico de la reencarnación o de la desencarnación, para cuantos se halla en los primeros grados de la conquista del poder mental, el tiempo debe funcionar como elemento indispensable de restauración. Y la variación de ese tiempo dependerá de la aplicación personal del aprendiz para la adquisición de su luz interior, a través del propio perfeccionamiento moral.”
En El Libro Volví también hay informaciones sobre un hogar para niños desencarnados y también recién nacidos:
Andrade esclarece que cuando no se trata de entidades excepcionalmente evolucionadas, inaccesibles al choque biológico de la reencarnación, hay lugares donde el tiempo y el reposo les favorecen el despertar, a fin de que no les sobrevengan conmociones cerebrales nocivas.
Hay pocas cosas que duelan tanto como la pérdida de un hijo. Por eso es muy difícil que las palabras curen las heridas dejadas por los pequeños que se fueron. Aquí solo se busca mostrar lo que acontece con ellos después del desenlace, para recordar que ellos no se fueron para siempre y que nunca estarán desamparados por el Padre, que so es amor y bondad.
Los padres que pasan por estas luchas expiatorias suelen ser aquellos que se complicaron cometiendo delitos lamentables, en el pretérito distante o reciente, que faltaron a sus hijos, en otras épocas, aprendiendo así el pesar cruel y la angustia lamentable, el respeto o la devoción, la honorabilidad y el cariño que todos debemos en la Tierra al instituto de la familia. El dolor colectivo es el remedio que nos corrige las fallas mutuas.
El ambiente en los cementerios donde generalmente los cuerpos son velados y posteriormente enterrados son centros acumuladores de energías de sufrimiento, angustia, rebelión, etc.
De entre los varios tipos de espíritus que podemos encontrar en un cementerio están los que están asidos al cuerpo, sufriendo por la propia descomposición; los que no son buenos ni malos, pueden estar acompañando al entierro; falanges de espíritus traviesos que se esconden tras los recién desencarnados que no poseen el merecimiento de la protección, ellos se aprovechan de todas las maneras posibles de las personas que deambulan; equipos espirituales de auxilio. Ellos quedan siempre en vigilia para ayudar a aquellos que se tornan receptivos.
Es importante envolverse en energías positivas cuando se va al cementerio, siempre orando al entrar y al volver. Para los que son médiums la precaución debe ser doble.
No se debe gritar en un entierro, hablar mal de la persona que murió etc. pues al otro lado están los espíritus que pueden afinizarse o revolverse con lo que está hablando y las consecuencias pueden ser graves si el espíritu resolviera acompañarle o vengarse.
Los locales para donde suelen ser llevados los desencarnados son diferentes, suele estar en sintonía con su grado de evolución y con su conducta durante la vida.
Para los espíritus de mediana evolución es el encaminamiento a los Puestos de Socorro y después ellos son llevados para el ambiente al que se vinculan por afinidades familiares o de trabajo.
Para los que tuvieron una vida desordenada, perjudicando a otras personas y a sí mismos, es necesario un periodo más o menos corto en zonas inferiores del Astral, a los cuales Ramatis llama Charcos Purgatoriales. En esos ambientes, habitados por espíritus que se entregan a las energías animales, el tiempo se responsabiliza por poner de manifiesto los errores cometidos, haciéndolo reflexionar, rebelándose culpable el va poco a poco drenando las energías y preparándose para habitar en esferas de vibración superior o reencarnar.
André Luiz hace mención al respecto en el libro de Evolución en Dos Mundos de Chico Xavier.
Colócate en el lugar de quien partió y considera como te sentirías si fueras la causa del infortunio de la persona, que, diciendo amarte, piensa en huir, en vengarse, en abandonar la vida…
Reflexiona mejor y transformarás el dolor en flores de alegría, conservando la certeza de que el mañana traerá tu reencuentro con quien amas.
Rompe los cepos de la pasión, quiebra el yugo del egoísmo, organiza el programa de liberación de los pesares, reflexiona acerca de los dolores, y cuando llegue tu momento, que ninguna retentiva te prenda en la retaguardia.
Viviendo se está desencarnando poco a poco. El golpe final resulta de todos esos pequeños morires, que lanzan al alma a la realidad de la conciencia libre e indestructible.
Desencarnar es desembarazarse de la carne.
Morir, literalmente, significa cesar de vivir.
Desde el punto de vista espiritual por tanto, muerte es vida y vida en el cuerpo puede representarse como muerte transitoria de la libertad, de la plenitud y de la lucidez.
Hemos de vivir de tal forma que, cuando llegue la hora de la muerte o desencarnación estemos libres para proseguir felices.
Mercedes Cruz Reyes
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CEMENTERIO
Como la garza en el campo, como la nube en el cielo, en cada pueblito mío ha nacido un Cementerio
Con una siembra de cruces vestidas de blanco y negro, abriendo al aire sus brazos para llenarse de cielo
Con unas paredes blancas que le pusieron de cerco, con anuncios de partidos, de cigarros y refrescos.
A la entrada, un arco viejo doblado por los recuerdos, y en él grabada una fecha, la cual dispuso el Prefecto.
Y entre la siembra de cruces y cosechas de recuerdos, se van leyendo los nombres que le dieron vida al Pueblo.
Aquí yace Justo Brito, y Pedrito el bodeguero; a su lado se encuentra alguien cuyo nombre borró el tiempo.
Se ve un manojo de flores en el panteón de los Liendo;¿será que cumplieron años?; ¿ será que lo están doliendo?.
Y en el día de la Madre, y en el día de los Muertos, en cada pueblito mío se desborda el sentimiento.
Cementerios de los campos; Cementerios de los pueblos, almacén de tantas vidas, hoy baúl de los recuerdos.
Cuando voy por el camino y con sus cruces me encuentro, siento la paz que desbordan aquellos que ya cumplieron.
Oswaldo E. Porras Dorta
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COMUNICACIÓN MEDIÚMNICA
(Cámara mortuoria, 23 de abril de 1862.)
Evocación. Respuesta: Acudo a vuestro llamado para cumplir mi promesa.
Querido señor Sansón, cumplimos con satisfacción el deber de evocaros lo más prontamente posible después de vuestra muerte, como era vuestro deseo.
Es una gracia especial la que Dios concede a mi Espíritu para que pueda manifestarse. Agradezco vuestra buena voluntad, pero estoy débil y tembloroso.
Habéis sufrido tanto que podemos, supongo, preguntaros cómo os halláis ahora. ¿Sentís aún vuestros dolores? Si comparamos la situación actual con la de dos días atrás, ¿qué sensaciones experimentáis?
Mi situación es muy afortunada, pues ya no siento los antiguos dolores. Me encuentro reconstituido, renovado, como decís vosotros. La transición de la vida terrenal a la vida de los Espíritus me dejó al principio en un estado inexplicable, pues a veces quedamos privados de la lucidez durante muchos días. No obstante, antes de morir, le pedí a Dios que me permitiera dirigirme a los seres que estimo, y Dios me escuchó.
¿Al cabo de cuánto tiempo habéis recobrado la lucidez de las ideas? Al cabo de ocho horas. Dios, repito, me ha dado una prueba de su bondad, al considerarme más digno de lo que yo merecía, de modo que no sé cómo he de agradecerle.
¿Estáis perfectamente convencido de que no pertenecéis más a nuestro mundo? En ese caso, ¿cómo constatáis vuestra situación? ¡Oh!, por cierto ya no soy de vuestro mundo, aunque siempre estaré a vuestro lado para protegeros y sosteneros, con el fin de que prediquéis la caridad y la abnegación que han sido las guías de mi vida. Más adelante enseñaré la verdadera fe, la fe espírita, que debe elevar la creencia del justo y del bueno. Me siento fuerte, bastante fuerte, transformado, en una palabra. En mí ya no reconoceréis al anciano enfermo que todo debía relegar, que eludía el placer y las alegrías. Soy Espíritu; mi patria es el espacio, y mi porvenir es Dios, que irradia en la inmensidad. Me gustaría mucho hablarles a mis hijos, para enseñarles aquello que siempre se negaron a creer.
¿Qué efecto os causa la vista de vuestro cuerpo aquí, a nuestro lado?
¡Mi cuerpo! Pobre y mísero despojo… debes regresar al polvo, mientras que yo conservo el recuerdo de todos aquellos que me estimaron. ¡Veo esa pobre carne deformada, residencia de mi Espíritu, prueba de tantos años! ¡Gracias, pobre cuerpo mío! ¡Has purificado mi Espíritu! Mi sufrimiento, diez veces bendito, me ha concedido un lugar bien merecido, puesto que tan deprisa poseo la facultad de comunicarse con vosotros.
¿Habéis conservado vuestras ideas hasta el último instante? En efecto. Mi Espíritu ha conservado sus facultades; no veía, pero presentía. Toda mi vida se ha desplegado en mi memoria, y mi último pensamiento, mi última plegaria, ha sido para que pudiese comunicarme con vosotros, como lo estoy haciendo. A continuación le pedí a Dios que os protegiese, a fin de que viera realizado el sueño de mi vida.
¿Habéis tenido conciencia del momento en que vuestro cuerpo exhaló el último suspiro? ¿Qué os ocurrió en ese momento? ¿Qué sensación experimentasteis?
La vida se retira y la vista, o mejor, la vista del Espíritu se extingue. Se encuentra el vacío, lo desconocido. Entonces, arrastrado por no sé qué poder, uno se halla en un mundo donde todo es alegría y magnificencia. Ya no sentía, no comprendía, y sin embargo una felicidad inefable desbordaba de mi ser; me había liberado de la opresión del dolor.
¿Tenéis conocimiento… (de lo que me propongo leer junto a vuestra tumba)?
Nota: Apenas pronuncié las primeras palabras de la pregunta, el Espíritu respondió antes de que yo hubiera concluido. E hizo más: sin que mediara una pregunta al respecto, respondió a una disputa que se había suscitado entre los concurrentes, sobre si sería oportuno leer esta comunicación en el cementerio, en presencia de personas que podrían no compartir nuestras convicciones.
¡Oh, sí, amigo mío! Lo sé, porque os he visto tanto ayer como hoy. ¡Mi satisfacción es inmensa!… ¡Gracias, gracias! Hablad, para que me comprendan y os estimen. Nada tenéis que temer, pues la muerte inspira respeto… Hablad, pues, para que los incrédulos tengan fe. Adiós. ¡Hablad con valor y confianza!… ¡Cuánto deseo que mis hijos se conviertan a esta creencia venerada! SANSON Durante la ceremonia del cementerio, el señor Sanson dictó las palabras siguientes: “No os dejéis atemorizar por la muerte, amigos míos. Constituye una etapa de la vida, si supisteis vivir bien. Es una felicidad, si la habéis merecido justamente y habéis cumplido bien vuestras pruebas. Os reitero: ¡Valor y buena voluntad! No atribuyáis a los bienes terrenales más que una insignificante importancia, y seréis recompensados. No es posible gozar desmesuradamente sin usurpar el bienestar de los demás y sin hacer moralmente un inmenso mal. ¡Que la tierra me sea leve!” II (Sociedad Espírita de París, 25 de abril de 1862.)
Evocación. Respuesta: Estoy cerca de vosotros, mis amigos. Nos quedamos muy felices con la entrevista que hemos tenido el día de vuestro entierro, y puesto que lo permitís, quedaremos más felices aún de completarla, para nuestra instrucción. Estoy dispuesto, y me siento feliz de que penséis en mí.
Todo cuanto pueda ilustrarnos sobre el estado del mundo invisible, y que contribuya a que lo comprendamos, es para nosotros una gran enseñanza, pues la idea falsa que se tiene del mundo invisible conduce, la mayoría de las veces, a la incredulidad. No os sorprendan, por lo tanto, las preguntas que os haremos.
No me sorprenderé, y aguardo vuestras preguntas.
Habéis descrito con meridiana claridad la transición de la vida a la muerte. Habéis manifestado que en el momento en que el cuerpo exhala el último suspiro, la vida se quiebra y la visión del Espíritu se extingue. Ese momento, ¿está acompañado de alguna sensación penosa, dolorosa?
Sin duda, pues la vida es una serie continua de dolores, y la muerte es su complemento. De ahí que sea un desgarramiento violento, como si el Espíritu debiera realizar un esfuerzo sobrehumano para liberarse de su envoltura, esfuerzo que absorbe todo nuestro ser y le hace perder el conocimiento de lo que ocurre.
NOTA. Esta regla no se aplica a todos los casos. La experiencia ha demostrado que muchos Espíritus pierden el conocimiento antes de expirar, y que la separación se produce sin esfuerzo en aquellos que han alcanzado un cierto grado de desmaterialización.
¿Sabéis si existen Espíritus para los cuales el momento de la muerte es más doloroso? Por ejemplo, ¿es más penoso para el materialista, es decir, para aquel que cree que en ese momento todo se acaba para él?
Eso es cierto, porque el Espíritu preparado ya ha olvidado el sufrimiento, o mejor dicho, ya se ha habituado a él, y la serenidad con que afronta la muerte le impide sufrir doblemente, porque sabe lo que le aguarda. El dolor moral es el más intenso, y su ausencia en ocasión de la muerte constituye un gran alivio. Aquel que no cree se asemeja al condenado a la pena capital, cuyo pensamiento sólo ve la cuchilla y lo desconocido.
Existe similitud entre esa muerte y la del ateo. ¿Hay materialistas tan empedernidos que creen seriamente, en ese momento supremo, que serán sumergidos en la nada?
No cabe duda de que algunos creen en la nada hasta el instante supremo. No obstante, en el momento de la separación, el Espíritu sufre un cambio profundo: la duda se apodera de él y lo atormenta, pues se pregunta qué va a ser de él. Quiere comprender algo, y no lo consigue. La separación no se completa sin esa impresión.
NOTA. En otra ocasión, un Espíritu nos hizo la siguiente descripción de la muerte de un incrédulo: “El incrédulo empedernido experimenta en los últimos instantes la angustia propia de esas pesadillas terribles en las que uno se ve al borde de un abismo, a punto de precipitarse en él. Se esfuerza en huir y no puede. Procura sostenerse de algo, pero no encuentra apoyo y siente que se desliza hacia las profundidades. Quiere gritar, pero ni siquiera consigue articular un sonido. Entonces vemos que el moribundo se contorsiona, crispa las manos, suelta gritos ahogados, síntomas seguros de la pesadilla de la que es víctima. En las pesadillas comunes, el despertar os libera de la desesperación, y os sentís aliviados al comprender que apenas soñabais. En cambio, la pesadilla de la muerte se prolonga a menudo por un largo tiempo, incluso durante años, y lo que hace más penosa aún la sensación para el Espíritu son las tinieblas en que se encuentra sumergido”.
Habéis manifestado que en el momento de la muerte ya no veíais, sino que presentíais. Es comprensible que ya no vieseis corporalmente. Sin embargo, antes de que se extinguiera la vida, ¿no entreveíais los resplandores del mundo de los Espíritus?
Eso es lo que dije anteriormente: el instante de la muerte confiere clarividencia al Espíritu. Los ojos dejan de ver, pero el Espíritu, que posee una visión mucho más profunda, descubre instantáneamente un mundo desconocido, y la verdad, que brilla de súbito, le da momentáneamente una inmensa alegría o una pena inexplicable, según el estado de su conciencia y el recuerdo de la vida transcurrida.
NOTA. Se trata del instante que precede a aquel en que el Espíritu pierde el conocimiento, lo que explica el empleo de la palabra momentáneamente, pues las mismas impresiones agradables o penosas se prolongan tras el despertar. ¿Podríais decirnos qué os impresionó, qué visteis en el momento en que vuestros ojos se abrieron a la luz? ¿Podríais describirnos, si fuera posible, el aspecto de las cosas con que os encontrasteis?
Cuando pude volver en mí y ver lo que había delante de mi vista, quedé como deslumbrado, sin llegar a comprender, porque la lucidez no se recupera repentinamente. No obstante, Dios, que me dio una prueba de su inmensa bondad, permitió que yo recobrara las facultades. Me vi rodeado de numerosos y fieles amigos. Todos los Espíritus protectores que nos asisten estaban alrededor mío y sonreían. Una dicha incomparable los animaba, y yo también, fuerte y con buen ánimo, podía recorrer el espacio sin esfuerzo alguno. En cuanto a lo que vi, no hay cómo describirlo con el lenguaje humano. Volveré más adelante para relataros más ampliamente mi ventura, sin trasponer, desde luego, el límite que Dios ha establecido. Sabed que la felicidad, tal como la entendéis, es una ficción. Vivid sabiamente, santamente, conforme al espíritu de caridad y amor, y tendréis derecho a experimentar sensaciones que ni el más grande entre los poetas sería capaz de describir.
NOTA. No cabe duda de que los cuentos de hadas abundan en cosas absurdas. Pero ¿no serían esas cosas, en algunos aspectos, la descripción de lo que acontece en el mundo de los Espíritus? El relato del señor Sanson, ¿no guarda alguna semejanza con el de aquel hombre que, habiéndose dormido en una oscura cabaña, se despierta en un palacio espléndido, en medio de una corte deslumbrante?
III ¿Con qué aspecto se os han presentado los Espíritus? ¿Con la forma humana? Así es, mi querido amigo. Los Espíritus nos enseñaron que en el otro mundo conservan la forma transitoria que poseían en la Tierra, y es verdad. Pero ¡qué diferencia entre la máquina deforme que se arrastra penosamente con su cortejo de pruebas, y la fluidez maravillosa del cuerpo de los Espíritus! La fealdad ya no existe, pues los rasgos han perdido la rudeza de la expresión que constituye la característica distintiva de la raza humana. Dios ha bendecido a esos cuerpos agradables que se mueven con la elegancia de la forma; el lenguaje tiene modulaciones intraducibles para vosotros, y la mirada revela la profundidad de las estrellas. Procurad, mediante el pensamiento, imaginar lo que Dios puede hacer en su omnipotencia; Él, el arquitecto de los arquitectos, y os habréis formado una pálida idea de la forma de los Espíritus.
En cuanto a vos, ¿cómo os veis? ¿Os reconocéis con una forma definida y circunscrita, aunque sea fluídica? ¿Sentís que tenéis una cabeza, un tronco, brazos, piernas?
El Espíritu, dado que conserva la forma humana, aunque divinizada, idealizada, posee sin duda todos los miembros que mencionáis. Siento perfectamente las piernas y los dedos, pues podemos, conforme a nuestra voluntad, aparecer ante vosotros y estrecharos la mano. Estoy cerca de vosotros, y ya he estrechado la mano de todos mis amigos, sin que lo hayan notado. Nuestra condición fluídica nos permite estar en todas partes sin ocupar espacio alguno y sin provocaros sensaciones, si ese es nuestro deseo. En este momento, tenéis las manos cruzadas, y yo he puesto mis manos entre las vuestras. Os digo, por ejemplo, que os estimo, pese a que mi cuerpo no ocupa espacio y que la luz lo atraviesa. Lo que denominaríais milagro, si pudierais verlo, sólo es para el Espíritu la acción continua de cada instante. La visión de los Espíritus no tiene relación con la visión humana, del mismo modo que su cuerpo no tiene ninguna semejanza real; para ellos todo se transforma tanto en la esencia como en el conjunto. Os reitero que el Espíritu tiene una perspicacia divina que todo lo abarca, dado que puede incluso adivinar vuestro pensamiento. También puede adoptar la forma que mejor le convenga para darse a conocer. Sin embargo, en ese aspecto, el Espíritu superior que concluyó sus pruebas prefiere la forma que le ha permitido acercarse a Dios. Los Espíritus no tienen sexo. No obstante, como hasta pocos días atrás erais un hombre, deseamos saber si en vuestro nuevo estado tenéis más de la naturaleza masculina que de la femenina. Además, si lo mismo que ocurre en vuestro caso podría aplicarse a un Espíritu que haya dejado su cuerpo mucho tiempo atrás. No tenemos motivo para ser de naturaleza masculina o femenina: los Espíritus no se reproducen. Dios los creó conforme a su voluntad, y si, según sus maravillosos designios, quiso que reencarnen sobre la Tierra, debió disponer la reproducción de las especies por medio del macho y la hembra. No obstante, debéis notar, sin que medien mayores explicaciones, que los Espíritus no pueden tener sexo.
NOTA. Siempre se ha dicho que los Espíritus no tienen sexo. Los sexos sólo son necesarios para la reproducción de los cuerpos. Dado que los Espíritus no se reproducen, los sexos serían inútiles para ellos. Nuestra pregunta no tenía por finalidad la confirmación de ese hecho, sino saber, visto que el señor Sanson había desencarnado recientemente, qué impresiones conservaba de su estado terrenal. Los Espíritus purificados comprenden perfectamente su naturaleza, pero entre los Espíritus inferiores, que no se han desmaterializado, muchos son los que creen que todavía están en la Tierra, y conservan las mismas pasiones y los mismos deseos. De ese modo, consideran que siguen siendo hombres o mujeres, lo que ha llevado a algunos a la suposición de que realmente tienen sexo. Algunas contradicciones en ese sentido provienen de los diferentes grados de adelanto de los Espíritus que se comunican. El error no es de ellos, sino de quienes los interrogan sin tomarse el trabajo de profundizar estas cuestiones. ¿Qué opinión os merece nuestra sesión? ¿Su aspecto es el mismo de cuando estabais vivo? ¿Las personas tienen para vosotros la misma apariencia? ¿Es todo tan claro y tan nítido como antes? Mucho más claro, porque puedo leer el pensamiento de todos vosotros. Me siento muy feliz con la impresión favorable que me causa la buena voluntad de todos los Espíritus aquí reunidos. Deseo que esa misma comprensión pueda existir no sólo en París, en la reunión de todos los grupos, sino también en toda Francia, donde existen grupos que se separan y se envidian recíprocamente, dominados por Espíritus turbulentos que se complacen con el desorden, mientras que el espiritismo debe suscitar el desprecio completo y absoluto del yo.
Dijisteis que leéis nuestro pensamiento. ¿Podríais explicarnos cómo se produce esa transmisión del pensamiento? Eso no es sencillo.
Para describiros, para explicaros ese extraño prodigio de la visión de los Espíritus, sería preciso echar mano de todo un arsenal de elementos nuevos, a fin de que supierais tanto como nosotros; pero eso no sería posible, habida cuenta de que vuestras facultades están limitadas por la materia. ¡Paciencia! Progresad en bondad y lo lograréis. Actualmente sólo podéis disponer de lo que Dios os concede, con la esperanza de progresar incesantemente. Más adelante seréis como nosotros. Así pues, procurad una muerte buena para saber mucho. La curiosidad, estímulo del hombre que reflexiona, os conduce tranquilamente hacia la muerte, y os reserva la satisfacción de todas vuestras curiosidades anteriores, presentes y futuras. Mientras aguardáis ese momento os diré lo siguiente, a fin de responder –aunque de modo incompleto– a vuestra pregunta: el aire que os rodea, impalpable como nosotros, transporta el carácter de vuestro pensamiento; el soplo que exhaláis es, por así decirlo, la página escrita por vuestras ideas, páginas leídas y comentadas por los Espíritus que constantemente se acercan a vosotros. Ellos son los mensajeros de una telegrafía divina a la que nada se le escapa.
Comunicación mediúmnica extraída del libro El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo, codificado y escrito por Allan Kardec
( Tomado de Zona Espirita)
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Cristo no pidió mucho; no exigió que las personas escalasen el Everest o que hiciesen grandes sacrificios.Él solo pidió que nos amásemos unos a otros.
- Chico Xavier-
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ES NECESARIO EL ESTUDIO DEL ESPIRITISMO
Puesto que los Espíritus son muy diferentes unos de otros, desde el punto de vista de los conocimientos y la moralidad, es evidente que una misma cuestión puede ser resuelta por unos en un sentido y por otros en el sentido opuesto, según sea el rango que cada uno ocupe, exactamente como si fuese planteada, entre los hombres, a un sabio, a un ignorante o a un gracioso de mal género.^ Ya hemos dicho que lo esencial es saber en cada caso a quién nos dirigimos.
Pero se suele agregar-, ¿cómo se explica que aquellos Espíritus reconocidos como superiores no estén siempre de acuerdo? Para comenzar, responderemos que, independientemente de la causa que acabamos de señalar, hay otras que pueden ejercer cierta influencia sobre la índole de las respuestas, prescindiendo de la calidad de los Espíritus. Es este un punto fundamental cuya explicación la dará el estudio. Por eso afirmamos que estos estudios requieren una atención continuada, una observación profunda y, sobre todo, como acontece con todas las demás ciencias humanas, constancia, perseverancia. Se necesitan años para formar un médico mediocre, y las tres cuartas partes de una vida para hacer un sabio, ¡y se pretende en unas pocas horas adquirir la ciencia de lo infinito! No nos engañemos, pues: el estudio del Espiritismo es inmenso. Se relaciona con todos los problemas de la metafísica y del orden social. Es todo un mundo que se descubre ante nosotros. ¿Debemos entonces asombrarnos de que haga falta tiempo mucho tiempo- para realizarlo? Además, la contradicción no es en todos los casos tan real como puede parecerlo. ¿Acaso no estamos viendo todos los días a hombres que profesan la misma ciencia y sin embargo difieren en la definición que dan de una cosa, ya sea porque empleen términos distintos, o bien por encararla desde otro punto de vista, aunque la idea fundamental sea siempre la misma? ¡Cuéntense, si es posible, la cantidad de definiciones que de la gramática se han dado! Agreguemos, incluso, que la forma de la respuesta depende a menudo de la forma que adopta la pregunta. Sería pueril, entonces, encontrar una contradicción allí donde sólo hay casi siempre una mera diferencia de palabras. Los Espíritus superiores no se cuidan en modo alguno de la forma, sino que para ellos el fondo del pensamiento lo es todo..
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS 48
ALLAN KARDEC
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