INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- El Evangelio y el Espiritismo, un himno de amor inmortal
2.- Espíritus y médiums
3.- Las respuestas de los Espíritus
4.-¿ Hay varios niveles de conciencia en el ser humano?
5.- El Alma, según Flammarión
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Evangelio y Espiritismo, un himno
al amor inmortal
El
trabajo de Kardec en la elaboración de El Evangelio según el Espiritismo y la
transformación del pensamiento religioso de la humanidad
Parte 1
Después del lanzamiento
de El Libro de los Espíritus (1857) y El Libro de los
Médiums (1861), un nuevo desafío surgía en el horizonte, invitando a
Allan Kardec para una tarea más de importancia: analizar, interpretar y dar
vida a las enseñanzas de Jesús por medio de la visión espírita sobre el ser y
la vida. Era, en verdad, un desafío, desentrañar el pensamiento vivo del modelo
y guía de la humanidad de los textos evangélicos, sin caer en la tentación de
hacer teología, o sea, un estudio formal, académico, de la religión.
Más aún, pues Kardec
estaría defendiendo la cara religiosa del Espiritismo, desplegando las
consecuencias morales de su filosofía, pero sin, con eso, crear una nueva
religión, sólo destacando que la doctrina espírita también es religión, no en
el sentido formal de dogmas, formalismos y rituales, sino en el amplio sentido
de la religiosidad que presenta el parámetro de la fe razonada.
Estudioso igualmente de
las cuestiones religiosas, habiendo escrito diversos artículos y análisis
críticos a través de la Revista Espírita sobre las religiones
católica y protestante, en textos que mostraban su amplio conocimiento, su
argucia, y abastecido por amplios abordajes de los Espíritus Superiores, dio
entonces inicio a la obra que tendría su edición definitiva en el año 1864, y
que obtuvo por título El Evangelio según el Espiritismo.
La elaboración de la obra
Inicialmente tuvo que
escoger la traducción francesa más fiel a los originales, la más aceptada por
el clérigo católico, así como por los pastores protestantes. Escogió la
traducción de Sacy, muy conocida y utilizada en la época. Pero ese fue sólo el
inicio del proyecto. La vida y obra de Jesús es vasta. Muchos estudios ya
habían sido publicados. Las interpretaciones variaban. Las discusiones
teológicas eran interminables. ¿Por dónde comenzar? ¿Qué destacar? Siguiendo
las orientaciones de los benefactores espirituales, eligió por contenido de la
obra lo que es universal, inatacable y esencial para el progreso del hombre:
las enseñanzas morales de Jesús.
Como informa en la
presentación del libro, evitaba así entrar en el terreno de las polémicas,
dedicándose exclusivamente a mostrar la visión espírita sobre las enseñanzas
morales del Maestro y su aplicación a las diversas circunstancias de la vida.
No iba a escribir un libro de discusión teórica, sino un manual práctico, un
guión muy útil para que el hombre consiguiera, a través de la comprensión más
profunda del Evangelio, encontrar respuestas para las causas de las aflicciones
y el mejor camino para encontrar la paz y la felicidad, tanto en esta
existencia como en la continuidad de la vida después de la muerte.
Advertido por los
Espíritus, Allan Kardec sabía que cielos y tierras irían a temblar. Que su
nombre sería excomulgado por los liderazgos católicos, que el libro sería
colocado en el índice de libros prohibidos, que muchos espíritas no
comprenderían la faceta religiosa de la doctrina, pero nada de eso importaba,
pues sabía que El Evangelio según el Espiritismo era una obra
impostergable, necesaria, un marco en la transformación de la cultura religiosa
de la humanidad. Entonces, se puso en acción.
Leyó y releyó los
Evangelios. Clasificó los pasajes por temas. Juntó las narraciones de los
evangelistas. Los capítulos fueron surgiendo y los textos explicativos, siempre
basados en los principios de la existencia de Dios, de la inmortalidad del
alma, del intercambio entre desencarnados y encarnados y de la ley de evolución
a través de la reencarnación, fueron siendo elaborados. A la vez, Kardec
recibía de centenares de grupos espíritas esparcidos por Francia y demás
países, mensajes de los Espíritus sobre los más diversos temas de las
enseñanzas de Jesús. Tuvo entonces inicio una segunda etapa de la elaboración
del libro: escoger de entre esos mensajes los que mejor encajaban en los temas
de cada capítulo.
Fueron horas, días, semanas
y meses consumidos en la elaboración del proyecto. Por lo menos dos años
exhaustivos de trabajo regular, eso en medio de la correspondencias, ediciones
mensuales de la Revista Espírita, viajes de propaganda del
Espiritismo a través de charlas, reuniones semanales de la Sociedad
Parisiense de Estudios Espíritas, en una gama variada de tareas que
absorbían buena parte de su precioso tiempo, pero que él organizaba con método,
extrayendo de cada hora el máximo posible en producción.
Así surgió el esquema del
libro, seguido en cada capítulo: primero, a(s) pasaje(s) evangélica(s);
segundo, los comentarios y explicaciones de Kardec; tercero, los mensajes de
los amigos espirituales. Todo ordenado y concatenado con lógica y, a la vez,
envuelto por el sentimiento sublime del amor, en una obra que hace vibrar las
fibras más íntimas del alma.
Retiro espiritual
Informaciones publicadas
en el libro Obras Póstumas, editada por los espíritas franceses en
1890, reuniendo textos y anotaciones inéditas de Allan Kardec, dan cuenta que
el año de 1863, por solicitud de los Espíritus Superiores, el Codificador pasó
dos temporadas fuera de París, donde residía, para colocarse en un ambiente más
bucólico, apacible, donde pudiese concentrarse para la elaboración de la obra.
Así, estuvo primero en
Ségur, en los alrededores de la capital francesa, donde poseía una pequeña
propiedad que le ofrecía mayor tranquilidad para el trabajo. Fue en ese rincón
que él tuvo un expresivo diálogo con un Espíritu amigo acerca del nuevo trabajo.
Recordemos que nadie sabía en qué estaba trabajando él. El médium de nada
sospechaba. Al preguntar sobre el trabajo que estaba realizando, recibió la
siguiente respuesta:
“Ese libro de doctrina
tendrá considerable influencia, pues que explica cuestiones capitales, y no
sólo el mundo religioso encontrará en el las máximas que le son necesarias,
como también la vida práctica de las naciones sorberán de el instrucciones
excelentes”.
En septiembre de 1863,
Kardec se encontraba en Saint-Adresse, región litoral de Francia, en la región
administrativa de la alta Normandia. Dirigió entonces carta a los compañeros de
la Sociedad Parisiense de Estudios Espíritas, en el sentido de que
ellos evocaran a los benefactores espirituales para que los mismos le dieran a
él una comunicación sobre un asunto cualquiera, o sea, sobre lo que los
Espíritus desearan. La comunicación habla directamente sobre la elaboración del
nuevo libro, que los compañeros de la Sociedad desconocían:
“Con esta obra, el
edificio comienza a liberarse de los andamios y ya se le puede ver la cúpula a
diseñarse en el horizonte. Continúa, pues, sin impaciencia y sin fatiga; el
monumento estará listo en la hora determinada”.
Aún en esa comunicación
tenemos la explicación del intercambio entre desencarnados y encarnados,
revelando como los Espíritus nos auxilian:
“Quiero hablarte de
París, aunque eso no me parezca de manifiesta utilidad, una vez que mis voces
íntimas se hacen oír en torno a ti, que tu cerebro percibe nuestras
inspiraciones, con una facilidad de que ni tú aún sospechas. Nuestra acción,
principalmente la del Espíritu de Verdad, es constante a tu alrededor y tal que
no puedes negar”.
Informaciones importantes
El lanzamiento de El
Evangelio según el Espiritismo, conforme informaciones de orden espiritual,
representaba el golpe de misericordia en las falsas ideas teológicas, que
habían colocado a Jesús como un ser místico, inaccesible a la comprensión de la
mayoría, envuelto en misterios divinos. El libro venía a esclarecer muchos
pasajes de sus enseñanzas, que solamente con la llave de la inmortalidad del
alma y de la reencarnación podían quedar comprensibles. Una obra de aliento, a
la vez de fácil lectura, donde lo “amaos unos a los otros” y el “haced
al prójimo solamente lo que queréis que el prójimo os haga” quedan al
alcance de todas las inteligencias.
Entonces Kardec proclama
la bandera de todo espírita: “fuera de la caridad no hay salvación”, y
demuestra que el espírita debe siempre utilizar la fe razonada, finalmente, “fe
incuestionable es solamente aquella que puede encarar la razón cara a cara en
todas las épocas de la humanidad”. Nada queriendo para sí, reconociendo que
sólo había hecho el trabajo por así decir material de organizar el libro,
proclama Allan Kardec en la introducción de la obra:
“No será por la
opinión de un hombre que se producirá la unión, sino por la unanimidad de la
voz de los Espíritus. No será un hombre, y mucho menos nosotros que cualquier
otro, que fundará la ortodoxia espírita. Ni será tampoco un Espíritu, viniendo
a imponerse a quienquiera que sea. Es la universalidad de los Espíritus,
comunicándose sobre toda la Tierra, por orden de Dios. Este es el carácter
esencial de la doctrina espírita, en esto está su fuerza y su autoridad. Dios
quiso que su ley fuera asentada sobre una base inquebrantable, y fue por eso
que no la hizo reposar sobre la cabeza frágil de uno sólo”
El trabajo de Kardec en la elaboración de El Evangelio según el
Espiritismo y la transformación del pensamiento religioso de la humanidad
El Cristianismo es
universal, imponiéndose a todas las épocas, a todos los hombres y a todas las
circunstancias. Es la verdad que transciende las culturas humanas, la cual
tiende a ser reconocida por todos los pueblos, hasta los maestros locales, como
Buda, Confucio, Mahoma y otros, fueron emisarios de la gran verdad,
consubstanciada por las enseñanzas de Jesús. Y el Espiritismo, que es el
Consolador Prometido, viene a avivar esas enseñanzas y esclarecer a muchos de
ellos, hasta entonces mal interpretados. Por lo tanto, Cristianismo y
Espiritismo se conjugan, se armonizan, se completan.
Con El Evangelio
según el Espiritismo el pensamiento religioso de la humanidad entra en
una nueva etapa, la era del espíritu que las claridades de los Espíritus, por
toda la Tierra, anuncian. El hombre, el ser en el mundo, viene siendo
preparado, generación a generación, para colocar el amor en acción, superando
atavismos pasados, en la realización de la transformación moral de sí mismo y
de la humanidad. Con el Espiritismo todo queda más fácil, y con esa monumental
doctrina, no tenemos más disculpas para dar en el aplazamiento de esa misión,
pues reconocemos, en definitiva, que a “cada uno es dado según sus obras”,
y que tras la muerte, que es sólo del cuerpo, seremos responsabilizados por los
rumbos de la sociedad humana, pues de ella formamos parte y en ella tenemos el
deber de vivir de la forma más moralizada y espiritualizada que nos sea
posible.
Significado profundo
Fueron necesarios mil
ochocientos sesenta y cuatro años para que el hombre finalmente comprendiera
las lecciones de Jesús, en espíritu y verdad. Ese tiempo fue necesario para la
madurez espiritual de la humanidad, estando apta para estudiar la Buena Nueva a
través de los prismas de la inmortalidad del alma, de la vida futura y de la
reencarnación, como, en el inicio, así entendían los primeros cristianos. En la
mitad del siglo diecinueve, en Francia de revoluciones y contrarrevoluciones,
un emisario divino reencarnado, Allan Kardec, en diálogos repletos de reverencia
y belleza con los Espíritus Superiores, trajo la llama a una obra inigualable,
desafiante de las estructuras religiosas y sociales humanas: El
Evangelio según el Espiritismo.
Explica Kardec que la
obra trae la “explicación de las máximas morales de Cristo, su concordancia
con el Espiritismo y su aplicación a las diversas situaciones de la vida”.
Por lo tanto, El Evangelio según el Espiritismo no es un libro
de teología, no se pierde en el enmarañado de discusiones interpretativas bien
al gusto de los teólogos y filósofos, recogidos en discursos académicos
interminables, en dudas históricas y otras cuestiones que desvían el Evangelio
de su finalidad, o sea, la moralización y espiritualización del hombre.
Teniendo como base los
principios de la Doctrina Espírita, Kardec se preocupó en estudiar las
enseñanzas morales de Jesús, mostrando la aplicación práctica de ellos en el
día a día de al vivencia humana, cuando la revelación espírita esclarece muchos
puntos que solamente pueden ser entendidos con la visión inmortal del alma, la
continuidad de la vida después de la muerte y la gran clave que es la
reencarnación. Y afirma, vehemente: “Fe incuestionable es solamente aquella
que puede encarar la razón, cara a cara, en todas las épocas de la humanidad”.
La historia del evangelio
espírita
El libro fue publicado,
inicialmente, con el título de Imitación del Evangelio. Kardec explica lo
siguiente: "Más tarde, por fuerza de las observaciones reiteradas del
Sr. Didier y de otras personas, lo cambié para ‘El Evangelio según el
Espiritismo’, representando un manual de aplicación moral del Espiritismo”.
El 9 de agosto de 1863,
Kardec recibió una comunicación de sus guías espirituales, sobre la elaboración
del libro. La comunicación señalaba lo siguiente: "Ese libro de
doctrina tendrá influencia considerable, porque explica cuestiones de interés
capital. No solamente el mundo religioso encontrará en el las máximas que
necesita, como las naciones, en su vida práctica, de el sorberán instrucciones
excelentes. Hiciste bien al enfrentar las cuestiones de elevada moral práctica,
del punto de vista de los intereses generales, de los intereses sociales y de
los intereses religiosos".
Afirma José Herculano
Pires, en una nota explicativa a su traducción de El Evangelio según el
Espiritismo, que el es un “libro de cabecera, de lectura diaria
obligatoria, de lectura preparatoria de reuniones doctrinarias, debe ser
encarado también como libro de estudio, para mejor comprensión de la Doctrina”.
Kardec se limitó
exclusivamente a las enseñanzas morales de Jesús, y, en la introducción,
explica el por qué de esa opción:
“Delante de ese código
divino, la propia incredulidad se curva. Es el terreno en que todos los cultos
pueden encontrarse, la bandera bajo la cual todos pueden abrigarse, por más
diferentes que sean sus creencias. Porque nunca fue objeto de disputas
religiosas, siempre y por todas partes provocadas por los dogmas. Si lo
discutieran, las sectas habrían, de hecho, encontrado en el su propia condena,
porque la mayoría de ellas se apega más a la parte mística que a la parte
moral, que exige la reforma de cada uno. Para los hombres, en particular, es
una regla de conducta que comprende todas las circunstancias de la vida privada
y pública, el principio de todas las relaciones sociales fundadas en la más
rigurosa justicia. Es, por fin, y por encima de todo, el camino interminable de
la felicidad a conquistar, una punta del velo erguido sobre la vida futura. Es
esa parte que constituye el objeto exclusivo de esta obra”.
La primera edición fue
lanzada el 15 de abril de 1864, con el nombre de Imitación del
Evangelio, e informada en el volumen del mismo mes de la Revista
Espírita. En la Revista Espírita de noviembre de 1865,
Kardec informa a los lectores que estaba “en la imprenta para aparecer en
pocos días” la tercera edición de El Evangelio según el Espiritismo.
Son suyas las palabras transcritas a continuación: “Esta edición fue objeto
de una revisión completa de la obra. Además de algunas adiciones, las
principales alteraciones consisten en una clasificación más metódica, más clara
y más cómoda de las materias lo que hace su lectura y las búsquedas más fáciles”.
Esa tercera edición es considerada definitiva, sirviendo de base para las
traducciones del francés para el portugués.
Aún en la introducción,
notamos el celo y el trabajo de Kardec para confeccionar el libro, al cual el
daba gran importancia.
“Reunimos en esta obra
los tramos que pueden constituir, propiamente hablando, un código de moral
Universal, sin distinción de cultos. En las citas, conservamos todo lo que era
de utilidad al desarrollo del pensamiento, suprimiendo sólo las cosas extrañas
al asunto. Además de eso, respetamos escrupulosamente la traducción original de
Sacy, así como la división por versículos. Pero, en vez de prendernos a una
orden cronológica imposible, y sin ventaja real en semejante asunto, las
máximas fueron agrupadas y distribuidas metódicamente según su naturaleza, de
manera que unas se deduzcan de las otras, tanto como sea posible. La indicación
de los números de orden de los capítulos y de los versículos permite recurrir a
la clasificación común, si se juzga conveniente”.
Un himno de amor
Hace poco más de dos mil
años una luz como nadie nunca había visto inundó el planeta e inició la transformación
moral de la humanidad. Esa luz representa el amor mayor, emanada de Dios, y
traída por el Maestro de todos nosotros, Jesús. Y Él entregó la luz del amor a
cada corazón a través de lecciones y ejemplos que desafían el tiempo y
calientan las almas sedientas de la verdad eterna. Y, tras muchas luchas el
tiempo histórico de la humanidad, una nueva luz, igualmente emanada de Dios, se
hizo presente en el mundo para recordar las lecciones críticas: Allan Kardec.
Esa nueva luz codificó el
Espiritismo, doctrina eminentemente cristiana, y, en la formación de los
principios que la rigen, nos legó ese libro maravilloso que es El
Evangelio según el Espiritismo, trayendo a las mentes y a los corazones las
sublimes lecciones eternas de Jesús. Por ese motivo, las últimas palabras de
Kardec en la introducción de la obra tocan las fibras más profundas del alma.
“Esta obra es para el
uso de todos; cada cuál puede de ella coger los medios de conformar su conducta
a la moral de Cristo. Los espíritas en ella encontrarán, además de eso, las
aplicaciones que les conciernen más especialmente. Gracias a las comunicaciones
establecidas, de ahora en delante, de manera permanente, entre los hombres y el
mundo invisible, la ley evangélica, enseñada a todas las naciones por los
propios Espíritus, no será más letra muerta, porque cada cuál la comprenderá, y
será incesantemente solicitado a ponerla en práctica, por los consejos de sus
guías espirituales. Las instrucciones de los Espíritus son verdaderamente las
voces del cielo que vienen a esclarecer a los hombres e invitarlos a la
práctica del Evangelio”.
Vivamos el amor a través
de la bondad y de la caridad, teniendo en El Evangelio según el
Espiritismo no sólo nuestro libro de cabecera, sino nuestro guión
infalible para ganar más pronto la perfección.
Marcus De Mario
Marcus De Mario es Educador, Escritor. Ponente. Colaborador de la Radio Rio
de Janeiro. Director del Instituto Brasileño de Educación
Moral. Colaborador de la Asociación Espírita Hogar de Lola y del Centro
Espírita Humildad y Amor, en la ciudad de Río de Janeiro, RJ.
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ESPÍRITUS Y MÉDIUMS
Se llama mediumnidad al conjunto de facultades que permiten al ser humano comunicarse con el Mundo Invisible. El médium goza por anticipado de los medios de percepción y de sensación que pertenecen más bien a la vida del Espíritu que a la del hombre. Por eso tiene el privilegio de servir de unión entre ellos.
Hemos de ver en este estado el resultado de la Ley de evolución y no un efecto regresivo, una tara, como creen ciertos fisiólogos que comparan a los médiums con histéricos y enfermos. Su error proviene de que la gran sensibilidad, la impresionabilidad de ciertos sujetos provoca en su organismo físico perturbaciones sensoriales y nerviosas, pero éstas son excepciones que sería erróneo generalizar, porque la mayoría de los médiums poseen una buena salud y un perfecto equilibrio mental.
Toda extensión de las percepciones del alma es una preparación hacia una vida más amplia y más elevada, una salida abierta a un horizonte más vasto. Desde este punto de vista, las mediumnidades, en conjunto, representan una fase transitoria entre la vida terrestre y la vida libre del Espacio.
Los grandes Espíritus por efecto de su evolución, adquieren conocimientos progresivamente más amplios, y se convierten en instructores, en guías de los humanos cautivos en la materia. La autoridad y el prestigio de sus enseñanzas quedan realizados aún más por las profecías, las previsiones que les preceden o les acompañan.
A los Espíritus superiores se unen las almas amantes de los parientes difuntos, cuya solicitud sigue extendiéndose sobre nosotros y nos asiste en nuestras dolorosas luchas contra la adversidad y contra el mal. Así, la mediumnidad bien ejercida, se convierte en un manantial de luces y consuelos.
LEÓN DENIS
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LAS RESPUESTAS DE LOS ESPÍRITUS
¿Los espíritus responden de buen grado a las preguntas que se les hacen?
"Según las preguntas; los espíritus formales responden siempre con placer a los que tienen por objeto el bien y los medios de haceros adelantar. No escuchan las preguntas frívolas".
EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS
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¿Hay varios niveles de conciencia en el Ser
humano?
La mente humana adopta diferentes niveles de conciencia en cuanto su funcionamiento y manifestación. Existen tres niveles :
El Nivel Consciente o consciencia que corresponde al estado normal de vigilia, en el que que el Ser manifiesta sus pensamientos y sentimientos a partir de una memoria inmediata . Se produce en estado “ despierto”, cuando el cerebro funciona en ondas de frecuencia vibratoria “Beta”.
Al paso del tiempo, los conocimientos y experiencias que no se utilizan habitualmente, se olvidan de la consciencia y se desplazan hacia otro nuevo nivel llamado Subconsciente.
Desde allí ,en caso de necesidad, la mente los trae de vuelta al Consciente. Este se oculta en un nivel de vibración cerebral, correspondiente a las ondas cerebrales “Alfa”, que aparecen en los estados de somnolencia y de relajación profunda.
Las experiencias en estos dos niveles de consciencia, las sintetiza el espíritu en cada Existencia, acumulándolas en otro nivel llamado Inconsciente, exclusivo del Ser espiritual. Este nivel se descubre solamente en los estados cerebrales de funcionamiento en ondas “delta”, correspondiente al sueño profundo, cuando el ser espiritual se encuentra desapegado de la materia de su cuerpo.
Se podría resumir lo anterior, en que en el Ser humano existen dos niveles de Consciencia : Consciente y Subconsciente, que a su vez son almacenados por el Ser espiritual que guarda los conocimientos y experiencias adquiridos en ellos, en otro nivel, el Inconsciente, más profundo en los abismos de la mente, y estos los lleva consigo de este modo desde unas vidas hasta otras posteriores, y así va engrosando su particular acúmulo de conocimientos y experiencias.
Por lo dicho, se puede llegar a comprender el por qué el Ser humano no recuerda sus vidas anteriores, ya que en su cerebro solo existe el consciente y el subconsciente, pero sin embargo, como veremos a continuación, la memoria Inconsciente del espíritu es la que se puede manifestar durante las regresiones hipnóticas, aflorando con ella datos ocultos.
- Jose Luis Martín-
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EL ALMA, SEGÚN FLAMMARION
El gran escritor y astrónomo, Camille Flammarion (1842 – 1925),cuyo nombre significa aquél que trae la luz, pasó los últimos años de su vida en un palacete en Juvisy (Francia) que
le fue donado por un amigo. Allá pudo construir un Observatorio y legar a la humanidad grandes trabajos científicos e importantes reflexiones filosóficas.
Espírita convencido, fue correspondiente y gran amigo de Allan Kardec. En la Revista Espírita de septiembre/1862, son publicados algunos mensajes psicografiados por Flammarion, y en la de abril/1863, es citado y reproducido el comienzo del artículo “Los Espíritus y el Espiritismo”, que el gran astrónomo hizo publicar en la Revista Francesa, de febrero/1863. La materia es una exposición de la historia y de los principios del Espiritismo relatando las primeras manifestaciones en América, su introducción en Europa y su conversión en doctrina filosófica.
Reproducimos aquí, interesante artículo y a la vez entrevista del afamado escritor E. Percy Noel, Publicado en el Diario Excélsior, del 3 de septiembre de 1924 (México). Su título es: Cómo es el Alma, según Flammarion.
“La más inesperada impresión que se recibe de Flammarion, es la de su gran sinceridad y falta de pretensión. Siempre fue así. Nunca procuró títulos, ni honores; no quiere que lo conozcan como sabio.
Hace algún tiempo le preguntó una señora en qué basaba ciertas previsiones astronómicas.
–Fue una idea que se me ocurrió– dijo. Respuesta digna del profundo filósofo que es.
Otro día, me decía, bajo la cúpula del Observatorio de Juvisy:
–Nunca encontré razones para que la ciencia se oculte bajo sombrío manto. Siempre la amé por la belleza que nos revela. ¡Oh! ¡El estudio! Jamás ambicioné otra cosa que poder estudiar.
El público juzga que sus libros acerca del cielo se leen con el placer de una novela. No obstante, su exposición, es la de la más exacta de las ciencias.
Se puede decir, que en ellos está basada el alma de este hombre encantador, irradiando simpatía, con 80 años de edad, ojos llenos de dulzura, modesto, con su enmarañada cabellera blanca, sobre todo en los momentos en que muestra su tesoro.
En la cúpula del telescopio, se detuvo ante un mapa de la Luna y me dijo con una sonrisa:
–Vea ahora mis propiedades– y marcó con el dedo un punto en el mapa, cierta mancha de la Luna a la que los astrónomos dieron el nombre de Flammarion.
–Pero– agregó con su inalterable sonrisa –, no es bueno hablar de propiedades en estos días, cuando los impuestos son tan elevados.
El primer trabajo científico de Flammarion fue un tratado de matemática sobre las dimensiones de las estrellas, escrito a los 20 años, cuando estaba empleado en el Observatorio de Luxemburgo. Fue el primer sabio que enunció la idea de saber si Marte está habitado, problema al que consagró más de sesenta años de estudios científicos, que se tradujeron en varios mapas del planeta, los cuales cada año se tornan más completos.
Sus estudios sobre la muerte y sus misterios datan también de muchos años, pero no tienen el mismo carácter que sus trabajos sobre astronomía. Es el resultado secundario de su concentración en el estudio de los cuerpos celestes, de sus incansables esfuerzos para penetrar con la vista el espacio y para aprender los secretos guardados por la distancia.
Después de llegar a ser un astrónomo competente, añadió al estudio de lo visible en los cielos un profundo interés por el misterio de los espíritus invisibles. Sólo en los últimos años consagró mucho de su tiempo a ese asunto, seleccionando el mejor material que logró acumular en cincuenta años, sacando sus conclusiones de las pruebas más indiscutibles:
“La Iglesia nos dice que el cielo, el infierno y el purgatorio son las moradas de los Espíritus. Aunque aceptemos eso, nada impide que busquemos más. Las investigaciones acerca de la naturaleza del alma después de la muerte y su existencia deben hacerse siguiendo el mismo
método que se emplea en las demás investigaciones de carácter científico, esto es, sin prejuicios, sin ideas preconcebidas y procurando colocarnos fuera de toda influencia sentimental o religiosa.
Después de las investigaciones que practiqué, animado de ese estado espiritual, declaro que existen las manifestaciones post mortem. Baso esta aserción en hechos que desafío al más escéptico de mis contradictores a explicar, sin admitir ninguna acción de parte de los muertos.
Muchos de los hechos que cito aquí, se hallan tan bien demostrados, que están fuera de toda duda, y los que niegan o son ignorantes o carentes de lógica.
No fue sin que yo lo provocase que él se expresó en términos tan enérgicos. Procuré hacer que hablase con la mayor amplitud y logré resumir así sus conclusiones:
El alma existe como ser real, independiente del cuerpo. Está dotada de facultades que son, todavía, desconocidas para la ciencia humana.
Puede operar a distancia telepáticamente, sin la intervención de los sentidos.
Existe un elemento psíquico, activo de naturaleza que, nos es oculta.
Las observaciones más incontestables no dan lugar a dudas de que, en ocasión de la muerte, el alma opera a una distancia de kilómetros sobre la mente de los vivos, haciéndoles oír ruidos demostrativos y presentándoles el espejismo de la persona moribunda.
Hay varias proposiciones que me siento autorizado a formular como definitivamente establecidas:
Los seres humanos fallecidos y a los que se acostumbra llamar muertos, continúan existiendo después de la disolución del organismo material.
Existen en una substancia invisible e intangible, que nuestros ojos no ven, que nuestras manos no pueden tocar y que nuestros sentidos no pueden apreciar en las condiciones normales.
En general no se muestran ni se manifiestan. Su forma de existencia es muy diferente de la nuestra. A veces actúan sobre nuestra mente, y en ciertos casos, pueden demostrar su supervivencia. Cuando influyen sobre nuestra mente y nuestro cerebro, los vemos como los conocimos, con sus ropas, sus modos, su personalidad. Es una percepción de alma a alma. No son alucinaciones, ni visiones imaginarias. Son realidades. Lo invisible se hace visible.
En gran número de casos, las apariciones de los muertos no son intencionales. La persona muerta parece continuar con sus hábitos, errando alrededor de los lugares en que vivió, o no muy lejos de su tumba. Mas, la distancia nada importa a los Espíritus. Las ondas etéreas emanan del alma y se transforman en cuadros para el cerebro receptor que vibra en sintonía
con ellos.
Las apariciones y manifestaciones son relativamente frecuentes en las horas que siguen al fallecimiento; su número disminuye con el transcurso del tiempo.
Las almas separadas de los cuerpos conservan su mentalidad terrestre durante largo tiempo. Los católicos, con frecuencia, piden oraciones.
Verificamos que la muerte no existe. Es una evolución. Es la puerta de la vida.
–¿Y dónde están las almas?– Pregunté. –¿Qué hacen? ¿Son felices?
“–Son de acuerdo con lo que hicieron en esta vida.
El karma de los teósofos es una realidad. Los seres que viven sólo para lo que es material y sólo por la materia, no gozarán de los placeres del Espíritu. Los sibaritas de la carne se sentirán desencantados. Los sensuales pasarán a través de una evolución largo tiempo retardada. El progreso espiritual no es el mismo para todos. Las reencarnaciones se relacionan con los valores intelectuales y morales. La atmósfera está llena de nómadas
inconscientes y tal vez de la mayoría de los millares de seres humanos que mueren diariamente.
Al abandonar la vida terrena el alma no se torna angélica. La muerte no puede convertir al hombre en omnisciente. El alma, ya lo vimos, no se transforma al día siguiente de la muerte. La guillotina es incapaz de transformar un bandido en santo.
¿El cielo? Es el espacio universal, la vía láctea en la que nuestro planeta es una aldea perdida. No hay alto ni bajo en el Universo, que es inconmensurable. Con respecto a la leyenda de los eternos sufrimientos del infierno, difícilmente vemos que pueda concebir eso, la razón humana.
Después el astrónomo nos mostró el camino del parque que rodea el Observatorio. Había allí un pinar plantado por el emperador de Brasil.
Por fin se detuvo en un prado, en forma de estrella, donde yace sepultada su esposa.
–Ésta es mi tumba– dijo en tono nostálgico. –¡Aquí, entre los árboles, en esta soledad del silencio!
Cuando regresaba a París, leí la dedicatoria del libro que me ofreciera: Después de la Muerte.
Decía: “De parte del perpetuo estudiante C. Flammarion”.”
(Fuente: Revista Verdad y Luz, Junio de 1925).
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