"Chico me contó que quedó profundamente pensativo y curioso, cuando supo por Emmanuel que una gran amiga, de la ciudad de Casa Branca, San Pablo, había desencarnado y sus restos mortales habían sido cremados.
Resolvió pedir, entonces, autorización de Emmanuel para visitarla en el mundo espiritual para una entrevista.
Concedido el permiso, Chico se encontró con ella en un bello hospital de la Vida Mayor.
Antes de explicarme los detalles de su conversación, sin embargo, me relató que esta señora era una persona extraordinariamente buena, dedicándose toda la vida al amparo de los leprosos. No se había casado ni constituido familia, y perteneciendo a una familia adinerada del interior de San Pablo, había canalizado todos sus recursos financieros y también de cariño y atención hacia el amparo de nuestros hermanos afectados por el Mal de Hansen.
Según Chico Xavier, Emmanuel clasificaba la posición espiritual de esta hermana del ideal espírita cristiano como la de una campeona de la caridad.
Bien, dicho eso, Chico continuó explicándome que la encontró muy bien dispuesta en una habitación amplia del hospital, en proceso de recuperación.
Luego de los habituales saludos, Chico le expresó su preocupación por obtener de ella algún testimonio que pudiera ser útil para aclarar la cuestión de la incineración del cuerpo físico, ya que Emmanuel le había informado que este era su caso. A lo que ella accedió de buen agrado, diciéndole:
“Chico, yo no acompañé el fenómeno de la muerte del cuerpo físico, ni los instantes de mi velorio, ya que profundo sueño me dominó las fuerzas físicas, y desperté solamente aquí en este hospital, amparada por generosos médicos y enfermeros.
Me instalé en una gran sala de este hospital, comenzando a ver con gran alegría a los queridos familiares que me habían precedido en el gran viaje. Mis abuelos, mis amados padres, mis hermanas y hermanos que vinieron al mundo de los espíritus antes que yo, estaban aquí, felicitándome por la nueva vida. Me embargó una gran emoción, incluso cuando vi, entre lágrimas de gratitud y cariño, a mi perro mascota, que también me había precedido en los portales de la muerte.
Fue entonces que en un determinado momento, médicos y enfermeras de este hospital, apoyados por todos mis queridos familiares de la vida espiritual, entraron a mi habitación y se pusieron en círculo a mi alrededor. Me sentaron en un cómodo sillón, en círculos perfectos a mi alrededor, y comenzaron a orar con fervor.
Al principio estaba sorprendida y pensativa, preguntándoles qué pasaba, cuál sería el motivo de la solemnidad de ese momento, ya que me sentía perfectamente lúcida y muy bien dispuesta, sin reconocer la necesidad de esos cuidados especiales, aunque agradeciendo el cariño de todos ellos envolviendo mi corazón.
Fue entonces que mis padres se adelantaron para explicarme la situación. Hablaron ambos” :
‘Hija mía, en este momento, en la faz de la Tierra, sus despojos físicos están dispuestos para ser cremados, y nosotros estamos aquí con el objetivo de resguardar su periespíritu de mayores daños, protegiéndole su corazón sensible de cualquier sensación desagradable que pueda suceder, dentro de algunos instantes. Nosotros, los que te amamos en la Vida Espiritual, junto a los abnegados médicos y enfermeros de este hospital, estamos juntos para formar en torno tuyo una barrera magnética de protección’.
"Estuve de acuerdo, Chico, agradecida de inmediato por la amable iniciativa de todos ellos, por lo que seguí sintonizándome con todos, en una actitud reverente de ruego y oración.
Sin embargo, en un momento dado, a pesar de toda esta protección y cuidado, sentí como si un rayo golpeara mi cabeza y recorriera todo mi cuerpo hasta los extremos de mis manos y pies. Una desagradable sensación de ardor por un rayo atravesó mi organismo espiritual durante unos instantes, sin embargo, sin durar mucho tiempo.
Rápidamente, con la colaboración espiritual de todos mis seres queridos y todos los benefactores de este hospital, la sensación desagradable dio paso a mi bienestar natural, y cesaron todas estas impresiones negativas.
Nos abrazamos todos, Chico, emocionado por la Excelsa Bondad de Jesús, que fue lo suficientemente bueno como para permitirme pasar esta prueba sin mayor daño espiritual ”.
Chico entonces, se despidió de la estimada hermana, dirigiéndose a Uberaba, en retorno al cuerpo físico, pensativo con la preciosa lección.
Y completó diciéndome:
¡Geraldinho, vea que nosotros estamos hablando de una compañera de fe considerada por Emmanuel como una campeona de la caridad, y aún así, amparada por toda esa gente, ella sintió ese rayo cayéndole sobre la cabeza y recorriéndole todo el cuerpo espiritual! ¡La cosa no es fácil no, mí amigo! ¡Dios nos libre de la cremación!
¡Espero que el caso le pueda ser útil!
Abrazos de siempre, Geraldinho
( Transmitido por la Sociedad Espírita de El Líbano)
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¿Pasamos todos por las mismas pruebas para evolucionar?
Es de meridiana claridad y lógica, admitir que esto no debe ser así necesariamente, porque el ser humano a cada paso en la senda de la vida, es libre para seguir el camino correcto que le indica la ley del Amor impresa en su Conciencia, o por el contrario, de no seguirla, y de ello depende el que cada uno tenga que experimentar o sufrir, tal vez muchas veces, una clase de pruebas u otras, enfrentando destinos y situaciones muy diversas.
Se dice que cada persona es un mundo, queriendo indicar la diversidad por la que todos nos diferenciamos unos de otros. Y es que cada uno está aprendiendo las lecciones programadas individualmente para esa vida, consecuencia de lo que no hizo bien, o bien está pagando una deuda o un error espiritual de vidas anteriores, con arreglo a la ley de Consecuencias, pero ese pago, al mismo tiempo también le supone un aprendizaje necesario.
No hay dos espíritus iguales como no hay dos personas iguales, por tanto aunque el destino de todos los espíritus es finalmente llegar a un elevado grado de perfección como meta común, en cada momento las lecciones que cada cual experimenta y aprende en la vida, son diferentes y variables de unas personas a otras, y son todas necesarias para el progreso conjunto de la sociedad humana que necesita de todas las vicisitudes, trabajos y circunstancias personales de sus individuos, para evolucionar socialmente.
En todo caso estas pruebas personales no se reparten al azar entre los seres humanos, sino que precisamente cada cual afronta las que cada uno necesita individualmente, o sea, las que necesita y le corresponden, por lo que no hay dos personas iguales en ese aspecto.
Cuando nacemos, ya venimos a este mundo, cada uno, con una programación de circunstancias materiales y espirituales que tendremos que afrontar libremente y superar, para aprender algo de ellas o bien para saldar una deuda pendiente con la Eterna Justicia, lo cual también supone siempre un aprendizaje evolutivo.
Por otro lado es de considerar que en nuestro mundo físico estamos una mezcolanza de Espíritus en diversos niveles evolutivos, entre otras razones porque cada uno hemos sido creados en momentos diferentes; los habemos más antíguos y más jóvenes, además de que con nuestro libre albedrío, todos no hemos puesto los mismos esfuerzos y la misma voluntad por asumir los necesarios aprendizajes evolutivos. Somos como un conjunto de alumnos de muchos grados y niveles, mezclados en el patio de recreo, en donde se mezclan desde párvulos hasta bachilleres de final de ciclo de estudios.
- Jose Luis Martín-
“En la Naturaleza no hay castigos ni premios, solo consecuencias” - Proverbio chino –
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NO EXISTE LA MUERTE
¿Por qué esa acumulación de gente en los cementerios el día uno de Noviembre de cada año?; ¿Qué buscan esas muchedumbres?.
Allí no está lo que desean encontrar. El ser querido no es el organismo putrefacto, destruido, que devuelve sus componentes a la Naturaleza, para combinar nuevas formas de vida, no. El ser que pasó por este mundo, que fue nuestro compañero en esta existencia, sea como padre, como esposo, hijo o hermano, que nos amó, y al partir nos dejó desconsolados, no está en el cementerio. En aquel depósitos de cadáveres, que no recibe mas que vestidos inutilizados por las almas que los gastaron, no está el YO PENSANTE que nos amó.
En presencia de los esfuerzos del materialismo que quiere hacer penetrar sus teorías destructoras en las almas, debemos afirmar solemnemente la belleza de nuestra creencia. En el cuerpo, organismo material, no existen las facultades de la inteligencia, del sentimiento y de la voluntad. Esas facultades se forman en el fondo del ser, son propiedades exclusivas del YO espiritual que se sirve del cuerpo humano como un medio de relación con nuestro mundo, pero que no se confunde nunca su individualidad, su personalidad, con ese mismo cuerpo.
La consecuencia lógica de las afirmaciones espíritas que han demostrado prácticamente ser la verdad, es que no es lugar propio el cementerio para la vida del alma libre de las trabas materiales, no. Cada Ser espiritual, al desprenderse de su vestidura de carne, por regla general busca a los seres queridos con los que ha vivido en la Tierra, vuelve a su hogar, en la mayoría de los casos, vive de la vida de los suyos, se interesa en sus luchas, tomando parte en ellas. Esta es la verdad.
El alma existe. Sobrevive a la destrucción del cuerpo que le sirvió para cumplir su misión en nuestro mundo; pero, no va a lugares determinados a recibir el premio o el castigo por sus acciones, puesto que en sí mismo lleva su paraíso o su infierno.
Luego en los cementerios no están los seres que nos amaron; están en nuestras casas, busquémoles allí, haciéndoles ver que en nuestros corazones siguen ocupando su lugar, y sentiremos penetrar en nosotros un inmenso consuelo, lo cual demostrará su presencia y nos afirmará que está a nuestro lado el Ser querido.
Además, si queremos darles pruebas materiales de que su recuerdo está vivo en nosotros, no gastemos nuestro dinero en cirios, flores u otras cosas por el estilo; lo que habíamos de gastar así, empleémoslo aliviando en sus necesidades a nuestros semejantes, socorriendo y consolando a los afligidos, es decir, haciendo el bien en su memoria. Este es el recuerdo que más nos agradecerán. En nuestras casa, continuamente a nuestro lado, viven nuestras madres, nuestros hijos y hermanos desaparecidos. Nos alientan, confortan nuestro ánimo en los momentos difíciles de los que la vida está sembrada. Nunca nos abandonan. ¡ Qué consuelo se desprende la la Doctrina Espírita para nuestra doliente humanidad !.
Las religiones positivas también afirman la existencia del alma, pero con el destino definitivo asignado a cada una según sus merecimientos, lo cual muchas veces viene a ser la separación de la familia, puesto que tras esta existencia, uno puede ir al infierno y el otro al paraíso. El Espiritismo al destruir los errores fatales del materialismo, rectifica los de esas religiones y demuestra con la ciencia que no existe la gloria ni el infierno, por más que cada ser espiritual, cada alma, sufre a su llegada al espacio las consecuencias naturales y justísimas de sus acciones.
¡ Cuanto consuelo brota de esas afirmaciones demostradas por la práctica!. ¡ Dios existe !; ¡ Dios es vida!. En su obra grandiosa no puede haber mas que vida; de la inmensa creación está excluida la muerte , o sea, el acto de despojarse las almas de sus envolturas terrenales para regresar al espacio, de donde vinieron, no se resuelve para ellas en un sepulcro, sino en una cuna. En efecto, la desencarnación terrestre es un nacimiento para el Espíritu que se desprende, cual oruga de su crisálida, para renacer mariposa.
Llegará nuestra humanidad a convencerse de estas augustas verdades y entonces habrán concluido todas las fúnebres ceremonias con las celebraciones por la libertad del alma presa entre las garras de la materia, y entonces, habrá menos egoísmo en nosotros, y en vez de llorar por la pérdida de los seres que nos fueron queridos, bendeciremos a Dios por haber sonado para ellos la hora del fin de sus pruebas. Afirmémoslo muy alto ante las almas timoratas y los Espíritus débiles que lloran a lágrima viva lo que llaman la muerte del ser a quien amaron. ¡ NO existe la muerte ! Viven esos seres que pasaron por la Tierra amándonos. Están en nuestras casas, viven en nuestros hogares. No los busquemos en los cementerios, allí no están. Llamémosles en la intimidad de nuestros corazones, evoquémosles. Ellos responderán, procurarán hacernos comprender que, efectivamente, están con nosotros y no nos abandonan ni un instante. Si en vida se preguntase a una madre en donde quiere pasar los siglos interminables de la eternidad. ella contestaría sin duda alguna: Al lado de mis hijos. Pues bien, libre el Espíritu después del desprendimiento de la corteza terrenal, ¿A dónde irá el de esa madre?: A buscar a sus hijos. a seguir protegiéndolos en la medida de su poder, sin dejarlos jamás, pues no se puede admitir que una madre tierna y amorosa abandone a sus pequeños. Pues lo mismo ocurre con los Seres espirituales que regresan al espacio. Se separan de su envoltura tan pronto se ha cumplido la ley que los unía para los elevados fines de la vida y enseguida buscan a los suyos, vuelven al ambiente de la familia y allí viven, sin sospecharlo siquiera la mayoría de los habitantes de este pobre mundo...
Afirmar esto y demostrarlo, cual hace el Espiritismo, es consolar al triste, es secar las lágrimas de todos los humanos. ¿Por qué llorar, si el Ser amado está con nosotros?. ¿Por qué las manifestaciones fúnebres en los cementerios, si allí no están los seres queridos que en apariencia nos dejaron?. ¡ No existe la muerte !. Vida es la que sale de las tumbas. Miremos bien, observemos, estudiemos, y llegaremos a ver como el ataúd se transforma en cuna, lo mismo para la materia que para el Espíritu.
( Comunicado Mediúmnico)
(Tomado de la Revista Fraternidad Cristiana Espírita nº 37 )
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