¡ ¡YA ESTÁN AQUIII !!
(A mi me han dejado Carbón)
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INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Preferencias emocionales, resultados en la otra vida
2.- Unión del Alma al cuerpo. Aborto
3.- Calamidades destructoras
4.- El porvenir y la nada
5.-Espíritus y Almas
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Clara Rivier1 tenía sólo 6 años cuando se quedó paralítica. Ella estuvo durante cuatro años con dolor sin quejarse. A pesar de su condición, Clara solía consolar a su familia. A los 10 años, sintiendo que la muerte se acercaba, llamó a toda su familia a su lado y le dijo a su padre que estaría de vuelta. Después de su partida, fue evocada por Kardec en una reunión mediúmnica, cuando reveló que su dolor fue constantemente aliviado por su ángel de la guarda, la razón por la que sentía poco o ningún dolor. Además, ella solía ver y hablar con su ángel de la guarda a menudo, caracterizando su mediumnidad. Entonces, Kardec le preguntó por qué tuvo que someterse a la parálisis en su infancia. Clara explicó que en una vida anterior empleó mal su salud, belleza y riqueza. Así pues, ella tuvo que reencarnar para ser humilde y compasiva.
El caso de Clara demuestra la continuidad de la vida. ¡Hay vida antes de la vida! Y nuestras elecciones emocionales influencian nuestras vidas después de la muerte y nuestras vidas futuras también. Se trata de la ley de acción y reacción. Por lo tanto, es muy importante ser conscientes de nuestras emociones para dar una dirección, como dijo León Denis, a nuestra vida, a nuestra vida inmortal.
¿Qué nos sucede antes de esta vida que estamos viviendo? ¿Vamos a ir al cielo, al infierno o al purgatorio después de la muerte? ¿Nuestras emociones definirán nuestra vida antes, durante y después de cada reencarnación?
El cielo en realidad es esta frecuencia vibratoria en que se sintió la condesa Paula después de morir a los 36 años. Solía ser buena, amable e indulgente con todos, un verdadero modelo de las más nobles cualidades de la mente y el corazón. En su vida después de la vida, ella estaba en “el cielo”. En este cielo disfrutando de la felicidad de una persona que cumple la voluntad de Dios en la Tierra cuidando de los demás. Ella dijo: “Estoy feliz más allá de lo que las palabras puedan expresar, y ¡todavía estoy aún muy lejos de la parte superior de la escalera! Yo soy infinitamente más feliz de lo que lo era en la Tierra. Cada uno de nosotros tiene una misión que cumplir, ayudar a personas en hospitales, visitar amigos en la Tierra, ser parte de la rueda del trabajo de la naturaleza, consolar espíritus sufrientes de niveles inferiores; nosotros llegamos y nos marchamos, no de una calle a otra, sino de un mundo a otro”. Su descripción coincide con la descripción del Cielo en el Libro de los Espíritus de Allan Kardec donde “los espíritus ejercen y disfrutan de todas sus capacidades sin las pruebas del mundo material o el dolor común en los estados subdesarrollados”.
Por otro lado, Lemaire que murió como un criminal en el año 1857 es el ejemplo de alguien que se siente en el infierno después de la muerte. Él describió su estado de ánimo como: “Sentía demasiado mi dolor; estaba perdido en el sufrimiento”. ¡Por nuestra desgracia! Nuestra visión es un suplicio continuo. Cada uno de nosotros echa la culpa al otro de sus crímenes. Haced votos para que llegue la expiación.” Esto es el infierno, un estado de ánimo y de condición vibratoria que, de acuerdo con los amorosos espíritus de la Codificación Espírita, es como “una vida de pruebas sumamente penosas, con la incertidumbre acerca de un estado mejor.”
Esta es la razón por la cual el Espiritismo es el mejor antídoto contra la sensación de “vivir en el infierno”, porque elimina todas las incertidumbres de la vida. La filosofía espírita nos presenta todas las leyes de Dios con tanta seguridad que, incluso en casos extremos de dificultad y pruebas, se nos asegura que por cada efecto hay una causa y el Creador lleno de Amor no nos abandona nunca en las pruebas sin fin y juicios. “¡Todo pasará!” - dijo Emmanuel a Chico Xavier, en un momento de gran dificultad.
Entonces, ¿dónde está nuestro purgatorio? El purgatorio es “sufrimiento físico y mental, un tiempo para reevaluación y el inicio de la rehabilitación.” Los espíritus iluminados de la Codificación, dijeron que “casi siempre es en la Tierra donde uno crea su propio purgatorio y donde compensa sus errores”, al igual que Clara Rivier describió su reencarnación.
Así, el juez se encuentra... en nuestra conciencia.
A medida que nuestro planeta transita a su estado de regeneración, se nos invita a revisar nuestras decisiones emocionales y las respuestas a estados más amables, afables y resignados. Después de todo, el gobernador de nuestro planeta, Jesucristo, propuso “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la Tierra”.
En cada elección emocional en la vida, como Clara la Condesa Paula, o Lemaire, estamos sembrando las semillas para la inmortalidad. Vamos, pues, a recibir la invitación de Jesús para alinear nuestras elecciones emocionales con moderación y serenidad ante las tribulaciones de la vida, porque la vida realmente pasa
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CALAMIDADES DESTRUCTORAS
En estos momentos en los que la humanidad se está tomando, por así decirlo, un tiempo de relax obligatorio, un descanso, consecuencia del impacto social de ese agente vírico denominado coronavirus o COVID-19 que está asolando el planeta, resultaría adecuado o al menos conveniente llevar a cabo una pequeña introspección, echar un vistazo al interior de cada cual para preguntarse las razones de su existencia, su origen, su causa real y, de paso, analizar si obedece a causas desconocidas o simplemente al azar. Quizás sea el momento de formularse estas preguntas: ¿qué enseñanza puede extraerse de la situación? ¿qué representa esta experiencia para el género humano? ¿en qué sentido puede ayudarle? ¿y si realmente puede ayudarle o por el contrario, perjudicarle?
Por las enseñanzas recibidas de los mentores espirituales se desprende que toda destrucción conlleva nuevas oportunidades: se destruye lo viejo, lo caduco, para reconstruir sobre sus cimientos. El ser humano aprende de sus experiencias, de sus errores, del dolor y del sufrimiento. Por tal motivo, quizás el individuo no debiera afligirse en exceso a causa del momento que atraviesa y considerar que esta experiencia es posiblemente una más; una experiencia necesaria y conveniente en este momento crítico. Quizás deba pensar que se trata de una lección de vida que busca promover su crecimiento interior, una catarsis más del género humano en su camino evolutivo. Bien aprovechada la lección, el hombre deberá alzarse con espíritu renovado, emprendedor, entusiasta; con deseos de asimilar la lección de solidaridad que se le presenta y crecer en su reforma interna, en su camino evolutivo.
No cometamos el error de estimar que el ser humano deba centrarse únicamente en sanar el cuerpo y la economía. Quizás deba enfocar sus esfuerzos en extraer la quintaesencia de este aprendizaje doloroso y forzado. De no hacerlo puede encontrarse con que la situación vuelva a repetirse y cada vez más virulenta. Cuando la naturaleza busca ese impacto ¿no será que resulta necesaria para el avance evolutivo del ser humano? ¿no será que la civilización necesita un empellón?
¿Es posible que las circunstancias que estamos viviendo sean un paso obligado para el entendimiento general? ¿una experiencia de vida necesaria y útil para todo individuo de este conglomerado humano?, ¿para este conglomerado necesitado de transcender por la única vía provechosa, el dolor y el sufrimiento? ¿es posible que las estructuras sociales existentes deban alterarse? ¿que deba modificarse el patrón de vida, su enfoque?
El ser humano continúa ignorando los mecanismos rectores; los mecanismos que dirigen sus estructuras basadas en el más puro egoísmo, en el más burdo materialismo, en el poder económico y militar. Y esas estructuras están condenadas al fracaso. La historia y la experiencia colectiva vienen a demostrar, una vez más, que el actual modo de vida, basado en el capitalismo, una vez derribados los muros del socialismo, es también un camino de ilusiones, un sistema de vida obsoleto y caduco. Un sistema que no ha podido resolver los problemas endémicos de la sociedad, sus desigualdades, sus diferencias, únicamente ha modificado el modo de verlas. Los modelos económicos han ido derrumbándose uno tras otro para demostrar, una vez más, que la dirección que ha de tomar la sociedad futura se aleja de dichos estandares.
Como cito, dicho modelo no ha venido a resolver los problemas endémicos de la sociedad, pues siguen las guerras, la pobreza, la miseria de unos en beneficio de otros. Las desigualdades continúan y las condiciones de vida apenas se han modificado. ¿Qué espera el ser humano para concienciarse de que su destino es otro? ¿que un sistema de vida basado en el perjuicio ajeno está condenado al fracaso?
Todas las calamidades experimentadas por que el género humano y las que seguirá experimentando en el futuro próximo obedecen a una experiencia colectiva que tiene por premisa el aprendizaje. Un aprendizaje que supere la inutilidad de las estructuras vigentes. Asistimos a una época, a un momento diferente, donde cada ser, cada conciencia, siente que su status necesita cambiar y que no puede seguir adelante por un camino ilusorio. El hombre siente que necesita cambiar sus estructuras, sus perspectivas y enfoques, tomar conciencia que no se dirige a ninguna parte.
El hombre percibe que es imperativo cambiar los modelos productivos, educativos, medioambientales y establecer nuevos modelos que busquen un modo de convivencia diferente, un giro total de las estructuras económico-sociales, para llevarlas hacia un formato donde prime la hermandad entre pueblos, entre pueblos ricos y el resto, los maltrechos, que comparten este cascarón planetario. Y ¿quién se atreverá a dar los primeros pasos?
La falta de mejoras ha propiciado que desde los planos espirituales superiores, desde el plano rector de este planeta, se deje paso a la ley; que el peso de las acciones humanas recaiga sobre el hombre; que las leyes naturales hagan su labor y muestren al ser humano que ha traspasado los límites. El Supremo Hacedor ha dotado al hombre de libre albedrío y le da completa libertad para experimentar su entorno y aprender de sus errores… la ley es paciente. Pero cuando la sociedad sobrepasa los límites; unos límites de los que no es consciente; la ley actúa buscando reestablecer el equilibrio perdido. Y la experiencia que estamos viviendo es apenas un mecanismo más de aviso, uno más.
El hombre, en su ceguera, como barco entre la niebla, es incapaz de ver sus límites y poner freno a sus desmanes; de poner los remedios adecuados para encauzar la sociedad hacia su destino. Se hace entonces imperativa la intervención de los mentores planetarios. Entonces, mediante el dolor, muestran al género humano su nuevo modelo evolutivo, el medio para alcanzar su nuevo status; el status de un planeta en proceso de regeneración.
El hombre, en el fondo de su conciencia sabe que actúa bien, sabe que los modelos actuales, ya caducos, no le conducen a ningún lugar. Se siente incapaz de efectuar por sí mismo los cambios necesarios, de modificar sus actitudes y hábitos para enfocarlos hacia el bien común. Se siente lastrado en su andadura, carece de fuerzas para rebelarse ante el “establishment”, ante lo establecido, ante los sistemas corruptos, faltos de moral y visión general. Vive absorto en su propio mundo de ilusión, en un mundo de necesidades artificiales con las que llenar su vacío y del que no sabe escapar.
Todas las ramas del conocimiento humano llevan en una misma dirección, la era del espíritu. Surgen por doquier modelos nuevos de pensamiento, nuevas actitudes, nuevas formas de percibir la vida, los sentimientos, las creencias. Surgen por doquier personas predicando un diferente modelo de vida, una vuelta a la Naturaleza, una comprensión más humana de los fenómenos que le afectan.
El hombre se ve impelido a respetar al hombre, a los animales, a la naturaleza. Vemos florecer la preocupación por la ecología, por el medio ambiente, por la alimentación natural. El hombre se ve impelido a enfocar los problemas cotidianos de diferente manera, con diferente actitud. Ve florecer nuevas formas de tratamientos psicológicos, meditación, autoanálisis. El ser humano asiste sorprendido a nuevas corrientes sociales que le invitan a expandir su conciencia; que le invitan a conocer su origen, su fin, su trascendencia. Se siente invitado a transformarse, él y su conciencia, su yo interior; impelido a analizarse como un ente que debe construirse a sí mismo, a conocerse mejor cada día, a experimentar su entorno social, a compartir su tiempo y experiencias con el resto de la sociedad, a buscar un crecimiento común, a mejorar su entorno y la sociedad donde vive y se expresa.
El ser humano, ese ente evolutivo que transita hacia un nuevo modelo planetario, hacia el nuevo mundo de regeneración que le espera, debe ser consciente de que su actual andadura le conduce hacia “nowhere”, hacia ningún lugar. Y por ello ha de ser consciente de que debe modificar su interior, corregirse él mismo y también su entorno, alterar su sistema de valores hacia otro en el que predominen los valores del espíritu, los valores morales. Y que de no hacerlo, la historia que vivimos habrá de repetirse una y otra vez, y su virulencia será cada vez mayor.
El hombre debe reconciliarse consigo mismo, encontrar la paz interior. Y conseguido esto, ayudar al género humano. El hombre está bloqueado, paralizado, incapaz de modificarse a sí mismo y a su entorno; continúa reñido con su conciencia, continúa mirando hacia su ombligo, hacia sus propios intereses; se refugia en sí mismo, tras las redes sociales, incapaz de relacionarse, de participar de una vida en común.
El hombre actual ha convertido la economía, el dinero, el trabajo, en su ídolo de barro; se ha convertido en su propio esclavo. Ahora más que nunca necesita reflexionar, sacar a luz sus valores y trabajar en pos del bien común, reconstruir y encauzar el mundo en que vive. Necesita construir nuevos modelos basados en la libertad, la igualdad y la fraternidad. El resto, como bien sabéis, viene por añadidura.
Hagamos de este mensaje una alabanza al ser humano. Busquemos un destino común, avancemos unidos hacia el futuro, limpiemos el ambiente de pensamientos y sentimientos insalubres; ayudemos a la Naturaleza a renovarse, mimémosla, cuidémosla, permitámosle regenerarse. Permitámosle regenerar el entorno atmosférico y psíquico, lo que traerá la desaparición de pandemias como la actual. Lacras que nacen de la ambición, del ansia de poder y la falta de respeto hacia el género humano.
Fermin Hernández Amor, Paz y Caridad
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Espíritus y Almas
Cuando hablamos de Espíritu nos referimos a la parte Divina del Alma humana con su cuerpo espiritual, pero sin su cuerpo físico, por lo que para diferenciar, diremos que un espíritu es siempre un Ente desencarnado, pero cuando hablamos del Alma nos estaremos refiriendo al mismo Ente espiritual, pero encarnado, o sea, unido al cuerpo físico, lo que constituye un Ser Humano y por eso se le designa también como espíritu encarnado.
Se podría decir que ambos términos se refieren a la misma cuestión, la chispa Divina, creada a través del desarrollo psíquico evolutivo a partir de la Fuente de todo origen, que llamamos Dios y que constituye una energía etérea y sutil, ligada y concretada en un cuerpo de energía menos sutil o semi-material que llamamos Perispíritu a modo de envoltorio, que lo delimita y es semejante al cuerpo físico que tiene en cada vida física como Ser humano, o como el que tuvo en su última encarnación, y que se fue formando durante las primeras etapas evolutivas junto al espíritu, constituyendo ambos una Unidad indisoluble.
Esta Unidad que genéricamente llamamos Espíritu existe en planos o dimensiones espirituales “más allá de la materia,” y es la misma entidad que llamamos Alma cuando ese mismo Ser o Espíritu, está encarnado o unido en la materia de un cuerpo físico como Ser humano. El Periespíritu es también conocido por las religiones como " Cuerpo Espiritual" y por las corrientes esotéricas como "Cuerpo Astral".
El Periespíritu a su vez, se mantiene unido al cuerpo carnal mediante un cuerpo o campo de energía física o vital que obtiene del medio físico durante el proceso embrionario y une célula a célula al cuerpo carnal con el Periespíritu.
El cuerpo físico viene a ser como una copia del Perispíritu. Así se entiende que muchas veces, hay enfermedades o defectos físicos, que se deben tratar antes en el Alma ( Periespíritu), en donde están grabadas antes que en el cuerpo físico en donde solo se manifiestan exteriormente como un reflejo de la dolencia impresa en el cuerpo espiritual. Esas enfermedades son conocidas como psicosomáticas porque dañan al periespíritu (alma o Psique) y se exteriorizan en el cuerpo físico (Soma).
En resumen, los Espíritus somos todos los seres (encarnados o desencarnados) capaces de pensar, sentir, amar, crear arte y deleitarnos y elevarnos ante la belleza y emoción indefinibles que el arte y el sentido de lo bello y sublime puede despertar en nuestro interior.
No podemos decir que los seres humanos tenemos alma o cuerpo,-porque es inexacto-, sino que somos Almas que tenemos temporalmente un cuerpo físico.
La única diferencia sustancial entre los Espíritus y los Seres humanos, es que nosotros los humanos, tenemos una última envoltura que es nuestro cuerpo carnal, y ellos no la tienen porque la perdieron y quedó en la tumba junto a la personalidad humana efímera que representaron en su vida.
Como el Espíritu es energía, de modo natural posee el don de la ubicuidad, porque pueden irradiar sus influencias o efluvios y es capaz de materializarse en diversos grados y de dejarse ver en varias partes diferentes o lejanas a la vez. Hay en la historia de los fenómenos y de las apariciones espirituales, muchos testimonios de estos llamados “fenómenos de apariciones”. Para la Iglesia Católica, reconociendo esta la realidad de los mismos, pero sin haber profundizado más allá, estos fenómenos son “milagros” y quienes los protagonizan son Santos o demonios, según convenga.
“Por las inducciones fundadas en los fenómenos que he observado, llegué a estas conclusiones:
1.- Existen seres inteligentes de diversas categorías que están fuera de la naturaleza humana.
2.- Aunque generalmente intangibles e invisibles para nosotros, estos seres pueden obrar sobre la materia e influir sobre nuestra alma.
Estoy seguro de que para el establecimiento de estas proposiciones he seguido un método estrictamente científico”
-Alfred Rusell Wallace-
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