jueves, 21 de enero de 2021

Acerca del arrepentimiento

  INQUIETUDES ESPÍRITAS

1.- Los espíritus imperfectos desencarnados 

2.- La investigación científica

3.- Evolución morfológica y moral del Ser humano

4.- Las herramientas del bien

5.- Acerca del arrepentimiento



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          Espíritus imperfectos, desencarnados 

 Su principal característica es el apego que tienen hacia lo material y el estado de desarmonía permanente en que se encuentran; en general son los que las religiones llaman “demonios”. También son conocidos como “ espíritus impuros”, y se caracterizan por  encontrarse en una gran inferioridad intelectual y moral, así como en un estado de sufrimiento debido precisamente a su condición pasajera.

 Su mayor placer es influir en los Seres humanos para promover entre ellos el mal y sembrar discordias entre aquellos que se dejan influir. A su vez los Seres humanos los atraemos  y les facilitamos  su acción negativa a causa de  nuestros defectos morales y de los vicios que en ocasiones nos arraastran y que a su vez ellos incentivan y estimulan  en nosotros, manteniendo así  un círculo vicioso. A propósito de lo dicho, muchos de estos seres reencarnan y viven entre nosotros, sembrando maldades y promoviendo confrontaciones entre las gentes que  les acogen  y en los pueblos donde  habitan.

 Aunque en principio esto sucede  así y sin duda  padecemos o alguna vez hemos padecido sus perniciosas influencias, alguna vez  cada  Ser humano  tendremos  que romper este círculo vicioso, en primer lugar por la comprensión de las causas del problema y en segundo lugar  mediante el ejercicio de la voluntad y el libre albedrío en pos de lo positivo de los demás y el rechazo de lo negativo que presenten.

 Dentro del grupo que en general forman  los Espíritus imperfectos, por el modo como se  presentan, el Espiritismo los clasifica  en: “Ligeros”; estos  en sus manifestaciones   gozan con la burla,  y se muestran malignos, burlones y superficiales; se mofan y divierten a costa de todos los que engañan y seducen, y no son nada serios ni reflexivos.

 Hay otros que aparentan saber más de lo que en realidad saben, por lo que se les denomina de “Falsa instrucción”; estos en sus comunicados suelen mezclar verdades con errores y disparates de corte científico y dogmático; en realidad saben mucho, pero bastante menos de lo que ellos mismos se creen, por lo que se muestran vanidosos, presuntuosos y tercos. De esta especie todos conocemos a muchos encarnados.

 También  considerados  imperfectos, están los “Neutros”, que no son del todo ni buenos ni malos, estando todavía bastante apegados a lo material,  de modo que lo  mismo se pueden inclinar hacia el bien que hacia el mal. Considero que la gran mayoría de las personas que habitan actualmente la Tierra, pertenecen a esta categoría de espíritus.

 Otra variante de los Seres espirituales imperfectos que cuando desencarnaron la última vez eran personas obsesionadas y viciosas con el sex; estos son los llamados Incubos y Sucubos,  de muy baja condición moral y muy apegados a la materia, con una sexualidad exacerbada- no olvidemos que el sexo está en la mente y no en los órganos sexuales-. Se podría decir que esclavos del sexo, son atraídos por  los placeres y actividades sexuales desordenadas de los seres humanos, que incentivan y  de las que gozan  y participan en la medida que pueden, ejerciendo influencias en el área de la sexualidad de las personas de uno y otro sexo respectivamente- los Incubos se acercan a los hombres y los Sucubos a las mujeres-, transmitiendo e incentivando sus descontrolados deseos a algunas personas, de las  que se aprovechan  gozando  de las energías psíquicas que  se generan  durante los excesos sexuales de hombres y de mujeres respectivamente.

¿Por qué , en general,  sufren los Espíritus imperfectos ?

   Precisamente por su estado de imperfección, de modo que  se encuentran en un contínuo estado de infelicidad y sufrimiento moral en distintos grados de intensidad, según el grado de inferioridad o de imperfección  de cada uno, lo cual les supone un acicate para superarse y dejar su estado de malestar y de sufrimiento  moral que les causa su  atraso, pero esto también supone para otros ña sensación de que están condenados a sufrir para siempre sin esperanzas de poder  cambiar nada de su situación.          

    Quiero aquí puntualizar que   estos Seres, no son imperfectos porque sean una creación Divina que los ha querido hacer así, porque  en este caso se haría a Dios responsable de su imperfección e infelicidad.  De esta Fuente de Origen que llamamos Dios y que es la Perfección Absoluta, no partimos nadie ni perfectos ni imperfectos, pero sí que partimos  todos absolutamente perfectibles, y esta perfección a la que estamos destinados, nos acerca gradualmente a etapas existenciales superiores,  a medida que la vamos conquistando mediante nuestro esfuerzo por vivir en el bien y por acopiar experiencias positivas; a esto es a lo que llamamos Evolución del Espíritu. 

Este  estado de imperfección  o retraso, les provoca un sufrimiento de carácter moral que viene dado por los odios y resentimientos hacia otros espíritus, encarnados o desencarnados, así como a la envidia por aquello  de lo que carecen ellos y creen  que les hace falta para ser felices sin poderlo alcanzar; por ello  se sienten envidiosos, celosos, vengativos y  están llenos de pesar, rabia, rencor, desesperación y remordimientos, así como de una  ansiedad que les atormenta, y lo peor de todo: creen que ese estado de infelicidad y de amargura, como de falta de paz y sosiego jamás tendrá fin. 

  De su estado de desdicha, culpan y reniegan de Dios, -al que niegan-, o a la mala fortuna, por no tener aquello que ven en otros creyendo que aquellos tienen lo que les falta para su alcanzar la felicidad.

- Jose Luis Martín-


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   La investigación científica

                            


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Evolución morfológica y moral del Ser humano


La evolución morfológica del Ser humano prosiguió equilibrándose con la evolución moral.

El cráneo se modificó con lentitud rumbo a un perfeccionamiento mayor, los brazos se refinaron, las manos adquirieron una excelencia táctil no soñada y los sentidos, todos ellos, progresaron en acrisolamiento y percepción.

Además, con el advenimiento de la responsabilidad que lo separó de la orientación directa de los Benefactores de la Vida Mayor, el hombre se entregó a múltiples intentos de progreso en el campo del espíritu.

En su ámbito interior de libre indagación, confería alas audaces al pensamiento y, con eso, más se le acentuaba el poder de imaginar, facilitándosele la mentalización y el desprendimiento del cuerpo espiritual, cuyas células, en conexión con las células del cuerpo físico, se automatizaban de tal manera, mediante la emancipación parcial a través del sueño, que facilitaba el acceso del alma a las enseñanzas de orden superior.

Conserva el ser humano consigo, entonces, en la estructura de sus propios órganos, la herencia de los millones de estadios diferentes en los reinos inferiores y, en el fondo, se siente inclinado a vivir en el plano de los demás mamíferos, compartiendo la convivencia y el instinto absoluto dominando sin restricciones; sin embargo, con la evolución irreversible, el amor se agigantó en su Ser, insinuándole nuevas actitudes frente a su propia existencia.

(Tomado de "Sublime espírita")

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“Que no te importen los resultados de la acción del bien, ellos dan fruto por sí mismos”   -Quinto Ennio – Poeta Latino S. II a.C.

Cuando practicamos el bien, con frecuencia nos preguntamos cuáles han sido los resultados de nuestra acción. Según la frase que antecede estas líneas, el fruto de una acción bondadosa, iluminada con la noble intención de ayudar desinteresadamente, presenta sus efectos siempre en el lugar adecuado y a la persona correspondiente.

Ello no quiere decir que aquel que ha sido el que la ha propiciado deba conocer los resultados de la misma. La mayoría de las veces ocurre lo contrario; aquel que practica el bien sin interés, por el impulso de su alma generosa, desconoce cuál ha sido el resultado de su acción, porque apenas se detiene en ello. Es más, avanza sin mirar atrás y siembra por donde pasa con su ejemplo y su comportamiento luminoso.

Ejemplos innumerables de grandes benefactores de la humanidad han existido y existirán. Si nos detenemos en la autoridad moral de los individuos que dieron testimonio de ello, en todos apreciamos características similares, a saber: el amor por la humanidad, la entrega y la renuncia de su propia vida por el ideal que defendieron, la ausencia de egoísmo personal, el trabajo desinteresado hasta la extenuación, la búsqueda del bienestar del prójimo, el consuelo y auxilio a los más desfavorecidos y necesitados, etc.

Estas son algunos de los rasgos que caracterizaron a personajes de la Historia que han sido y son ejemplo de autoridad moral, por el bien que procuraron o por la siembra que realizaron y posteriormente dio sus frutos. Y aquí encontramos personajes como Sócrates, Jesús, Buda, Confucio, Ghandi, Mandela, Teresa de Calcuta, Francisco de Asís y tantos otros que fueron referencia para millones de personas durante sus vidas, o posteriormente a lo largo del tiempo.

Además de los rasgos comunes mencionados arriba y de la actitud de todos ellos en la práctica del bien, es preciso destacar algunas de las herramientas que usaron para alcanzar los objetivos que incorporaron en sus vidas como una norma de conducta superior al servicio del objetivo que sus almas traían a la Tierra.

La primera de esas herramientas era “la intención”. Todos ellos convirtieron sus vidas en huellas de luz que podrían ser seguidas por las multitudes gracias a la intención que albergaban. Una intención basada en su capacidad de amar. El impulso de su amor por el prójimo era su intención primordial, y era la energía que propiciaba todas sus realizaciones.

La segunda de las herramientas que todos ellos utilizaron de manera admirable y extraordinaria fue “la voluntad”. Todos ellos demostraron una voluntad superior guiada por ese impulso e intención que sus almas albergaban y necesitaban expresar. La voluntad no solo para llevar a cabo sus compromisos espirituales en la Tierra, sino también para superar los innumerables obstáculos con los que se iban a encontrar y que necesitaban superar para alcanzar sus propósitos.

Toda obra de bien es hercúlea cuando trasciende el ámbito de las ideologías y las sociedades, enmarcándose como ejemplo de comportamiento y actuación en todo un planeta, diversificado en sus creencias y formas de vivir. Por ello, “la intención es lo primero, pero la voluntad debe acompañarla“, ya que el mundo no cambia y no se transforma solo a base de intenciones.

Y a raíz de estas dos herramientas, sobrepujando la voluntad a la buena y noble intención, surge “la acción” en el bien, que lleva a la consecución de los objetivos que el alma humana elevada, o en proceso de iluminación, trae a desarrollar a la Tierra.

El resultado de usar adecuadamente estas tres herramientas no es otra cosa que “el amor al prójimo en acción”, que puede ser traducido por una ayuda efectiva y desinteresada hacia el que necesita consuelo, esclarecimiento, liberación de la ignorancia o de los vicios y pasiones perturbadoras. En una palabra, la práctica de la caridad bien entendida, no solo como beneficencia, sino como indulgencia, tolerancia y compasión para con los errores ajenos, bajo la auténtica concienciación de nuestras propias limitaciones y falencias que nos gustaría fueran igualmente disculpadas y perdonadas.

Retomando la explicación de la frase que inicia este artículo, cuando las personas son beneficiadas por actos de caridad, de ejemplo, de renuncia, de consuelo o de esclarecimiento, no importa mucho que la ayuda que se brinda no sea aceptada o comprendida en esos momentos.

El espíritu humano no siempre está en disposición de valorar la ayuda que se le ofrece, pues en las diferentes vidas por las que transita acontecen momentos de angustia, desesperación o pruebas y expiaciones difíciles que nublan la razón y el discernimiento. Sin embargo, llega un momento en que las leyes justas y perfectas que Dios ha esculpido en la conciencia de cada uno permiten aflorar aquel recuerdo, aquella ayuda que despreció o ignoró. Y entonces, el espíritu se reconoce culpable de ingratitud por no haber atendido la ayuda que se le brindó y que sin duda hubiera aliviado sus sufrimientos posteriores.

La evolución no da saltos, y el progreso del alma humana mucho menos. A veces nos aferramos a nuestros orgullos y egoísmos, que ciegan nuestro discernimiento y nos impiden ver la oportunidad de progreso que se nos entrega. El rumbo hacia la felicidad, destino imperturbable para todos los espíritus, está marcado, y cada cual acelera o se estanca en ese camino en función de su libre albedrío, eligiendo caminar en la senda del progreso y acorde a las leyes divinas, o estancándose en el primitivismo y la alienación de los vicios y pasiones perturbadoras, que lo envuelven en el sufrimiento y la reparación de los errores que la ley de justicia divina aplica con misericordia pero con ecuanimidad.

Es nuestra decisión, bajo nuestro libre albedrío, la que nos permite usar esas herramientas de la noble intención, la férrea voluntad y la acción en el bien para la reeducación moral y el progreso espiritual que precisamos, a fin de desterrar de nuestra vida actual y futura el sufrimiento, transformándolo por el estado de paz, armonía, equilibrio y bienestar físico, psicológico y espiritual que se nos presenta cuando cumplimos nuestros deberes mediante una conciencia limpia, una conducta recta y un trabajo digno.

Redacción   Amor, Paz y Caridad

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ACERCA DEL ARREPENTIMIENTO

(para avanzar en la vida presente y futura.)

332. ¿Puede adelantar o retrasar el Espíritu el instante de su reencarnación?
- Podrá adelantarlo mediante sus oraciones, y alejarlo si retrocede ante la perspectiva de la prueba que le aguarda, porque entre los Espíritus los hay también cobardes e indiferentes; pero no queda impune si lo hace, sino que sufre por ello, así como el que se rehúsa a tomar un medicamento que podrá curarlo.
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IV.- Naturaleza de las penas y goces futuros
|975. ¿Comprenden los Espíritus inferiores la dicha del justo?
- Sí, y es precisamente lo que les atormenta. Porque
comprenden que por su propia culpa están privados de ella. De ahí que el Espíritu desprendido de la materia aspire después a una nueva existencia corpórea, porque cada vida, si es bien empleada, puede acortar la duración de ese suplicio. Entonces escoge las pruebas mediante las cuales podrá expiar sus faltas. Porque, sabedlo bien, el Espíritu sufre a causa de todo el mal que ha hecho o del que fue causante voluntario, así como por todo el bien que hubiera podido realizar y no hizo, y todo el mal que resulta del bien que no ha hecho.
El Espíritu errante no tiene ya el velo de la materia. Está como si hubiera salido de en medio de la niebla y ve lo que le aleja de la felicidad. Entonces padece más, porque comprende cuán culpable ha sido. Para él no existe ya ilusión: ve la realidad de las cosas.
El Espíritu en estado errante abarca, por un lado, todas sus pasadas existencias; ve, por el otro, el porvenir prometido, y comprende lo que le falta para alcanzarlo. Así como un viajero que, llegado a la cumbre de una montaña, contempla la ruta que ha hecho y la que le falta recorrer para alcanzar su destino.
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Texto extraídos del Libro de Los Espíritus - Allan Kardec  

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