INQUIETUDES ESPÍRITAS
1.- Los espíritus imperfectos desencarnados
2.- La investigación científica
3.- Evolución morfológica y moral del Ser humano
4.- Las herramientas del bien
5.- Acerca del arrepentimiento
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Espíritus imperfectos, desencarnados
Su mayor placer es influir en los Seres humanos para promover entre ellos el mal y sembrar discordias entre aquellos que se dejan influir. A su vez los Seres humanos los atraemos y les facilitamos su acción negativa a causa de nuestros defectos morales y de los vicios que en ocasiones nos arraastran y que a su vez ellos incentivan y estimulan en nosotros, manteniendo así un círculo vicioso. A propósito de lo dicho, muchos de estos seres reencarnan y viven entre nosotros, sembrando maldades y promoviendo confrontaciones entre las gentes que les acogen y en los pueblos donde habitan.
Aunque en principio esto sucede así y sin duda padecemos o alguna vez hemos padecido sus perniciosas influencias, alguna vez cada Ser humano tendremos que romper este círculo vicioso, en primer lugar por la comprensión de las causas del problema y en segundo lugar mediante el ejercicio de la voluntad y el libre albedrío en pos de lo positivo de los demás y el rechazo de lo negativo que presenten.
Dentro del grupo que en general forman los Espíritus imperfectos, por el modo como se presentan, el Espiritismo los clasifica en: “Ligeros”; estos en sus manifestaciones gozan con la burla, y se muestran malignos, burlones y superficiales; se mofan y divierten a costa de todos los que engañan y seducen, y no son nada serios ni reflexivos.
Hay otros que aparentan saber más de lo que en realidad saben, por lo que se les denomina de “Falsa instrucción”; estos en sus comunicados suelen mezclar verdades con errores y disparates de corte científico y dogmático; en realidad saben mucho, pero bastante menos de lo que ellos mismos se creen, por lo que se muestran vanidosos, presuntuosos y tercos. De esta especie todos conocemos a muchos encarnados.
También considerados imperfectos, están los “Neutros”, que no son del todo ni buenos ni malos, estando todavía bastante apegados a lo material, de modo que lo mismo se pueden inclinar hacia el bien que hacia el mal. Considero que la gran mayoría de las personas que habitan actualmente la Tierra, pertenecen a esta categoría de espíritus.
Otra variante de los Seres espirituales imperfectos que cuando desencarnaron la última vez eran personas obsesionadas y viciosas con el sex; estos son los llamados Incubos y Sucubos, de muy baja condición moral y muy apegados a la materia, con una sexualidad exacerbada- no olvidemos que el sexo está en la mente y no en los órganos sexuales-. Se podría decir que esclavos del sexo, son atraídos por los placeres y actividades sexuales desordenadas de los seres humanos, que incentivan y de las que gozan y participan en la medida que pueden, ejerciendo influencias en el área de la sexualidad de las personas de uno y otro sexo respectivamente- los Incubos se acercan a los hombres y los Sucubos a las mujeres-, transmitiendo e incentivando sus descontrolados deseos a algunas personas, de las que se aprovechan gozando de las energías psíquicas que se generan durante los excesos sexuales de hombres y de mujeres respectivamente.
¿Por
qué , en general, sufren los Espíritus imperfectos ?
Quiero aquí puntualizar que estos Seres, no son imperfectos porque sean una creación Divina que los ha querido hacer así, porque en este caso se haría a Dios responsable de su imperfección e infelicidad. De esta Fuente de Origen que llamamos Dios y que es la Perfección Absoluta, no partimos nadie ni perfectos ni imperfectos, pero sí que partimos todos absolutamente perfectibles, y esta perfección a la que estamos destinados, nos acerca gradualmente a etapas existenciales superiores, a medida que la vamos conquistando mediante nuestro esfuerzo por vivir en el bien y por acopiar experiencias positivas; a esto es a lo que llamamos Evolución del Espíritu.
Este estado de imperfección o retraso, les provoca un sufrimiento de carácter moral que viene dado por los odios y resentimientos hacia otros espíritus, encarnados o desencarnados, así como a la envidia por aquello de lo que carecen ellos y creen que les hace falta para ser felices sin poderlo alcanzar; por ello se sienten envidiosos, celosos, vengativos y están llenos de pesar, rabia, rencor, desesperación y remordimientos, así como de una ansiedad que les atormenta, y lo peor de todo: creen que ese estado de infelicidad y de amargura, como de falta de paz y sosiego jamás tendrá fin.
De su estado de desdicha, culpan y reniegan de Dios, -al que niegan-, o a la mala fortuna, por no tener aquello que ven en otros creyendo que aquellos tienen lo que les falta para su alcanzar la felicidad.
- Jose Luis Martín-
La investigación científica
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Evolución morfológica y moral del Ser humano
Ejemplos innumerables de grandes benefactores de la humanidad han existido y existirán. Si nos detenemos en la autoridad moral de los individuos que dieron testimonio de ello, en todos apreciamos características similares, a saber: el amor por la humanidad, la entrega y la renuncia de su propia vida por el ideal que defendieron, la ausencia de egoísmo personal, el trabajo desinteresado hasta la extenuación, la búsqueda del bienestar del prójimo, el consuelo y auxilio a los más desfavorecidos y necesitados, etc.
Estas son algunos de los rasgos que caracterizaron a personajes de la Historia que han sido y son ejemplo de autoridad moral, por el bien que procuraron o por la siembra que realizaron y posteriormente dio sus frutos. Y aquí encontramos personajes como Sócrates, Jesús, Buda, Confucio, Ghandi, Mandela, Teresa de Calcuta, Francisco de Asís y tantos otros que fueron referencia para millones de personas durante sus vidas, o posteriormente a lo largo del tiempo.
Además de los rasgos comunes mencionados arriba y de la actitud de todos ellos en la práctica del bien, es preciso destacar algunas de las herramientas que usaron para alcanzar los objetivos que incorporaron en sus vidas como una norma de conducta superior al servicio del objetivo que sus almas traían a la Tierra.
La primera de esas herramientas era “la intención”. Todos ellos convirtieron sus vidas en huellas de luz que podrían ser seguidas por las multitudes gracias a la intención que albergaban. Una intención basada en su capacidad de amar. El impulso de su amor por el prójimo era su intención primordial, y era la energía que propiciaba todas sus realizaciones.
La segunda de las herramientas que todos ellos utilizaron de manera admirable y extraordinaria fue “la voluntad”. Todos ellos demostraron una voluntad superior guiada por ese impulso e intención que sus almas albergaban y necesitaban expresar. La voluntad no solo para llevar a cabo sus compromisos espirituales en la Tierra, sino también para superar los innumerables obstáculos con los que se iban a encontrar y que necesitaban superar para alcanzar sus propósitos.
Toda obra de bien es hercúlea cuando trasciende el ámbito de las ideologías y las sociedades, enmarcándose como ejemplo de comportamiento y actuación en todo un planeta, diversificado en sus creencias y formas de vivir. Por ello, “la intención es lo primero, pero la voluntad debe acompañarla“, ya que el mundo no cambia y no se transforma solo a base de intenciones.
Y a raíz de estas dos herramientas, sobrepujando la voluntad a la buena y noble intención, surge “la acción” en el bien, que lleva a la consecución de los objetivos que el alma humana elevada, o en proceso de iluminación, trae a desarrollar a la Tierra.
El resultado de usar adecuadamente estas tres herramientas no es otra cosa que “el amor al prójimo en acción”, que puede ser traducido por una ayuda efectiva y desinteresada hacia el que necesita consuelo, esclarecimiento, liberación de la ignorancia o de los vicios y pasiones perturbadoras. En una palabra, la práctica de la caridad bien entendida, no solo como beneficencia, sino como indulgencia, tolerancia y compasión para con los errores ajenos, bajo la auténtica concienciación de nuestras propias limitaciones y falencias que nos gustaría fueran igualmente disculpadas y perdonadas.
Retomando la explicación de la frase que inicia este artículo, cuando las personas son beneficiadas por actos de caridad, de ejemplo, de renuncia, de consuelo o de esclarecimiento, no importa mucho que la ayuda que se brinda no sea aceptada o comprendida en esos momentos.
El espíritu humano no siempre está en disposición de valorar la ayuda que se le ofrece, pues en las diferentes vidas por las que transita acontecen momentos de angustia, desesperación o pruebas y expiaciones difíciles que nublan la razón y el discernimiento. Sin embargo, llega un momento en que las leyes justas y perfectas que Dios ha esculpido en la conciencia de cada uno permiten aflorar aquel recuerdo, aquella ayuda que despreció o ignoró. Y entonces, el espíritu se reconoce culpable de ingratitud por no haber atendido la ayuda que se le brindó y que sin duda hubiera aliviado sus sufrimientos posteriores.
La evolución no da saltos, y el progreso del alma humana mucho menos. A veces nos aferramos a nuestros orgullos y egoísmos, que ciegan nuestro discernimiento y nos impiden ver la oportunidad de progreso que se nos entrega. El rumbo hacia la felicidad, destino imperturbable para todos los espíritus, está marcado, y cada cual acelera o se estanca en ese camino en función de su libre albedrío, eligiendo caminar en la senda del progreso y acorde a las leyes divinas, o estancándose en el primitivismo y la alienación de los vicios y pasiones perturbadoras, que lo envuelven en el sufrimiento y la reparación de los errores que la ley de justicia divina aplica con misericordia pero con ecuanimidad.
Es nuestra decisión, bajo nuestro libre albedrío, la que nos permite usar esas herramientas de la noble intención, la férrea voluntad y la acción en el bien para la reeducación moral y el progreso espiritual que precisamos, a fin de desterrar de nuestra vida actual y futura el sufrimiento, transformándolo por el estado de paz, armonía, equilibrio y bienestar físico, psicológico y espiritual que se nos presenta cuando cumplimos nuestros deberes mediante una conciencia limpia, una conducta recta y un trabajo digno.
: Redacción Amor, Paz y Caridad
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ACERCA DEL ARREPENTIMIENTO
(para avanzar en la vida presente y futura.)
Texto extraídos del Libro de Los Espíritus - Allan Kardec
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