lunes, 18 de enero de 2021

Celebrando mis bodas de oro

     INQUIETUDES  ESPÍRITAS

1.- Celebrando mis bodas de oro

2.- El Método Científico Espírita

3.- Causa de los males y aflicciones de la vida

4.- Reunidos en su nombre.

5.- Resguárdate en la plegaria (comunicado de Scheilla)


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           CELEBRANDO MIS BODAS DE ORO

Hoy hace cincuenta años que mi esposa y yo compartimos nuestra andadura por la vida. No celebramos por tanto el aniversario de la formalización y legalización de nuestra unión, - que eso es otra cosa que vino poco después-,  sino que esta fecha fue   el comienzo de nuestro idilio, de nuestro proyecto de vida, de nuestra andadura juntos, siempre juntos.

 Y para completar mi alegría por este acontecimiento de mi vida, que a mucha gente le parece algo así  como un record de convivencia. El único secreto de compartir juntos una vida y de crear una familia preciosa, con sus momentos de luchas, alegrías y también alguna tristeza, ha sido y sigue siendo el gran Amor y entrega mutuos, salvando alguna tormenta cuando se ha producido.

 Hoy os comparto este escrito que sigue, de nuestra amiga y hermana Merche con el que me identifico totalmente, y que el encontrarlo precisamente ahora, ha sido como si me lo estuviese reservando para esta ocasión:

-José Luis Martín-  
                                      

 "Queridos amigos,  hola buenos días,  para ser felices todos precisamos de un compañero  con quien compartir ansiedades,  resolver problemas cotidianos, confiar triunfos y reveses, y principalmente  realizar  nuestros deseos  de dar y  recibir cariño.

Los objetivos principales  que han de ser alcanzados en                  el matrimonio es el conseguir  establecer vínculos                          de amor,  comprensión  y fidelidad entre marido y                    mujer, asegurando así el equilibrio emocional.

El matrimonio constituye uno de los primeros actos de        progreso en las sociedades humanas; porque establece                    la solidaridad fraterna y se encuentra en todos los                pueblos,  aunque en condiciones diversas. Abolir  el        casamiento seria  retroceder  a la infancia de la              Humanidad y colocar al hombre por debajo incluso de            ciertos animales que les dan el ejemplo de uniones constantes.

Casarse es tarea para todos los días, por lo que solamente              de la comunión espiritual gradual y profunda, surgirá                   la integración de los cónyuges en la vida permutada,                   de  corazón a corazón, en la cual el matrimonio se lanza            siempre   para lo Más Alto, en plenitud de amor eterno.

   El porvenir de toda criatura está lleno de incertidumbres               e inseguridades,  por eso al contar con un (compañero)                  o (compañera) que nos ampare y asista en caso de enfermedad        o en la vejez, es lo ideal, para la soledad que es muy triste.          Los dolores compartidos, duelen menos, y las alegrías                  con alguien  que vibre a nuestro lado, ganan en sabor                     e  intensidad.

   Durante el enamoramiento y el noviazgo, los jóvenes,      deseosos, de causarse,  recíprocamente, favorable impresión,    empeñándose  en  mantener  una  buena  conducta,            procurando esconder o camuflar los aspectos indeseables              de sus caracteres.

      Viven en estado de encantamiento, estimulados por                     la atracción física, evitando la menor  alusión a                   episodios desagradables del pasado de cada uno, para       entregarse apenas  a devaneos y fantasías, en el ante gozo             de las deliciosas promesas del futuro.

   Sin embargo, después  de casados, al conocer la realidad           de la vida, comprenderán  que la vida apenas está hecha               de momentos románticos, exigiéndoles, ahora, arduos trabajos       y no pocos sacrificios para los cuales  no siempre                       están convenientemente preparados.

  Algunas veces, sobrevienen  dificultades de orden financiero,    que los llevan a sufrir privaciones  nunca antes experimentadas      y con ellas acusaciones  y quejas del uno contra el otro.

 No existe una formula única y por supuesto infalible para             la conquista  de la felicidad en el matrimonio.

 Existen, sin embargo determinadas condiciones  y                  ciertos preceptos, dictados  por la prudencia y                                por la experiencia  de cónyuges  bien sucedidos, que,                      si son observados, podrán ofrecer a los jóvenes alguna       garantía  de que “su” matrimonio venga a ser lo más        venturoso posible.

   La felicidad conyugal tiene un precio bastante alto, tan alto         que solo podrá ser pagado, a largo plazo, mientras dure                 el matrimonio, en monedas de humildad, comprensión,    paciencia, espíritu de renuncia y gran dosis de buena voluntad      en el sentido de adaptación mutua.

 Para conseguir la felicidad en común, cada uno de los        cónyuges precisa sacrificar un poco de su “yo” para que                el “nosotros” se fortalezca y se vuelva cada vez                            más agradable.  Para ello  la primera cosa que debe                      ser    cultivada, de parte a parte, es el don de perdonar.

  Conflictos, discusiones, mal entendidos… son hasta                  cierto punto  normales  en la vida de una pareja, y, si                    no hay comprensión y tolerancia reciproca, sentido                        de minimizarlos y superarlos, el hogar  acabará dejando de         ser un reducto de amor, de paz y de alegría, para       transformarse en un campo de negligencias, deprimente                y deplorable.

El apoyo mutuo y un poco de humildad espiritual,                  harían desaparecer tantos antagonismos  irreductibles en             las relaciones familiares. La Evangelización en el hogar      también es otro recurso muy preciado, ya que el recuerdo de        los preceptos de Jesús, sus divinas enseñanzas junto con                la misericordia,  les haría soportar  las faltas y las flaquezas          de los que los rodean sin guardarles resentimiento,  perdonándolos    de corazón."

- Merchita-


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           El Método  Científico Espírita

                             

                              Spiricom- Mark-IV

      La mediumnidad es la facultad que dispone un médium para  ponerse en contacto con las personas fallecidas o entidades de otros planos y realidades. Un médium es una persona a la que se considera dotada de facultades extra sensoriales, que le permiten actuar de mediadora en fenómenos parapsicológicos o en comunicaciones con  los espíritus. 

   Desde los remotos tiempos de la aparición del ser humano, el fenómeno mediúmnico existe en todas las culturas primitivas, en los albores del desarrollo de la civilización, a través de manifestaciones variadas y permanentes, conectando con las realidades de otros    planos de vida: seres invisibles que fueron identificados por videntes, chamanes, sacerdotes o brujos, entre las distintas denominaciones    que tuvieron estas particulares comunicaciones, a lo largo de la  historia universal. 

    En el siglo XVIII, tiene lugar en occidente, el despertar social del fenómeno mediúmnico propiamente dicho, a través de la figura de Emanuel Swedenborg (1688-1772), científico y filósofo Sueco,  destacado por su capacidad intelectual puesta al servicio del estudio    de la vida más allá de la muerte. 

   También la historia destaca al médium norteamericano Andrew Jackson Davis (1826-1910), a quien se puede considerar el primer escritor moderno de obras literarias creadas por espíritus, ya que          en trance dictaba sus pensamientos a un escriba. Davis publicó su primer libro en 1847, casi en consonancia con la obra de Allan       Kardec en Francia; y se destaca en este despertar, la gran influencia    de las conocidas médiums de apellido Fox, en los Estados Unidos, quienes a partir de los efectos físicos espontáneos en su hogar, encendieron la curiosidad de miles de personas por estos fenómenos, en el nuevo y el viejo mundo. 

La mediumnidad toma auge y se disemina por toda Europa, haciendo conocer la posible comunicación con los espíritus a través de sesiones especiales de evocación(1). Así, observamos el fenómeno mediúmnico, como un proceso centrado en una persona –el médium– y, a través de  él la comunicación con los seres fallecidos, la búsqueda empírica de pruebas de la vida después de la muerte y, el estudio de la vida espiritual y los procesos evolutivos más allá de la vida física. De esta manera, la utilización de la mediumnidad se constituye en la base del Espiritismo Experimental y se fueron desarrollando distintas técnicas de evocación e intercambio que fueron variando de acuerdo a la época   y sus características culturales y mediúmnica, como también al/ los objeto/s que los distintos experimentadores imponían a sus estudios.   

   Se obtuvieron manifestaciones de espíritus a través de golpes (raps), de las distintas variedades de psicografía (escritura), de la clariaudiencia (oír mensajes), de la clarividencia (visión de espíritus)    y aún, de hechos complejos como las materializaciones y las ectoplasmias, aquellas formas gaseosas y luminosas que producían     los médiums en la segunda mitad del siglo XIX y que tanto llamaran     la atención de la ciencia por entonces. 

   Actualmente los fenómenos de Transcomunicación Instrumental (TCI) y de Psicoimágenes está escribiendo una nueva era en las comunicación espíritas. El pionero de la sistematización de la experimentación mediúmnica fue Allan Kardec (1804-1869), pseudónimo que utilizó el Profesor francés Hippolyte León Denizard Rivail, quien recopiló y amplió el trabajo de distintos médiums, con      el objeto de recibir y estudiar comunicaciones específicas del mundo espiritual, que iban más allá del mero hecho curioso o anecdótico. 

    El “Libro de los Espíritus”(2) es una muestra acabada de la    aplicación de un método de trabajo a la evocación mediúmnica, ya     que en él se resumen las respuestas de los espíritus a planteos realizados por Kardec y su grupo de colaboradores. Este es un       primer punto importante, es decir, la metodología y la dirección     están a cargo de un equipo conductor, preparado para ello y con solvencia intelectual y moral. Este entrenamiento, en la práctica,            es largo y expuesto a equivocaciones, que en forma permanente desafían la inteligencia y el conocimiento de quienes lo practican,     pero inevitable para lograr resultados positivos en el intercambio      con los espíritus. 

   El segundo punto importante está en el , muchas veces repetido por    el pedagogo francés, que indica que una comunicación debe ser cuidadosamente estudiada antes de ser aceptada, y que “más vale descartar diez comunicaciones verdaderas que aceptar una falsa”(3). 

Esta premisa, en la práctica, es utilizada en pocas ocasiones y con criterios insuficientes, a pesar de ser repetida de memoria por los espíritas. Es que la mayoría de estas comunicaciones dan por sentado cierto grado de seguridad, producto del objetivo de bien que las   mismas persiguen, y con el supuesto que espíritus guías cuidan de ellas, concepto que en ocasiones se torna un tanto ingenuo y escaso      de sentido crítico. 

   Es necesario siempre una mirada exigente en la práctica    mediúmnica para que los resultados no sean confusos o de poco     valor.   Kardec avanzó en el desarrollo de técnicas de     experimentación mediúmnica y en su “Manual Práctico de las Manifestaciones Espiritistas”(4), describe pormenorizadamente          sus conclusiones. En términos generales dice acerca de las mismas: “Toda comunicación que revele una inteligencia o una voluntad, es,   por esta sola circunstancia, como ya hemos dicho, comunicación inteligente en uno u otro grado. Ésta es, pues, una calificación    genérica que distingue estas manifestaciones de aquellas que son puramente materiales.  

   Cuando el desenvolvimiento de esta inteligencia permite un intercambio recíproco y continuo de pensamientos, se obtienen comunicaciones regulares cuyo carácter permite juzgar al Espíritu     que se manifiesta”. 

   Por entonces, y dado el amplio marco de discusión filosófica de la época, Kardec utilizó a los médiums para consultar acerca de las cuestiones transcendentes del hombre: su objetivo de vida la razón      de los sufrimientos la vida después de la muerte la reencarnación las leyes morales 

   Todas cuestiones que pueden estudiarse en los libros que forman    parte de la base del Espiritismo moderno; él trascendió el hecho mediúmnico, trabajando intelectualmente el material obtenido de       las experiencias. 

   Podemos resumir de la era Kardeciana una combinación de       factores bien utilizados: estudio mediumnidad método racional y aporte intelectual tanto en la dirección del trabajo de intercambio  como en la evaluación de los resultados; éstos, combinados con     mucho esfuerzo y dedicación, dieron lugar a los libros básicos de la denominada “Codificación Espírita”(6). 

El método de Kardec: La conformación de un equipo de trabajo con   una dirección, equipo mediúmnico y de apoyo, con objetivos específicos; 

Estudio previo y elaboración de las preguntas;  

Trabajo con médiums seleccionados y preparados para el   intercambio; 

Realización de preguntas a distintos médiums y búsqueda de la coherencia entre las respuestas 

Análisis de las respuestas y elaboración de nuevas preguntas al respecto 

Aporte intelectual propio, incluyendo en el análisis filosófico, el      saber científico de la época 

Con respecto al conjunto de la obra, observamos estos elementos conjugados con prolijidad y sabiduría, teniendo en cuenta lo   innovador del método, el escaso tiempo en que la desarrolló y las dificultades con las que se tuvo que enfrentar, sin dudas la labor            de Kardec fue grandiosa. No en vano guarda su lugar de verdadero Maestro, a pesar del tiempo transcurrido de su paso por este plano       de vida, demostrando que se puede trascender el fenómeno mediúmnico en sí y hacerlo fuente de conocimientos útiles para la humanidad.

 Por Raúl Dubrich. Del libro *“La Brújula Espiritual”.

Tomado de Zona Espírita

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Causa de los males y aflicciones en la vida

Queridos amigos, el conocimiento de las cosas nos hace libres,  por esa razón cuando la Doctrina de los Espíritus, la codificada por Allan Kardec al explicarnos la causa de nuestros sufrimientos,  nos da cierta conformidad ante las tribulaciones que nos suceden en la vida.

El  Espiritismo nos dice que para comprender los resultados  de nuestras
existencias pasadas, basta que observemos las propias tendencias,
oportunidades, luchas y pruebas.

Emmanuel nos dice  que para entender, en esencia, las deudas o ventajas
que traemos de existencias pasadas   lo podremos observar en la carga de
conciencia pidiendo reparación. Si plantamos un precioso árbol, hace mucho
tiempo, es natural que lo sorprendamos  cargado de utilidades y frutos para
los otros y nosotros. Si nos empeñamos en un débito, es justo soportemos la
preocupación de pagar.

Comúnmente por la noche, cuando dormimos y descansamos, al despertar
por la mañana, nos levantamos  con los bienes y los males que hemos
procurado para nosotros mismos, el día anterior. Tras el túmulo, el alma,
aun vinculada al crecimiento evolutivo, entra en la posesión de las alegrías y
de los dolores que pesan sobre su cabeza; en la cuna, despierta y retoma el
arado de la experiencia, con los créditos  que le cabe devolver y con los débitos
que está compelida a rescatar.
Cada criatura reencarnada permanece  recogiendo según todo lo que hizo
consigo y con el prójimo.

Los grandes delitos crean en el alma, estados indefinibles de angustia y de
choque, de ahí nace la explicación lógica de las enfermedades congénitas,
algunas veces   inabordables a cualquier tratamiento.

Nadie huye a la ley de causa y efecto. Todos estamos en el presente, con
el deseo de construir el futuro, pero sumergidos  en las consecuencias
del pasado que nos es propio. Y esto es así, porque según sembramos así recogemos.

La Doctrina Espírita,  expresando el Cristianismo Renacido, no solo
descubre los panoramas  radiantes de la inmortalidad, ante el gran futuro,
sino que es además luz para el hombre, iluminando su camino; desempeña la
función específica de tratar las enfermedades  que fustigan a la Humanidad,
por enseñar la medicina para el alma, basada en el amor constructivo y
redificante.

Las amarguras, los resentimientos, la desesperación, fricciones e
irritación entretejen crisis   del pensamiento, estableciendo lesiones mentales
que culminan en procesos patológicos en el cuerpo y en el alma, cuando no se
convierten, de pronto, en pábulo de la locura o en sombra de la muerte.

Millones de criaturas, repuestas en el hogar,  recapitulan amarguras y graves
experiencias, junto a aquellos que atormentaron en el pasado o de los fueron
implacables verdugos; transformados en compañeros que, algunas veces, traen
el nombre de padres  y se comportan como adversarios intransigentes; en la
función de hijos y se asemejan a duros verdugos de los corazones afectuosos
que les dieron el tesoro de la cuna. Desde el punto de vista mental, los
adversarios del pasado, reencarnados en el presente, expanden entre sí cargas
vibratorias de crueldad y rebeldía que transfigura el nido familiar en  cárcel
minada de rayos destructivos de odio y de amargura.

Los principios espíritas  en los conflictos familiares  son una medicación
providencial.
 Claramente en la educación individual y, evidenciando la reencarnación,
destaca el impositivo de la tolerancia mutua, como terapéutica espiritual
inmediata, con el fin de que los puntos  nerviosos del individuo o del grupo
sean definitivamente sanados.
Las enseñanzas espíritas, despertando la mente para la necesidad  del
trabajo y del estudio espontáneo, prepara a la criatura en cualquier
situación, para la obra del perfeccionamiento propio y revelando la
continuidad de la vida, para más allá de la muerte,  patentan el raciocinio
de cada uno , por el que la individualidad no encontrará, más allá del túmulo,
ninguna prerrogativa y sí la felicidad o el infortunio que construye para ella
misma, a consecuencia de aquello  que hace con sus semejantes.

La Doctrina Espirita  encierra la filosofía del pensamiento recto, como
agente preservativo de la salud moral, y supone la religión natural del bien,
cuyas manifestaciones definen a la caridad como terapia de alivio y corrección
de todos los males  que nos afligen en la existencia.

Con las enseñanzas espíritas aprendemos que los actos de bondad, aun los
más insignificantes, son plantaciones de alegrías eternas y que el perdón
incondicional de las ofensas es la fórmula santificante para la supresión del
dolor y la renovación del destino.

- Merchita -

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                         REUNIDOS EN SU NOMBRE



"Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" ( San Mateo, 18:20).

 
 Prefacio. Para estar reunidos en nombre de Jesús no basta hallarse juntos
físicamente, sino que es preciso estarlo también en lo espiritual, por la
comunión de intenciones y pensamientos dirigidos hacia el bien. Entonces sí se
encuentra Jesús en medio de la reunión: Él, o los espíritus puros que lo
representan. El Espiritismo nos permite comprender de qué manera pueden los
espíritus hallarse entre nosotros. Están ahí con su cuerpo fluídico o espiritual, y
con la apariencia que nos permitiría reconocerlos si se hicieran visibles. Cuanto
más elevados se hallan en la jerarquía espírita, tanto mayor es su poder de
irradiación. Así poseen el don de ubicuidad y pueden encontrarse en varios
lugares simultáneamente. Basta, para ello, un rayo de su pensamiento.

Con las palabras citadas en el parágrafo anterior quiso Jesús mostrar el
efecto de la unión y la fraternidad. No es la mayor o menor cantidad de
personas la que le atrae, puesto que en lugar de dos o tres hubiera podido
decir diez o veinte, sino el sentimiento de caridad mutua que a esas personas
anima. Ahora bien, para esto es suficiente que haya dos. Pero si esas dos oran
cada cual por su lado, aunque ambas se dirijan a Jesús, no habrá entre ellas
comunión de pensamientos, sobre todo si no son movidas por un sentimiento
de benevolencia recíproca. Y si se miran con malos ojos, con aborrecimiento,
envidia o celos, entonces las corrientes fluídicas de sus pensamientos se
rechazan en vez de unirse por un común impulso de simpatía, y en tal caso, no
están reunidas en nombre de Jesús, el cual no es más que el pretexto de la
reunión y no su verdadero motivo.....

Esto no implica, en modo alguno, que Él permanezca sordo a la voz de una
sola persona. Si no dice que acudirá a cualquiera que le llame, es porque ante
todo exige amor al prójimo, del cual podemos dar mayores pruebas cuando
estamos en compañía de otros, que encontrándonos solos, y también a causa
de que todo sentimiento de tipo personal lo aleja. De ello se sigue que sí, en
medio de una nutrida asamblea, sólo dos o tres personas se unen de corazón
mediante el sentimiento de una auténtica caridad, en tanto el resto de los
asistentes se aíslan y se concentran en pensamientos egoístas o de carácter
mundano, Jesús estará con aquéllas y no con estos otros.
Así pues, no es la simultaneidad de los presentes en las palabras, en los
cánticos o en los actos litúrgicos lo que constituye una reunión en nombre de
Jesús, sino la comunión de pensamientos acordes con el espíritu de caridad
personificado en Él.

Tal debe ser el carácter de las reuniones espíritas serias, de aquellas en que
se desea con sinceridad el concurso de los buenos espíritus.

El Evangelio según el Espiritismo.

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                                   Hermana Scheilla

     " Juntos, unidos por el amor al prójimo y por la
misericordia divina, un día  conseguiremos alcanzar
la Paz"

El siguiente Mensaje fue recibido durante la reunión mediúmnica de
Fraternidad Espírita Hermana Scheilla, el 5 de marzo de 2015:

Resguárdate en la plegaria

Cuando la tristeza llegue, dejando tus días más oscuros y tu
corazón más pesado, resguárdate en la plegaria.
Cuando las dificultades te parezcan demasiado grandes y  te
sientas a punto de sucumbir, resguárdate en la oración.
Cuando la nostalgia apriete tu corazón, haciéndolo sangrar de
dolor, resguárdate en la plegaria.
Cuando el día te parezca difícil de vencer, cuando las horas
tarden en pasar, resguárdate en la plegaria
Cuando todo te parezca contrario a la hora del pensamiento de
que Dios se olvidó de tí, resguárdate en la plegaria.
Cuando todo sea luz y la alegría tome cuenta en tu corazón y
te sientas el más venturoso de los hombres, busca la plegaria.
Resguárdate en la plegaria en todos los momentos de tu vida.
Haz de ella una compañera diaria y fiel.
Acuérdate de la conexión con Dios, con la Divinidad, que se
inicia dentro de cada uno.
No se puede prescribir la fe.
No se puede donar a otros una conquista que es intransferible,
personal y única.
Cada uno, en su momento, tendrá su despertar. Generalmente
a través del dolor. No por que el Padre sea castigador, sino
porque todavía estamos en la infancia espiritual, en donde
precisamos o necesitamos aún de las herramientas dolorosas
para que avancemos y no nos estanquemos en nuestra propia
prepotencia de suponer que sabemos lo que es mejor para
nosotros mismos.
Lo que hoy te parece un desafío difícil, más tarde servirá de
escudo valeroso que te librará de dolores mayores y hasta te
proteja de la tempestad que por ventura llegará.
Cuando todos te vuelvan la espalda y no crean en ti, resguárdate
en la plegaria,
Cuando tus familiares o tus más queridos amores no te
comprendan por la elección de la fe, resguárdate en la
plegaria.
A través de la plegaria sentirás la dulce presencia de tu
Espíritu Guía, que te dará consolaciones, inspiraciones y
ánimos. 
A través de la plegaria alcanzarás el camino seguro que te
llevará al mundo venturoso que Dios promete a sus elegidos.
Y los elegidos son aquellos que perseveran en la fe, a pesar de
todas las contrariedades, a pesar de que el mundo te parezca
duro e ingrato, a pesar del dolor y del desamor que padecéis
todos los días, si persistieres en la fe, tendrás fuerzas para
renovar tu morada, para conocer un mundo nuevo, venturoso,
lleno de esperanzas, de fraternidad y de armonía.
Por eso, resguárdate en la plegaria, sea cual sea la situación en
que te encuentres.
Si consigues alcanzar ese hábito saludable, te encontrarás más
fuerte, libre de sinsabores inútiles, de enemigos oportunistas y
con una fuerza interior que nada podrá sacudir.
Recuerda: Resguárdate en la plegaria.
Que nuestro Señor Jesus Cristo bendiga tus propósitos de
renovación y de evolución.

Mucha paz.
Con amor,
Hermana Scheilla


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