PREVENCIÓN DEL SUICIDIO
No al prejuicio social contra los servicios de psicología y psiquiatría.- La correcta identificación de los síntomas por los profesionales de atención primaria y el posterior encaminamiento al tratamiento farmacológico en conjunción al tratamiento de psicoterapia y psiquiatría, propicia a los individuos una sólida base en la lucha por la superación de las tendencias suicidas.
Se hace inaplazable la concienciación y educación de la sociedad, en lo relativo a la desdramatización de la utilización de los servicios de salud mental. Ya es hora de que combatamos cualquier prejuicio en torno al hecho de que alguien acuda al psicólogo o al psiquiatra. Utilizar todos los medios a nuestro alcance para combatir estados de tristeza prolongada o desequilibrio emocional, es una conducta muy inteligente y altamente recomendable. Mejorar el acceso a dichos servicios, así como hacer posible el aumento en la frecuencia de las visitas, representarán una gran contribución para el éxito de las campañas de prevención del suicidio.
Daños colaterales: los superviventes .- Hasta la presente fecha hablar estadísticamente del suicidio no ha sido suficiente para atraer la atención de la sociedad, debido a que hablamos de pérdidas que rondan el 0,015% de la población mundial. ¿Por qué preocuparnos por la desaparición del 0,015% de la población por su propia decisión? Bien la historia no es tan simple, estudios recientes en el campo de la ingeniería social, establecen que un acontecimiento traumático, afecta personas incluidas en hasta 2 niveles de separación, incluyendo en el primer nivel familiares y amigos y en un según nivel los amigos de nuestros amigos.
Las vidas que se apagan, arrastran consigo una cantidad ingente de victimas, maridos, mujeres, madres, padres, hijos, hijas, hermanas, hermanos, amigos, compañeros de trabajo. Ligado al drama de los suicidas, están los supervivientes, personas rotas, traumatizadas, que se sienten culpables por volver a sonreír, tomar el sol, volver a vivir. Los supervivientes sobrellevan un gran dolor, durante un gran período de tiempo. Algunos ya no vuelven a recuperarse otros siguen el mismo camino de aquel que se suicidó.
Un drama con factores bio-psico-socio-espirituales .- En el momento actual hay un consenso en la comunidad médica al definir el suicidio como un comportamiento determinado por factores bio-psico-sociales. Pero la realidad del suicidio va más allá, de forma que podemos afirmar que su incidencia depende principalmente del desarrollo espiritual del ser humano.
Según Morselli (1881), “Suicidas en potencia, hablan de sus miserias y de un insoportable dolor psicológico, igualmente presente en supervivientes”. Morselli llama a este dolor, de dolor moral -el dolor de las emociones negativas.
A pesar de los esfuerzos de la genética, de las neurociencias y de la biologia en la investigación de factores para identificar los individuos vulnerables al suicidio, es importante poner énfasis en que el suicidio será mejor comprendido cuando sea abordado desde el punto de vista individual, cuando el individuo sea visto como un ser humano único en proceso de evolución, cuyo yo profundo contiene las claves para entender y superar la tendencia suicida.
La idea del suicidio nace del falso razonamiento de que la muerte es la mejor o única solución para los problemas sin solución. Los suicidas suponen que la muerte traerá paz y con ella el final de toda situación desesperadora, sumergiendo el suicida en el no sentir. Y es precisamente para combatir esta visión idealizada del suicidio como una solución perfecta, que venimos a presentar reflexiones sobre el suicidio desde el punto de vista espiritual. ¿Cómo podemos pensar en el suicidio como una solución perfecta, cuando siembra tanto dolor en la vida de los seres con quienes compartimos la vida? Pero finalmente la muerte no ofrece ninguna de las soluciones deseadas, no alcanzando ninguno de los objetivos pretendidos.
El suicida, una vez asestado el golpe contra sí mismo se encuentra ante una nueva y más terrible realidad, la de que sigue viviendo, que sigue sintiendo. No encuentra la tan anhelada paz, tampoco tiene fin la situación desesperante que lo envolvía, y el no sentir no tiene lugar en ningún momento. Él es consciente de cada instante de todos los acontecimientos que le envuelven; ve el dolor de sus familiares, percibe el dolor infringido contra su cuerpo físico y permanece mucho tiempo vinculado a estas emociones y sentimientos desgarradores.
Debido a que somos espíritus inmortales, el suicidio no consigue el fin pretendido. El suicida no encuentra el descanso esperado, enfrentándose ahora con una nueva dificultad añadida, con el recuerdo imborrable del acto de violencia perpetrado contra sí mismo. La explicación para este fenómeno es que la conciencia es preexistente al momento de la creación del cuerpo físico, así como tampoco se destruye una vez este mismo cuerpo físico deja de existir. La conciencia es una realidad externa a la realidad biológica.
El ser humano se compone de 3 partes: cuerpo material, cuerpo energético o periespiritu y espíritu. Con la muerte del cuerpo físico, el ser sigue existiendo, trasladando su actividad al mundo espiritual, cargando con él el shock de no haber alcanzado su objetivo de dejar de sentir, sumado a una pesada carga de dolor por el trauma impuesto a su propia constitución somática y a sus seres queridos.
Según la OMS un 90% de las personas que han puesto fin a su vida suicidándose tenían un trastorno mental y un 60% de ellas estaba deprimida al momento de suicidarse. Gracias al conocimiento espírita podemos añadir, que el 100% de los casos presenta además, un componente espiritual de obsesión o influencia espiritual perniciosa.
El Espiritismo en la prevención del suicidio .- ¿Qué podemos hacer desde punto de vista espiritual para contribuir con este cuadro de recuperación y superación de las tendencias suicidas?
Además de ofrecer una creencia espiritual y una educación en valores -que completarán el proceso de mejora iniciado a nivel clínico- el Espiritismo, desde hace 154 años, ofrece elementos prácticos que vienen siendo aplicados como terapías espirituales de probada eficacia, como los pases o aplicación de bioenergía, la adoctrinación y el estudio del evangelio.
A través de las terapías espíritas, se propicia atendimiento en los dos planos, el material y el espiritual, para fortalecer el enfermo del alma, pero también para combatir la influencia espiritual externa de la que es objeto, debido a la sintonía con las fajas de sufrimiento que tiene lugar porque el suicida cultiva los pensamientos negativos y de auto destrucción.
El Espiritismo resulta un factor protector, al ofrecer a los hombres, educación espiritual, que le esclarecen en cuanto al origen de los sufrimientos y su relación con la ley de causa y efecto. A la vez que viene a traer un mensaje de esperanza, al dejar claramente establecida la transitoriedad del sufrimiento.
Se cuentan a millones las personas que han encontrado en el centro espírita un espacio para el autoconocimiento y el crecimiento personal, que les han retirado definitivamente de esta senda de dolor.
La esperanza constituye un elemento a ser reincorporado en la vida del potencial suicida. Recuperar la seguridad acerca de la temporalidad de los problemas. La vida de una persona, está marcada por etapas, por definición, una etapa es un período de tiempo, una fracción. Las etapas se suceden, en la naturaleza tenemos el ejemplo de las estaciones del año, el invierno es seguido de la primavera, la noche cede paso a la llegada del día. Todo en la vida es cíclico, temporal, finito. Lo único permanente en la vida, somos nosotros, que seguimos existiendo siempre, como espíritus eternos.
En cuanto a la cuestión espiritual, es necesario ofrecer al ser humano una educación en valores que le conecten con su naturaleza real, con el facto de que un ser humano es un espíritu eterno en evolución. Algunos de nosotros, en la actual encarnación estamos viviendo momentos difíciles, vivimos en crisis moral, económica y existencial. Son tiempos difíciles, tiempos de cambios.
Comprender la esencia de la vida, como un período de aprendizaje, en el cual nos enfrentamos a pruebas con el fin de superar dificultades y crecer. Hacerse conocedor de la ley de causa y efecto, entendiendo así que nuestra vida y las pruebas que ella conlleva han sido organizadas con nuestra participación, colocándonos en una nueva posición de responsables y creadores de nuestras realidad y sustrayéndonos del lugar de víctimas que nos hace hundirnos en sentimientos de negación y dolor. Estas son algunas de las herramientas claves en la superación de las dificultades, ofrecidas por el Espiritismo.
Nos sentimos vacíos porque después de 200 años de revolución industrial descubrimos que el materialismo que nos hizo vivir mejor, que nos proporcionó bienestar y confort, no trató igualmente nuestras almas hambrientas de entendimiento. El dolor que sienten, que les lleva a creer que no vale la pena seguir, nace en parte de este vacío, de la falta de referencia en la realidad inmediata. Miremos nuevamente nuestras vidas. ¿Qué es una existencia en una eternidad? Algo así como un día que se va, al cual sucederán nuevos días y desafíos.
El conocimiento de nuestra realidad espiritual, el entendimiento de las leyes que rigen nuestras acciones, estableciendo una relación de causa y efecto con los sucesos vividos en el día a día, representan al mismo tiempo una gran liberación y un llamado de esperanza. Saber que los problemas de hoy, son el resultado de los problemas del ayer –provenientes de esta vida o de anteriores reencarnaciones- cuando hemos utilizado nuestro libre albedrio de forma desarmoniosa, generando problemas de causa y efecto; nos da la seguridad que si ahora buscamos ayuda para salir de la situación crítica en que nos encontramos y damos una nueva dirección a nuestras vidas, esta misma ley de causa y efecto, nos garantizará en el mañana, nuevas experiencias marcadas por la esperanza y por nuevas oportunidades de vivir en armonía.
Pequeñas acciones en la prevención del suicidio .- Se ha demostrado que divulgar el dolor producido por el acto suicida en los supervivientes actúa como medida disuasoria.
Una pequeña dificultad que se encuentran en el camino; la idea del posible sufrimiento que impondrá a sus familiares y amigos; una duda razonable acerca de que la vida continua en el más allá, pueden ser los elementos disuasorios que el potencial suicida necesita para pedir ayuda y dar nuevo rumbo a su dolor.
Los factores protectores aunque no eliminan el riesgo de suicidio, pueden contrarrestar la extrema tensión de los acontecimientos de la vida, reduciendo el riesgo de suicidio.
Destacamos algunos:
• Apoyo de la familia, amigos y otras personas importantes;
• Creencias religiosas, culturales y étnicas;
• Participación en la comunidad a través del trabajo y del uso constructivo del tiempo libre;
• Acceso a servicios de salud mental.
Luciana Reis Centro Espírita Puerto de Esperanza, Vila-real
Tomado de la Revista Actualidad Espírita nº7
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¿
Quién puede ser médium ?
Todos
en alguna medida somos sensitivos y susceptibles de poder
desarrollar una mediumnidad propiamente dicha; todos poseemos en
diversos grados alguna clase de facultad psíquica o mediúmnica,
aunque su desarrollo proviene de causas independientes de la voluntad
de la persona por serlo o por desarrollarlo.
La
mediumnidad no es patrimonio especial de grupos ni privilegio de
algunos; es inherente al Espíritu que la emplea, unas veces como
encarnado desde el lado de acá, y otras veces como desencarnado
desde el lado de allá, para el llevar a cabo el intercambio y
comunicación, entre ambos planos de la vida: el físico y el
espiritual.
La
inmensa mayoría de las personas somos mediums intuitivos, sin tener
conciencia de ello, pues al hablar de temas elevados con otras
personas, a veces estamos siendo intérpretes de Espíritus que
sintonizan con nosotros y se aproximan atraídos por la seriedad y
transcendencia del tema de conversación; por el contrario cuando
caemos en conversaciones ligeras, mundanas o fútiles en las que
además no cuidamos nuestras expresiones, estamos atrayendo Espíritus
desequilibrados que sintonizan con nosotros, haciéndonos portavoces
de sus ideas e inducciones.
El
poseer o no una facultad psíquica o mediúmnica, es algo que no
depende de la voluntad de la persona, porque ha podido nacer con
ella, o se le ha podido despertar posteriormente, independientemente
de sus creencias o aceptación. Por ello, a los que la tienen, en un
momento dado y por causas relacionadas con su actitud negativa, se
les puede retirar o anular desde el plano espiritual de modo
temporal o definitivo. Es por esto que ningún médium consciente de
su facultad debería envanidecerse por poseerla, pues en muchas
ocasiones la mediumnidad se otorga a aquellos espíritus más
endeudados, como una valiosa herramienta para su rescate espiritual,
o sea, que a mayor facultad mediúmnica, mayor indicio de que su
pasado no ha sido muy ejemplarizante....
Cuando
el médium obra en su facultad, la energía de los diversos
espíritus lo va envolviendo mediante la sintonía vibratoria entre
ambos lados de la vida, y esto aunque no se ve, la persona que tiene
una facultad mediúmnica, aunque sea incipiente, lo puede notar o
intuir, por lo que podemos afirmar que esta energía o vibración
que, en ambas direcciones sintoniza con los espíritus
desencarnados, es una realidad de orden psíquico, que en las
personas reside en el encéfalo, concretamente en la glándula
Pinneal , situada en el centro del cerebro, entre los dos
hemisferios, coincidiendo su localización precisamente con el chacra
coronario.
Como
dato curioso y significativo, es de señalar que en el año 1.989 se
hizo en Islandia una encuesta sobre si se había tenido alguna vez
alguna clase de contacto con el “más allá”, y la respuesta fue
afirmativa en un 41% de la población encuestada.
- Jose Luis Martín-
“El
mejor médium para el mundo espiritual no es el que sea mayor
portador de facultad, sino el que esté siempre dispuesto a aprender
y pronto a servir”
“Paz
y Renovación”-Espíritu Albino Teixeira-Psicografía de Chico
Xavier-
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COMPORTAMIENTO DEL
ESPIRITA EN UN VELATORIO
Recientemente,
fuimos a un velatorio y nos vimos obligados a escuchar a un “pastor”,
predicando la insostenible tesis de la unicidad de las existencias. Asunto
inoportuno para la ocasión. El religioso, siempre con la biblia de hojas desgastadas debajo del brazo, humedecido de sudor, ciertamente, fue
invitado a hablar del tema por solicitud
de la familia del desencarnado. Detalle: tales parientes “creyentes”, del
“muerto”, sabían que los espiritas estarían presentes en el local. Al revés, podrían haber aprovechado la oportunidad en la
sepultura del cadáver para orar o discurrir, sin afectación, sobre la
inmortalidad del alma (como enseñó Jesús) y sobre el valor de la existencia
humana. Sin embargo, infelizmente, para esos cristianos, narcotizados por la
idea de “salvación” y que pensaban poder comprar la “felicidad eterna” a
través de los diez por ciento “donados”
para la iglesia, “la muerte aun expresa una realidad casi totalmente incomprendida en la Tierra” (1)
En otra ocasión,
fui informado, por una gran amiga, líder espirita en DF, de quien un hermano, también espirita conocido en la
ciudad, le solicitó un espacio en el salón de conferencias, para velar un
cuerpo ( el desencarnado era adinerado). ¿El velatorio (2), en el centro
espirita? Nos reímos, lamentando el triste
episodio. Es obvio decir que la solicitud del inmaduro compañero le fue negada.
¡Velatorio! Ese
es nuestro tema. Esa celebración se desvió, y mucho, del sentido religioso,
pues, por encima de las emociones justificables, por parte de los parientes y
amigos, se celebra un funeral las dispensas excesivas con flores, santos,
escapularios, velas [el uso de velas no tiene valor para el espirita, pues solo
imprime un aspecto más lúgubre a la muerte], etc., etc. La eventual
preocupación con la conservación de los túmulos, que, normalmente, solo son
recordados en el día consagrado a los muertos, en el mes de Noviembre, responden
por un protocolo social, también, extravagante. No debemos convertir las necrópolis vacías en “salas de visita al más allá”, como
nos recuerda el escritor Richard Simonetti, (3) porque, hay locales más
indicados para expresar nuestro sentimiento a los que ya desencarnaron.
No
aprobamos, ni reprobamos, intransigentemente, los homenajes fúnebres, en la
memoria de alguien, pues, “son justas y de buen ejemplo”. (4) Todavía, la
Doctrina Espirita revela que el deseo de
perpetuar el recuerdo que las personas dejan de si, en los imponentes mausoleos, viene del duro acto
de orgullo. “La suntuosidad de los monumentos fúnebres, determinada por los
parientes que desean honrar la memoria
del fallecido, y no por este, forma parte del orgullo de los parientes, que
quieren honrarse a sí mismos. No siempre es por el muerto por quien se hacen
esas demostraciones, sino por el amor
propio, por consideración al mundo y
para exhibición de la riqueza.” (5)
Debemos siempre evitar, en los funerales, las honras materiales exageradas y las escenas, pues, considerando
que, “no siempre el Espíritu se desliga enseguida del cuerpo” (6), urge que le
enviemos cargas mentales favorables de
bendiciones y de paz, a través de la oración sincera, principalmente, en los
últimos momentos que anteceden al
entierro o a la cremación. La ofrenda de coronas y flores debe transformarse
“en donativos para las instituciones asistenciales de Caridad, sin espíritu sectario”. (7)
¡Pásmense! Ya,
hasta, inventaron el velatorio virtual (visualizado a distancia) en las
ceremonias fúnebres de seres queridos y el encaminamiento de las condolencias
vía email. Las salas del velatorio fueron equipadas con cámaras que permiten, en tiempo real, una visión
general del público y de personas por
las que está siendo velada. En esos casos, los parientes y amigos pueden
enviar mensajes de condolencia para la
familia por medio de un link en el site que ofrece técnicas de preparación de
los cuerpos como es el tanatorio, (8) y el quematorio, además de productos
como, las urnas, mantos, vestuario etc. Sobre eso, sabemos que, cuando comparecemos a un velatorio, cumplimos
un sagrado deber de solidaridad, ofreciendo consuelo a la familia. “Infelizmente, tendemos a hacerlo por el
medio, de la presencia física, ignorando
lo que podríamos definir por una compostura espiritual.
Analicemos el conocido episodio de la desencarnación del cantante y actor, Michael
Jackson. Más de medio millón de admiradores, de todo el mundo, solicitaron
entradas para el servicio fúnebre de su cuerpo, realizado en los siguientes días. Nuestro hermano “el rey del Pop”,
ciertamente, está en la más atroz penuria en una dimensión póstuma, debido a
las locas emanaciones de energías mentales desfavorables de los
“fans”. En razón de eso, admitimos que, en ese caso, son felices los oscuros indigentes,
porque son velados en las cámaras de los
institutos médico-legales, porque el velatorio y la sepultura son, casi
siempre, más un motivo de sufrimiento para el desencarnado. Es obvio que las
oraciones, por los Espíritus que acaban de dejar la Tierra, tienen por fin, no solamente, proporcionarles una prueba de
simpatía, sino, sobre todo, el ayudarles a liberarse de las ataduras terrenas, abreviando la
perturbación que, normalmente, ocurre después
de la separación del cuerpo, y quedando más tranquilo a su despertar.
(10) En el caso en discusión, los idólatras transmiten emociones angustiosas aun a su pesar, razón por la cual sus suplicas desligadas tienen un alcance
limitado.
Imaginemos la
situación desagradable del Espíritu, aun ligado al cuerpo, sumergido en un
océano de vibraciones heterogéneas emitidas por personas, en parte por la
admiración, , pero actuando como indisciplinados espectadores y dificultando la
tarea del diligente equipo de socorro, en el esfuerzo por retirar a un herido
de los escombros de una casa que se
hundió. ¡“Contribución” lamentable, esa! ¡”Preso a la residencia temporal,
transformada en ruina por la muerte, el desencarnado, en estado de
inconsciencia, recibe el impacto de esas
vibraciones desordenadas que lo envuelven
penosamente, particularmente las de
carácter personal. Como si viviese una terrible pesadilla de la que quiere despertar,
lucha por readquirir el dominio del cuerpo, quedando angustiado y afligido”.
(11)
Son muchos los
que, a titulo de despedirse del “difunto”, hacen del camino al cementerio una
extensión discutiendo asuntos triviales como política, negocios y fútbol
– cuando no, cosas peores. Eso,
obviamente, hará más penosa la travesía
entre los dos mundos. Más que nunca, el desencarnado, en esos momentos, precisa de
vibraciones de armonía, que solo se forman a través de la oración sincera y de
ondas mentales positivas. En el libro Conducta
Espirita, el Espíritu André Luiz advierte: “proceder correctamente en
los velatorios, callando anécdotas y jocosidad en torno a la persona
desencarnada, tanto como cuchicheos impropios al pie del cuerpo inerte. El
compañero recién desencarnado pide, sin palabras, la caridad de la oración o
del silencio que le ayuden a rehacerse.” (12) Es importante expulsar de
nosotros “cualquier conversación ociosa,
tratos comerciales o comentarios impropios
en los entierros a los que comparecemos”. (13) Porque, la “solemnidad mortuoria es un acto
de respeto y dignidad humana”. (14)
Lamentablemente,
“pocos se dan al trabajo siquiera de reducir el volumen de la voz, en un
estrepito increíble, principalmente al aproximarse el horario del entierro,
cuando el recinto acoge mayor número de
personas”. (15) Tenemos motivos de sobra
para el comedimiento. Por eso, cultivemos el silencio, conversando, si es
necesario, en voz baja, de forma edificante. Hablemos del muerto con
discreción, evitando presionarlo con recuerdos y emociones que permitan el perturbarlo, principalmente, si fueran
trágicas las circunstancias de su fallecimiento. Oremos mucho en su beneficio,
porque, se muere como se vive. Si no conseguimos mantener semejante
comportamiento, será mejor que nos retiremos del ambiente, evitando engrosar el
barullo de voces y vibraciones irrespetuosas,
que tanto atormentan al desencarnado, como a los que comparecen con
objetivos nobles de captar energías de los planos superiores, de foco casual, a
favor del prójimo que parte para otra dimensión.
Es oportuno
también explicar al amigo lector que la perturbación que sigue a la muerte nada
tiene de, insoportable, dolorosa para el justo, aquel que estuvo en la Tierra,
sintonizado con el bien. En cambio, los que vivieron presos al egoísmo, esclavos de los vicios y
ambiciones mundanas, la muerte es una noche, llena de horrores, ansiedades y
angustias, a pesar de esa perturbación ser considerada el estado normal en el
instante de la muerte y perdurar por tiempo indeterminado, variando de alguna horas a algunos años. En alguna
personas, ella es de cortísima duración, casi imperceptible, y nada tiene de dolorosa
– podría ser comparada como un leve despertar. No en tanto, para otras, el
estado de perturbación puede durar muchos años, hasta siglos, y puede
configurar un cuadro de sufrimiento severo, con angustias y acerbos temores.
Algunos Espíritus se sumergen en un
sueño profundo y, en ese estado, quedan
durante un tiempo, y durante un tiempo muy variable. “El conocimiento que nos
ha sido posible adquirir de las condiciones de la vida futura ejerce gran
influencia en nuestros últimos momentos; nos da más seguridad; abrevia la
separación del alma. “ (16)
El equilibrio
mental de los familiares, ante el desencarnado, será de fundamental importancia
en la recuperación del Espíritu. Pensamientos de rebeldia y desesperación lo
golpean como dardos mentales de dolor y de angustia, dificultando su
recuperación. La actitud inconformista de la familia puede crear “telas de
retención”, prendiendo al Espíritu a su cuerpo. Es natural que muchos lloren en
la hora de la muerte, sin embargo, conteniendo la desesperación. Es menester
que nos resignemos ante ese fenómeno natural de la vida, aunque, algunas
veces, inesperado, viendo, en eso, la la manifestación de la Sabia Voluntad que
nos dirige los destinos. En verdad, las lágrimas pueden, hasta, aliviarnos el
corazón, entre tanto, la actitud del
espirita debe ser de comprensión y oración. El día que tengamos la certeza de
que el que enterramos no es este o aquel ser, más sino solo un cuerpo que sirvió para
la valoración existencial de alguien que amamos, y que ese alguien estará siempre presente en
nuestra memoria, pues lo que, experimentamos, solamente es un intérvalo
momentáneo, si es comparado con la eternidad, nuestro comportamiento será
otro, mucho más armonioso con ese
fenómeno biológico, al que denominamos “muerte”.
Jorge Hessen
***************" Use la gentileza, pero de modo especial dentro de su propia casa.
Experimente atender a los familiares tal como usted trata a las visitas.
- André Luiz -
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REFLEXIONES,
CONSEJOS DE ALLAN KARDEC
R.E. de enero de 1859
- Proposiciones Fundamentales
Cuál puede ser la utilidad de la propagación de las ideas espiritas?
.Al ser el Espiritismo la prueba palpable y evidente de la existencia, de la individualidad y de la inmortalidad del alma, es la destrucción del materialismo, de esa negación de toda religión, de esa llaga de toda sociedad. El número de materialistas que Él ha conducido hacia ideas más sanas es considerable y aumenta todos los días: sólo esto ya sería un beneficio social. Él no sólo prueba la existencia del alma y su inmortalidad, sino que muestra su estado feliz o infeliz según los méritos de esta vida. Las penas y las recompensas futuras no son más una teoría: son un hecho patente que lo tenemos bajo nuestros ojos. Ahora bien, como no hay religión posible sin la creencia en Dios, en la inmortalidad del alma, en las penas y recompensas futuras, el Espiritismo hace revivir esas creencias en aquellos en los cuales ellas estaban apagadas, deduciéndose de esto que Él es el más poderoso auxiliar de las ideas religiosas: da religión a los que no la tienen; la fortifica en aquellos en que ella es vacilante; consuela por la certeza del futuro, hace tomar con paciencia y resignación las tribulaciones de esta vida y desvía el pensamiento del suicidio, pensamiento que es rechazado naturalmente cuando se ve sus consecuencias: he aquí por qué son felices los que han penetrado esos misterios; es para ellos una luz que disipa las tinieblas y las angustias de la duda.
Si consideramos ahora la moral enseñada por los Espíritus superiores, ella es toda evangélica: con esto está todo dicho; predica la caridad cristiana en toda su sublimidad, y hace más, muestra su necesidad para la felicidad presente y futura, porque las consecuencias del bien y del mal que hacemos están allí delante de nuestros ojos. Al reconducir a los hombres a los sentimientos de sus deberes recíprocos, el Espiritismo neutraliza el efecto de las doctrinas subversivas del orden social.
¿No pueden esas creencias ser un peligro para la razón?
- Todas las Ciencias uno han proporcionado su contingente a las casas de alienados? ¿Hay, que condenarlas por esto? Las creencias religiosas, ¿no están allí ampliamente representadas? ¿Sería justo, por eso, proscribir la religión?
¿Se conocen a todos los locos que el miedo al diablo ha producido? Todas las grandes preocupaciones intelectuales llevan a la exaltación y pueden influir de modo perjudicial sobre un cerebro débil; tendría fundamento en verse. en el Espiritismo un peligro especial en este aspecto sí Él fuese la única causa o, incluso, la causa preponderante de los casos de locura. En resumen, el Espiritismo no ofrece, en este aspecto, más peligro que las mil y una causas que la producen diariamente; digo más: que Él ofrece mucho menos peligro, porque lleva en sí mismo el correctivo y, por la dirección que da a las ideas, por la calma que proporciona al espíritu de los que lo comprenden, puede neutralizar el efecto de causas extrañas.
¿No son las creencias espiritas la consagración de las ideas supersticiosas de la Antigüedad y de la Edad Media, y no pueden ellas darles crédito?
-Las personas sin religión, ¿no tachan de superstición a la mayoría de las creencias religiosas? Una idea sólo es supersticiosa cuando es falsa; deja de serlo si se vuelve una verdad. Está probado que en el fondo de la mayoría de las supersticiones hay una verdad amplificada y desnaturalizada por la imaginación. Ahora bien, quitar a esas ideas todo su atavío fantástico y no dejar más que la realidad, es destruir la superstición: tal es el efecto de la Ciencia Espírita, que pone al desnudo lo que hay de verdadero y de falso en las creencias populares. Por mucho tiempo las apariciones han sido consideradas como urna creencia supersticiosa; hoy, que son un hecho probado y -más que eso- perfectamente explicado, entran en el dominio de los fenómenos naturales. Por más que se las condene, no se las impedirá producirse; pero aquellos que se dieron cuenta y las comprenden, no solamente no se asustan, sino que están satisfechos, y esto sucede a tal punto que aquellos que no las tienen desean tenerlas. Al dejar el campo libre a la imaginación, los fenómenos incomprendidos son la fuente de una multitud de ideas accesorias, absurdas, que degeneran en supersticiones. Mostrad la realidad, explicad la causa, y la imaginación se detiene en el limite de lo posible; lo maravilloso, lo absurdo y lo imposible desaparecen, y con ellos la superstición; tales son, entre otras, las prácticas cabalísticas, la virtud de los signos y de las palabras mágicas, las fórmulas sacramentales, los amuletos, los días nefastos, las horas diabólicas y tantas otras cosas de las cuales el Espiritismo bien comprendido demuestra el ridículo.
Frases extraídas de las obras de Allan Kardec
- Juan Carlos Mariani
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