Contenido del Blog en este día:
- Evocación de los Espíritus
- Salud y equilibrio
- Cuando te abandonan
- Responsabilidad espiritual
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EVOCACIÓN DE LOS
ESPÍRITUS
Allan Kardec, repitiendo
las experiencias de los grandes iniciados del pasado, en los tiempos modernos
se hizo notable, por sus excelentes cualidades morales y culturales que le
engalanaban la personalidad, sobre todo por el coraje, la serenidad y la
nobleza con que evocaba a los espíritus.
En la antigüedad oriental
era común la práctica de la evocación de los muertos, en todas las culturas, en
la intimidad de los templos endiosaban a los adivinos, oráculos y sacerdotes, profetas
y pitones que eran quienes conseguían traducir el pensamiento, pues a través de
su sensibilidad ellos regresaban al contacto humano.
En Grecia, se volvieron
notables los santuarios, en los cuales ocurrían las evocaciones de los dioses,
especialmente el de Delfos, que ha quedado como referencia histórica sobre la
legitimidad de las comunicaciones entre los seres que desencarnaron con los
hombres.
El cristianismo primitivo
sentó sus bases espirituales en el intercambio con las divinidades protectoras,
que se presentaban espontáneamente, conduciendo a las mentes y apoyando a los
hombres en sus emprendimientos elevados.
Este intercambio se
reinició con Jesús, cuyo advenimiento fue anunciado por espíritus nobles y toda
su vida fue marcada por la incesante comunicación con los desencarnados, muchas
veces realizándola Él mismo después de su muerte y culminándola con su
inolvidable aparición al joven Saulo, a quien convocó en las puertas de
Damasco, para un ministerio sin igual.
Más adelante, en las
reuniones de los discípulos y de los continuadores de Su Obra de amor, las
comunicaciones espirituales se volvieron el vehículo seguro para el éxito del
despertar de conciencias, volviéndose un elemento de apoyo de las nacientes
comunidades.
San Juan Crisóstomo, San
Basilio, Orígenes, Constantino, entre muchos, fueron excelentes médiums que las
fuerzas del más allá conducían con facilidad, inscribiendo en las páginas de la
historia sus honestos testimonios con respecto a la vida trascendental y sobre
la interferencia en sus vidas de los seres espirituales.
En los siguientes siglos,
ocurrieron extraordinarios fenómenos, dando prueba de la comunicación de los
espíritus, trayendo el mensaje de alivio y de apoyo durante la Edad Media y la
confirmación de la sobrevivencia en el período de la Edad Moderna.
Sin embargo, Allan Kardec
bajo el comando del Espíritu de Verdad que supervisaba la misión, evocó a
entidades espirituales diferentes, manteniendo con ellas diálogos notables,
gracias a los cuales elaboró la codificación espírita.
La tarea misionera que le
fue concedida, la elevada moral con la que se cubría, la sinceridad y nobleza
de propósitos que mantenía, la lucidez peculiar que poseía, funcionaban como
credenciales para las evocaciones que hacía con la finalidad de aprender,
recoger informaciones, constatar datos, aquilatar valores culturales y elaborar
las obras, teniendo la administración superior de Jesús, que regresaba a la
Tierra en la condición del Consolador.
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Los resultados fueron tan
eficientes y seguros que colocó todo un capítulo, el número veintitrés de El
Libro de los Médiums, sobre las evocaciones, con la finalidad de orientar a
todos aquellos que pretenden con honestidad penetrar en las provincias de la
erraticidad, entrando en contacto con sus habitantes.
Pero no todos los
individuos disponen de las credenciales seguras para realizar las evocaciones,
corriéndose el riesgo de ser engañados por espíritus burlones, mistificadores,
atrasados y perversos que pululan alrededor de los hombres y que sólo respetan
las vibraciones de carácter diamantino y las irradiaciones de los sentimientos
elevados, que los repelen.
Lo ideal en las
experiencias mediúmnicas es esperar las manifestaciones espontáneas, más
naturales, no forzadas, para aprender las técnicas de identificación así como
enseñorear los delicados procesos de comunión espiritual, pudiéndonos colocar a
salvo de las trampas y obsesiones evitables, que normalmente propician la
imprudencia y la precipitación.
Se pueden evocar a los
espíritus, pero para comenzar debemos saber que no todos están en condición de
atender a los llamados, se debe considerar el estado de evolución en que se
encuentran, las disposiciones de tiempo y ocupación, las afinidades con los
médiums y otras condiciones sutiles, que son igualmente importantes.
La presunción humana, que
piensa que todo lo puede, se vuelve un gran impedimento en el área de las
evocaciones serias, pues abre un campo de vibración para comunicaciones
vulgares y decepcionantes.
Actúan bien, aquellos que
interesados en el aprendizaje ante el intercambio espiritual, esperan que
ocurran las de naturaleza espontánea, pudiendo analizarlas y sacar de ellas
lecciones provechosas, consoladoras, necesarias a la fe racional y al
equilibrio de la paz interior.
La mediúmnidad colocada
al servicio del bien, para las tareas de socorro, es un instrumento dócil para
las comunicaciones naturales, enriquecidas en sabiduría, bajo la orientación de
los guías espirituales que seleccionarán a aquellos que se deben y pueden
comunicarse, contribuyendo al realizarlas al progreso moral del médium y la de
los asistentes, porque ésta es la elevada finalidad del trabajo mediúmnico, y
no para atender frivolidades, pasiones o incluso serias dudas, pero que son
inoportunas.
Médiums
y Mediumnidades Vianna de Carvalho Por Divaldo Pereira Franco
SALUD Y EQUILIBRIO
Para garantizar salud y equilibrio, prométase a sí mismo:
1. – Colocarse bajo los designios de Dios, cada día, a través de la oración, y sustentar la conciencia tranquila, preservándose contra ideas de culpa.
2. – Dar lo mejor de sí mismo en lo que esté haciendo.
3. – Mantener corazón y mente, actitud y palabra, actos y modos en la inspiración constante del bien.
4. – Servir desinteresadamente a los semejantes, cuanto esté al alcance de sus fuerzas.
5. – Regozijarse con la felicidad del prójimo.
6. – Olvidar conversaciones y opiniones de carácter negativo que haya leído o escuchado.
7. – Aumentar por lo menos un poco más de alegría y esperanza en todas las personas con quien estuviese en contacto.
8. – Admirar las cualidades nobles de aquellos con quien conviva, estimulándolos a desenvolverlas.
9. – Olvidar motivos de queja, sean cuales fueran.
10. – Vivir trabajando y estudiando, obrando y construyendo, en el propio perfeccionamiento y en la propia corrección, de tal modo que no se vea capaz de encontrar los fallos probables y los errores posibles de los otros.
André Luiz-Espíritu. Mensaje psicografiado por el médium Francisco Cándido Xavier-Brasil
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Cuando te abandonan
Sentirse abandonado es sentirse huérfano. Una orfandad que aniquila toda alegría y esperanzas en el porvenir. El abandono sume al ser adulto en la frecuencia del paso resbaladizo, del letargo desesperado. No existen condiciones de rendición, ni tan solo estatutos que aprobar, simplemente te dejan en la estacada de la soledad inoperativa. Proyectos inacabados que jamás verán la luz, expectativas derrotadas sin llegar a construirse.
El abandono es la mueca en la sonrisa, que da paso al dolor que queda congelado en el alma. El abandonado cubre su soledad con el crespón negro de la tristeza. El tiempo queda parado en el instante en que el otro dice adiós. Algo se rompe en el alma abandonada, sabe que no habrá retroceso, que pase lo que pase a continuación, la vida ha cambiado para ti. Suena entonces la melodía dramática del cambio inesperado. Los sentidos se agudizan ante todo aquello que convivía contigo pero apenas percibías. El hogar, ese hogar ahora vacío de sentimientos correspondidos, se llena de pesadumbre y nostalgia. Todo se cubre con la oscuridad del luto, no por quien se fue, sino por el que se queda de pie, vivo, con la muerte entre las manos. La herida se abre de par en par en el centro del corazón, y la víctima va desangrándose poco a poco. Pero nadie lo ve. El verdugo que alza su mano criminal, no será castigado por la ley. Las marcas de su violencia tan solo quedan grabadas en lo íntimo del ser humano que a duras penas puede mantenerse en pie. Sabes que no es una pesadilla, porque permaneces despierto. ¿Por qué entonces no puedes salir de este sopor que no acaba? Te rompes en mil pedazos que quedan esparcidos por todos los espacios compartidos. Son pequeñas porciones emocionales que se han convertido en un rompecabezas. El problema es que ese rompecabezas eres tú mismo y que durante mucho tiempo no sabrás como recomponerte. La cuerda floja del tiempo oprime la cotidianidad, transformando en caricaturas fantasmales los actos sencillos del presente. El silencio emocional se hace insoportable, y los ruidos de la calle acompañan la lenta agonía de quien se quiere morir. Deja de brillar por unos instantes existenciales, el faro seguro que rige el rumbo firme. El barco vital está a punto de zozobrar ante la embestida brutal en el insensible iceberg. La luz que hasta ese momento alumbraba el camino se apaga… Vuelve la claridad de la mañana día tras día, pero sigues sintiendo que la noche persiste entre las brumas oscuras que el dolor eterniza. La vida continúa con paso amenazante, cuyo anodino tic-tac martillea incesante cada minuto del día y de la noche. El cuerpo plomizo se niega a seguir los rumbos fijados por el programa humano, que ahora parece burlarse de todos los sueños y proyectos. Solo se puede llorar. Lágrimas de sentimiento, de culpa, de miedo. Lágrimas solidarias con el momento expiatorio acarician las mejillas de quien no puede entender. ¡Qué duro es ser abandonado! La sorpresa es el factor humillante de quien juega sabiendo que va a ganar. Mientras tanto, el que confía, sonríe, sin saber que en breve, caerá el telón de la vida que juntos compartieron. La verdad en ese momento se destapa con escarnio, entretanto, se dice que no puede ser verdad. Pero lo es. Es verdad que quien te amaba, no te quiere, quien te acariciaba, te golpea.
SEGUNDA PARTE
El abandono es un acto de crueldad y cobardía, exponiendo sin rubor, las sombras identificativas de aquel/lla que huye cobardemente. Existe una gran diferencia entre una separación y un abandono. La separación es la consecuencia de la falta de entendimiento, de la cual, ambos actores son conscientes. El abandono es una huida por la falta de responsabilidad ante el compromiso asumido. No abandona solo el que marcha, también muchos de los que permanecen en el mismo espacio de la convivencia, han abandonado a sus parejas al frío de la indiferencia. No comparten sus ilusiones, ni sus creencias, ni tan solo son capaces de ponerse en el lugar del otro para intentar entender. La pareja asume junta unos retos que están por llegar. Unidos deben encontrar la fuerza necesaria para apoyarse mutuamente. La convivencia es la oportunidad que se le da al individuo para que aprenda a construir su individualidad. No la individualidad egoísta, herencia de la animalidad, sino aquella que engendrará las nuevas virtudes de la conquista humanista.
Compartir a partir de la convivencia significa apoyarse en el otro, para aprender a levantarse solo. La cesión por ambas partes, en sus distintas prerrogativas, reflejan los valores fraternales a los que se renuncia en favor de los demás. Es la construcción necesaria para que ambos aprendan a construir dentro del hogar, las cualidades óptimas que formarán la psicología nueva que lo apartará definitivamente del instinto depredador. La formación de la pareja constituyó en su inicio, el núcleo esencial sobre el que se desarrollaría la evolución humana. Asentó las bases de una estructura inédita que le ayudaría a modelar los instintos agresivos, egoístas y sexuales de su anterior etapa primaria. Así que el hombre fue avanzando en las diversas conquistas de la evolución, suavizó los instintos mediante la irrupción de los sentimientos.
El abandono humano nada tiene que ver con la forma de vida animal. El animal no tiene conciencia de pareja, puesto que esta conciencia llega con el vínculo que crea el amor, aunque este sea imperfecto.
No siempre la convivencia sale bien, por lo que la sinceridad y el diálogo, serán los instrumentos adecuados para que ambos decidan sobre su próximo futuro. Cuando la afinidad se acaba y cada uno madura en direcciones diferentes, la vida siempre ofrece la oportunidad de empezar de nuevo. Podría compararse dicha situación, a una nueva encarnación, en la que el individuo toma la decisión adecuada en el marco diferencial, que ha tomado posesión de sus vidas. Ambos comprenden llegada esta situación, que una nueva etapa se abre sin tener que cerrar la otra con dolor. Jesús aseveró, que el divorcio se permitía “a causa de la dureza de vuestros corazones” En aquella época la demanda de divorcio era más un acto de capricho que de evolución. Los intereses coronaban en muchas ocasiones con un divorcio, las expectativas machistas del poder patriarcal. El abandono sin embargo, estaba condenado, por no permitir las leyes que en ningún caso, la madre y los hijos en especial, quedasen desprotegidos.
En la actualidad, ya no priman los intereses machistas, sin embargo, la voluptuosidad y el capricho, son todavía más incisivos que en épocas anteriores. Hoy no se castiga al que abandona, pero más que nunca la conciencia que nunca descansa, llama al orden progresivamente, al autor descuidado que abandonó al frío de la soledad a aquellos que le necesitaban. Si la soga de la convivencia te está ahogando, deslígate, para que tu servicio a la comunidad, a Dios y a ti mismo, no se convierta en una simiente podrida que acabe corrompiendo tu mundo interior. Si los deseos serviles y egoístas priman en el abandono de tus deberes familiares, revisa tus prioridades para que la noche del desencanto no te deje con las manos vacías y el corazón seco.
Longina
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Responsabilidad espiritual
J Herculano Pires
Dos ejemplos nos muestran, en el pasado y en el presente, la responsabilidad espiritual de nuestro comportamiento en el hogar y en la escuela. El ejemplo de Jesús, quien ejemplificó durante toda la vida y enseñó apenas durante tres años. Y el ejemplo de Kardec, quien ejemplificó hasta los cincuenta y cuatro años y solo enseñó durante doce años. Solo a partir de 1857, con la publicación de El Libro de los Espíritus, Kardec comenzó la verdadera enseñanza que traía para la Tierra. Antes de eso fue profesor y pedagogo, didacta y científico, dando más ejemplo que en teoría.
Otro gran ejemplo es el de Pestalozzi, el maestro de Kardec, que solo en la vejez se volcó hacia la Pedagogía y se tornó el maestro de su tiempo. Pestalozzi sintió que educar es amar y por esto se dedicó a la educación con toda la fuerza de su amor. Se tornó el padrecito de sus alumnos, como era tiernamente llamado por ellos. Y se hizo mendigo entre los niños mendigos para arrancarlos de la miseria moral. Por esto fracasó materialmente. No se enriqueció con la educación y sufrió las amarguras de la quiebra financiera. Pero su victoria espiritual fue gloriosa.
También Jesús, para la corta visión de los ganadores de dinero, fue un judío fracasado que murió en la cruz, la muerte más infame de aquel tiempo. Este coraje moral de no abrir la mano al lucro, a la ganancia, del rendimiento es la rueda que hace a la Tierra subir en la escala de los mundos. Solo las almas superiores la poseen. Y cuando estas almas enfrentan el juicio loco de los hombres para darnos el ejemplo de la abnegación, con esto nos demuestran la importancia del ejemplo. Deberemos pensar en estos grandes problemas para poder vencer en nuestras pequeñas tareas cotidianas. Abdiquemos de la violencia, de la irritación, del autoritarismo y de la arrogancia si quisiéramos realmente educar, si deseáramos de hecho ser padres y maestros.
La educación cristiana
La educación Cristiana reformó al mundo, pero los hombres la complicaron y desviaron. La consciencia del pecado pesó más en las almas que la consciencia de la liberación en Cristo. Tomás de Aquino enseñó: ¡madres, vuestros hijos son caballos! Educar se transformó en domar, domesticar, subyugar. La represión generó la revuelta y recondujo al mundo al ateísmo y al materialismo, a la locura del sensualismo. La Educación Espírita será el Renacimiento de la Pedagogía Cristiana. Será en ella que el ejemplo y la enseñanza del Cristo renacerán en la Tierra en su pureza primitiva. Precisamos reformar nuestros conceptos de educación a la luz de los principios espíritas y de los grandes ejemplos históricos.
Dijo una gran figura espiritualista inglesa, Annie Besant, que cada niño y cada adolescente representan planes de Dios encarnados en la Tierra y dirigidos hacia el futuro. Aprendamos a respetar estos mensajes divinos. Acordémonos de nuestra infancia y si por acaso verificamos que nuestro mensaje se perdió a lo largo de la existencia, que nuestro plan divino fuera perjudicado por los hombres, por los malos ejemplos y por las enseñanzas falsas, juremos frente a nuestro corazón que tendremos que evitar este perjuicio para las nuevas generaciones.
¡Padres, seamos maestros! ¡Maestros, seamos padres! Que cada rostro de niño abierto frente nuestro, como una flor que desabrocha, nos despierte en el corazón lo mejor de nosotros mismos, el impulso del amor. Que cada adolescente, en su inquietud y en su irreverencia – joven ego que se afirma por la oposición al mundo – no provoque nuestra ira sino que despierte nuestra comprensión y nuestra ternura.
Para domar al potro precisamos del látigo y de las espuelas, pero para educar al joven solo necesitamos amor. La Educación Espírita comienza en el hogar como una fuente oculta y debe ganar la planicie como un río tranquilo en búsqueda del mar.
J. Herculano Pires
Extraído del libro “Educación Espírita”
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Cuando te abandonan
Sentirse abandonado es sentirse huérfano. Una orfandad que aniquila toda alegría y esperanzas en el porvenir. El abandono sume al ser adulto en la frecuencia del paso resbaladizo, del letargo desesperado. No existen condiciones de rendición, ni tan solo estatutos que aprobar, simplemente te dejan en la estacada de la soledad inoperativa. Proyectos inacabados que jamás verán la luz, expectativas derrotadas sin llegar a construirse.
El abandono es la mueca en la sonrisa, que da paso al dolor que queda congelado en el alma. El abandonado cubre su soledad con el crespón negro de la tristeza. El tiempo queda parado en el instante en que el otro dice adiós. Algo se rompe en el alma abandonada, sabe que no habrá retroceso, que pase lo que pase a continuación, la vida ha cambiado para ti. Suena entonces la melodía dramática del cambio inesperado. Los sentidos se agudizan ante todo aquello que convivía contigo pero apenas percibías. El hogar, ese hogar ahora vacío de sentimientos correspondidos, se llena de pesadumbre y nostalgia. Todo se cubre con la oscuridad del luto, no por quien se fue, sino por el que se queda de pie, vivo, con la muerte entre las manos. La herida se abre de par en par en el centro del corazón, y la víctima va desangrándose poco a poco. Pero nadie lo ve. El verdugo que alza su mano criminal, no será castigado por la ley. Las marcas de su violencia tan solo quedan grabadas en lo íntimo del ser humano que a duras penas puede mantenerse en pie. Sabes que no es una pesadilla, porque permaneces despierto. ¿Por qué entonces no puedes salir de este sopor que no acaba? Te rompes en mil pedazos que quedan esparcidos por todos los espacios compartidos. Son pequeñas porciones emocionales que se han convertido en un rompecabezas. El problema es que ese rompecabezas eres tú mismo y que durante mucho tiempo no sabrás como recomponerte. La cuerda floja del tiempo oprime la cotidianidad, transformando en caricaturas fantasmales los actos sencillos del presente. El silencio emocional se hace insoportable, y los ruidos de la calle acompañan la lenta agonía de quien se quiere morir. Deja de brillar por unos instantes existenciales, el faro seguro que rige el rumbo firme. El barco vital está a punto de zozobrar ante la embestida brutal en el insensible iceberg. La luz que hasta ese momento alumbraba el camino se apaga… Vuelve la claridad de la mañana día tras día, pero sigues sintiendo que la noche persiste entre las brumas oscuras que el dolor eterniza. La vida continúa con paso amenazante, cuyo anodino tic-tac martillea incesante cada minuto del día y de la noche. El cuerpo plomizo se niega a seguir los rumbos fijados por el programa humano, que ahora parece burlarse de todos los sueños y proyectos. Solo se puede llorar. Lágrimas de sentimiento, de culpa, de miedo. Lágrimas solidarias con el momento expiatorio acarician las mejillas de quien no puede entender. ¡Qué duro es ser abandonado! La sorpresa es el factor humillante de quien juega sabiendo que va a ganar. Mientras tanto, el que confía, sonríe, sin saber que en breve, caerá el telón de la vida que juntos compartieron. La verdad en ese momento se destapa con escarnio, entretanto, se dice que no puede ser verdad. Pero lo es. Es verdad que quien te amaba, no te quiere, quien te acariciaba, te golpea.
SEGUNDA PARTE
El abandono es un acto de crueldad y cobardía, exponiendo sin rubor, las sombras identificativas de aquel/lla que huye cobardemente. Existe una gran diferencia entre una separación y un abandono. La separación es la consecuencia de la falta de entendimiento, de la cual, ambos actores son conscientes. El abandono es una huida por la falta de responsabilidad ante el compromiso asumido. No abandona solo el que marcha, también muchos de los que permanecen en el mismo espacio de la convivencia, han abandonado a sus parejas al frío de la indiferencia. No comparten sus ilusiones, ni sus creencias, ni tan solo son capaces de ponerse en el lugar del otro para intentar entender. La pareja asume junta unos retos que están por llegar. Unidos deben encontrar la fuerza necesaria para apoyarse mutuamente. La convivencia es la oportunidad que se le da al individuo para que aprenda a construir su individualidad. No la individualidad egoísta, herencia de la animalidad, sino aquella que engendrará las nuevas virtudes de la conquista humanista.
Compartir a partir de la convivencia significa apoyarse en el otro, para aprender a levantarse solo. La cesión por ambas partes, en sus distintas prerrogativas, reflejan los valores fraternales a los que se renuncia en favor de los demás. Es la construcción necesaria para que ambos aprendan a construir dentro del hogar, las cualidades óptimas que formarán la psicología nueva que lo apartará definitivamente del instinto depredador. La formación de la pareja constituyó en su inicio, el núcleo esencial sobre el que se desarrollaría la evolución humana. Asentó las bases de una estructura inédita que le ayudaría a modelar los instintos agresivos, egoístas y sexuales de su anterior etapa primaria. Así que el hombre fue avanzando en las diversas conquistas de la evolución, suavizó los instintos mediante la irrupción de los sentimientos.
El abandono humano nada tiene que ver con la forma de vida animal. El animal no tiene conciencia de pareja, puesto que esta conciencia llega con el vínculo que crea el amor, aunque este sea imperfecto.
No siempre la convivencia sale bien, por lo que la sinceridad y el diálogo, serán los instrumentos adecuados para que ambos decidan sobre su próximo futuro. Cuando la afinidad se acaba y cada uno madura en direcciones diferentes, la vida siempre ofrece la oportunidad de empezar de nuevo. Podría compararse dicha situación, a una nueva encarnación, en la que el individuo toma la decisión adecuada en el marco diferencial, que ha tomado posesión de sus vidas. Ambos comprenden llegada esta situación, que una nueva etapa se abre sin tener que cerrar la otra con dolor. Jesús aseveró, que el divorcio se permitía “a causa de la dureza de vuestros corazones” En aquella época la demanda de divorcio era más un acto de capricho que de evolución. Los intereses coronaban en muchas ocasiones con un divorcio, las expectativas machistas del poder patriarcal. El abandono sin embargo, estaba condenado, por no permitir las leyes que en ningún caso, la madre y los hijos en especial, quedasen desprotegidos.
En la actualidad, ya no priman los intereses machistas, sin embargo, la voluptuosidad y el capricho, son todavía más incisivos que en épocas anteriores. Hoy no se castiga al que abandona, pero más que nunca la conciencia que nunca descansa, llama al orden progresivamente, al autor descuidado que abandonó al frío de la soledad a aquellos que le necesitaban. Si la soga de la convivencia te está ahogando, deslígate, para que tu servicio a la comunidad, a Dios y a ti mismo, no se convierta en una simiente podrida que acabe corrompiendo tu mundo interior. Si los deseos serviles y egoístas priman en el abandono de tus deberes familiares, revisa tus prioridades para que la noche del desencanto no te deje con las manos vacías y el corazón seco.
Longina
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Responsabilidad espiritual
J Herculano Pires
Dos ejemplos nos muestran, en el pasado y en el presente, la responsabilidad espiritual de nuestro comportamiento en el hogar y en la escuela. El ejemplo de Jesús, quien ejemplificó durante toda la vida y enseñó apenas durante tres años. Y el ejemplo de Kardec, quien ejemplificó hasta los cincuenta y cuatro años y solo enseñó durante doce años. Solo a partir de 1857, con la publicación de El Libro de los Espíritus, Kardec comenzó la verdadera enseñanza que traía para la Tierra. Antes de eso fue profesor y pedagogo, didacta y científico, dando más ejemplo que en teoría.
Otro gran ejemplo es el de Pestalozzi, el maestro de Kardec, que solo en la vejez se volcó hacia la Pedagogía y se tornó el maestro de su tiempo. Pestalozzi sintió que educar es amar y por esto se dedicó a la educación con toda la fuerza de su amor. Se tornó el padrecito de sus alumnos, como era tiernamente llamado por ellos. Y se hizo mendigo entre los niños mendigos para arrancarlos de la miseria moral. Por esto fracasó materialmente. No se enriqueció con la educación y sufrió las amarguras de la quiebra financiera. Pero su victoria espiritual fue gloriosa.
También Jesús, para la corta visión de los ganadores de dinero, fue un judío fracasado que murió en la cruz, la muerte más infame de aquel tiempo. Este coraje moral de no abrir la mano al lucro, a la ganancia, del rendimiento es la rueda que hace a la Tierra subir en la escala de los mundos. Solo las almas superiores la poseen. Y cuando estas almas enfrentan el juicio loco de los hombres para darnos el ejemplo de la abnegación, con esto nos demuestran la importancia del ejemplo. Deberemos pensar en estos grandes problemas para poder vencer en nuestras pequeñas tareas cotidianas. Abdiquemos de la violencia, de la irritación, del autoritarismo y de la arrogancia si quisiéramos realmente educar, si deseáramos de hecho ser padres y maestros.
La educación cristiana
La educación Cristiana reformó al mundo, pero los hombres la complicaron y desviaron. La consciencia del pecado pesó más en las almas que la consciencia de la liberación en Cristo. Tomás de Aquino enseñó: ¡madres, vuestros hijos son caballos! Educar se transformó en domar, domesticar, subyugar. La represión generó la revuelta y recondujo al mundo al ateísmo y al materialismo, a la locura del sensualismo. La Educación Espírita será el Renacimiento de la Pedagogía Cristiana. Será en ella que el ejemplo y la enseñanza del Cristo renacerán en la Tierra en su pureza primitiva. Precisamos reformar nuestros conceptos de educación a la luz de los principios espíritas y de los grandes ejemplos históricos.
Dijo una gran figura espiritualista inglesa, Annie Besant, que cada niño y cada adolescente representan planes de Dios encarnados en la Tierra y dirigidos hacia el futuro. Aprendamos a respetar estos mensajes divinos. Acordémonos de nuestra infancia y si por acaso verificamos que nuestro mensaje se perdió a lo largo de la existencia, que nuestro plan divino fuera perjudicado por los hombres, por los malos ejemplos y por las enseñanzas falsas, juremos frente a nuestro corazón que tendremos que evitar este perjuicio para las nuevas generaciones.
¡Padres, seamos maestros! ¡Maestros, seamos padres! Que cada rostro de niño abierto frente nuestro, como una flor que desabrocha, nos despierte en el corazón lo mejor de nosotros mismos, el impulso del amor. Que cada adolescente, en su inquietud y en su irreverencia – joven ego que se afirma por la oposición al mundo – no provoque nuestra ira sino que despierte nuestra comprensión y nuestra ternura.
Para domar al potro precisamos del látigo y de las espuelas, pero para educar al joven solo necesitamos amor. La Educación Espírita comienza en el hogar como una fuente oculta y debe ganar la planicie como un río tranquilo en búsqueda del mar.
J. Herculano Pires
Extraído del libro “Educación Espírita”
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