viernes, 3 de marzo de 2017

El Suicidio, según el Espiritismo


                                                       
ESPÍRITUS EN SUFRIMIENTO. 

                EL PRÍNCIPE OURÁN 

Burdeos, 1862... 
Un espíritu que sufre se presenta bajo el nombre de Ourán, antes príncipe ruso. 

P. ¿Queréis darnos algunos detalles sobre vuestra situación? 
R. ¡Oh! ¡Bienaventurados los humildes de corazón, porque el reino de los cielos les 
pertenece! Rogad por mí. ¡Bienaventurados son aquellos que, humildes de corazón, eligen para pasar sus pruebas una posición modesta! ¡Vosotros no sabéis, vosotros todos a quienes devora la envidia, a qué estado se ve reducido uno de los que llamáis los dichosos de la tierra! ¡No sabéis las ascuas ardientes que amontona sobre su cabeza! ¡No sabéis los sacrificios que impone la riqueza, cuando se quiere aprovechar ésta para la salvación eterna! ¡Que el Señor me permita a mí, el orgulloso déspota, venir a expiar entre los que he atropellado con mi tiranía, los crímenes que el orgullo me ha hecho cometer! ¡Orgullo! Repetid continuamente esta palabra, para no olvidar jamás que es la fuente de todos los sufrimientos que nos abruman. 
Sí, abusé del poder y del favor de que gozaba, fui duro y cruel para mis inferiores, que 
debían doblegarse a todos mis caprichos, satisfacer todas mis depravaciones. Gozaba de nobleza, honores y fortuna, y he sucumbido bajo el peso que había tomado, superior a mis fuerzas. 

Los espíritus que sucumben generalmente afirman que tenían una carga superior a sus fuerzas. Éste es un medio de excusarse a sus propios ojos, y un resto de orgullo: no quieren haber faltado por su culpa. 
Dios no da a nadie más carga de la que se puede llevar, ni pide a nadie más de lo que puede dar. No exige que el árbol naciente tenga los frutos de aquel que está en toda su lozanía. Dios da a los espíritus la libertad, y lo que les falta es la voluntad, y la voluntad depende de ellos solos. Con la voluntad no hay inclinaciones viciosas que no se puedan vencer, pero cuando uno se complace en una inclinación, es natural que no se hagan esfuerzos para vencerla. Es preciso, pues, no culpar sino a sí mismo de las consecuencias que resulten. 

P. Tenéis la conciencia de vuestras faltas, lo cual ya es el primer paso hacia vuestro 
mejoramiento. 
R. Esta conciencia es también un sufrimiento. Para muchos espíritus el sufrimiento es un 
efecto casi material, porque con tendencias afines aún a la materialidad de su última existencia, no perciben las sensaciones morales. Mi espíritu está separado de la materia, y el sentimiento moral ha aumentado, con todo, lo que las sensaciones que se creen físicas tenían de horrible. 
P. ¿Entrevéis un término a vuestros sufrimientos? 
R. Sé que no serán eternos. El término no lo entreveo todavía, porque me es necesario antes volver a empezar la prueba. 
P. ¿Esperáis volver a empezar pronto? 
R. No lo sé aún. 
P. ¿Tenéis el recuerdo de vuestros antecedentes? Os lo pregunto con un fin instructivo. 
R. Sí, tus guías están aquí y ellos saben lo que te conviene. Viví en tiempo de Marco 
Aurelio. Entonces, poderoso también, sucumbí al orgullo, causa de todas las caídas. Después de estar errante siglos enteros, quise ensayar una vida oscura. Pobre estudiante, mendigué mi pan, pero el orgullo no me abandonaba; el espíritu adquirió ciencia, pero no virtud. Sabio y ambicioso, vendí mi alma al mejor postor, sirviendo a todas las venganzas y a todos los odios. Me reconocía culpable, pero la sed de honores, de riquezas, ahogaba los gritos de mi conciencia. La expiación fue también larga y cruel. En fin, quise en mi última encarnación volver a comenzar una vida de lujo y de poder. Pensando dominar los escollos, no hice caso de los avisos. Orgullo que de nuevo me condujo a fiarme de mi propio juicio antes que del de los amigos protectores que no cesan de velar sobre nosotros. Tú sabes el resultado de esta última tentativa. 
Hoy comprendo ya, y espero en la misericordia del Señor. Pongo a sus pies mi orgullo 
abatido, y le pido eche sobre mis espaldas la más pesada carga de humildad, y ayudado de su gracia, su peso me parecerá ligero. Orad conmigo y para mí. Rogad también para que este demonio de fuego no devore en vosotros los instintos que os elevan hacia Dios. Hermanos en sufrimiento, que mi ejemplo os sirva, y no olvidéis nunca que el orgullo es el mayor enemigo de la dicha, porque de él dimanan todos los males que atacan a la Humanidad y la persiguen hasta las regiones celestes. 

El guía del médium: 
“Tú has concebido dudas sobre este espíritu, porque su lenguaje no te parece conforme con su estado de sufrimiento que acusa su inferioridad. No temas, has recibido una instrucción formal. 
Aunque sufra este espíritu, es lo bastante elevado en inteligencia para hablar como lo ha hecho. No le falta más que la humildad, sin la cual ningún espíritu puede llegar a Dios. Esta humildad la ha adquirido ahora, y esperamos que con perseverancia saldrá triunfante de una nueva prueba. 
“Nuestro padre celeste, lleno de justicia en su sabiduría, toma en cuenta los esfuerzos que 
hace el hombre para dominar sus malos instintos. Cada victoria conseguida sobre vosotros mismos es un peldaño salvado de esta escala, de la cual un extremo se apoya en vuestra Tierra y el otro se detiene a los pies del juez supremo. Subidlos, pues, con ánimo resuelto. Son suaves para los que tienen la voluntad fuerte. 
“Mirad siempre a lo alto para animaros, porque, ¡desgraciado de aquel que se detiene y 
vuelve la cabeza! En este caso se desvanece, el vacío que le rodea le espanta, se encuentra sin fuerzas, y se pregunta: ¿Para qué me sirve adelantar más? ¡He hecho tan poco camino! No, amigos míos, no volváis la cabeza. El orgullo está encarnado en el hombre. Pues bien, emplead este orgullo en daros fuerza y valor para acabar vuestra ascensión. Empleadlo en dominar vuestras debilidades, y subid a la cima de la montaña eterna.” 

ALLAN KARDEC.

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          EN RELACIÓN AL CAMBIO DE CICLO EVOLUTIVO PLANETARIO

¿No percibis la gestación de la tormenta que debe arrasar al viejo mundo y sumergir en la nada la suma de la iniquidades terrestres? ¡Ah! Bendecid al Señor, vosotros que habéis depositado vuestra fe en su soberana justicia y que, nuevos apóstoles de la creencia revelada por proféticas voces superiores, vais a predicar el dogma nuevo de la reencarnación y de la elevación de los espíritus, conforme éstos hayan cumplido bien o mal sus misiones y soportado sus pruebas terrenales. 
¡No tembléis más ! Las lenguas de fuego están sobre vuestras cabezas. ¿Oh, verdaderos adeptos del Espiritismo, sois los electos de Dios! Id y predicad la divina palabra. Ha llegado la hora en que debéis sacrificar, para divulgarla, vuestros hábitos, trabajos y ocupaciones fútiles. Id y predicar. Los espíritus de lo Alto están con vosotros. Bien es verdad que hablaréis a personas que no querrán escuchar la voz de Dios., porque esa voz las llama sin cesar al renunciamiento de sí mismas. Predicaréis el desinterés a los avaros, la abstinencia a los disolutos, la mansedumbre a los tiranos domésticos tanto como a los déspotas de los pueblos. Palabras perdidas, bien lo sé, pero, ¡qué importa ello! Es preciso que reguéis con vuestros sudores el terreno que habréis de sembrar, porque éste sólo fructificará y producirá merced a los esfuerzos reiterados de la pala y el arado evangélicos. ¡Id y predicad!. 
Sí, todos vosotros. hombres de buena fe, que creéis en vuestra inferioridad al contemplar los mundos diseminados en lo infinito, partid en cruzada contra la injusticia y la iniquidad. Id y derribad ese culto del vellocino de oro que día a día se va extendiendo más. Id, que Dios os guía ! Hombres simples e ignorantes, vuestra lengua se destrabará y entonces hablaréis como ningún orador lo haga. Id y predicad, y los pueblos atentos recogerán con felicidad vuestras palabras de consuelo, fraternidad, esperanza y paz. 
¿Que importan las emboscadas que se os tenderán en el camino? Únicamente los lobos caerán en las trampas para lobos. Porque el pastor sabrá defender sus ovejas contra los matarifes que quieran sacrificarlas. 
Id, hombres que ante Dios sois grandes; que, más dichosos que Santo Tomás, creéis sin pedir ver y aceptáis los hechos de la mediumnidad aun cuando no hayáis obtenido por vosotros mismos ninguno. Id, que el Espíritu de Dios os guía......... 
¡Marcha, pues, adelante, ejército grandioso por la fe que te anima! 
¡Los grandes batallones de la incredulidad se desvanecerán ante ti cual las brumas matinales a los primeros rayos del Sol que se levanta! 
La fe es la virtud que mueve montañas, os ha dicho Jesús. 
Pero más`pesados que las mayores montañas, yacen en el corazón humano la impureza y todos sus vicios. Partid pues, con valor, para remover esa montaña de iniquidades que las futuras generaciones no deberán conocer más que como una leyenda, del modo mismo que vosotros sólo imperfectamente conocéis las épocas anteriores a la civilización pagana....... 
Sí en todos los rincones de la Tierra van a estallar trastornos y desórdenes morales filosóficos, mas se acerca la hora en que la luz divina resplandecerá sobre ambos hemisferios de vuestro globo.... 
Id, pues, llevando la palabra divina: a los grandes, que la desdeñaran; a los sabios, que os pedirán pruebas; a los simples y pequeños, que la aceptarán, porque entren esos mártires del trabajo en esta Tierra de expiación, hallaréis entusiasmo y fe. Id, que éstos recibirán jubilosos, alabando y agradeciendo a Dios, el divino consuelo que les ofrecéis, y humillando la frente darán gracias por las tribulaciones que el mundo les ha reservado.... 
¡Armese con decisión y valor vuestro ejército! ¡Manos a la obra! El arado está pronto y la tierra preparada : ¡ Arad! 
Id y agradecer a Dios la tarea gloriosa que os ha encomendado. Pero cuidaos, porque entre los llamados al Espiritismo muchos se han desviado de la senda. Atended cuál es vuestro camino y buscad la verdad....... 
Preguntaréis: Si entre los llamados al Espiritismo muchos se han desviado, ¿ cómo conoceremos a los que se encuentran en el camino recto? Responderemos: Los reconoceréis por su enseñanza y su práctica de los verdaderos principios de la caridad. Por el consuelo que den a los atribulados. Por el amor que profesen al prójimo. Por  su abnegación y altruismo. Los identificaréis, en fin por el triunfo de sus principios, porque Dios quiere que su ley salga victoriosa. Los que la obedecen son sus escogidos y vencerán. Pero los que falsearen el espíritu de dicha ley para satisfacer su vanidad y ambición, éstos serán destruidos. 
Erasto, ángel de la guarda del médium. 

El Evangelio según el Espiritismo. 
Allan Kardec 

Comentario. He reproducido todo el texto en su integridad, para que cada uno saque sus propias conclusiones, Dios nos dio el libre albedrío y nos envolvió con su amor, tenemos que esforzarnos y orientarnos hacia la ley Dios, para que el espíritu pueda purificarse y dirigirse hacia la meta eterna. 
- Marco Antonio Gonzalez-

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                                    ANTE LOS AMIGOS

Un amigo es una bendición que nos corresponde en el clima de la gratitud.
Quien dice que ama y no procura comprender ni auxiliar, ni amparar y ni servir, no salió de sí mismo al encuentro del amor en alguien.
La amistad verdadera no es ciega, pero si ve defectos en los corazones amigos sabe amarlos y entenderlos como son.
Venceremos el egoísmo en nosotros cuando nos decidamos a ayudar los seres a realizar la felicidad propia, tal cual entienden ellos deba ser la felicidad que procuran, sin cogitar de nuestra propia felicidad.
Generalmente, vemos que nuestros amigos piensan como pensamos nosotros, con todo, precisamos reconocer que sus pensamientos son creaciones originales de ellos.
La ventura real de la amistad es el bien de los seres queridos.
Así como espero que los amigos me acepten como soy, debo, de mi parte, aceptarlos como son.
Toda vez que busquemos desacreditar a este o aquel amigo, después de haber intercambiado convivencias e intimidad, nos estaremos desacreditando a nosotros mismos.
En cualquier dificultad con las relaciones afectivas es preciso recordad que toda criatura humana es un ser inteligente en transformación incesante y, a veces, el cambio de las personas que amamos no se verifica
en la dirección de nuestras preferencias.
Cuanto más amistad usted dé, más amistad recibirá.
Si Jesús nos recomendó amar a los enemigos imaginemos con que inmenso amor nos compete amar a aquellos que nos ofrecen el corazón.

FRANCISCO CÂNDIDO XAVIER
POR EL ESPÍRITU ANDRÉ LUIZ

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  EL SUICIDIO, SEGÚN EL ESPIRITISMO


 “Tan grande es el tabú del suicidio que algunos ni siquiera se atreverán a pronunciar la palabra”. Karl Menninger 


El suicidio es la 2ª causa de muerte entre los 15 y los 30 años. Se producen 1.000.000 de muertes al año en el mundo por suicidio. 

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga.” San Mateo, 11:28 a 30 

Todos los sufrimientos hallan su consuelo en la fe en el porvenir, en la confianza en la justicia de Dios, que Cristo vino a enseñar a los hombres. En cambio sobre aquel que no espera nada para después de la vida, o que simplemente duda, las aflicciones gravitan con todo su peso, y ninguna esperanza acude a dulcificar su amargura.”1 No ha existido en la historia del hombre un llamamiento a la paz y a la bondad, al amor y a la caridad, más profundo que el realizado por Jesucristo. Y sin embargo seguimos sordos a su llamada.
 Es trabajo del Espiritismo vivificar la letra y el espíritu del evangelio  de Jesús. La fuerza de la primitiva iglesia del  camino, antes de conocerse como cristianos, se obtuvo por la constatación de la supervivencia del alma a la muerte del cuerpo físico, y ese conocimiento les dio fe y valor para afrontar una de las etapas más heroicas de la humanidad: el testimonio de los primeros cristianos y su martirio. 
Hoy día se hace necesario volver a explicar la supervivencia del espíritu a través de las palabras del evangelio, la buena nueva; la vida más allá de la muerte física, especialmente para evitar caer en un error, de consecuencias terribles para las personas que se dejan seducir por un mito, la falsa huida que representa el suicidio.
Si este humilde opúsculo sirve para evitar un solo suicidio, daremos gracias a Dios por el beneficio otorgado y seremos felices de haber participado mínimamente en este trabajo.
 Esta sociedad materialista y exigente nos ofrece como meta unos objetivos que no consiguen colmar nuestros más íntimos deseos de paz y esperanza. El vértigo de este tipo de vida no nos deja ni un momento para detenernos en nuestra frenética carrera y escuchar a nuestra conciencia, esa consejera invisible pero obstinada que nos recomienda prudencia, paciencia y buen trato hacia los demás. Cuando la fuerza de las cosas nos enfrenta a situaciones realmente difíciles es cuando más necesitamos de un código de conducta, una escala de valores que nos ayude a decidir qué paso es el más apropiado para seguir adelante, evitando los errores que dificultan nuestro camino hacia la ansiada felicidad. El Espiritismo viene a recordarnos que en lo más alto de esa escala se encuentra Dios y que la negación de Él solo nos produce más dolor y hastío de la vida, especialmente en los momentos más duros, cuando necesitamos el consuelo de creer que todo sufrimiento tiene un fin, que tras la noche siempre hay un amanecer.
 Muchas personas, ante encrucijadas dramáticas en su vida, caen en el engaño de suicidio como salida fácil a los problemas, convencidos que una noche eterna caerá sobre su ser, les borrará la memoria y perderán la conciencia de sí mismos, y se entregan a la desesperación en un intento inútil de poner fin a sus padecimientos de manera rápida. 
El Espiritismo, a través del testimonio de muchos que ya cayeron en ese error, pone en evidencia la salida falsa que representa el suicidio. Estas comunicaciones nos enseñan los efectos de la equivocación presentándonos cuadros desgarradores, evocando imágenes terribles que pretenden reflejar los sufrimientos de los hermanos que sucumbieron ante las pruebas que enfrentaron, en un intento educativo de presentar a los posibles suicidas el resultado real de su pretendida liberación. 
La falta de espiritualidad, no creer en Dios, falta de fe y esperanza, el egoísmo y el orgullo unido a la exasperación por los deseos incumplidos al confiar en las ofertas constantes de placeres fáciles y felicidad instantánea, nos arrastran hacia un desequilibrio emocional, debido a la falta de un contrapeso espiritual ante todos nuestros anhelos materialistas, que envenenan nuestra mente creyéndonos con derecho a poseer y disfrutar sin freno y sin medida, sin dejarnos pensar en que todo eso tiene un precio, un alto coste, pues nos conduce al desvarío y la locura.
 Nadie puede alegar ignorancia en nuestra civilización sobre la responsabilidad por nuestra parte en el escaso eco que tiene en la población las llamadas a la ponderación, a la calma,la paciencia , la búsqueda de la paz interior de todas las escuelas espiritualistas que trabajan noblemente para mejorar la vida del ser humano y orientar sus deseos espirituales. Es preciso reconocer que el Espiritismo puede ayudar con más eficacia a aquellas personas que ven el suicidio como una solución final, porque enseña con ejemplos vivos y punzantes el resultado desastroso de esa elección. 
Nos dice alto y claro: la muerte no existe, vivimos una y otra vez, sujetos a la ley de la reencarnación,
entonces se comprende dolorosamente… el suicidio ¿Para qué sirve?
El suicida ha de afrontar la realidad de ser inmortal tan pronto consuma su acto de cobardía y en vez de encontrar el olvido en una noche sin fin se encuentra a sí mismo, más lúcido que nunca, reviviendo las escenas de su muerte que se repiten una y otra vez. Se hace necesario un relato, aunque cruel, que inspire temor ante el futuro que le espera si el suicida en ciernes no da un paso atrás en sus intenciones: Según el tipo de muerte elegido, algunos se ven con la pistola en la mano y brotando sangre de sus sienes, sufriendo un dolor que le alcanza hasta la última célula. Otros caen, una y otra vez de aquel edificio para acabar destrozados en el suelo, imaginándose eternamente en el doloroso trance del vacío. Los que se arrojaron al tren reviven continuamente el momento crítico, con toda la carga de angustia y arrepentimiento, sin poder huir del escenario. Por medio de las enseñanzas de los espíritus elevados podemos saber que la duración de estos sufrimientos tiene relación con el tiempo de vida que le quedaba al cuerpo físico desahuciado. Las fuerzas vitales del organismo, aún vigorosas, actúan de potente magnetizador que les mantiene unidos al sufrimiento ocasionado al cuerpo y les hace creer que no tienen fin, que han de presenciar eternamente el doloroso trance. Esto, finalmente, le obliga a una revisión de su conducta hasta que el remordimiento aparece como bálsamo para sus heridas vivas, alivie sus dolores y con la esperanza de encontrar un final a su sufrimiento vuelva su pensamiento a Dios y pida perdón por el daño causado. Necesitará todavía mucho tiempo para darse cuenta de la ocasión que ha desperdiciado y rogará al Padre una nueva oportunidad. No le faltarán amigos dedicados que le ayuden en su intento, pero es inevitable que se enfrente a situaciones que provocarán en él la idea del suicidio, con la finalidad de vencer sobre sus debilidades.
Hemos dicho que no estará solo, pero la decisión crítica en el último momento, con los consecuentes resultados de victoria o derrota, le corresponde únicamente a él. Cuando por fin salga victorioso de la dura prueba y regrese al mundo espiritual como vencedor de sí mismo, será recibido con palabras de reconocimiento y abrazos de amor que restituirán las últimas heridas que quedaban por cerrar, pues habrá conseguido la victoria en la batalla más difícil, contra el enemigo más implacable: nuestro orgullo y egoísmo milenario, siendo necesario reconocer que la idea del suicidio procede, en primer lugar, de nuestro egoísmo al pensar solo en nosotros y no en los amigos y familiares que abandonamos en momentos difíciles, y después de nuestro orgullo, al estimar mejor la huida que el enfrentamiento de las responsabilidades provocadas por nuestros actos.
Volvamos la mirada al Padre Creador y seamos observantes de sus leyes, que fueron instituidas como una guía a nuestro aprendizaje. Leyes Divinas que nos hablan de amor, humildad, benevolencia, esperanza y fe.
No nos dejemos arrebatar por la violencia en nuestros corazones y mantengamos viva la imagen de Jesucristo, que no rehusó del doloroso episodio de la cruz, asumiendo con calma y fe en Dios Padre la misión por la que había venido a la Tierra. Valoremos el testimonio que perdura en nuestra memoria de sus divinas palabras: “Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados.” San Mateo 5:4.  
El dolor y el sufrimiento provocan lágrimas, y si no encontramos consuelo para nuestro mal, la desesperación puede empujarnos al abismo. Detengámonos un momento, realicemos una oración y veremos llegar el consuelo tan necesitado en forma de bálsamo espiritual, pues nuevas luces aparecerán y la oscuridad se cambiará en brillante día. Una ola de amor y paz fortalecerá la unión del cuerpo y el espíritu en su tarea de afrontar dificultades para aprender y evolucionar, amar y perder, caer y levantarse, una y otra vez, para resurgir de nuevo fortalecido y más sabio en cada nueva vida, sabiendo que cuenta con el amparo divino y la solidaridad de sus amigos y familiares. El sol sale cada día y nos trae una nueva esperanza con cada amanecer, es duro y difícil afrontar nuestros errores reconociendo nuestra parte de culpa, pero preparémonos para la reparación y la conciliación con aquellos a los que hicimos daño y tendremos de nuestro lado el amor y la fidelidad de los que nos quieren desde hace ya muchas vidas, apoyándonos e inspirándonos para que podamos obtener la más difícil de las victorias: sobre nosotros mismos y nuestras debilidades.

Revista Actualidad Espiritista nº7
Jesús Valle Centro Espírita Pablo y Esteban, El Vendrell

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