Contenido de este blog en el día de hoy:
- Destinos dolorosos y difíciles
. Fluido Cósmico Universal
- Facultad de bocorporeidad
- Desertores del Espiritismo
***********************
**********************
,
- Desertores del Espiritismo
***********************
|
**********************
FLUIDO CÓSMICO UNIVERSAL
"Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas". (Respuesta dada por los Espíritus Superiores a Allan Kardec en la pág.1 de "EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS")
Hay dos elementos generales en el Universo: la materia y el Espíritu, y por encima de todo Dios, el creador, el padre de todas las cosas.
Dios, espíritu y materia constituyen el principio de todo lo que existe, la trinidad universal.
Pero al elemento material se tiene que juntar el FLUIDO UNIVERSAL, que desempeña el papel intermediario entre el Espíritu y la materia propiamente dicha, por demás grosera para que el Espíritu pueda ejercer acción sobre ella.
Aunque, desde cierto punto de vista, sea lícito clasificarlo como el elemento material, se distingue de este por sus propiedades especiales.
Si el FLUIDO UNIVERSAL fuese simplemente materia, no habría razón para que el Espíritu no lo fuese también.
El FLUIDO UNIVERSAL está colocado entre el Espíritu y la materia;
Espírito Fluido Universal Matéria
[----------------------I-----------------------]
El fluido, como la materia, es susceptible, por sus innumerables combinaciones como esta y bajo la acción del Espíritu, de producir la infinita variedad de las cosas de las que apenas conocéis una parte mínima.
Ese fluido universal, o primitivo, o elemental, siendo el agente que utiliza el Espíritu, y el principio sin el cual la materia estaría en perpetuo estado de división y nunca adquiriría las cualidades que la gravedad le da."q. 27(LE).
Ese fluido es susceptible de innumerables combinaciones. Lo que llamamos fluído eléctrico. fluido magnético, son modificaciones del fluido universal, que no es, propiamente hablando, sino la materia más perfecta, más sutil y que se puede considerar independiente. q. 27. a (LE).
ELEMENTOS FLUÍDICOS
A GÊNESE, cap. XIV. Itens de 2 à 6
Obra codificada por Allan Kardec
El FLUIDO CÓSMICO UNIVERSAL es la materia elemental primitiva, cuyas modificaciones y transformaciones constituyen la innumerable variedad de los
cuerpos de la Naturaleza.
Como principio elemental del Universo, asume dos estados distintos :
· eterización o imponderabilidad - primitivo estado normal
· materialización o de ponderabilidad-consecutivo al estado normal primitivo
El punto intermedio es el de la transformación del fluido en materia tangíble.
Pero, aun así, no hay transición brusca, por cuanto que pueden considerarse como nuestros fluídos imponderables como término medio entre los dos estados.
Cada uno de esos dos estados da lugar, naturalmente, a fenómenos
especiales: al segundo pertenecen los del mundo visible y al primero los del mundo invisible, Unos, los llamados fenómenos materiales, son de la juridisción de la Ciencia propiamente dicha, los otros, calificados como fenómenos espirituales o psíquicos, porque se ligan de modo especial a la existencia de los Espíritus, caben en las atribuciones del Espiritismo.
Como vemos, la vida espirituial y la vida corporal se hallan incesantemente en contacto. los fenómenos de las dos categorías muchas veces sed producen simultáneamente. En el estado de encarnación, el hombre solamente puede percibir los fenómenos psíquicos que se prenden a la vida corpórea; los de dominio espiritual escapan a los sentidos materiales y solo pueden ser percibidos en el estado de Espíritu.(1)
(1) La denominación de fenómeno psíquico alcanza con las precisión el pensamiento que e al orden de losiritual, dado que esos fenómenos reposan sobre las propiedades y los atributos del alma, o mejor, de los fluidos espiriticos, inseparables del alma. Esta calificación os liga más intimamente al orden de los hechos naturales, regidos por leyes; se pueden por tanto admitir como efectos psíquicos, sin admitirlos a título de milagros.
En estado de eterización, el fluído cósmico no es uniforme.
Sin dejar de ser etéreo, sufre modificaciones tan variadas en género y más numerosas tal vez, que en el estado de materia tangible. Esas modificaciones constituyen fluídos distintos que, aunque procedentes del mismo principio, son dotados de propiedades especiales y dan lugar a los fenómenos peculiares del mundo invisible.
Dentro de ka relatividad de todo, esos fluidos tienen para los Espíritus, que también son fluídicos,una apariencia tan material, como los objetos tangibles para los encarnados y son, para ellos, lo que son para nosotros las sustancias del mundo terrestre. Ellos los elaboran y combinan para producir determinados efectos, como hacen los hombres con sus materiales.
Pero como en este mundo, solamente a los Espíritus más esclarecidos les es dado comprender el papel que desempeñan los elementos constitutivos del mundo en el que ellos se hallan. Los ignorantes del mundo invisible son tan incapaces de explicarse a sí mismos los fenómenos a los que asisten y para los que muchas veces concurren maquinalmente, como los ignorantes de la Tierra lo son para explicar los efectos de la luz o de la electricidad, para decir de que modo ven y escuchan.
Los elementos fluídicos del mundo espiritual escapan a nuestros instrumentos de análisis y a la percepción de nuestros sentidos, hechos para percibir la materia tangible y no la materia etérea. Algunos hay, pertenecientes a un medio diferente al nuestro, a tal punto, que de ellos solo nos podemos hacer idea mediante comparaciones tan imperfectas como aquellas mediante las que un ciego de nacimiento se procura hacer una idea de la teoría de los colores.
Pero, entre tales fluidos, los hay tan íntimamente ligados a la vida corporal, que de cierta forma, pertenecen al medio terreno. A falta de observación directa, sus efectos se pueden observar como se observan los del fluído del imán, fluído que jamás se vio pudiéndose inquirir sobre la naturaleza de los conocimientos de alguna precisión. Es esencial ese estudio, porque está en él la llave de una inmensidad de fenómenos que no se consiguen explicar con las leyes de la materia.
La pureza absoluta, de la cual nada nos puede dar idea, es el punto de partida del fluído universal;
El punto opuesto es en el que él se transforma en materia tangible.
Entre esos dos extremos, se dan innumerables transformaciones, mas o menos aproximadas de uno y de otro. Los fluidos más próximos de la materialidad, los menos puros, consiguientemente, componen lo que se puede llamar la atmósfera espiritual de la Tierra. Es de ese medio, donde igualmente son varios los grados de pureza, que los Espíritus encarnados y desencarnados de este planeta, harán los elementos necesarios a la economía de sus existencias. Por muy sutiles e impalpables que nos sean esos fluídos, no dejan por eso de ser de naturaleza grosera, en comparación con los fluídos etéreos de las regiones superiores,
Lo mismo se da en la superficie de todos los mundos, salvo las diferencias de constitución y las condiciones de vitalidad propias de cada uno. Cuanto menos material es la vida en ellos,tanto menos afinidades tienen los fluídos espirituales con la materia propiamente dicha.
No es rigurosamente exacta la calificación de fluidos espirituales, pues en definitiva, ellos son siempre materia mas o menos quintaesenciada. De fluido realmente espiritual, solo está el alma o principio inteligente. Se les da esa denominación por comparación y sobre todo por la infinidad que ellos guardan con los Espíritus. Puede decirse que son la materia del mundo espiritual, razón por la que son llamados fluídos espirituales.
¿ Quien conoce además, la constitución íntima de la materia tangible?. Tal vez esta sea compacta, solamente en relación a nuestros sentidos; lo prueba la facilidad con que la atraviesan los fluidos espirituales y los Espíritus, a los que no ofrece mayor obstáculo del que los cuerpos transparentes ofrecen a la luz
Teniendo por elemento primitivo el fluído cósmico etéreo, la materia tangible ha de ser posible desagregándose, volver al estado de eterización, del mismo modo que el diamante, el más duro de los cuerpos, puede volatilizarse en gas impalpable. En realidad la solidificación de la materia no es más que un estado transitorio del fluído universal, que puede volver a su estado primitivo, cuando dejan de existir las condiciones de cohesión.
¿ Quien sabe así mismo, si en estado de tangibilidad la materia no es susceptible de adquirir una especie de eterización que le daría propiedades particulares?. Ciertos fenómenos, que parecen auténticos, tenderían a ser supuestos. Aún no conocemos sino las fronteras del mundo invisible; el porvenir, sin duda, nos reserva el conocimiento de nuevas leyes, que nos permitirán comprender lo que se conserva como misterio.
Figuras e Pesquisa: Elio Mollo
(imagenes actualizadas 11/05/2013)
***********************************
Facultad de Bicorporeidad
Dice André Luiz: “De nuestra conducta, de nuestra moral, depende nuestra tranquilidad espiritual, así como nuestra estabilidad emocional, porque no hay nada que perturbe más al médium, que un ejercicio equivocado de su facultad”. No hay nada más angustiante que rodearse de entidades perturbadoras, dispuestas a utilizar nuestras energías psíquicas, para seguir en el camino erróneo; el camino de la rebeldía y la indiferencia a Dios.
Necesitamos observarnos a nosotros mismos, autoanalizarnos, preguntarnos, por si algún día descubrimos que somos portadores de facultades. De ser así, deberemos preguntarnos, ¿qué camino tomar? Si nuestra intención es buena, la respuesta no se hará esperar: Servir a nuestros semejantes, siendo puentes entre el Mundo Espiritual y el Terrenal. Por ejemplo, podríamos tener la facultad de bicorporeidad, que es el tema que voy a tratar. Facultad no muy extendida ni conocida en los días actuales. ¿Qué es esta facultad? La de aparecer en dos lugares a la vez; más abajo ampliaré esto.
De bicorporiedad dio numerosas muestras San Antonio de Padua que, estando en España, y al mismo tiempo que predicaba, su padre, que estaba en Padua, iba al suplicio acusado de un asesinato. En ese momento aparece Antonio de Padua, demuestra la inocencia de su padre y hace reconocer al verdadero criminal, quien fue juzgado. Se probó que en el mismo momento Antonio de Padua no había salido de España. Se dan estos casos de bicorporiedad, facultad de poder estar en dos lugares a la vez, siendo que en uno está el cuerpo y en el otro, el periespíritu materializado.
Otro ejemplo de este grandísimo médium, Antonio de Padua es cuando: “relata su biógrafo, Padre Antonio, que San Antonio era aún fraile agustino, cuando, encontrándose en meditación profunda, un día tuvo la visión de Francisco de Asís que, desdoblado, se le apareció en Coimbra, sin embargo él estaba en Italia. Le apareció en una visión “milagrosa”, relatada por muchos historiadores, y le anunció, de parte de Dios, que él debía entrar en la religión de los frailes menores". Aún un caso más de este Espíritu Superior: “En Saint-Pierre de Aneyroix, cuando Antonio de Padua apareció en medio del coro para leer la lección del Breviario, estaba también a la vez en la iglesia predicando. Se notó, sin embargo, que él quedó inmóvil en el púlpito durante todo el tiempo de la lectura.” (Estos relatos se pueden encontrar en El Libro de los Médiums, cap. 7.)
Allan Kardec en El Libro de los Médiums nos explica: “…Podríamos decir que el cuerpo puede vivir con la vida orgánica que es independiente de la presencia del Espíritu, y la prueba de esto es que las plantas viven y no tienen Espíritu.” Esta mediumnidad no es muy conocida, por ser una mediumnidad que se da escasamente en nuestros días, sin embargo la historia está repleta de ejemplos de dicha mediumnidad, como es el caso de Antonio de Padua, ya expuesto y el de Alfonso de Ligorio que fue canonizado antes del tiempo exigido, por haberse mostrado simultáneamente en dos lugares diferentes, lo que pasó por un milagro. La Iglesia igual enviaba a la hoguera a estos médiums, palabra que no se conocía aún, pero el fenómeno sí se daba, que eleva a los altares a otros médiums, siempre la incoherencia y las contradicciones. No pretendo juzgar, pero sí recordar a tantos mártires, en su mayoría médiums, que sufrieron por no renegar de sus facultades y misiones.
Volvamos a El Libro de los Médiums, donde nos encontramos con este relato de Allan Kardec: “Habiendo sido evocado San Alfonso de Ligorio, e interrogado por nosotros acerca del hecho arriba manifestado, contestó a la siguiente pregunta: ¿Podría explicarnos este fenómeno? Sí, el hombre, cuando está completamente desmaterializado por su virtud, y que ha elevado su alma hacia Dios, puede aparecer en dos parajes a la vez. He aquí como, el Espíritu encarnado, sintiendo venir el sueño, puede pedir a Dios transportarse a un lugar cualquiera. Su Espíritu o su alma, como queráis llamarla, abandonan entonces su cuerpo seguido de una parte de su periespíritu, y de la materia inmunda en un estado vecino a la muerte. Digo vecino a la muerte porque queda en el cuerpo un lazo que une el periespíritu y el alma a la materia, y este lazo no puede ser definido. El cuerpo aparece en este estado al lugar que se le ha llamado…” Hoy en día sí podemos definir lo que es ese “lazo”; el lazo fluídico (también llamado cordón de plata por el esoterismo) que une al Espíritu a su cuerpo material, mientras está habitando la Tierra. Es un lazo de sustancias brillantes, que le permite al Espíritu ir a donde quiera o le permitan. Una observación de Allan Kardec, en dicho libro: “El alma no se divide en el sentido literal de la palabra; irradia por diferentes lados, y es así como puede manifestarse sobre muchos puntos sin estar dividida; es lo mismo que una luz que pueda simultáneamente reflejarse en muchos espejos”.
Tácito cuenta un hecho muy interesante que le ocurrió a Vespasiano: “Durante los meses que Vespasiano pasó por Alejandría para esperar la vuelta periódica de los vientos de verano y la estación en que el mar estaba más seguro, ocurrieron muchos prodigios por donde se manifestaba el favor del cielo y el interés que los dioses parecían tomar por este príncipe. Estos prodigios redoblaron en Vespasiano el deseo de visitar el lugar sagrado de Dios, para consultarle los asuntos del imperio.
Ordenó que el templo se cerrase para todo el mundo; luego que hubo entrado en él y fijado su atención en lo que iba a pronunciar el oráculo, percibió detrás de él a uno de los principales egipcios, nombrado Basilide, que sabía estaba impedido por enfermedad a muchas jornadas de Alejandría. Se informó de los sacerdotes si Basilide había venido al templo en ese día; se enteró por los demás si se le había visto en la ciudad; en fin, envió hombres a caballo y se aseguró que en dicho momento estaba a ochenta millas de distancia. Entonces no dudó ya que la visión fue sobrenatural, y el nombre de Basilide le sirvió para él de oráculo.” (Tácito, Historias, Lib. IV, cap. 81 y 82, traducción de Burnouf). Este ejemplo de Vespasiano está extraido de "El Libro de los Médiums", el mejor tratado de mediumnidad que tenemos a nuestro alcance. Como se ve, la bicorporiedad, se dio en todos los tiempos de nuestra historia y hay muchos casos registrados, afortunadamente.
Como vemos el tema es apasionante y necesitado de ser conocido, pues gracias a esa mediumnidad se pudieron realizar tareas extraordinarias y se dieron pruebas de la sobrevivencia del Espíritu a la muerte física.
También por causa de estos fenómenos causados por dicha mediumnidad, se le dio el nombre de hombres dobles, porque realmente parecía que hubiese dos, y había dos, pero no eran de materia orgánica. El cuerpo físico sí, obviamente, el Periespíritu sabemos que es de materia sutil y que tiene muchas propiedades, entre ellas, la plasticidad que permite el fenómeno de bicorporeidad.
Es nuestro deber divulgar todo cuanto tenga relación con el área de la mediumnidad y los médiums, pues en nuestros días podemos observar como aumenta el número de médiums; espíritas o no. Si hay conocimiento y esclarecimiento, no existirá el miedo, la irresponsabilidad, la indisciplina, etc. y por lo tanto tampoco fracaso en la tarea que vinimos a realizar como médiums de prueba, pues fracasamos en otra/s existencias como médiums. Que nadie se sienta desamparado y cuando surja el fenómeno mediúmnico,pedir para ser guiados a quienes pueden orientar y apoyar a los que nada saben o saben poco, aunque cuanto más aprendemos, más cuenta nos damos de lo poco que sabemos.
Isabel Porras
***********************************
LOS DESERTORES DEL ESPIRITISMO
Si todas
las grandes ideas, han tenido sus apóstoles fervientes y denodados, también las
mejores han tenido sus desertores.
El
Espiritismo no podía librarse de las consecuencias de la humana flaqueza; ha
tenido lo suyos, y no serían inútiles algunas consideraciones sobre el
particular.
Muchos se
equivocaron, al principio, acerca de la naturaleza y objeto del Espiritismo y
no entrevieron su trascendencia. Desde luego excitó la curiosidad y muchos no
distinguieron en las manifestaciones más que un asunto de distracción.
Se
divirtieron con los Espíritus, tanto como estos quisieron divertirlos. Las
manifestaciones eran un pasatiempo y con frecuencia un accesorio de tertulia.
Este modo
de pensar, al principio, la cosa, era una táctica diestra de los Espíritus.
Bajo la forma de diversión, la idea penetró en todas partes y plantó gérmenes
sin sublevar las conciencias timoratas. Se jugó con el niño, pero el niño debía
hacerse hombre.
Cuando a
los Espíritus bromistas los sucedieron los graves y moralizadores; cuando el
Espiritismo se elevó a ciencia, a filosofía, las gentes superficiales no lo
encontraron recreativo, y para los que, ante todo, aprecian la vida material,
era un censor inoportuno y molesto, que a más de uno arrinconó.
No hay que
echar a menos semejantes desertores, pues las personas frívolas son pobres
auxiliares.
Esta
primera fase está, sin embargo, muy lejos de ser tiempo perdido. A favor de
semejante disfraz, la idea se ha popularizado cien veces más que si hubiese
revestido, desde su origen, una forma severa. Pero de esos centros ligeros e
indolentes, salieron pensadores graves.
Estos
fenómenos, puestos en moda por el atractivo de la curiosidad, convertidos en
una especie de manía, excitaron la codicia de ciertas gentes atraídas por la
novedad y por la esperanza de hallar en ellos una nueva puerta abierta.
Las
manifestaciones parecían un asunto maravilloso,
susceptible de explotación, y más de uno pensó hacer de ellas un
auxiliar de su industria, y otros las consideraron como una variante del arte
de la adivinación, un medio quizás más seguro que la cartomancia, la
quiromancia, etc., etc., para conocer el porvenir y descubrir las cosas
ocultas, pues, según la opinión de aquella poca, los Espíritus debían saberlo
todo.
Desde el
momento en que tales gentes vieron que la especulación resbalaba entre sus
manos y se convertía en engaño. Que los Espíritus no venían a ayudarles a hacer
fortuna, a darles buenos números para la lotería y decirles la verdadera buenaventura,
a descubrirles tesoros o proporcionarles herencias, a sugerirles algún buen
invento fructífero y de privilegio exclusivo, a suplir su ignorancia y a
dispensarles del trabajo intelectual y material, los Espíritus no fueron buenos
para nada, y sus manifestaciones no eran mas que ilusiones.
Tanto como ensalzaron el Espiritismo mientras
acariciaron la esperanza de sacar de él algún provecho, así denigraron cuando
tuvieron el desengaño. Más de un crítico, lo hubiese levantado hasta las nubes
de haberle hecho descubrir un tío americano o ganar en la Bolsa.
Esta es la
categoría más numerosa de los desertores, pero se deja ver que seriamente, no
pueden calificárseles de espiritistas.
También ha
tenido su utilidad esta fase, pues ha demostrando que no debía esperarse del
concurso de los Espíritus: se ha hecho conocer el objeto serio del Espiritismo,
se ha depurado la doctrina.
Los
Espíritus saben que las lecciones de la experiencia, son las más provechosas.
Si desde
un principio hubiesen dicho: No pidáis tal o cual cosa, porque no la
obtendréis, acaso no se les hubiera creído, y por esta razón no limitaron la
libertad de nadie, a fin de que la verdad resultase de la observación.
Los
desengaños desanimaron a los explotadores y contribuyeron a disminuir su
número, privando al Espiritismo, no de adeptos sinceros, sino de parásitos.
Ciertas
gentes, más perspicaces que otras, entrevieron al hombre, en el niño que
acababa de nacer y le tuvieron miedo, como Herodes le tuvo miedo al niño Jesús.
No
atreviéndose a atacar de frente al Espiritismo, han tenido agentes que lo
abrazaron para ahogarlo, que se visten con el disfraz de espiritistas para
introducirse en todas partes, atizar diestramente la desavenencia en los
grupos, derramar en ellos y por bajo mano el veneno de la calumnia, dejar caer
chispas de discordia, impeler a actos que comprometan, intentar el desvío de la
doctrina, para ponerla en ridículo o hacerla odiosa, y simular en seguida
desengaños.
Otros son
mas hábiles aun: predicando la unión, siembran la división; ponen sobre el
tapete diestramente cuestiones irritantes y mortificadoras, excitan los celos
de preponderancia entre los diferentes grupos, y su delicia sería verlos
apedrearse y levantar bandera contra bandera, con motivo de ciertas divergencias
de opiniones sobre determinadas cuestiones de forma y de fondo, provocadas las
mayoría de las veces.
Todas las
doctrinas han tenido sus Judas; el Espiritismo no podía dejar de tenerlos y no
le han faltado.
Estos
tales, son espiritistas de contrabando, pero han tenido también su utilidad.
Han enseñado a que como buenos espiritistas, seamos prudentes, circunspectos, y
a que no nos fiemos de las apariencias.
En
principio, es preciso desconfiar de los arrebatos calenturientos, que son casi
siempre fuegos fatuos o simulacros, entusiasmo de circunstancias, que suplen
los actos con la abundancia de palabras.
La
verdadera convicción es apacible, reflexiva, motivada; como el verdadero valor,
se revela por hechos, es decir, por la firmeza, la perseverancia, y sobre todo,
por la abnegación.
El
desinterés moral y material es la verdadera piedra de toque de la sinceridad.
La
sinceridad tiene un sello sui generis; se refleja por matices más fáciles a
veces de comprender, que de definir, se la siente por ese efecto de la
transmisión del pensamiento, cuya ley nos revela el Espiritismo, y que la
falsedad no consigne nunca simular completamente, dado que no puede cambiar la
naturaleza de las corrientes fluídicas que proyecta.
Cree
equivocadamente que puede suplirla con una baja y servil adulación, que solo
seduce a las almas orgullosas, pero esta misma adulación, se deja conocer de
las almas elevadas.
Nunca el
hielo podrá simular el calor.
Si pasamos
a la categoría de los espiritistas propiamente dichos, también veremos ciertas
flaquezas humanas, en las que no triunfa inmediatamente la doctrina. Las más
difíciles de vencer son el egoísmo y el orgullo, pasiones originales del
hombre.
Entre los
adeptos convencidos, no hay deserción en la acepción de la palabra, porque el
que desertase por motivo de interés u otro
cualquiera, no habría sido nunca sinceramente espiritista; pero hay
desalientos.
El valor y
la perseverancia pueden flaquear ante un desengaño, una ambición fracasada, una
preeminencia no alcanzada, un amor propio lastimado o una prueba difícil.
Se
retrocede ante el sacrificio del bienestar, el temor de comprometer sus
intereses materiales y el reparo del que dirán, se siente desazón por un
fraude; no se renuncia, pero se desanima; se vive para si y no para los otros;
se quiere sacar beneficio de la creencia, pero siempre que no cueste nada.
Ciertamente
que los que así proceden, pueden ser creyentes; pero, a no dudarlo, son
creyentes egoístas, en quienes la fe no ha encendido el fuego sagrado del
desinterés y de la abnegación; su alma se desprende con trabajo de la materia.
Forman número nominal, pero no puede contarse con ellos.
Muy
distintos son los espiritistas que verdaderamente merecen tal nombre.
Aceptan
para sí todas las consecuencias de la doctrina y se les reconoce por los
esfuerzos que hacen para mejorarse. Sin descuidar los intereses materiales, son
éstos para ellos lo accesorio y no lo principal; la vida terrestre es solo una
travesía más o menos penosa; de su empleo útil o inútil depende el porvenir; sus
alegrías son mezquinas comparadas con el objeto esplendido que entrevén más
allá; no se desazonan por los obstáculos que encuentran por el camino; las
vicisitudes, los desengaños, son pruebas ante las cuales no se desalientan,
puesto que el descanso es el premio del trabajo, y por estas razones, no se ven
entre ellos deserciones y desfallecimientos.
Los
Espíritus buenos protegen visiblemente a los que luchan con valor y
perseverancia y cuyo desinterés es sincero y sin miras ulteriores; le ayudan a
triunfar de los obstáculos y aligeran las pruebas que no pueden evitarles,
mientras que se apartan de los que abandonan y sacrifican la causa de la
verdad, a su ambición personal.
¿Debemos
colocar entre los desertores del Espiritismo a los que se alejan, porque no les
satisface nuestra manera de ver las cosas; a los que, encontrando muy lento o
muy rápido nuestro método, pretenden alcanzar más pronto y con mejores
condiciones el objeto que nos proponemos? Ciertamente que no, si son sus guías
la sinceridad y el deseo de propagar la verdad.
Ciertamente
que sí, si sus esfuerzos tienden únicamente a hacerse notables y a captarse la
atención pública para satisfacer su amor propio y su interés personal…
¡Tenéis
distinto modo de ver al de nosotros; no simpatizáis con los principios que
admitimos! Nada prueba que andéis más acertados que nosotros. En materia de
ciencia, puede diferirse de opinión; buscad a vuestro modo como buscamos
nosotros; el porvenir pondrá en claro quién tiene razón y quién está
equivocado.
No pretendemos
ser los únicos en poseer las condiciones sin las cuales no pueden hacerse
estudios serios y útiles; lo que hemos hecho nosotros, ciertamente pueden
hacerlo otros. ¡Qué importa que los hombres inteligentes se reúnan con nosotros
o sin nosotros! Que se multiplican los centros de estudios, tanto mejor; porque
esta es una señal del progreso incontestable, que aplaudimos con todas nuestras
fuerzas.
En cuanto
a las rivalidades, a las tentativas para suplantarnos, tenemos un recurso
infalible para no temerlas. Trabajemos por comprender, por ensanchar nuestra
inteligencia y nuestro corazón; luchemos con los otros, pero luchemos por
superarnos en caridad y abnegación.
Sea
nuestra única divisa el amor al prójimo inscrito en nuestra bandera, y nuestro
objeto único inquirir la verdad, venga de donde viniere. Con tales sentimientos
arrostraremos las burlas de nuestros adversarios y las tentativas de nuestros
competidores.
Si nos
equivocamos, no tendremos el necio amor propio de aferrarnos a ideas falsas,
pero hay principios respecto de los cuales se tiene certeza de no engañarse
nunca, tales son: el amor del bien, la abnegación, la abjuración de todo
sentimiento de envidia y de celos.
Estos
principios son los nuestros, en ellos veremos el lazo que ha de unir a todo los
hombres de bien, cualquiera que sea la divergencia de sus opiniones; el egoísmo
y la mala fe son los únicos que entre ellos levantan barreras insuperables.
Pero ¿cuál
será la consecuencia de este estado de cosas? Sin duda alguna las maquinaciones
de los falsos hermanos podrán producir momentáneamente algunas perturbaciones
parciales. Por esto es preciso hacer toda clase de esfuerzos para burlarlos
tanto como sea posible, pero necesariamente no tendrán más que una época de
existencia y no podrán ser perjudiciales en el porvenir.
Ante todo,
porque son una maniobra de oposición que caen por la fuerza de las cosas; y por
otra parte, por más que se diga y haga, no podrá quitarse a la doctrina su
carácter distintivo; su filosofía racional es lógica y su moral consoladora y
regeneradora.
Las bases
del Espiritismo están hoy puestas de un modo inquebrantable: los libros
escritos sin reticencias y puestos al alcance de todas las inteligencias, serán
siempre la expresión clara y exacta de la enseñanza de los Espíritus, y la
transmitirán intacta a los que vengan en pos de nosotros.
No se ha
de perder de vista que estamos en un momento de transición y que ninguna
transición se opera sin conflicto.
No hay,
pues, que admirarse de ver cómo se agitan ciertas pasiones, tales como las
ambiciones comprometidas, los intereses lastimados, las pretensiones
frustradas, pero todo esto se extingue poco a poco, la fiebre se calma, los
hombres pasan y las nuevas Ideas subsisten.
Espiritistas,
si queréis ser invencibles, sed benévolos y caritativos; el bien es una coraza
contra la cual se estrellarán siempre las maquinaciones de la malevolencia...
Vivamos,
pues, sin temor: el porvenir es nuestro; dejemos que nuestros enemigos se
retuerzan comprimidos por la verdad que les ofusca: toda oposición es impotente
contra la evidencia, que triunfa inevitablemente por la fuerza misma de las
cosas.
La
vulgarización universal del Espiritismo es cuestión de tiempo, y en este siglo,
el tiempo avanza a pasos de gigante impulsado por el progreso.
OBSERVACIÓN.
- Como complemento de este artículo, publicamos aquí, la siguiente comunicación
que nos dio Allan Kardec sobre el mismo asunto, después de haber entrado en el
mundo de los Espíritus. Nos ha parecido interesante para nuestros lectores,
unir a las elocuentes y viriles páginas que preceden, la actual opinión del
organizador por excelencia de nuestra filosofía. París, noviembre de 1869
Cuando
existía corporalmente entre vosotros, a menudo decía que debiera hacerse una
historia del Espiritismo, puesto que no dejaría de tener interés; aún participo
hoy de esta misma opinión, pudiendo servir un día, para realizar mi
pensamiento, los diferentes elementos que con este fin había reunido.
Porque, en
efecto, estaba en mejor posición que nadie para apreciar el curioso espectáculo
provocado por el descubrimiento y vulgarización de una gran verdad.
En otro
tiempo presentía, pero hoy sé el maravilloso orden y la inconcebible armonía
que presiden a la concentración de todos los documentos, que están destinados a
dar origen a la nueva obra.
La
benevolencia, la buena voluntad y abnegación absoluta en unos y la mala fe, la
hipocresía y las malévolas maniobras de los otros, todo concurre para asegurar
la estabilidad del edificio que se levanta.
Entre las
manos de las potencias superiores que presiden al progreso, las resistencias
inconscientes o simuladas y los ataques que tienen por objeto sembrar el
descrédito y el ridículo, se convierten en instrumentos de elaboración.
¡Qué no se
ha hecho, que móviles no se han puesto en movimiento para ahogar al niño en la
cuna!
El
charlatanismo y la superstición, a su vez, han querido ampararse en nuestros
principios para explotarlos en su provecho; todos los rayos de la prensa han
atronado contra nosotros; se ha entregado a la irrisión las cosas mas
respetables; se han atribuido al Espíritu del mal las enseñanzas de los
Espíritus, las más dignas de admiración y de veneración universal; y sin
embargo, todos esos esfuerzos acumulados, esa coligación de todos los intereses
bastardos, no han alcanzado otra cosa que proclamar la impotencia de nuestros
adversarios.
Pero, en
medio de esa lucha incesante contra las preocupaciones establecidas y contra
los errores acreditados, es como se aprende a conocer a los hombres.
Sabía que
al consagrarme a mi obra predilecta, me exponía a las iras de los unos y a la
envidia y a los celos de los otros. El camino estaba sembrado de dificultades
sin cesar renovadas. No pudiendo alcanzar nada contra la doctrina, se atacaba
al hombre, pero por mi parte me sentía fuerte porque había hecho renuncia de mi
personalidad. ¿Qué me importan las tentativas de la calumnia, si mi conciencia
y la grandeza del objeto me hacían olvidar voluntariamente las espinas y
abrojos del camino?
Los
testimonios de simpatía y de estimación que he recibido de aquellos que
supieron apreciarme, han sido la más dulce recompensa que jamás haya
ambicionado, pero ¡OH!, ¡cuantas veces hubiese sucumbido bajo el peso de mi
tarea, si el afecto y el reconocimiento de la mayoría no me hubiesen hecho
olvidar la ingratitud y la injusticia de algunos! Porque si los ataques
dirigidos contra, mí siempre me han encontrado insensible, debo confesar que me
afectaba penosamente, cada vez que encontraba falsos amigos, entre aquellos de
quienes más esperaba.
Si es
justo vituperar a aquellos que intentan explotar el Espiritismo o
desnaturalizarlo en sus escritos sin haber hecho de él un estudio previo, ¡cuán
culpables no son aquellos que después de haberse asimilado todos sus
principios, no contentos de retirarse pacíficamente, se han vuelto contra él,
con todas sus fuerzas!
Sobre
tales desertores especialmente es necesario reclamar la misericordia divina,
porque voluntariamente han extinguido la luz que les iluminaba, con cuyo
auxilio podían iluminar a los otros.
Pero no
tardan en verse privados de la asistencia de los buenos Espíritus y la
experiencia nos ha demostrado que bien pronto caen de un paso al otro, en las
más criticas situaciones.
Desde mi
regreso al mundo de los Espíritus he vuelto a ver algunos de estos
desgraciados; ahora se arrepienten; sienten su inacción y su mala voluntad,
pero no pueden reparar tan pronto como desearan el tiempo perdido; volverán,
sí, luego a la tierra con la firme resolución de concurrir activamente al
progreso, pero aún lucharán con sus antiguas tendencias, hasta que
definitivamente hayan triunfado sobre ellas.
¿Puede
creerse que los espiritistas de hoy, ilustrados por estos ejemplos, evitarán
caer en los mismos errores? Durante mucho tiempo aún, habrá falsos hermanos y
amigos mal intencionados, pero del mismo modo que nada pudieron los primeros,
tampoco lograrán estos, desviar de su camino al Espiritismo.
Si acaso
producen algunas perturbaciones momentáneas y puramente locales, no por esto
peligrará la doctrina; antes al contrario, bien pronto los espiritistas
desviados reconocerán su error y vendrán a concurrir con nuevo ardor a la obra
de la cual se habían separado un instante, y obrando de concierto con los
Espíritus superiores que dirigen las transformaciones humanitarias, avanzarán
con paso rápido hacia los felices tiempos prometidos a la humanidad regenerada.
– ALLAN KARDEC.
Adaptación:
Oswaldo E. Porras D.
**********************
No hay comentarios:
Publicar un comentario